La entrada en la vida III

Palabras diarias de Dios  Fragmento 444

¿Cómo llega a comprender una persona los detalles del espíritu? ¿Cómo obra el Espíritu Santo en el hombre? ¿Cómo obra Satanás en el hombre? ¿Cómo obran los malos espíritus en el hombre? ¿Cuáles son las manifestaciones? Cuando algo te pasa, ¿viene del Espíritu Santo y lo debes obedecer o rechazar? En la práctica real de las personas surgen muchas cosas que proceden de la voluntad humana que las personas invariablemente creen que provienen del Espíritu Santo. Algunas cosas vienen de los espíritus malignos, pero la gente sigue pensando que han venido del Espíritu Santo, y, algunas veces, el Espíritu Santo guía a las personas desde dentro, pero estas temen que tal guía venga de Satanás y, así, no se atreven a obedecer, cuando, en realidad, esa guía es el esclarecimiento del Espíritu Santo. Así pues, a menos que una persona practique la diferenciación, no hay forma de experimentar en la propia experiencia práctica; sin diferenciación, no hay forma de obtener la vida. ¿Cómo obra el Espíritu Santo? ¿Cómo obran los malos espíritus? ¿Qué proviene de la voluntad del hombre? ¿Y qué nace de la guía y el esclarecimiento del Espíritu Santo? Si comprendes los patrones de la obra del Espíritu Santo dentro del hombre, entonces, en tu vida diaria y durante tus experiencias prácticas, podrás aumentar tu conocimiento y hacer distinciones; llegarás a conocer a Dios, podrás entender y distinguir a Satanás, no te confundirás en tu obediencia o en tu búsqueda y serás alguien cuyos pensamientos son claros, que obedece la obra del Espíritu Santo.

La obra del Espíritu Santo es una guía proactiva y un esclarecimiento positivo, es no permitirles a las personas ser pasivas, trayéndoles consuelo, dándoles fe y resolución y permitiéndoles buscar que Dios las perfeccione. Cuando el Espíritu Santo obra, las personas pueden entrar de un modo activo; no son pasivas ni son forzadas, sino que actúan por iniciativa propia. Cuando el Espíritu Santo obra, las personas están contentas y preparadas, y están dispuestas a obedecer y son felices de humillarse. Aunque sufran y sean frágiles por dentro, tienen la determinación de cooperar; sufren voluntariamente, pueden obedecer y la voluntad humana no las contamina, son sin mancha del pensamiento del hombre y ciertamente son sin mancha de los deseos y motivaciones del hombre. Cuando las personas experimentan la obra del Espíritu Santo son especialmente santas por dentro. Aquellos que poseen la obra del Espíritu Santo viven el amor a Dios y el amor a sus hermanos y hermanas; se deleitan en las cosas que deleitan a Dios y aborrecen las cosas que Dios aborrece. Las personas a las que toca la obra del Espíritu Santo tienen una humanidad normal y constantemente buscan la verdad y poseen una humanidad. Cuando el Espíritu Santo obra dentro de las personas, su condición se vuelve cada vez mejor y su humanidad se vuelve más y más normal y, aunque algo de su cooperación pueda ser imprudente, sus motivos son correctos, su entrada es positiva, no tratan de provocar perturbaciones y no hay malevolencia en ellas. La obra del Espíritu Santo es normal y real, el Espíritu Santo obra en el hombre de acuerdo con las reglas de la vida normal del hombre y Él lleva a cabo el esclarecimiento y la guía dentro de las personas de acuerdo con la búsqueda real de las personas normales. Cuando el Espíritu Santo obra en las personas, Él las guía y las ilumina de acuerdo con las necesidades de las personas normales. Él las provee de acuerdo con sus necesidades y las guía y esclarece de manera positiva según lo que carecen y según sus deficiencias. La obra del Espíritu Santo sirve para esclarecer y guiar a las personas en la vida real; solo si experimentan las palabras de Dios en sus vidas reales pueden ver la obra del Espíritu Santo. Si en sus vidas diarias las personas están en un estado positivo y tienen una vida espiritual normal, entonces poseen la obra del Espíritu Santo. En tal estado, cuando comen y beben las palabras de Dios, tienen fe; cuando oran, son inspiradas; cuando se topan con algo, no son pasivas, y, a medida que las cosas suceden, dentro de esas cosas pueden ver las lecciones que Dios les exige que aprendan. No son pasivas ni débiles y, aunque tengan dificultades reales, están dispuestas a obedecer todos los arreglos de Dios.

¿Qué efectos logra la obra del Espíritu Santo? Puedes ser necio y puedes carecer de discernimiento, pero cuando el Espíritu Santo obre habrá fe en ti, y siempre sentirás que no puedes amar lo suficiente a Dios. Estarás dispuesto a cooperar, sin importar qué tan grandes sean las dificultades venideras. Te pasarán cosas y no te quedará claro si vienen de Dios o de Satanás, pero podrás esperar y no serás ni pasivo ni negligente. Esta es la obra normal del Espíritu Santo. Cuando el Espíritu Santo obra dentro de ti, sigues topándote con dificultades reales; algunas veces se te llenarán los ojos de lágrimas y, otras, habrá cosas que eres incapaz de vencer, pero todo esto no es más que una etapa de la obra ordinaria del Espíritu Santo. Aunque no venciste esas dificultades y aunque en aquel momento fuiste débil y estabas lleno de quejas, posteriormente seguiste siendo capaz de amar a Dios con fe absoluta. Tu pasividad no puede impedirte tener experiencias normales y, sin importar lo que las demás personas digan y cómo te ataquen, sigues pudiendo amar a Dios. Durante la oración, siempre sientes que en el pasado estuviste muy en deuda con Dios y tomas la decisión de satisfacer a Dios y renunciar a la carne cuandoquiera que te encuentras nuevamente con tales cosas. Esta fortaleza muestra que la obra del Espíritu Santo está dentro de ti. Este es el estado normal de la obra del Espíritu Santo.

¿Cuál es la obra que proviene de Satanás? En la obra que proviene de Satanás, las visiones dentro de las personas son vagas; las personas no tienen una humanidad normal, los motivos detrás de sus acciones están equivocados y, aunque desean amar a Dios, siempre hay acusaciones en su interior y estas acusaciones y pensamientos provocan una interferencia constante en su interior, restringiendo el crecimiento de su vida e impidiéndoles ir delante de Dios en la condición normal. Es decir, tan pronto como la obra de Satanás está dentro de las personas, su corazón ya no puede estar en paz delante de Dios. Tales personas no saben qué hacer consigo mismas: cuando ven que las personas se reúnen, quieren huir y no pueden cerrar los ojos cuando otros oran. La obra de los malos espíritus arruina la relación normal entre el hombre y Dios y perturba las visiones anteriores de las personas o su antigua senda de entrada en la vida; en su corazón nunca se pueden acercar a Dios, y siempre pasan cosas que les causan trastornos y las encadenan. Su corazón no puede encontrar la paz y se quedan sin fuerza para amar a Dios y su espíritu se hunde. Tales son las manifestaciones de la obra de Satanás. Las manifestaciones de la obra de Satanás son: que no puedas mantenerte firme y dar testimonio, lo que hace que te conviertas en alguien que está en falta delante de Dios y que no tiene lealtad hacia Él. Cuando Satanás interfiere, pierdes el amor y la lealtad hacia Dios en tu interior, se te despoja de una relación normal con Él, no buscas la verdad ni el mejoramiento de ti mismo, involucionas, te haces pasivo, te complaces a ti mismo, das rienda suelta a la propagación del pecado y no aborreces el pecado; además, la interferencia de Satanás te vuelve disoluto, hace que el toque de Dios desaparezca dentro de ti y que te quejes de Él y te pongas en Su contra, lo que te lleva a cuestionar a Dios; incluso existe el riesgo de que lo abandones. Todo esto viene de Satanás.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra del Espíritu Santo y la obra de Satanás

Palabras diarias de Dios  Fragmento 445

Cuando algo te pasa en tu vida diaria, ¿cómo debes distinguir si viene de la obra del Espíritu Santo o de la obra de Satanás? Cuando las condiciones de las personas son normales, su vida espiritual y su vida en la carne son normales y su razón es normal y ordenada. Puede decirse que, cuando están en esta condición, lo que experimentan y llegan a conocer dentro de sí mismas viene porque el Espíritu Santo las tocó (tener discernimiento o poseer un conocimiento básico cuando comen y beben las palabras de Dios o ser fieles en algunas cosas o tener la fuerza para amar a Dios en algunas cosas: todo esto viene del Espíritu Santo). La obra del Espíritu Santo en el hombre es especialmente normal; el hombre es incapaz de sentirla y parece que viene a través del hombre mismo, aunque, de hecho, es la obra del Espíritu Santo. En la vida diaria, el Espíritu Santo obra en todos tanto en una medida grande como pequeña, y lo único que varía es el alcance de esta obra. Algunas personas son de buen calibre y entienden las cosas con rapidez y el esclarecimiento del Espíritu Santo es especialmente grande en su interior. Mientras tanto, algunas personas son de un calibre pobre y les lleva más tiempo entender las cosas, pero el Espíritu Santo las toca por dentro y ellas, también, pueden alcanzar la fidelidad a Dios; el Espíritu Santo obra en todos los que buscan a Dios. Cuando en la vida diaria las personas no están en contra de Dios o no se rebelan contra Él, no hacen cosas que están en conflicto con la gestión de Dios y no interfieren con Su obra, en cada una de ellas el Espíritu de Dios obra en un mayor o menor grado; Él las toca, las esclarece, les da fe, les da fortaleza y las moviliza para que entren proactivamente, sin ser flojas o codiciosas de los placeres de la carne, dispuestas a practicar la verdad y anhelantes de las palabras de Dios. Todo esto es la obra que proviene del Espíritu Santo.

Cuando el estado de las personas no es normal, el Espíritu Santo las abandona; son proclives a quejarse en su mente, sus motivos están equivocados, son flojas, le dan gusto a la carne y sus corazones se rebelan contra la verdad. Todo esto proviene de Satanás. Cuando las condiciones de las personas no son normales, cuando son oscuras por dentro y han perdido su razón normal, el Espíritu Santo las ha abandonado y no pueden sentir a Dios en su interior: ahí es cuando Satanás está obrando dentro de ellas. Si las personas siempre tienen fortaleza en su interior y siempre aman a Dios, entonces, por lo general, cuando les pasan cosas, estas vienen del Espíritu Santo y a quienquiera que se encuentren es el resultado de la instrumentación de Dios. Es decir, cuando te encuentras en una situación normal, cuando te encuentras dentro de la gran obra del Espíritu Santo, es imposible que Satanás te haga titubear. Sobre este fundamento se puede decir que todo proviene del Espíritu Santo y, aunque puedes tener pensamientos incorrectos, puedes renunciar a ellos y no seguirlos. Todo esto proviene de la obra del Espíritu Santo. ¿En qué situaciones interfiere Satanás? Es fácil que Satanás obre dentro de ti cuando tus condiciones no son normales, cuando Dios no te ha tocado y no tienes la obra de Dios; cuando estás seco y estéril por dentro, cuando oras a Dios pero no comprendes nada y cuando comes y bebes las palabras de Dios pero no eres esclarecido ni iluminado. En otras palabras, cuando el Espíritu Santo te ha abandonado y no puedes sentir a Dios, entonces te pasan muchas cosas que proceden de la tentación de Satanás. A medida que el Espíritu Santo obra, Satanás obra al mismo tiempo. El Espíritu Santo toca el interior del hombre, mientras, al mismo tiempo, Satanás interfiere en él. Sin embargo, la obra del Espíritu Santo toma la delantera y las personas cuyas condiciones son normales pueden triunfar; se trata del triunfo de la obra del Espíritu Santo sobre la obra de Satanás. Mientras obra el Espíritu Santo, todavía existe en la gente un carácter corrupto; sin embargo, durante la obra del Espíritu Santo, a las personas les resulta fácil descubrir y reconocer su rebeldía, motivaciones y adulteraciones. Solo entonces la gente siente remordimientos y adquiere la voluntad de arrepentirse. Como tal, sus actitudes rebeldes y corruptas son gradualmente desechadas dentro de la obra de Dios. La obra del Espíritu Santo es especialmente normal; a medida que Él obra en las personas, ellas siguen teniendo problemas, siguen llorando, siguen sufriendo, siguen siendo débiles y todavía hay muchas cosas que no les quedan claras; sin embargo, en este estado pueden evitar retroceder y pueden amar a Dios, y aunque lloran y están angustiadas, todavía pueden alabar a Dios; la obra del Espíritu Santo es especialmente normal y no es sobrenatural en lo más mínimo. La mayoría de las personas creen que, tan pronto como el Espíritu Santo comienza a obrar, ocurren cambios en el estado de las personas y se eliminan las cosas que son sustanciales para ellas. Tales creencias son erróneas. Cuando el Espíritu Santo obra dentro del hombre, las cosas pasivas del hombre siguen estando ahí y su estatura permanece igual, pero él obtiene la iluminación y el esclarecimiento del Espíritu Santo, y, así, su estado se vuelve más proactivo, las condiciones en su interior se vuelven normales y él cambia rápidamente. En las experiencias reales de las personas, ellas principalmente experimentan la obra ya sea del Espíritu Santo o de Satanás y si son incapaces de comprender estos estados y no distinguen, entonces entrar en las experiencias reales es algo que está fuera de toda discusión, por no decir nada de los cambios en el carácter. Por lo tanto, la clave para experimentar la obra de Dios es poder comprender tales cosas; de esta manera, a ellas les será más fácil experimentarla.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra del Espíritu Santo y la obra de Satanás

Palabras diarias de Dios  Fragmento 446

La obra del Espíritu Santo le permite a la gente hacer un progreso positivo, mientras que la obra de Satanás hace que esta se vuelva negativa y retroceda, que se rebele contra Dios y se resista a Él, pierda la fe en Él y se debilite en el cumplimiento del deber. Todo lo que proviene del esclarecimiento del Espíritu Santo es bastante natural, no se fuerza en ti. Si te sometes a ello, entonces tendrás paz, si no, se te reprenderá después. Con el esclarecimiento del Espíritu Santo, no se interferirá con nada de lo que hagas, ni se restringirá; serás libertado, habrá un camino para practicar en tus acciones y no estarás sujeto a ninguna restricción, sino que podrás actuar de acuerdo con la voluntad de Dios. La obra de Satanás te causa interferencias en muchas cosas, hace que no te den ganas de orar, que seas muy flojo para comer y beber las palabras de Dios, que no estés dispuesto a vivir la vida de la iglesia y te aleja de la vida espiritual. La obra del Espíritu Santo no interfiere con tu vida diaria y no interfiere con tu vida espiritual normal. Eres incapaz de discernir muchas cosas en el momento mismo en el que suceden; sin embargo, pasados unos días, tu corazón se ilumina y tu mente se aclara. Llegas a tener cierta percepción de las cosas del espíritu y poco a poco puedes discernir si un pensamiento proviene de Dios o de Satanás. Algunas cosas claramente hacen que te pongas en contra de Dios y que te rebeles contra Dios, o que dejes de poner en práctica Sus palabras; todas estas cosas vienen de Satanás. Algunas cosas no son evidentes y no puedes distinguir qué son en ese momento; posteriormente, puedes ver sus manifestaciones y entonces emplear el discernimiento. Si puedes distinguir claramente qué cosas vienen de Satanás y cuáles son dirigidas por el Espíritu Santo, entonces no te vas a desviar fácilmente en tus experiencias. A veces, cuando tu condición no es buena, tienes ciertos pensamientos que te sacan de tu estado pasivo. Esto muestra que, aun cuando tu condición sea desfavorable, algunos de tus pensamientos todavía pueden venir del Espíritu Santo. No es el caso que cuando eres pasivo todos tus pensamientos los envía Satanás; si eso fuera cierto, entonces ¿podrías hacer la transición a un estado positivo? Después de haber sido pasivo por un tiempo, el Espíritu Santo te da una oportunidad para perfeccionarte; te toca, te saca de tu estado pasivo y entras en un estado normal.

Cuando sabes cuál es la obra del Espíritu Santo y cuál la de Satanás, las puedes comparar con tu propio estado durante tus experiencias y con tus propias experiencias y de esta manera habrá muchas más verdades en ellas que se relacionen con el principio. Después de haber entendido estas verdades respecto al principio, serás capaz de dominar tu estado real, podrás diferenciar entre las personas y los sucesos, y no tendrás que invertir tanto esfuerzo para obtener la obra del Espíritu Santo. Por supuesto, esto depende de que tus motivaciones sean correctas y de tu disposición a buscar y practicar. Este tipo de lenguaje —el lenguaje que se relacione con los principios— debe destacarse en tus experiencias. Sin él, tus experiencias van a estar llenas de la interferencia de Satanás y de conocimiento insensato. Si no entiendes cómo obra el Espíritu Santo, entonces no entiendes cómo orar a Dios o cómo debes entrar, y si no entiendes cómo actúa Satanás para engañar e interferir con la gente, entonces no sabes cómo rechazar a Satanás y mantenerte firme en tu testimonio. La gente debe entender cómo obra el Espíritu Santo y cómo actúa Satanás, pues son cosas que se deben experimentar en la fe de la gente en Dios.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra del Espíritu Santo y la obra de Satanás

Palabras diarias de Dios  Fragmento 447

¿Qué aspectos abarca la condición humana normal? Introspección, sentido, conciencia y carácter. Si eres capaz de alcanzar la normalidad en cada uno de estos aspectos, tu humanidad estará a la altura. Debes tener la semejanza propia de un ser humano normal, parecer creyente en Dios. No tienes que lograr demasiado ni actuar con diplomacia; solamente tienes que ser un ser humano normal, con un sentido normal propio de las personas, para poder comprender las cosas y, al menos, parecer un ser humano normal. Eso será suficiente. Todo lo que te exijo hoy está dentro de los límites de tu capacidad, no es pedir peras al olmo. No llevaré a cabo en ti palabras ni obras inútiles. Deberás corregir toda la perversidad manifestada o revelada en tu vida. Satanás os ha corrompido y estáis rebosantes de su veneno. Todo lo que te pido es que corrijas este corrupto carácter satánico. No te estoy pidiendo que te conviertas en una figura de alto nivel ni en una persona famosa o importante. Eso no tiene sentido. La obra que realizo en vosotros tiene en cuenta lo que es inherente a vosotros. Lo que pido a la gente está definido dentro de sus límites. Si practicases de la misma manera y con el mismo tono con el que hablan los intelectuales, esto no serviría; no podrías hacerlo. Dado vuestro calibre, al menos deberíais ser capaces de hablar con sabiduría y tacto y explicar las cosas de manera clara y comprensible. Eso es todo lo que necesitáis para cumplir con Mis exigencias. Si, como poco, conseguís introspección y sentido, con eso valdrá. Lo más importante ahora mismo es que rechacéis vuestro corrupto carácter satánico. Debes rechazar la perversidad que se manifiesta en ti. Si no, ¿cómo puedes hablar del sentido y la introspección supremos? Mucha gente, en vista del cambio de era, carecen de humildad o paciencia y bien podrían no tener tampoco amor ni santo decoro. ¡Qué absurdas! ¿Tienen tan siquiera un ápice de humanidad normal? ¿Tienen algún testimonio del que puedan hablar? Carecen por completo de introspección y sentido. Por supuesto, es preciso corregir algunos aspectos de la práctica de las personas desviadas y equivocadas: por ejemplo, se tienen que transformar sus rígidas vidas espirituales anteriores y su apariencia de torpes e imbéciles. La transformación no implica dejar que te vuelvas licencioso ni que te entregues a la carne diciendo lo que quieras. No debes hablar más de la cuenta. El discurso y comportamiento normales del ser humano suponen hablar con coherencia, decir “sí” cuando quieres decir “sí”, y “no” cuando quieres decir “no”. Cíñete a los hechos y di lo correcto. No engañes ni mientas. Tienes que entender los límites a los que puede llegar una persona normal en la transformación de su carácter. Si no, no podrás entrar en la realidad.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Elevar el calibre es en aras de recibir la salvación de Dios

Palabras diarias de Dios  Fragmento 448

Que el hombre lleve a cabo su deber es, de hecho, el cumplimiento de todo lo que es inherente a él; es decir, lo que es posible para él. Es entonces cuando su deber se cumple. Los defectos del hombre durante su servicio se reducen gradualmente a través de la experiencia progresiva y del proceso de pasar por el juicio; no obstaculizan ni afectan el deber del hombre. Los que dejan de servir o ceden y retroceden por temor a que puedan existir inconvenientes en su servicio son los más cobardes de todos. Si las personas no pueden expresar lo que deben expresar durante el servicio ni lograr lo que por naturaleza es posible para ellas y, en cambio, pierden el tiempo y actúan mecánicamente, han perdido la función que un ser creado debe tener. A esta clase de personas se les conoce como “mediocres”; son desechos inútiles. ¿Cómo pueden esas personas ser llamadas apropiadamente seres creados? ¿Acaso no son seres corruptos que brillan por fuera, pero que están podridos por dentro? Si un hombre se llama a sí mismo Dios, pero no es capaz de expresar el ser de la divinidad, ni hacer la obra de Dios mismo, ni representar a Dios, entonces no cabe duda de que no es Dios, porque no tiene la sustancia de Dios, y lo que Dios puede lograr por naturaleza no existe dentro de él. Si el hombre pierde lo que, por naturaleza, puede alcanzar, ya no se le puede considerar un hombre y no es digno de permanecer como ser creado ni de venir delante de Dios y servirlo. Además, no es digno de recibir la gracia de Dios ni de ser cuidado, protegido y perfeccionado por Dios. Muchos que han perdido la confianza de Dios pasan a perder la gracia de Dios. No solo no desprecian sus fechorías, sino que propagan con descaro la idea de que el camino de Dios es incorrecto, y los rebeldes incluso niegan la existencia de Dios. ¿Cómo pueden esas personas, que poseen tal rebeldía, tener derecho a gozar de la gracia de Dios? Quienes no llevan a cabo su deber son muy rebeldes con Dios, y le deben mucho, pero se dan la vuelta y arremeten contra Él diciendo que está equivocado. ¿Cómo podría esa clase de hombre ser digno de ser perfeccionado? ¿Acaso no es esto antecedente para ser descartados y castigados? Las personas que no llevan a cabo su deber delante de Dios ya son culpables de los crímenes más atroces, para los cuales hasta la muerte es un castigo insuficiente, pero tienen el descaro de discutir con Dios y enfrentarse a Él. ¿Cuál es el valor de perfeccionar a semejantes personas? Cuando las personas no cumplen con su deber, deben sentirse culpables y en deuda; deben aborrecer su debilidad e inutilidad, su rebeldía y su corrupción y, aun más, deben entregarle su vida a Dios. Solo entonces son seres creados que aman verdaderamente a Dios, y solo ese tipo de personas son dignas de disfrutar las bendiciones y la promesa de Dios y de que Él las perfeccione. ¿Y qué pasa con la mayoría de vosotros? ¿Cómo tratáis al Dios que vive entre vosotros? ¿Cómo habéis llevado a cabo vuestro deber delante de Él? ¿Habéis hecho todo lo que fuisteis llamados a hacer, incluso a expensas de vuestra propia vida? ¿Qué habéis sacrificado? ¿Acaso no habéis recibido mucho de Mí? ¿Podéis discernir? ¿Qué tan leales sois a Mí? ¿Cómo me habéis servido? ¿Y qué hay de todo lo que os he otorgado y he hecho por vosotros? ¿Habéis tomado medida de todo esto? ¿Habéis juzgado y comparado esto con la poca conciencia que tenéis dentro de vosotros? ¿De quién podrían ser dignas vuestras palabras y acciones? ¿Podría ser que ese minúsculo sacrificio vuestro sea digno de todo lo que os he otorgado? No tengo otra opción y me he dedicado a vosotros con todo el corazón, pero vosotros albergáis intenciones malvadas y sois tibios conmigo. Ese es el alcance de vuestro deber, vuestra única función. ¿No es así? ¿No sabéis que habéis fracasado rotundamente en cumplir con el deber de un ser creado? ¿Cómo podéis ser considerados seres creados? ¿No os queda claro qué es lo que estáis expresando y viviendo? No habéis cumplido con vuestro deber, pero buscáis obtener la tolerancia y la gracia abundante de Dios. Esa gracia no ha sido preparada para unos tan inútiles y viles como vosotros, sino para los que no piden nada y se sacrifican con gusto. Las personas como vosotros, semejantes mediocres, sois totalmente indignos de disfrutar la gracia del cielo. ¡Solo dificultades y un castigo interminable acompañarán vuestros días! Si no podéis ser fieles a Mí, vuestro destino será el sufrimiento. Si no podéis ser responsables ante Mis palabras y Mi obra, vuestro destino será el castigo. Ni la gracia, ni las bendiciones ni la vida maravillosa del reino tendrán nada que ver con vosotros. ¡Este es el fin que merecéis tener y es una consecuencia de vuestras propias acciones!

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La diferencia entre el ministerio de Dios encarnado y el deber del hombre

Palabras diarias de Dios  Fragmento 449

Los ignorantes y arrogantes no solo no hacen su mejor esfuerzo ni llevan a cabo su deber, sino que estiran las manos para recibir la gracia como si merecieran lo que piden. Y, si no obtienen lo que piden, se vuelven cada vez menos fieles. ¿Cómo pueden esas personas ser consideradas razonables? Sois de bajo calibre y estáis desprovistos de razón, completamente incapaces de cumplir el deber que debéis cumplir durante la obra de gestión. Vuestra valía ya se ha desplomado. Vuestro fracaso en recompensarme por mostraros esa gracia ya es un acto de extrema rebeldía, suficiente para condenaros y demostrar vuestra cobardía, incompetencia, vileza e indignidad. ¿Qué os da derecho a mantener las manos extendidas? Que sois incapaces de ser de la más mínima ayuda para Mi obra, que sois incapaces de ser leales y de manteneros firmes en el testimonio de Mí, esas son vuestras fechorías y fracasos, pero vosotros, en cambio, me atacáis, decís mentiras de Mí y os quejáis de que soy injusto. ¿Es esto lo que constituye vuestra lealtad? ¿Es esto lo que constituye vuestro amor? ¿Qué otra obra podéis hacer además de esta? ¿Cómo habéis contribuido a toda la obra que se ha hecho? ¿Qué tanto os habéis esforzado? Ya he mostrado gran tolerancia al no culparos, pero vosotros seguís poniendo excusas desvergonzadamente y os quejáis de Mí en privado. ¿Tenéis aunque sea un mínimo rastro de humanidad? Aunque el deber del hombre está manchado por su mente y sus nociones, debes cumplir con tu deber y mostrar tu lealtad. Las impurezas en la obra del hombre son un problema de su calibre, mientras que, si el hombre no cumple con su deber, eso muestra su rebeldía. No existe correlación entre el deber del hombre y que él sea bendecido o maldecido. El deber es lo que el hombre debe cumplir; es la vocación que le dio el cielo y no debe depender de recompensas, condiciones o razones. Solo entonces el hombre está cumpliendo con su deber. Ser bendecido es cuando alguien es perfeccionado y disfruta de las bendiciones de Dios tras experimentar el juicio. Ser maldecido es cuando el carácter de alguien no cambia tras haber experimentado el castigo y el juicio; es cuando alguien no experimenta ser perfeccionado, sino que es castigado. Pero, independientemente de si son bendecidos o maldecidos, los seres creados deben cumplir su deber, haciendo lo que deben hacer y haciendo lo que son capaces de hacer; esto es lo mínimo que una persona, una persona que busca a Dios, debe hacer. No debes llevar a cabo tu deber solo para ser bendecido y no debes negarte a actuar por temor a ser maldecido. Dejadme deciros esto: lo que el hombre debe hacer es llevar a cabo su deber, y si es incapaz de llevar a cabo su deber, esto es su rebeldía. Es por medio del proceso de llevar a cabo su deber que el hombre es cambiado gradualmente, y es por medio de este proceso que él demuestra su lealtad. Así pues, cuanto más puedas llevar a cabo tu deber, más verdad recibirás y más real será tu expresión. Los que solo cumplen con su deber por inercia y no buscan la verdad, al final serán descartados, pues esas personas no llevan a cabo su deber en la práctica de la verdad y no practican la verdad en el cumplimiento de su deber. Ellos son los que permanecen sin cambios y serán maldecidos. No solo sus expresiones son impuras, sino que todo lo que expresan es malvado.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La diferencia entre el ministerio de Dios encarnado y el deber del hombre

Palabras diarias de Dios  Fragmento 450

Si no tienes conocimiento de la obra de Dios, no sabrás cómo cooperar con Él. Si no conoces los principios de la obra de Dios e ignoras cómo obra Satanás en el hombre, no tendrás senda de práctica. La búsqueda ferviente por sí sola no te permitirá alcanzar los resultados que exige Dios. Esa forma de experiencia es parecida a la de Lawrence, que no hace distinción alguna y solo se centra en la experiencia, totalmente inconsciente de lo que es la obra de Satanás, de lo que es la obra del Espíritu Santo, del estado en el que el hombre está sin la presencia de Dios y de qué clase de personas quiere perfeccionar Dios. De qué principios deberían adoptarse cuando se trata con diferentes tipos de personas, de cómo comprender la voluntad de Dios en el presente, de cómo conocer el carácter de Dios y a qué personas, circunstancias y era son dirigidas la misericordia de Dios, Su majestad y Su justicia; Lawrence no diferencia estas cosas. Si las personas no tienen múltiples visiones como fundamento para sus experiencias, entonces la vida se hace imposible y la experiencia aún más; y pueden seguir sometiéndose y soportando tontamente todo. Es muy difícil que las personas así sean hechas perfectas. Puede decirse que si no tienes ninguna de las visiones mencionadas más arriba, hay pruebas de sobra de que eres un cretino, de que eres como una columna de sal siempre erigida en Israel. Tales personas son inútiles, ¡buenas para nada! Algunas personas solo se someten ciegamente, siempre se conocen a sí mismas y usan su propia forma de comportarse al enfrentar nuevas situaciones o utilizan la “sabiduría” para tratar con asuntos triviales que no son dignos de mención. Estas personas están desprovistas de discernimiento y es como si estuviera en su naturaleza resignarse a que los atormenten y siempre son iguales; nunca cambian. Las personas así son necias y no tienen el más mínimo discernimiento. Nunca intentan adoptar las medidas adecuadas, según las circunstancias ni según las distintas personas. Las personas así no tienen experiencia. He visto a algunas que están tan focalizadas en el conocimiento de sí mismas que, de frente a personas poseídas por la obra de espíritus malignos, agachan la cabeza y confiesan sus pecados, sin atreverse a levantarse y condenarlas. Y de frente a la obra obvia del Espíritu Santo, tampoco se atreven a obedecer. Creen que los espíritus malignos también están en las manos de Dios y no tienen el más mínimo valor para levantarse y resistirse a ellos. Tales personas avergüenzan a Dios y son completamente incapaces de soportar cargas pesadas por Él. Tales necios no hacen distinción de ningún tipo. Esta forma de experiencia debería, por tanto, ser purgada, ya que es insostenible a los ojos de Dios.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Sobre la experiencia

Palabras diarias de Dios  Fragmento 451

En la corriente actual, todos aquellos que aman verdaderamente a Dios tienen la oportunidad de que Él los perfeccione. Sean jóvenes o viejos, mientras mantengan en sus corazones una obediencia a Dios y lo veneren, pueden ser perfeccionados por Él. Dios perfecciona a las personas según sus diferentes funciones. Siempre que ejerzas toda tu fuerza y te sometas a la obra de Dios, puedes ser perfeccionado por Él. En la actualidad, ninguno de vosotros es perfecto. En ocasiones sois capaces de realizar un tipo de función, y a veces dos; mientras hagáis todo lo posible por entregaros por Él, seréis a la larga perfeccionados por Él.

Las personas jóvenes tienen pocas filosofías para vivir y carecen de sabiduría y conocimiento. Dios está aquí para perfeccionar la sabiduría y el conocimiento del hombre. Su palabra compensa sus deficiencias. Sin embargo, el carácter de las personas jóvenes es inestable y Dios debe transformarlo. Las personas jóvenes tienen menos nociones religiosas y menos filosofías para vivir. Piensan en todo en términos simples y sus reflexiones no son complejas. Esta es la parte de su humanidad que no se ha formado todavía y es un aspecto encomiable; pero las personas jóvenes son ignorantes y carecen de sabiduría. Esto es algo que necesita que Dios lo perfeccione. Ser perfeccionado por Dios permitirá que desarrolléis discernimiento. Seréis capaces de entender claramente muchas cosas espirituales y, poco a poco, os convertiréis en personas adecuadas para que Dios las use. Los hermanos y hermanas más mayores también tienen sus funciones que llevar a cabo, y Dios no los abandona. Los hermanos y hermanas más mayores también tienen aspectos tanto deseables como indeseables. Tienen más filosofías de vida y más nociones religiosas. En sus acciones se adhieren a muchas costumbres rígidas, sienten afecto por las normas que aplican mecánicamente y sin flexibilidad. Este es un aspecto indeseable. Sin embargo, estos hermanos y hermanas mayores siguen tranquilos y sosegados pase lo que pase; su carácter es estable y no albergan estados de ánimo tempestuosos. Puede que tarden más en aceptar las cosas, pero esto no es un defecto grave. Siempre que podáis someteros; siempre que podáis aceptar las palabras actuales de Dios y no escudriñar las palabras de Dios; siempre que os preocupéis solo de someteros y seguir y nunca emitáis ningún juicio sobre las palabras de Dios ni alberguéis otros pensamientos malos acerca de ellas; siempre que aceptéis Sus palabras y las pongáis en práctica, entonces, al haber cumplido estas condiciones, podréis ser perfeccionados.

Seáis hermanos o hermanas más jóvenes o más mayores, sabéis la función que deberíais llevar a cabo. Los más jóvenes no son arrogantes; los más mayores no son pasivos ni retroceden. Además, ellos son capaces de usar las fuerzas de los demás para compensar sus debilidades y pueden servirse los unos a los otros sin prejuicio alguno. Se construye un puente de amistad entre los hermanos y hermanas más jóvenes y los más mayores, y gracias al amor de Dios, sois capaces de entenderos mejor unos a otros. Los hermanos y hermanas más jóvenes no miran con desprecio a los más mayores ni estos son santurrones: ¿no es esto un armonioso compañerismo? Si todos tenéis tal determinación, entonces la voluntad de Dios se cumplirá sin duda en vuestra generación.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Acerca de que todos cumplan su función

Palabras diarias de Dios  Fragmento 452

En el futuro, que seáis benditos o malditos se decidirá sobre la base de vuestras acciones y comportamiento de hoy. Si tienes que ser perfeccionado por Dios debe ser ahora mismo, en esta era; no habrá otra oportunidad en el futuro. Ahora Dios quiere perfeccionaros realmente, y esto no es una forma de hablar. En el futuro, independientemente de las pruebas que sufráis, de los desastres con los que os topéis o de los acontecimientos que sucedan, Dios quiere perfeccionaros; es un hecho definido e indiscutible. ¿Dónde puede verse esto? Puede verse en el hecho de que, a lo largo de las eras y de las generaciones, la palabra de Dios no ha alcanzado nunca tanta altura como la que tiene hoy. Ha entrado en su ámbito más elevado y la obra del Espíritu Santo en toda la humanidad no tiene hoy precedentes. Prácticamente nadie, en las generaciones pasadas, ha tenido una experiencia así; ni siquiera en la era de Jesús existieron las revelaciones de hoy. Las palabras que se os han dicho, lo que entendéis y lo que experimentáis ha llegado a un nivel más alto. No os marcháis en medio de las pruebas y de los castigos, y esto es prueba suficiente de que la obra de Dios ha alcanzado un esplendor sin precedentes. Esto no es algo que el hombre sea capaz de hacer ni de mantener, sino que es más bien la obra de Dios mismo. Así, a partir de muchas de las realidades de la obra de Dios, se puede ver que Él quiere perfeccionar al hombre y que, sin duda, Él es capaz de haceros completos. Si tenéis esta percepción y hacéis este nuevo descubrimiento, no esperaréis a la segunda venida de Jesús, sino que permitiréis que Dios os haga completos en la era presente. Por tanto, cada uno de vosotros debe hacer todo lo que pueda, y no escatimar esfuerzo alguno, para que podáis ser perfeccionados por Dios.

Ahora, no debes prestar atención a las cosas negativas. Primero tienes que dejar de lado e ignorar cualquier cosa que te haga sentirte negativo. Cuando estés manejando asuntos, hazlo con un corazón que busque y avance a tientas, un corazón que se someta a Dios. Siempre que descubráis una debilidad en vosotros pero no dejéis que os controle y, a pesar de ella, llevéis a cabo las funciones que deberíais, habéis dado un paso positivo hacia adelante. Por ejemplo, los hermanos y hermanas más mayores tenéis nociones religiosas, pero tú eres capaz de orar, someterte, comer y beber de la palabra de Dios, y cantar himnos… Es decir, debes dedicarte con toda la fuerza que puedas reunir a lo que seas capaz de hacer, a cualquier función que seas capaz de desempeñar. No esperes pasivamente. Ser capaz de satisfacer a Dios en el cumplimiento de tu deber es el primer paso. Entonces, cuando seas capaz de entrar en la verdad de las palabras de Dios, habrás sido perfeccionado por Él.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Acerca de que todos cumplan su función

Palabras diarias de Dios  Fragmento 453

Todo aquel que así lo haya decidido puede servir a Dios; sin embargo, debe ocurrir que solo aquellos que le presten toda la atención a la voluntad de Dios y la entiendan son aptos para servirle y tienen derecho a hacerlo. He descubierto esto entre vosotros: muchas personas creen que siempre que difundan con fervor el evangelio para Dios, recorran los caminos, se entreguen y renuncien a cosas por Dios, y así sucesivamente, eso es servir a Dios. Incluso las personas más religiosas creen que servir a Dios significa correr de un lado para otro con una Biblia en las manos, difundir el evangelio del reino celestial y salvar a las personas haciendo que se arrepientan y se confiesen. Existen muchos representantes religiosos que piensan que servir a Dios consiste en predicar en las capillas después de cursar estudios avanzados y formarse en el seminario, y enseñar a las personas a través de la lectura de la Biblia. Además, hay personas en regiones pobres que creen que servir a Dios significa sanar a los enfermos y echar fuera demonios entre los hermanos y hermanas u orar por ellos o servirlos. Entre vosotros hay muchos que creen que servir a Dios significa comer y beber Sus palabras, orar a Dios cada día, así como visitar iglesias por todas partes y obrar en ellas. Hay otros hermanos y hermanas que creen que servir a Dios significa no casarse nunca o no tener una familia y dedicar todo su ser a Dios. No obstante, pocas personas saben lo que significa realmente servir a Dios. Aunque hay tantas personas que sirven a Dios como estrellas en el cielo, el número de los que pueden servir directamente y que pueden servir de acuerdo con la voluntad de Dios es insignificante; extremadamente pequeño. ¿Por qué digo esto? Lo digo porque no entendéis la sustancia de la expresión “servicio a Dios” y comprendéis muy poco de cómo servir de acuerdo con la voluntad de Dios. Existe una necesidad urgente de que las personas comprendan con exactitud qué clase de servicio a Dios puede estar en armonía con Su voluntad.

Si deseáis servir de acuerdo con la voluntad de Dios, primero debéis entender qué tipo de personas son agradables para Dios, a qué tipo de personas aborrece Dios, a qué tipo de personas perfecciona Dios y qué tipo de personas están capacitadas para servir a Dios. Por lo menos, deberíais estar equipados con este conocimiento. Además, debéis conocer los objetivos de la obra de Dios y la obra que Dios hará aquí y ahora. Después de entender esto y a través de la guía de Sus palabras, primero debéis tener entrada y recibir la comisión de Dios. Una vez que hayáis experimentado realmente Sus palabras, y cuando verdaderamente conozcáis Su obra, estaréis calificados para servir a Dios. Cuando le servís es cuando Dios abre vuestros ojos espirituales, os permite tener un mayor entendimiento de Su obra y verla con más claridad. Cuando entres en esta realidad, tus experiencias serán más profundas y reales, y todos aquellos de vosotros que hayáis tenido esas experiencias podréis caminar entre las iglesias y ofrecer provisión a vuestros hermanos y hermanas, de modo que cada uno pueda aprovechar las fortalezas del otro para compensar sus propias deficiencias y obtener un conocimiento más abundante en su espíritu. Sólo después de lograr este efecto seréis capaces de servir de acuerdo con la voluntad de Dios y ser perfeccionados por Él en el transcurso de vuestro servicio.

Los que sirven a Dios deben ser Sus íntimos; deben ser agradables a Él y capaces de mostrar la mayor lealtad a Él. Independientemente de si actúas en público o en privado, puedes obtener el gozo de Dios delante de Dios; puedes mantenerte firme delante de Él, e, independientemente de cómo te traten otras personas, siempre caminas por la senda por la que debes caminar y le prestas toda la atención a la carga de Dios. Sólo las personas que son así son íntimas de Dios. Que los íntimos de Dios sean capaces de servirle directamente se debe a que Él les ha dado Su gran comisión y Su carga, a que pueden hacer suyo el corazón de Dios y a que toman la carga de Dios como propia, y no consideran sus perspectivas de futuro: aun cuando no tengan perspectivas ni obtengan nada, siempre creerán en Dios con un corazón amoroso. Por tanto, este tipo de persona es íntima de Dios. Los íntimos de Dios son también Sus confidentes; sólo estos podrían compartir Su inquietud y Sus pensamientos, y aunque su carne es dolorosa y débil, son capaces de soportar el dolor y abandonar lo que aman para satisfacer a Dios. Dios da más cargas a esas personas y lo que Él desea hacer queda demostrado en el testimonio de esas personas. Así, estas personas son agradables para Dios; son siervos de Dios según Su corazón y sólo ellos pueden gobernar junto a Él. Cuando hayas llegado a ser de verdad un íntimo de Dios, será precisamente cuando gobernarás junto a Él.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Cómo servir en armonía con la voluntad de Dios

Palabras diarias de Dios  Fragmento 454

Jesús fue capaz de llevar a cabo la comisión de Dios —la obra de redención de toda la humanidad—, porque le prestaba toda la atención a la voluntad de Dios, sin hacer planes ni arreglos para Sí mismo. Así pues, Él también era íntimo de Dios —Dios mismo—, algo que todos vosotros entendéis muy bien. (De hecho, era el Dios mismo, del que Dios dio testimonio. Menciono esto aquí para ilustrar la cuestión mediante la realidad de Jesús). Él fue capaz de poner el plan de gestión de Dios en el centro, y siempre oró al Padre celestial y buscó Su voluntad. Él oró y dijo: “¡Dios Padre! Cumple Tu voluntad, y no actúes según Mis deseos, sino de acuerdo con Tu plan. El hombre puede ser débil, ¿pero por qué deberías preocuparte por él? ¿Cómo podría el hombre ser digno de Tu preocupación, el ser humano que es como una hormiga en Tu mano? En Mi corazón, sólo deseo cumplir Tu voluntad, y deseo que Tú puedas hacer lo que deseas hacer en Mí según Tus propios deseos”. En el camino hacia Jerusalén, Jesús estaba sufriendo, como si le estuvieran retorciendo un cuchillo en el corazón, pero no tenía la más mínima intención de faltar a Su palabra; siempre había una poderosa fuerza que lo empujaba hacia adelante hacia el lugar de Su crucifixión. Finalmente, fue clavado en la cruz y se convirtió en semejanza de carne de pecado, completando la obra de redención de la humanidad. Se liberó de los grilletes de la muerte y el Hades. Delante de Él, la mortalidad, el infierno y el Hades perdieron su poder, y Él los venció. Vivió treinta y tres años a lo largo de los cuales siempre se esforzó al máximo por cumplir la voluntad de Dios según la obra de Dios en ese momento, sin considerar jamás Su propia ganancia o pérdida personal y pensando siempre en la voluntad de Dios Padre. Por ello, después de que Jesús fuera bautizado, Dios dijo: “Este es mi Hijo amado en quien me he complacido”. Debido a Su servicio delante de Dios que estaba en armonía con la voluntad de Dios, Dios colocó sobre Sus hombros la pesada carga de redimir a toda la humanidad y le hizo cumplirla, y Él estaba calificado y autorizado para llevar a cabo esta importante tarea. A lo largo de Su vida, soportó un sufrimiento inconmensurable por Dios y Satanás lo tentó innumerables veces, pero nunca se descorazonó. Dios le encomendó tan grande tarea porque confiaba en Él y lo amaba, y por eso Dios dijo personalmente: “Este es mi Hijo amado en quien me he complacido”. En ese momento, sólo Jesús podía cumplir esta comisión y este fue un aspecto práctico de que Dios finalizara Su obra de redención de toda la humanidad en la Era de la Gracia.

Si, como Jesús, podéis prestar toda la atención a las cargas de Dios y dais la espalda a vuestra carne, Dios os confiará Sus importantes tareas, de forma que cumpláis las condiciones requeridas para servir a Dios. Solo bajo tales circunstancias os atreveréis a decir que estáis haciendo la voluntad de Dios y llevando a cabo Su comisión, y solo entonces os atreveréis a decir que estáis sirviendo verdaderamente a Dios. Comparado con el ejemplo de Jesús, ¿te atreves a decir que eres íntimo de Dios? ¿Te atreves a decir que estás haciendo la voluntad de Dios? ¿Te atreves a decir que realmente estás sirviendo a Dios? Hoy, no entiendes cómo servir a Dios, ¿te atreves a decir que eres íntimo de Dios? Si dices que sirves a Dios, ¿no blasfemas contra Él? Piensa en ello: ¿estás sirviendo a Dios o a ti mismo? Sirves a Satanás, pero dices obstinadamente que estás sirviendo a Dios. ¿No estás blasfemando contra Dios en esto? Muchas personas, a Mis espaldas, codician los beneficios del estatus, se dan atracones de comida, aman dormir y se preocupan por la carne, siempre temerosas de que la carne no tenga salida. No desarrollan su función correcta en la iglesia, sino que gorronean de la iglesia, o bien amonestan a los hermanos y hermanas con Mis palabras, tratan despóticamente a los demás desde posiciones de autoridad. Estas personas siguen diciendo que están haciendo la voluntad de Dios y siempre dicen que son íntimas de Dios; ¿no es esto absurdo? Si tienes las intenciones correctas, pero eres incapaz de servir de acuerdo con la voluntad de Dios, entonces estás siendo insensato, pero si tus intenciones no son correctas, y sigues diciendo que sirves a Dios, eres alguien que se opone a Dios, ¡y deberías ser castigado por Él! ¡No tengo simpatía por tales personas! En la casa de Dios gorronean, codiciando siempre las comodidades de la carne, y no consideran los intereses de Dios. Siempre buscan lo que es bueno para ellas y no prestan atención a la voluntad de Dios. No aceptan el escrutinio del Espíritu de Dios en nada de lo que hacen. Siempre están maniobrando y engañando a sus hermanos y hermanas, y son falsas, como un zorro en una viña, siempre robando uvas y pisoteando la viña. ¿Pueden ser tales personas íntimas de Dios? ¿Eres apto para recibir las bendiciones de Dios? No asumes cargas para tu vida y para la iglesia; ¿eres apto para recibir la comisión de Dios? ¿Quién se atrevería a confiar en alguien como tú? Cuando sirves así, ¿podría Dios confiarte una tarea mayor? ¿No causaría esto retrasos en la obra?

Os digo esto para que sepáis qué condiciones deben cumplirse con el fin de servir en armonía con la voluntad de Dios. Si no dais vuestro corazón a Dios, si no os preocupáis por la voluntad de Dios como lo hizo Jesús, entonces Dios no puede confiar en vosotros y acabará juzgándoos. Quizás hoy, en tu servicio a Dios, siempre albergas la intención de engañarlo, y siempre tratas con Él de manera superficial. En resumen, independientemente de todo lo demás, si engañas a Dios, caerá sobre ti un juicio despiadado. Deberíais aprovechar el hecho de que acabáis de entrar en el camino correcto de servir a Dios para darle primero vuestro corazón, sin lealtades divididas. Independientemente de si estás delante de Dios o delante de otras personas, tu corazón siempre debe volverse hacia Dios, y debes estar decidido a amarlo tal como lo hizo Jesús. De esta forma, Dios te hará perfecto, para que te conviertas en un siervo suyo que sea conforme a Su corazón. Si deseas sinceramente que Dios te perfeccione y que tu servicio esté en armonía con Su voluntad, debes cambiar tus opiniones anteriores acerca de la fe en Dios y cambiar la antigua forma en que lo servías, de manera que Él pueda perfeccionar más de ti. Así, Dios no te abandonará y, como Pedro, estarás a la vanguardia de aquellos que lo aman. Si sigues sin arrepentirte, tendrás el mismo final que Judas. Todos los que creen en Dios deben entender esto.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Cómo servir en armonía con la voluntad de Dios

Palabras diarias de Dios  Fragmento 455

Desde el comienzo de Su obra a lo largo del universo, Dios ha predestinado a muchas personas para que lo sirvan, incluyendo a aquellos de toda condición social. Su propósito es satisfacer Su voluntad y asegurarse de que Su obra en la tierra se complete sin problemas. Este es el propósito de Dios al elegir a las personas para que lo sirvan. Toda persona que sirve a Dios debe entender Su voluntad. Esta obra suya hace más evidente para las personas la sabiduría y la omnipotencia de Dios, y los principios de Su obra en la tierra. Dios ha venido realmente a la tierra para hacer Su obra, para contactar con las personas de tal modo que puedan conocer Sus acciones con mayor claridad. Hoy, vosotros, este grupo de personas, tiene la fortuna de servir al Dios práctico. Esta es una bendición incalculable para vosotros; en verdad, sois elevados por Dios. Cuando Dios selecciona a una persona para que lo sirva, Él siempre tiene Sus propios principios. Servir a Dios no es en absoluto como la gente lo imagina, no es una simple cuestión de entusiasmo. Hoy veis que todos los que sirven ante Dios lo hacen con Su guía y con la obra del Espíritu Santo, y porque son personas que buscan la verdad. Estas son las condiciones mínimas para todos aquellos que sirvan a Dios.

Servir a Dios no es una tarea sencilla. Aquellos cuyo carácter corrupto permanece inalterado no pueden servir nunca a Dios. Si tu carácter no ha sido juzgado ni castigado por las palabras de Dios, entonces tu carácter aún representa a Satanás, lo que prueba que sirves a Dios por tus propias buenas intenciones, que tu servicio está basado en tu naturaleza satánica. Tú sirves a Dios con tu temperamento natural y de acuerdo con tus preferencias personales. Es más, siempre piensas que las cosas que estás dispuesto a hacer son las que deleitan a Dios, y que las cosas que no deseas hacer son las que son odiosas para Dios; obras totalmente según tus propias preferencias. ¿Puede esto llamarse servir a Dios? En última instancia, tu carácter de vida no cambiará ni un ápice; más bien, tu servicio te volverá incluso más obstinado, haciendo así que se arraigue profundamente tu carácter corrupto, y de esta manera, desarrollarás reglas en tu interior sobre el servicio a Dios que se basan principalmente en tu propio temperamento, y experiencias derivadas de tu servicio según tu propio carácter. Estas son las experiencias y lecciones del hombre. Es la filosofía del hombre de vivir en el mundo. Las personas como estas se pueden clasificar como fariseos y funcionarios religiosos. Si nunca despiertan y se arrepienten, seguramente se convertirán en los falsos Cristos y los anticristos que engañan a las personas en los últimos días. Los falsos Cristos y los anticristos de los que se habló surgirán de entre esta clase de personas. Si aquellos que sirven a Dios siguen su propio temperamento y actúan en base a su propia voluntad, corren el riesgo de ser expulsados en cualquier momento. Aquellos que aplican sus muchos años de experiencia adquirida al servicio a Dios con el fin de ganarse el corazón de los demás para sermonearlos, controlarlos, y enaltecerse a sí mismos, y que nunca se arrepienten, nunca confiesan sus pecados, nunca renuncian a los beneficios de su posición; estas personas caerán delante de Dios. Son de la misma especie que Pablo, presumen de su primacía y hacen alarde de sus calificaciones. Dios no traerá a este tipo de personas a la perfección. Este servicio interfiere con la obra de Dios. Las personas siempre se aferran a lo viejo. Se aferran a las nociones del pasado, a todo lo de tiempos pretéritos. Este es un gran obstáculo para su servicio. Si no puedes desecharlas, estas cosas acabarán con tu vida entera. Dios no te elogiará en lo más mínimo; ni siquiera si te rompes las piernas mientras corres o si te quiebras la espalda a causa de tu labor, ni siquiera si eres martirizado en tu servicio a Dios. Muy por el contrario: Él dirá que eres un hacedor del mal.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La necesidad de depurar el servicio religioso

Palabras diarias de Dios  Fragmento 456

A partir de hoy, Dios perfeccionará formalmente a aquellos que no tienen nociones religiosas, que están dispuestos a dejar a un lado su antiguo yo y que obedecen a Dios de una manera sencilla. Él perfeccionará a aquellos que anhelan las palabras de Dios. Estas personas deben ponerse de pie y servir a Dios. En Dios hay abundancia infinita y sabiduría ilimitada. Su increíble obra y Sus preciosas palabras esperan el disfrute de un número aún mayor de personas. Tal y como están, a los que tienen nociones religiosas, a los que dan por sentada su primacía y a los que no pueden dejar su propio yo de lado, les resulta difícil aceptar estas cosas nuevas. El Espíritu Santo no tiene oportunidad de perfeccionar a estas personas. Si una persona no está determinada a obedecer y no tiene sed de las palabras de Dios, entonces no tiene manera de aceptar estas cosas nuevas. Simplemente se volverá cada vez más rebelde, cada vez más astuta y terminará así en la vía equivocada. Al hacer Su obra ahora, Dios levantará a más personas que verdaderamente lo amen y que puedan aceptar la nueva luz, y Él eliminará completamente a los funcionarios religiosos que presumen de su primacía; Él no quiere ni a uno solo de los que se resisten al cambio con obstinación. ¿Quieres ser una de estas personas? ¿Realizas el servicio de acuerdo con tus propias preferencias, o lo que Dios requiere? Esto es algo que debes saber por ti mismo. ¿Eres un funcionario religioso, o un bebé recién nacido hecho perfecto por Dios? ¿Cuánto de tu servicio es elogiado por el Espíritu Santo? ¿Cuánto de este ni siquiera se molestará Dios en recordar? ¿Cómo de grande ha sido el cambio en tu vida a consecuencia de todos tus años de servicio? ¿Tienes claras todas estas cosas? Si tienes fe verdadera, desecharás tus antiguas nociones religiosas previas y servirás mejor a Dios de una manera nueva. No es demasiado tarde para que te levantes en este momento. Las antiguas nociones religiosas pueden echar a perder la vida de una persona. La experiencia que una persona adquiere puede causar que se aleje de Dios y haga las cosas a su manera. Si no apartas esas cosas a un lado, se convertirán en obstáculo para tu crecimiento en la vida. Dios siempre perfecciona a los que le sirven y no los excluye con ligereza. Si realmente aceptas el juicio y el castigo de las palabras de Dios, si puedes dejar de lado tus viejas prácticas y reglas religiosas, y dejas de usar las antiguas nociones religiosas como la medida de la palabra de Dios de hoy, sólo entonces habrá un futuro para ti. Pero si te aferras a cosas viejas, si aún las atesoras, entonces no hay manera de que puedas ser salvado. Dios no les presta atención a tales personas. Si realmente quieres ser perfeccionado, entonces debes decidirte a renunciar por completo a todo lo pasado. Incluso si lo que se hizo antes fue correcto, incluso si fue la obra de Dios, aun así, debes poder dejarlo de lado y dejar de aferrarte a eso. Incluso si fue claramente la obra del Espíritu Santo, hecha directamente por el Espíritu Santo, hoy debes dejarla de lado. No debes aferrarte a ella. Esto es lo que Dios requiere. Todo debe ser renovado. En la obra de Dios y en las palabras de Dios, Él no hace referencia a las cosas antiguas que ocurrieron antes, Él no investiga en el antiguo almanaque. Dios es un Dios que siempre es nuevo y nunca viejo, y Él no se aferra ni siquiera a Sus propias palabras del pasado, lo que demuestra que Dios no sigue ninguna regla. Entonces si tú, como ser humano, siempre te aferras a las cosas del pasado, si te niegas a dejarlas ir, y las aplicas como una fórmula rígida, mientras que Dios ya no obra usando los medios que usaba antes, entonces, ¿no son perturbadoras tus palabras y tus acciones? ¿Acaso no te has convertido en un enemigo de Dios? ¿Estás dispuesto a dejar que toda tu vida se destruya y arruine por estas cosas viejas? Estas cosas viejas te convertirán en alguien que obstruye la obra de Dios. ¿Ese es el tipo de persona que quieres ser? Si realmente no quieres eso, entonces rápidamente deja de hacer lo que estás haciendo y da la vuelta; comienza todo de nuevo. Dios no recordará tu servicio pasado.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La necesidad de depurar el servicio religioso

Palabras diarias de Dios  Fragmento 457

En lo que se refiere a la obra, el hombre cree que consiste en correr de un lado a otro para Dios, predicar por todas partes y esforzarse por Él. Aunque esta creencia es correcta, es demasiado parcial; lo que Dios le pide al hombre no es únicamente que corra de un lado a otro para Él; más allá de esto, esta obra tiene que ver con el ministerio y la provisión dentro del espíritu. Aun después de todos estos años de experiencia, muchos hermanos y hermanas jamás han pensado en trabajar para Dios, porque la obra, tal y como el hombre la concibe, es incongruente con lo que Dios pide. Por tanto, el hombre no tiene el más mínimo interés en el asunto de la obra y esta es precisamente la razón de que la entrada del hombre sea también bastante parcial. Todos vosotros deberíais empezar vuestra entrada obrando para Dios, de manera que podáis pasar mejor por cada aspecto de la experiencia. A esto es a lo que deberíais entrar. La obra no se refiere a correr de un lado a otro para Dios, sino a si la vida del hombre y lo que este manifiesta pueden dar disfrute a Dios. La obra se refiere a que las personas utilicen su devoción a Dios y su conocimiento de Él para dar testimonio de Dios y, también, para pastorear al hombre. Esta es la responsabilidad del hombre y es lo que todos los hombres deben entender. Se podría decir que vuestra entrada es vuestra obra y que estáis buscando entrar en el transcurso de obrar para Dios. Experimentar la obra de Dios no significa, solamente, que sabes cómo comer y beber de Su palabra; lo más importante, debes saber cómo dar testimonio de Dios y poder servirle y pastorear y proveer al hombre. Esto es obra y también vuestra entrada; es lo que toda persona debe lograr. Hay muchas personas que solo se centran en correr de aquí para allá para Dios y en predicar por todas partes, pero pasan por alto su experiencia individual y descuidan su entrada a la vida espiritual. Esto es lo que ha llevado a quienes sirven a Dios a convertirse en quienes se resisten a Él. Estas personas, que han estado sirviendo a Dios y pastoreando al hombre todos estos años, han considerado, simplemente, la obra y la predicación como entrada y ninguno ha tomado su experiencia espiritual individual como una entrada importante. Más bien, han tomado el esclarecimiento que obtienen de la obra del Espíritu Santo como capital a partir del cual enseñar a otros. Cuando predican, sienten mucha carga y reciben la obra del Espíritu Santo, y a través de esto liberan la voz del Espíritu Santo. En ese momento, quienes obran se llenan de autocomplacencia, como si la obra del Espíritu Santo se hubiera convertido en su experiencia espiritual individual; sienten que todas las palabras que pronuncian le pertenecen a su ser individual, pero luego, una vez más, como si su propia experiencia no fuera tan clara como la han descrito. Es más, antes de hablar, no tienen idea de lo que van a decir, pero cuando el Espíritu Santo obra en ellos, sus palabras vienen desbordándose en una corriente interminable. Después de que hayas predicado así una vez, sientes que tu estatura real no es tan pequeña como creías, y como en una situación donde el Espíritu Santo ha obrado en ti varias veces, determinas que ya posees estatura y, erróneamente, crees que la obra del Espíritu Santo es tu propia entrada y tu propio ser. Cuando constantemente experimentas de esta manera, te vuelves laxo respecto a tu propia entrada, caes en la pereza sin darte cuenta y dejas de darle importancia a tu entrada individual. Por esta razón, cuando estés pastoreando a otros, debes distinguir con claridad entre tu estatura y la obra del Espíritu Santo. Esto facilitará más tu entrada y traerá un mayor beneficio a tu experiencia. Cuando el hombre considera a la obra del Espíritu Santo como su experiencia individual, esto se vuelve una fuente de depravación. Por eso digo que, cualquiera que sea el deber que llevéis a cabo, debéis considerar vuestra entrada como una lección vital.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra y la entrada (2)

Palabras diarias de Dios  Fragmento 458

Uno trabaja para satisfacer la voluntad de Dios, para llevar delante de Él a todos los que son según Su corazón, para llevar al hombre a Él y presentarle la obra del Espíritu Santo y la dirección de Dios, perfeccionando así los frutos de la obra de Dios. Por tanto, es imperativo que tengáis completamente en claro la esencia de la obra. Como persona usada por Dios, cada hombre es digno de trabajar para Él; es decir, todos tienen la oportunidad de ser usados por el Espíritu Santo. Sin embargo, hay algo que debéis entender: cuando el hombre lleva a cabo la obra encargada por Dios, se le ha dado la oportunidad de ser usado por Él, pero lo que dice y lo que sabe no corresponde del todo a su estatura. Lo único que podéis hacer es conocer mejor vuestras deficiencias en el transcurso de vuestra obra y llegar a poseer un mayor esclarecimiento por parte del Espíritu Santo. De esta manera, se os permitirá obtener una mejor entrada en el transcurso de vuestra obra. Si el hombre considera la guía que viene de Dios como su propia entrada y como algo que es inherente a sí mismo, entonces no hay potencial para que la estatura del hombre crezca. El esclarecimiento que el Espíritu Santo lleva a cabo en el hombre ocurre cuando este se encuentra en un estado normal; en momentos así, las personas a menudo confunden el esclarecimiento que reciben con su propia estatura real, porque la forma como el Espíritu Santo esclarece es excepcionalmente normal, y Él utiliza lo que es inherente al hombre. Cuando las personas obran y hablan, o cuando están orando y llevando a cabo sus devociones espirituales, una verdad se les aclarará de forma repentina. Sin embargo, lo que el hombre ve en realidad es tan solo el esclarecimiento del Espíritu Santo (naturalmente, este esclarecimiento está conectado con la cooperación del hombre) y no representa su verdadera estatura. Después de un periodo de experiencia en el que el hombre se encuentra con algunas dificultades y pruebas, la verdadera estatura del hombre se pone de manifiesto bajo tales circunstancias. Solo en ese momento el hombre descubre que su estatura no es tan grande y surge su egoísmo, surgen sus consideraciones personales y su avaricia. Solo después de varios ciclos de experiencias como esta, muchos de los que son despertados en su espíritu se dan cuenta de que lo que experimentaron en el pasado no fue su propia realidad individual, sino una iluminación momentánea del Espíritu Santo, y que el hombre solo había recibido esta luz. Cuando el Espíritu Santo esclarece al hombre para que entienda la verdad, con frecuencia lo hace de un modo claro y nítido, sin explicar cómo se produjeron las cosas o hacia dónde van. Es decir, en lugar de incorporar las dificultades del hombre en esta revelación, Él revela directamente la verdad. Cuando el hombre se encuentra con dificultades en el proceso de entrada y luego incorpora el esclarecimiento del Espíritu Santo, esto se convierte en la experiencia práctica del hombre. […] Por tanto, al mismo tiempo que recibís la obra del Espíritu Santo, debéis darle todavía más importancia a vuestra entrada, y ver exactamente cuál es la obra del Espíritu Santo y cuál es vuestra entrada, así como incorporar la obra del Espíritu Santo a vuestra entrada para que podáis ser perfeccionados por Él en muchas más maneras y, así, la esencia de Su obra puede forjarse en vosotros. En el transcurso de vuestra experiencia de la obra del Espíritu Santo, llegáis a conocerle y a conoceros vosotros mismos; además, en medio de incontables episodios de sufrimiento intenso, desarrollaréis una relación normal con Dios, y la relación entre tú y Dios crecerá más cada día. Tras incontables ocasiones de poda y refinamiento, desarrollaréis un amor verdadero por Dios. Por esta razón debéis daros cuenta de que no debe tenerse miedo al sufrimiento, los golpes y las tribulaciones; lo que sí asusta es tener solamente la obra del Espíritu Santo, pero no vuestra entrada. Cuando llegue el día en que la obra de Dios esté acabada, os habréis esforzado para nada; aunque experimentasteis la obra de Dios, no habréis llegado a conocer al Espíritu Santo ni habréis obtenido vuestra propia entrada. El esclarecimiento que el Espíritu Santo obra en el hombre no es para mantener su pasión, sino para abrir una senda para la entrada del hombre y para permitirle llegar a conocer al Espíritu Santo, y que, a partir de ahí, desarrolle sentimientos de veneración y adoración hacia Dios.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra y la entrada (2)

Palabras diarias de Dios  Fragmento 459

Hay mucha menos desviación en la obra de quienes han pasado por la poda, el trato, el juicio y el castigo, y la expresión de su obra es mucho más exacta. Los que confían en su naturalidad para obrar cometen errores muy importantes. La obra de las personas sin perfeccionar expresa demasiado de su propia naturalidad, lo que plantea un gran obstáculo para la obra del Espíritu Santo. Por muy bueno que sea el calibre de una persona, también debe experimentar la poda, el trato y el juicio antes de poder llevar a cabo la obra encomendada por Dios. Si no han sufrido tal juicio, su obra, por muy bien que la hagan, no puede estar de acuerdo con los principios de la verdad y es siempre un producto de su propia naturalidad y bondad humana. La obra de los que han pasado por la poda, el trato y el juicio es mucho más exacta que la obra de los que no han sido podados, tratados y juzgados. Los que no han sufrido el juicio no expresan nada sino carne y pensamientos humanos, mezclados con mucha inteligencia humana y talento innato. Esta no es la expresión exacta que el hombre hace de la obra de Dios. Los que siguen a tales personas son llevados ante ellos por su calibre innato. Como expresan demasiado la perspectiva y la experiencia del hombre, que están casi desconectadas de la intención original de Dios y se desvían demasiado de ella, la obra de este tipo de personas no puede llevar a la gente delante de Dios sino más bien delante del hombre. Así que los que no han sufrido el juicio y el castigo no están calificados para llevar a cabo la obra de la comisión de Dios. La obra de un obrero calificado puede llevar a las personas al camino correcto y concederles una mayor entrada a la verdad. Su obra puede llevar personas delante de Dios. Además, la obra que hace puede variar de individuo a individuo y no está sujeta a reglas, lo que permite a las personas libertad y liberación, y la capacidad de crecer poco a poco en la vida y tener una entrada más profunda en la verdad. La obra de un obrero no calificado se queda demasiado corta; su obra es necia. Solo puede llevar a las personas a las reglas, y lo que demanda de las personas no varía de individuo a individuo; no obra de acuerdo con las necesidades reales de las personas. En este tipo de obra hay demasiadas reglas y demasiadas doctrinas y esto no puede llevar a las personas a la realidad o a la práctica normal del crecimiento en la vida. Solo les puede permitir adherirse a unas cuantas reglas inútiles. Este tipo de guía solo puede llevar a las personas a descarriarse. Te guía para que te vuelvas como él; te puede llevar a lo que él tiene y es. Para que los seguidores disciernan si los líderes están calificados, la clave es examinar el camino por el que lideran y los resultados de su obra, y ver si los seguidores reciben principios de acuerdo con la verdad, y si reciben los caminos de práctica adecuados para su transformación. Debes distinguir entre la diferente obra de diferentes tipos de personas; no debes ser un seguidor necio. Esto afecta la cuestión de la entrada de las personas. Si no eres capaz de distinguir el liderazgo de qué persona tiene un camino y cuál no, te engañarán fácilmente. Todo esto tiene relación directa con tu propia vida. Hay demasiada naturalidad en la obra de las personas no perfeccionadas; se mezcla con demasiada voluntad humana. Su ser es la naturalidad, con lo que nacieron. No es la vida después de haber sido tratado o la realidad después de haber sido transformado. ¿Cómo puede una persona así apoyar a los que están buscando la vida? La vida que el hombre tiene originalmente es su inteligencia o su talento innatos. Esta clase de inteligencia o talento están bastante alejados de las demandas exactas que Dios le hace al hombre. Si un hombre no ha sido perfeccionado y su carácter corrupto no ha sido podado o tratado, habrá una gran brecha entre lo que expresa y la verdad: lo que expresa estará mezclado con cosas vagas tales como su imaginación y experiencia unilateral. Además, independientemente de cómo obre, las personas sienten que no hay un objetivo general y ninguna verdad adecuada para la entrada de todas las personas. La mayoría de lo que se de manda a las personas supera sus habilidades, es como pedir peras al olmo. Esta es la obra de la voluntad humana. El carácter corrupto del hombre, sus pensamientos y nociones impregnan todas las partes de su cuerpo. El hombre no nace con el instinto de practicar la verdad ni tampoco tiene el instinto de entender directamente la verdad. Si se añade a eso el carácter corrupto del hombre, cuando esta clase de persona natural obra, ¿no causa interrupciones? Pero un hombre que ha sido perfeccionado tiene la experiencia de la verdad que las personas deben entender, y el conocimiento de su carácter corrupto, de modo que las cosas vagas e irreales en su obra disminuyan poco a poco, las adulteraciones humanas se reducen y su obra y servicio se acercan cada vez más a los estándares requeridos por Dios. Así, su obra ha entrado en la realidad de la verdad y también se ha vuelto realista. Los pensamientos en la mente del hombre en particular bloquean la obra del Espíritu Santo. El hombre tiene una imaginación rica, una lógica razonable y ha tenido una larga experiencia manejando asuntos. Si estos aspectos del hombre no sufren la poda y la corrección, todos son obstáculos para la obra. Por lo tanto, la obra del hombre no puede lograr el mayor grado de precisión, sobre todo la obra de las personas no perfeccionadas.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra de Dios y la obra del hombre

Palabras diarias de Dios  Fragmento 460

Necesitas tener un entendimiento de los múltiples estados en los que las personas estarán cuando el Espíritu Santo lleve a cabo obra en ellas. En particular, quienes se coordinan para servir a Dios deben tener una comprensión mucho mejor de estos estados. Si únicamente hablas de muchas experiencias o formas de lograr la entrada, eso demuestra que tu experiencia es demasiado parcial. Si no conoces tu verdadero estado y no comprendes los principios de la verdad, no es posible que logres un cambio de carácter. Si no conoces los principios de la obra del Espíritu Santo ni comprendes el fruto que produce, será difícil que puedas discernir la obra de los espíritus malignos. Debes poner al descubierto la obra de los espíritus malignos, así como las nociones del hombre, y penetrar directamente en el meollo del asunto; también debes señalar muchas de las desviaciones que ocurren en la práctica de las personas y los problemas que podrían tener en su fe en Dios, de modo que puedan reconocerlos. Como mínimo, no debes hacer que se sientan negativas o pasivas. Sin embargo, debes entender las dificultades que existen de un modo objetivo para la mayoría de las personas, no debes ser irracional ni “intentar enseñar a cantar a un cerdo”; esa conducta es insensata. Para resolver las muchas dificultades que experimentan las personas, primero debes comprender la dinámica de la obra del Espíritu Santo; debes comprender cómo el Espíritu Santo lleva a cabo obra en diferentes personas; debes tener un entendimiento de las dificultades que enfrentan las personas y de sus deficiencias, y debes distinguir los asuntos clave del problema y llegar a su origen, sin desviarte ni cometer ningún error. Solo esta clase de persona está calificada para coordinarse en servicio a Dios.

Que seas o no capaz de comprender los asuntos clave y ver claramente muchas cosas depende de tus experiencias individuales. La manera en la que experimentas es, también, la manera en la que guías a los demás. Si entiendes letras y doctrinas, llevarás a los demás a entender letras y doctrinas. La forma en la que experimentas la realidad de las palabras de Dios es la forma en la que guiarás a otros para que logren entrar en la realidad de las declaraciones de Dios. Si eres capaz de comprender muchas verdades y obtener una percepción clara de muchas cosas a partir de las palabras de Dios, entonces eres capaz de guiar a los demás para que también entiendan muchas verdades, y aquellos a quienes guíes tendrán un entendimiento claro de las visiones. Si te enfocas en comprender sentimientos sobrenaturales, aquellos a los que guíes harán lo mismo. Si descuidas la práctica, y, en cambio, pones énfasis en la discusión, aquellos a los que guíes también se enfocarán en la discusión y no practicarán en absoluto ni lograrán transformación alguna en su carácter; solo serán entusiastas de manera superficial, sin haber puesto en práctica ninguna verdad. Todas las personas proveen a los demás con lo que ellas poseen. La clase de persona que alguien es determina la senda a la que guía a los demás, así como el tipo de persona a la que guía. Para ser verdaderamente apto para ser usado por Dios, no solo debes tener una aspiración, sino que también necesitas una gran cantidad de esclarecimiento por parte de Dios, la guía de Sus palabras, la experiencia de ser tratado por Él y el refinamiento de Sus palabras. Con esto como base, en tiempos normales debéis prestar atención a vuestras observaciones, pensamientos, reflexiones y conclusiones, y participar en la absorción o eliminación, según corresponda. Todas estas son sendas para vuestra entrada en la realidad, y cada una de ellas es indispensable. Esta es la forma en la que Dios obra. Si entras en este método a través del cual Dios obra, todos los días puedes tener oportunidades para que Él te perfeccione. Y, en cualquier momento, independientemente de si tu entorno es duro o favorable, de si estás siendo probado o tentado, de si estás trabajando o no, y de si estás viviendo la vida como un individuo o como parte de un colectivo, siempre encontrarás oportunidades para ser perfeccionado por Dios, sin perder jamás ni una sola de ellas. Serás capaz de descubrirlas todas y, de esta forma, habrás encontrado el secreto para experimentar las palabras de Dios.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Con qué debería estar equipado un pastor adecuado

Palabras diarias de Dios  Fragmento 461

Hoy en día, muchas personas no reparan en qué lecciones hay que aprender al coordinarse con otras. He descubierto que muchos no aprendéis ninguna lección al coordinaros con los demás; la mayoría se aferra a sus puntos de vista. En el trabajo en la iglesia, tú haces una observación, otro hace la suya y no guardan relación entre ellas; en realidad no cooperáis en absoluto. Todos estáis muy concentrados nada más que en comunicar vuestras ideas o en liberar vuestras “cargas” internas sin buscar la vida en lo más mínimo. Parece que simplemente trabajas sin interés, creyendo siempre que debes seguir tu propia senda independientemente de lo que digan o hagan otros; piensas que debes enseñar a medida que te guíe el Espíritu Santo, sean cuales sean las circunstancias de los demás. No sois capaces de descubrir las fortalezas de los demás ni de examinaros a vosotros mismos. Vuestra aceptación de las cosas es verdaderamente pervertida y errada. Puede afirmarse que todavía demostráis mucha santurronería, como si hubierais recaído en esa antigua enfermedad. No os comunicáis de manera que lleguéis a abriros del todo, por ejemplo, acerca del resultado que habéis conseguido trabajando en ciertas iglesias o sobre la situación reciente de tu estado interno, etc.; simplemente nunca comunicáis esas cosas. No os interesan nada prácticas tales como las de descartar vuestras propias nociones o renunciar a vosotros mismos. Los líderes y colaboradores únicamente piensan en cómo impedir que sus hermanos y hermanas sean negativos y en cómo darles la capacidad de seguir con dinamismo. Sin embargo, todos pensáis que seguir con dinamismo es suficiente de por sí y, fundamentalmente, no entendéis lo que significa conoceros y renunciar a vosotros mismos, y mucho menos comprendéis lo que significa servir coordinadamente con otros. Solo pensáis en tener voluntad para retribuir el amor de Dios, de tener voluntad para vivir a la manera de Pedro. Aparte de estas cosas, no pensáis en nada más. Tú incluso dices que, hagan lo que hagan los demás, no te someterás a ciegas y que, sean como sean otras personas, aspirarás a ser perfeccionado por Dios y eso bastará. El caso, no obstante, es que tu voluntad no ha encontrado ninguna expresión concreta en la realidad. ¿No son todas estas cosas el tipo de conducta que exhibís vosotros en la actualidad? Cada uno se aferra a su idea y todos deseáis ser perfeccionados. Veo que habéis servido mucho tiempo sin haber progresado demasiado; en concreto, ¡en esta lección de trabajar juntos en armonía no habéis logrado absolutamente nada! Cuando tú entras en las iglesias, te comunicas a tu modo y otros, al suyo. Rara vez se produce una coordinación armoniosa, lo que es aún más cierto entre los subordinados que te siguen. Es decir, rara vez alguno de vosotros entiende qué es servir a Dios o cómo hay que servirlo. Estáis confundidos y consideráis estas lecciones insignificantes. Incluso hay muchas personas que no solo no practican este aspecto de la verdad, sino que, además, actúan mal a sabiendas. Hasta aquellos que han servido muchos años riñen y conspiran unos contra otros y son celosos y competitivos; cada uno va a lo suyo y no cooperan en absoluto. ¿No representan todas estas cosas la estatura real que tenéis? Vosotros, que servís juntos a diario, sois como los israelitas, que servían directamente a Dios en el templo todos los días. ¿Cómo puede ser que vosotros, que servís a Dios, no tengáis ni idea de cómo coordinar ni de cómo servir?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Servid como lo hacían los israelitas

Palabras diarias de Dios  Fragmento 462

Lo que os exijo hoy —que trabajéis juntos en armonía— es similar al servicio que Jehová exigía a los israelitas: de no ser así, simplemente dejar de hacer servicio. Dado que sois personas que servís a Dios directamente, como mínimo debéis ser capaces de demostrar lealtad y sumisión en el servicio y también de aprender lecciones de manera práctica. Especialmente aquellos que trabajáis en la iglesia, ¿alguno de vuestros hermanos y hermanas subordinados se atrevería a vérselas con vosotros? ¿Se atrevería alguien a deciros vuestros errores a la cara? Estáis muy por encima de los demás; ¡reináis como monarcas! Ni siquiera estudiáis ni os adentráis en este tipo de lecciones prácticas, ¡pero seguís hablando de servir a Dios! En la actualidad se te pide que dirijas varias iglesias, pero no solo no te das por vencido, sino que incluso te aferras a tus nociones y opiniones y afirmas cosas como: “Creo que esto debe hacerse de esta manera, ya que Dios ha dicho que no debemos estar cohibidos por otros y que hoy en día no debemos someternos ciegamente”. Por lo tanto, cada uno se aferra a su opinión y no os obedecéis unos a otros. Aunque tenéis claro que vuestro servicio se encuentra en un callejón sin salida, pese a ello decís: “A mi parecer, mi camino no está totalmente equivocado. En cualquier caso, cada uno de nosotros defiende una cosa: tú hablas de lo tuyo y yo hablo de lo mío; tú compartes tus perspectivas y yo hablo de mi entrada”. Nunca os responsabilizáis de las muchas cosas que hay que tratar o, sencillamente, cada cual se conforma con desahogar sus opiniones y proteger con prudencia su estatus, reputación e imagen. Ninguno está dispuesto a humillarse y ninguna de las partes tomará la iniciativa de entregarse a subsanar los defectos de los demás para que la vida evolucione más deprisa. Cuando coordináis juntos, deberíais aprender a buscar la verdad. Podéis decir: “No tengo un claro entendimiento de este aspecto de la verdad. ¿Qué experiencia tienes tú con ello?”. O podéis decir: “Tú tienes más experiencia que yo en este aspecto; ¿podrías guiarme, por favor?”. ¿No sería esa una buena manera de ocuparse de ello? Habéis oído multitud de sermones y tenéis algo de experiencia con hacer servicio. Si no aprendéis unos de otros, os ayudáis y subsanáis los defectos de los demás cuando hacéis obra en las iglesias, entonces, ¿cómo vais a aprender ninguna lección? Cada vez que afrontéis algo, debéis hablar unos con otros para que vuestras vidas se beneficien. Además, deberíais hablar detenidamente de todo tipo de cosas antes de tomar decisiones. Ese es el único modo de responsabilizarse de la iglesia, en vez de limitarse a actuar sin interés. Tras visitar todas las iglesias, debéis reuniros a hablar de todos los asuntos que descubráis y de cualquier problema de trabajo, y luego comunicar el esclarecimiento y la iluminación que hayáis recibido; esta es una práctica de servicio indispensable. Debéis conseguir una cooperación armoniosa a efectos de la obra de Dios, para beneficio de la iglesia y para estimular a vuestros hermanos y hermanas. Debéis coordinaros con otros, corrigiéndoos mutuamente y alcanzando un mejor resultado de trabajo, con el fin de atender a la voluntad de Dios. Esta es la verdadera cooperación y solo aquellos que se dediquen a ella lograrán la verdadera entrada. Mientras cooperas, puede que algunas de tus palabras sean inadecuadas, pero no importa. Háblalo después y hazte una idea clara; no lo descuides. Cuando lo hayas hablado, podrás subsanar los defectos de tus hermanos o hermanas. Esta manera de profundizar cada vez más en tu trabajo es lo que te permitirá lograr mejores resultados. Cada uno de vosotros, como personas que sirven a Dios, debe ser capaz de defender los intereses de la iglesia en todo lo que haga, en lugar de tener en cuenta únicamente sus propios intereses. Es inaceptable actuar en solitario, desestabilizándoos unos a otros. ¡Las personas que se comportan así no son aptas para servir a Dios! Esas personas tienen un carácter horrendo; no les queda ni un ápice de calidad humana. ¡Son cien por cien Satanás! ¡Son bestias! Todavía siguen ocurriendo esas cosas entre vosotros; incluso llegáis a atacaros al hablar, buscando pretextos a propósito mientras se os enciende el rostro al discutir algún asunto trivial, sin nadie dispuesto a hacerse a un lado, y con todos ocultando lo que piensan a los demás mientras miran fijamente a la otra parte y están siempre en guardia. ¿Es este tipo de carácter propio del servicio a Dios? ¿Es posible que un trabajo como el vuestro provea algo a vuestros hermanos y hermanas? Tú no solo no sabes guiar a la gente hacia una trayectoria vital correcta, sino que, de hecho, infundes tus actitudes corruptas en tus hermanos y hermanas. ¿No estás perjudicando a terceros? Tu conciencia es horrible ¡y está podrida por dentro! No entras en la realidad ni pones en práctica la verdad. Además, exhibes descaradamente tu naturaleza diabólica ante los demás. Sencillamente, ¡no conoces la vergüenza! Se te han encomendado estos hermanos y hermanas, pero los estás llevando al infierno. ¿No eres de esas personas cuya conciencia se ha podrido? ¡No tienes absolutamente ninguna vergüenza!

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Servid como lo hacían los israelitas

Palabras diarias de Dios  Fragmento 463

¿Puedes comunicar el carácter expresado por Dios en cada era de una manera concreta, en un lenguaje que trasmita adecuadamente la importancia de dicha era? ¿Puedes tú, que experimentas la obra de Dios de los últimos días, describir en detalle el carácter justo de Dios? ¿Puedes dar testimonio del carácter de Dios de manera precisa y clara? ¿Cómo transmitirás lo que has visto y experimentado a esos creyentes religiosos lastimosos, pobres y devotos, hambrientos y sedientos de justicia, y que están esperando a que tú los pastorees? ¿Qué tipo de personas están esperando a que tú las pastorees? ¿Puedes imaginarlo? ¿Eres consciente de la carga que llevas a cuestas, de tu comisión y tu responsabilidad? ¿Dónde está tu sentido de misión histórica? ¿Cómo servirás adecuadamente como señor en la próxima era? ¿Tienes un fuerte sentido del señorío? ¿Cómo describirías al señor de todas las cosas? ¿Es realmente el señor de todas las criaturas vivientes y todas las cosas físicas del mundo? ¿Qué planes tienes para el progreso de la siguiente fase de la obra? ¿Cuántas personas están esperando a que seas su pastor? ¿Es pesada tu tarea? Son pobres, lastimosos, ciegos, están confundidos, lamentándose en las tinieblas: ¿dónde está el camino? ¡Cómo anhelan que la luz, como una estrella fugaz, descienda repentinamente y disperse a las fuerzas de la oscuridad que han oprimido a los hombres durante tantos años! ¿Quién puede conocer el alcance total de la ansiedad con la que esperan, y cómo anhelan día y noche esto? Incluso cuando la luz les pase por delante, estas personas que sufren profundamente permanecen encarceladas en una mazmorra oscura, sin esperanza de liberación; ¿cuándo dejarán de llorar? Es terrible la desgracia de estos espíritus frágiles que nunca han tenido reposo y han estado mucho tiempo atrapados en este estado por ataduras despiadadas e historia congelada. Y ¿quién ha oído los sonidos de sus gemidos? ¿Quién ha contemplado su estado miserable? ¿Has pensado alguna vez cuán afligido e inquieto está el corazón de Dios? ¿Cómo puede soportar Él ver a la humanidad inocente, que creó con Sus propias manos, sufriendo tal tormento? Después de todo, los seres humanos son las víctimas que han sido envenenadas. Y, aunque el hombre ha sobrevivido hasta hoy, ¿quién habría sabido que el maligno envenenó a la humanidad hace mucho tiempo? ¿Has olvidado que eres una de las víctimas? ¿No estás dispuesto a esforzarte por salvar a estos sobrevivientes por tu amor a Dios? ¿No estás dispuesto a dedicar toda tu energía para retribuir a Dios, que ama a la humanidad como a Su propia carne y sangre? A fin de cuentas, ¿cómo interpretarías el ser usado por Dios para vivir tu vida extraordinaria? ¿Tienes realmente la determinación y la confianza para vivir la vida llena de sentido de una persona piadosa y que sirve a Dios?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Cómo deberías ocuparte de tu misión futura?

Palabras diarias de Dios  Fragmento 464

Las personas creen en Mí, pero son incapaces de dar testimonio de Mí ni pueden testificar por Mí antes de que Yo mismo me dé a conocer. Las personas solo ven que sobrepaso a las criaturas y a todos los hombres santos y que la obra que Yo hago no pueden hacerla los hombres. Así, desde los judíos hasta las personas de la actualidad, todos los que contemplan Mis gloriosas acciones han estado llenos de simple curiosidad hacia Mí, y la boca de ninguna criatura ha podido dar testimonio de Mí. Solo Mi Padre dio testimonio de Mí e hizo un camino para Mí entre todas las criaturas. Si no lo hubiera hecho, sin importar cómo Yo obrara, el hombre nunca habría sabido que Yo soy el Señor de la creación, porque el hombre solo sabe tomar cosas de Mí y no tiene fe en Mí a consecuencia de Mi obra. El hombre solo me conoce porque soy inocente y no tengo nada de pecador, porque puedo explicar muchos misterios, porque estoy por encima de la multitud o porque el hombre se ha beneficiado mucho de Mí, sin embargo, pocos creen que Yo soy el Señor de la creación. Es por eso que digo que el hombre no sabe por qué tiene fe en Mí; no sabe el propósito o la importancia de tener fe en Mí. La realidad del hombre es deficiente, de tal manera que es apenas apto para dar testimonio de Mí. Tenéis muy poca fe verdadera y habéis obtenido muy poco, así que tenéis poco testimonio. Además, entendéis muy poco y carecéis de mucho, de tal manera que casi no sois aptos para dar testimonio de Mis acciones. Vuestra resolución es en efecto considerable, pero ¿estáis seguros de que podréis testificar con éxito sobre la esencia de Dios? Lo que habéis experimentado y visto excede a lo que experimentaron y vieron los santos y profetas de todas las eras, pero ¿sois capaces de dar un testimonio mayor que las palabras de estos santos y profetas de tiempos pasados? Lo que Yo os otorgo ahora excede a Moisés y eclipsa a David, así que, de la misma manera, Yo pido que vuestro testimonio exceda a Moisés y que vuestras palabras sean mayores que David. Os doy cien veces más, así que de igual manera os pido que vuestra retribución sea consecuente. Debéis saber que Yo soy quien otorga vida a la humanidad y sois vosotros los que recibís vida de Mí y debéis dar testimonio de Mí. Este es vuestro deber el cual envío sobre vosotros y el cual vosotros debéis hacer por Mí. Os he otorgado toda Mi gloria, os he otorgado la vida que el pueblo escogido, los israelitas, nunca recibió. Es justo que debáis dar testimonio de Mí y dedicarme vuestra juventud y rendirme vuestra vida. A quien quiera que Yo le otorgue Mi gloria dará testimonio de Mí y dará su vida por Mí. Esto ha sido predestinado por Mí desde hace mucho. Es vuestra buena fortuna que Yo os otorgue Mi gloria y vuestro deber es testificar para Mi gloria. Si creyerais en Mí solo para obtener bendiciones, entonces Mi obra tendría poca relevancia y no estaríais cumpliendo vuestro deber. Los israelitas solo vieron Mi misericordia, amor y grandeza y los judíos solo fueron testigos de Mi paciencia y redención. Solo vieron muy muy poco de la obra de Mi Espíritu, hasta el punto de que entendieron escasamente una diezmilésima parte de lo que habéis escuchado y visto. Lo que vosotros habéis visto excede incluso lo que los sumos sacerdotes vieron entre ellos. Las verdades que entendéis hoy sobrepasan las de ellos; lo que habéis visto hoy excede lo que se vio en la Era de la Ley, así como en la Era de la Gracia, y lo que habéis experimentado sobrepasa incluso lo de Moisés y Elías. Porque lo que los israelitas entendieron solo fue la ley de Jehová y lo que vieron solo fue la espalda de Jehová; lo que los judíos entendieron solo fue la redención de Jesús, lo que recibieron solo fue la gracia que Jesús les otorgó y lo que vieron solo fue la imagen de Jesús dentro de la casa de los judíos. Lo que vosotros veis este día es la gloria de Jehová, la redención de Jesús y todas Mis acciones de hoy. Entonces también habéis oído las palabras de Mi Espíritu, apreciado Mi sabiduría y llegado a conocer Mis maravillas y aprendido sobre Mi carácter. También os he dicho todo Mi plan de gestión. Lo que habéis visto no es solo a un Dios amoroso y misericordioso, sino un Dios lleno de justicia. Habéis visto Mi maravillosa obra y habéis sabido que reboso majestad e ira. Además, sabéis que una vez hice descender Mi furia rabiosa sobre la casa de Israel y que hoy, esta ha caído sobre vosotros. Entendéis más de Mis misterios en el cielo que Isaías y Juan; sabéis más de Mi belleza y honorabilidad que todos los santos de eras pasadas. Lo que habéis recibido no son solamente Mi verdad, Mi camino y Mi vida, sino una visión y una revelación mayores que las de Juan. Entendéis muchos más misterios y también habéis contemplado Mi auténtico rostro; habéis aceptado más de Mi juicio y conocido más de Mi carácter justo. Y así, aunque nacisteis en los últimos días, vuestro entendimiento es el de antiguo y el del pasado; y también habéis experimentado las cosas de hoy, y todo esto lo hice Yo personalmente. Lo que Yo pido de vosotros no es excesivo, porque os he dado mucho y habéis visto mucho en Mí. Así, os pido que deis testimonio de Mí a los santos de eras pasadas, y este es el único deseo de Mi corazón.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Qué sabes de la fe?

Palabras diarias de Dios  Fragmento 465

Ahora, ¿realmente sabes por qué crees en Mí? ¿Sabes realmente el propósito y la relevancia de Mi obra? ¿Realmente conoces tu deber? ¿Conoces realmente Mi testimonio? Si solamente crees en Mí, pero no hay señales de Mi gloria o testimonio en ti, entonces hace mucho que te he descartado. En cuanto a los que lo saben todo, aún más son aguijones en Mis ojos, y en Mi casa solamente son obstáculos en Mi camino, son cizaña que ha de ser completamente aventada en Mi obra, sin el menor uso, no valen nada y hace mucho los he aborrecido. A menudo Mi ira cae sobre todos los que están privados de testimonio, y Mi vara nunca se aparta de ellos. Hace mucho los he dejado en manos del maligno, están privados de Mis bendiciones. Cuando llegue el día, su castigo va a ser mucho más doloroso que el de las mujeres necias. Hoy solo hago la obra que es Mi deber hacer; voy a atar todo el trigo en manojos, a la par que lo hago con esa cizaña. Esta es Mi obra hoy. Esa cizaña toda será aventada afuera en el tiempo en que Yo la aviente, después los granos de trigo serán recogidos en el granero y esas cizañas que han sido aventadas serán puestas en el fuego para ser quemadas hasta que sean polvo. Mi obra ahora es solamente unir a todos los hombres en manojos, es decir, para conquistarlos completamente. Después comenzaré a aventar para revelar el fin de todos los hombres. Y entonces debes saber cómo debes satisfacerme ahora y cómo te debes embarcar en el camino correcto de tu fe en Mí. Lo que deseo ahora es tu lealtad y obediencia, tu amor y tu testimonio. Incluso si en este momento no sabes lo que es el testimonio o lo que es el amor, debes entregarte por entero a Mí y entregarme los únicos tesoros que tienes: tu lealtad y tu obediencia. Debes saber que el testimonio de Mi derrota de Satanás está en la lealtad y la obediencia del hombre, del mismo modo que lo hace Mi testimonio de Mi conquista completa del hombre. El deber de tu fe en Mí es dar testimonio de Mí, ser leal a Mí y a ningún otro, y ser obediente hasta el final. Antes de que Yo comience el siguiente paso de Mi obra, ¿cómo darás testimonio de Mí? ¿Cómo serás leal y obediente a Mí? ¿Dedicas toda tu lealtad a tu función o simplemente te rendirás? ¿Preferirías someterte a cada arreglo mío (aunque sea muerte o destrucción) o huir a mitad de camino para evitar Mi castigo? Te castigo para que des testimonio de Mí y seas leal y obediente a Mí. Es más, el castigo presente es para dar inicio al siguiente paso de Mi obra y permitir que esta progrese sin obstáculos. Por lo tanto, te exhorto a que seas sabio y a que no trates tu vida o la importancia de tu existencia como arena sin ningún valor. ¿Puedes saber exactamente cuál será Mi obra por venir? ¿Sabes cómo voy a obrar en los días por venir y cómo Mi obra se desarrollará? Debes saber la relevancia de tu experiencia de Mi obra y, además, la relevancia de tu fe en Mí. He hecho tanto; ¿cómo podría rendirme a medio camino, como tú lo imaginas? He hecho una obra tan extensa; ¿cómo podría destruirla? En efecto, he venido para dar fin a esta era. Esto es cierto, pero además debes saber que voy a comenzar una nueva era, a comenzar una nueva obra y, sobre todo, a difundir el evangelio del reino. Así que debes saber que la obra presente es solo para comenzar una era y sentar los cimientos para difundir el evangelio en el futuro y poner fin a la era en el futuro. Mi obra no es tan sencilla como piensas, ni es tan inútil y sin sentido como crees. Por lo tanto, todavía debo decirte: debes entregar tu vida a Mi obra y, más aún, te tienes que dedicar a Mi gloria. Hace mucho que he anhelado que des testimonio de Mí e incluso aún más que esparzas Mi evangelio. Debes entender lo que hay en Mi corazón.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Qué sabes de la fe?

Palabras diarias de Dios  Fragmento 466

Aunque vuestra fe es muy sincera, ninguno de vosotros es capaz de hacer un relato completo sobre Mí, ninguno puede dar un testimonio completo de todos los hechos que veis. Pensad en ello; hoy, la mayoría de vosotros sois negligentes en vuestras obligaciones, en su lugar buscáis la carne, la saciáis y disfrutáis de ella con avidez. Poseéis poca verdad. ¿Cómo podéis entonces dar testimonio de todo lo que habéis visto? ¿Confiáis realmente en que podéis ser Mis testigos? Si llega un día en el que eres incapaz de dar testimonio a todos de lo que has visto hoy, entonces habrás perdido la función de los seres creados, y no habrá ningún sentido en absoluto en tu existencia. Serás indigno de ser un humano. ¡Se podría decir incluso que no serás humano! He hecho incalculable obra en vosotros, pero debido a que actualmente no estas aprendiendo nada, no eres consciente de nada y no eres efectivo en tus labores, cuando sea el momento de que Yo expanda Mi obra, te limitarás a quedarte mirando inexpresivo, con la lengua trabada y totalmente inútil. ¿Acaso no hará eso de ti un pecador para todos los tiempos? Cuando llegue ese momento, ¿no sentirás el arrepentimiento más profundo? ¿No te hundirás en el abatimiento? No estoy haciendo toda esta obra ahora por ociosidad y aburrimiento, sino para sentar las bases para Mi obra futura. No se trata de que Yo esté en un punto muerto y necesite inventarme algo nuevo. Debes entender la obra que llevo a cabo; esto no es un juego de niños, sino una obra hecha en representación de Mi Padre. Debéis saber que no soy Yo quien hace todo esto por Mí mismo, en su lugar represento a Mi Padre. Entretanto, vuestro papel es estrictamente seguir, obedecer, cambiar y testificar. Lo que debéis entender es por qué debéis creer en Mí; esta es la pregunta más importante que cada uno de vosotros debe entender. Mi Padre, por el bien de Su gloria, os predestinó a todos vosotros para Mí desde el momento en que creó el mundo. No fue para otra cosa que por el bien de Mi obra y por el bien de Su gloria que Él os predestinó. Es por causa de Mi Padre que creéis en Mí; es por causa de la predestinación de Mi Padre que me seguís. Nada de esto es decisión vuestra. Es más importante aún que entendáis que sois aquellos que Mi Padre me ha concedido con el propósito de que deis testimonio de Mí. Como Él os entregó a Mí, debéis respetar permanecer en los caminos que os concedo, así como los caminos y las palabras que os enseño, porque es vuestra obligación respetar Mis caminos. Este es el propósito original de vuestra fe en Mí. Por tanto, os digo esto: sois simplemente personas que Mi Padre me concedió para que respetasen Mis caminos. Sin embargo, sólo creéis en Mí; no sois de Mí porque no sois de la familia israelita, y más bien sois de la calaña de la serpiente antigua. Todo lo que os estoy pidiendo es que deis testimonio de Mí, pero hoy debéis andar por Mis caminos. Todo esto es en aras del testimonio futuro. Si sólo funcionáis como personas que escuchan Mis caminos, entonces no tendréis ningún valor y el sentido de que Mi Padre os entregara a Mí se perderá. Lo que insisto en deciros es esto: debéis andar por Mis caminos.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Cuál es tu entendimiento de Dios?

Palabras diarias de Dios  Fragmento 467

¿Cómo está obrando el Espíritu Santo dentro de la iglesia actualmente? ¿Tienes un conocimiento firme de esta cuestión? ¿Cuáles son las mayores dificultades de tus hermanos y hermanas? ¿De qué carecen más? Actualmente, algunas personas son negativas cuando se someten a las pruebas y algunas incluso se quejan. Otras personas ya no están avanzando, porque Dios ha terminado de hablar. Las personas no han entrado en la senda correcta de la creencia en Dios. No pueden vivir de forma independiente ni mantener su propia vida espiritual. Algunas personas siguen la corriente y buscan con energía, y están dispuestas a practicar cuando Dios habla, pero cuando Dios no habla, ya no avanzan más. Las personas siguen sin haber entendido la voluntad de Dios en sus corazones y no sienten un amor espontáneo por Él; siguieron a Dios en el pasado porque las obligaron. Ahora, algunas personas están cansadas de la obra de Dios. ¿Acaso no están en peligro? Muchas personas se encuentran en el estado de arreglárselas como pueden. Aunque comen y beben las palabras de Dios y oran a Él, lo hacen todo a medias y ya no tienen el deseo que una vez tuvieron. La mayoría de las personas no están interesadas en la obra de refinamiento y perfección de Dios y, ciertamente, es como si nunca tuvieran un impulso interno. Cuando las transgresiones las superan no se sienten en deuda con Dios, no tienen la conciencia para sentir remordimientos. No buscan la verdad ni dejan la Iglesia, sino que solo buscan placeres pasajeros. ¡Estas personas son insensatas, verdaderamente estúpidas! ¡Cuando llegue el momento, serán todos echados fuera, y no se salvará ni uno! ¿Piensas que si alguien se ha salvado una vez se salvará siempre? ¡Esta creencia es puro engaño! Todos los que no buscan entrar en la vida serán castigados. La mayoría de las personas no tienen absolutamente ningún interés en entrar en la vida, en las visiones ni en poner en práctica la verdad. No buscan entrar y, sin duda, no persiguen entrar en mayor profundidad. ¿No se están destruyendo a sí mismas? Justo ahora, hay un grupo de personas cuyas condiciones están mejorando constantemente. Cuanto más obra el Espíritu Santo, más confianza obtienen; cuanto más experimentan, más sienten el profundo misterio de la obra de Dios. Cuanto mayor es la profundidad a la que entran, más entienden. Sienten que el amor de Dios es tan grande y se sienten seguros y esclarecidos en su interior. Tienen un entendimiento de la obra de Dios. Estas son las personas en quienes el Espíritu Santo está obrando. Algunas personas dicen: “Aunque no hay nuevas palabras de Dios, debo seguir buscando entrar más profundamente en la verdad, en mi experiencia real debo ser serio en todo y entrar en la realidad de las palabras de Dios”. Esta clase de persona posee la obra del Espíritu Santo. Aunque Dios no muestre Su rostro, se oculte de cada persona, y aunque no pronuncie una palabra, y haya ocasiones en las que las personas experimenten algún refinamiento interno, Dios no ha abandonado por completo a las personas. Si una persona no puede conservar la verdad que debería llevar a cabo, no tendrá la obra del Espíritu Santo. Durante el período de refinamiento, en el que Dios no se muestra a Sí mismo, si no tienes confianza y te encoges de miedo, si no te centras en experimentar Sus palabras, entonces estarás huyendo de la obra de Dios. Después, serás uno de los que son expulsados. Quienes no buscan entrar en la palabra de Dios no pueden mantenerse en absoluto como testigos Suyos. Las personas que son capaces de dar testimonio por Dios y satisfacer Su voluntad dependen por completo de su empuje por buscar las palabras de Dios. La obra que Él lleva a cabo en las personas es, principalmente, permitirles que obtengan la verdad; hacer que busques la vida es para perfeccionarte, y todo esto es para hacerte adecuado al uso de Dios. Lo único que buscas ahora es oír misterios, escuchar las palabras de Dios, alegrarte la vista y echar un vistazo a tu alrededor para ver si hay alguna novedad o tendencia, y así satisfacer tu curiosidad. Si este es el propósito en tu corazón, entonces no hay forma de que cumplas las exigencias de Dios. Quienes no buscan la verdad no pueden seguir hasta el final. Ahora mismo, no es que Dios no esté haciendo nada, sino que las personas no están cooperando con Él, porque están cansadas de Su obra. Solo quieren oír las palabras que Él pronuncia para conceder bendiciones y no están dispuestas a escuchar las palabras de Su juicio y castigo. ¿A qué se debe esto? La razón es que el deseo de las personas de obtener bendiciones no se ha cumplido y, por tanto, se han vuelto negativas y débiles. No es que Dios no permita deliberadamente que las personas lo sigan, ni que Él esté repartiendo golpes a la humanidad de manera intencionada. Las personas son negativas y débiles solo porque sus propósitos son inapropiados. Dios es el Dios que da vida al hombre, y Él no puede traer al hombre a la muerte. Las personas provocan su propia negatividad, debilidad y reincidencia.

La obra actual de Dios otorga algún refinamiento a las personas, y solo quienes pueden mantenerse firmes mientras reciben este refinamiento obtendrán la aprobación de Dios. Independientemente de cómo se oculte Él, ya sea al no hablar o no obrar, puedes seguir buscando con vigor. Aunque Dios dijera que te rechazaría, tú continuarás siguiéndolo. Esto es mantenerse firme en el testimonio de Dios. Si Él se oculta de ti y dejas de seguirlo, ¿es esto mantenerte firme en el testimonio de Dios? Si las personas no entran de verdad, entonces no tienen una estatura real, y cuando se enfrenten realmente a una gran prueba, tropezarán. Cuando Dios no está hablando, o lo que está haciendo no está en sintonía con tus propias nociones, te vienes abajo. Si Dios estuviera actuando en la actualidad de acuerdo con tus propias nociones, si Él estuviera satisfaciendo tu voluntad y tú fueras capaz de levantarte y de buscar con energía, ¿sobre qué fundamento estarías viviendo entonces? ¡Yo digo que muchas personas solo viven de manera que depende completamente de la curiosidad humana! En el fondo de su corazón no tienen la intención de buscar en absoluto. Todos los que no buscan entrar en la verdad, sino que confían en su propia curiosidad en la vida, ¡son personas despreciables y están en peligro! Las diversas clases de obra de Dios se llevan a cabo todas para perfeccionar a la humanidad. Sin embargo, las personas son siempre curiosas, les gusta preguntar sobre los rumores, se preocupan por los temas de actualidad en el extranjero —por ejemplo, tienen curiosidad sobre lo que ocurre en Israel, o si hubo un terremoto en Egipto—, siempre en busca de algo nuevo, de cosas novedosas para satisfacer sus deseos egoístas. No buscan la vida ni ser perfeccionados. Solo buscan que el día de Dios llegue antes para que su hermoso sueño pueda hacerse realidad, y que sus extravagantes deseos se cumplan. Esta clase de persona no es práctica; son personas con una perspectiva inapropiada. Solo la búsqueda de la verdad es el fundamento de la creencia de la humanidad en Dios, y si las personas no buscan la entrada en la vida, si no buscan satisfacer a Dios, se verán sometidas al castigo. Los que deben ser castigados son los que no han tenido la obra del Espíritu Santo durante el tiempo de obra de Dios.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Debes mantener tu lealtad a Dios

Palabras diarias de Dios  Fragmento 468

¿Cómo deberían cooperar las personas con Dios durante esta etapa de Su obra? Dios está probando a las personas actualmente. Él no está pronunciando una palabra, sino que se está ocultando y no está contactando directamente con las personas. Desde fuera, parece que Él no está haciendo ninguna obra, pero la verdad es que Él sigue obrando en el hombre. Todos los que buscan entrar en la vida tienen una visión para su búsqueda de la vida y no tienen dudas, aunque no entiendan plenamente la obra de Dios. Mientras te sometes a las pruebas, aunque no sepas qué quiere hacer Dios ni la obra que desea cumplir, deberías saber que los propósitos de Dios para la humanidad son siempre buenos. Si lo buscas con un corazón sincero, Él nunca te dejará y, al final, te perfeccionará seguramente y traerá a las personas a un destino apropiado. Al margen de cómo esté Dios poniendo a prueba a las personas en la actualidad, llegará el día en el que les proporcionará el desenlace apropiado, y les dará la retribución adecuada en base a lo que hayan hecho. Dios no guiará a las personas hasta un determinado punto para después dejarlas sencillamente a un lado e ignorarlas. Esto se debe a que Él es un Dios fiel. En esta etapa, el Espíritu Santo está realizando la obra de refinamiento. Está refinando a cada persona. En las etapas de la obra que constituyeron las pruebas de la muerte y la del castigo, el refinamiento se realizaba por medio de palabras. Para que las personas experimenten la obra de Dios, deben entender primero Su obra actual y cómo debería colaborar la humanidad. De hecho, esto es algo que todos deberían entender. Independientemente de lo que Dios haga, se trate de refinamiento o, aunque no hable, ni un solo paso de Su obra está en línea con los conceptos de la humanidad. Cada paso de Su obra hace añicos y derrumba las nociones de las personas. Esta es Su obra. Pero debes creer que, como la obra de Dios ha alcanzado una determinada etapa, pase lo que pase Él no hará que toda la humanidad perezca. Él da promesas y bendiciones a la humanidad, y todos aquellos que lo buscan podrán obtener Sus bendiciones, mientras que Dios descartará a quienes no lo hagan. Esto depende de tu búsqueda. Pase lo que pase, debes creer que, cuando la obra de Dios haya concluido, cada persona tendrá un destino adecuado. Dios ha concedido hermosas aspiraciones a la humanidad, pero si las personas no las buscan, son inalcanzables. Deberías ser capaz de ver esto ahora: el refinamiento y el castigo de la gente por parte de Dios son Su obra; sin embargo, en el caso de las personas, ellas deben buscar en todo momento un cambio en el carácter. En tu experiencia práctica, debes saber primero cómo comer y beber las palabras de Dios; a partir de Sus palabras, debes averiguar en qué deberías entrar, cuáles son tus propias deficiencias, buscar la entrada en tu experiencia práctica y tomar la porción de las palabras de Dios que debería ponerse en práctica e intentar hacerlo. Comer y beber las palabras de Dios es un aspecto. Asimismo, la vida de la iglesia debe mantenerse, debes tener una vida espiritual normal, y ser capaz de entregar todos tus estados actuales a Dios. Independientemente de cómo cambie Su obra, tu vida espiritual debería mantenerse normal. Una vida espiritual puede mantener tu entrada normal. Al margen de lo que Dios haga, debes continuar tu vida espiritual sin interrupción y cumplir con tu deber. Esto es lo que las personas deberían hacer. Todo ello es la obra del Espíritu Santo, pero, mientras que para los que tienen una condición normal esto es la perfección, para los que tienen una condición anormal, es una prueba. En la etapa actual de la obra de refinamiento del Espíritu Santo, algunas personas dicen que la obra de Dios es muy extraordinaria y que las personas necesitan absolutamente el refinamiento, porque de otro modo su estatura será demasiado pequeña, y no tendrán forma de alcanzar la voluntad de Dios. Sin embargo, para los que no están en un buen estado, esto se convierte en una excusa para no buscar a Dios, para no asistir a las reuniones ni comer y beber la palabra de Dios. En la obra de Dios, no importa lo que Él haga o qué cambios efectúe, las personas deben mantener una vida espiritual normal básica. Quizás no hayas sido poco estricto en esta etapa actual de tu vida espiritual, pero sigues sin haber ganado mucho y no has recogido mucha cosecha. Bajo esta clase de circunstancias, aún debes seguir las reglas; debes ceñirte a estas normas para no sufrir pérdidas en tu vida, y satisfacer la voluntad de Dios. Si tu vida espiritual es anormal, no puedes entender la obra actual de Dios y siempre sientes que es del todo incompatible con tus propias nociones y, aunque estás dispuesto a seguirlo, te falta el empuje interno. Así que, independientemente de lo que Dios esté haciendo en la actualidad, las personas deben cooperar. Si las personas no colaboran, el Espíritu Santo no puede realizar Su obra, y si las personas no tienen un corazón de cooperación, no pueden apenas ganar la obra del Espíritu Santo. Si quieres tener en ti la obra del Espíritu Santo, y obtener la aprobación de Dios, entonces debes mantener tu devoción original ante Él. Ahora, no es necesario que tengas un entendimiento más profundo, una teoría más elevada, o cosas similares: lo único que se exige es que defiendas la palabra de Dios sobre el fundamento original. Si las personas no colaboran con Dios ni buscan una entrada más profunda, Dios les quitará todas las cosas que una vez tuvieron. En su interior, las personas siempre tienen ansias de comodidad y preferirían disfrutar de lo que tienen a mano. Quieren conseguir las promesas de Dios sin pagar precio alguno. Estos son los pensamientos extravagantes que alberga la humanidad. Ganar la vida sin pagar un precio; pero ¿ha sido algo tan fácil alguna vez? Cuando alguien cree en Dios y busca entrar a la vida y un cambio en su carácter debe pagar un precio y alcanzar un estado en el que siempre siga a Dios sin importar lo que Él haga. Esto es algo que las personas deben hacer. Incluso si se sigue todo esto como una regla, uno debe atenerse a ello y, sin importar lo grandes que sean las pruebas, no se puede abandonar la relación normal con Dios. Se debe poder orar, mantener la vida de la iglesia y nunca dejar a los hermanos y hermanas. Cuando Dios te prueba, debes seguir buscando la verdad. Esto es el requisito mínimo para una vida espiritual. Que las personas deseen siempre buscar y luchar por cooperar con todas sus fuerzas ¿es algo que se puede hacer? Si las personas hacen que este sea su fundamento, podrán lograr discernimiento y entrar a la realidad. Es fácil aceptar la palabra de Dios cuando estás en una condición normal; en estas circunstancias, no resulta difícil practicar la verdad y sientes que la obra de Dios es extraordinaria. Pero si tus condiciones son pobres, no importa qué tan extraordinaria sea la obra de Dios y no importa qué tan bonito hable alguien, harás caso omiso. Cuando la persona está en una condición anormal, Dios no puede obrar en ella y no puede lograr los cambios en su carácter.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Debes mantener tu lealtad a Dios

Palabras diarias de Dios  Fragmento 469

Si las personas no tienen confianza alguna, no es fácil para ellas continuar por esta senda. Todos pueden ver ahora que la obra de Dios no está conforme en lo más mínimo con las nociones e imaginaciones de las personas. Dios ha hecho tanta obra y ha pronunciado tantas palabras y, aunque la gente reconozca que son la verdad, podría ser susceptible a que las nociones sobre Dios sugieran en ella. Si la gente desea comprender la verdad y ganarla, debe tener la confianza y la fuerza de voluntad para ser capaces de apoyar lo que ya han visto y lo que han obtenido en sus experiencias. Independientemente de lo que Dios haga en las personas, estas deben defender lo que ellas mismas poseen, ser sinceras ante Él, y serle fieles a Él hasta el final. Esta es la obligación de la humanidad. Las personas deben respetar aquello que deberían hacer. La creencia en Dios exige obediencia a Él y que se experimente Su obra. Él ha realizado mucha obra; se podría decir que, para las personas, todo es perfeccionamiento, refinamiento y, más aún, castigo. No ha habido un solo paso de la obra de Dios que haya estado en sintonía con las nociones humanas; lo que las personas han disfrutado son las duras palabras de Dios. Cuando Él venga, las personas deberían disfrutar de Su majestad y de Su ira. Sin embargo, por muy duras que sean Sus palabras, Él viene a salvar y a perfeccionar a la humanidad. Como criaturas, las personas deberían cumplir con los deberes que les corresponden, y mantenerse firmes en el testimonio de Dios en medio del refinamiento. En cada prueba deberían defender el testimonio correspondiente, y hacerlo de manera contundente por Dios. Una persona que hace esto es una vencedora. Independientemente de cómo te refine Dios, te mantienes lleno de confianza y nunca pierdes la confianza en Él. Haz lo que el hombre debería hacer. Esto es lo que Dios exige del hombre, y su corazón debería ser capaz de regresar por completo a Él y acudir a Él en cada momento. Esto es ser un vencedor. Aquellos a los que Dios alude como “vencedores” son los que siguen siendo capaces de mantenerse firmes en el testimonio y de conservar su confianza y su devoción a Dios cuando están bajo la influencia de Satanás y mientras estén bajo su asedio, es decir, cuando se encuentren entre las fuerzas de las tinieblas. Si sigues siendo capaz de mantener un corazón puro ante Dios y tu amor genuino por Él pase lo que pase, entonces te estás manteniendo firme en el testimonio delante de Él, y esto es a lo que Él se refiere con ser un “vencedor”. Si tu búsqueda es excelente cuando Dios te bendice, pero retrocedes cuando Él no lo hace, ¿es esto pureza? Si estás seguro de que este camino es verdadero, debes seguirlo hasta el final; debes mantener tu devoción a Dios. Si has visto que Dios mismo ha venido a la tierra a perfeccionarte, debes entregarle del todo tu corazón. Si todavía puedes seguir a Dios, haga lo que haga, aunque Él determine un desenlace desfavorable para ti al final, esto es mantener tu pureza ante Dios. Ofrecer un cuerpo espiritual santo y una virgen pura a Dios significa mantener un corazón sincero ante Él. Para la humanidad, la sinceridad es pureza, y la capacidad de ser sincero hacia Dios es mantener la pureza. Esto es lo que deberías poner en práctica. Cuando debes orar, oras; cuando debes reunirte en comunión, lo haces; cuando debes cantar himnos, cantas; y cuando debes renunciar a la carne, renuncias a la carne. Cuando llevas a cabo tu deber no lo haces para salir del paso; cuando te enfrentas a pruebas, te mantienes firme. Esto es devoción a Dios. Si no respaldas lo que las personas deberían hacer, todo tu sufrimiento y tus decisiones anteriores no han sido más que esfuerzos fútiles.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Debes mantener tu lealtad a Dios

Palabras diarias de Dios  Fragmento 470

En cada etapa de la obra de Dios, las personas deben colaborar de una manera. Dios refina a las personas para que tengan confianza mientras se someten a los refinamientos. Dios perfecciona a las personas para que tengan confianza para ser perfeccionadas por Dios y estén dispuestas a aceptar Sus refinamientos y que Él las trate y las pode. El Espíritu de Dios obra en las personas para aportarles esclarecimiento e iluminación, y para que ellas cooperen con Él y practiquen. Dios no habla durante los refinamientos. Él no emite Su voz, pero, aun así, existe la obra que las personas deberían llevar a cabo. Deberías respaldar lo que siempre respaldas, seguir siendo capaz de orar a Dios, estar cerca de Él, y mantenerte firme en el testimonio ante Él; de esta forma cumplirás con tu propio deber. Todos vosotros deberíais ver claramente, en la obra de Dios, que Sus pruebas de la confianza y del amor de las personas exigen que estas oren más a Dios, y que saboreen Sus palabras ante Él con mayor frecuencia. Si Dios te esclarece y hace que entiendas Su voluntad, pero no pones nada de esto en práctica, no ganarás nada. Cuando se ponen en práctica las palabras de Dios, se sigue siendo capaz de orar a Él; y cuando se saborean Sus palabras, se debe ir y buscar ante Él y estar lleno de confianza en Él, sin ningún rastro de desaliento ni frialdad. Quienes no ponen en práctica las palabras de Dios están llenos de energía durante las reuniones, pero caen en las tinieblas cuando vuelven a casa. Algunas personas ni siquiera quieren reunirse. Así pues, debes ver con claridad qué deber deben cumplir las personas. Tal vez no sepas cuál es realmente la voluntad de Dios, pero puedes cumplir con tu deber, orar, practicar la verdad cuando deberías hacerlo, y hacer lo que las personas deberían hacer. Puedes mantener tu visión original. De esta forma, serás más capaz de aceptar el siguiente paso de la obra de Dios. Cuando Dios obra de manera oculta, es un problema si no buscas. Cuando Él habla y predica durante las reuniones, escuchas con entusiasmo; pero cuando Él no habla, te falta energía y te retiras. ¿Qué clase de persona actúa de esta manera? Alguien que sencillamente sigue al rebaño. ¡No tiene postura, testimonio ni visión! La mayoría de las personas son así. Si sigues adelante de esa forma, un día, cuando te enfrentes a una gran prueba, caerás en el castigo. Tener una postura es muy importante en el proceso de perfeccionamiento de Dios a las personas. Si no dudas de un solo paso siquiera de la obra de Dios, si cumples con el deber del hombre, si respetas sinceramente lo que Él te hace poner en práctica, es decir, recuerdas las exhortaciones de Dios, y no las olvidas, independientemente de lo que Él haga en el presente, si no tienes dudas respecto a Su obra, mantienes tu propia postura, defiendes tu testimonio y sales victorioso de cada paso del camino, entonces, al final, serás perfeccionado por Dios, quien te convertirá en vencedor. Si eres capaz de mantenerte firme a través de cada paso de las pruebas de Dios, y puedes mantenerte firme hasta el final, entonces eres es un vencedor, alguien que ha sido perfeccionado por Dios. Si no puedes mantenerte firme en tus pruebas actuales, en el futuro te será incluso más difícil. Si solo pasas por una cantidad de sufrimiento insignificante y no buscas la verdad, no ganarás nada al final. Te quedarás con las manos vacías. Algunas personas abandonan su búsqueda cuando ven que Dios no habla, y su corazón se distrae. ¿Acaso no es insensata esa persona? Estas clases de personas no poseen la realidad. Cuando Dios habla, ellas siempre corren de un lado a otro, ocupadas y entusiastas en apariencia; pero ahora que Él no está hablando, ya no siguen buscando. Esta clase de persona no tiene futuro. Durante los refinamientos, debes entrar desde una perspectiva positiva y aprender las lecciones que deberías aprender; cuando ores a Dios y leas Su palabra, deberías comparar tu propio estado con ella, descubrir tus deficiencias, y ver que todavía tienes muchas lecciones que aprender. Cuanto mayor sea la sinceridad con la que te sometas a los refinamientos, más verás que no eres adecuado. Cuando experimentas refinamientos te enfrentas a muchos problemas; no puedes verlos con claridad, te quejas, revelas tu propia carne; solo de esta manera puedes descubrir que tienes demasiadas actitudes corruptas en ti.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Debes mantener tu lealtad a Dios

Palabras diarias de Dios  Fragmento 471

En los últimos días, la obra de Dios exige una confianza enorme, aun mayor que la de Job. Sin confianza, las personas no serán capaces de seguir ganando experiencia ni de ser perfeccionadas por Dios. Cuando llegue el día de las grandes pruebas, algunas personas abandonarán las iglesias, algunas aquí y otras allá. Habrá personas que lo habrán estado haciendo bastante bien en su búsqueda anteriormente y la razón por la que dejan de creer no quedará clara. Ocurrirán muchas cosas que no comprenderás y Dios no revelará señales ni prodigios, ni hará nada sobrenatural. Esto es para comprobar si puedes mantenerte firme; Dios usa hechos para refinar a las personas. Aún no has sufrido mucho. En el futuro, cuando lleguen grandes pruebas, en algunos lugares todas las personas de la iglesia se marcharán, y esos con los que has tenido una buena relación se irán y abandonarán su fe. ¿Serás capaz de mantenerte firme entonces? Hasta ahora, las pruebas que has afrontado han sido menores, y probablemente apenas has sido capaz de resistirlas. Este paso incluye refinamientos y perfeccionamiento a través de las palabras solamente. En el paso siguiente, los hechos vendrán sobre ti para refinarte, y entonces estarás en medio del peligro. Cuando la situación se vuelva realmente grave, Dios te aconsejará darte prisa y marcharte, y las personas religiosas tratarán de convencerte para que vayas con ellas. Esto es para ver si puedes seguir en la senda y todas estas cosas son pruebas. Las pruebas actuales son menores, pero llegará el día en el que habrá algunos hogares en los que los padres ya no crean y algunos en los que los hijos no crean. ¿Serás capaz de seguir adelante? Cuanto más lejos vayas, mayores serán tus pruebas. Dios lleva a cabo Su obra de refinamiento en las personas, de acuerdo con sus necesidades y su estatura. Durante la etapa en que Dios perfecciona a la humanidad, es imposible que la cantidad de personas siga incrementándose. Solo disminuirá; las personas solo pueden ser perfeccionadas a través de estos refinamientos. Ser tratado, disciplinado, probado, castigado, maldecido, ¿puedes resistir todo esto? Cuando ves una iglesia con una situación particularmente buena, donde las hermanas y los hermanos buscan todos con gran energía, tú mismo te sientes animado. Cuando llegue el día en el que todos se hayan marchado, algunos de ellos ya no crean, algunos se hayan ido para hacer negocios o casarse, y algunos se hayan unido a la religión; ¿serás capaz de mantenerte firme entonces? ¿Serás capaz de que nada te afecte en tu interior? ¡El perfeccionamiento de la humanidad por parte de Dios no es cosa tan simple! Él utiliza muchas cosas para refinar a las personas, que las consideran métodos, pero en el propósito original de Dios no lo son en absoluto: son realidades. Al final, cuando Él haya refinado a las personas hasta un determinado grado y estas ya no tengan quejas, se completará este paso de Su obra. La gran obra del Espíritu Santo es para perfeccionarte; cuando no obra y se esconde, lo hace aún más con el propósito de perfeccionarte y, en particular, así se puede ver si las personas sienten amor por Dios y si confían de verdad en Él. Cuando Dios habla con claridad, no hay necesidad de que busques; solo cuando Él está oculto necesitas buscar y abrirte camino. Deberías ser capaz de cumplir con el deber de un ser creado e, independientemente de cuáles sean tu desenlace y tu destino futuros, deberías ser capaz de buscar el conocimiento y el amor a Dios durante tus años de vida; al margen de cómo te trate Dios, deberías ser capaz de no quejarte. Hay una condición para que el Espíritu Santo obre en las personas. Deben anhelar y buscar y no ser poco entusiastas ni dudar respecto a las acciones de Dios, y ser capaces de defender su deber en todo momento; solo de esta manera pueden ganar la obra del Espíritu Santo. En cada etapa de la obra de Dios, lo que se le exige a la humanidad es una enorme confianza y que vaya ante Dios para buscar; solo por medio de la experiencia son capaces las personas de descubrir cuán digno de amor es Dios y cómo obra el Espíritu Santo en las personas. Si no experimentas, si no tanteas tu camino con ello, si no buscas, no ganarás nada. Debes tantear tu camino a través de tus experiencias, y solo a través de ellas puedes ver las acciones de Dios y reconocer lo maravilloso e insondable que Él es.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Debes mantener tu lealtad a Dios

Palabras diarias de Dios  Fragmento 472

Dios te permite experimentar todo tipo de altibajos, frustraciones, tribulaciones y muchos fracasos y contratiempos. Al final, en el proceso de permitirte pasar por estas cosas, Dios te mostrará que todo lo que ha dicho es correcto y la verdad. Al mismo tiempo, Él te mostrará que tus propias creencias, nociones, imaginaciones, conocimientos, teorías, filosofías, y las cosas que aprendiste en el mundo y que te enseñaron tus padres son todas erróneas, que estas cosas no pueden guiarte por la senda correcta en la vida, y que no pueden llevarte a entender la verdad y a presentarte ante Dios. Si todavía vives según estas cosas, entonces estás caminando por la senda del fracaso, así como por la de la resistencia y la traición a Dios. Al final, Dios te hará ver esto claramente. Este proceso es algo que debes experimentar, y solo de esta manera se pueden lograr resultados, pero también es algo que Dios ve con dolor. Las personas son rebeldes y tienen un carácter corrupto, por lo que deben sufrir algunas adversidades, y atravesar estos reveses. Sin tales adversidades, no tendrían manera de ser purificados. Si una persona ama realmente la verdad, y está dispuesta realmente a aceptar los diversos tipos de salvación de Dios y a pagar un precio, entonces no hace falta que sufra tanto. En realidad, Dios no quiere que la gente sufra tanto, ni que pase por tantos reveses y fracasos. Sin embargo, las personas son demasiado rebeldes, no están dispuestas a hacer lo que se les manda ni someterse, son incapaces de seguir la senda correcta o tomar atajos; solo pueden tomar su propio camino, rebelarse contra Dios y resistirse a Él. Las personas son cosas corruptas. Dios solo puede entregar a las personas a Satanás y someterlas a diversos ambientes para templarlas de manera constante, permitiendo que las personas obtengan todo tipo de experiencias y lecciones de ellas y lleguen a darse cuenta de la esencia de todo tipo de cosas malvadas. Después de eso, cuando la gente se da la vuelta, descubre y admite que las palabras de Dios son la verdad, que Dios es la realidad de todas las cosas positivas, y que Dios es el Único que verdaderamente ama, se preocupa y puede salvar a la gente. Dios no quiere que la gente sufra tanto, pero los seres humanos son demasiado rebeldes, quieren dar rodeos y sufrir estas dificultades. Dios no tiene más remedio que poner a las personas en diversos ambientes para templarlas de forma constante. Al final, ¿hasta qué punto se templa a las personas? Hasta que dices: “He experimentado todo tipo de situaciones, ahora entiendo. Aparte de Dios, no hay ninguna persona, asunto u objeto que pueda hacerme comprender la verdad, disfrutar la verdad, entrar en la realidad de la verdad. Si puedo practicar con obediencia siguiendo las palabras de Dios, permanecer obedientemente en el lugar del hombre, atenerme a la posición y a los deberes de un ser creado, aceptar con obediencia la soberanía y las disposiciones de Dios, no tener más quejas ni deseos extravagantes respecto a Dios, y someterme con sinceridad ante el Señor de la creación, recién entonces seré alguien que de verdad se someta a Dios”. Una vez que han alcanzado este nivel, las personas se inclinan sinceramente ante Dios y Dios ya no necesita disponer otros ambientes para que las experimenten. Así pues, ¿qué camino quieres seguir? En sus deseos internos, nadie quiere sufrir dificultades, nadie desea experimentar reveses, fracasos, adversidades, frustraciones y tempestades. Pero no hay otra forma. La gente tiene naturalezas satánicas, son demasiado rebeldes, sus pensamientos y perspectivas son demasiado complejos. Todos los días, tu corazón está en constante conflicto, en constante pugna, agitado. Entiendes poco de la verdad, tu entrada en la vida es superficial, y te falta fuerza para vencer tus nociones, imaginaciones y las actitudes corruptas de la carne. Solo puedes tomar el recorrido habitual: experimentar constantemente el fracaso y la frustración, además de caer constantemente, ser sacudido por las dificultades, revolcarte en la inmundicia, hasta que llegue un día en el que digas: “Estoy cansado, estoy harto; no quiero vivir así. No quiero pasar por estos fracasos; quiero presentarme delante del Creador con obediencia. Escucharé las palabras de Dios; haré lo que Él dice. Esta es la única senda correcta en la vida”. Hasta el día que estés del todo convencido y admitas tu derrota, te presentarás delante de Dios. ¿Has aprendido algo sobre el carácter de Dios a partir de esto? ¿Cuál es la actitud de Dios hacia el hombre? Haga lo que haga, Dios quiere lo mejor para el hombre. No importa qué entorno disponga o qué te pida hacer, siempre desea que el resultado sea el mejor. Digamos que pasas por una situación en la que encuentras reveses y fracasos. Dios no quiere verte desalentado cuando fracasas y crees que estás acabado, que Satanás te ha atrapado, y entonces renuncias a ti mismo, para nunca volver a levantarte, y te hundes en el abatimiento; Dios no quiere eso. ¿Qué es lo que quiere Dios? Aunque hayas fracasado en este asunto, puedes buscar la verdad y hacer introspección, encontrar la razón de tu fracaso; aceptas la lección de este fracaso y aprendes de ello, comprendes que esa forma de actuar fue un error, que la única forma correcta de practicar es hacerlo de acuerdo con las palabras de Dios. Te das cuenta: “Soy malo y tengo actitudes satánicas corruptas. Hay rebeldía en mí, estoy lejos de los justos de los que Dios habla y no poseo un corazón temeroso de Dios”. Has visto este hecho con claridad, has llegado a conocer la verdad de este asunto, y a través de este revés, de este fracaso, te has vuelto sensato y has madurado. Esto es lo que Dios quiere ver. ¿Qué significa madurar? Significa que Dios puede ganarte, que puedes ser salvado, que puedes entrar en la realidad de la verdad, y que has emprendido la senda de temer a Dios y evitar el mal. Dios espera que las personas tomen la senda correcta. Dios hace las cosas con una intención muy cuidadosa, y todo esto es Su amor oculto, pero a menudo la gente no se da cuenta de ello. Son estrechos de miras y están llenos de mezquindades. En el momento en que no pueden disfrutar de la gracia y las bendiciones de Dios, le echan a Él la culpa, se vuelven negativos y se enfadan. Pero Dios no discute con la gente, simplemente la trata como a un niño ignorante y no la toma en serio. Dispone entornos que le permiten al hombre saber cómo obtener gracia y beneficios, y entender qué significa la gracia para el hombre y lo que este puede sacar de ella. Supón que te gusta comer algo que Dios dice que, en exceso, es malo para la salud. En vez de hacer caso, te empeñas en comerlo y Dios te permite decidirlo libremente. A resultas de ello, enfermas. Tras pasar por esto varias veces, consigues entender que las palabras de Dios tienen razón, que todo lo que Él dice es verdad y que debes practicar de acuerdo con Sus palabras. Esta es la senda correcta. Así pues, ¿en qué se convierten esos reveses, sufrimientos y aflicciones que las personas experimentan? Aprecias la meticulosa intención de Dios y también crees firmemente que las palabras de Dios son correctas, que son todas prácticas; tu fe en Dios crece. Pero hay algo más: al experimentar ese período de fracaso, llegas a comprender la veracidad y la exactitud de las palabras de Dios, ves que las palabras de Dios son la verdad y comprendes el principio de practicar la verdad. Así pues, es bueno que las personas experimenten el fracaso; aunque también es algo doloroso, algo que las templa. Pero si, al final, ser templado de esa forma te hace regresar delante de Dios, comprender Sus palabras y aceptarlas en tu corazón como la verdad, de modo que llegues a conocer a Dios, entonces ese templado, esos reveses y esos fracasos no habrán sido en vano. Este es el resultado que Dios desea ver.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo identificar la naturaleza y esencia de Pablo

Palabras diarias de Dios  Fragmento 473

Debes recordar que estas palabras se han hablado ahora: más adelante, ¡experimentarás una tribulación y un sufrimiento mayores! Ser perfeccionado no es cosa simple ni fácil. Como mínimo debes poseer la fe de Job, o quizás una fe mayor que la suya. Deberías saber que las pruebas futuras serán mayores que las de Job, y que aún debes experimentar el castigo a largo plazo. ¿Es esto cosa simple? Si tu calibre no puede mejorarse, si tu capacidad para entender está ausente y si sabes muy poco, entonces, en ese momento no tendrás testimonio alguno, sino que te convertirás en un chiste, un juguete para Satanás. ¡Si no puedes aferrarte a las visiones ahora, no tienes fundamento alguno en absoluto, y en el futuro serás descartado! Ninguna parte de la senda es fácil de recorrer, así que no te tomes esto a la ligera. Sopésalo ahora con detenimiento y haz preparativos para que puedas recorrer la última etapa de esta senda de la forma adecuada. Esta es la senda que debe transitarse en el futuro, la senda que todas las personas deben tomar. No debes ignorar este conocimiento; no pienses que todo lo que Yo te digo es un desperdicio de energía. Llegará el día en el que harás buen uso de todo; Mis palabras no pueden decirse en vano. Este es el momento de equiparte; el momento de allanar el camino para el futuro. Deberías preparar la senda que deberías recorrer más adelante; deberías preocuparte e inquietarte por cómo serás capaz de mantenerte firme en el futuro, y prepararte bien para tu senda futura. ¡No seas glotón y perezoso! Debes hacer absolutamente todo lo que puedas con el fin de hacer el mejor uso de tu tiempo, para que puedas ganar todo lo que necesitas. Yo te lo estoy dando todo para que puedas entender. Habéis visto con vuestros propios ojos que, en menos de tres años, Yo he dicho muchas cosas y hecho mucha obra. Una de las razones por las que he estado obrando de esta forma es porque las personas son muy deficientes, y otra es porque el tiempo es demasiado breve; no puede haber más retrasos. Tú imaginas que la gente primero debe lograr una perfecta claridad interna antes de poder dar testimonio y ser utilizada, ¿pero eso no sería demasiado lento? Así pues, ¿durante cuánto tiempo tendré que acompañarte? Si deseas que te acompañe hasta que Yo sea viejo y tenga el pelo gris, ¡eso sería imposible! Al pasar por una tribulación mayor, se logrará un entendimiento genuino dentro de todas las personas. Estos son los pasos de la obra. Una vez que entiendas plenamente las visiones comunicadas hoy y logres tener una estatura genuina, cualesquiera sean las dificultades por las que pases en el futuro, no te abrumarán y serás capaz de resistirlas. Cuando Yo haya completado este último paso de la obra y terminado de pronunciar las últimas palabras, las personas deberán recorrer en el futuro su propia senda. Esto cumplirá las palabras antes declaradas: el Espíritu Santo tiene una comisión para cada persona y una obra que realizar en cada una de ellas. En el futuro, todos transitarán por la senda que deberían tomar, guiados por el Espíritu Santo. ¿Quién será capaz de preocuparse por los demás cuando pase por la tribulación? Cada individuo tiene su propio sufrimiento y su propia estatura. Nadie tiene la misma estatura que otro. Los maridos no serán capaces de preocuparse por sus esposas ni los padres por sus hijos; nadie será capaz de preocuparse por nadie. No será como ahora, que el cuidado y el apoyo mutuos siguen siendo posibles. Ese será el momento en que cada tipo de persona quedará al descubierto. Es decir, cuando Dios hiera a los pastores, las ovejas del rebaño serán dispersadas, y en ese momento no tendréis líder verdadero. Las personas serán divididas: no será como ahora, que podéis reuniros como una congregación. En el futuro, los que no tienen la obra del Espíritu Santo mostrarán su verdadera esencia. Los maridos traicionarán a sus esposas, las esposas traicionarán a sus maridos, los hijos traicionarán a sus padres y los padres perseguirán a sus hijos; ¡el corazón humano es incomprensible! Lo único que se puede hacer es aferrarse a lo que uno tiene y recorrer de forma adecuada la última etapa de la senda. Ahora mismo, no veis esto con claridad; sois todos cortos de miras. No es cosa fácil experimentar con éxito este paso de la obra.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Cómo debéis caminar la recta final del sendero

Palabras diarias de Dios  Fragmento 474

La mayoría de las personas creen en Dios por el bien de su destino futuro o por un disfrute temporal. Aquellas personas que no se han sometido a ningún trato, creen en Dios para poder entrar al cielo, para obtener recompensas. No creen con el fin de ser perfeccionadas por Dios ni de cumplir con el deber de una criatura de Dios. Es decir, la mayoría de las personas no creen en Dios para cumplir con sus responsabilidades o completar su deber. Raramente creen las personas en Dios con el fin de llevar vidas significativas ni hay quienes crean que, como el hombre está vivo, debe amar a Dios porque está ordenado por el Cielo y reconocido en la tierra que lo haga, y es la vocación natural del hombre. De esta forma, aunque cada persona diferente busca sus propios objetivos, la meta de su búsqueda y la motivación subyacente son parecidas; aún más, para la mayoría de ellas, los objetos de su adoración son, en gran parte, los mismos. Durante los últimos miles de años, muchos creyentes han muerto y otros han muerto y nacido de nuevo. No son solo una o dos personas las que buscan a Dios, ni siquiera mil o dos mil; sin embargo, la mayoría de estas personas buscan por el bien de sus propias perspectivas o de sus esperanzas gloriosas para el futuro. Los fieles a Cristo son escasos. Muchos creyentes devotos han muerto atrapados en sus propias redes y el número de personas victoriosas es, además, insignificantemente pequeño. Hasta este día, las razones por las que fracasan las personas o los secretos de su victoria siguen siendo desconocidos para ellas. Aquellos que están obsesionados con buscar a Cristo siguen sin haber tenido su momento de percepción repentina, no han llegado a la raíz de estos misterios, porque simplemente no saben. Aunque hacen esfuerzos concienzudos en su búsqueda, la senda por la que caminan estas personas es la del fracaso que ya transitaron sus predecesores y no es la senda del éxito. De esta forma, independientemente de cómo busquen, ¿no andan ellas por la senda que lleva a las tinieblas? ¿Acaso lo que obtienen no es un fruto amargo? Es bastante difícil predecir si las personas que emulan a los que tuvieron éxito en tiempos pasados llegarán finalmente a la bendición o a la calamidad. ¿Cuán peores son las probabilidades, pues, para quienes buscan siguiendo los pasos de los que fracasaron? ¿No tienen más posibilidades de fracasar? ¿Qué valor hay en la senda que siguen? ¿No están perdiendo su tiempo? Independientemente de que las personas tengan éxito o fracasen en su búsqueda, existe, en pocas palabras, una razón por la que lo hacen, y no es el caso de que su éxito o fracaso esté determinado por buscar como les plazca.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El éxito o el fracaso dependen de la senda que el hombre camine

Palabras diarias de Dios  Fragmento 475

El requisito primordial de la creencia del hombre en Dios es que tenga un corazón sincero, que se entregue por completo y que obedezca realmente. Lo más difícil para el hombre es entregar toda su vida a cambio de una creencia verdadera, a través de la cual puede obtener toda la verdad y cumplir con su deber como criatura de Dios. Esto es inalcanzable para aquellos que fracasan y lo es incluso más para quienes no pueden encontrar a Cristo. Como el hombre no es bueno en entregarse totalmente a Dios, como no está dispuesto a cumplir con su deber para el Creador, como ha visto la verdad pero la evita y camina por su propia senda, como siempre busca siguiendo la senda de los que han fracasado y como siempre desafía al Cielo, por eso siempre fracasa y cae en las artimañas de Satanás y es atrapado en su propia red. Como el hombre no conoce a Cristo, como no es experto en el entendimiento y la experiencia de la verdad, como es demasiado respetuoso de Pablo y demasiado codicioso del cielo, como siempre está exigiendo que Cristo le obedezca y dándole órdenes a Dios, por eso esas grandes figuras y aquellos que han experimentado las vicisitudes del mundo siguen siendo mortales y siguen muriendo en medio del castigo de Dios. Todo lo que puedo decir de tales personas es que tienen una muerte trágica y que la consecuencia para ellas —su muerte— no se produce sin justificación. ¿No es su fracaso aún más intolerable para la ley del Cielo? La verdad viene del mundo del hombre, pero la verdad entre los hombres es transmitida por Cristo. Se origina en Cristo, es decir, en Dios mismo, y esto no es algo de lo que sea capaz el hombre. Sin embargo, Cristo sólo provee la verdad; Él no viene a decidir si el hombre tendrá éxito en su búsqueda de la verdad. Por tanto, se deduce que el éxito o el fracaso en la verdad depende de la búsqueda del hombre. El éxito o fracaso del hombre sobre la verdad nunca ha tenido nada que ver con Cristo, sino que viene determinado por su búsqueda. El destino del hombre y su éxito o fracaso no pueden achacarse a Dios, haciendo que Él mismo cargue con ello, porque este no es un asunto de Dios mismo, sino que está directamente relacionado con el deber que las criaturas de Dios deben cumplir. La mayoría de las personas tienen un poco de conocimiento sobre la búsqueda y los destinos de Pablo y Pedro, pero solo conocen el desenlace para Pedro y Pablo e ignoran el secreto subyacente al éxito de Pedro o las deficiencias que llevaron al fracaso de Pablo. Y así, si sois completamente incapaces de percibir la esencia de su búsqueda, la búsqueda de la mayoría de vosotros seguirá fracasando y, aunque un pequeño número de vosotros tengáis éxito, seguiréis sin ser iguales a Pedro. Si la senda de tu búsqueda es la correcta, tendrás una esperanza de éxito; si la senda que recorres en busca de la verdad es la errónea, siempre serás incapaz de tener éxito y tendrás el mismo final que Pablo.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El éxito o el fracaso dependen de la senda que el hombre camine

Palabras diarias de Dios  Fragmento 476

Pedro fue un hombre que fue perfeccionado. Solo después de experimentar el castigo y el juicio y obteniendo, por tanto, un amor puro hacia Dios, él fue totalmente perfeccionado; la senda que él caminó fue la del perfeccionamiento. Es decir que, desde el principio, la senda que Pedro caminó fue la correcta y su motivación para creer en Dios era la adecuada y, por tanto, pasó a ser alguien que fue perfeccionado y anduvo por una nueva senda por la que el hombre nunca había caminado. Sin embargo, la senda que Pablo caminó desde el principio fue la senda de la oposición a Cristo y solo pudo obrar para Cristo durante varias décadas gracias a que el Espíritu Santo quiso usarlo y aprovechar sus dones y todos sus méritos para Su obra. Fue simplemente alguien utilizado por el Espíritu Santo; no fue usado porque Jesús viera su humanidad con buenos ojos, sino debido a sus dones. Pablo pudo obrar para Jesús porque fue derribado, no porque él se sintiera feliz de hacerlo. El esclarecimiento y la guía del Espíritu Santo hicieron posible que él realizara dicha obra, la cual no representaba en absoluto su búsqueda ni su humanidad. La obra de Pablo representaba la de un siervo, es decir, hizo la obra de un apóstol. Pedro, sin embargo, fue diferente: él también hizo alguna obra; no tan grande como la de Pablo, pero obró en medio de la búsqueda de su propia entrada y su obra fue distinta a la de Pablo. La obra de Pedro fue el cumplimiento del deber de una criatura de Dios. Él no obró en el rol de apóstol, sino en que obró mientras buscaba el amor por Dios. El curso de la obra de Pablo también contenía su búsqueda personal, pero esta sólo era por el bien de sus esperanzas para el futuro y su deseo de un buen destino. Él no aceptó el refinamiento durante su obra ni tampoco aceptó poda ni trato. Él creía que mientras la obra que él llevaba a cabo satisficiera el deseo de Dios y que mientras todo lo que hacía agradara a Dios, finalmente le esperaría una recompensa. No hubo experiencias personales en su obra; todo fue por causa de la obra y no se llevó a cabo en medio de su búsqueda de un cambio. Todo en su obra fue una transacción, no contenía nada sobre el deber ni la sumisión de una criatura de Dios. Durante el transcurso de su obra, no se produjeron cambios en el viejo carácter de Pablo. Su obra fue, sencillamente, de servicio a los demás, y él fue incapaz de producir cambios en su carácter. Pablo llevó a cabo su obra de forma directa sin haber sido perfeccionado ni tratado y su motivación era la recompensa. Pedro fue diferente: era alguien que se había sometido a la poda, el trato y el refinamiento. El objetivo y la motivación de su obra fueron fundamentalmente diferentes a los de Pablo. Aunque Pedro no realizó una gran cantidad de obra, su carácter sufrió muchos cambios y lo que buscaba era la verdad y un cambio real. No llevaba a cabo su obra tan solo por el bien de la obra misma. Aunque Pablo realizó mucha obra, fue toda del Espíritu Santo y, aunque él colaboró en esta, no la experimentó. Que Pedro obrase menos únicamente se debió a que el Espíritu Santo no realizó tanta obra a través de él. La cantidad de obra que ambos realizaron no determinó su perfeccionamiento; la búsqueda de uno fue para recibir recompensas y la del otro fue para lograr un amor supremo a Dios y cumplir con su deber como criatura de Dios, hasta el punto de poder vivir una imagen hermosa que satisficiera el deseo de Dios. Externamente eran diferentes, y también lo eran sus esencias. No puedes determinar cuál de ellos fue perfeccionado en función de la cantidad de obra que realizaron. Pedro buscó vivir la imagen de alguien que ama a Dios, ser alguien que obedecía a Dios, ser alguien que aceptaba el trato y la poda y ser alguien que cumplía con su deber como criatura de Dios. Él fue capaz de entregarse a Dios, de poner todo su ser en Sus manos y de obedecerlo hasta la muerte. Eso fue lo que él decidió hacer y, además, fue lo que logró. Esta es la razón fundamental por la que su fin fue diferente al de Pablo finalmente. La obra que el Espíritu Santo llevó a cabo en Pedro fue la de perfeccionarlo y la obra que el Espíritu Santo realizó en Pablo fue la de usarlo. Esto se debe a que sus naturalezas y sus opiniones respecto a la búsqueda no eran las mismas. Ambos tenían la obra del Espíritu Santo. Pedro aplicó esta obra en sí mismo y también la proveyó a otros; Pablo, entretanto, sólo proveyó la totalidad de la obra del Espíritu Santo a otros y no obtuvo nada de la misma para sí mismo. De esta forma, después de haber experimentado la obra del Espíritu Santo durante tantos años, los cambios en Pablo fueron casi inexistentes. Él siguió prácticamente en su estado natural y continuó siendo el Pablo de antes. Simplemente ocurrió que después de haber soportado las dificultades de muchos años de obra, había aprendido cómo “obrar” y a resistir, pero su vieja naturaleza —su naturaleza altamente competitiva y mercenaria— siguió siendo la misma. Después de haber obrado durante tantos años, no conocía su carácter corrupto ni se había librado de su viejo carácter, algo que seguía siendo claramente visible en su obra. En él sólo había más experiencia de obrar, pero esa poca experiencia fue incapaz de cambiarlo por sí sola y no pudo alterar sus opiniones sobre la existencia o la importancia de su búsqueda. Aunque obró muchos años para Cristo y nunca más persiguió al Señor Jesús, en su corazón no hubo cambio alguno en su conocimiento de Dios. Significa que él no obró con el fin de entregarse a Dios, sino que más bien se vio obligado a hacerlo en aras de su destino futuro. Y es que, al principio, persiguió a Cristo y no se sometió a Él; inherentemente él era un rebelde que se opuso deliberadamente a Cristo y alguien sin conocimiento de la obra del Espíritu Santo. Cuando su obra estaba casi concluida, seguía sin conocer la obra del Espíritu Santo y se limitaba a actuar por su propia cuenta según su propio carácter, sin prestar la más mínima atención a la voluntad del Espíritu Santo. Así pues, su naturaleza estaba enemistada con Cristo y no obedecía a la verdad. ¿Cómo podría ser salvado alguien como él, abandonado por la obra del Espíritu Santo, que no conocía la obra del Espíritu Santo y que, además, se oponía a Cristo? Si una persona puede o no ser salvada no depende de cuánta obra realice ni de cuánto se entregue, en cambio, eso lo determina si conoce o no la obra del Espíritu Santo, si puede poner en práctica la verdad o no y si sus opiniones respecto a la búsqueda están en conformidad con la verdad.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El éxito o el fracaso dependen de la senda que el hombre camine

Palabras diarias de Dios  Fragmento 477

Aunque las revelaciones naturales tuvieron lugar después de que Pedro comenzara a seguir a Jesús, desde el principio él era, en su naturaleza, alguien dispuesto a someterse al Espíritu Santo y a buscar a Cristo. Su obediencia al Espíritu Santo era pura; no buscaba fama y fortuna, sino que lo motivaba la obediencia a la verdad. Aunque Pedro negó en tres ocasiones conocer a Cristo y aunque tentó al Señor Jesús, esas pequeñas debilidades humanas no tenían relación con su naturaleza ni afectaron su búsqueda futura; tampoco puede demostrar suficientemente que su tentación fuera el acto de un anticristo. La debilidad humana normal es algo que comparten todas las personas del mundo. ¿Cuentas con que Pedro sea diferente? ¿No tienen las personas ciertas opiniones acerca de Pedro porque cometió varios errores insensatos? ¿Y no adoran las personas a Pablo por toda la obra que realizó y todas las epístolas que escribió? ¿Cómo podría ser una persona capaz de percibir la sustancia del hombre? ¿Acaso no pueden ver algo tan insignificante los que de verdad tienen sentido? Aunque los muchos años de dolorosas experiencias de Pedro no están documentados en la Biblia, esto no prueba que él no tuviera experiencias reales o que no hubiera sido perfeccionado. ¿Cómo puede ser comprendida completamente por el hombre la obra de Dios? Jesús no seleccionó personalmente los relatos incluidos en la Biblia, sino que estos fueron recopilados por generaciones posteriores. De esta forma, ¿no se escogió todo lo registrado en la Biblia de acuerdo con las ideas del hombre? Además, los finales de Pedro y de Pablo no se declaran expresamente en las epístolas, por lo que el hombre los juzga a ambos según sus propias percepciones y preferencias. Y como Pablo llevó a cabo tanta obra y sus “contribuciones” fueron tan grandes, se ganó la confianza de las masas. ¿No se concentra la gente únicamente en superficialidades? ¿Cómo podían las personas ser capaces de percibir la sustancia del hombre? Por no mencionar que, habiendo sido Pablo objeto de adoración durante miles de años, ¿quién se atrevería a negar precipitadamente su obra? Pedro solo era un pescador, así que ¿cómo podía ser su contribución tan grande como la de Pablo? En cuanto a sus contribuciones, Pablo tendría que haber sido recompensado antes que Pedro y debería haber sido el que estaba mejor calificado para obtener la aprobación de Dios. Quién habría imaginado que, en Su trato a Pablo, Dios se limitara a hacerle obrar a través de sus dones, mientras que Él perfeccionó a Pedro. No se trata, en modo alguno, de que el Señor Jesús hiciera planes para Pedro y Pablo desde el principio; más bien se les perfeccionó o se les puso a obrar según su naturaleza inherente. Por tanto, lo que las personas ven no son más que las contribuciones externas del hombre, mientras que lo que Dios ve es la sustancia del hombre, así como la senda que él busca desde el principio y la motivación subyacente a su búsqueda. Las personas miden al hombre de acuerdo con sus nociones y sus propias percepciones, pero el final de una persona no se determina según su exterioridad. Por esto digo que si la senda que tomas desde el principio es la del éxito y tu punto de vista respecto a la búsqueda es el correcto desde el inicio, entonces eres como Pedro; si la senda que transitas es la del fracaso, entonces cualquiera que sea el precio que pagues, tu final será el mismo que el de Pablo. Cualquiera que sea el caso, tu destino, tu éxito o tu fracaso están determinados por el hecho de que la senda que buscas sea o no la correcta, y no por tu devoción ni por el precio que pagas. Las esencias de Pedro y de Pablo y los objetivos que buscaban eran diferentes; el hombre es incapaz de descubrir estas cosas y sólo Dios puede conocerlas en su totalidad. Pues lo que Dios ve es la sustancia del hombre, mientras que el hombre no conoce nada sobre su propia esencia. El ser humano es incapaz de observar la esencia del hombre o su estatura real y por tanto es incapaz de identificar las razones del fracaso y del éxito de Pablo y Pedro. La razón por la que la mayoría de las personas adora a Pablo y no a Pedro es porque Pablo fue usado para obrar públicamente, lo cual la gente puede percibir, así que las personas reconocen los “logros” de Pablo. Entretanto, las experiencias de Pedro son invisibles para el hombre y lo que él buscó es inalcanzable por el hombre, por tanto, este no tiene interés en Pedro.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El éxito o el fracaso dependen de la senda que el hombre camine

Palabras diarias de Dios  Fragmento 478

Pedro fue perfeccionado por medio de la experiencia del trato y del refinamiento. Él dijo: “Debo satisfacer el deseo de Dios en todo momento. En todo lo que hago sólo busco satisfacer el deseo de Dios y, aunque sea castigado o juzgado, sigo sintiéndome feliz de hacerlo”. Pedro entregó su todo a Dios, y su obra, sus palabras y toda su vida fueron para amar a Dios. Él era una persona que buscaba la santidad y, cuanto más experimentaba, mayor era su amor por Dios en lo profundo de su corazón. Mientras que Pablo sólo llevó a cabo una obra externa y, aunque trabajó duro, sus esfuerzos eran en aras de realizar su obra adecuadamente y obtener así una recompensa. De haber sabido que no recibiría recompensa, habría abandonado su obra. Pedro se preocupaba por el amor verdadero en su corazón, por lo que era práctico y podía lograrse. No le preocupaba recibir una recompensa, sino si su carácter podía cambiar. Pablo se preocupaba de trabajar siempre más duro, por el trabajo exterior y por la devoción, y por las doctrinas que las personas normales no experimentaban. No le importaban los cambios en su interior ni el amor verdadero por Dios. Las experiencias de Pedro fueron con el fin de lograr amor y conocimiento verdaderos de Dios. Sus experiencias tenían la finalidad de lograr una relación más estrecha con Dios y tener un vivir práctico. La obra de Pablo se realizó por lo que Jesús le confió y con el fin de obtener aquello que anhelaba, pero esto no guardaba relación con el conocimiento de sí mismo y de Dios. Su obra fue únicamente en aras de escapar del castigo y del juicio. Pedro buscaba el amor puro y Pablo, la corona de justicia. Pedro experimentó muchos años de la obra del Espíritu Santo y tenía un conocimiento práctico de Cristo, así como un profundo conocimiento de sí mismo. Por tanto, su amor a Dios era puro. Muchos años de refinamiento habían elevado su conocimiento de Jesús y de la vida, y su amor era un amor incondicional, era un amor espontáneo y él no pedía nada a cambio ni esperaba beneficio alguno. Pablo obró por muchos años, pero no poseía un gran conocimiento de Cristo y su conocimiento de sí mismo era lastimosamente pequeño. Él simplemente no sentía amor por Cristo, y su obra y su recorrido tenían como fin obtener los laureles finales. Él buscaba la mejor corona, no el amor más puro. No buscaba de forma activa, sino pasiva; no estaba cumpliendo con su deber, sino que se vio obligado en su búsqueda tras haber sido capturado por la obra del Espíritu Santo. Así pues, su búsqueda no demuestra que fuera una criatura calificada de Dios; Pedro era una criatura calificada de Dios que cumplía con su deber. La gente piensa que todos aquellos que hacen una contribución a Dios deben recibir una recompensa y cuanto mayor sea la contribución, más se da por hecho que deben recibir el favor de Dios. La esencia del punto de vista del hombre es transaccional y él no busca activamente cumplir con su deber como criatura de Dios. Para Él, cuánto más busquen las personas un amor verdadero y una obediencia total a Dios, lo que también significa procurar cumplir con sus deberes como criaturas de Dios, más capaces serán de obtener Su aprobación. El punto de vista de Dios es exigir que las personas recuperen su deber y su estatus originales. El hombre es una criatura de Dios y, por tanto, no debe excederse haciéndole exigencias a Dios y debe limitarse a cumplir con su deber como criatura de Dios. Los destinos de Pablo y Pedro se midieron en función de la capacidad de cada uno para cumplir con su deber como criaturas de Dios, y no según el tamaño de su contribución; sus destinos se determinaron en función de lo que buscaron desde el principio y no según la cantidad de obra que llevaron a cabo ni según la estimación que otras personas hacían de ellos. Por tanto, buscar activamente cumplir con el propio deber como criatura de Dios es la senda hacia el éxito; buscar la senda del amor verdadero a Dios es la senda más correcta; buscar cambios en el viejo carácter propio y buscar el amor puro a Dios, es la senda hacia el éxito. Esa senda hacia el éxito es la senda de la recuperación del deber original y de la apariencia original de una criatura de Dios. Es la senda de la recuperación y también el objetivo de toda la obra de Dios de principio a fin. Si la búsqueda del hombre está manchada con exigencias personales extravagantes y anhelos irracionales, entonces el efecto que se obtenga no será el cambio en el carácter del hombre. Esto entra en conflicto con la obra de recuperación. Indudablemente, no es una obra del Espíritu Santo, y esto demuestra que Dios no aprueba este tipo de búsqueda. ¿Qué importancia tiene una búsqueda que Dios no ha aprobado?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El éxito o el fracaso dependen de la senda que el hombre camine

Palabras diarias de Dios  Fragmento 479

La obra realizada por Pablo se exhibió ante el hombre, pero respecto a cuán puro era su amor por Dios, cuánto amó a Dios en lo profundo de su corazón, el ser humano no puede ver estas cosas. El hombre solo puede observar la obra efectuada y, a partir de esto, él sabe que el Espíritu Santo lo usó, sin duda, y por ello deduce que Pablo fue mejor que Pedro, que su obra fue más grande, porque fue capaz de proveer a las iglesias. Pedro solo se fijaba en sus experiencias personales y ganó muy pocas personas durante su obra ocasional. Existen unas pocas epístolas suyas poco conocidas, pero ¿quién sabe cuán grande era su amor por Dios en lo profundo de su corazón? Día tras día, Pablo obraba para Dios; mientras hubiera trabajo que hacer, él lo hacía. Sentía que de esta forma sería capaz de obtener la corona y que podría satisfacer a Dios, pero no buscó maneras de cambiar él mismo por medio de su obra. Cualquier cosa en la vida de Pedro que no satisfacía el deseo de Dios hacía que se sintiera incómodo. Si no colmaba el deseo de Dios, se sentía lleno de remordimiento y buscaba una forma adecuada de esforzarse para satisfacer el corazón de Dios. Incluso en los aspectos más pequeños e irrelevantes de su vida, seguía exigiéndose satisfacer el deseo de Dios. No era menos severo cuando se trataba de su viejo carácter, siempre riguroso en sus exigencias a sí mismo para progresar más profundamente en la verdad. Pablo solo buscaba la reputación y el estatus superficiales. Buscaba exhibirse delante de la gente y no hacer progresos más profundos en la entrada a la vida. Lo que le preocupaba era la doctrina, no la realidad. Algunas personas dicen: “Pablo realizó mucha obra para Dios, ¿por qué Él no le recordó? Pedro llevó a cabo poca obra para Dios y no hizo una gran contribución para las iglesias; entonces, ¿por qué fue perfeccionado?”. Pedro amaba a Dios hasta el punto de que Él lo requería; solo las personas así tienen testimonio. ¿Y qué hay de Pablo? ¿Sabes hasta qué punto amó él a Dios? ¿En aras de qué se hizo la obra de Pablo? ¿Y en aras de qué se hizo la de Pedro? Pedro no realizó mucha obra, pero ¿sabes lo que había en lo profundo de su corazón? La obra de Pablo concernía a la provisión de las iglesias y al sustento de las mismas. Pedro experimentó cambios en su carácter vital, experimentó el amor a Dios. Ahora que sabes las diferencias entre sus esencias, puedes ver quién, en última instancia, creía en Dios verdaderamente y quién no. Uno de ellos amaba a Dios de verdad y el otro no; uno pasó por cambios en su carácter y el otro no; uno sirvió humildemente y las personas no se percataban de él fácilmente y el otro era adorado por las personas y tenía una gran imagen; uno buscaba la santidad y el otro, no y, aunque no era impuro, tampoco poseía un amor puro; uno poseía humanidad verdadera y el otro, no; uno poseía el sentido de una criatura de Dios y el otro, no. Esas son las diferencias entre la esencia de Pablo y la de Pedro. La senda por la que Pedro caminó era la del éxito, que era también la senda de lograr la recuperación de la humanidad normal y de la recuperación del deber de una criatura de Dios. Pedro representa a todos aquellos que tienen éxito. La senda transitada por Pablo era la del fracaso y él representa a todos los que solo se someten y se entregan superficialmente y no aman a Dios genuinamente. Pablo representa a todos los que no poseen la verdad. En su creencia en Dios, Pedro buscó satisfacerle en todas las cosas y obedecer todo lo que viniera de Él. Sin la más mínima queja, fue capaz de aceptar el castigo y el juicio, así como el refinamiento, la tribulación y la necesidad en su vida, nada de lo cual pudo alterar su amor a Dios. ¿No era esto el máximo amor a Dios? ¿No era esto el cumplimiento del deber de una criatura de Dios? Ya sea en el castigo, el juicio o la tribulación, siempre eres capaz de lograr la obediencia hasta la muerte y esto es lo que debe conseguir una criatura de Dios; esta es la pureza del amor a Dios. Si el hombre puede conseguir tanto, es una criatura calificada de Dios y no hay nada que satisfaga más el deseo del Creador. Imagina que eres capaz de obrar para Dios, pero no lo obedeces y eres incapaz de amarlo verdaderamente. De esta forma, no solo no habrás cumplido el deber de una criatura de Dios, sino que Él también te condenará, porque eres alguien que no posee la verdad, incapaz de obedecerlo y desobediente a Dios. Solo te preocupas de obrar para Dios y no de poner en práctica la verdad ni de conocerte a ti mismo. No entiendes ni conoces al Creador y no lo obedeces ni lo amas. Eres una persona que es desobediente a Dios de manera innata, y el Creador no ama a tales personas.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El éxito o el fracaso dependen de la senda que el hombre camine

Palabras diarias de Dios  Fragmento 480

Algunas personas afirman: “Pablo hizo una cantidad tremenda de obra, soportó muchas cargas por las iglesias y contribuyó mucho a ellas. Las trece epístolas de Pablo sostuvieron 2000 años de la Era de la Gracia y solo las superan los Cuatro Evangelios. ¿Quién puede compararse con él? Nadie puede descifrar el Apocalipsis de Juan, mientras que las epístolas de Pablo proveen vida y la obra que realizó fue beneficiosa para las iglesias. ¿Quién más pudo haber logrado tales cosas? ¿Y cuál fue la obra de Pedro?”. Cuando el hombre mide a otros, lo hace según sus contribuciones. Cuando Dios evalúa al hombre, lo hace de acuerdo con la naturaleza del hombre. Entre los que buscan vida, Pablo fue alguien que desconocía su propia sustancia. No era en absoluto humilde ni obediente, ni conocía su esencia, la cual se oponía a Dios. Por tanto, era alguien que no había pasado por experiencias detalladas ni puso en práctica la verdad. Pedro era diferente. Conocía sus imperfecciones, sus debilidades y su carácter corrupto como una criatura de Dios y, por tanto, tenía una senda de práctica por medio de la cual cambiar su carácter; no era uno de esos que solo tenía doctrina, pero no realidad. Las que cambian son personas nuevas que han sido salvadas, son las calificadas que buscan la verdad. Las que no lo hacen pertenecen a aquellas que son obsoletas por naturaleza; son las que no se han salvado, es decir, aquellas a las que Dios detesta y rechaza. Ellas no serán recordadas por Dios, por muy grande que haya sido su obra. Cuando comparas esto con tu propia búsqueda, debe ser evidente si al final eres el mismo tipo de persona que Pedro o Pablo. Si aún no hay verdad en lo que buscas y si todavía hoy sigues siendo tan soberbio e insolente como Pablo, y sigues siendo tan superficial y presuntuoso como él, sin duda eres un degenerado que fracasa. Si buscas lo mismo que Pedro, si procuras prácticas y cambios verdaderos y no eres arrogante ni obstinado, sino que buscas cumplir con tu deber, serás una criatura de Dios que puede lograr la victoria. Pablo no conocía su propia esencia o corrupción y, mucho menos, su propia desobediencia. Nunca mencionó su desafío despreciable hacia Cristo ni se arrepintió demasiado. Solo ofreció una breve explicación y, en lo profundo de su corazón, no se sometió totalmente a Dios. Aunque cayó en el camino de Damasco, no miró en lo profundo de su ser. Se contentó simplemente con seguir obrando y no consideró que conocerse y cambiar su viejo carácter fueran los asuntos más cruciales. Se conformaba con simplemente hablar la verdad, con proveer para otros como un bálsamo para su propia conciencia y con no perseguir más a los discípulos de Jesús para consolarse y perdonarse por sus pecados pasados. La meta que perseguía no era otra que una corona futura y una obra transitoria, la meta que perseguía era la gracia abundante. No buscaba suficiente verdad ni buscaba progresar más profundamente en la verdad, la cual no había entendido previamente. Por consiguiente, se puede decir que su conocimiento de sí mismo era falso y que no aceptaba el castigo ni el juicio. Que fuera capaz de obrar no significa que poseyera un conocimiento de su propia naturaleza o de su esencia; su atención solo se centraba en las prácticas externas. Además, no se esforzaba por el cambio, sino por el conocimiento. Su obra fue, por completo, el resultado de la aparición de Jesús en el camino a Damasco. No fue algo que él hubiera decidido hacer en un principio ni fue una obra que ocurriera después de que aceptase la poda de su viejo carácter. Independientemente de cómo obrara, su viejo carácter no cambió y, por tanto, su obra no expió sus pecados pasados, sino que únicamente desempeñó cierto papel entre las iglesias de la época. Para alguien como él, cuyo viejo carácter no cambió —es decir, que no obtuvo la salvación y que, además, no tenía la verdad— era absolutamente incapaz de llegar a ser uno de los aceptados por el Señor Jesús. No era alguien lleno de amor y reverencia a Jesucristo ni alguien experto en buscar la verdad y, mucho menos, alguien que buscara el misterio de la encarnación. Era simplemente una persona habilidosa en la sofistería, que no cedía ante cualquiera más elevado que él o en posesión de la verdad. Envidiaba a las personas y las verdades contrarias a él, o enemistadas con él, prefiriendo a las que tenían dones, presentaban una gran imagen y poseían un conocimiento profundo. No le gustaba interactuar con los pobres que buscaban el camino verdadero y que no se preocupaban por otra cosa que no fuera la verdad; en cambio, él se relacionaba con figuras superiores de organizaciones religiosas que sólo hablaban de doctrinas y que poseían un conocimiento abundante. No sentía ningún amor por la obra nueva del Espíritu Santo ni se preocupaba por el movimiento de la misma, sino que prefería esas reglas y doctrinas que fueran más elevadas que las verdades generales. En su sustancia innata y en la totalidad de lo que buscaba, no merece ser llamado un cristiano que buscara la verdad y, menos aún, un siervo fiel en la casa de Dios, porque su hipocresía era demasiada y su desobediencia demasiado grande. Aunque se le conoce como un siervo del Señor Jesús, no era en absoluto adecuado para entrar por la puerta del reino de los cielos, porque sus acciones de principio a fin no pueden definirse como justas. Solo se le puede ver como una persona hipócrita, que hizo injusticias, pero que también obró para Cristo. Aunque no se le puede calificar de malvado, se le puede definir adecuadamente como un hombre que cometió injusticias. Llevó a cabo mucha obra, pero no se le debe juzgar por la cantidad de obra que realizó, sino solo por la calidad y esencia de la misma. Solo así es posible llegar al fondo del asunto. Él siempre creyó: “Soy capaz de obrar, soy mejor que la mayoría de las personas; soy considerado con la carga del Señor como nadie más y nadie se arrepiente tan profundamente como yo, porque la gran luz resplandeció sobre mí y la he visto; por tanto, mi arrepentimiento es más profundo que cualquier otro”. En ese momento, esto es lo que él pensaba en su corazón. Al final de su obra, Pablo dijo: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, y me está guardada la corona de justicia”. Su lucha, su obra y su carrera fueron enteramente en aras de la corona de justicia y él no avanzó de forma activa. Aunque no fue indiferente en su obra, puede decirse que la realizó simplemente con el fin de compensar sus errores y las acusaciones de su conciencia. Él solo esperaba completar su obra, terminar su carrera y pelear su batalla lo más pronto posible, de forma que pudiese obtener la tan anhelada corona de justicia cuanto antes. Lo que él anhelaba no era reunirse con el Señor Jesús con sus experiencias y su conocimiento verdadero, sino terminar su obra lo antes posible con el fin de recibir las recompensas que esta le había ganado cuando se encontrase con el Señor Jesús. Él usó su obra para consolarse y para hacer un trato a cambio de una corona futura. Lo que buscaba no era la verdad ni Dios, sino únicamente la corona. ¿Cómo puede una búsqueda así cumplir con el estándar? Su motivación, su obra, el precio que pagó y todos sus esfuerzos, sus maravillosas fantasías lo impregnaron todo, y él trabajó en total acuerdo con sus propios deseos. En la totalidad de su obra, no hubo la más mínima voluntad en el precio que pagó; simplemente estaba cerrando un trato. No hizo sus esfuerzos voluntariamente para cumplir con su deber, sino para conseguir el objetivo del trato. ¿Hay algún valor en tales esfuerzos? ¿Quién elogiaría sus esfuerzos impuros? ¿Quién tiene algún interés en ellos? Su obra estaba llena de sueños para el futuro, de planes maravillosos y no contenía una senda para cambiar el carácter humano. Así pues, gran parte de su benevolencia era fingida; su obra no proveía vida, sino que era un simulacro de civismo; era el cumplimiento de un trato. ¿Cómo puede una obra así llevar al hombre a la senda de la recuperación de su deber original?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El éxito o el fracaso dependen de la senda que el hombre camine

Palabras diarias de Dios  Fragmento 481

Todo lo que Pedro buscaba era conforme al corazón de Dios. Buscó cumplir Su deseo e, independientemente del sufrimiento y la adversidad, siguió dispuesto a cumplir el deseo de Dios. No hay búsqueda mayor para un creyente en Dios. Lo que Pablo buscaba estaba manchado por su propia carne, por sus propias nociones y por sus propios planes y argucias. No era en absoluto una criatura calificada de Dios ni era alguien que buscara cumplir el deseo de Dios. Pedro buscó someterse a las orquestaciones de Dios y, aunque la obra que realizó no fue grande, la motivación subyacente a su búsqueda y la senda por la que caminó fueron correctas; aunque no fue capaz de ganar a muchas personas, sí fue capaz de perseguir el camino de la verdad. Por esto se puede afirmar que él era una criatura calificada de Dios. Hoy, aunque no seas un obrero, debes ser capaz de cumplir con el deber de una criatura de Dios y buscar someterte a todas Sus orquestaciones. Debes ser capaz de obedecer lo que Dios dice y experimentar toda forma de tribulaciones y refinamiento; y aun siendo débil, en tu corazón debes seguir siendo capaz de amar a Dios. Las personas que asumen la responsabilidad de su propia vida están dispuestas a cumplir con el deber de una criatura de Dios y el punto de vista de esas personas respecto a la búsqueda es el correcto. Estas son las personas que Dios necesita. Si has realizado mucha obra y otras personas adquirieron tus enseñanzas, pero tú mismo no has cambiado, ni has dado testimonio alguno ni has tenido una experiencia verdadera, de tal forma que al final de tu vida nada de lo que hayas hecho da testimonio, entonces, ¿eres tú alguien que ha cambiado? ¿Eres alguien que busca la verdad? En ese momento, el Espíritu Santo te usó, pero cuando lo hizo, utilizó la parte de ti que podía ser utilizada para obrar y no usó la parte de ti que no podía ser utilizada. Si buscaras cambiar, entonces serías perfeccionado gradualmente durante el proceso de ser usado. No obstante, el Espíritu Santo no asume la responsabilidad respecto a si al final serás ganado o no; esto depende de tu forma de buscar. Si no hay cambios en tu carácter personal, se debe a que tu punto de vista sobre la búsqueda es erróneo. Si no se te ha otorgado una recompensa, eso es problema tuyo; se debe a que tú mismo no has puesto en práctica la verdad y a que eres incapaz de cumplir el deseo de Dios. Nada es, pues, más importante que tus experiencias personales, ¡y nada es más crítico que tu entrada personal! Algunas personas acabarán diciendo: “He realizado mucha obra para Ti y, aunque tal vez no haya conseguido ningún logro celebrado, de todos modos he sido diligente en mis esfuerzos. ¿No puedes sencillamente dejarme entrar al cielo para comer el fruto de la vida?”. Debes saber qué tipo de personas deseo; los impuros no tienen permitido entrar en el reino, ni mancillar el suelo santo. Aunque puedes haber realizado muchas obras y obrado durante muchos años, si al final sigues siendo deplorablemente inmundo, entonces ¡será intolerable para la ley del Cielo que desees entrar en Mi reino! Desde la fundación del mundo hasta hoy, nunca he ofrecido acceso fácil a Mi reino a cualquiera que se gana Mi favor. Esta es una norma celestial ¡y nadie puede quebrantarla! Debes buscar la vida. Hoy, las personas que serán perfeccionadas son del mismo tipo que Pedro; son las que buscan cambios en su carácter y están dispuestas a dar testimonio de Dios y a cumplir con su deber como criaturas de Dios. Solo las personas así serán perfeccionadas. Si solo esperas recompensas y no buscas cambiar tu propio carácter vital, entonces todos tus esfuerzos serán en vano. ¡Y esta verdad es inalterable!

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El éxito o el fracaso dependen de la senda que el hombre camine

Palabras diarias de Dios  Fragmento 482

¡A partir de la diferencia entre las esencias de Pedro y Pablo deberías entender que todos aquellos que no buscan la vida trabajan en vano! Crees en Dios y lo sigues y, por tanto, en tu corazón debes amarlo. Debes apartar tu carácter corrupto, buscar cumplir el deseo de Dios y debes cumplir con el deber de una criatura de Dios. Como crees en Dios y lo sigues, debes ofrecerle todo a Él y no hacer elecciones o exigencias personales; debes lograr el cumplimiento del deseo de Dios. Como fuiste creado, debes obedecer al Señor que te creó, porque inherentemente no tienes dominio sobre ti mismo ni capacidad para controlar tu propio destino. Como eres una persona que cree en Dios, debes buscar la santidad y el cambio. Como eres una criatura de Dios, debes ceñirte a tu deber, mantener tu lugar y no excederte en tus deberes. Esto no es para limitarte ni para reprimirte por medio de la doctrina, sino que es la senda por medio de la cual puedes cumplir con tu deber; y pueden llevarlo a cabo —y deben llevarlo a cabo— todas las personas que actúan con justicia. Si comparas la esencia de Pedro y la de Pablo, sabrás cómo debes buscar. De las sendas por las que ellos caminaron, una es la senda del perfeccionamiento y la otra es la senda del descarte; Pedro y Pablo representan dos sendas diferentes. Aunque cada uno recibió la obra del Espíritu Santo, y cada uno obtuvo esclarecimiento e iluminación del Espíritu Santo, y cada uno aceptó lo que el Señor Jesús les había confiado, el fruto que dio en cada uno de ellos no fue el mismo: uno dio fruto de verdad, y el otro no. A partir de sus esencias, de la obra que realizaron, de lo que ellos expresaron exteriormente y de sus finales, debes entender qué senda debes tomar, cuál senda debes elegir para transitar. Ellos anduvieron por dos sendas claramente diferentes. Pablo y Pedro eran la personificación de cada senda y desde el principio se recurrió a ellos para tipificar estas dos sendas. ¿Cuáles son los puntos clave de las experiencias de Pablo y por qué no lo consiguió? ¿Cuáles son los puntos clave de las experiencias de Pedro y cómo experimentó el ser perfeccionado? Si comparas lo que preocupaba a cada uno de ellos, sabrás qué tipo exacto de persona quiere Dios, cuál es Su voluntad, cuál es Su carácter, qué tipo de persona será perfeccionada en última instancia y también qué tipo de persona no lo será, sabrás cuál es el carácter de las que serán perfeccionadas, y cuál el de las que no lo serán; estos temas sobre la esencia pueden verse en las experiencias de Pedro y de Pablo. Dios creó todas las cosas y por ende hace que toda la creación venga bajo Su dominio y se someta al mismo; Él ordenará todas las cosas para que todas estén en Sus manos. Toda la creación de Dios, incluyendo los animales, las plantas, la humanidad, las montañas, los ríos y los lagos, todo debe venir bajo Su dominio. Todas las cosas en los cielos y sobre la tierra deben venir bajo Su dominio. No pueden tener ninguna elección y deben someterse todas a Sus orquestaciones. Esto fue decretado por Dios y es Su autoridad. Dios lo gobierna todo y ordena y clasifica todas las cosas, cada una catalogada según su clase, con su propia posición asignada de acuerdo con la voluntad de Dios. Por muy grande que sea, ninguna cosa puede sobrepasar a Dios y todas las cosas sirven a la humanidad creada por Dios; nada se atreve a desobedecer a Dios o a imponerle exigencias. Por tanto, el hombre, como criatura de Dios, también debe cumplir con su deber. Independientemente de que sea el señor o el cuidador de todas las cosas, por muy alto que sea el estatus del hombre entre todas las cosas, sigue siendo un ser humano insignificante bajo el dominio de Dios, solo un ser humano insignificante, una criatura de Dios, y nunca estará por encima de Dios. Como criatura de Dios, el hombre debe procurar cumplir con el deber de una criatura de Dios y buscar amar a Dios sin hacer otras elecciones, porque Dios es digno del amor del hombre. Quienes buscan amar a Dios no deben buscar ningún beneficio personal ni aquello que anhelan personalmente; esta es la forma más correcta de búsqueda. Si lo que buscas es la verdad, si lo que pones en práctica es la verdad y si lo que obtienes es un cambio en tu carácter, entonces, la senda que transitas es la correcta. Si lo que buscas son las bendiciones de la carne, si lo que pones en práctica es la verdad de tus propias nociones y no hay un cambio en tu carácter ni eres en absoluto obediente a Dios en la carne, sino que sigues viviendo en la ambigüedad, entonces lo que buscas te llevará sin duda al infierno, porque la senda por la que caminas es la del fracaso. Que seas perfeccionado o descartado depende de tu propia búsqueda, lo que equivale a decir que el éxito o el fracaso dependen de la senda que el hombre camine.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El éxito o el fracaso dependen de la senda que el hombre camine

Anterior: La entrada en la vida II

Siguiente: La entrada en la vida IV

El fin de todas las cosas se está acercando, ¿quieres saber cómo el Señor recompensará el bien, castigará el mal y determinará el fin de cada uno? Bienvenido a contactarnos para descubrir la respuesta.

Ajustes

  • Texto
  • Temas

Colores lisos

Temas

Fuente

Tamaño de fuente

Interlineado

Interlineado

Ancho de página

Índice

Buscar

  • Buscar en este texto
  • Buscar en este libro

Conéctate con nosotros en Messenger