Ⅰ

¡Dios mío! Tu hora ha llegado, la que preparaste para mí.

Debo ser crucificado por Ti y dar testimonio de Ti.

Espero que mi amor te complazca y que se haga más puro.

Me reconforta y tranquiliza morir en la cruz por Ti.

Nada es más gratificante que ser crucificado por Ti,

complacer Tus deseos, entregarme a Ti

y también darte la vida.

¡Dios mío! ¡Eres tan hermoso!

Y si me dejases vivir,

estaría aún más dispuesto

a amarte mientras viva.

Deseo amarte más profundamente.

Tú me juzgas y me castigas,

me pones a prueba porque

he pecado y no soy justo.

Ⅱ

Y Tu carácter justo se me hace más evidente.

Bendito soy porque te amo más,

incluso si no me amases.

Estoy dispuesto a ver Tu carácter justo

para poder vivir una vida con sentido.

Siento que mi vida tiene más sentido

ahora que he sido crucificado por Ti.

Morir por Ti tiene sentido.

Pero aún no estoy satisfecho

porque sé tan poco de Ti,

sé que no puedo cumplir por completo Tus deseos

y te he devuelto tan poco.

En mi vida no he podido darte todo lo que podría darte.

Al mirar hacia atrás, me siento tan en deuda contigo.

Solo tengo este momento para expiar mis pecados

y devolverte el amor que me has dado.