Dios mismo, el único X

Dios es la fuente de vida para todas las cosas (IV) Parte 4

Las exigencias de Dios a la humanidad

1. La identidad y el estatus de Dios mismo

Hemos llegado al final del tema de “Dios es la fuente de vida para todas las cosas”, y también del tema de “Dios es el único Dios mismo”. Siendo así, debemos hacer un resumen. ¿Qué clase de resumen? Uno sobre Dios mismo. Al tratar sobre Dios mismo, debe guardar relación con cada aspecto de Él, así como con la forma que tienen las personas de creer en Él. Así pues, primero tengo que preguntaros: una vez oída la predicación, ¿quién es el Dios en el centro de vuestra mente? (El Creador). Según el centro de vuestra mente, es el Creador. ¿Hay algo más? Dios es el Señor de todas las cosas; Dios es el que gobierna sobre todas las cosas, y quien las administra. Él creó todo lo que hay, lo administra, y también gobierna sobre ello y provee para ello. Este es el estatus de Dios, y Su identidad. Para todas las cosas y para todo lo que hay, la verdadera identidad de Dios es el Creador, y el Gobernador de todas las cosas. Tal es la identidad poseída por Dios, y Él es único entre todas las cosas. Ninguna de las criaturas de Dios —tanto si están en medio de la humanidad como en el mundo espiritual— puede usar medios o excusa alguna para suplantar o reemplazar la identidad y el estatus de Dios, porque sólo hay uno entre todas las cosas que posee esta identidad, poder, autoridad y la capacidad de gobernar sobre todas las cosas: nuestro único Dios mismo. Él vive y se mueve entre todas las cosas; puede ascender al lugar más elevado, sobre todas ellas; puede humillarse haciéndose hombre, uno de carne y hueso, enfrentarse cara a cara con las personas y compartir penas y alegrías con ellas; al mismo tiempo, Él ordena todo lo que existe, y decide el destino de todo lo que hay, y la dirección en la que se mueve; además, guía el destino de toda la humanidad, y su dirección. Todos los seres vivientes deben adorar, obedecer y conocer a un Dios como este. Por tanto, independientemente del grupo o tipo al que pertenezcas dentro de la humanidad, creer en Dios, seguir a Dios, venerarlo, aceptar Su dominio y Sus disposiciones para tu destino es la única opción, y la necesaria para cualquier persona, para cualquier ser viviente. En la singularidad de Dios, las personas ven que Su autoridad, Su carácter justo, Su esencia y los medios por los que Él provee para todas las cosas son todos únicos; Su singularidad determina la verdadera identidad de Dios mismo y Su estatus. Y, por tanto, entre todas las criaturas, si algún ser viviente en el mundo espiritual o en medio de la humanidad deseara estar en el lugar de Dios, eso sería imposible, como también lo sería tratar de suplantar a Dios. Esto es una realidad. ¿Cuáles son las exigencias para la humanidad de un Creador y Gobernador como este, que posee la identidad, el poder y el estatus de Dios mismo? Esto debería quedaros claro a todos los que estáis aquí hoy, deberíais recordarlo, ¡y es muy importante tanto para Dios como para el hombre!

2. Las diversas actitudes de la humanidad hacia Dios

El comportamiento de las personas hacia Dios determina su destino, cómo se comporta Él con ellas y cómo se ocupa de ellas. En este punto voy a daros algunos ejemplos de cómo se comportan las personas con Dios. Oigamos algo respecto a si las formas y las actitudes con las que se comportan hacia Dios son correctas o no. Consideremos la conducta de los siguientes siete tipos de personas:

a. Hay un tipo de personas cuya actitud hacia Dios es particularmente absurda. Piensan que Él es como un bodhisattva o ser santo de la tradición humana, que necesita que las personas se inclinen tres veces cuando se encuentran y quemen incienso después de haber comido. Y de esta forma, cuando en sus corazones están agradecidos a Dios por Su gracia, y le están agradecidos a Él, sienten con frecuencia un impulso. Por eso desean que el Dios en el que creen hoy pueda, como el ser santo que anhelan en sus corazones, aceptar la conducta hacia Él en la que se inclinan tres veces cuando se encuentran y queman incienso después de comer.

b. Algunas personas ven a Dios como un Buda viviente capaz de sacar a todos los vivos del sufrimiento, y de salvarlos; ven a Dios como un Buda viviente capaz de sacarlos del mar de la aflicción. La creencia de estas personas en Dios consiste en adorarlo como a un Buda. Aunque no queman incienso, no se arrodillan ni hacen ofrendas, en sus corazones su Dios es tan sólo ese Buda, que únicamente pide que sean buenos y caritativos, que no maten a ningún ser vivo, que no maldigan a otros, que vivan una vida que parezca honesta, y que no hagan nada malo; sólo estas cosas. Este es el Dios en sus corazones.

c. Algunas personas adoran a Dios como alguien grande o famoso. Por ejemplo, cualesquiera que sean los medios por los que a esta persona le gusta hablar, la entonación con la que lo hace, las palabras y el vocabulario que emplea, su tono, sus gestos con las manos, sus opiniones y acciones, su influencia, lo copian todo, y estas son cosas que deben llegar a generar por completo en el curso de su creencia en Dios.

d. Algunas personas ven a Dios como un monarca, sienten que Él está sobre todo lo demás, y nadie se atreve a ofenderle; y si lo hacen, serán penalizadas. Adoran a un monarca así, porque los monarcas ocupan cierto lugar en sus corazones. Los pensamientos, las maneras, la autoridad y la naturaleza de los monarcas, incluso sus intereses y su vida personal, todo ello pasa a ser algo que estas personas deben entender, asuntos y temas que les conciernen y, por tanto, adoran a Dios como un monarca. Dicha forma de creencia es ridícula.

e. Algunas personas tienen una fe particular en la existencia de Dios, una fe profunda e inquebrantable. Como su conocimiento de Dios es tan superficial y no tienen mucha experiencia de Sus palabras, le adoran como a un ídolo. Este ídolo es Dios en sus corazones, algo que deben temer, ante lo que deben inclinarse, algo que deben seguir e imitar. Ven a Dios como un ídolo, uno que deben seguir toda su vida. Copian el tono con el que Dios habla, y externamente imitan a aquellos que le gustan a Él. A menudo hacen cosas que parecen ingenuas, puras y honestas, e incluso siguen a este ídolo como a un socio o compañero del que nunca pueden deshacerse. Esa es su forma de creencia.

f. A pesar de haber leído muchas de las palabras de Dios y haber oído mucha predicación, algunos sienten en su corazón que el único principio de su conducta hacia Dios es que siempre deberían ser obsequiosos y aduladores, o bien alabar a Dios y elogiarlo de una forma poco realista. Creen que Dios es un Dios que les exige comportarse de esa forma, y que si no lo hacen pueden provocar en cualquier momento Su ira o pecar contra Él, y que como consecuencia del pecado Él los castigará. Ese es el Dios en su corazón.

g. Y después está la mayoría de las personas, que encuentra sustento espiritual en Dios. Como estas personas viven en este mundo, no tienen paz ni felicidad, y no encuentran alivio en ninguna parte. Después de encontrar a Dios, cuando han visto y oído Sus palabras, están gozosos y extasiados secretamente en su corazón. ¿Y por qué es esto? Creen haber encontrado por fin un lugar que les traerá felicidad, a un Dios que les proveerá sustento espiritual. Eso se debe a que, después de haber aceptado a Dios y empezar a seguirlo, son felices, sus vidas se realizan, y ya no son como los incrédulos que van como sonámbulos por la vida, como animales, y sienten que tienen algo que esperar de ella. Así pues, piensan que este Dios puede satisfacer sus necesidades espirituales y aportarles gran felicidad tanto mental como espiritual. Sin darse cuenta, son incapaces de abandonar a este Dios que les da sustento espiritual, que aporta felicidad a su espíritu y a toda su familia. Piensan que la creencia en Dios no debe hacer nada más que aportarles sustento espiritual.

¿Existen entre vosotros las actitudes de estas diversas personas? (Existen). Si, en su creencia en Dios, el corazón de alguien contiene algunas de estas actitudes, ¿es capaz de venir sinceramente delante de Dios? Si alguien tiene alguna de estas actitudes en su corazón, ¿cree en Dios? ¿Cree en el único Dios mismo? Como no crees en el único Dios mismo, ¿en quién lo haces? Si eso en lo que crees no es el único Dios mismo, es posible que creas en un ídolo, en un gran hombre, o en un bodhisattva; que adores a Buda en tu corazón. Además, es posible que creas en una persona corriente. En resumen, debido a las diversas formas de creencia y a las actitudes de las personas hacia Dios, estas ponen en su corazón al Dios de su propio conocimiento, le imponen su imaginación, ponen sus actitudes y sus imaginaciones sobre Dios, a la misma altura que el único Dios mismo, y después las mantienen en alto para que sean ensalzadas. ¿Qué significa cuando las personas tienen actitudes tan impropias hacia Dios? Significa que han rechazado al verdadero Dios mismo y adoran a un Dios falso, y significa que al mismo tiempo que creen en Dios, lo rechazan y se oponen a Él, y niegan la existencia del Dios verdadero. Si las personas siguen aferrándose a tales formas de creencia, ¿cuál será la consecuencia para ellas? Con este tipo de creencia, ¿son capaces de acercarse aún más al cumplimiento de las exigencias de Dios? Todo lo contrario; debido a sus conceptos y fantasías, las personas se alejarán todavía más del camino de Dios, porque la dirección que buscan es la opuesta a la que Él requiere de ellas. ¿Habéis oído alguna vez la historia de “ir al sur llevando el carro hacia el norte”? Este bien puede ser el caso de ir hacia el sur conduciendo el carro hacia el norte. Si las personas creen en Dios de una forma tan ridícula, cuanto más intensamente lo intentes, más lejos correrás de Dios. Por tanto, os advierto esto: antes de ponerte en marcha, debes discernir si vas en la dirección correcta. Céntrate en tus esfuerzos, y asegúrate de preguntarte: “El Dios en el que creo, ¿es el Gobernador de todas las cosas? ¿Es este Dios en el que creo tan sólo alguien que me da sustento espiritual? ¿Es Él mi ídolo? ¿Qué pide de mí este Dios en el que creo? ¿Aprueba Dios todo lo que hago? ¿Es conocer a Dios el objetivo de todo lo que hago y busco? ¿Concuerda esto con las exigencias de Dios para mí? ¿Reconoce y aprueba Dios la senda por la que camino? ¿Está Dios satisfecho con mi fe?”. Deberías plantearte estas preguntas a menudo y repetidas veces. Si deseas buscar el conocimiento de Dios, debes tener una conciencia y unos objetivos claros antes de poder satisfacerle.

¿Es posible que, como consecuencia de Su tolerancia, Dios acepte de mala gana estas actitudes impropias de las que acabo de hablar? ¿Podría Él elogiar las actitudes de estas personas? ¿Cuáles son las exigencias de Dios para la humanidad y para aquellos que le siguen? ¿Sabéis con claridad qué actitud exige Él de las personas? Hoy he dicho mucho, he hablado mucho sobre el tema de Dios mismo, así como de los hechos de Dios y lo que Él tiene y es. ¿Sabéis ahora qué desea obtener Él de las personas? ¿Sabes qué quiere Dios de ti? Hablad. Si vuestro conocimiento de las experiencias y la práctica siguen siendo insuficiente y muy superficial, podéis decir algo respecto a vuestro conocimiento de estas palabras. ¿Tenéis un conocimiento somero? ¿Qué pide Dios del hombre? (Durante estas varias enseñanzas, Dios ha insistido en requerir que le conozcamos, que conozcamos Sus hechos, que Él es la fuente de vida para todas las cosas, y nos ha pedido que conozcamos Su estatus e identidad, así como nuestra obligación como criaturas suyas. Él ha dicho palabras claras acerca de a qué deberíamos dedicar nuestros esfuerzos, qué exige Él de nosotros, qué clase de personas le gustan, y qué clase detesta). ¿Y cuál es el resultado final cuando Dios pide que las personas le conozcan? (Saben que Dios es el Creador, y que las personas son seres creados). Cuando consiguen tal conocimiento, ¿qué cambios se producen en la actitud de las personas hacia Dios, en su conducta y método de implementación, o su carácter vital? ¿Habéis pensado alguna vez sobre esto? ¿Podría decirse que, tras conocer a Dios y entenderle, se vuelven personas buenas? (La creencia en Dios no es buscar ser una buena persona). ¿Qué clase de persona deben ser, pues? (Deben ser una criatura de Dios cualificada). (Deben ser honestos). ¿Hay algo más? (Después de conocer a Dios verdadera y correctamente, podemos comportarnos con Dios como tal, sabremos para siempre que Dios es Dios, que somos seres creados; deberíamos adorar a Dios, y mantenernos en nuestra posición). ¡Muy bien! Oigamos a otros. (Conocemos a Dios, y somos finalmente capaces de ser personas que le obedecen y veneran verdaderamente, y se apartan del mal). ¡Es correcto!

3. La actitud que Dios exige que la humanidad tenga hacia Él

En realidad, Dios no es muy exigente con la humanidad, o al menos, no tanto como las personas imaginan. Sin las declaraciones de Dios, o alguna expresión de Su carácter, Sus hechos o Sus palabras, conocerle sería extremadamente difícil para vosotros, para personas que tendrían que deducir la intención y la voluntad de Dios, algo muy difícil para ellas. Pero en relación con la etapa final de Su obra, Él ha hablado muchas palabras, ha hecho gran cantidad de obras, y ha puesto muchas exigencias al hombre. En Sus palabras, y Su gran cantidad de obra, ha informado a las personas sobre lo que le gusta, lo que aborrece y qué tipo de personas deberían ser. Después de entender estas cosas, las personas deberían tener en su corazón una definición precisa de las exigencias de Dios, porque no creen en Él en medio de lo confuso y abstracto, y ya no creen más en el Dios confuso ni le siguen en medio de lo confuso, lo abstracto y la nada; en su lugar, las personas son capaces de oír las declaraciones de Dios, de entender los estándares de Sus exigencias y alcanzarlos, y Dios emplea el lenguaje de la humanidad para decir a las personas todo lo que deberían conocer y entender. Hoy, si las personas siguen sin ser conscientes de las exigencias de Dios para ellas, de lo que Él es, de por qué creen en Él y de cómo deberían creer en Él y comportarse con Él, hay un problema en ello. Justo ahora, cada uno de vosotros habló de un ámbito; sois conscientes de algunas cosas, específicas o generales; pero deseo comentaros las exigencias correctas, completas y específicas de Dios para la humanidad. Son sólo unas pocas palabras, y muy simples. Puede que ya las conozcáis. Las exigencias correctas de Dios para la humanidad y para aquellos que lo siguen son las siguientes. Él exige cinco cosas a aquellos que lo siguen: creencia sincera, seguimiento leal, obediencia absoluta, conocimiento verdadero y reverencia sincera.

En estas cinco cosas, Dios exige que las personas no lo cuestionen más y que no lo sigan usando su imaginación o puntos de vista confusos y abstractos; no deben seguir a Dios con fantasías o nociones. Él exige que cada uno de los que lo siguen lo hagan lealmente, no con poco entusiasmo o sin compromiso. Cuando Dios te pone exigencias, o te prueba, te juzga, te trata y te poda, o te disciplina y te golpea, deberías obedecerlo de forma absoluta. No deberías preguntar la causa, o poner condiciones, y mucho menos hablar de la razón. Tu obediencia debe ser absoluta. Conocer a Dios es el ámbito en el que las personas son más deficientes. Con frecuencia imponen sobre Dios dichos, declaraciones y palabras que no tienen relación con Él, y creen que estas palabras son la definición más precisa del conocimiento de Dios. No saben que estos dichos, que proceden de la imaginación de las personas, de su propio razonamiento e intelecto, no tienen la más mínima relación con la esencia de Dios. Por tanto, quiero deciros que, en el conocimiento que Dios desea en las personas, Él no pide simplemente que lo reconozcas junto a Sus palabras, sino que tu conocimiento de Él sea correcto. Incluso si sólo puedes decir una frase, o sólo eres consciente de un poco, este poco de conciencia es correcto y verdadero, y compatible con la esencia de Dios mismo. Porque Él detesta la alabanza y los elogios hacia Él poco realistas y apresurados. Además, Él aborrece que las personas le traten como al aire. Odia que, durante el debate de temas sobre Dios, las personas hablen con poca seriedad, a su antojo y sin dudarlo, según lo crean adecuado; además, odia a los que creen conocer a Dios, y se jactan de ello, exponiendo temas sobre Él sin contención ni reservas. La última de aquellas cinco exigencias era la reverencia sincera. Esta es la exigencia definitiva de Dios para todos los que lo siguen. Cuando alguien tiene el conocimiento correcto y verdadero de Dios, es capaz de venerarlo realmente y apartarse del mal. Esta reverencia procede de las profundidades de su corazón, y es voluntaria, y no porque Dios lo imponga. Él no pide que le regales una buena actitud, o conducta, o comportamiento externo, sino que te pide que lo veneres y le temas desde lo profundo de tu corazón. Esta reverencia se alcanza como consecuencia de cambios en tu carácter vital, porque tienes conocimiento de Dios, porque tienes un entendimiento de Sus hechos, por tu entendimiento de Su esencia, y porque has reconocido que eres una de Sus criaturas. Por tanto, Mi objetivo al emplear la palabra “sincera” para definir la reverencia aquí es que la humanidad entienda que la reverencia de las personas hacia Dios debería venir desde lo hondo de sus corazones.

Considerad ahora esas cinco exigencias: ¿hay alguno entre vosotros que pueda alcanzar las tres primeras? Me refiero a la creencia sincera, el seguimiento leal y la obediencia absoluta. ¿Hay alguno entre vosotros capaz de cumplir con estas cosas? Sé que si me refiriera a las cinco, indudablemente no lo sería nadie de vosotros; pero lo he reducido a tres. Pensad si las habéis logrado o no. ¿Es la “creencia sincera” fácil de alcanzar? (No, no lo es). No es fácil, porque las personas cuestionan frecuentemente a Dios. ¿Es el “seguimiento leal” fácil de alcanzar? (No, no lo es). ¿A qué se refiere este “leal”? (No ser poco entusiasta, sino decidido). Sí, no ser poco entusiasta, sino decidido. ¡Habéis dado en el clavo! ¿Sois capaces, pues, de lograr esta exigencia? Tenéis que intentarlo con más fuerza; ¡en este momento aún tenéis que conseguirlo! ¿Y qué ocurre con la “obediencia absoluta”, la habéis conseguido? (No). Tampoco la habéis conseguido. Sois frecuentemente desobedientes y rebeldes; a menudo no escucháis ni deseáis obedecer, ni queréis oír. Estas son las tres exigencias fundamentales logradas por las personas tras su entrada en la vida, y aún tenéis que conseguirlas en vosotros. Así pues, en este momento, ¿tenéis un gran potencial? Hoy, tras haberme oído decir estas palabras, ¿os sentís angustiados? (¡Sí!). Es correcto que os sintáis angustiados; ¡Yo me siento angustiado por vosotros! No me detendré en las otras dos exigencias; sin duda, nadie es capaz de lograrlas. Estáis angustiados. ¿Habéis determinado vuestros objetivos? ¿Qué objetivos, en qué dirección deberíais buscar y dedicar vuestros esfuerzos? ¿Tenéis un objetivo? Permitidme hablar con claridad: cuando logréis estas cinco exigencias, habréis satisfecho a Dios. Cada una de ellas es un indicador, una señal de la entrada de las personas en la vida una vez alcanzada la madurez, y el objetivo final de todo esto. Aunque sólo escogiera una de estas exigencias para hablar de ella en detalle y requerirla de vosotros, no sería fácil de lograr; las personas deben soportar un grado de dificultad y poner cierta cantidad de esfuerzo. ¿Y qué tipo de mentalidad deberíais tener? Tendría que ser la misma que la de un paciente con cáncer que espera para ir a la mesa de operaciones. ¿Y por qué digo esto? Si deseas creer en Dios, ganar a Dios y Su satisfacción, si no soportas un grado de dolor o pones cierta cantidad de esfuerzo, no serás capaz de conseguir estas cosas. Habéis oído mucha predicación, pero haberla oído no significa que sea vuestra; debes absorberla y transformarla en algo que te pertenezca, debes asimilarla en tu vida y traerla a tu existencia, permitiendo que estas palabras y esta predicación guíen tu forma de vivir y traigan a tu vida valor y sentido existenciales. Entonces te habrá merecido la pena oírlas. Si las palabras que hablo no provocan ninguna mejora en tu vida, ningún valor a tu existencia, no tiene sentido escucharlas. Entendéis esto, ¿verdad? Una vez entendido esto, lo que queda está en vuestras manos. ¡Debéis poneros a trabajar! ¡Debéis ser serios en todas las cosas! No os hagáis un lío; ¡el tiempo vuela! La mayoría de vosotros ya ha creído durante más de diez años. Mirad a todo este tiempo en retrospectiva: ¿cuánto habéis ganado? ¿Y cuántas décadas de esta vida os quedan? No muchas; hagas lo que hagas, no digas que en Su obra Dios te espera, y que guarda oportunidades para ti. Él no retrocederá en absoluto ni hará la misma obra. ¿Puedes cambiar tus últimos diez años? Con cada día que pasa y cada paso que das, los días que te quedan se acortan en uno, se reducen en uno, ¿no es así? ¡El tiempo no espera a ningún hombre! ¡Sólo ganarás creencia en Dios si la enfocas como la cosa más grande de tu vida, más importante que la comida, la ropa o cualquier otra cosa! Si sólo crees cuando tienes tiempo, y eres incapaz de dedicar toda tu atención a tu creencia, si siempre te las arreglas con lo que hay, y estás hecho un lío, no ganarás nada. Entendéis esto, ¿sí? ¡Terminaremos aquí por hoy! ¡Hasta la próxima vez! (¡Gracias a Dios!).

15 de febrero de 2014

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