Casi pierdo la ocasión de recibir al Señor

31 Ene 2022

Por Wang Lei, China

Mi esposa y yo nos hicimos cristianos en 1995 y desde entonces buscamos con gran empeño; poco después éramos colaboradores de la Iglesia de la justificación por la fe sola. Luego, hacia el 2000, muchos miembros de esa iglesia oyeron el evangelio del Relámpago Oriental y empezaron a creer en Dios Todopoderoso. A partir de entonces, en las reuniones de colaboradores, los pastores y ancianos predicaban constantemente contra el Relámpago Oriental. Una vez, el pastor Wang comentó que, en la Biblia, Pablo dijo: “Me maravillo de que tan pronto hayáis abandonado al que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente; que en realidad no es otro evangelio, solo que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciara otro evangelio contrario al que os hemos anunciado, sea anatema” (Gálatas 1:6-8). Añadió que tenemos que seguir el camino del Señor, que escuchar cualquier otro evangelio es traicionar al Señor y que nos condenaremos. Dijo que el Relámpago Oriental predicaba que el Señor ya había regresado, que con Sus palabras estaba llevando a cabo la obra del juicio de los últimos días y que este era otro evangelio. Señaló que no podíamos escucharlo y, sobre todo, creer en ello, pues sería traicionar al Señor. Nos instó a mandar a paseo sin demora a quien nos hablara del Relámpago Oriental. Cada vez que nuestros pastores mencionaban estos versículos bíblicos, me prevenía a mí mismo: “El clero no nos deja contactar con el Relámpago Oriental por nuestro bien. No comprendo bien la Escritura y tengo poca estatura, por lo que no puedo escuchar cualquier cosa. He gozado mucho de la gracia del Señor. ¡No puedo traicionarlo!”. Algunos amigos y parientes me predicaron el evangelio en varias ocasiones, pero los rechacé a todos. Pensé que tenía que mantenerme en el camino del Señor y que no podía escuchar cualquier cosa. ¿Qué haría si me engañaban y luego me rechazaba el Señor? Un día, mi sobrina nos predicó el evangelio a mi mujer y a mí, y le respondí con frialdad: “La Biblia dice: ‘Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciara otro evangelio contrario al que os hemos anunciado, sea anatema’ (Gálatas 1:8). Creemos en el Señor Jesús y, si seguimos cualquier otra senda, eso sería apostasía y una traición al Señor. Nos condenaríamos. Deberías confesar y arrepentirte inmediatamente ante el Señor”. Yo obedecía lo que había dicho el pastor. Viniera quien viniera a predicar el evangelio de Dios en los últimos días, no lo escuchaba en ningún caso y me libraba de él con cualquier excusa.

En otra ocasión, mi esposa y yo estábamos trabajando en el campo y ella, muy cautelosa, me dijo: “El Señor Jesús ha regresado. Es Dios Todopoderoso”. Cuando me lo comentó, comprendí que no solo había escuchado el evangelio del Relámpago Oriental, sino que lo había aceptado. Hecho una furia, arremetí contra ella: “El clero ha subrayado reiteradamente que no podemos escuchar al Relámpago Oriental. ¿Por qué no los escuchaste? Aceptar otro camino es traicionar al Señor, ¡y no podrás entrar en el reino de Dios!”. Cada vez más disgustado, recordé este versículo bíblico: “Compartiendo así la responsabilidad por los pecados de otros; guárdate libre de pecado” (1 Timoteo 5:22). Pensé que, como ella había aceptado el Relámpago Oriental y traicionado al Señor, yo no tendría que ver con sus pecados. Enseguida se lo conté al pastor para que pudiera apremiarla a dar marcha atrás. Al oírlo, se alteró enormemente y dijo: “Escuchar la predicación de otras creencias es una traición al Señor, y será expulsada de la iglesia. Mira si tiene libros y destrúyelos si encuentras alguno. Vuelve inmediatamente a casa a vigilarla. De ningún modo puedes permitir que salga a escuchar a esa gente”. Cuando lo oí, pensé: “¡Sí! Solo puedo salvar a mi mujer haciendo lo que dice el pastor. Si no, el Señor la rechazará y perderá la oportunidad de ir al cielo”. A partir de entonces, vigilé de cerca a mi esposa y no le dejaba tener contacto con los del Relámpago Oriental mientras yo anduviera cerca. Cuando me iba a trabajar, mandaba a nuestras dos hijas que la vigilaran. No obstante, seguía escapándose a las reuniones. Un día, volví del trabajo a casa y, al no ver a mi esposa, supe que estaba en otra reunión. Me enojé mucho. No podía controlarla por más que lo intentara, así que pensé que necesitaba más mano dura. No podía quedarme viendo cómo traicionaba al Señor y Él la rechazaba. Cuando regresó, le levanté la mano. Jamás le había pegado en todos nuestros años de matrimonio. Me sentí fatal por ello, pero luego pensé que simplemente temía que terminara en la senda equivocada y perdiera la salvación del Señor. Sin embargo, hiciera lo que hiciera yo, se mantenía firme en su fe en el Relámpago Oriental. Sin saber qué hacer, recordé lo que me había dicho el pastor Wang acerca de destruirle los libros. Pensé que tenía razón, que, sin libros que leer, ¿cómo podría practicar su fe? Rabioso, busqué sigilosamente sus libros y los destruí, pero ella siguió sin intención alguna de dar marcha atrás. Siempre hallaba el modo de escapar a mi vigilancia para ir a las reuniones y siempre me decía que debía leer las palabras de Dios Todopoderoso para ver por mí mismo si eran la voz de Dios. A decir verdad, estaba vacilante. Mi esposa siempre ha sido muy tolerante, nunca excesivamente obstinada. No entendía por qué esta vez no cedía ni un palmo. Me preguntaba qué predicaba realmente el Relámpago Oriental y por qué la había atraído tan fuertemente. Sí me dieron ganas de leer las palabras de Dios Todopoderoso. No obstante, al recordar lo dicho por el pastor, me previne: “En la fe, hemos de permanecer en el camino del Señor. ¡Apartarse sería traicionarlo!”. Así pues, me negué con firmeza.

Un día, en la mina de carbón, de pronto le explotó a un compañero un detonador que estaba encendiendo y se quedó ciego en el acto. Yo no estaba lejos, pero estaba totalmente ileso. Temblaba de miedo. Me sentía muy mal por mi compañero, pero, a la vez, estaba muy contento por la protección de Dios. Cuando llegué a casa, aún no se me habían calmado los nervios y le conté lo sucedido a mi esposa. Su respuesta fue: “Él está ciego físicamente, pero tú lo estás espiritualmente. Siempre te digo que deberías leer las palabras de Dios Todopoderoso, pero te niegas y hasta lo condenas. Saliste ileso por la protección de Dios, ¡pero Él también te estaba advirtiendo!”. Sus palabras me afectaron. ¿Y si de verdad Dios me estaba advirtiendo? Días después, inspeccionando la cinta transportadora en la mina, de repente me mareé mucho y casi me caigo a la cinta. Me dio un sudor frío y supe que, de haberme caído, me habría convertido en picadillo. Tuve una sensación de pánico que no sé describir y se la conté a mi mujer cuando llegué a casa. Le pregunté: “Como creyente, ¿por qué no estoy protegido? ¿Qué pasa aquí?”. Me contestó: “El Señor Jesús ha regresado de verdad. Es Dios Todopoderoso. Como no dejas de oponerte a Él, ¡esta es la advertencia de Dios! Tienes que dejar de combatirlo”. En ese momento sí tuve miedo y sentí que debía dejar de frenarla. Sin embargo, luego reflexioné que el pastor me había dicho que ella seguía otra senda, con lo que traicionaba al Señor, y que Dios me estaba probando y, por supuesto, tenía que estar de parte de Él. No me atreví a pensarlo más por miedo a que me convenciera ella y yo vacilara. Seguí obstaculizando su asistencia a las reuniones e instándola a confesar y arrepentirse. Sin embargo, al tratar de detenerla, por algún extraño motivo me acobardaba y flojeaba del todo. No tenía ni pizca de fuerza y ni siquiera podía ir a trabajar. Estaba acostado como un cadáver. Oraba una y otra vez al Señor, pero no mejoraba. Mi esposa me dijo que invocara a Dios Todopoderoso porque solo Él podía salvarme. Completamente desorientado, decidí probar. Clamé en silencio desde el corazón: “¡Oh, Dios Todopoderoso! Dios Todopoderoso…”. Me quedé atónito cuando, nada más clamar a Dios Todopoderoso, lentamente empecé a recobrar la fuerza. Esto me sucedió más veces. En cuanto obstaculizaba a mi esposa, perdía por completo la fuerza y ni siquiera podía trabajar. Sin embargo, en el momento en que oraba a Dios Todopoderoso, lentamente recuperaba la fuerza. Después de aquello, dejé de ser tan inflexible y empecé a ceder. Me preguntaba si acaso Dios Todopoderoso era realmente el regreso del Señor Jesús. La siguiente vez que mi esposa me instó a estudiar el camino verdadero, acepté.

Ese mismo día vi que estaban predicando el evangelio del Relámpago Oriental en casa de mi cuñada. Una hermana hablaba de la obra de Dios desde la Era de la Ley hasta la Era de la Gracia, de la obra de crucifixión del Señor Jesús, que redimió a la humanidad de nuestros pecados. Luego vinculó las palabras del Señor Jesús y las profecías de la Biblia para enseñar regreso de Dios en los últimos días para expresar la verdad, realizar la obra del juicio, eliminar la naturaleza pecaminosa del hombre, purificarnos y salvarnos por completo y llevarnos a Su reino. Habló, además, de lo que es el arrebatamiento, de las vírgenes prudentes e insensatas y más cosas. Enseñaban con gran claridad y en plena consonancia con la Biblia. Aquello me iluminó el corazón. En todos mis años como cristiano, jamás había oído nada semejante. Pensé para mis adentros que era evidente que los sermones del Relámpago Oriental tenían la obra del Espíritu Santo y me resultaban de enorme sustento. Me preguntaba por qué el clero de la iglesia nos alejaba de eso y quería hablar con ellos cuando fuera a la iglesia para que también ellos oyeran todo lo referente al Relámpago Oriental y se plantearan si era el camino verdadero. Antes de que pudiera ir a verlos, vinieron a mi casa, empeñados en que mi mujer abandonara el Relámpago Oriental. Debatió con ellos dos o tres horas y, al verla decidida a mantener la fe en ello, el pastor Wang le gritó: “Te niegas a escuchar, pero te empeñas en creer al Relámpago Oriental. ¡Esto es apostasía y una traición al Señor! No estarás a salvo si te apartas del Señor y, si te ocurre algo, ¡la iglesia no estará ahí para ayudarte!”. Otro pastor la reprendió en voz alta: “Estás dándole la espalda al Señor y es preciso que confieses y te arrepientas inmediatamente. ¡Si no, se te expulsará de la iglesia!”. Además, quisieron obligar a mi esposa a arrodillarse en el suelo y confesar ante el Señor. Su método agresivo me enfureció enormemente, y pensé: “Aunque su fe no sea la correcta, no podéis juzgarla y condenarla arbitrariamente. Deberíais ser compasivos, afectuosos y serviciales y hablarle con paciencia. Esa es la voluntad del Señor. ¿Cómo podéis ser tan tiránicos?”.

Esa noche estuve dando vueltas en la cama sin poder dormir. No podía entender por qué, como pastores, trataban así a los hermanos y hermanas. No tenían ni pizca del amor, la compasión y la tolerancia que el Señor nos enseñó a tener. ¿Qué clase de clero era ese? Lo que realmente me sorprendió fue que en la iglesia se difundieron muy rápido rumores sobre mi esposa y todos decían que creía en el Relámpago Oriental y había perdido la cabeza. Estaba muy enojado. En una reunión, le pregunté al pastor Wang: “Está claro que a mi esposa no le pasa nada, así que ¿por qué la llamáis loca? ¿Cómo podéis inventaros estos rumores de la nada?”. Me quedé atónito cuando, indiferente, me dijo: “Tememos que otros creyentes también sigan el Relámpago Oriental y traicionen al Señor, así que lo hacemos porque nos importa su vida…”. No podía creerme que eso hubiera salido de boca de un pastor. El Señor Jesús lo dejó claro: “Antes bien, sea vuestro hablar: ‘Sí, sí’ o ‘No, no’; y lo que es más de esto, procede del mal(Mateo 5:37). Nos enseñó a hablar honestamente, a llamar a las cosas por su nombre, que no podemos mentir, engañar ni inventarnos cosas. Sin embargo, los pastores no solo mentían descaradamente, sino que ni siquiera se sentían mal por ello. El pastor Wang alegó atrevidamente que lo hacían pensando en la congregación. En absoluto actuaban como creyentes. No pude concentrarme en una sola palabra de aquella reunión y me fui muy pronto. Debido a las mentiras de los pastores, muchos parientes y amigos vinieron a preguntar por mi mujer y todo el vecindario murmuraba al respecto. Eso nos puso a mi esposa y a mí en una situación muy difícil. La conducta de los pastores me había hecho daño y decepcionado, y oraba constantemente: “Oh, Señor, los pastores tergiversan la verdad y difunden mentiras sobre mi mujer para evitar que los creyentes estudien el Relámpago Oriental. No estoy nada de acuerdo con sus actos. Señor, he oído lo que predica el Relámpago Oriental y me parece maravilloso y muy práctico, pero temo traicionarte. No sé qué hacer. Te ruego que me concedas esclarecimiento y discernimiento”.

Me sentí muy perdido durante un rato y no dejaba de pensar en lo que había hablado con los del Relámpago Oriental. Eran todos muy dignos y hablaban con gran calidez. Parecían muy devotos; además, su enseñanza de las palabras del Señor era muy esclarecedora. No se parecía en nada a lo que hablaban los pastores. No obstante, si este era el camino verdadero, ¿por qué los pastores y ancianos no lo aceptaban ni dejaban que los creyentes lo estudiaran? Justo cuando le estaba dando vueltas y más vueltas, de pronto oí una voz, llena de majestad y autoridad, que decía: “¡No dudes, mas ten fe siempre!”. Esa voz me hizo sentir como si estuviera cara a cara con Dios escuchándolo. Me dejó totalmente pasmado. Me quedé allí y tuve algo de miedo. Recordé la profecía del Apocalipsis: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias(Apocalipsis 2:7). También pensé en lo que siempre decía mi esposa, que Dios Todopoderoso había expresado muchas palabras. ¿Acaso eran esas palabras lo que el Espíritu Santo dice a las iglesias? En ese momento decidí estudiar el Relámpago Oriental. Mi esposa invitó a casa al hermano Zhou, de la Iglesia de Dios Todopoderoso, para que predicara el testimonio de la obra de Dios en los últimos días. Le pregunté al hermano: “Pablo dijo en la Biblia: ‘Me maravillo de que tan pronto hayáis abandonado al que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente; que en realidad no es otro evangelio, solo que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciara otro evangelio contrario al que os hemos anunciado, sea anatema’ (Gálatas 1:6-8). Los pastores y ancianos siempre señalan que esto significa que, si nos apartamos del camino del Señor y escuchamos otro evangelio, eso es apostasía y una traición al Señor. Estoy preocupado. ¿No será una traición al Señor creer en Dios Todopoderoso?”. Me respondió con una pregunta: “Los pastores y ancianos interpretan que esto significa que creer en Dios Todopoderoso supone apartarse del camino del Señor, aceptar otro evangelio y traicionarlo. Con ello, ¿entienden correctamente lo manifestado por Pablo? ¿Se atreven a asegurar que, con ‘un evangelio diferente’, Pablo se refería al evangelio del reino del regreso de Dios en los últimos días? ¿Eso dijo Pablo?”. Me quedé mudo. Me percaté de que Pablo jamás dijo eso. Prosiguió entonces su enseñanza: “El contexto de la admonición de Pablo fue que la hizo poco después de que el Señor Jesús concluyera Su obra de redención, cuando se estaba difundiendo Su evangelio del reino de los cielos. Muchos gálatas habían aceptado al Señor Jesús, pero a algunos los engañaron y comenzaron a creer en otro evangelio. En este contexto escribió Pablo su epístola, de exhortación a los gálatas, en la que advertía que en la Era de la Gracia solo hubo un evangelio, el evangelio de la obra de redención del Señor Jesús. Si alguien predicaba otro evangelio que no fuera el del Señor Jesús, era ‘un evangelio diferente’ para descarriar al pueblo. Dios no había realizado Su obra de los últimos días y, cuando Pablo dijo esto, nadie predicaba el evangelio de los últimos días. Por ello, lo expresado por Pablo no se refería al evangelio del regreso del Señor en los últimos días. Al utilizar arbitrariamente las palabras de Pablo a las iglesias en la Era de la Gracia para condenar la aparición y obra de Dios en los últimos días, sacan las cosas de contexto y malinterpretan la Escritura. ¿No es sencillamente absurdo?”.

La enseñanza del hermano Zhou me permitió comprender un poco lo que había dicho el pastor, pero aún tenía cierta aprensión. Creer en el Señor supone fidelidad a Su nombre y Su camino. Si aceptaba el camino del Relámpago Oriental, ¿no traicionaría al Señor? Me dijo: “Piénsalo. Cuando el Señor Jesús apareció para obrar, muchos que creían en Jehová Dios oyeron el camino del Señor y se pusieron a seguirlo. Entonces, ¿estaban traicionando a Jehová Dios? ¿Era apostasía? Evidentemente, no. Seguían las huellas del Cordero. Eran seguidores devotos de Dios. Sin embargo, quienes se aferraron tercamente a la ley del Antiguo Testamento y rechazaron al Señor Jesús parecían devotos de Jehová Dios, pero en realidad fueron los más rebeldes y opuestos a Dios. Defendían exclusivamente la obra anterior de Dios, pero no aceptaron Su obra y Sus palabras actuales ni se sometieron a ellas. Incluso las condenaron y combatieron. Por eso fueron ellos los que traicionaron al Señor y Él los rechazó y eliminó”. El hermano Zhou añadió: “La obra de Dios siempre avanza y siempre va a realizar una obra más nueva y elevada en función de Su plan de gestión y de las necesidades de la humanidad. En la Era de la Gracia, la obra de redención del Señor Jesús solo fue la de redimirnos del pecado, por lo que, después de pecar, podemos ser perdonados tras orar al Señor Jesús. No obstante, eso no eliminó nuestra naturaleza pecaminosa interna. Todavía vivimos en el amargo círculo de pecar y confesar, confesar y pecar, totalmente incapaces de escapar de las ataduras del pecado. ¿Y en qué clase de estado viven actualmente todos los creyentes en el Señor? Mienten y engañan constantemente por la reputación y el estatus, siguen las tendencias mundanas y codician el dinero. Hay envidia y luchas intestinas, juicios y falta de amor entre los creyentes. Los colaboradores participan en intrigas y luchas de poder que destrozan las iglesias. Los pastores y ancianos se niegan a tan siquiera estudiar la obra del regreso del Señor y, por contra, se inventan rumores para oponerse a él y condenarlo e impiden que otros busquen el camino verdadero. Algunos han llegado a cooperar con el PCCh ayudando a la policía a detener a quienes predicaran el evangelio de los últimos días”. Dijo: “Dios es justo y santo y Su reino es tierra santa. ¿Cómo podría dejar Dios entrar en Su reino a quienes constantemente pecan y se oponen a Él? Por eso prometió el Señor Jesús que regresaría. Dios Todopoderoso ha llegado en los últimos días, en los que expresa verdades y realiza la obra del juicio sobre la base de la obra de redención del Señor Jesús. Pretende corregir nuestra naturaleza pecaminosa, de modo que rechacemos del todo el pecado y Dios nos salve plenamente y nos lleve a Su reino. Esto cumple íntegramente la profecía del Señor Jesús: ‘El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, esa lo juzgará en el día final(Juan 12:48). ‘Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir(Juan 16:12-13)”.

En ese punto de su enseñanza, el hermano Zhou leyó un par de pasajes de las palabras de Dios. Dios Todopoderoso dice: “Aunque Jesús hizo mucha obra entre los hombres, sólo completó la redención de toda la humanidad y se convirtió en la ofrenda por el pecado del hombre; no lo libró de la totalidad de su carácter corrupto. Salvar al hombre totalmente de la influencia de Satanás no sólo requirió que Jesús se convirtiera en la ofrenda por el pecado y cargara con los pecados del hombre, sino también que Dios realizara una obra incluso mayor para librar completamente al hombre de su carácter satánicamente corrompido. Y, así, ahora que el hombre ha sido perdonado de sus pecados, Dios ha vuelto a la carne para guiar al hombre a la nueva era, y comenzó la obra de castigo y juicio. Esta obra ha llevado al hombre a una esfera más elevada. Todos los que se someten bajo Su dominio disfrutarán una verdad más elevada y recibirán mayores bendiciones. Vivirán realmente en la luz, y obtendrán la verdad, el camino y la vida(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Prefacio). “Después de la obra de Jehová, Jesús se encarnó para llevar a cabo Su obra entre los hombres. Su obra no se llevó a cabo de forma aislada, sino que fue construida sobre la de Jehová. Era una obra para una nueva era que Dios realizó después de que pusiera fin a la Era de la Ley. De forma similar, después de que terminara la obra de Jesús, Dios continuó Su obra para la siguiente era, porque toda Su gestión siempre avanza. Cuando pase la era antigua, será sustituida por una nueva, y una vez que la antigua obra se haya completado, habrá una nueva obra que continuará la gestión de Dios. Esta encarnación es la segunda encarnación de Dios, la cual sigue a la obra de Jesús. Por supuesto, esta encarnación no ocurre de forma independiente; es la tercera etapa después de la Era de la Ley y la Era de la Gracia. Cada vez que Dios inicia una nueva etapa de la obra, siempre debe haber un nuevo comienzo y siempre debe traer una nueva era. Así pues, también hay cambios correspondientes en el carácter de Dios, en Su forma de obrar, en el lugar de Su obra y en Su nombre. No es de extrañar, por tanto, que al hombre le resulte difícil aceptar la obra de Dios en la nueva era. Pero independientemente de cómo se le oponga el hombre, Dios siempre está realizando Su obra, y guiando a toda la humanidad hacia adelante(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Prefacio). Tras leer esto, dijo: “Dios Todopoderoso realiza la obra del juicio y, aunque distinta a la obra de redención del Señor Jesús y a la obra de Jehová Dios en la Era de la Ley, esta obra se levanta sobre la base de esas dos etapas de Su obra. Es la etapa de obra que realiza Dios en los últimos días para purificar y salvar plenamente a la humanidad. Cada etapa de Su obra es más elevada que la anterior, pero todas las realiza el mismo Dios. Dios Todopoderoso es el regreso del Señor Jesús y solo podremos librarnos del pecado y purificarnos de veras aceptando la obra del juicio de Dios Todopoderoso. Solo entonces podremos ser dignos de entrar en el reino de Dios. Aceptar a Dios Todopoderoso es ser una virgen prudente, que oye la voz del Señor y lo recibe. Es ser elevado ante el trono ¡y asistir al banquete del Señor! ¿Cómo va a ser eso apartarse del camino del Señor o traicionarlo?”. Me emocioné mucho al oír esto. Comprendí que el Señor Jesús solo realizó la obra de redención para perdonarnos los pecados, pero no corrigió nuestra naturaleza pecaminosa. Dios Todopoderoso ha venido en los últimos días a realizar la obra del juicio, la única forma de eliminar nuestra naturaleza pecaminosa, purificarnos, salvarnos plenamente y traernos la salvación para poder entrar en el reino de los cielos. Supe que escuchar el Relámpago Oriental no era traicionar al Señor, sino oír Su voz y recibirlo. ¡Era seguir las huellas del Cordero! Eso me recuerda este versículo del Apocalipsis: “Estos son los que siguen al Cordero adondequiera que va(Apocalipsis 14:4). Ahora que ha regresado el Señor, ¡la única traición hacia Él sería no aceptar Sus palabras y Su obra! En ese momento tuve sentimientos encontrados. ¡Dios Todopoderoso es el regreso del Señor Jesús que he aguardado durante años! ¡Por fin podía recibir al Señor! Podía oír la voz del Señor y recibirlo en vida; ¡una bendición estupenda! Sin embargo, jamás imaginé que recibiría así al Señor. Me habían predicado el evangelio durante años, pero escuchaba las mentiras del clero, por lo que le había cerrado la puerta a Dios una y otra vez y había hecho todo lo posible por evitar que mi esposa creyera en Dios Todopoderoso. Azuzado por el clero, llegué a destruir los materiales de las palabras de Dios de mi esposa. Realmente merecía condenarme. ¡No era digno de presentarme ante Dios!

Bueno, los pastores y ancianos conocían bien la Biblia y llevaban muchos años sirviendo al Señor. ¿Cómo pudieron ser quisquillosos con la Escritura, malinterpretarla para engañar a la gente, e incluso inventarse rumores para que los creyentes no estudiaran el camino verdadero? En esa época yo también estaba confundido con eso. Le encontré más lógica después de hablar con los hermanos y hermanas en las reuniones. Piensa en cuando el Señor Jesús vino a obrar. ¿Por qué se inventaron los fariseos mentiras para condenarlo y oponerse a Él? El Evangelio de Juan, capítulo 11, versículos 47-48, dice: “Entonces los principales sacerdotes y los fariseos convocaron un concilio, y decían: ¿Qué hacemos? Porque este hombre hace muchas señales. Si le dejamos seguir así, todos van a creer en Él, y los romanos vendrán y nos quitarán nuestro lugar y nuestra nación”. Y Mateo 23:13-14, donde el Señor Jesús reprende a los fariseos: “Pero, ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres, pues ni vosotros entráis, ni dejáis entrar a los que están entrando. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque devoráis las casas de las viudas, aun cuando por pretexto hacéis largas oraciones; por eso recibiréis mayor condenación”. Estos pasajes bíblicos nos enseñan que los fariseos enloquecieron con sus mentiras, con las que combatían y condenaban al Señor Jesús y engañaban a los creyentes para poder aferrarse su estatus y sustento. Afirmaban que el camino del Señor Jesús infringía la ley, que era herejía y descarriaba al pueblo. Lo calumniaron y blasfemaron contra Él diciendo que expulsó demonios a través de Belcebú, príncipe de los demonios. Incluso sobornaron a soldados para que mintieran y encubrieran la resurrección del Señor Jesús. En consecuencia, engañaron a la mayoría de los creyentes, que rechazaron al Señor Jesús y perdieron Su salvación. Dios Todopoderoso ha aparecido y está obrando en los últimos días. El clero del mundo religioso ve la autoridad y el poder de las palabras de Dios Todopoderoso y que enseguida la gente sabe reconocer en ellas la voz de Dios y sigue a Dios Todopoderoso. Por tanto, es una gran amenaza para los pastores y ancianos. Si todo el mundo creyera en Dios Todopoderoso, ¿quién seguiría escuchándolos a ellos? ¿Quién continuaría haciéndoles ofrendas? Por eso tratan de preservar su estatus y sus ingresos calumniando y condenando frenéticamente a Dios Todopoderoso, engañando a la gente e impidiendo que oiga la voz de Dios y reciba al Señor Entonces, ¿en qué difieren su condena y oposición a Dios Todopoderoso de lo que hicieron los fariseos al Señor Jesús? ¿No son unos anticristos que impiden que la gente se vuelva a Dios? Leamos otro pasaje de las palabras de Dios Todopoderoso. Nos ayudará a entender la esencia de los pastores.

Dios Todopoderoso dice: “Hay algunos que leen la Biblia en grandes iglesias y la recitan todo el día, pero ninguno de ellos entiende el propósito de la obra de Dios. Ninguno de ellos es capaz de conocer a Dios y mucho menos es conforme a la voluntad de Dios. Son todos personas inútiles y viles, que se ponen en alto para enseñar a Dios. Se oponen deliberadamente a Él mientras llevan Su estandarte. Afirman tener fe en Dios, pero aun así comen la carne y beben la sangre del hombre. Todas esas personas son diablos que devoran el alma del hombre, demonios jefes que estorban deliberadamente a aquellos que tratan de entrar en la senda correcta y obstáculos en el camino de quienes buscan a Dios. Pueden parecer de ‘buena constitución’, pero ¿cómo van a saber sus seguidores que no son más que anticristos que llevan a la gente a levantarse contra Dios? ¿Cómo van a saber sus seguidores que son diablos vivientes dedicados a devorar a las almas humanas?(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Todas las personas que no conocen a Dios son las que se oponen a Él). Los pastores afirman proteger sus rebaños, pero en realidad protegen su estatus y sus ingresos. Yo solo veía lo devotos que parecían los pastores desde fuera, pero en absoluto percibía las motivaciones de sus actos. Por eso podían engañarme. Si lo pensamos, sabemos que es importante recibir al Señor. Ellos, como pastores y ancianos, cuando oigan algún testimonio de que ha venido el Señor, deberían buscar y estudiarlo inmediatamente, y guiar a los hermanos y hermanas a oír la voz del Señor y a recibirlo. Sin embargo, más preocupados por su cargo y su sueldo, se lanzan a malinterpretar la Escritura, a engañar a la gente y a impedirle que estudie el camino verdadero. Cuando alguien acepta a Dios Todopoderoso, tergiversan los hechos y lo sabotean con calumnias para que otros creyentes lo condenen y rechacen. ¡Qué insidioso y malvado es el clero de la iglesia! Por su posición y su sustento, no dudan en destrozar las oportunidades de los hermanos y hermanas de entrar en el reino. ¡Qué asco! Ese clero de la iglesia son unos anticristos anti-Dios. Son enemigos de Dios. Ahora me pregunto cómo pude ser tan necio e ignorante en el pasado. Creía en el Señor sin escuchar Sus palabras, sino las mentiras de los pastores, me aferraba desesperado a las nociones religiosas y excluí a Dios una y otra vez. Hasta traté de impedir que mi esposa aceptara a Dios Todopoderoso combatiendo a Dios junto al clero. Casi me desgracian. ¡Qué miedo da pensarlo! La aparición y obra de Dios en los últimos días revelaron el verdadero rostro del clero de la iglesia para que viera que eran unos fariseos y unos anticristos anti-Dios, y me liberara de su mentira y su control. ¡Qué real es la obra de Dios!

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