Ⅰ

Esperas que Dios te hable con suavidad, pero ¡piénsalo!

Sus palabras dependen de con quién trate.

Con los que ama, Su tono es amable, siempre consolador.

Pero contigo, ¡es duro y crítico, castigador y furioso!

Día a día, el mundo se desmorona.

Día a día, el hombre desaparece.

Día a día, el reino de Dios se forma.

Sus pueblos crecen día a día.

Día a día, Su furia crece,

Sus castigos son más duros.

Sus palabras se endurecen día a día, día a día.

Ⅱ

La situación es más tensa en cada país del mundo.

Se derrumban, caen en el caos día tras día.

Sus líderes tienen la esperanza de ganar poder al final,

ignoran que el castigo de Dios está sobre ellos.

Buscan hacerse con Su poder, ¡pero sólo es un sueño!

Día a día, el mundo se desmorona.

Día a día, el hombre desaparece.

Día a día, el reino de Dios se forma.

Sus pueblos crecen día a día.

Día a día, Su furia crece,

Sus castigos son más duros.

Sus palabras se endurecen día a día, día a día.

Ⅲ

Sólo Dios merece gobernarlo todo, y todo depende de Él.

Acabará con los que lo escudriñan,

porque Su obra está en ese punto.

Cada día, nuevas revelaciones; y cada día, nueva luz.

Todo se está volviendo cada vez más completo.

El final de Satanás se está acercando,

cada vez más y con más claridad que nunca.

Día a día, el mundo se desmorona.

Día a día, el hombre desaparece.

Día a día, el reino de Dios se forma.

Sus pueblos crecen día a día.

Día a día, Su furia crece,

Sus castigos son más duros.

Sus palabras se endurecen día a día, día a día.

Adaptado de La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 82