Solo si se vive a menudo ante Dios es posible tener una relación normal con Él

La mayoría de vosotros lleva varios años creyendo en Dios y, en mayor o menor medida, os habéis asentado en el camino verdadero. Ya sois capaces de desechar las complicaciones familiares y del mundo secular para seguir a Dios. Os estáis formando para cumplir un deber en la casa de Dios, estáis dispuestos a gastaros por Él y listos para esforzaros por obtener la verdad. Esto implica que habéis comenzado a entender las cosas, y que tenéis un poco de conciencia y razón. Eso es bueno. ¡La importancia de cumplir un deber es enorme! Que podáis o no cumplir bien con el deber guarda relación directa con vuestra salvación y perfección. Se puede decir que solo es posible lograr la entrada en la vida experimentando la obra de Dios mientras se cumple el deber, y que solo es posible recibir el visto bueno de Dios cumpliendo bien con él. Por tanto, que se os exija un poco más en lo que respecta a vuestro deber, y se os pode y se trate con vosotros un poco os resultará beneficioso. Como mínimo, vuestro progreso en la vida será más rápido. No es malo que las exigencias que recaen sobre vosotros sean elevadas, ni es malo plantearos cada tanto algún problema difícil para poneros a prueba. Todo esto está destinado a ayudaros a madurar en la vida y a hacer la voluntad de Dios, y a que tengáis una mejor comprensión de ciertos conocimientos profesionales y seáis más eficaces en vuestro deber. Si no se os formularan estas exigencias, ¿qué sucedería? Solo seríais capaces de predicar doctrinas y seguir reglas, y creeríais en Dios durante muchos años sin transformaros en absoluto. En tal caso, ¿cuándo seríais capaces de progresar? ¿Cómo podríais cumplir bien con vuestro deber? No solo no progresarías en relación con la verdad, sino que no progresaríais respecto del conocimiento profesional requerido en vuestro deber. Así, ¿podríais cumplir con él con un nivel aceptable y dar testimonio para Dios? En lo que respecta a vuestra estatura actual, vuestra comprensión de la verdad es demasiado superficial, y no habéis captado los principios para cumplir con vuestro deber. Además, estáis muy lejos de alcanzar los niveles de cumplimiento satisfactorio del deber. Y, sin embargo, no sois conscientes de ello y creéis que lo estáis haciendo bien, y en ocasiones sois incluso extremadamente santurrones y audaces. Las palabras que pronunciáis o las cosas que hacéis no ven la luz del día, y no guardan conformidad con los principios verdad. Cuando alguien señala alguno de vuestros problemas, no lo aceptáis ni buscáis la verdad, e incluso ponéis excusas. ¿Cuál es el problema de esto? Que no poseéis siquiera el razonamiento más rudimentario necesario para comportaros como es debido. Sin importar lo que hagas, como mínimo, debe ser considerado adecuado por la mayoría de las personas. Debes escuchar las sugerencias de todos; si lo que dicen es correcto, debes aceptarlo y, luego corregir tus errores. Si todo el mundo cree que los resultados que has obtenido están bien y los aprueba, solo entonces pueden considerarse aceptables tus acciones. Así, en un sentido, seréis capaces de actuar de acuerdo con los principios al cumplir con el deber, y seréis más maduros y experimentados en el manejo de los problemas. En otro sentido, seréis capaces de aprender más y, al mismo tiempo, llegaréis a entender la verdad y a entrar en la vida. Y así, cuando algo os suceda, no debéis ser santurrones. Debéis aquietaros ante Dios y aprender una lección. Debéis ser capaces de renunciar a vosotros mismos a fin de aprender más. Si piensas: “Tengo más experiencia en esto que vosotros, así yo debería estar a cargo y vosotros deberíais hacerme caso”, ¿qué clase de carácter es ese? Es arrogancia y santurronería. Es un carácter corrupto satánico y no es algo dentro del ámbito de la humanidad normal. Así pues, ¿qué significa no ser santurrón? (Significa escuchar las sugerencias de los demás y debatir las cosas con todo el mundo). Sin importar cuáles sean tus ideas y opiniones personales, si determinas a ciegas que son correctas y que son el modo en que deben hacerse las cosas, eso es arrogancia y santurronería. Si tienes ciertas ideas u opiniones que crees que son correctas, pero no tienes plena fe en ti mismo, y puedas confirmarlas a partir de buscar y compartir, eso es lo que significa no ser santurrón. Esperar a recibir el apoyo y la aprobación de todo el mundo antes de actuar es la manera razonable de hacer las cosas. Si alguien no está de acuerdo contigo, debes responder a conciencia y ser meticuloso cuando se trata de los aspectos profesionales de tu labor. No puedes hacer la vista gorda diciendo: “¿Lo entiendes mejor tú o yo? Llevo mucho tiempo involucrado en esta área de trabajo; ¿no debería entenderlo mejor que tú? ¿Qué sabes tú sobre esto? ¡No lo entiendes!”. Ese no es un buen carácter; es demasiado arrogante y santurrón. Es posible que la persona que está en desacuerdo contigo sea un aficionado, y que no comprenda bien esa área de trabajo; tal vez tengas razón y estés haciendo las cosas de la manera correcta, pero el problema es tu carácter. ¿Cuál es entonces la forma correcta de comportarse y actuar? ¿Cómo puedes comportarte y actuar de acuerdo con los principios verdad? Debes exponer tus ideas y permitir que todos vean si hay algún problema con ellas. Si alguien formula una sugerencia, primero debes aceptarla y luego debes permitir que todos confirmen la senda de práctica correcta. Si nadie tiene inconvenientes al respecto, entonces puedes determinar el modo más adecuado de hacer las cosas y actuar de esa manera. Si se detecta un problema, debes solicitar la opinión de todos, y debéis buscar la verdad y compartirla juntos y, así, obtendréis el esclarecimiento del Espíritu Santo. Cuando se iluminen vuestros corazones y tengáis una senda mejor, los resultados que obtengáis serán mejores que antes. ¿Acaso no es esa la guía de Dios? ¡Es algo maravilloso! Si puedes evitar ser santurrón, si puedes abandonar tus fantasías e ideas, y si puedes escuchar las opiniones correctas de los demás, serás capaz de recibir el esclarecimiento del Espíritu Santo. Tu corazón se iluminará y serás capaz de encontrar la senda correcta. Tendrás un camino a seguir y, cuando lo pongas en práctica, sin duda será conforme a la verdad. A través de esta práctica y de esta experiencia aprenderás a practicar la verdad, y al mismo tiempo aprenderás algo nuevo sobre esa área de trabajo. ¿No es eso algo bueno? Así, te darás cuenta de que cuando te sucede algo, no debes ser santurrón y debes buscar la verdad, y que si eres santurrón y no aceptas la verdad, todo el mundo te detestará y sin duda Dios te aborrecerá. ¿No te dará eso una lección? Si siempre buscas de esta manera y practicas la verdad, seguirás puliendo las capacidades profesionales que utilizas en el deber, cada vez obtendrás mejores resultados en él, y Dios te esclarecerá y te bendecirá, y permitirá que aprendas cada vez más. Asimismo, contarás con una senda para practicar la verdad y, cuando sepas practicarla, poco a poco captarás los principios. Cuando sepas qué acciones conducen al esclarecimiento y la guía de Dios, cuáles conducen a Su odio y rechazo, y cuáles te dirigen a Su aprobación y Sus bendiciones, tendrás un camino a seguir. Cuando la gente recibe las bendiciones y el esclarecimiento de Dios, se acelera su progreso vital. Recibirán el esclarecimiento y la guía de Dios a diario, y habrá paz y felicidad en su interior. ¿Acaso eso no les dará placer? Cuando tus acciones puedan presentarse ante Dios y Él las acepte, sentirás placer en tu corazón y, por dentro, tendrás paz y felicidad. Esta paz y felicidad son sentimientos que Dios te ha otorgado, son una sensación que te ha concedido el Espíritu Santo.

Ser arrogante y santurrón es el carácter satánico más ostensible del hombre, y si la gente no acepta la verdad, no tendrá manera de purificarlo. Todas las personas tienen un carácter arrogante y santurrón, y siempre son engreídas. Más allá de lo que piensen o digan, o de cómo vean las cosas, siempre creen que sus puntos de vista y sus actitudes son correctos, y que lo que dicen los demás no es tan bueno ni tan correcto como lo que ellas dicen. Siempre se aferran a sus opiniones y, sin importar quién hable, no lo escuchan. Aunque lo que esa persona diga sea correcto o concuerde con la verdad, no lo aceptan; solo aparentarán estar escuchando, pero en realidad no adoptarán la idea y, cuando llegue el momento de actuar, seguirán haciendo las cosas a su manera, creyendo siempre que lo que dicen es correcto y razonable. Es posible que lo que tú digas, en efecto, sea correcto y razonable, o que lo que hayas hecho sea correcto e irreprochable, pero ¿qué clase de carácter has revelado? ¿No es de arrogancia y santurronería? Si no desechas este carácter arrogante y santurrón, ¿no afectará el cumplimiento de tu deber? ¿No afectará tu práctica de la verdad? Si no resuelves tu carácter arrogante y santurrón, ¿no te causará graves reveses en lo sucesivo? Sin duda que sufrirás reveses, eso es inevitable. Decidme, ¿puede Dios ver tal comportamiento del hombre? ¡Dios es más que capaz de verlo! Él no solo escruta las profundidades del corazón de las personas, también observa cada una de sus palabras y actos en todo momento y lugar. ¿Qué dirá Dios cuando vea este comportamiento tuyo? Él dirá: “¡Eres intransigente! Es entendible que puedas aferrarte a tus ideas cuando no sepas que estás equivocado, pero cuando claramente sí lo sabes y de todos modos te aferras a ellas, y morirías antes que arrepentirte, no eres más que un necio obstinado y estás en problemas. Si, más allá de quién formule una sugerencia, tú siempre adoptas una actitud negativa y reticente al respecto y no aceptas ni siquiera un poco de la verdad, y si tu corazón es completamente reticente, está cerrado y es despectivo, entonces eres muy ridículo, ¡eres una persona absurda! ¡Eres muy difícil de tratar!”. ¿Por qué eres difícil de tratar? Porque lo que expresas no es un enfoque ni un comportamiento erróneo, sino que es una manifestación de tu carácter. ¿Una manifestación de qué carácter? Un carácter en el cual estás harto de la verdad y la odias. Una vez que se te ha identificado como una persona que odia la verdad, a ojos de Dios estás en problemas, y Él te detestará, rechazará e ignorará. Desde la perspectiva de la gente, lo máximo que dirán es: “El carácter de esta persona es malo, es sumamente obstinada, intransigente y arrogante. Es difícil llevarse bien con ella y no ama la verdad. Jamás ha aceptado la verdad y no la pone en práctica”. Como mucho, todo el mundo hará esta valoración de ti, pero ¿puede eso decidir tu destino? La valoración que la gente hace de ti no puede decidir tu destino, pero hay algo que no debes olvidar: Dios escruta el corazón de las personas y, al mismo tiempo, observa cada una de sus palabras y actos. Si Dios te cataloga así y dice que odias la verdad, si Él no dice simplemente que tú tengas un carácter un poco corrupto o que seas un poco desobediente, ¿no es este un problema grave? (Es grave). Eso implica un problema, y este problema no radica en la manera en la cual la gente te ve o en cómo te valora, sino en la forma en la que Dios ve tu carácter corrupto de odio hacia la verdad. Así pues, ¿cómo lo ve Dios? ¿Dios simplemente ha determinado que odias la verdad y no la amas, y eso es todo? ¿Es tan simple como eso? ¿De dónde proviene la verdad? ¿A quién representa? (Representa a Dios). Meditad sobre esto: si una persona odia la verdad, desde la perspectiva de Dios, ¿cómo la verá Él? (Como Su enemigo). ¿No es este un problema grave? Cuando alguien odia la verdad, ¡odia a Dios! ¿Por qué digo que odia a Dios? ¿Maldijo a Dios? ¿Se opuso a Él frente a frente? ¿Lo criticó o lo condenó a Sus espaldas? No necesariamente. Entonces ¿por qué digo que manifestar un carácter de odio a la verdad implica odiar a Dios? No se trata de exagerar, es la realidad de la situación. Es igual que con los fariseos hipócritas que crucificaron al Señor Jesús porque odiaban la verdad: las consecuencias posteriores fueron terribles. Esto significa que si una persona tiene un carácter que está harto de la verdad y la odia, este puede brotar en cualquier momento y lugar, y si vive de acuerdo con él, ¿no se opondrá a Dios? Cuando se enfrente a algo que atañe a la verdad o implique tomar una decisión, si no puede aceptar la verdad y vive según su carácter corrupto, naturalmente se opondrá a Dios y lo traicionará, porque su carácter corrupto odia a Dios y odia la verdad. Si tú tienes tal carácter, entonces incluso cuando se trate de palabras expresadas por Dios, las cuestionarás y querrás analizarlas y desmenuzarlas. Así, tendrás suspicacias respecto de las palabras de Dios y dirás: “¿De verdad son estas las palabras de Dios? No me parecen la verdad, no me parecen necesariamente correctas todas ellas”. De este modo, ¿no ha brotado tu carácter de odio hacia la verdad? Cuando piensas así, ¿puedes someterte a Dios? Por supuesto que no. Si no puedes someterte a Dios, ¿sigue Él siendo tu Dios? No lo es. Entonces, ¿qué será Dios para ti? Lo tratarás como un objeto de estudio, alguien de quien hay que dudar, alguien que hay que condenar; lo tratarás como a una persona común y corriente, y lo condenarás como tal. Así, te convertirás en alguien que se resiste a Dios y blasfema en Su contra. ¿Qué clase de carácter causa esto? Lo causa un carácter arrogante que se ha exacerbado hasta cierto punto; no solo se manifestará tu carácter satánico, también quedará a la vista por completo tu rostro satánico. ¿Qué le sucede a la relación entre Dios y una persona que ha llegado al nivel de resistirse a Dios y cuya rebeldía contra Él ha llegado a cierto punto? Se torna una relación hostil, en la que la persona coloca a Dios en oposición a sí misma. Si, al creer en Dios, no puedes aceptar y obedecer la verdad, entonces Él no es tu Dios. Si niegas la verdad y la rechazas, ya te habrás convertido en alguien que se resiste a Dios. ¿Puede Él salvarte de todos modos? Sin duda que no. Dios te da la oportunidad de recibir Su salvación y no te ve como un enemigo, pero tú no aceptas la verdad y colocas a Dios en oposición a ti; tu incapacidad de aceptar a Dios como tu verdad y tu senda te convierte en una persona que se resiste a Él. ¿Cómo debe resolverse este problema? Debes arrepentirte y cambiar el rumbo de inmediato. Por ejemplo, cuanto encuentres un problema o una dificultad al cumplir con el deber y no sepas cómo resolverlo, no debes meditar al respecto ciegamente, sino que primero debes aquietarte ante Dios, orar y buscar en Él, y ver qué dicen Sus palabras al respecto. Si, tras leer las palabras de Dios, sigues sin comprender y no sabes a qué verdades atañe esta cuestión, debes aferrarte a un principio: primero obedecer, no tener ideas ni pensamientos personales, aguardar con un corazón tranquilo y ver cómo Dios pretende y quiere actuar. Cuando no entiendas la verdad, debes buscarla y debes esperar a Dios, en lugar de actuar a ciegas y con descuido. Si alguien te hace una sugerencia cuando no entiendes la verdad, y te dice cómo actuar de acuerdo con ella, primero debes aceptarla y permitir que todos compartan al respecto, y ver si esta senda es correcta o no, y si guarda conformidad con los principios verdad o no. Si confirmas que es acorde a la verdad, practica de ese modo; si determinas que no lo es, no lo hagas. Es tan sencillo como eso. Cuando buscas la verdad, debes consultar con muchas personas. Si alguien tiene algo que decir, debes escucharlo y tratar todas sus palabras con seriedad. No lo ignores ni lo desaires, porque esto se relaciona con asuntos dentro del alcance de tu deber y debes tratarlo con seriedad. Esa es la actitud correcta y es el estado correcto. Cuando estás en el estado correcto y no revelas un carácter que está harto de la verdad y la odia, practicar de este modo suplantará tu estado corrupto. Eso es practicar la verdad. Si practicas así la verdad, ¿qué frutos dará? (Nos guiará el Espíritu Santo). Recibir la guía del Espíritu Santo es un aspecto. A veces el asunto es muy sencillo y puede lograrse utilizando la mente; una vez que los demás terminen de darte sus sugerencias y tú entiendas, serás capaz de corregir las cosas y actuar de acuerdo con los principios. Tal vez la gente crea que se trata de un asunto menor, pero para Dios es muy importante. ¿Por qué lo digo? Porque, cuando practicas así, para Dios eres una persona que puede practicar la verdad, alguien que la ama y que no está harto de ella; cuando Dios ve dentro de tu corazón, también ve tu carácter, y eso es algo muy importante. En otras palabras, cuando cumples con el deber y actúas en presencia de Dios, todo lo que vives y manifiestas son las realidades verdad que la gente debe poseer. Las actitudes, los pensamientos y los estados que posees en todo lo que haces son las cosas más importantes para Dios, y son lo que Él escruta.

¿No es ruin que a algunas personas les guste hilar fino y hacer cosas inútiles cuando algo les sucede? Este es un gran problema. La gente de mente clara no comete este error, pero así es como son las personas absurdas. Siempre imaginan que los demás les dificultan las cosas, que se lo ponen difícil adrede, así que siempre antagonizan con ellos. ¿No es una desviación? No se esfuerzan cuando se trata de la verdad, prefieren discutir sobre cosas sin importancia cuando les sucede algo, y exigen explicaciones, tratan de preservar su imagen, y siempre utilizan soluciones humanas para abordar tales asuntos. Este es el mayor obstáculo para la entrada en la vida. Si crees en Dios de este modo, o si practicas así, jamás alcanzarás la verdad porque nunca te presentas ante Dios. Nunca vas ante Dios a recibir todo lo que Él ha dispuesto para ti ni usas la verdad para abordar todo esto, y en cambio utilizas soluciones humanas para abordar las cosas. Por tanto, a ojos de Dios, te has apartado demasiado de Él. No solo se ha apartado tu corazón de Él: todo tu ser no vive en Su presencia. Así ve Dios a quienes siempre analizan en exceso las cosas e hilan fino. Hay quienes son persuasivos y simplistas, de mente ágil y astuta, que piensan: “Hablo bien. Toda la gente me admira y estima mucho y me tiene en alta estima. Por lo general la gente me escucha”. ¿Es esto útil? Te has hecho de prestigio entre la gente, pero tu forma de comportarte ante Dios a Él no le complace. Dios dice que eres un incrédulo y que odias la verdad. Entre la gente, tal vez seas sofisticado y fino, y quizá manejes bien las cosas y te lleves bien con cualquiera; tal vez siempre encuentres el modo de manejar las cosas y ocuparte de ellas sin importar la situación, pero no vas ante Dios a buscar la verdad para resolver los problemas. La gente así es muy problemática. Dios solo tiene una cosa que decir al valorar a la gente como tú: “Eres un incrédulo, estás intentando aprovecharte de esta oportunidad para recibir bendiciones con la excusa de creer en Dios. No eres alguien que acepte la verdad”. ¿Qué piensas de esta clase de valoración? ¿Es lo que quieres? Por supuesto que no. Es posible que a algunos no les importe y digan: “No importa cómo nos vea Dios, de todos modos nosotros no podemos verlo a Él. Nuestro problema más inmediato es primero llevarnos bien con la gente cercana. Una vez que nos hayamos asentado con firmeza, podemos ganarnos a los líderes y obreros para que todo el mundo nos admire”. ¿Qué clase de persona es esta? ¿Es alguien que cree en Dios? Desde luego que no; es un incrédulo. Quienes creen en Dios deben vivir siempre en Su presencia; sin importar los problemas que encuentren, deben ir ante Dios a buscar la verdad para que al final Él diga: “Eres alguien que ama la verdad, que complace a Dios y a quien Él considera aceptable. Dios ha visto tu corazón y también ha visto tu obediencia”. ¿Qué piensas de esta clase de valoración? La gente así es la única que puede recibir el elogio de Dios. ¿Podéis entenderlo por completo? Os digo que, sin importar el deber que realice un creyente en Dios —ya sea que se ocupe de asuntos externos o un deber relacionado con las diversas tareas o áreas profesionales de la casa de Dios—, si no acude a Dios con frecuencia y no vive en Su presencia, y si no se atreve a aceptar Su escrutinio ni busca la verdad de Dios, entonces no es un creyente y no se diferencia de un incrédulo. ¿Sois capaces de comprender esto? Es posible que ahora haya cierta gente que no pueda cumplir un deber porque su entorno no es el adecuado; vive en el entorno de los incrédulos y, sin embrago, a menudo sigue recibiendo el esclarecimiento y la guía de Dios. ¿Cómo es posible? Lo más crucial es que sean capaces de orar a Dios, comer y beber de Sus palabras, buscar la verdad y practicarla, y mantener una relación normal con Dios. Estas cosas son clave para determinar si una persona puede vivir siempre en presencia de Dios. Si no sueles sentir a Dios y a menudo estás débil y negativo, o si sueles ser disoluto, no llevas ninguna carga en el deber y siempre estás confundido, ¿es ese un estado bueno o malo? ¿Es un estado de vivir ante Dios o de no vivir ante Él en absoluto? (Es un estado de no vivir ante Dios). Así pues, debéis evaluar esto: ¿vivís a menudo ante Dios o no? Si lo hacéis muy raramente y ni siquiera oráis ni leéis las palabras de Dios, eso constituye un problema, significa que eres un incrédulo. Algunos pocas veces mantienen la mente en los asuntos que corresponde, son disolutos y descontrolados, y cuando les suceden cosas, siempre están confundidos y no saben buscar la verdad. Ni siquiera saben si han obtenido o no resultados en el cumplimiento de su deber. Desconocen cuáles de sus acciones cotidianas ofenden a Dios, cuáles Él considera aceptables y cuáles aborrece. Solo salen del paso cada día. ¿Qué opináis de este estado? ¿La gente que vive en estos estados tiene un corazón temeroso de Dios? ¿Puede existir algún principio en lo que hacen? ¿Pueden hacer cosas razonables? Cuando cumplen con el deber, ¿pueden decir “debo controlarme, debo cumplir bien con el deber, debo hacerlo de todo corazón y con todas mis fuerzas”? ¿Pueden lograr la devoción? (No pueden). Entonces, ¿qué está haciendo esa gente? ¡Solo está trabajando! ¿Ha obtenido la verdad? (No lo ha hecho). Esa es una gran pérdida. ¿Cómo es posible que ese grupo de necios no sepa buscar la verdad? Hace diez o veinte años que creen en Dios y han escuchado muchos sermones; sin embargo, desconocen qué se puede obtener a partir de creer en Dios, cómo deberían buscar la verdad, cómo deberían practicarla o cómo deberían cumplir con el deber. Si ni quieran tienen en claro estas cosas importantes, ¿no son un poco necios? Son muy torpes e insensibles. No tienen ninguna reacción ante la verdad en absoluto, y eso es peligroso. ¿Qué es lo más importante de creer en Dios? Obtener la verdad. ¿Qué problemas se resuelven cuando alguien obtiene la verdad? Principalmente, el problema de sus pecados y de sus actitudes corruptas, así como todas las dificultades de su fe en Dios y sus puntos de vista equivocados. Todos estos problemas pueden resolverse. Cuando alguien obtiene la verdad, ¿a qué debe aplicarla? Debe aplicarse al cumplimiento del deber y a dar testimonio para Dios; estas son las cosas más importantes. En este momento, tal vez carezcáis de verdadero conocimiento al respecto, quizá no hayáis reconocido aún el valor o la importancia de la verdad, pero algún día lo haréis.

¿Habéis leído el Libro de Job? Cuando lo estabais leyendo, ¿os sentisteis conmovidos? ¿Experimentasteis una especie de anhelo que os hizo desear convertiros en alguien como Job? (Sí). ¿Cuánto pueden durar esa sensación y ese estado de ánimo? ¿Un par de días, un par de meses, o quizá un par de años? (Dos o tres días). Así pues, ¿esa sensación y ese estado de ánimo desaparecen tras dos o tres días? Debes orar cuando te sientas conmovido y decirle a Dios que deseas ser una persona como Job, que deseas comprender la verdad, llegar a conocer a Dios y convertirte en alguien que le teme y evita el mal. Debes implorarle a Dios que genere esto en ti, que te guíe, te provea de los entornos adecuados, te dé fortaleza y te proteja para que te mantengas firme en toda situación que enfrentes, que no te resistas a Dios y, en cambio, actúes con temor de Él y evites el mal, y satisfagas Su voluntad. Siempre debes orar y suplicar a Dios en aras de este objetivo y por las cosas que esperas lograr, y cuando Él vea tu corazón sincero, actuará. No temas cuando Dios actúe. Él de ninguna manera te cubriría el cuerpo de llagas ni te privaría de todo lo que tienes, como lo hizo cuando puso a prueba a Job. Dios no hará eso; poco a poco colocará cada vez más sobre ti de acuerdo con tu estatura. Debes clamar a Dios con sinceridad; no lo hagas solo durante un par de días tras leer el Libro de Job, cuando aún te sientas conmovido, y luego te olvides de eso al tercer día cuando ya no lo estés leyendo y dejes de llevarlo en el corazón. Si lo haces, ¡tendrás problemas! Si admiras a la gente como Job y quieres ser esa clase de persona, debes tener una senda para convertirte en ella, debes entregar tu corazón a Dios y luego suplicar eso a menudo, meditarlo con frecuencia, y posteriormente comer y beber de las palabras que Dios ha expresado sobre Job, contemplarlas de manera constante y reiterada, y después debes compartir con quienes tengan esta clase de experiencia y conocimiento. Debes esforzarte por lograr este objetivo. ¿Cómo deberías esforzarte? Si tan solo te sientas a observar y esperar, eso no es esforzarse. Debes ponerlo en práctica, dedicarle esfuerzo, y a la vez albergar la determinación de soportar el sufrimiento y un corazón anhelante, y luego ofrecer tus oraciones para ello, pidiéndole a Dios que actúe. Si Dios no actúa, por mucho entusiasmo que tenga la gente, no servirá de nada. ¿Cómo actuará Dios? Comenzará a orquestar y disponer entornos para ti según corresponda a tu estatura. Debes decirle a Dios qué objetivo deseas lograr en tu fe y qué clase de determinaciones tienes. ¿Has orado a Dios y se lo has suplicado? ¿Durante cuánto tiempo lo has hecho? Si solo dices un par de oraciones de vez en cuando y, cuando ves que Dios no ha actuado, piensas: “Olvídalo, dejaré las cosas como están. Que pase lo que tenga que pasar. Solo seguiré la corriente. No me importa qué me suceda”, eso no está bien, y no eres sincero. Si lo único que tienes es dos minutos de entusiasmo, ¿puede Dios actuar por ti y ayudar a disponerte entornos? ¡Dios no haría eso! Él quiere ver tu sinceridad, y ver cuánto resisten tu sinceridad y perseverancia, y si tu corazón es sincero o falso. Dios esperará. Él oye tus plegarias y súplicas, oye las determinaciones y los deseos que le confías, pero hasta tanto vea tu decisión de soportar el sufrimiento, no actuará. Si, tras terminar de orar a Dios, simplemente desapareces sin haber hecho nada, ¿actuaría Él en estas circunstancias? Sin duda que no. Debes orar y suplicar más a Dios, dedicando esfuerzo a esto y meditando al respecto, y luego degustar minuciosamente los entornos que Dios ha dispuesto para ti; te sobrevendrán poco a poco, y Dios comenzará a actuar. Si tu corazón no es sincero, esto no funcionará. Tal vez digas: “¡Cuánto admiro a Job, y cuánto a Pedro!”, pero ¿de qué sirve tu admiración? Puedes admirarlos todo lo que quieras, pero tú no eres ellos, y toda tu admiración no hará que Dios haga en ti la misma obra que hizo en ellos, porque no eres la misma clase de persona que ellos. No tienes su determinación, su humanidad ni el corazón con el cual ellos anhelaron y buscaron la verdad. Solo cuando llegues a poseer tales cosas Dios te concederá más.

¿Tenéis ahora la determinación de buscar la verdad, de obtenerla y de alcanzar la salvación y ser perfeccionados por Dios? (Sí). ¿Qué tan grande es vuestra determinación? ¿Cuánto tiempo podéis mantenerla? (Cuando estoy en un buen estado, tengo determinación, pero cuando encuentro cosas que no se corresponden con mis nociones o con los intereses de mi carne, o cuando atravieso cierta refinación o tengo algunas dificultades, quedo atrapado en un estado de negatividad, y la fe y determinación que tenía al principio desaparecen de a poco). Eso no está bien. Eres demasiado débil. Debes llegar a un punto donde, más allá de las circunstancias que enfrentes, estas no puedan cambiar tu determinación. Solo entonces serás alguien que realmente ama y busca la verdad. Si, cuando algo te sucede y te encuentras con una pequeña dificultad, retrocedes, te vuelves negativo y desanimado y abandonas tu determinación, eso no está bien. Debes tener la fortaleza de quien está dispuesto a arriesgar su vida y dice: “Pase lo que pase, incluso si muero, no desistiré de la verdad ni de mi objetivo de buscarla”. Entonces, nada podrá detenerte. Si de verdad encuentras dificultades y quedas arrinconado, Dios actuará. Además, debes pensar así: “Sin importar con lo que me encuentre, son todas lecciones que debo aprender en mi búsqueda de la verdad; han sido dispuestas por Dios. Tal vez sea débil, pero no soy negativo, y estoy agradecido a Dios por darme la oportunidad de aprender estas lecciones. Doy gracias a Dios por disponer esta situación para mí. No puedo abandonar mi determinación de seguir a Dios y obtener la verdad. Si llegara a abandonarla, eso sería lo mismo que ceder ante Satanás, hundirme y traicionar a Dios”. Esta es la clase de determinación que debes tener. Más allá de las pequeñeces que enfrentes, son episodios menores en el transcurso de tu vida. No debes permitir que obstaculicen el camino de tu progreso. Cuando te encuentres con dificultades puedes buscar y esperar, pero el camino de tu progreso no debe modificarse, ¿no es así? (Así es). Sin importar lo que digan los demás, o cómo te traten, y más allá de cómo te trate Dios, tu determinación no debe cambiar. Si Dios dice: “No aceptas para nada la verdad, te aborrezco”, y tú respondes: “Dios me aborrece, así que ¿qué sentido tiene mi vida? ¡Mejor me muero y termino con esto!”, estarías malinterpretando a Dios. Es cierto que Dios te aborrece, pero debes seguir luchando, debes aceptar la verdad y cumplir con el deber. Así, no serás un bueno para nada y Dios no te detestará ni te rechazará. En este momento, vuestra estatura es aún demasiado escasa y todavía no habéis alcanzado los estándares necesarios para que Dios os ponga a prueba. ¿Qué es lo único que podéis hacer? Debes orar: “Dios mío, te ruego que me guíes y esclarezcas para que entienda Tu voluntad y tenga la fe y perseverancia para recorrer la senda de búsqueda de la verdad, y para que pueda temer a Dios y evitar el mal. Si bien soy débil y mi estatura es inmadura, te ruego que me des fortaleza y me protejas para que pueda seguirte hasta el final”. Debes acudir a Dios a menudo para orar. Tal vez otra gente anhele las cosas mundanas, consienta a la carne y siga las tendencias mundanas, pero tú no debes ir con ellos: solo concéntrate en cumplir con tu deber. Cuando los demás se sientan negativos y no cumplan con sus deberes, no debes sentirte inhibido y deberías buscar la verdad para ayudarlos. Cuando los demás se entreguen a la comodidad no debes envidiarlos, solo debes ocuparte de vivir ante Dios. Cuando los demás busquen prestigio, ganancia y estatus, debes orar por ellos y ayudarlos, aquietar tu corazón ante Dios y no dejar que tales cosas te afecten. Sin importar lo que suceda a tu alrededor, debes orar a Dios sobre todas las cosas. Siempre debes buscar la verdad, controlarte, asegurarte de estar viviendo en presencia de Dios y tener una relación normal con Él. Dios escruta a las personas en todo momento, y el Espíritu Santo obra dentro de estas clases de personas. ¿Cómo escruta Dios el corazón de una persona? No solo mira con Sus ojos, sino que dispone entornos para ti y te toca el corazón con Su mano. ¿Por qué lo digo? Porque cuando Dios dispone un entorno para ti, Él se fija en si lo rechazas y lo odias o si te gusta y te sometes a él, si esperas con pasividad o si buscas activamente la verdad. Dios observa cómo se transforman tu corazón y tus pensamientos, y en qué sentido evolucionan. A veces, el estado de tu corazón es positivo y, otras, negativo. Si puedes aceptar la verdad, podrás recibir de parte de Dios a las personas, los acontecimientos y las cosas, y los diversos entornos que Él disponga para ti, y serás capaz de abordarlos correctamente. Leyendo las palabras de Dios y a través de la contemplación, todos tus pensamientos e ideas, todas tus opiniones y todos tus estados de ánimo cambiarán en función de Sus palabras. Tendrás esto en claro, y Dios también escrutará todo eso. Aunque no se lo hayas contado a nadie, o no hayas orado al respecto, y solo lo pienses en tu interior y en tu propio mundo, desde la perspectiva de Dios ya estará muy claro: será evidente para Él. La gente te mira con sus ojos, pero Dios te toca el corazón con el Suyo: así de cerca de ti está. Si puedes percibir el escrutinio de Dios, vives en Su presencia. Si no lo puedes percibir en absoluto, vives en tu propio mundo y según tus sentimientos y actitudes corruptas, y entonces estás en problemas. Si no vives en presencia de Dios, si existe una gran distancia entre tú y Dios, y estás lejos de Él, si no consideras para nada la voluntad de Dios y no aceptas Su escrutinio, Él sabrá todo esto. Le resultará sumamente fácil percibirlo. Así pues, cuando tienes determinación y un objetivo, y estás dispuesto a ser perfeccionado por Dios y a convertirte en alguien que sigue Su voluntad, que teme a Dios y evita el mal, cuando tienes esta determinación y puedes orar y suplicar a menudo por estas cosas, vives en presencia de Dios y jamás te distancias de Él ni lo abandonas, tienes estas cosas en claro y Dios también las conoce. Algunos dicen: “Yo lo tengo claro, pero ¿Dios lo sabe o no?”. Esta no es una pregunta válida. Si lo dices, eso demuestra que jamás te has comunicado con Dios y que no existe absolutamente ninguna relación entre Él y tú. ¿Por qué digo que no existe ninguna relación entre Él y tú? No has vivido ante Dios y, por tanto, no puedes percibir si Él está contigo o no, si te guía, si te protege, y si te ha reprendido cuando hiciste algo malo. Si no percibes tales cosas, entonces no vives ante Dios, tan solo lo imaginas y te consientes; vives en tu propio mundo, no ante Dios, y no existe absolutamente ninguna relación entre Él y tú.

¿Cómo puede la gente mantener una relación normal con Dios? ¿De qué depende mantenerla? Depende de que suplique, ore e interactúe con Dios de corazón. Esta clase de relación le permite vivir siempre ante Él. Por tanto, a fin de establecer una relación normal con Dios, la gente primero debe aquietarse. Algunos se la pasan haciendo cosas afuera y solo se ocupan de los asuntos externos. Si no tienen ninguna vida espiritual durante un par de días, no son conscientes de ello. Seguirán sin ser conscientes de ello tras tres o cuatro días, o incluso tras un par de meses. Esto se debe a que no han orado, suplicado ni se han comunicado con Dios. Suplicar implica que algo te sucede y quieres que Dios te ayude, te guíe, te provea, te esclarezca, te haga entender Su voluntad, saber cuál es la verdad, comprender cuáles son los principios verdad y cómo practicarla; esta es la clase de súplica que concuerda con la voluntad de Dios. La oración abarca un espectro relativamente amplio. A veces puedes hablar de cosas que tienes en tu interior: cuando enfrentas dificultades o te sientes negativo y débil, puedes hablar con Dios sobre estas cosas desde el corazón. También puedes orar a Dios en momentos en que seas desobediente, o puedes hablarle de las cosas que te suceden a diario, tanto las que comprendes como las que no: esto se denomina oración. Orar es hablar con Dios sobre lo que tienes en el corazón o buscar la verdad de Él. En ocasiones, se realiza en un horario determinado, en otras ocasiones no; puedes orar en cualquier momento y lugar. La comunión espiritual no tiene ninguna forma en particular: tal vez haya algo que te preocupe, o tal vez no; tal vez haya algo que quieras decir, o tal vez no. Cuando haya algo que te preocupe, debes hablar sobre ello con Dios y decir una oración. Normalmente, debes tratar de contemplar cuestiones tales como el amor de Dios por el hombre, Su preocupación por este, por qué poda al hombre y trata con él, qué significa realmente obedecer a Dios, etc., comunicándote con Él en todo momento y lugar, orando a Dios y buscando en Él. Esto es la comunión del espíritu o, de forma más concisa, la “comunión espiritual”. A veces, puedes pensar en algo que te molesta mucho mientras estás viajando; no es necesario que te arrodilles ni cierres los ojos. Simplemente puedes hablar con Dios en tu interior: “Dios mío, me ha sucedido esto y no sé cuál es la manera adecuada de lidiar con ello, así que te pido que me guíes en este asunto”. Cuando sientas que se conmueve tu corazón y le digas algunas palabras sinceras a Dios al respecto, Él lo sabrá. En ocasiones tal vez extrañes tu hogar y digas: “Dios mío, extraño mucho mi hogar”. No dices a quién extrañas en concreto, solo que te sientes triste y se lo cuentas a Dios. Solo puedes resolver tus problemas si oras a Dios y le dices lo que hay en tu corazón. ¿Puedes resolver tus problemas hablando con otra persona? No será tan malo si te encuentras con alguien que entiende la verdad: no solo serás capaz de resolver tus problemas, sino que además te beneficiarás de ello. Pero si te encuentras con alguien que no la comprende, no podrás resolver tus problemas y también puede afectarlos. Si hablas con Dios, Él te consolará y te conmoverá. Si puedes aquietarte ante Dios, leer Sus palabras, y luego contemplarlas y orar, serás capaz de entender la verdad y resolver tus problemas. Las palabras de Dios pueden ayudarte a encontrar una senda para superar tus dificultades, y cuando cruces este pequeño obstáculo, no te tropezarás y este no te limitará ni influirá sobre el desempeño de tu deber. Habrá momentos en los que de repente te sientas desanimado y un poco en tinieblas. Cuando eso suceda, debes orar a Dios de inmediato y acercarte a Él, lo que implica contarle lo que hay en tu interior y confiar en Él en todo momento y lugar en que te encuentres. Así, podrás corregir tu estado. Debes tener fe: “Dios está a mi lado en todo momento, jamás me ha abandonado, puedo sentirlo. Sin importar dónde me encuentre o qué esté haciendo —ya sea que esté en una reunión o cumpliendo con el deber—, por dentro sé que Dios me lleva de Su mano y que jamás me ha abandonado”. A veces, cuando recuerdes que pasaste así cada día a lo largo de los años, sentirás que tu estatura ha aumentado, que Dios ha estado guiándote y que Su amor siempre te ha protegido. Mientras pienses en estas cosas, orarás de corazón dando gracias a Dios: “Oh Dios, ¡te doy gracias! Soy demasiado débil, asustadizo y sumamente corrupto. Si Tú no hubieras estado para guiarme así, es imposible que hubiera podido sobrevivir hasta el día de hoy por mí mismo”. ¿No es esto la comunión espiritual? Si la gente puede compartir con Dios a menudo de este modo, ¿no tendrá mucho que decirle a Dios? No pasarán muchos días sin que tengan algo que contarle a Dios. Cuando no tienes nada que decirle, Dios está ausente de tu corazón. Si Dios está en tu corazón y tú tienes fe en Él, serás capaz de expresarle todas las palabras que tienes en tu interior, incluso las cosas que le contarías a tus confidentes. De hecho, Dios es tu confidente más cercano. Si lo tratas como tal, como la familia de la que más dependes, en la que más confías, la más fiable, y la más cercana a ti, entonces será imposible que no tengas nada que decirle a Dios. Si siempre tienes algo que decirle, ¿no vivirás siempre en Su presencia? Si siempre vives en Su presencia, serás capaz de percibir en todo momento que Dios te esclarece y te guía, que te cuida y te protege, y que te otorga paz y alegría, que te bendice, y que te amonesta, te disciplina, te reprende, te juzga y te castiga. Todo esto te resultará claro y evidente. Si te limitas a salir del paso cada día, y crees en Dios solo de palabra, sin llevarlo en tu corazón, y si solo cumples con el deber y asistes a las reuniones externamente, y lees las palabras de Dios y oras a diario, actuando simplemente por inercia, entonces esto no es creer en Dios; ninguno de estos rituales religiosos que respetas tiene nada que ver con la verdad. Aquellos que creen en Dios deben leer con atención un pasaje de Sus palabras cada día, y orar y compartir según estas palabras. Deben obtener un poco de iluminación a partir de las palabras de Dios a diario, y entender algo de la verdad. En particular, deben ser capaces de buscar la verdad y abordar los asuntos según los principios mientras cumplen con el deber, y de ganar experiencia vital cada día y experimentar la obra de Dios. Eso es un auténtico creyente y alguien que sigue a Dios.

¿Qué cuestión es la más importante y la que más requiere de resolución en tu fe en Dios? La cuestión de tu relación normal con Él. Si crees en Dios, pero no lo llevas en el corazón, te has desconectado de tu relación con Él y no lo tratas como a tu familiar y confidente más íntimo, confiable y cercano, entonces Él no es tu Dios. Practica de acuerdo con Mis palabras durante un tiempo y fíjate en si se ha modificado tu estado interior. Practicando conforme a Mis palabras puedes asegurarte de que vives en presencia de Dios, de que tienes una condición y un estado normales. Cuando el estado de una persona es normal y no está influenciada por ningún acontecimiento, persona o cosa, ni por las distintas situaciones que enfrente en todas las etapas de su experiencia vital, y es capaz de persistir en cumplir normalmente con el deber, tiene verdadera estatura y es alguien que ha entrado en la realidad verdad.

13 de julio de 2017

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