Ⅰ

¡Dios!

Te recuerdo y deseo amarte,

sin importar el tiempo ni el lugar,

pero soy muy inmaduro y débil;

mi amor y sinceridad son insuficientes.

Comparado con Tu amor, no merezco vivir.

Deseo que mi vida tenga valor,

poder devolverte Tu amor

y dedicarte todo lo que tengo.

Si puedo complacerte, como criatura,

no pediré más nada y estaré en paz.

Aunque ahora soy débil e impotente,

no olvidaré Tu amor y consejo.

Ⅱ

¡Dios!

Mi estatura es pequeña y mi amor, limitado.

¿Cómo puedo dar lo mejor de mí?

Dame fuerza y confianza para darte

un amor más puro y toda mi devoción;

solo así podré devolverte Tu amor,

podré experimentar mejor

todo Tu castigo, pruebas y juicio,

y todas Tus graves maldiciones.

Te conozco por Tu juicio, castigo y amor,

pero me siento incapaz de devolverte Tu amor,

porque eres tan grande.

¿Cómo puedo darle todo al Creador?

Ⅲ

¡Dios!

El hombre es infantil, su conciencia débil,

y lo único que consigo es devolverte Tu amor.

No sé cómo cumplir Tus deseos,

solo busco hacer lo que pueda y darte lo que tengo.

Más allá de Tu juicio y castigo,

no importa lo que me impongas,

a pesar de lo que me quites,

me libras de la más mínima queja.

Me quejé cuando me castigaste y juzgaste,

no podía cumplir Tus deseos ni ser purificado.

Te devolvía Tu amor por obligación

y ahora me odio a mí mismo más aún.

Ⅳ

No debería contentarme con devolverte Tu amor

usando mi conciencia.

Porque mis pensamientos son corruptos,

y no puedo verte como el Creador.

Porque aún no soy apto para amarte,

debo cultivar la habilidad de dedicarte lo que tengo,

lo que haré por propia voluntad.

Debo conocer Tus actos y no tengo opción,

debo ver Tu amor y ser capaz de alabarte,

ensalzar Tu nombre santo para darte más gloria.

Estoy dispuesto a dar firme testimonio de Ti.