Palabras sobre el autoconocimiento

Fragmento 42

La clave para lograr un cambio de carácter es conocer la propia naturaleza, y esto debe suceder de acuerdo con las revelaciones de Dios. Sólo en la palabra de Dios se puede conocer la propia naturaleza espantosa, reconocer en esta los diferentes venenos de Satanás, darse cuenta de que uno es necio e ignorante, y reconocer los elementos débiles y negativos de la misma. Después de que estos se conozcan completamente, y puedas verdaderamente odiarte y renunciar a la carne, cumplir con la palabra de Dios de forma constante, buscar la verdad constantemente mientras cumples con tus deberes, conseguir una transformación en tu carácter, y convertirte en una persona que ama a Dios de verdad, entonces te habrás embarcado en la senda de Pedro. Sin la gracia de Dios, si no hay esclarecimiento y dirección del Espíritu Santo, sería muy difícil transitar por esta senda, porque las personas no tienen la verdad y son incapaces de traicionarse a sí mismas. Andar por la senda de perfección de Pedro reside ante todo en la determinación, en tener fe y depender de Dios. Además, uno debe someterse a la obra del Espíritu Santo; en todas las cosas, uno no puede estar sin las palabras de Dios. Estos son los aspectos clave, de los cuales ninguno puede ser violado. Llegar a conocerse a uno mismo mediante la experiencia es muy difícil; sin la obra del Espíritu Santo es en vano. Para caminar por la senda de Pedro uno debe concentrarse en conocerse a sí mismo y en transformar el propio carácter. El camino de Pablo no era de búsqueda de la vida o de concentrarse en conocerse a sí mismo, se centró especialmente en hacer la obra y en su influencia e inercia. Su motivación era obtener las bendiciones de Dios a cambio de su obra y su sufrimiento, además de recibir recompensas de Dios. Su motivación era incorrecta, Pablo no se centró en la vida ni le dio ninguna importancia a conseguir un cambio de carácter; sólo se centró en las recompensas. Como tenía las metas incorrectas, el camino por el que anduvo fue también erróneo, claro está. Esto salió a relucir por medio de su naturaleza arrogante y engreída. Es evidente que Pablo no posee ninguna verdad ni tampoco conciencia o razón. Al salvar y cambiar a las personas, Dios altera principalmente su carácter. El propósito de Sus palabras consiste en lograr en las personas el resultado de poseer un carácter transformado y la habilidad de conocer a Dios, de someterse a Él y de adorarlo de una forma normal. Este es el objetivo de las palabras de Dios y de Su obra. El modo de búsqueda de Pablo viola directamente la intención de Dios y está en conflicto con ella; se produce en oposición total a ella. La manera de buscar de Pedro estaba, sin embargo, totalmente de acuerdo con la voluntad de Dios: se centró en la vida y en la transformación de carácter, que es precisamente el resultado que Dios desea alcanzar en los seres humanos con Su obra. La senda de Pedro está, por tanto, bendecida y recibe la alabanza de Dios. Al violar la senda de Pablo la voluntad de Dios, Él la detesta y la maldice. Para caminar por la senda de Pedro uno debe conocer la voluntad de Dios. Si se es realmente capaz de comprender por completo Su voluntad mediante Sus palabras —lo que significa comprender qué quiere hacer Dios con el hombre y, en última instancia, qué resultado desea alcanzar—, sólo entonces podrá tener uno un entendimiento preciso de qué camino seguir. Si no comprendes del todo la senda de Pedro y sólo tienes el deseo de seguirla, entonces no serás capaz de emprenderla. En otras palabras, podrías conocer muchas doctrinas, pero en el fondo eres incapaz de entrar en la realidad. Aunque puedas hacer una entrada superficial, eres incapaz de lograr un resultado verdadero.

Hoy día, la mayoría de las personas tiene un entendimiento muy superficial de sí mismas. No han llegado a distinguir en absoluto las cosas que forman parte de su naturaleza. Solo tienen conocimiento de algunos de los estados corruptos que exponen, de las cosas que probablemente van a hacer o de unos de sus defectos, y eso les hace creer que se conocen a sí mismos. Si, además, viven rigiéndose por unas cuantas normas, si se aseguran de no cometer equivocaciones en ciertos ámbitos y se las apañan para evitar cometer ciertas transgresiones, entonces consideran que poseen realidad en su creencia en Dios y asumen que serán salvadas. Esto es una imaginación completamente humana. Si te atienes a estas cosas, ¿de verdad llegarás a ser capaz de evitar cometer transgresión alguna? ¿Habrás logrado un verdadero cambio de carácter? ¿Estarás viviendo realmente a semejanza de un ser humano? ¿Puedes satisfacer auténticamente a Dios? ¡Desde luego que no, eso está claro! La creencia en Dios sólo funciona cuando uno tiene altos estándares y ha alcanzado la verdad y alguna transformación en el carácter de vida. Esto requiere, en primer lugar, conocerse a uno mismo. Si el conocimiento que las personas tienen de sí mismas es demasiado superficial, les resultará imposible resolver los problemas y su carácter de vida simplemente no cambiará. Es necesario que alguien se conozca en un nivel profundo, lo que significa conocer la propia naturaleza: qué elementos se incluyen en esa naturaleza, cómo se originaron estas cosas y de dónde provinieron. Además, ¿eres realmente capaz de odiar estas cosas? ¿Has visto tu propia alma fea y tu naturaleza malvada? Si eres realmente capaz de ver la verdad sobre ti mismo, entonces te aborrecerás. Cuando te aborreces, y luego practicas la palabra de Dios, podrás abandonar la carne y tener la fuerza para cumplir con la verdad sin considerarlo arduo. ¿Por qué muchas personas siguen sus preferencias carnales? Porque se consideran bastante buenas, sienten que sus acciones son correctas y justificadas, que no tienen fallas e incluso que están completamente en lo correcto. Por lo tanto, son capaces de actuar con la suposición de que la justicia está de su lado. Cuando alguien reconoce cuál es su verdadera naturaleza, cuán fea, despreciable y detestable es, entonces no está demasiado orgulloso de sí mismo ni es tan salvajemente arrogante ni está tan complacido consigo mismo como antes. Tal persona siente: “Debo ser serio y centrado y tener los pies en la tierra al practicar algunas de las palabras de Dios. Si no, entonces no estaré a la altura del estándar de ser humano, y me avergonzaré de vivir en la presencia de Dios”. Entonces alguien realmente se ve a sí mismo como miserable, como verdaderamente insignificante. En este momento, a alguien se le hará fácil cumplir con la verdad y parecerá ser un poco como debería ser un humano. Sólo cuando las personas realmente se aborrecen pueden abandonar la carne. Si no se desprecian a sí mismas, serán incapaces de abandonar la carne. Odiarse a uno mismo verdaderamente no es algo simple. Debe haber ciertas cosas en ellos: primero, conocer la propia naturaleza; y segundo, verse a uno mismo como una persona dependiente y mísera, verse extremadamente pequeño e insignificante y ver la propia alma deplorable y sucia. Cuando alguien ve completamente lo que realmente es, y se logra este resultado, entonces realmente adquiere conocimiento de sí mismo y se puede decir que se ha llegado a conocer completamente. Sólo entonces puede alguien mismo odiarse, hasta el punto de maldecirse y sentir verdaderamente que Satanás lo ha corrompido profundamente; tanto que ni siquiera se parece a un ser humano. Entonces un día, cuando aparezca la amenaza de la muerte, esa persona pensará: “Este es el justo castigo de Dios. Dios es, ciertamente, justo; ¡en verdad yo debería morir!”. En este punto, él no albergará quejas y, mucho menos, culpará a Dios, simplemente, sentirá que es tan dependiente y despreciable, tan inmundo y tan corrupto, que debería ser eliminado y destruido por Dios, y que un alma así no es apta para vivir en la tierra. Por tanto, esta persona no se quejará de Dios ni se opondrá a Él y, mucho menos, lo traicionará. Si alguien no se conoce, y todavía se considera bastante bueno, entonces cuando la muerte llame, esta persona pensará: “Lo he hecho muy bien en mi fe. ¡Qué duro he buscado! He dado tanto, he sufrido tanto, pero finalmente Dios ahora me está pidiendo que muera. No sé dónde está la justicia de Dios. ¿Por qué me está pidiendo que muera? Si tengo que morir, entonces ¿quién se salvará? ¿No llegará a su fin la raza humana?”. En primer lugar, esta persona tiene nociones acerca de Dios. En segundo lugar, esta persona se queja y no muestra ninguna sumisión en absoluto. Esto es igual que Pablo: cuando estaba a punto de morir, no se conocía, y para cuando el castigo de Dios estaba cerca, era demasiado tarde.

Fragmento 43

Aunque en las reuniones a menudo se habla sobre la verdad, se analizan las actitudes corruptas de las personas, se charla sobre el conocimiento de uno mismo y se comentan los diferentes estados y comportamientos de la gente, todavía hay muchas personas que no conocen su propio carácter corrupto. Algunas se limitan a admitir que tienen ese carácter corrupto, pero no lo reconocen cuando se revela. Algunas personas tienen capacidad de comprensión y, cuando leen las palabras de Dios, reconocen que son la verdad y que lo que Él dice es verdadero. Sin embargo, cuando les ocurren cosas malas, su comprensión se vuelve superficial. Siguen creyendo que actúan bien, que todavía son buenas personas, y, aunque piensan que tienen un carácter algo corrupto, siguen juntándose con la gente buena. No conocen la naturaleza de su carácter corrupto ni las consecuencias que acarreará. ¿Es esto realmente conocerse a uno mismo? Después de creer en Dios durante varios años a través de leer Sus palabras, de escuchar sermones y compartir, así como de que las poden y las traten, la mayoría de las personas ven finalmente con claridad que su humanidad no es buena, que tienen realmente un carácter corrupto y que pueden hacer cosas que violan la verdad y que se oponen a Dios. No obstante, muchas personas no reconocen esto de forma sincera; se limitan a admitir de palabra que son demonios, que son Satanases y que deberían ser maldecidas. ¿Esta clase de comprensión es auténtica? ¿Es algo que sale del corazón? ¿Algo que se dice con genuino desprecio de uno mismo? Por ejemplo, un líder o un obrero ha sido destituido por no hacer trabajo práctico, y para mostrar a todos su “remordimiento” escribe una carta de arrepentimiento: “He decepcionado a Dios y estoy en deuda con Él. No merezco Su salvación ni Su esmerada protección y esfuerzo. Soy un demonio, soy Satanás, mi humanidad es maligna. ¡Debería ser maldecido, debería ir al infierno y perecer!”. En cada frase de esta carta de arrepentimiento, se rechaza y se condena a sí mismo con palabras que un incrédulo no diría jamás. Aunque reconoce que es el diablo y Satanás, ¿son sinceras sus palabras? (No. No menciona qué corrupciones ha revelado, qué cosas malas ha hecho ni qué pérdidas ha causado a la obra de la iglesia). No hay una sola frase que explique la situación real ni lo que tiene en el corazón; todo son palabras vacías. ¿Es esta una comprensión verdadera? (No). Si no es una comprensión auténtica, ¿está reconociendo que es corrupto? (No). Vamos a explicárselo: esta persona no reconoce su propia corrupción. Escribió una carta de arrepentimiento y, a primera vista, parece que se conoce a sí misma y que admite su corrupción. A partir de ahí, deberías observar cómo se comporta en la vida diaria y si su conducta detrás del telón ha cambiado de verdad; solo entonces podrás llegar a una conclusión precisa. ¿En qué comportamientos podremos ver que admite realmente su propia corrupción y que se conoce de verdad a sí misma? (Después de que una persona se conozca verdaderamente a sí misma, habrá cambios reales). Es correcto. Dios observa si hay un cambio auténtico en la persona. Si alguien escribe una carta de arrepentimiento y parece que sus palabras son sinceras y que contienen un entendimiento genuino, ¿significa que realmente se ha arrepentido? ¿Es eso una prueba de que se ha arrepentido de verdad? No, debemos fijarnos en si ha habido un cambio real en esta persona; esta es la cuestión más crucial. Pero, después de ser destituida, una persona así a menudo se justifica y se defiende ante los hermanos y hermanas, lo que significa que sigue sin reconocer su propia corrupción y que no tiene una auténtica comprensión de sí misma. Su resistencia, autodefensa y justificación detrás del telón lo confirman. Además, cuando lo Alto analiza sus acciones y señala que es un anticristo, un falso líder, y que no realiza trabajo práctico, ¿cuál es su reacción al ser desenmascarada por lo Alto? Razona, se defiende y se justifica explicando estos asuntos por doquier, sin reconocer que no hace trabajo práctico, que carece de aptitud, que no comprende la verdad y que es un falso líder. ¿Qué tipo de actitud hay detrás del hecho de que no lo reconozca y de esta autodefensa? Es una actitud intransigente y arrogante, una actitud cansada de la verdad. Cuando escribió su carta de arrepentimiento, admitió que era un demonio y un Satanás, que era indigno de Dios, que estaba en deuda con Él y que su humanidad no era buena, pero, inmediatamente después de reconocerlo, volvió a las andadas. ¿Qué sucede aquí? (Su reconocimiento no es sincero). ¿Cuál es su verdadera cara? ¿Cuál es su auténtica estatura? (Defenderse y justificarse). Sus justificaciones y autodefensas detrás del telón, sus explicaciones por doquier: esa es su verdadera cara. ¿No es esta la prueba de que no reconoce que es incapaz de hacer un trabajo práctico y que no posee la realidad verdad? No lo reconoce en absoluto. Si ni siquiera lo admite, ¿se conoce verdaderamente a sí misma? Si no se conoce a sí misma, ¿no está engañando a la gente al presentarse como un diablo y como un Satanás? Entonces, todo lo que dice sobre conocerse a sí misma es mentira; todo es falso. No reconoce que no puede hacer el trabajo y que su humanidad no es buena, así que ¿por qué sigue profiriendo esas palabras de autocondena? Es incomprensible. Si no se conoce a sí misma, ¿por qué sigue fingiendo que sí? Es para engañar a la gente. Los hechos que tenemos ante nuestros ojos ya han demostrado que es una persona hipócrita. ¿Reconoce acaso que tiene un carácter corrupto? (No lo reconoce). Se niega a admitirlo e incluso se esfuerza por encontrar diversas excusas y razones para demostrar que las cosas que ha hecho no están mal. Cree que haga lo que haga es correcto y que lo Alto no debería condenarlo ni analizarlo. Puede aceptar ser destituida, pero no ser tratada injustamente por estas cosas. No importa el motivo de su destitución, puede someterse a ella y aceptarla; es solo porque fue destituido por estas cosas concretas que ha hecho que no puede aceptarla ni someterse. ¿No es esta la raíz de sus justificaciones y autodefensas? Una persona así afirma que es un diablo y un Satanás, dice que debería ser maldecida y enviada al infierno y clama repetidamente estas consignas mientras sigue argumentando y justificándose: ¿se conoce realmente a sí misma? (No). Estas personas claman repetidamente que son demonios y Satanases, pero no reconocen ninguna de sus malas acciones. ¿Reconocen que tienen actitudes corruptas? (No). ¿Por qué decimos que no lo reconocen? Todas ellas admiten que son demonios y Satanases, así que ¿por qué no admiten que tienen actitudes corruptas? ¿Qué tiene consecuencias más graves, reconocer que uno posee un carácter corrupto o reconocer que uno es un demonio y un Satanás? De hecho, saben en su fuero interno que al reconocer que son Satanases y demonios pueden engañar a otros y lograr un buen resultado, y que nadie les hará nada. Sin embargo, si reconocen sus malas acciones o que no tienen humanidad, la gente las evitará y las desdeñará. Por lo tanto, eligen un eslogan digno de un póster para engañar a todo el mundo y explicar las cosas. ¿Por qué vociferan este tipo de lemas y consignas? ¿Cuál es el propósito? (Que la gente vea cuánto se conocen a sí mismas). Por un lado, alardean de su espiritualidad. Por otro lado, piensan: “Todos dicen que son demonios y Satanases. Si yo digo que soy un diablo y Satanás, no tendré que sufrir ninguna consecuencia e incluso puedo ganarme la aprobación de todo el mundo. ¿Por qué no hacerlo?”. ¿No es esa la idea? ¿No es esta una forma de conocerse a uno mismo bastante astuta? (Sí, es falsa). Esto es engañoso y tramposo por naturaleza, ¡y presenta las características de los embaucadores religiosos! ¿Qué dicen estos? “¡Todos somos pecadores; todos hemos pecado!”. No especifican por qué son malos ni detallan las cosas malas que han hecho. También declaran: “Todos somos pecadores y debemos arrepentirnos. ¡Mirad cuánta sangre preciosa derramó el Señor Jesús por nosotros!”. ¿Qué objetivo quieren conseguir con estas palabras? Aparentar que son espirituales. Están alardeando y haciendo que los demás piensen bien de ellos para lograr su objetivo de ganarse sus corazones y sus mentes. Estas personas que afirman que son demonios y Satanases, ¿no estarán buscando ese mismo resultado? ¿No es ese su propósito? A primera vista, parecen conocerse a sí mismas y estar verdaderamente arrepentidas al proclamar que son diablos y Satanases, que son criaturas del infierno y que merecen la muerte. ¡Qué sinceras son sus palabras! Pero, aunque hablan con tanta seriedad, ¿son igual de sinceras en lo que hacen detrás del telón? En absoluto. Utilizan una estrategia con dos caras: por una parte, reconocen en público que son diablos y Satanases, pero, por otra, van por ahí defendiéndose y justificándose, explicando que no han hecho nada malo. Dicen que han sido tratadas de manera injusta por lo Alto y que lo Alto no es consciente de la situación real, que al hacer las cosas que han hecho han tenido que superar grandes penalidades y agravios y han pagado un precio muy alto, y que no deberían ser tratadas de esa manera. Dicen estas cosas para conseguir que las compadezcan, para que más personas piensen erróneamente que se reconocen como demonios y Satanases y que se conocen de verdad a sí mismas, que lo Alto ha sido injusto con ellas y que las han destituido por una cuestión sin importancia. Hacen que parezca que se conocen a sí mismas y que merecen ser líderes. En realidad, están defendiéndose y justificándose enérgicamente. ¿Se conocen realmente a sí mismas estas personas tan hábiles para engañar, para justificarse y para vociferar eslóganes espirituales? (No se conocen). Lo que llaman conocimiento de sí mismas no es más que dejarse llevar por la inercia, engañar a los demás y dar excusas, todo para causar buena impresión a los demás. No se presentan de verdad ante Dios para arrepentirse y reconocer su culpa, ni aceptan que Dios las pode y las trate, que las desenmascare y las discipline o incluso las destituya. Sencillamente, no tienen ese carácter.

Hoy en día, la experiencia de la mayoría de la gente es demasiado superficial y su autoconocimiento es muy limitado. Muchos solo reconocen los errores de sus métodos y sus propios fallos, mientras que pocos admiten su pobre aptitud, su comprensión distorsionada, su carencia de comprensión espiritual y su falta de humanidad. Aún son menos las personas que reconocen que las palabras de revelación de Dios son hechos absolutos, que estas palabras revelan la verdad de su propia corrupción o que Sus palabras son totalmente exactas y sin ningún error. Esta es la prueba de que la gente todavía no se conoce verdaderamente a sí misma. No reconocer que viven de acuerdo con sus actitudes y su naturaleza satánicas significa que no se conocen verdaderamente a sí mismos. No importa qué actitudes corruptas revelen, no las admiten. Las encubren y las tapan, impidiendo que los demás vean su corrupción. A estas personas se les da muy bien disfrazarse y son hipócritas. Actualmente, la mayoría de la gente se decanta por la verdad y su estado ha mejorado un poco, pero todavía no se conoce verdaderamente a sí misma. Muchas personas, al cometer un error, reaccionan por sistema limitándose a reconocer que se equivocaron en esa ocasión. Si les preguntas: “¿En qué te equivocaste exactamente? ¿Qué principios-verdad vulneraste? ¿Qué actitudes corruptas revelaste?”, responderán: “Esto no tiene nada que ver con actitudes corruptas. Fue solo un lapsus momentáneo; no lo pensé bien y actué impulsivamente. No era mi intención”. Sus acciones y errores involuntarios se han convertido en escudos y excusas para las actitudes corruptas que han revelado. ¿Es esto un reconocimiento genuino de su propia corrupción? No lo es. Si con frecuencia pones excusas o encuentras razones para las actitudes corruptas que revelas, entonces no puedes enfrentarte realmente a tus propias actitudes corruptas, ni puedes reconocerlas ni comprenderlas. Por ejemplo, una persona cumple bien sus deberes durante un tiempo; su estado es estable, todo lo que hace se desarrolla con fluidez y sin contratiempos y produce algunos resultados positivos y recibe elogios de los demás. Cree que ha hecho grandes contribuciones y que Dios debería recompensarla. Como resultado, revela un carácter corrupto que es arrogante y santurrón: se cree mejor que los demás, se niega a escuchar y es incapaz de cooperar armoniosamente con nadie. Al poco tiempo, esta persona comete errores en el cumplimiento de sus deberes, y sus hermanos y hermanas la tratan y la desenmascaran, diciendo que es demasiado arrogante. Le cuesta aceptar este hecho y reflexiona incesantemente sobre el asunto: “¿Soy arrogante? No lo creo. No he presumido de nada, así que ¿cómo podría haberme vuelto arrogante?”. Se atasca en la palabra “arrogante” y no puede ir más allá. Su incapacidad para aceptar esta palabra demuestra que carece de razón, que no se conoce en absoluto y que no reconoce su propio carácter corrupto. Cuando te ocurre algo y revelas un carácter corrupto, si alguien te critica o te poda y te trata y dice que lo que hiciste vulnera los principios-verdad, pero aun así tú solo reconoces tu error en ese asunto en concreto, no estás dispuesto a admitir que fue una consecuencia causada por un carácter corrupto revelado y solo estás dispuesto a rectificar el error sin aceptar nunca el hecho de que revelaste un carácter corrupto, entonces no te conoces de verdad a ti mismo. ¿Puede el reconocimiento de los errores significar por sí mismo el autoconocimiento? El autoconocimiento se refiere a la identificación de la causa raíz de los propios errores y al conocimiento del propio carácter corrupto. Si tú reconoces que has hecho algo mal y después tu comportamiento cambia de tal manera que parece que ya no cometes el mismo error, pero no has desechado tu carácter corrupto y la causa profunda del error no ha sido resuelta, entonces, ¿cuál sería la consecuencia? Inevitablemente todavía revelarías un carácter corrupto y te rebelarías y opondrías a Dios. No asumas que unos pocos cambios de comportamiento equivalen a un cambio en tu carácter. Conocerse a uno mismo es un proceso interminable; si uno no puede conocer las causas raíz de su carácter corrupto o dónde se encuentra la raíz de su rebelión y oposición a Dios, entonces no puede lograr un cambio en su carácter. Esto es lo difícil de modificar el carácter de uno mismo. ¿Por qué muchas personas que creen en Dios solo cambian su comportamiento y no su carácter-vida? Aquí es donde radica el problema. Si reconoces que lo que revelas es un carácter corrupto que te ha llevado a actuar a tu antojo, a tomar decisiones arbitrarias, a no cooperar armoniosamente con los demás y a ponerte por encima de ellos, y después de admitir estas cosas reconoces además que son causadas por un carácter arrogante, ¿qué provecho te reportará? Solo entonces reflexionarás verdaderamente sobre estos asuntos y reconocerás que un carácter corrupto es la causa raíz de oponerse a Dios, y es una prueba irrefutable de la corrupción de la humanidad por Satanás. Reconocerás que, si uno no se despoja de este carácter corrupto, es indigno de ser llamado humano e indigno de vivir ante Dios. Sin embargo, si solo reconoces que has hecho algo mal, ¿cuál será la consecuencia? Solo te concentrarás y esforzarás en la forma en que haces las cosas y en corregirlas, en cómo hacer las cosas para que parezcan correctas en la superficie y en cómo ocultar la revelación de tu carácter arrogante. Te volverás cada vez más falso y los métodos que uses para engañar a los demás serán cada vez más sofisticados. Pensarás: “Esta vez me he equivocado y todo el mundo lo ha visto porque no he sido cuidadoso. No volverá a pasar”. El resultado es que, aunque tu manera de hacer las cosas haya cambiado en la superficie y los demás no vean ningún problema, tú has ocultado tu carácter corrupto. ¿En qué te has convertido? Te has vuelto más falso y un hipócrita. Si uno se concentra y se esfuerza en cómo habla y actúa de manera que en la superficie nadie observe problemas ni encuentre fallos en él y sus acciones parezcan perfectas, pero no cambia su carácter corrupto en lo más mínimo, ¿acaso no se está convirtiendo en un fariseo? Aunque su comportamiento hipócrita pueda engañar a las personas, ¿puede engañar a Dios? ¿Qué significa exactamente perseguir la verdad? En primer lugar, se trata de perseguir cambiar el propio carácter. Si uno no conoce su propio carácter corrupto, es imposible que lo cambie. Reconociendo al mismo tiempo que tiene un carácter corrupto, debe aceptar la verdad, pensar dónde se equivocó exactamente y en qué falló, y luego buscar la verdad para resolver sus problemas. Solo de este modo podrá despojarse gradualmente de su carácter corrupto, practicar la verdad en el cumplimiento de sus deberes y actuar con principios. Al hacerlo así, entrará en la realidad-verdad. Solo aquellos que buscan y practican la verdad son los que la persiguen. Son ellos quienes se esfuerzan continuamente en practicar la verdad y actuar con principios y quienes son capaces de sintetizar sus experiencias y extraer lecciones de ellas. Una vez que practican la verdad y entran en la realidad, que tienen principios en sus acciones y cometen menos errores, llegarán poco a poco a ser aptos para que Dios los use. Si uno no es alguien que persigue la verdad, por mucho que se permita dar charlas vacías sobre el conocimiento de sí mismo o que se presente como un diablo y Satanás, en el fondo sigue sin poner la verdad en práctica. Así pues, ¿cuál es la diferencia entre estos dos? Uno reconoce su propio carácter corrupto, busca la verdad, busca los principios-verdad y practica conforme a la verdad: esta es la senda de perseguir la verdad. El otro no reconoce que tiene un carácter corrupto y no acepta que su carácter corrupto sea un hecho, en vez de esforzarse en la manera en la que hace las cosas. Sin embargo, esto solo cambia su comportamiento externo y no hay cambio en su carácter-vida, lo cual hace que su conducta sea más tramposa. Lo que hacen estas personas ¿se ajusta a los principios-verdad? Está completamente alejado de ellos y no llega ni a rozar la superficie. Lo que hacen es disfrazarse, fingir y hacer trampa, y su meta es engañar al pueblo escogido de Dios. No practican la verdad, pero aun así quieren que todos los alaben, que los aprueben y los apoyen con el fin de tener estatus en la Iglesia. ¿No es esta una manifestación de engaño y trampa? Se disfrazan y se cubren y se concentran en ganarse la simpatía de los demás. ¿Hay algún principio-verdad en esta manera de hacer las cosas? En absoluto, todo está basado en figuraciones de la mente humana, en métodos humanos, en filosofías humanas para los asuntos mundanos, y sigue siendo vivir conforme a un carácter satánico. Esta práctica de la hipocresía pertenece a una espiritualidad falsa; es engañar a las personas y carece de la más mínima realidad-verdad.

¿Por qué algunas personas, que también parece que están cumpliendo sus deberes como los demás, surgen de repente de la nada y escandalizan a la gente cometiendo una gran maldad al final? ¿Puede suceder algo así en solo uno o dos días? Por supuesto que no. Roma no se construyó en un día. Exteriormente, parecen personas educadas y sencillas y nadie puede encontrarles defectos, pero, al final, las cosas malas que hacen son más extremas y sorprendentes que las que pudiera haber hecho cualquier otra persona. Estas acciones las llevan a cabo personas supuestamente “educadas”. ¿Sabéis qué característica común tienen este tipo de personas? (En apariencia se portan bien y por lo general parecen muy correctas). Lo que viven y su esencia-naturaleza tienen dos características distintivas: ¿podéis captar estos puntos clave? (No aman la verdad ni reconocen su carácter corrupto. Cuando hablan de conocerse a sí mismas, están poniéndose un disfraz y actuando con hipocresía). Actuar de forma hipócrita es un aspecto de ello, por tanto, ¿cómo puedes descubrir y confirmar que estas personas son hipócritas? ¿Cómo puedes asegurarte de que estos buenos comportamientos que muestran son solo una simulación? (De cara a la galería, hablan muy agradablemente, pero en sus acciones reales protegen sus propios intereses sin considerar los intereses de la casa de Dios). Esta es la manifestación específica de lo que es actuar hipócritamente. Aunque estas personas hipócritas hablan de manera agradable, en realidad están engañando y estafando a la gente. Además, evidencian su egoísmo y su vileza al proteger únicamente sus propios intereses y no tener en cuenta los intereses de la casa de Dios: quieren vivir como una puta, pero esperan un monumento a su castidad. Esta es su esencia-naturaleza, desprovista de toda humanidad. Acabo de mencionar que su esencia-naturaleza tiene dos características distintivas. La primera es que estos tipos de personas a menudo gritan eslóganes y hablan sobre doctrinas como si ellas fueran profundamente espirituales, pero en realidad no aman la verdad lo más mínimo, y sin amor por la verdad es imposible que la practiquen. Basándonos en este punto, lo que mencionasteis antes acerca de que solo tienen en cuenta sus propios intereses, ¿no es una de esas manifestaciones? ¿Por qué consideran sus propios intereses? ¿Aman la verdad? (No aman la verdad; solo les gustan sus intereses). Solo protegen sus propios intereses y no tienen en cuenta en absoluto los intereses de la casa de Dios ni de los hermanos y hermanas. ¿No es este un comportamiento propio de no amar la verdad lo más mínimo? Algunas personas preguntan: “Si no aman la verdad, ¿por qué siempre hablan sobre temas relacionados con la verdad?”. ¿Cómo explicaríais esto? (Lo hacen para impresionar a los demás, para disfrazarse y engalanarse). En parte es por eso, pero, además, ¿realmente están charlando sobre la verdad? No es la verdad en absoluto; son solo palabras y doctrinas. Si claramente son solo palabras y doctrinas, entonces, ¿cómo se le puede llamar la verdad? Solo los tontos equipararían las palabras y doctrinas con la verdad. Los demonios son muy hábiles pronunciando palabras y doctrinas para engañar a la gente, y también quieren hacerse pasar por personas que poseen la verdad para embaucar al prójimo y a Dios. No importa cuán nobles sean las palabras y doctrinas que proclaman, no son la verdad; solo las palabras pronunciadas por Dios son la verdad. ¿Cómo pueden las palabras y doctrinas humanas ponerse junto a la verdad en una misma frase? Son dos cosas diferentes. Este es el primer punto, que estas personas no tienen absolutamente ningún amor por la verdad. ¿Es este aspecto su esencia-naturaleza? (Sí). ¿Por qué decimos que es su esencia-naturaleza y no solo una revelación o comportamiento temporal? Porque cuando observamos sus revelaciones y comportamientos, podemos concluir que su esencia-humanidad es que no aman la verdad en absoluto. Debido a estos diversos comportamientos, se puede determinar que son personas que no aman la verdad. Esta es la primera característica. Entonces, ¿cuál es la segunda? Es que estas personas no reconocen para nada sus propias actitudes corruptas. ¿Qué significa que no las reconocen en absoluto? Si decimos que no reconocen sus actitudes corruptas, ¿por qué hablan siempre sobre conocerse a sí mismas? No solo hablan de ello, sino que también ayudan desvergonzadamente a otras personas a conocerse a sí mismas. También suelen manifestar que no hacen lo suficiente, que están en deuda con Dios, que son demonios y Satanases y que merecen ser maldecidas. ¿Cómo se explica esto? (Cuando hablan de conocerse a sí mismas, no hay verdadero contenido ni detalles. Por ejemplo, no hay contenido verdadero en cuanto a qué corrupciones han revelado, qué malas intenciones albergan, qué actitudes corruptas los controlan, qué manifestaciones específicas tienen, a qué esencia-naturaleza pertenecen, etcétera. Se limitan a afirmar vagamente que son demonios y Satanases sin expresar comprensión ni sentimientos genuinos). (Uno de los resultados de conocerse verdaderamente a uno mismo es ser capaz de odiarse de verdad. Este tipo de personas reconocen verbalmente su corrupción, pero en su fuero interno no se odian en absoluto y, además, encuentran todo tipo de razones para defenderse y justificarse. A veces no exteriorizan sus explicaciones, pero no aceptan ni reconocen internamente su corrupción. Son totalmente incapaces de aceptar la verdad y no cambian para nada). No reconocen su propia corrupción: ¿cómo se explica esto? (Cuando acaece algo malo y quedan en evidencia, sienten que son incapaces de hacer algo así y por eso no reconocen que tienen ese tipo de carácter corrupto). Esta clase de personas siempre hablan de conocerse a sí mismas, pero ¿qué saben exactamente? ¿Conocen sus conductas y manifestaciones o sus actitudes corruptas? ¿O solo saben qué cosas han hecho mal? Hay una gran diferencia entre estos tipos de conocimiento. Algunos tipos de conocimiento son verdaderos, mientras que otros son superficiales y carecen de esencia. El conocimiento de algunas personas es aún más superficial y solo saben qué cosas han hecho mal o reconocen las cosas que han hecho que van en contra de la moral o de la ley. No hay ninguna diferencia con las personas religiosas que admiten su culpa ante el Señor; esto no conduce a un arrepentimiento genuino. También hay algunas personas que, cuando hablan de conocerse a sí mismas, solo proclaman algunas doctrinas o imitan lo que otros dicen sobre el autoconocimiento. Se trata de una forma aún mayor de disimulo y de engaño. ¿Por qué estas personas no se conocen realmente a sí mismas? La razón más crucial es que nunca aceptan la verdad, por lo que todas sus acciones y comportamientos se basan enteramente en sus preferencias, su propia filosofía satánica y sus propios intereses, ambiciones y deseos. En el fondo de sus corazones, no perciben sus ambiciones y deseos como corruptos; cualquier cosa que necesiten no es corrupta, así que hacen lo que quieren, lo que les gusta. Al juzgar esto desde el punto de vista de sus acciones, ¿reconocen sus propias corrupciones? (No las reconocen). ¿Cómo actúan las personas que reconocen sus actos corruptos? ¿Actúan buscando los principios-verdad o solo rezan, contemplan y hacen las cosas según lo que piensan? ¿Cuál de estas dos opciones eligen? (Buscan los principios-verdad). Por lo tanto, al observar las acciones de los tipos de personas antes mencionados, es evidente que siempre hacen lo que quieren. Creen que las palabras de Dios están destinadas a los demás y les imparten las doctrinas que entienden, lo que significa que consiguen que los otros actúen de acuerdo con las palabras de Dios, dando a entender que “todos vosotros reveláis corrupciones, pero yo busco la verdad en todo lo que hago y apenas revelo corrupción alguna”. ¿Son estas personas las que realmente se conocen a sí mismas? No se atreven a reconocer sus propias corrupciones; esta es la verdad del asunto. Creen que pagar un precio, así como hablar un poco más, soportar un poco más de sufrimiento o incluso sacrificarse y extenuarse, todo ello con el fin de satisfacer sus ambiciones y deseos, está en consonancia con la verdad y es correcto. Si les preguntaras: “Puesto que todos los humanos son corruptos, ¿no temes equivocarte al pensar así?”, responderían: “No, está bien, no tengo miedo. Mis intenciones son correctas”. Fíjate en cómo consideran que sus ambiciones, deseos e intenciones son algo positivo. ¿Reconocen este tipo de personas sus propias corrupciones? (No, no las reconocen). Desde una perspectiva objetiva, simplemente no las admiten. ¿Pueden las personas que no reconocen su propia corrupción arrepentirse genuinamente? (No, no pueden). No se arrepentirán en absoluto; nunca lo harán. ¿Tienen auténtica sumisión? (No). Menos aún. Ni siquiera saben cuál es la verdad, así que ¿cómo pueden someterse? A lo único que se someten es a sus propias ambiciones y deseos. Viven sus vidas emprendiendo todos los asuntos según sus propios deseos, y hablan, actúan y eligen su camino basándose únicamente en su propia voluntad, sin buscar nunca la verdad. Algunas personas preguntan: “Nunca buscan la verdad, entonces, ¿por qué escuchan sermones?”. Escuchar sermones no significa necesariamente que sean capaces de buscar la verdad; este es solo uno de los aspectos de creer en Dios. Si no escucharan sermones ni asistieran a reuniones, ¿acaso no se delatarían? Por tanto, es necesario que pasen por este proceso, pero escuchar sermones no significa que sean personas que aceptan la verdad o que reconozcan su propia corrupción; no se puede inferir esto. Reconocer que uno es corrupto no es algo fácil, y es difícil para las personas que no aman la verdad.

Hemos dicho que las personas que no se conocen a sí mismas tienen dos características distintivas: una es que básicamente no aman la verdad, y la otra es que nunca reconocen que tienen actitudes corruptas. Entonces, ¿cuánto os queda para conoceros a vosotros mismos? (Ahora mismo todavía no nos conocemos y no hemos llegado al punto de odiarnos a nosotros mimos). Estáis muy lejos. Conocerse a uno mismo significa ante todo conocer nuestro carácter corrupto y nuestras preferencias, así como nuestros puntos de vista y comportamientos erróneos. Esta es la clave, otros aspectos del autoconocimiento son secundarios. Solo puedes aceptar realmente la verdad y generar un arrepentimiento auténtico cuando reconoces que posees un carácter corrupto, que tienes todo tipo de esencias-naturaleza y revelaciones de corrupciones que Dios ha sacado a la luz en la gente, y cuando eres capaz de enumerarlas específicamente y reconoces que todos estos hechos, comportamientos y revelaciones concretos están lejos de la verdad, que van contra Dios y que Él los detesta. Hoy en día, cuando la gente proclama que acepta la verdad, solo está reconociéndola en doctrina y solo cambia sus conductas hasta cierto punto. Pero después continúan viviendo actitudes corruptas satánicas y viviendo de acuerdo con la filosofía de Satanás; no cambian en absoluto. Los cambios de conducta no representan cambios de carácter. Para transformar su carácter, uno tiene que conocer su verdadera esencia-naturaleza y su propio carácter corrupto: este es el punto de partida. Alguien que tan solo reconoce que sus propias acciones son problemáticas, que no es una buena persona y que es un demonio y Satanás todavía está muy lejos de conocer su esencia-naturaleza y transformar su carácter.

Fragmento 44

Para que la gente pueda entenderse a sí misma, debe comprender su carácter corrupto y captar sus verdaderos estados. El aspecto más importante de entender el estado propio es captar los pensamientos y las ideas de uno. En cada época, el control de los pensamientos y las ideas de las personas ha estado en manos de un factor importante. Si eres capaz de captar tus pensamientos e ideas, podrás comprender todo aquello que guardan. La gente no puede controlar sus pensamientos e ideas. Sin embargo, realmente necesitas saber de dónde provienen estos pensamientos y estas ideas, qué motivos encubren, cómo se producen, qué los controla y cuál es su naturaleza. Después de que una persona transforme el carácter, los pensamientos, las ideas, los puntos de vista y los objetivos por los que lucha que provienen de la parte que ha cambiado serán muy distintos a los de antes; en esencia, se aproximarán y serán acordes a la verdad. Todas las cosas interiores de las personas que no han cambiado, es decir, sus pensamientos, ideas y puntos de vista antiguos, incluidas aquellas que les gustan y buscan, son totalmente obscenas, indecentes y espantosas. Una vez que alguien entiende la verdad, es capaz de discernir estas cosas y de verlas claramente; por tanto, puede dejarlas atrás y darles la espalda. Este tipo de persona ha cambiado definitivamente de alguna manera. Es capaz de aceptar y practicar la verdad, y de entrar en algunas realidades verdad. La gente que no entiende la verdad no puede ver claramente estas cosas corruptas o negativas ni discernirlas; de modo que es incapaz de dejarlas atrás, por no hablar de darles la espalda. ¿Qué causa esta diferencia? Si todos son creyentes, ¿cómo es que algunos pueden discernir y dejar atrás las cosas negativas e impuras, y otros no pueden verlas claramente ni liberarse de ellas? Esto está relacionado directamente con el hecho de si la persona ama la verdad y la persigue. Cuando los que persiguen la verdad comen y beben las palabras de Dios y escuchan sermones durante un tiempo, entonces pueden entender la verdad y ver claramente ciertas cosas; han progresado en la vida. Por el contrario, quienes no aman la verdad, a pesar de asistir a reuniones, de leer las palabras de Dios y de escuchar sermones igual que los primeros, no son capaces de entender la verdad y, por muchos años que hayan creído, no entrarán en la vida. Estas personas fracasaron porque no persiguieron la verdad. Por muchos años que hayan creído en Dios, los que no persiguen la verdad no son capaces de entenderla. Al encontrarse en una situación, no pueden verla claramente, casi como si fueran personas religiosas. Los años de fe no les han reportado nada. ¿Cuánta parte de la verdad entendéis ahora? ¿Qué cosas podéis ver claramente? ¿Podéis discernir las cosas y las personas negativas? No tienes claro qué es creer en Dios ni en quién crees realmente. No puedes discernir claramente las ideas y las intenciones que tienes en la vida diaria, ni eres plenamente consciente de la senda que deberías seguir como creyente en Dios, ni tienes claro cómo deberías practicar la verdad al hacer cosas o cumplir el deber. Esta gente no tiene ninguna entrada en la vida. Solo si entiendes verdaderamente la verdad y sabes cómo practicarla, podrás discernir distintos tipos de personas, ver claramente diferentes situaciones, hacer las cosas de acuerdo con la verdad, ser capaz de cumplir los requisitos de Dios y acercarte cada vez más a Su voluntad. Solo obtendrás resultados buscando de esta manera.

Fragmento 45

A menudo, el hombre tiene ciertos estados negativos, algunos de los cuales pueden influirle u obligarle, e incluso hacer que se desvíe del camino verdadero y tome la dirección equivocada. Lo que la gente busca, a lo que presta atención, y la senda que elige recorrer, todo está relacionado con los estados interiores. Y aún lo está más el hecho de si las personas son débiles o fuertes. Por ejemplo, actualmente, muchos ponen un énfasis particular en el día de Dios. Todos tienen este deseo: anhelan que llegue rápidamente el día de Dios para lograr salir de este sufrimiento, estas enfermedades, esta persecución y otros tipos de dolor. La gente cree que, cuando llegue el día de Dios, se calmará el dolor que siente ahora, no volverá a enfrentarse jamás a adversidades y disfrutará de bendiciones. Si alguien busca entender a Dios o aspira a la verdad desde este tipo de estado, su progreso en la vida será muy limitado. Cuando surge cualquier contratiempo o le ocurre algo desagradable, aflora en él toda la debilidad, la negatividad y la rebeldía interiores. Así pues, si el estado de una persona es anormal o incorrecto, el objetivo de su búsqueda también será erróneo y, ciertamente, impuro. Algunos luchan por alcanzar la entrada desde estados incorrectos y, sin embargo, piensan que llevan a cabo su búsqueda adecuadamente, que hacen las cosas de acuerdo con los requisitos de Dios y que practican según la verdad. No creen haber ido en contra de las intenciones de Dios ni haberse apartado de Su voluntad. Es posible que te sientas de esa manera, pero cuando algún acontecimiento o entorno desagradable te haga sufrir y afecte a tus puntos débiles y a las cosas que amas y buscas profundamente de corazón, caerás en la negatividad, tus esperanzas y sueños quedarán en nada y, de manera natural, te convertirás en un ser débil. Por tanto, el estado en el que te encuentres en cada momento determina si eres fuerte o débil. En la actualidad, muchos sienten que son bastante fuertes y que tienen cierta estatura y más fe que en el pasado. Piensan que han iniciado el camino correcto de la fe en Dios y que no necesitan que otros tiren de ellos o los empujen a lo largo del recorrido. En este caso, ¿por qué se convierten en personas negativas o débiles cuando se enfrentan a ciertos entornos o se encuentran con dificultades? ¿Por qué, entonces, se quejan y acaban abandonando la fe? Esto demuestra que todo el mundo tiene algunos estados negativos y anormales. Cuesta deshacerse de algunas de las impurezas del hombre. Aunque aspires a la verdad, no puedes desprenderte por completo de ellas. Esto se tiene que hacer según la revelación de la palabra de Dios. Después de reflexionar sobre los estados propios y de entenderlos, la gente debe compararlos con la palabra de Dios y resolver su carácter corrupto. Solo entonces sus estados cambiarán gradualmente. No se trata de que, al leer las palabras de Dios y llegar a conocer sus estados, pueda transformarlos inmediatamente. Mientras lea a menudo las palabras de Dios, vea claramente los estados propios, ore a Dios y luche por llegar a la verdad, cuando le brote la corrupción o esté en un estado anormal en el futuro, será capaz de reconocerlo, de orar a Dios y de utilizar la verdad para resolver el problema, de manera que podrá revertir ese estado incorrecto y cambiar gradualmente. De este modo, será capaz de soltar las impurezas y las cosas que deberían soltarse que se albergan en el interior. Es necesario tener cierto nivel de experiencia para poder obtener resultados.

Desde que comenzaron a tener fe en Dios, muchos buscan bendiciones según sus nociones y figuraciones, y, en consecuencia, se convierten en personas negativas y débiles cuando se encuentran con cosas que no se corresponden con dichas nociones. Empiezan a dudar de Dios e incluso se inventan nociones o ideas equivocadas sobre Él. Si nadie habla con ellos de la verdad, no serán capaces de mantenerse firmes y es posible que traicionen a Dios en cualquier momento. Dejadme que os ponga un ejemplo. Digamos que alguien siempre ha albergado nociones y figuraciones en su fe en Dios. Esta persona cree que, mientras renuncie a la familia y cumpla el deber, Dios lo protegerá, lo bendecirá y cuidará de la vida de su familia, y que esto es lo que Dios debería hacer. Entonces, un día, ocurre algo que no deseaba que pasara: enferma. Vivir con la familia anfitriona no es tan confortable como estar en su propia casa, y quizá no se ocupen de él muy bien. No puede soportarlo y se convierte en una persona negativa y descorazonada durante largo tiempo. Además, ya no aspira a la verdad y ni siquiera la reconoce. Esto quiere decir que la gente tiene ciertos estados interiores y que, si uno no reconoce, percibe o siente que estos estados son incorrectos, entonces, aunque quizá todavía tenga pasión y busque mucho, en algún momento se encontrará con una circunstancia que revelará su verdadero estado interior y le hará tropezar y caer. Esto es lo que se deriva de no ser capaz de reflexionar sobre uno mismo o de conocerse. Todos los que no entienden la verdad son de esta manera; nunca se sabe cuándo tropezarán y caerán, cuándo serán negativos y débiles, o cuándo podrían ser capaces de traicionar a Dios. ¡Fíjate a cuánto peligro deben enfrentarse los que no entienden la verdad! Pero entender la verdad no es algo simple. Debe pasar mucho tiempo antes de conseguir finalmente un destello de luz, tener un poco de conocimiento verdadero y entender una pizca de la verdad. Si tus intenciones interiores están gravemente adulteradas y no se pueden resolver, siempre apagarán la pequeña luz de tu entendimiento e incluso minarán la poca fe que tengas, y esto es ciertamente muy peligroso. Ahora mismo, el problema principal es que todas las personas tienen ciertas nociones y figuraciones sobre Dios en el corazón, pero antes de que se pongan en evidencia, no las reconocen; están ocultas en el interior y nunca se sabe en qué momento, o en qué circunstancias, aflorarán y harán que la gente tropiece. Aunque todos tienen buenas aspiraciones y quieren ser buenos creyentes y ganar la verdad, sus intenciones están demasiado adulteradas y tienen demasiadas nociones y figuraciones que les dificultan mucho aspirar a la verdad y entrar en la vida. Quieren hacer estas cosas, pero no pueden. Por ejemplo, a la gente le cuesta someterse cuando la podan y tratan con ella; cuando la ponen a prueba o la refinan, quiere discutir con Dios. Siempre que enferma o se encuentra con alguna catástrofe, culpa a Dios por no protegerla. ¿Cómo puede este tipo de individuo experimentar la obra de Dios? Ni siquiera tiene un corazón con obediencia básica a Dios; por tanto, ¿cómo puede ganar la verdad? Algunos se convierten en personas negativas cuando la cosa más ínfima no sale como quieren; tropiezan por los juicios de otros y traicionan a Dios cuando los detienen. Es cierto que nunca se sabe qué deparará el futuro, ya sea la felicidad o el fracaso. Cada uno tiene algo en el interior que quiere buscar y obtener; tiene cosas que le gustan. Buscar las cosas que gustan a uno podría conllevar infortunio, pero la gente no se siente así y sigue creyendo que las cosas por las que se esfuerza y le gustan son correctas y no tienen nada de malo. Pero si llega un día en el que sobreviene la desgracia, y se le arrebatan las cosas que busca y le gustan, se convertirá en alguien negativo y débil, y no será capaz de ponerse de pie. No sabrá qué ha ocurrido, culpará a Dios por ser injusto y se manifestará su corazón traidor a Dios. Si la gente no se conoce, no sabrá cuál es su punto débil ni en qué situaciones puede tropezar o caer fácilmente. Es verdaderamente lamentable. Por este motivo decimos que, si una persona no se conoce, podría tropezar o caer en cualquier momento y provocar su final.

Muchos han dicho: “Entiendo todos los elementos de la verdad, pero no puedo ponerlos en práctica”. Esto pone en evidencia la causa por la cual la gente no practica la verdad. ¿Qué tipo de persona entiende la verdad y, sin embargo, no puede ponerla en práctica? Ciertamente, solo aquellos que están hartos de la verdad y la odian no son capaces de ponerla en práctica, y esto es un problema en su naturaleza. Aunque no entiendan la verdad, las personas que la aman actúan según su conciencia, y no hacen el mal. Si la naturaleza de alguien está harta de la verdad, nunca podrá practicarla. La gente que está harta de la verdad solo cree en Dios para obtener bendiciones, no para aspirar a la verdad y alcanzar la salvación. Aunque cumpla su deber, no lo hace para obtener la verdad, sino enteramente para recibir bendiciones. Por ejemplo, algunos que sufren persecución y no pueden regresar a sus hogares piensan por dentro: “Me persiguen y no puedo volver a casa porque creo en Dios. Un día, Dios me ofrecerá un hogar mejor; no me dejará sufrir en vano”, o “Esté donde esté, Dios me proveerá alimentos para comer y no permitirá que vaya por un callejón sin salida. Si lo hiciera, entonces Él no sería el Dios real. Él no haría eso”. ¿Acaso no existen estas cosas en el interior del hombre? También hay algunos que piensan: “He renunciado a la familia para esforzarme por Dios, y Él no debería ponerme en manos de los que ostentan el poder; he buscado con tanto fervor que Dios debería protegerme y bendecirme. Anhelamos tanto que llegue el día de Dios que eso debería ocurrir lo antes posible. Él debería cumplir los deseos del hombre”. Muchos piensan de esta manera; ¿acaso no es este el deseo extravagante del hombre? La gente siempre ha pedido cosas absurdas a Dios, con el mismo pensamiento en todo momento: “Hemos renunciado a la familia para cumplir el deber, de modo que Dios debería bendecirnos. Hemos actuado según Sus demandas, así que debería recompensarnos”. Muchos albergan estas cosas en el corazón y, a la vez, creen en Dios. Ven que otros se apartan de la familia y renuncian a todo para esforzarse por Dios sin empeño alguno, y piensan: “Han dejado a la familia durante mucho tiempo, ¿cómo es que no echan de menos el hogar? ¿Cómo superan esto? ¿Por qué yo no puedo superarlo? ¿A qué se debe que soy incapaz de dejar atrás a mi familia, mi esposo (o esposa) y mis hijos? ¿Cómo es que Dios es misericordioso con ellos y no conmigo? ¿Por qué el Espíritu Santo no me concede la gracia ni reside en mí?”. ¿Qué estado es este? Las personas carecen mucho de razón; no practican la verdad y, entonces, se quejan de Dios y no hacen lo que deberían. La gente debería elegir la senda de perseguir la verdad, pero está harta de la verdad, ansía los placeres carnales, siempre busca obtener bendiciones y disfrutar de la gracia, y se queja en todo momento de que las cosas que Dios demanda al hombre son demasiado excesivas. No paran de pedirle que sea misericordioso con ellos, que les conceda más gracia y que les permita sentir placer carnal. ¿Son personas que creen sinceramente en Dios? Piensan: “He renunciado a la familia para cumplir el deber y he sufrido mucho. Dios debería ser misericordioso conmigo, para que no eche de menos el hogar y tenga la determinación de renunciar a todo eso. Debería darme fuerza y, así, no me convertiría en una persona negativa y débil. Otros son muy fuertes; Dios debería hacerme fuerte también”. Estas palabras que pronuncia la gente carecen completamente de razón y fe. Las expresa porque no se han cumplido sus demandas extravagantes, cosa que ha hecho que se sienta insatisfecha con Dios. Todas estas cosas le brotan del corazón y representan completamente su naturaleza. Existen en su interior y si no las expulsa al exterior, pueden hacer que se queje de Dios y lo malinterprete en cualquier momento o lugar. Lo más probable es que la gente blasfeme de Dios, y es posible que abandonen el camino verdadero cuando y donde sea. Esto es muy natural. ¿Veis ahora este asunto claramente? Las personas deben conocer las cosas que brotan de su naturaleza. Este es un asunto muy serio que se debe abordar detenidamente, porque afecta a la cuestión de si la gente puede o no mantenerse firme en el testimonio y obtener la salvación en la fe en Dios. Por lo que respecta a los que entienden un poco de la verdad, si se dan cuenta de que estas cosas les brotan del interior y si, al descubrir este problema, son capaces de examinarlo y sacarlo a la luz, entonces podrán resolverlo. Si no se percatan, entonces no hay manera de que puedan solucionarlo y solo pueden esperar a que Dios los revele o los hechos los pongan en evidencia. La gente que no ama la verdad no valora la reflexión sobre uno mismo. Siempre cree que es un asunto insignificante, se contenta pensando: “Todo el mundo es así; quejarse un poco no es importante. Dios lo perdonará y no lo recordará”. Las personas no saben reflexionar sobre sí mismas ni buscar la verdad para resolver los problemas, no pueden practicar ninguna de estas cosas. Todas son atolondradas y especialmente perezosas, además de dependientes y propensas a contentarse con fantasías. Piensan con anhelo: “Un día, Dios hará un cambio absoluto en nosotros, y entonces ya no seremos así de perezosos, sino completamente santos, y admiraremos el poderío de Dios”. Esto es algo fantasioso de imaginar y, en realidad, es poco realista. Si una persona puede proferir este tipo de noción y figuración después de oír tantos sermones, entonces no conoce la obra de Dios y, a día de hoy, todavía no ha visto claramente cómo Dios salva a la gente. Este tipo de persona es increíblemente ignorante. ¿Por qué en la casa de Dios siempre se habla de conocerse a uno mismo y de conocer Su carácter? Esto es crucial para cada uno. Si realmente puedes ver con claridad cómo Dios salva a las personas, entonces deberías centrarte en conocerte y reflexionar sobre ti mismo con frecuencia; solo así entrarás verdaderamente en la vida. Cuando te des cuentas de que revelas corrupción, ¿serás capaz de buscar la verdad? ¿Podrás orar a Dios y abandonar la carne? Esto es un prerrequisito para practicar la verdad y un paso esencial. En todo lo que te ocurra y hagas, si puedes ser consciente de cómo practicar de una manera acorde a la verdad, te resultará fácil poner en práctica la verdad y entrarás en la vida. Si no eres capaz de conocerte, ¿cómo puedes progresar en la vida? Por muy negativo y débil que seas, si no reflexionas sobre ti mismo y llegas a conocerte, ni oras a Dios, entonces esto solo demuestra que no amas la verdad, que no eres una persona que aspira a la verdad y que nunca serás capaz de obtenerla.

Antaño, algunos pensaban: “Anhelamos la caída pronta del gran dragón rojo y esperamos que el día de Dios llegue rápidamente. ¿Acaso estas no son demandas legítimas? ¿Acaso anhelar que el día de Dios llegue pronto no es lo mismo que ansiar que Dios reciba la gloria lo antes posible?”. De forma encubierta, encuentran alguna manera biensonante de expresar esto, pero, en realidad, solo esperan estas cosas para ellos mismos. ¿Qué anhelarían si no lo hicieran en su propio beneficio? Lo único que la gente ansía es liberarse rápidamente de sus entornos miserables y de este mundo doloroso. Algunos en particular ven las promesas hechas antes a los hijos primogénitos de Dios y las desean con sumo anhelo. Cada vez que leen esas palabras, es como si miraran a un espejismo para calmar la sed. El hombre todavía no ha abandonado por completo sus deseos egoístas, de modo que, independientemente de cómo aspires a la verdad, siempre lo harás solo con poco entusiasmo. Muchos que no aspiran a la verdad siempre anhelan que llegue el día de Dios para poder liberarse de su sufrimiento y disfrutar de las bendiciones del reino de los cielos. Cuando no llega, arden de dolor, y algunos exclaman en voz alta: “¿Cuándo llegará el día de Dios? ¡Todavía no me he casado, ya no puedo esperar más! ¡Debo mostrar devoción filial a mis padres, ya no lo soporto! ¡Todavía me falta tener hijos para que puedan cuidarme cuando envejezca! ¡El día de Dios debería apresurarse y llegar ya! ¡Vamos a orar todos juntos para que llegue ya!”. ¿Cómo han podido los que aspiran a la verdad seguir todo el camino hasta ahora sin una sola queja? ¿Acaso no cuentan con la guía y el apoyo de la palabra de Dios? Las personas tienen muchas impurezas, ¿es factible que no acepten el refinamiento? Sin sufrir, ¿cómo pueden cambiar? Se debe refinar a la gente hasta cierto punto y esta debe estar dispuesta a someterse a las instrumentaciones de Dios sin una sola queja más: ese será el momento en el que habrán cambiado por completo.

Fragmento 46

En la humanidad corrupta, la esencia-naturaleza es la misma en todas las personas, con la salvedad de los demonios reencarnados o de los poseídos por los espíritus malignos. Hay quienes siempre gustan de estudiar qué espíritus albergan en su interior los distintos tipos de personas, pero esto no es realista; concentrarse en ello conduce a desviaciones con facilidad. Hay quienes tienen la sensación de que pasa algo malo con su espíritu porque han experimentado ciertos acontecimientos sobrenaturales, mientras otros consideran que su espíritu tiene un problema porque nunca pueden cambiar. De hecho, con independencia de si el espíritu de una persona tiene un problema o no, la naturaleza humana es la misma: se resiste a Dios y lo traiciona. El alcance de la corrupción de las personas también viene a ser el mismo, al igual que los rasgos comunes en su naturaleza. Ciertas personas tienen la constante sospecha de que hay algo malo en su espíritu y se preguntan: “¿Cómo soy capaz de una cosa así? ¡Nunca lo hubiera creído posible! ¿Hay algo malo en mi espíritu?”. Llegan a dudar de que Dios los haya escogido, y el resultado es que se vuelven cada vez más negativos. Ciertas personas comprenden las cosas de forma meridiana y, da igual lo que hayan hecho, tan solo se concentran en buscar la verdad y en reflexionar sobre sí mismas en concordancia con las palabras de Dios: “¿Cómo he podido hacer esto? ¿Qué carácter acabo de revelar? ¿Cuál es la naturaleza que lo controla? ¿Cómo puedo obrar en consonancia con la verdad?”. Al reflexionar sobre ti mismo bajo esta perspectiva, es fácil entender la verdad y encontrar una senda de práctica, además de ganar en autoconocimiento. Los métodos y las sendas de introspección son diferentes para todas las personas; algunas se concentran en buscar la verdad y conocerse a sí mismas, mientras que otras siempre se concentran en cosas vagas y alejadas de la realidad, lo que dificulta su progreso y facilita el estancamiento en la negatividad. Ahora has de tener claro que, sea cual sea tu espíritu, nadie puede ver ni tocar las cosas del espíritu, por lo que prestarle excesiva atención a esto tan solo sirve para obstaculizar las cosas. Lo fundamental es concentrarse en la esencia-naturaleza de la humanidad, lo que está relacionado con discernir acerca de las personas, y si logras discernir la esencia-naturaleza de las personas, entonces puedes discernir a las personas mismas. La capacidad de ver claramente qué cosas hay en la esencia-naturaleza de uno, qué actitudes corruptas pueden salir a la luz y qué aspectos de la verdad resultan necesarios para sanearlas: hay que concentrarse en todo esto de modo primordial a la hora de creer en Dios. La única forma de alcanzar la verdad y purgar el carácter corrupto es experimentar la obra de Dios de esta manera. Pero ¿cómo conocerse a uno mismo? ¿Cómo conocer la propia naturaleza? Uno puede atisbar su esencia-naturaleza en función de las actitudes que revela a través de sus actos, de modo que la clave para conocerse a uno mismo es ser consciente del propio carácter corrupto. Tan solo a través de esto es posible que uno entienda su esencia-naturaleza, y ver dicha esencia-naturaleza con nitidez significa entenderse a uno mismo a fondo. Conocerse a uno mismo supone una labor ardua, y la clave para determinar si alguien puede ser salvado es hasta qué punto se conoce a sí mismo. Tan solo quien se conoce a sí mismo profundamente es capaz de arrepentirse con sinceridad, aceptar la verdad con facilidad y adentrarse en la senda de la salvación. A los que no se conocen a sí mismos les resulta imposible aceptar la verdad, y menos aún arrepentirse de forma sincera. Lo primordial, por consiguiente, es comprender el propio carácter corrupto. Ni por asomo hay que darse a la falsa espiritualidad; la preocupación constante por determinar cómo es el espíritu de una persona facilita la desviación, así como el engaño o el perjuicio a otros. Es realista que las personas se concentren en el conocimiento de sí mismas, en la comprensión de su carácter corrupto y en la percepción de la esencia-naturaleza del hombre con claridad, y todo esto será una ventaja para resolver el problema del carácter corrupto y para que las personas persigan la verdad y obtengan la salvación de Dios.

La esencia-naturaleza de la humanidad, después de que Satanás la corrompiera, sigue siendo la misma en lo fundamental, con unas pocas diferencias irrelevantes. Ello es así porque todos tienen un mismo antepasado, viven en el mismo mundo y han experimentado idéntica corrupción. Todos tienen las mismas cosas en común. Y sin embargo, ciertas personas son capaces de hacer un tipo de cosas en un entorno, y otras personas son capaces de hacer otro tipo de cosas en otro entorno; ciertas personas tienen algo de cultura, pues han recibido educación, y otras personas carecen de cultura, pues no han recibido educación; algunas tienen determinado punto de vista sobre las cosas, y otras tienen otro diferente; algunas viven en un tipo de entorno social, y las hay que viven en otro tipo de entorno social, de forma que tienen distintas costumbres heredadas y diferentes hábitos vitales. La esencia de las cosas reveladas en el seno de la naturaleza del hombre, sin embargo, siempre es la misma. De manera que no hace falta que siempre andes preocupado por la clase de espíritu que posees, o angustiado por la posibilidad de que se trate de un espíritu maligno. Esto es algo que se encuentra fuera del alcance del hombre; tan solo Dios puede saberlo, e incluso en el supuesto de que el hombre fuera capaz de saberlo, tampoco le serviría de nada. Ningún beneficio se deriva del constante empeño en diseccionar el espíritu de uno, ni de obsesionarse con él; esto es algo propio de las gentes más ignorantes y confundidas. No te pongas en duda a ti mismo cada vez que hagas algo erróneo o transgredas de alguna manera, preguntándote: “¿Hay algo malo en mi espíritu? ¿Ha sido la obra de un espíritu maligno? ¿Cómo he podido cometer semejante majadería?”. Hagas lo que hagas, tienes que ahondar en tu naturaleza para llegar a la raíz del problema, y buscar las verdades en las que las personas deben entrar. Si examinas tu espíritu, saldrás con las manos vacías: incluso si llegas a saber qué tipo de espíritu hay en tu seno, seguirás siendo incapaz de conocer tu propia naturaleza, y tampoco serás capaz de resolver tus problemas. Lo que sigue es que ciertas personas no cesan de hablar sobre el espíritu que tienen, como si fueran excepcionalmente espirituales o versadas, cuando de hecho son aún más iletradas y estúpidas. Están las que hablan con marcado énfasis en lo espiritual, pensando las palabras que pronuncian son de lo más profundo, y que la gente corriente no va a entenderlas. Dicen: “Es primordial examinar cuales son nuestros espíritus. Si no tenemos espíritus humanos, por mucho que podamos creer en Dios, no podemos ser salvados. No permitamos que Dios se harte de nosotros”. Ciertas personas se envenenan y resultan engañadas al escuchar esto, convencidas de que estas palabras son razonables, y se ponen a examinar qué clase de espíritu tienen. Al prestar tan obsesiva atención a su espíritu, se vuelven neuróticas y escudriñan su espíritu cada vez que hacen algo, y con el tiempo se encuentran ante un problema: “¿Cómo se explica que vaya en contra de la verdad en todo cuanto hago? ¿Cómo es que no tengo ni el menor atisbo de humanidad o razonamiento? Tengo que ser un espíritu maligno”. De hecho, con una mala naturaleza y en ausencia de la verdad, ¿cómo puede el hombre hacer algo en consonancia con la verdad? Por muy buenas que puedan ser sus acciones, sigue sin poner en práctica la verdad, y sigue siendo hostil a Dios. La naturaleza del hombre es mala, y Satanás se ha encargado de corromperla y alterarla; sencillamente carece de toda semejanza humana, se rebela contra Dios y se resiste a Él con empeño, y se halla tan alejado de Dios que le resulta por entero imposible hacer algo acorde con la voluntad divina. No hay aspecto alguno de la naturaleza innata del hombre que sea compatible con Dios. Todo esto salta a la vista.

Hay personas que siempre son demasiado sensibles y dan mucha importancia a si tienen comprensión espiritual, o a qué tipo de espíritu corresponden, todo esto mientras dejan de lado la cuestión de entender su naturaleza. Esto es como andar recogiendo semillas de sésamo y pasar de largo una sandía. ¿No es de tontos concentrarse en lo ilusorio y descuidar lo real? En estos años de estudio, ¿has comprendido a conciencia las cosas del espíritu o los asuntos del alma? ¿Has visto cómo es tu espíritu? Si no indagas en el meollo de la esencia-naturaleza en lo profundo de tu alma, y en su lugar siempre andas estudiando tu espíritu, ¿tu estudio producirá algún resultado? ¿No es como un ciego que prende una vela y malgasta la cera? Dejas de lado tus verdaderos problemas y no piensas en cómo los podrías resolver, siempre utilizas métodos torcidos y no cesas de rumiar acerca de qué clase de espíritu tienes, pero, ¿esto resuelve algún problema? Si crees en Dios pero no persigues la verdad, nunca te afanas en trabajar como corresponde y en cambio siempre estás estudiando tu espíritu, entonces eres la más estúpida de las personas. Los que de verdad son inteligentes tienen la siguiente actitud: “Da igual lo que Dios haga o cómo Él me trate, da igual lo profundamente corrompido que esté o cómo sea mi humanidad, voy a ser inquebrantable en mi afán por perseguir la verdad y buscar el conocimiento de Dios”. Tan solo conociendo a Dios puede uno arreglar su carácter corrupto y cumplir con su deber para satisfacer la voluntad de Dios; esta es la dirección de la vida humana, es lo que los seres humanos han de tratar de conseguir, y es la senda única y exclusiva para alcanzar la salvación. Y bien, la realidad consiste en perseguir la verdad, conocer tu propia naturaleza corrupta, entender la verdad para librarte de tu carácter corrupto y ser capaz de llevar a cabo tu deber a satisfacción de Dios. Entrar en la realidad-verdad y vivir como una persona auténtica, esto es la realidad. La realidad es amar a Dios, someterse a Dios y testimoniar a Dios. Estos son los resultados que Él quiere. Resulta inútil investigar cosas que no se pueden ver ni tocar. Nada tienen que ver con la realidad ni con los efectos de Su obra. Dado que ahora existes con un cuerpo físico, debes buscar la comprensión de la verdad, cumplir bien tu deber, ser honesto y cambiar tu carácter. La mayoría de las personas puede lograr todas estas cosas.

Está claro que algunas personas llevan consigo la obra de los espíritus malignos y pueden estar poseídas por ellos. ¿Alguien en esta situación puede ser salvado al creer en Dios? Es difícil saberlo, y depende de si la persona se comporta de modo razonable y tiene un estado mental normal. Lo más importante es si puede o no entender la verdad y ponerla en práctica. Si la persona no puede cumplir este criterio, no hay forma de que pueda ser salvada. Ahora bien, todos vosotros tenéis razón normal, habláis con normalidad y no habéis experimentado ningún fenómeno sobrenatural o anormal. Si bien vuestros estados a veces son un tanto anormales y en ocasiones hacéis las cosas de manera equivocada, todas estas cosas son revelaciones de la naturaleza humana. De hecho, esto mismo les sucede a otras personas, con la salvedad de que el entorno y momento de sus revelaciones son otros. Se podría decir que ahora tenéis cierta estatura, y tras escuchar lo que otros cuentan sobre asuntos y enunciados del espíritu, los imitáis y les seguís la corriente, como si por vuestra parte entendieseis los asuntos del espíritu igual de bien y fueseis personas tan fenomenales. Tan solo Dios conoce y controla los asuntos del reino espiritual, y basta con que la gente entienda aunque sea un poco de Sus palabras; por lo tanto, ¿cómo podría alguien comprender el reino espiritual de forma profunda? ¿Acaso no es fácil ir por mal camino al estar siempre dándole vueltas a estas cosas? Todas las personas hoy en día tienen este estado en su interior. Aunque quizá no siempre debatas estos asuntos en serio, y tal vez no te vuelvas débil ni te vengas abajo por causa de ellos, no deja de ser posible que esas palabras de otros te afecten de manera temporal. Es posible que no prestes gran atención a este tipo de cuestiones, pero sigues siendo susceptible a concentrarte en los asuntos del espíritu en tu corazón, y si llega el día en que de verdad hagas algunas cosas mal, y sufres un revés y un traspié, entonces tienes que dudar de ti mismo y decir: “¿Mi espíritu también está mal?”. Por lo general nunca tienes dudas y piensas que los demás se comportan de modo absurdo al verlos sumidos en la duda. Pero si llega el día en el que te traten, o en el que alguien diga que eres Satanás, o que eres un espíritu maligno, entonces te lo creerás, y al igual que ellos, te encontrarás sumido en la duda, incapaz de escapar a ella. De hecho, la mayoría de la gente es susceptible a este problema, pues ve los asuntos del espíritu como increíblemente importantes y deja de lado cuestiones como entender su propia naturaleza o la entrada en la vida. Esto provoca que se disocien por completo de la realidad, y supone una desviación de la experiencia.

Todos tenéis que prestar atención al conocimiento de vuestra propia naturaleza, y a qué aspectos de esta pueden empujaros fácilmente a hacer cosas equivocadas o ir por mal camino, y, sobre esta base, tenéis que recapitular experiencias y lecciones. Sobre todo en lo relativo al servicio, la experiencia vital y el conocimiento de vuestra propia naturaleza; solo mediante el desarrollo gradual de un conocimiento más profundo tendréis la capacidad de comprender vuestro propio estado y crecer en la dirección correcta. Si logras alcanzar estos aspectos de la verdad y llevarlos a tu vida interior, serás mucho más estable, ya no harás comentarios irresponsables y arbitrarios sobre cosas que escapan a tu entendimiento, te concentrarás en la realidad de tus palabras y hablarás sobre cosas reales. Al adquirir mayor conocimiento sobre la propia naturaleza y una comprensión más profunda de la verdad, las personas pasan a hablar con mayor sentido del decoro, ya no lo hacen de forma arbitraria. Los que carecen de la verdad siempre son tontos, y no tienen reparo en decir cualquier cosa; incluso hay algunas personas que, en el momento de difundir el evangelio, con el objetivo de hacerse con unas cuantas personas más, no vacilan en seguir a gente religiosa y pronunciar blasfemias contra Dios. No tienen idea de lo que son, ni tienen la menor comprensión de su propia naturaleza, y no le temen a Dios. Hay quienes consideran que esto no es grave, pero ¿de verdad no lo es? Cuando llegue el día en que se den cuenta de la gravedad del problema, empezarán a tener miedo. ¡Qué terrible es haber hecho esto! Son incapaces de darse cuenta de la esencia de esta cuestión, y hasta se creen muy sabios y que todo lo entienden, pero no son conscientes de que ofenden a Dios ni de cómo van a perecer. De nada sirve que comprendas todos los asuntos relacionados con el infierno o el mundo espiritual si desconoces tu propia naturaleza. La clave ahora es resolver las dificultades de conocerse a uno mismo y conocer la propia esencia-naturaleza. Tienes que comprender cada uno de los estados que tu naturaleza revela; si no eres capaz de hacerlo, cualquier otra comprensión resulta inútil. Todo es inútil sin importar lo mucho que te disecciones para ver qué tipo de espíritu o alma tienes. La clave es comprender los diferentes aspectos de tu naturaleza que efectivamente existen en tu interior. Ahora bien, da igual qué espíritu haya dentro de ti, ya eres una persona que piensa con normalidad, por lo que has de buscar la comprensión y aceptación de la verdad. Si puedes entender la verdad, entonces has de obrar en consonancia con ella: este es el deber del hombre. La deliberación sobre asuntos del espíritu sencillamente no te resulta de utilidad, no tiene sentido y no presenta beneficio alguno. A día de hoy, en iglesias del mundo entero se ponen en evidencia personas afectadas por la obra de espíritus malignos. Estas personas aún tienen esperanza si son capaces de comprender la verdad, pero si no pueden comprenderla ni aceptarla, no hay más posibilidad que echarlas. Si una persona alcanza a comprender la verdad, eso demuestra que sigue teniendo razón normal, y si entiende más verdades, Satanás ya no será capaz de engañarla ni controlarla, y hay esperanza de que pueda ser salvada. Si está poseída por demonios y su razón la mayor parte de las veces no es muy normal, entonces es un caso completamente perdido y hay que echarla para evitar problemas. En el caso de las demás personas que tengan una razón más o menos normal, da igual qué espíritu haya en su interior, siempre que tengan una pequeña comprensión espiritual, y sean capaces de entender y aceptar la verdad, tienen esperanza de salvación. Es posible que el hombre no tenga la facultad de aceptar la verdad, pero si uno escucha los sermones de una manera eficaz, es capaz de entender y comprender cuando se habla sobre la verdad, tiene un pensamiento normal y no absurdo, entonces tiene esperanza de alcanzar la salvación. Pero me temo que habrá personas que no tengan comprensión espiritual ni entiendan las palabras humanas, y que sean incapaces de entender por mucho que otros compartan la verdad con ellas; estas personas son problemáticas y ni siquiera pueden trabajar como hacedores de servicio. Además, aquellos que creen en Dios solo deben concentrarse en la verdad y en perseguirla. No han de seguir empeñados en hablar del espíritu, estudiarlo o comprenderlo. Esto es tan absurdo como ridículo. Llegados a este punto, la clave es saber si alguien puede aceptar la verdad, comprenderla y entrar en realidades. Esto es clave, pero lo más fundamental es que cada uno pueda conocerse a sí mismo, hacer introspección y comprender su propia naturaleza. No tiene sentido y, sobre todo, de nada sirve estudiar cuál es tu espíritu. Si siempre estás estudiando cosas como cuál es tu espíritu, qué es lo que pasa con tu alma, qué espíritu tienes, si se trata de uno de mayor o menor nivel, de qué espíritu te has reencarnado, cuántas veces has venido antes, cómo vas a acabar al final o qué te depara el futuro, el constante estudio de estas cosas interferirá en los asuntos importantes. Por mucho que los estudies, cuando llegue el día en que otros entiendan la verdad y entren en realidades, tú no tendrás nada. Habrás interferido en los asuntos importantes y te lo habrás buscado. Habrás tomado la senda equivocada y habrás creído en Dios en vano. ¿A quién culparás entonces? De nada sirve culpar a otros; todo es producto de tu propia ignorancia.

Fragmento 47

¿Ahora veis con claridad cómo seguir a Dios y caminar por la senda de perseguir la verdad? ¿Qué implica exactamente creer en Dios y seguir a Dios? ¿Tiene que ver con renunciar a algunas cosas, poder esforzarse por Dios y aguantar un poco de sufrimiento, y seguir a Dios hasta el final del camino y ya está? ¿Puede uno alcanzar la verdad siguiendo a Dios de esta manera? ¿Puede uno obtener la salvación? ¿Tenéis claridad en el corazón acerca de estas cosas? Hay quienes piensan que una vez que una persona vive lo que es que la juzguen, castiguen, traten y poden, o después de que se revela su verdadera naturaleza, su final está decidido y está destinada a no tener esperanza de salvación. La mayoría de las personas no pueden ver este asunto con claridad, dudan en las encrucijadas, sin saber cómo caminar por la senda que tienen por delante. ¿No significa esto que aún carecen de un verdadero conocimiento de la obra de Dios? ¿Tienen aunque sea un poco de fe verdadera quienes siempre tienen dudas sobre la obra de Dios y la salvación del hombre por parte de Dios? Normalmente, cuando hay personas que todavía no han sido tratadas ni podadas y que no han sufrido ningún contratiempo, ellas sienten que deberían perseguir la verdad y satisfacer la voluntad de Dios en su fe. Sin embargo, en cuanto sufren algún golpe y surgen dificultades, sale a relucir su naturaleza traicionera, lo que es algo repugnante de ver. Luego también sienten que es repugnante y terminan dando su propio veredicto y diciendo “¡Ya no puedo hacer nada! Si soy capaz de hacer cosas así, ¿no significa que ya no tengo arreglo? Dios nunca me salvará”. Muchas personas están en este estado. Hasta podría decirse que todas las personas son así. ¿Por qué las personas dictan veredictos sobre sí mismas de esta manera? Esto prueba que siguen sin comprender la intención de Dios de salvar a la humanidad. Ser podado y tratado solo una vez puede hacer que entres en un largo período de negatividad, que no puedas salir de él, al punto de que quizás hasta renuncies a tu deber; incluso una situación menor puede asustarte para que dejes de perseguir la verdad y quedes atascado. Es como si las personas solo se entusiasmaran en su búsqueda cuando sienten que son perfectas y no tienen defectos. Pero cuando descubren que son demasiado corruptas, no tienen el valor para seguir persiguiendo la verdad. Muchas personas han dicho palabras de frustración y negatividad como: “Claramente ya no puedo hacer nada; Dios no me salvará. Aun si Dios me perdona, yo no puedo perdonarme; nunca podré cambiar”. Las personas no comprenden la voluntad de Dios, lo que demuestra que siguen sin conocer Su obra. De hecho, es natural que las personas a veces revelen determinadas actitudes corruptas en sus experiencias o que actúen de manera adulterada, o con irresponsabilidad, de manera superficial o sin lealtad. Esto se debe a que las personas tienen un carácter corrupto; esta es la ley inexorable. Si no fuera por estas revelaciones, ¿por qué se los llamaría seres humanos corruptos? Si los seres humanos no fueran corruptos, la obra de salvación de Dios no tendría sentido. Ahora, dado que las personas no entienden la verdad ni se comprenden realmente a sí mismas y que tampoco pueden ver con claridad sus propios estados, necesitan que Dios exprese Sus palabras de exposición y juicio para ver la luz. De lo contrario, seguirían adormecidas y atontadas. Si Dios no obrara de esta manera, nunca cambiarían. Sin importar las dificultades que encontréis a cada paso, hablaré con vosotros acerca de la verdad, dando claridad y orientación, siempre y cuando seáis capaces de entrar en el buen camino, eso es suficiente. De lo contrario, las personas siempre van a los extremos. Se meten constantemente en callejones sin salida y no encuentran la manera de seguir adelante y, a medida que continúan caminando, se juzgan a sí mismas. Cuando las personas recién empiezan a experimentar la obra de Dios, aún no se comprenden. Y una vez que fracasan y se ven expuestas en varias ocasiones, terminan juzgándose. Dicen: “Soy un diablo. ¡Soy un Satanás! Ya no hay nada que hacer. No hay probabilidad de que me salve algún día. No tengo salvación”. En efecto, las personas son demasiado frágiles y difíciles de tratar y, a medida que siguen caminando, se vuelven muy extremistas. Cuando no pueden ver que su corrupción no tiene solución, que son diablos, se vuelven arrogantes y santurronas. Creen que han soportado innumerables dificultades, que aman a Dios y que están cualificadas para ingresar al reino de los cielos. No obstante, cuando toman consciencia de la gravedad de su corrupción, de que no han estado viviendo a semejanza humana, sino que son diablos y Satanás, se abandonan a la desesperanza y sienten que es demasiado tarde. Sienten que Dios las debe haber condenado, expuesto y descartado. Cuando no se comprenden a sí mismas, las personas son arrogantes y santurronas y, cuando se dan cuenta, se sienten descorazonadas. Así de problemáticas y difíciles son las personas. Si pueden aceptar la verdad, si algún día llegan a entender verdaderamente la voluntad de Dios, dicen: “He sido extremadamente corrupto todo este tiempo y finalmente lo reconozco. Afortunadamente, Dios me ha salvado, y ahora puedo ver una vida brillante y caminar por la senda correcta de la vida. No sé cómo puedo darle las gracias a Dios”. Es como despertarse de un sueño y ver la luz. ¿Acaso no han sido salvados? ¿No deberían alabar a Dios? Algunas personas ni siquiera se entienden a sí mismas cuando la muerte está cerca. Siguen siendo arrogantes y no pueden aceptar aquello que se les ha revelado. Piensan que son gente de bien: “Soy una buena persona; ¿cómo pude haber hecho esto?”. Es como si hubieran sido acusadas erróneamente. Algunas personas experimentan la obra de Dios durante años y, al final, siguen sin entender sus naturalezas. Siempre piensan que son buenas personas y que cometieron un error en un momento de confusión. Incluso hasta este día, preferirían ser descartadas antes que someterse. Son demasiado arrogantes e ignorantes y simplemente no aceptan la verdad. Nunca podrán transformarse y convertirse en seres humanos. A partir de esto podéis descubrir que, aunque la naturaleza de las personas se resista y traicione a Dios, hay diferencias en ellas. Esto requiere un entendimiento más profundo de su naturaleza.

Hay determinados rasgos en común en la naturaleza de las personas que deben entenderse. Todas las personas son capaces de traicionar a Dios —este es un rasgo común— sin embargo, cada persona tiene su propia debilidad vital. Algunas personas aman el poder y otras aman el estatus, hay quienes rinden culto al dinero, mientras que otros adoran los placeres materiales. Estas son las diferencias en la naturaleza de las personas. Después de empezar a creer en Dios, algunos son capaces de mantenerse firmes a pesar de sufrir muchas adversidades, mientras que otros se vuelven negativos, se quejan y flaquean al afrontar algunas dificultades. Entonces, ¿por qué, a pesar de que todos creen en Dios y comen y beben Su palabra, reaccionan de manera diferente cuando les ocurren cosas? Esto demuestra que, si bien todos los seres humanos profundamente corruptos tienen la naturaleza de Satanás, la calidad de su humanidad varía. Algunas personas están cansadas de la verdad y la odian, mientras que otras son capaces de amarla y aceptarla. Las maneras en las que algunas personas manifiestan su carácter corrupto son más severas, mientras que en el caso de otras son más leves. Algunas son un poco más bondadosas y otras muy maliciosas. Si bien sus palabras, su conducta y la manera en la que se muestran pueden diferir, su carácter corrupto es el mismo. Son seres humanos corruptos que pertenecen a Satanás. Este es un rasgo común entre ellos. La naturaleza de una persona define quién es. Si bien la naturaleza de una persona puede coincidir con la de otra en algunos aspectos, cada una debe ser tratada de manera distinta de acuerdo con su esencia. Por ejemplo, la concupiscencia es un rasgo común de todas las personas. Todas la experimentan y no pueden superarla con facilidad. No obstante, hay quienes tienen inclinaciones particularmente fuertes en este sentido. Siempre que las personas de este tipo enfrentan tentaciones que involucran al sexo opuesto, sucumben a ellas. La tentación se apodera de sus corazones y caen en ella. Están dispuestas a salir corriendo con otra persona en cualquier momento y traicionar a Dios. Por lo tanto, puede decirse que estas personas tienen una naturaleza maligna. Cuando otras se enfrentan a este tipo de situación, quizá demuestran un poco de debilidad o revelan alguna concupiscencia, pero no hacen nada inapropiado. Son capaces de actuar con moderación y evadir este tipo de situación. Pueden abandonar la carne y evitar la tentación. Por lo tanto, no puede decirse que su naturaleza sea maligna. Los seres humanos viven en la carne, por lo que tienen concupiscencia, pero hay personas arbitrarias e impulsivas que se entregan a su lujuria y hasta hacen cosas que trastornan y perturban la obra de la iglesia. Sin embargo, también hay otras que no son así, sino que son capaces de perseguir la verdad y actuar de acuerdo a ella y de abandonar la carne. Si bien todas las personas tienen concupiscencia, no todas se comportan de la misma manera. Así es como difiere la esencia-naturaleza de las personas. Algunas codician el dinero. Siempre que ven dinero o cosas bonitas, quieren poseerlos, los anhelan con gran intensidad. Son codiciosas por naturaleza. Ambicionan cualquier posesión material que ven y hasta se atreven a robar o usar de manera indebida las ofrendas de Dios, incluso se atreven a tocar miles o decenas de miles de yuanes. Cuanto más dinero hay, mayor es su audacia. Carecen totalmente de un corazón que tema a Dios. Su naturaleza es codiciosa. Hay personas que tienen problemas de consciencia después de gastar algunos yuanes o unas docenas de yuanes del dinero de la iglesia y se arrodillan rápidamente ante Dios para orar con lágrimas de remordimiento y ruegan Su perdón. No podemos decir que sientan codicia por el dinero, ya que todas las personas tienen un carácter corrupto y debilidades, y su capacidad de arrepentirse con sinceridad prueba que sus acciones simplemente revelaron su carácter corrupto. Hay personas que juzgan rápidamente a los demás y dicen: “Como esta persona gastó algunos yuanes del dinero de la iglesia esta vez, la próxima vez podrían ser docenas de yuanes. Claramente, es una persona que roba ofrendas y se la debería echar”. Hablar de esta manera es un poco sentencioso. Las personas tienen un carácter corrupto, por lo que seguramente revelarán su corrupción y harán muchas cosas malas. Esto es normal, pero que una persona ponga al descubierto su corrupción no es lo mismo a que tenga una naturaleza maligna. Si bien estos dos tipos de personas pueden hacer algunas de las mismas cosas, su naturaleza es diferente. Por ejemplo, mientras una persona camina por la senda de perseguir la verdad y busca ser una persona honesta, es inevitable que diga mentiras o emplee engaños o estratagemas de vez en cuando, mientras que la mentira y el engaño forman parte de la naturaleza de un demonio, que miente todo el tiempo acerca de todo. Si bien ambos pueden tener conductas mentirosas, la esencia de un demonio y la de alguien que persigue la verdad son fundamentalmente diferentes. Entonces, ¿es adecuado etiquetar a las personas que buscan ser honestas como demonios y Satanás solo porque manifestaron cierta corrupción pasajera? Haber cometido una transgresión, como mentir o engañar a otros, no significa que sean demonios que siempre mienten y engañan a los demás. Dado que la esencia-naturaleza de las personas no es la misma, no podemos poner a todos en la misma bolsa. El hecho de comparar a alguien que cometió una transgresión momentánea con un demonio es una forma de juicio y condena arbitrarios. Esto es lo que más daño causa a las personas. Si careces de discernimiento y no puedes ver las cosas con claridad, no debes hablar ciegamente o aplicar reglas indiscriminadamente, de lo contrario, lastimarás a otras personas. Aquellos que carecen de entendimiento espiritual y disfrutan cumpliendo las reglas tienen mayores probabilidades de juzgar y condenar a otros. Las personas que no comprenden la verdad hablan y actúan sin principios, y al hablar sin miramientos y juzgar y condenar a otras de manera arbitraria no se benefician a sí mismas ni a las demás.

En vuestro corazón no sabéis qué meta debe alcanzar una persona respecto a su fe en Dios para que se ajuste a Su voluntad. Hay muy pocas personas capaces de creer en Dios en total conformidad con Sus exigencias. Tenéis demasiados problemas en vuestro interior, y tal vez no os hayáis percatado todavía de ellos y no los tengáis en claro. Esto demuestra que todavía no entendéis la verdad, que sois incapaces de reflexionar sobre vosotros mismos y que aún no habéis descubierto ni sois capaces de analizar los distintos pensamientos y aspectos de vuestra naturaleza que existen dentro de vosotros. Algún día, cuando hayáis oído muchos sermones y tengáis experiencia, comprenderéis la verdad. Solo entonces podréis llegar a conoceros de verdad. Pese a que creéis realmente en Dios, aún no os habéis liberado de vuestras actitudes corruptas y todavía hay muchos asuntos superficiales dentro de vuestra naturaleza; todavía os gusta lucir ropa hermosa y disfrutar de las cosas buenas. Cuando algunas personas visten ropa bonita o se compran un celular caro, su tono de voz cambia; cuando algunas mujeres llevan tacones, su forma de caminar no es la misma y ya no saben quiénes son. En cuanto a qué es lo que la gente alberga en su corazón y qué naturaleza les hace revelar estas cosas malvadas, feas y superficiales, las personas necesitan llegar a conocer su carácter corrupto y las cosas que existen dentro de su propia naturaleza. Aunque puedan sentir este carácter corrupto, no pueden resolverlo, tan solo pueden confiar en su propia voluntad para refrenarlo y evitar que se ponga en evidencia exteriormente. A medida que su experiencia se ahonda, mientras su conocimiento sobre su naturaleza y sobre todos los aspectos de la verdad se hace más profundo y comienzan poco a poco a entender y acatar las exigencias de Dios, las actitudes corruptas de las personas y los aspectos de su naturaleza comienzan lentamente a cambiar. Al principio, su conocimiento de sí mismas es muy somero. Pueden reconocer sus actitudes corruptas, pero son incapaces de perseguir la verdad y llegar a conocer la esencia de su corrupción. Cuando adquieren un poco de conocimiento, desean refrenarse, renunciar a la carne trabajando con ahínco y obtener resultados, pero sus esfuerzos terminan siendo en vano y siguen sin ver la raíz del problema. Cuando más adelante llegan a entender la verdad realmente y conocen plenamente su carácter corrupto, empiezan a odiarse a sí mismas. A esa altura, no necesitan esforzarse demasiado para renunciar a la carne y pueden practicar la verdad de forma proactiva y actuar conforme a los principios. Aunque a veces no comprendan la verdad completamente, al menos pueden actuar basándose en su conciencia y razón. Al principio, cuando las personas empiezan a experimentar las palabras de Dios, todas ellas se topan con dificultades; dado que no entienden la verdad y no saben tomar los principios como base, siempre averiguan cómo hacer esto o aquello y se limitan a cumplir las normas. Además, siempre se sienten perturbadas por los estados negativos y, en ocasiones, no consiguen avanzar. En lo relativo a los estados negativos, la gente debería resolver aquellos que tienen solución mediante la plática. Si no pueden resolverse de este modo, basta con no prestarles atención. En su lugar, deberías centrarte en practicar y entrar de forma normal, y en compartir más sobre la verdad. Algún día, cuando comprendas la verdad con claridad y veas muchas cosas como son, tus estados negativos desaparecerán de manera natural. ¿No han desaparecido ya tus viejos estados negativos? Como mínimo, los experimentas mucho menos que antes. Centraos en trabajar arduamente para perseguir la verdad y seréis capaces de resolver todas vuestras dificultades. Cuando podáis solucionar vuestros propios problemas, habréis progresado y crecido. Cuando las personas experimentan hasta que llegue el día en que su perspectiva de la vida, el sentido y la base de su existencia, hayan cambiado por completo, cuando hayan sido alteradas hasta los huesos y se hayan convertido en alguien diferente, ¿no es esto increíble? Este es un gran cambio, un cambio transcendental. Solo cuando no estés interesado en la fama y la fortuna, el estatus, el dinero, el placer, el poder y la gloria del mundo y puedas dejarlos ir fácilmente, tendrás la semejanza de un ser humano. Aquellos que, al final, serán hechos completos por Dios son un grupo de personas como este; viven para la verdad, viven para Dios y viven para aquello que es justo. Esta es la semejanza de un verdadero ser humano.

Algunos preguntarán: “¿Qué es exactamente un ser humano?”. Ninguna de las personas de nuestros días son seres humanos. Si no lo son, ¿qué son entonces? Se podría decir que son animales, bestias, satanases o demonios; en cualquier caso, tan solo se ocultan bajo una piel humana, pero no se les puede llamar seres humanos, porque no poseen una humanidad normal. Llamarlos animales sería acercarse un poco, pero las personas tienen un lenguaje, mentes y pensamientos, y pueden dedicarse a la ciencia y a la industria, por lo que tan solo se los puede definir como animales superiores. No obstante, Satanás los ha corrompido profundamente; hace ya mucho tiempo que perdieron su conciencia y razón, y no se someten ni temen a Dios en absoluto. Resulta totalmente apropiado llamarlos demonios y satanases. Dado que sus naturalezas, sus actitudes y sus opiniones son satánicas, es más adecuado llamarlos demonios y satanases. La gente ha sido profundamente corrompida y apenas tiene semejanza humana. Son como bestias y animales, son demonios. En este momento, las personas no son una cosa ni la otra, no se parecen a seres humanos ni tampoco a demonios, y no poseen una verdadera semejanza humana. Tras numerosos años de experiencia, algunos creyentes de largo recorrido obtienen una pizca de intimidad con Dios y pueden en cierta medida entenderlo, preocuparse por las cosas que a Él le preocupan y pensar en las cosas en las que Él piensa; esto quiere decir que tienen un ápice de apariencia humana y están a medio formar. Los nuevos creyentes no han experimentado aún el castigo y el juicio, apenas han sido podados y tratados, y tampoco han oído mucho acerca de la verdad; tan solo han leído las palabras de Dios, pero no poseen verdadera experiencia. Como resultado, no están a la altura ni de lejos. La profundidad de la experiencia de una persona determina lo mucho que esta cambia. Cuanto menos experimentes las palabras de Dios, menos podrás comprender la verdad. Si no tienes ninguna experiencia, entonces eres un auténtico Satanás viviente y eres simple y llanamente un demonio. ¿Puedes creerlo? Algún día entenderás esas palabras. ¿Queda gente buena hoy en día? Si las personas no tienen apariencia humana, ¿cómo podemos llamarlas seres humanos? Llamarlas buenas personas está aún más fuera de lugar. Tan solo tienen un caparazón humano, pero carecen de esencia humana; no sería exagerado llamarlos bestias vestidas de humanos. Si alguien desea convertirse en una persona con semejanza humana a través de la experiencia de la obra de Dios, deberá someterse a la revelación, el castigo y el juicio de las palabras de Dios, y solo entonces podrá llegar a cambiar finalmente. Esta es la senda: si Dios no hiciera esto, la gente no sería capaz de cambiar. Dios debe actuar de este modo, paulatinamente. Las personas deben experimentar el juicio y el castigo y deben ser podadas y tratadas constantemente, y las maneras en las que revelan su carácter corrupto deben ser puestas en evidencia. La gente únicamente puede adentrarse en la senda correcta si es capaz de reflexionar sobre sí misma y comprender la verdad. Tan solo después de un período de experiencia y tras haber llegado a entender unas cuantas verdades, estará hasta cierto punto segura de que es capaz de mantenerse firme. Veo que vuestra estatura aún es demasiado pequeña, comprendéis demasiado poco de la verdad y no podéis cumplir con vuestros deberes adecuadamente. Aunque parezca que estéis muy ocupados realizando vuestros deberes, en realidad estáis todos al borde del peligro. No veo que poseáis ninguna de las realidades-verdad y no sabría decir si sois personas que persiguen la verdad. Eso hace que estéis en grave peligro. He pronunciado palabras como estas en numerosas ocasiones, pero mucha gente no entiende lo que significan. Algunos dicen: “Mi fe en Dios me llena de entusiasmo ahora, no tropezaré ni me extraviaré. Dios me trata con enorme gracia, no corro ningún peligro”. Dios trata con gracia y protege a todas las personas, pero tú no has entrado en las realidades-verdad, por lo que, naturalmente, estás en peligro. Cuando te enfrentes a pruebas, ¿puedes garantizar que serás capaz de mantenerte firme? Nadie se atreve a asegurar algo así. Muchas personas tan solo son capaces de hablar sobre algunas palabras y doctrinas. Eso no quiere decir que entiendan la verdad y, sin duda, tampoco significa que tengan una verdadera estatura, no obstante, ellas creen que casi lo han conseguido. Si una persona puede decir algo así, significa que no está a la altura ni de lejos. Toda persona que no posea las realidades-verdad vive al borde del peligro. Esto es absolutamente cierto.

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