119. Principios para identificar a los fariseos

(1) Los fariseos son esencialmente hipócritas, humildes y pacientes por fuera, pero por naturaleza insidiosos y malévolos. Odian la verdad y se oponen a Dios.

(2) Los fariseos son especialmente arrogantes y santurrones. A menudo predican letras y doctrinas para seducir a los demás y que estos los adoren y obedezcan, pero no aceptan la verdad en absoluto.

(3) Los fariseos sufren y pagan un precio solo para ganar bendiciones y ser coronados. Se centran en el cumplimiento de las reglas y los rituales religiosos, sin practicar nunca la verdad.

(4) Los fariseos solo buscan una falsa espiritualidad. Pronuncian palabras vacías de autoconocimiento, seducen y atrapan a otros, y nunca se arrepienten o cambian de verdad.

Versículos bíblicos como referencia:

“Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas; porque a ellos les gusta ponerse en pie y orar en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres” (Mateo 6:5).

“Los escribas y los fariseos se han sentado en la cátedra de Moisés. De modo que haced y observad todo lo que os digan; pero no hagáis conforme a sus obras, porque ellos dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con un dedo quieren moverlas. Sino que hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres; pues ensanchan sus filacterias y alargan los flecos de sus mantos; aman el lugar de honor en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, y los saludos respetuosos en las plazas y ser llamados por los hombres Rabí” (Mateo 23:2-7).

“Pero, ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres, pues ni vosotros entráis, ni dejáis entrar a los que están entrando. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque devoráis las casas de las viudas, aun cuando por pretexto hacéis largas oraciones; por eso recibiréis mayor condenación.

“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque recorréis el mar y la tierra para hacer un prosélito, y cuando llega a serlo, lo hacéis hijo del infierno dos veces más que vosotros.

“¡Ay de vosotros, guías ciegos!, que decís: ‘No es nada el que alguno jure por el templo; pero el que jura por el oro del templo, contrae obligación’. ¡Insensatos y ciegos!, porque ¿qué es más importante: el oro, o el templo que santificó el oro? También decís: ‘No es nada el que alguno jure por el altar; pero el que jura por la ofrenda que está sobre él, contrae obligación’. ¡Ciegos!, porque ¿qué es más importante: la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda? Por eso, el que jura por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él; y el que jura por el templo, jura por él y por el que en él habita; y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por el que está sentado en él.

“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque pagáis el diezmo de la menta, del eneldo y del comino, y habéis descuidado los preceptos de más peso de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad; y estas son las cosas que debíais haber hecho, sin descuidar aquellas. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello!

“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque limpiáis el exterior del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno. ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de adentro del vaso y del plato, para que lo de afuera también quede limpio.

“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera lucen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también vosotros, por fuera parecéis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad.

“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, y decís: ‘Si nosotros hubiéramos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en derramar la sangre de los profetas’. Así que dais testimonio en contra de vosotros mismos, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. Llenad, pues, la medida de la culpa de vuestros padres. ¡Serpientes! ¡Camada de víboras! ¿Cómo escaparéis del juicio del infierno? Por tanto, mirad, yo os envío profetas, sabios y escribas: de ellos, a unos los mataréis y crucificaréis, y a otros los azotaréis en vuestras sinagogas y los perseguiréis de ciudad en ciudad, para que recaiga sobre vosotros la culpa de toda la sangre justa derramada sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de Zacarías, hijo de Berequías, a quien asesinasteis entre el templo y el altar. En verdad os digo que todo esto vendrá sobre esta generación” (Mateo 23:13-36).

Las palabras relevantes de Dios:

¿Cuál es la definición del apelativo “fariseos”? Se trata de personas hipócritas, completamente falsas y que actúan en todo lo que hacen, mientras fingen ser buenas, amables y positivas. ¿Así son en realidad? Como son hipócritas, todo lo que se manifiesta y se revela en ellos es falso; todo es pretensión: no es su verdadero rostro. Su verdadero rostro está oculto dentro de su corazón; está fuera de la vista. Si las personas no buscan la verdad y si no la entienden, entonces ¿en qué se han convertido las teorías que han adquirido? ¿Acaso no se convierten en las letras y doctrinas a las cuales se refieren las personas a menudo? Las personas utilizan las denominadas doctrinas correctas para camuflarse y para presentarse con una apariencia muy agradable. Dondequiera que van, a las personas les parecen correctas y buenas las cosas de las que hablan, lo que dicen y su conducta externa. Todos están alineados con las nociones y gustos de los humanos. A ojos de los demás, son tanto devotos como humildes, capaces de tener paciencia y tolerancia, y de amar a los demás y a Dios. Pero en realidad, todo esto es falso. Todo es una farsa y una forma de mostrarse al exterior. Por fuera, parecen leales a Dios, pero en realidad solo están actuando para que otros los vean. Cuando nadie mira, no tienen ni pizca de lealtad y todo lo que hacen es superficial. En apariencia, han abandonado a su familia y su carrera, parece que trabajen duro y se esfuercen, pero en realidad ¡están beneficiándose en secreto de la iglesia y robando las ofrendas! ¡Todo lo que revelan externamente, su conducta, todo es falso! En eso consiste un fariseo hipócrita. ¿De dónde vienen estas personas, los “fariseos”? ¿Surgen entre los incrédulos? Todos ellos surgen entre los creyentes. ¿Por qué estos creyentes se transforman así? ¿Podría ser que las palabras de Dios los transformaron de esta manera? (No). ¿Cuál es la razón? Se debe a la senda que han tomado. Han adoptado las palabras de Dios como una herramienta con la cual armarse; se arman con estas palabras y las tratan como capital con el que asegurarse un sustento y conseguir algo a cambio de nada. No hacen más que predicar doctrinas, pero nunca han puesto en práctica esas palabras. ¿Qué clase de personas son las que continúan predicando palabras y doctrinas a pesar de nunca haber seguido el camino de Dios? Son unos fariseos hipócritas. Su cantidad pequeña de supuesto buen comportamiento y buenas maneras de expresarse y esa pequeñez que han abandonado y entregado, es completamente forzado, todo es un acto que montan. Son completamente falsos; todos esos actos son una pretensión. En el corazón de estas personas no existe la más mínima reverencia hacia Dios y ni siquiera tienen una verdadera fe en Dios. Más que eso, pertenecen a los incrédulos. Si las personas no buscan la verdad, caminarán por este tipo de senda y se convertirán en fariseos. ¿No es eso aterrador? ¿En qué lugar se reúnen los fariseos? En un mercado. A ojos de Dios, eso es la religión; no se trata de la iglesia de Dios ni de un lugar donde se le rinda culto. Así pues, si la gente no busca la verdad, por más palabras textuales y doctrinas superficiales que asimile sobre las declaraciones de Dios, no servirá de nada.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Seis indicadores de crecimiento vital

En Israel, “fariseo” solía ser una especie de título. En cambio, ¿por qué ahora es una etiqueta? Porque los fariseos se han convertido en representantes de un tipo de persona. ¿Cuáles son las características de este tipo de persona? Cantan eslóganes, son hábiles para fingir, para presentarse a sí mismos, para ocultar su verdadero ser, y afectan gran nobleza, gran santidad y rectitud, una gran imparcialidad y honor. A consecuencia de ello, no practican la verdad en lo más mínimo. ¿Cómo actúan? Leen las escrituras, predican, enseñan a los demás a hacer el bien, a no hacer el mal, a no oponerse a Dios, y se comportan bien delante de los demás, pero a sus espaldas roban las ofrendas. El Señor Jesús dijo que “coláis el mosquito y os tragáis el camello”. Esto significa que todo su comportamiento parece bueno en la superficie; cantan eslóganes ostentosamente, hablan de teorías elevadas, y sus palabras suenan agradables, sin embargo, sus acciones son un caos desordenado, totalmente opuestas a Dios. Su comportamiento y apariencia externa es todo fingido, un absoluto fraude; en sus corazones no tienen el menor amor por la verdad ni por las cosas positivas. Detestan la verdad, detestan todo lo que viene de Dios, y detestan las cosas positivas. ¿Qué es lo que aman? ¿Aman la honestidad y la justicia? (No). ¿Cómo puedes decir que no aman estas cosas? (El Señor Jesús difundió el evangelio del reino de los cielos, el cual no solo rehusaron aceptar, sino que condenaron). En ausencia de su condena, ¿te habrías dado cuenta? Antes de que el Señor Jesús viniera a obrar, ¿qué te habría revelado que no amaban la imparcialidad y justicia? No te hubieras dado cuenta, ¿verdad? Todo su comportamiento es fingido, y usan esta pretensión de buen comportamiento para abusar de la confianza de otros. ¿No es esto hipocresía y engaño? ¿Pueden tales estafadores amar la verdad? ¿Cuál es el propósito oculto de su buen comportamiento? Una parte de su propósito es engañar a los demás, la otra es embaucarlos, ganarlos y que estos los adoren para, al final, recibir recompensas. ¿Cómo de astutas deben ser sus técnicas para poder llevar a cabo una estafa tan grande? Entonces, ¿aman tales personas la imparcialidad y la justicia? Por supuesto que no. Aman el estatus, aman la fama y la fortuna, y desean recibir recompensas. En absoluto ponen en práctica las palabras de enseñanza de Dios para guiar a la gente. No viven siquiera un poco de estas palabras; simplemente se adornan y disfrazan para engañar a la gente y ganársela, para reforzar su propio estatus y reputación. Una vez aseguradas estas cosas, las usan para conseguir capital y una fuente de ingresos. ¿No es esto despreciable? Se puede ver en todos estos comportamientos suyos que su esencia no es amar la verdad, ya que nunca la ponen en práctica. ¿Cuál es la señal de que no ponen en práctica la verdad? Esta fue la mayor señal: el Señor Jesús vino a obrar y todo lo que dijo era correcto, todo lo que dijo era la verdad. ¿Cómo trataron eso? (No lo aceptaron). ¿No aceptaron las palabras del Señor Jesús porque creían que eran erróneas, o no las aceptaron a pesar de saber que estaban en lo cierto? (No las aceptaron a pesar de saber que estaban en lo cierto). ¿Y qué podría causar esto? No aman la verdad, y aborrecen las cosas positivas. Todo lo que el Señor Jesús dijo era cierto, sin ningún error, y aunque no pudieron encontrar ninguna falta en las palabras del Señor Jesús para usarlas en Su contra, lo condenaron y luego conspiraron: “Que lo crucifiquen. Es Él o nosotros”. De esta manera, se pusieron en contra del Señor Jesús. Aunque no creían que el Señor Jesús fuera el Señor, era una buena persona que no infringió la ley legal ni la ley de Jehová[a]; ¿por qué condenaron al Señor Jesús? ¿Por qué lo trataron así? Se puede ver lo malvadas y maliciosas que son estas personas, ¡son extremadamente malvadas! El rostro malvado que ponen de manifiesto los fariseos no podría ser más diferente de su camuflaje de bondad. Hay muchos que no pueden discernir cuál es su verdadero rostro y cuál es la falsedad, sin embargo, la aparición y la obra del Señor Jesús los reveló a todos. Con lo bien que se disfrazan los fariseos, lo amables que parecen desde fuera, si los hechos no se hubieran revelado, nadie podría verlos tal como son.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La parte más importante de creer en Dios es poner la verdad en práctica

¿Cuál era la principal manifestación de hipocresía de los fariseos? Que solo estudiaban detenidamente las Escrituras y no buscaban la verdad. Cuando leían las palabras de Dios, no oraban ni buscaban; en cambio, estudiaban las palabras de Dios, lo que Dios había dicho y hecho, y entonces convertían Sus palabras en una especie de teoría, en una doctrina que enseñaban a los demás. Esto significa estudiar detenidamente las palabras de Dios. ¿Y por qué lo hacían? ¿Qué estudiaban detenidamente? Bajo su punto de vista, esas no eran las palabras de Dios, no eran las manifestaciones de Dios, y ni mucho menos la verdad, sino más bien una modalidad de erudición. Dicha erudición, para ellos, debía ser transmitida, difundida, y esta habría sido la única manera de difundir el camino de Dios y el evangelio. A eso llamaban “predicar” y el sermón que predicaban era teología.

[…] Los fariseos consideraban la teología y la teoría que dominaban como una especie de saber, un instrumento para condenar a las personas y evaluar si tenían razón o no. Lo llegaron a utilizar con el Señor Jesús; así fue como lo condenaron. Su valoración de las personas y su manera de tratarlas nunca se basaron en su esencia ni en si tenían o no razón en lo que decían, y menos aún en la fuente o procedencia de sus palabras. Condenaban y evaluaban a la gente basándose exclusivamente en palabras y doctrinas inflexibles que dominaban. Por ello, aunque estos fariseos sabían que lo que hacía el Señor Jesús no era pecado ni contravenía la ley, lo condenaron igualmente, pues lo que Él decía parecía estar reñido con el saber y la erudición que ellos dominaban y con la teoría teológica que explicaban. Y los fariseos no querían soltar el control de estas palabras y frases, se aferraban a este saber y no se desprendían de él. ¿Cuál fue el único resultado posible al final? No quisieron reconocer que el Señor Jesús era el Mesías que habría de llegar ni que había verdad en lo que Él decía, y menos todavía que lo que Él hacía estaba en consonancia con la verdad. Condenaron al Señor Jesús con acusaciones sin fundamento, pero en realidad, dentro de sí, ¿sabían si eran legítimos estos pecados por los que lo condenaron? Lo sabían. Entonces, ¿por qué, pese a ello, lo condenaron de ese modo? (No querían creer que fuera posible que el todopoderoso Dios que tenían presente fuera el Señor Jesús, esta imagen de un Hijo del hombre corriente). No querían aceptar este hecho. ¿Y cuál era la naturaleza de su negativa a aceptarlo? ¿No había en esto un intento de razonar con Dios? Lo que querían decir era: “¿Sería capaz Dios de hacer eso? Si Dios se hubiese encarnado, debería haber nacido, sin duda, de un linaje distinguido. Es más, debe aceptar la tutela de los escribas y fariseos, adquirir este saber y leer mucho las Escrituras. Solo cuando tenga este saber podrá adoptar el tratamiento de ‘encarnación’”. Creían, en primer lugar, que Tú no tienes esta capacidad, por lo que no eres Dios; en segundo lugar, que sin este saber no puedes llevar a cabo la obra de Dios, y menos aún ser Dios; en tercer lugar, que no puedes obrar fuera del templo: ahora no estás en el templo, siempre estás entre pecadores, así que el trabajo que haces trasciende el alcance de la obra de Dios. ¿En qué basaron su condena? En las Escrituras, en el pensamiento del hombre y en la formación teológica que habían recibido. Henchidos de nociones, imaginaciones y saber, creían que este era correcto, que era la verdad, el fundamento, y Dios no podía contravenir nunca estas cosas. ¿Buscaban la verdad? No. Lo que buscaban eran sus nociones, imaginaciones y experiencias, y trataban de utilizarlas para definir a Dios y determinar si tenía razón o no. ¿Cuál fue el resultado final de esto? Que condenaron la obra de Dios y lo crucificaron.

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Son malvados, insidiosos y mentirosos (III)

Los fariseos judíos usaron la ley de Moisés para condenar a Jesús. No buscaron la compatibilidad con el Jesús de esa época, sino que diligentemente siguieron la ley al pie de la letra, hasta el grado de que, después de haberlo acusado de no seguir la ley del Antiguo Testamento y de no ser el Mesías, al final crucificaron al inocente Jesús. ¿Cuál era su sustancia? ¿No era que no buscaban el camino de la compatibilidad con la verdad? Se obsesionaron con todas y cada una de las palabras de las Escrituras mientras que no prestaron atención a Mi voluntad ni a los pasos ni métodos de Mi obra. No eran personas que buscaran la verdad, sino que se aferraban a las palabras; no eran personas que creyeran en Dios, sino que creían en la Biblia. En esencia, eran los guardianes de la Biblia. Con el fin de salvaguardar los intereses de la Biblia, de sostener la dignidad de la Biblia y de proteger la reputación de la Biblia, llegaron tan lejos que crucificaron al misericordioso Jesús. Lo hicieron solamente en aras de defender la Biblia y por el bien de mantener el estatus de todas y cada una de las palabras de la Biblia en los corazones de las personas. Así que prefirieron abandonar su futuro y la ofrenda por el pecado para condenar a muerte a Jesús, que no se conformaba a la doctrina de las Escrituras. ¿No fueron todos lacayos de todas y cada una de las palabras de las Escrituras?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Deberías buscar el camino de la compatibilidad con Cristo

En la Biblia, la valoración que los fariseos hicieron del propio Jesús y de las cosas que hizo fue: “[…] decían: Está fuera de sí. […] Tiene a Beelzebú; y: Expulsa los demonios por el príncipe de los demonios” (Marcos 3:21-22). El juicio del Señor Jesús de parte de escribas y fariseos no fue una mera copia de lo dicho por otras personas ni una conjetura infundada; fue la conclusión a la que llegaron a partir de lo que vieron y oyeron sobre Sus acciones. Aunque su conclusión fue ostensiblemente hecha en nombre de la justicia y a las personas les pareció bien fundamentada, la arrogancia con la que juzgaron al Señor Jesús fue difícil de refrenar, incluso para ellos. La frenética energía de su odio por el Señor Jesús puso de manifiesto sus propias ambiciones disparatadas y sus satánicos rostros malvados, así como la malévola naturaleza con la que se resistían a Dios. Las cosas que dijeron en su juicio del Señor Jesús fueron impulsadas por sus ambiciones disparatadas, su envidia y la naturaleza horrible y malévola de su hostilidad hacia Dios y hacia la verdad. No investigaron el origen de las acciones del Señor Jesús ni la esencia de lo que dijo o hizo. En cambio, atacaron y desacreditaron ciegamente lo que Él había hecho, en un estado de agitación enloquecida y con malicia deliberada. Llegaron incluso al punto de desacreditar intencionadamente a Su Espíritu, esto es, el Espíritu Santo, que es el Espíritu de Dios. Esto es lo que quisieron decir con las palabras “Está fuera de sí”, “Beelzebú” y “el príncipe de los demonios”. Es decir, dijeron que el Espíritu de Dios era Beelzebú y el príncipe de los demonios. Definieron como locura la obra del Espíritu de Dios encarnado, que se había vestido de la carne. No solo blasfemaron tachándolo de Beelzebú y príncipe de los demonios, sino que también condenaron la obra de Dios y condenaron y blasfemaron al Señor Jesucristo. La esencia de su resistencia y su blasfemia de Dios fue exactamente la misma que la esencia de la resistencia y blasfemia de Dios por parte de Satanás y los demonios. No solo representaban a seres humanos corruptos, sino que más bien eran la representación de Satanás. Eran un canal para Satanás en medio de la humanidad y eran sus cómplices y lacayos. La esencia de su blasfemia y su denigración del Señor Jesucristo fue su lucha contra Dios por el estatus, su competencia con Él y la eterna puesta a prueba de Dios. La esencia de su resistencia a Dios y su actitud de hostilidad hacia Él, así como sus palabras y sus pensamientos, fue directamente una blasfemia y algo que hizo enfadar al Espíritu de Dios. Así pues, Dios determinó un juicio razonable basado en lo que dijeron e hicieron y determinó que sus hechos constituían un pecado de blasfemia contra el Espíritu Santo. Este pecado es imperdonable tanto en este mundo como en el venidero, tal como dice el siguiente pasaje de las Escrituras: “la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada”, y “al que hable contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este siglo ni en el venidero”.

Extracto de ‘La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo III’

en “La Palabra manifestada en carne”

¿Deseáis conocer la raíz de la oposición de los fariseos a Jesús? ¿Deseáis conocer la esencia de los fariseos? Estaban llenos de fantasías sobre el Mesías. Aún más, sólo creían que Él vendría, pero no buscaban la verdad-vida. Por tanto, incluso hoy siguen esperándole, porque no tienen conocimiento del camino de la vida ni saben cuál es la senda de la verdad. Decidme, ¿cómo podrían obtener la bendición de Dios tales personas insensatas, tozudas e ignorantes? ¿Cómo podrían contemplar al Mesías? Se opusieron a Jesús porque no conocían la dirección de la obra del Espíritu Santo ni el camino de la verdad mencionado por Jesús y, además, porque no entendían al Mesías. Y como nunca le habían visto ni habían estado en Su compañía, cometieron el error de aferrarse al mero nombre del Mesías mientras se oponían a Su esencia por todos los medios posibles. Estos fariseos eran tozudos y arrogantes en esencia, y no obedecían la verdad. El principio de su creencia en Dios era: por muy profunda que sea Tu predicación, por muy alta que sea Tu autoridad, no eres Cristo a no ser que te llames el Mesías. ¿No es esta creencia absurda y ridícula?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. En el momento que contemples el cuerpo espiritual de Jesús, Dios ya habrá vuelto a crear el cielo y la tierra

Hoy en día la mayoría de la gente se centra en los métodos de práctica, pero no lo hacen para buscar la verdad y lograr el crecimiento vital. Aquí es donde se han desviado. También hay algunos que son capaces de recibir nueva luz, pero sus métodos de práctica no cambian. Traen sus viejas nociones religiosas con ellos mientras buscan recibir las palabras actuales de Dios, así que lo que reciben sigue siendo doctrina pintada con nociones religiosas; no están recibiendo la luz actual simplemente. Como resultado, sus prácticas están contaminadas, son las mismas viejas prácticas en un nuevo envase. Por muy bien que practiquen, son hipócritas. Cada día, Dios guía a la gente a hacer cosas nuevas, les exige que obtengan una nueva comprensión y entendimiento, que no sean anticuados y repetitivos. Si has creído en Dios durante muchos años, pero tus métodos de práctica no han cambiado en absoluto, y si todavía sientes fervor y te entretienes con asuntos externos pero no tienes un corazón tranquilo que puedas llevar ante Dios para disfrutar de Sus palabras, entonces no obtendrás nada. Cuando se trata de aceptar la nueva obra de Dios, si no haces planes diferentes, no prácticas de una manera nueva y no buscas nuevos entendimientos, sino que te aferras a lo antiguo y solo recibes cierta luz limitada, al no cambiar la manera en la que practicas, entonces las personas como tú estáis en esta corriente solo de manera nominal. En realidad, son fariseos religiosos ajenos a la corriente del Espíritu Santo.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Acerca de una vida espiritual normal

Algunas personas solo se arman con ciertas verdades para emergencias o para negarse a sí mismas y ayudar a otros, y no para resolver sus propios problemas; podemos denominarlas “personas altruistas”. Consideran a los demás como marionetas de la verdad y a sí mismas como los maestros de la verdad; enseñan a otros a aferrarse a la verdad y a no ser pasivos, cuando ellas mismas son meros espectadores desde la banda. ¿Qué tipo de personas son estas? Se arman a sí mismas con algunas palabras de verdad, pero solo las usan para sermonear a otros, mientras que ellas no hacen nada en absoluto para impedir enfrentarse a su propia destrucción. ¡Qué patéticas! Si sus palabras pueden ayudar a otros, ¿por qué no pueden ayudarse a sí mismas? Deberíamos considerarlas hipócritas ya que no tienen realidad. Proporcionan palabras de verdad a los demás y les piden que las pongan en práctica, mientras que ellas mismas no hacen esfuerzo alguno para practicarlas. ¿Acaso no son despreciables? Claramente, no pueden hacerlo ellas mismas y, sin embargo, obligan a otros a poner las palabras de verdad en práctica. ¡Qué método tan cruel! No están usando la realidad para ayudar a otros; no están usando el amor para proveer para los demás. Tan solo están engañando y haciendo daño a las personas. Si esto sigue así, con cada persona que transmita las palabras de verdad a la siguiente, ¿acaso no acabarán todas hablando únicamente las palabras de la verdad mientras que ellas mismas son incapaces de practicarla? ¿Cómo pueden cambiar tales personas? No reconocen en absoluto sus propios problemas; ¿cómo puede haber una senda para que sigan adelante?

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Los que aman la verdad tienen una senda por delante

Algunas personas tienen inclinación por atraer la atención hacia sí mismas. Puede que digan en presencia de los hermanos y hermanas que están en deuda con Dios, pero a espaldas de ellos no practican la verdad y actúan de manera totalmente diferente. ¿Acaso no son estos los fariseos de la religión? Una persona que verdaderamente ama a Dios y posee la verdad es una que es leal a Dios, pero no alardea públicamente de ello. Una persona así está dispuesta a practicar la verdad cuando surgen problemas y no habla o actúa de una forma que vaya en contra de su conciencia. Esta clase de persona demuestra sabiduría cuando surgen problemas y es una persona de principios en sus acciones, sin importar las circunstancias. Una persona de esta clase puede ofrecer un verdadero servicio. Hay algunos que a menudo hablan de boquilla sobre su deuda con Dios, pasan sus días con el ceño fruncido por la preocupación, tienen un aire afectado y aparentan ser dignos de lástima. ¡Qué despreciables! Si le preguntaras: “¿Puedes decirme de qué manera estás en deuda con Dios?”, se quedarían sin palabras. Si eres leal a Dios, no hables de esto públicamente, sino que mejor demuestra tu amor por Dios por medio de la práctica real y órale con un corazón sincero. ¡Todos aquellos que tratan con Dios de manera verbal y mecánicamente son unos hipócritas! Algunos, cada vez que oran, hablan de su deuda con Dios y comienzan a llorar aunque no les conmueva el Espíritu Santo. Las personas como estas están poseídas por rituales y nociones religiosos; viven por esos rituales y nociones, siempre creyendo que esas acciones agradan a Dios y que Él se inclina a favor de la piedad superficial o las lágrimas de tristeza. ¿Qué bien puede venir de los que son así de absurdos? Con el fin de demostrar humildad, algunos fingen gentileza cuando hablan en presencia de los demás. Algunos son deliberadamente serviles en la presencia de otras personas, actúan como corderos sin una pizca de fuerza. ¿Es esta una forma de actuar propia del pueblo del reino? El pueblo del reino debe ser alegre y libre, inocente y abierto, honesto y adorable, y vivir en un estado de libertad. Debe tener integridad y dignidad, y ser capaz de dar testimonio dondequiera que vaya; tales personas son amadas tanto por Dios como por el hombre. Los novatos en la fe tienen demasiadas prácticas externas; primero deben someterse a un período de ser tratados y rotos. Las personas que tienen una honda fe en Dios no son distinguibles externamente de los demás, pero sus acciones y hechos son encomiables. Solo de tales personas se puede considerar que están viviendo la palabra de Dios. Si predicas el evangelio todos los días a varias personas con el fin de llevarlas a la salvación, pero al final sigues viviendo conforme a reglas y doctrinas, no puedes traerle gloria a Dios. Tales personas son figuras religiosas, además de unos hipócritas.

[…]

¿Qué representan las buenas acciones superficiales de los seres humanos? Representan la carne, ni siquiera lo mejor de las prácticas externas representan la vida; solo pueden mostrar tu propio temperamento individual. Las prácticas externas de la humanidad no pueden cumplir el deseo de Dios. Hablas constantemente de tu deuda con Dios; sin embargo, no puedes proveer la vida de los demás ni inspirar a otros para que amen a Dios. ¿Crees que estas acciones tuyas van a satisfacer a Dios? Sientes que tus acciones concuerdan con la voluntad de Dios y que son del espíritu, ¡pero en realidad son todas absurdas! Crees que lo que te agrada a ti y lo que estás dispuesto a hacer son precisamente esas cosas en las que Dios se deleita. ¿Pueden representar a Dios tus gustos? ¿Puede representar a Dios el carácter de una persona? Lo que te agrada a ti es precisamente lo que Dios aborrece y tus hábitos son lo que Dios detesta y rechaza. Si te sientes en deuda, entonces ve y ora ante Dios; no hay necesidad de hablar de esto con los demás. Si no oras ante Dios y en lugar de eso llamas la atención constantemente en presencia de los demás, ¿puede esto satisfacer la voluntad de Dios? Si tus acciones siempre existen solo en apariencia, esto quiere decir que eres vanidoso hasta el extremo. ¿Qué clase de seres humanos son aquellos que solo llevan a cabo buenas acciones superficiales y están desprovistos de realidad? ¡Tales hombres son fariseos hipócritas y figuras religiosas! Si no os desprendéis de vuestras prácticas externas y sois incapaces de hacer cambios, entonces los elementos de hipocresía en vosotros crecerán aún más. Mientras mayores sean vuestros elementos de hipocresía, más resistencia hay hacia Dios. Al final, con toda seguridad, ¡tales personas serán eliminadas!

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. En la fe, uno debe centrarse en la realidad; participar en rituales religiosos no es fe

Nota al pie:

a. El texto original no contiene las palabras “de Jehová”.

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