Ⅰ

Las personas perfeccionadas

no solo poseen humanidad normal,

también poseen verdades

más elevadas que la conciencia.

No solo usan su conciencia

para retribuir el amor de Dios,

han conocido a Dios

y saben que es digno del amor del hombre.

Los perfeccionados saben que

hay mucho que amar en Dios,

y, por esta razón, no pueden evitar amarlo.

Los perfeccionados aman a Dios por anhelo.

Su amor es espontáneo, no esperan retribución.

Su amor no es parte de un trato, tampoco una transacción.

Su amor por Dios solo viene de

haber ganado conocimiento de Dios.

Ⅱ

No esperan la gracia de Dios, solo desean satisfacerlo.

Su amor por Dios no es para hacer tratos,

ni miden su amor según su consciencia.

“Tú me has dado a mí, y a cambio yo te amo a Ti.

Si Tú no me das nada, entonces nada tengo para tí”.

Los perfeccionados saben que

hay mucho que amar en Dios,

y, por esta razón, no pueden evitar amarlo.

Los perfeccionados aman a Dios por anhelo.

Su amor es espontáneo, no esperan retribución.

Su amor no es parte de un trato, tampoco una transacción.

Su amor por Dios solo viene de

haber ganado conocimiento de Dios.

Ⅲ

Los que fueron perfeccionados creen:

“Dios es el Creador y en nosotros hace Su obra.

Ya que tengo esta chance, esta condición,

esta aptitud para ser perfeccionado,

debería buscar vivir con sentido y satisfacer a Dios”.

Los perfeccionados aman a Dios por anhelo.

Su amor es espontáneo, no esperan retribución.

Su amor no es parte de un trato, tampoco una transacción.

Su amor por Dios solo viene de

haber ganado conocimiento de Dios.

Adaptado de La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las experiencias de Pedro: su conocimiento del castigo y del juicio