53. Principios de la rectificación de la arrogancia y el engreimiento

(1) Es necesario aceptar el juicio y castigo de Dios, y poder ver la horrible verdad de la propia corrupción. De esta manera, uno aprende qué tipo de cosas son.

(2) Es necesario aceptar ser podado y tratado, además de juzgado y expuesto, y ser capaz de ver lo vulnerable que uno es. De esta manera, uno conoce su verdadero temple.

(3) Cuando uno ha experimentado muchos fracasos y reveses, y ha visto que su causa fundamental es la arrogancia, se comporta naturalmente mucho mejor, y su actitud se vuelve más moderada.

(4) Es necesario someterse al juicio y castigo de Dios, conocer Su justo carácter y dar lugar a la reverencia por Él. De esta manera, uno puede llegar a comportarse bien.

Las palabras relevantes de Dios:

Después de que Satanás corrompió a los seres humanos, su naturaleza empezó a cambiar y perdieron, poco a poco, el sentido de la razón que tiene la gente normal. Ahora ya no actúan como seres humanos en la posición del hombre, sino que desean sobrepasar el estatus de hombre y anhelan algo más elevado y mejor. ¿Y qué es ese algo más elevado? Desean sobrepasar a Dios, a los cielos y a todo lo demás. ¿A qué se debe que se haya vuelto así la gente? Después de todo, la naturaleza del hombre es demasiado arrogante. “Arrogante” es un término peyorativo, y nadie quiere que lo relacionen con él. Sin embargo, de hecho, todo el mundo es arrogante y todos los humanos corruptos tienen esa esencia. Algunas personas dicen: “No soy en absoluto arrogante. Nunca he querido ser el arcángel ni he querido superar a Dios o a todo lo demás. Siempre me he comportado especialmente bien y he sido responsable”. No es necesariamente así; estas palabras son incorrectas. Una vez que la naturaleza y la esencia de las personas se vuelven arrogantes, estas son capaces de hacer cosas que desobedecen a Dios y se oponen a Él, cosas que no prestan atención a Sus palabras, cosas que generan nociones acerca de Él, cosas que se rebelan contra Él y cosas que enaltecen a estas personas y dan testimonio de sí mismas. Dices que no eres arrogante, pero supongamos que te entregaran unas cuantas iglesias y te dejaran dirigirlas; supongamos que Yo no te tratara ni nadie de la familia de Dios te podara: tras dirigirlos durante un tiempo, los pondrías a tus pies y harías que se sometieran a ti. ¿Y por qué habrías de hacer eso? Esto vendría determinado por tu naturaleza; no sería sino una revelación natural. No necesitas esforzarte mucho para aprender esto ni tienes que lograr expresamente que los demás te lo enseñen. No es preciso que hagas nada de esto a propósito. Este tipo de situación te ocurre de manera natural: haces que la gente se someta a ti, te idolatre, te enaltezca, dé testimonio de ti y te haga caso en todo y no le permites hacer nada que esté fuera de tu jurisdicción. Bajo tu liderazgo, dichas situaciones suceden de forma natural. Y ¿cómo surgen estas situaciones? Están determinadas por la naturaleza arrogante del hombre. La manifestación de la arrogancia consiste en la rebelión contra Dios y oposición a Él. Cuando las personas son arrogantes, engreídas y santurronas tienden a establecer sus propios reinos independientes y a hacer las cosas como les place. También traen a otras personas a sus manos y a sus brazos. El que las personas sean capaces de hacer tales cosas, significa que la esencia de su arrogancia se ha convertido en la del arcángel. Cuando su arrogancia y su engreimiento alcanzan un cierto nivel, eso determina que son el arcángel y que harán a un lado a Dios. Si posees un carácter arrogante, Dios no tendrá un lugar en tu corazón.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La naturaleza arrogante es la raíz de la oposición del hombre a Dios

La arrogancia es la raíz del carácter corrupto del hombre. Cuanto más arrogante es la gente, más propensa es a oponerse a Dios. ¿Hasta dónde llega la gravedad de este problema? Las personas de carácter arrogante no solo consideran a todas las demás inferiores a ellas, sino que lo peor es que incluso son condescendientes con Dios. Aunque algunas personas, por fuera, parezcan creer en Dios y seguirlo, no lo tratan en modo alguno como a Dios. Siempre creen poseer la verdad y tienen buen concepto de sí mismas. Esta es la esencia y la raíz del carácter arrogante, y proviene de Satanás. Por consiguiente, hay que resolver el problema de la arrogancia. Creerse mejor que los demás es un asunto trivial. La cuestión fundamental es que el propio carácter arrogante impide someterse a Dios, a Su gobierno y Sus disposiciones; alguien así siempre se siente inclinado a competir con Dios por el poder sobre los demás. Esta clase de persona no venera a Dios lo más mínimo, por no hablar de que ni lo ama ni se somete a Él. Las personas que son arrogantes y engreídas, especialmente las que son tan arrogantes que han perdido la razón, no pueden someterse a Dios al creer en Él e, incluso, se exaltan y dan testimonio de sí mismas. Estas personas son las que más se resisten a Dios. Si las personas desean llegar al punto en que veneren a Dios, primero deben resolver su carácter arrogante. Cuanto más minuciosamente resuelvas tu carácter arrogante, más veneración tendrás por Dios, y solo entonces podrás someterte a Él y serás capaz de obtener la verdad y conocerle.

Extracto de La comunión de Dios

Si realmente posees la verdad en ti, la senda por la que transitas será, de forma natural, la senda correcta. Sin la verdad es fácil hacer el mal, y no podrás evitar hacerlo. Por ejemplo, si existiera arrogancia y engreimiento en ti, te resultaría imposible evitar desafiar a Dios; te sentirías impulsado a desafiarlo. No lo haces intencionalmente, sino que esto lo dirige tu naturaleza arrogante y engreída. Tu arrogancia y engreimiento te harían despreciar a Dios y verlo como algo insignificante; causarían que hagas alarde de ti mismo, que te exhibas constantemente y que al final te sentaras en el lugar de Dios y dieras testimonio de ti mismo. Finalmente, considerarías tus propias ideas, pensamientos y nociones como si fueran la verdad a adorar. ¡Ve cuántas cosas malas te llevan a hacer esta naturaleza arrogante y engreída! Para resolver los actos de su maldad, primero deben resolver el problema de su naturaleza. Sin un cambio de carácter, no sería posible obtener una resolución fundamental a este problema. Cuando tienes algún entendimiento de Dios, cuando puedes ver tu propia corrupción y reconocer lo despreciable y desagradable que es la arrogancia y el engreimiento, te sientes indignado, asqueado y angustiado. Serás capaz de hacer conscientemente algunas cosas para satisfacer a Dios y, al hacerlo, te sentirás en paz. Podrás testificar de Dios de forma consciente y, al hacerlo, sentirás satisfacción. Te quitarás la máscara conscientemente, con lo que quedará al descubierto tu perversidad y, al hacerlo, te sentirás bien por dentro y de mejor ánimo. Así pues, el primer paso para buscar un cambio en tu carácter es procurar entender la palabra de Dios y entrar en la verdad. Solo puedes tener discernimiento cuando entiendes la verdad; solo puedes entender por completo las cosas si tienes discernimiento; solo puedes abandonar la carne si comprendes del todo las cosas y, paso a paso, caminarás por el camino correcto de la creencia en Dios. Esto guarda relación con el grado de determinación de la gente al buscar la verdad.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo buscando la verdad puede uno lograr un cambio en el carácter

Algunas personas idolatran de manera particular a Pablo: les gusta salir a pronunciar discursos y hacer obra, les gusta reunirse y hablar; les gusta que las personas las escuchen, las adoren y las rodeen. Les gusta tener estatus en el corazón de los demás y aprecian que otros valoren la imagen que muestran. Analicemos su naturaleza a partir de estos comportamientos: ¿Cuál es su naturaleza? Si de verdad se comportan así, entonces basta para mostrar que son arrogantes y engreídos. No adoran a Dios en absoluto; buscan un estatus elevado y desean tener autoridad sobre otros, poseerlos, y tener estatus en sus mentes. Esta es una imagen clásica de Satanás. Los aspectos de su naturaleza que más destacan son la arrogancia y el engreimiento, la negativa a adorar a Dios, y un deseo de ser adorados por los demás. Tales comportamientos pueden darte una visión muy clara de su naturaleza.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo conocer la naturaleza del hombre

Algunas personas dicen que no tienen un carácter corrupto, que no son arrogantes. ¿Qué personas son esas? Son los más arrogantes de todas. De hecho, son más arrogantes y rebeldes que nadie. Cuanto más dice alguien que no es corrupto, más arrogante y santurrón es. ¿Por qué los demás son capaces de conocerse a sí mismos y de tener en cuenta su estado y tú no? ¿Eres una excepción? ¿Eres un santo? ¿Vives en el vacío? No reconoces que la humanidad ha sido corrompida por Satanás, que la gente tiene un carácter corrupto, y por eso eres el más rebelde y arrogante de todos. Según tú, hay muchísima gente buena en el mundo, entonces, ¿por qué está lleno de oscuridad, de suciedad y corrupción, lleno de conflictos? ¿Por qué todos toman y roban a los demás en el mundo de los hombres? Ni siquiera los creyentes en Dios son diferentes: siempre están luchando y peleando unos con otros. ¿Y de dónde proviene esta lucha? De la arrogancia. En resumen, es inseparable de la arrogancia, que es la esencia de la corrupción del hombre. Se trata del desbordamiento de la arrogancia y la rebeldía de la naturaleza del hombre. ¿Por qué la gente cree en Dios, pero es incapaz de practicar la verdad? ¿Por qué creen en Dios, pero no logran ser compatibles con Él? Eso también viene determinado por la naturaleza arrogante de las personas. La humanidad siempre se opone y se rebela contra Dios, y esto no se debe a que Dios se equivoque, a que carezca de la verdad, sino a que el hombre ha sido corrompido demasiado profundamente por Satanás, y es demasiado arrogante, está demasiado falto de sentido, no acepta en absoluto la verdad, y por eso el hombre nunca puede ser compatible con Dios y siempre se rebela y se pone en contra de Él. ¿A qué punto ha llegado la relación entre el hombre y Dios? El hombre se ha convertido en el enemigo de Dios, en Su antítesis. Dios expresa la verdad para exponer y salvar al hombre, pero el hombre se niega a aceptarla, y no hace caso. El hombre no hace lo que Dios le pide; en cambio, hace lo que le resulta repugnante y odioso. Dios es la verdad, pero el hombre lo rechaza. Dios juzga y castiga el carácter corrupto del hombre, pero este sigue siendo incapaz de reconocerlo. ¿Hasta qué punto es arrogante el hombre? Antes, había quienes no paraban de decir que iban a gobernar como reyes. Esto ejemplifica la arrogancia, se trata del carácter corrupto del hombre. Dios se hizo carne para salvar al hombre, pero a cambio de recibir a Dios, las personas exigían manutención, recompensas, bendiciones, e incluso iban presumiendo de ello, y diciendo que Dios las amaba, para que los demás las tuvieran en alta estima. Un pequeño número era claramente consciente de que Aquel al que recibían era Dios y, sin embargo, a cambio exigían dinero a las iglesias. Estas personas arrogantes dicen que no tienen un carácter corrupto, y que su creencia es superior a la de cualquier otra persona, que son más devotas de Dios y actúan mejor que nadie. ¿Actúan tan bien en realidad? Si eres verdaderamente bueno, ¿por qué eres capaz de hacer cosas arrogantes? ¿Y por qué eres incapaz de hacer cosas humanas? ¿Por qué no hay nada humano en ti? La arrogancia de las personas llega al punto de quererlo todo, pero no quieren a Dios, y pueden hacer cualquier cosa sórdida y despreciable, pero no adorarán ni obedecerán a Dios.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La naturaleza arrogante es la raíz de la oposición del hombre a Dios

Las personas que sirven como líderes siempre quieran intentar ser diferentes, estar por encima del resto y encontrar algunos nuevos trucos que harán que Dios vea cuán capaces son en verdad. Sin embargo, no se centran en entender la verdad ni en entrar en la realidad de las palabras de Dios. Siempre intentan destacar. ¿No es esta, acaso, la revelación de una naturaleza arrogante? Algunos incluso dicen: “Si hago esto, estoy seguro de que hará muy feliz a Dios; a Él le va a encantar. Esta vez voy a hacer que Dios eche un vistazo, le voy a dar una bonita sorpresa”. Como resultado de esta sorpresa, pierden la obra del Espíritu Santo y Dios los elimina. No te apresures simplemente a hacer lo que te venga a la cabeza. ¿Cómo puede ser correcto que no consideres las consecuencias de tus acciones? Cuando ofendes el carácter de Dios, e infringes Sus decretos administrativos, y después eres eliminado, no te quedará nada que decir. Independientemente de tu intención, de que lo hagas o no de forma deliberada, si no entiendes el carácter de Dios o Su voluntad, lo ofenderás con facilidad y tenderás a infringir Sus decretos administrativos; esto es algo contra lo que todos deberían estar en guardia. Una vez que hayas infringido gravemente los decretos administrativos o hayas ofendido Su carácter, Él no considerará en absoluto si lo has hecho adrede o sin querer. Esto es un asunto que debes ver con claridad. Si no puedes entender esta cuestión, está garantizado que causarás un problema. Cuando las personas sirven a Dios desean dar grandes pasos, hacer grandes cosas, pronunciar palabras grandilocuentes, realizar una gran obra, celebrar grandes reuniones y ser grandes líderes. Si siempre tienes tales grandes ambiciones, infringirás los decretos administrativos de Dios; la gente que haga esto morirá rápidamente. Si no te comportas bien, no eres piadoso y prudente en tu servicio a Dios, entonces, tarde o temprano ofenderás Su carácter.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Sin la verdad se tiende a ofender a Dios

No permitáis que nadie se crea perfecto, distinguido, noble o diferente a los demás; todo eso está generado por el carácter arrogante del hombre y su ignorancia. Pensar siempre que uno es diferente es tener un carácter arrogante; no ser nunca capaz de aceptar defectos propios ni enfrentar los errores y fallas propios es a causa del carácter arrogante; no permitir nunca que otros sean más altos o que sean mejores que uno, eso lo causa el carácter arrogante; no permitir nunca que otros sean superiores o más fuertes que uno mismo está causado por un carácter arrogante; no permitir nunca que, sobre un tema, otros tengan mejores ideas, sugerencias y puntos de vista y, cuando las tienen, volverse negativos, no querer hablar, sentirse afligidos, desalentados y enfadados, todo eso lo causa el carácter arrogante. El carácter arrogante puede poneros a la defensiva en lo tocante a vuestra reputación, incapaces de aceptar la guía de los demás, incapaces de confrontar vuestros propios defectos e incapaces de aceptar vuestras propias fallas y errores. Es más, cuando alguien es mejor que vosotros, esto puede provocar que surja odio y celos en vuestro corazón y os podéis sentir oprimidos, tanto, que ni siquiera sentís ganas de cumplir con vuestro deber y os volvéis descuidados al hacerlo. El carácter arrogante puede hacer que estas conductas y prácticas surjan en vosotros. Si sois capaces de tener poco a poco avances en todos estos detalles y comprenderlos y explorarlos más en profundidad y si sois gradualmente capaces de abandonar esos pensamientos, esas interpretaciones e incluso esas conductas y no estáis restringidos por ellos, y si, al cumplir vuestro deber, sois capaces de encontrar el puesto indicado para vosotros y actuar según principios y cumplir con el deber que podéis y debéis cumplir; entonces, con el tiempo, seréis capaces de llevar a cabo mejor vuestro deber. Esto es la entrada en la realidad-verdad. Si podéis entrar en la realidad-verdad, los demás percibirán que tenéis semejanza humana y la gente dirá: “Esta persona se comporta según su puesto y cumple con su deber de forma sensata. No se basa en la naturalidad, en la impulsividad o en su carácter corrupto satánico para llevar a cabo su deber. Actúa con control, tiene un corazón que venera a Dios, ama la verdad y su conducta y expresiones revelan que ha abandonado su propia carne y preferencias”. ¡Qué maravilloso comportarse de esa manera! En aquellas ocasiones en las que las personas traen a colación tus defectos, no solo eres capaz de aceptarlos, sino que eres optimista, y enfrentas tus defectos y fallas con aplomo. Vuestro estado de ánimo es bastante normal, libre de extremos, libre de impulsividad. ¿Acaso no es esto tener semejanza humana? Solo ese tipo de personas tienen buen criterio.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Los principios que deben guiar el comportamiento de una persona

Las personas no pueden cambiar su propio carácter; deben someterse al juicio y castigo, y al sufrimiento y refinamiento de las palabras de Dios, o ser tratadas, disciplinadas y podadas por Sus palabras. Solo entonces pueden lograr la obediencia y lealtad a Dios y dejar de ser indiferentes hacia Él. Es bajo el refinamiento de las palabras de Dios que el carácter de las personas cambia. Solo a través de la revelación, el juicio, la disciplina y el trato de Sus palabras ya no se atreverán a actuar precipitadamente, sino que se volverán calmadas y compuestas. El punto más importante es que puedan someterse a las palabras actuales de Dios, obedecer Su obra, e incluso si esta no coincide con las nociones humanas, que puedan hacer a un lado estas nociones y someterse por su propia voluntad.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Aquellos cuyo carácter ha cambiado son los que han entrado a la realidad de las palabras de Dios

Cuando sufrís una pequeña limitación o dificultad es bueno para vosotros; si se os pusiera todo fácil, estaríais arruinados y entonces, ¿cómo podríais estar protegidos? Hoy, se os da protección, porque sois castigados, juzgados y maldecidos. Se os protege, porque habéis sufrido mucho. De no ser así, el hombre habría caído hace mucho en la depravación. Esto no es dificultaros las cosas intencionadamente; la naturaleza del hombre es difícil de cambiar y tiene que ser así para que el carácter de las personas sea cambiado. Hoy, ni siquiera poseéis la conciencia o la razón que tenía Pablo ni tenéis su conciencia de sí mismo. Siempre tenéis que ser presionados, y siempre tenéis que ser castigados y juzgados con el fin de despertar vuestro espíritu. El castigo y el juicio son lo mejor para vuestra vida. Y cuando sea necesario, también debe producirse el castigo de la llegada de los hechos a vosotros; solo entonces os someteréis del todo. Vuestra naturaleza es tal que sin castigo y maldición no estaríais dispuestos a bajar la cabeza ni a someteros. Sin los hechos ante vuestros ojos, no habría efecto. ¡Sois demasiado inferiores e inútiles en personalidad! Sin castigo y juicio, sería difícil que se os conquistara y sería duro vencer vuestra injusticia y desobediencia. Vuestra vieja naturaleza está muy profundamente arraigada. Si se os colocara sobre el trono, no tendríais idea de la altura del cielo y la profundidad de la tierra, y menos aún de adónde os dirigíais. Ni siquiera sabéis de dónde vinisteis, ¿cómo podríais conocer al Señor de la creación? Sin el oportuno castigo y las maldiciones de hoy, vuestro día habría llegado hace mucho. Eso por no decir nada de vuestro destino; ¿no correría un mayor peligro inminente? Sin este castigo y juicio oportunos, quién sabe lo arrogantes y lo depravados que os volveríais. Este castigo y juicio os han traído hasta hoy y han preservado vuestra existencia. Si se os siguiera “educando” usando estos mismos métodos que los de vuestro “padre”, ¡quién sabe a qué mundo entraríais! No tenéis la menor capacidad de autocontrol y autorreflexión. Para las personas como vosotros, si solo seguís y obedecéis sin causar ninguna interferencia o interrupción, Mis objetivos se cumplirán. ¿No haríais mejor en aceptar el castigo y el juicio de hoy? ¿Qué otras elecciones tenéis?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Práctica (6)

Después de que Dios conquiste a los seres humanos, el atributo básico de sentido con el que deben equiparse es el de asegurarse de no hablar con arrogancia. Deberían adoptar un estatus humilde, “como el estiércol sobre el suelo”, y decir cosas que sean verdad, esto sería lo mejor. En especial, cuando das testimonio de Dios, si puedes decir algo con sustancia desde el corazón, sin un lenguaje vacío o altivo y sin mentiras ficticias, tu carácter habrá cambiado y ese es el cambio que debería ocurrir cuando Dios te ha conquistado. Si tan siquiera puedes poseer este grado de sentido, entonces realmente no tienes ninguna semejanza humana. Cuando Dios conquiste todas las naciones y regiones en el futuro, si en una inmensa reunión de alabanza a Dios empiezas a actuar de nuevo con arrogancia, serás desechado y eliminado. De ahora en adelante, debes comportarte siempre de manera apropiada, reconocer tu estatus y posición, y no recaer en tus viejas formas. La imagen de Satanás se manifiesta del modo más clásico en la arrogancia y engreimiento humanos. A menos que cambies este aspecto tuyo, nunca tendrás semejanza humana y siempre poseerás el semblante de Satanás. Solo tener conocimiento en este ámbito no será suficiente para alcanzar la completa transformación. Habrás todavía de soportar múltiples refinamientos. Si no pasas por la trata y la poda, a la larga seguirás estando en peligro. En el futuro, cuando el pueblo escogido de Dios alrededor del mundo acepte la obra de Dios de los últimos días y diga: “Hemos sido esclarecidos hace mucho tiempo, Dios ha ganado un grupo de vencedores en China”, cuando oigáis esto, pensaréis: “No tenemos nada de lo que jactarnos, todo se recibe por la gracia de Dios. No merecemos que se nos llame vencedores”. Pero con el paso del tiempo, conforme empecéis a veros capaces de decir algo y comencéis a oír que los extranjeros de aquí y de allá están consiguiendo esclarecimiento, reflexionaréis: “Así es cómo esclarece el Espíritu Santo; sabemos más que los extranjeros, ¡así que deberíamos ser considerados vencedores!”. Permitiréis silenciosamente este reconocimiento en vuestros corazones ahora y, sin duda, haréis un reconocimiento público más adelante. Los seres humanos no pueden soportar ser alabados y probados por el estatus. Si siempre recibes alabanza, entonces estarás en peligro. Aquellos cuyo carácter no ha cambiado no pueden mantenerse firmes.

Para evitar que os deslicéis de vuelta a vuestras viejas formas, debéis reconocer primero que vuestro carácter aún no ha cambiado, que vuestra naturaleza que traiciona a Dios está todavía profundamente arraigada en vosotros. Seguís en gran riesgo de traicionar a Dios. Estáis frente a la posibilidad continua de la perdición. Existen otros tres puntos principales: primero, no habéis llegado aún a conocer a Dios. Segundo, vuestro carácter no se ha transformado. Tercero, aún tenéis que alcanzar una semejanza humana, ocupáis el último peldaño entre las personas buenas. Todos deberían entender claramente este punto. Todos deberían estar preparados, tener un lema, grabado o escrito: “Yo soy el diablo”, o “Caigo a menudo en mis antiguos modos”. O “Siempre estoy en peligro”, o “Soy estiércol sobre el suelo” Quizás advertiros con estas palabras todo el tiempo tenga algún efecto, pero lo más importante es que debéis leer más sobre las palabras de Dios y llegar a entender vuestra naturaleza. Solo estaréis a salvo si lográis un cambio real. Otra cosa es no adoptar nunca la posición de un testigo de Dios. Solo deberíais hablar de la experiencia personal. Podéis hablar sobre cómo os salvó Dios, comunicar sobre cómo os conquistó Él y qué gracia os proporcionó. No olvidéis que sois las personas más profundamente corrompidas, sois estiércol y basura. Sólo habéis sido ascendidos por medio de Dios. Porque sois los más corruptos, los más inmundos, habéis sido salvados por Dios encarnado, y Él os concedió una gracia tan enorme. Por tanto, no tenéis nada de lo que jactaros y solo podéis alabar a Dios, darle gracias. Vuestra salvación se debe completamente a la gracia de Dios.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo buscando la verdad puede uno lograr un cambio en el carácter

No te creas un prodigio nato, sólo algo un poco por debajo del cielo pero infinitamente por encima de la tierra. Estás lejos de ser más listo que nadie y hasta podría decirse que es sencillamente adorable lo imbécil que eres comparado con cualquiera de las personas que poseen la razón en la tierra, pues te tienes en una posición demasiado elevada y jamás has tenido sensación de inferioridad; como si vieras Mis actos hasta el más ínfimo detalle. De hecho, eres una persona fundamentalmente carente de razón, ya que no tienes ni idea de lo que pretendo hacer, y menos todavía de lo que estoy haciendo ahora. Y por eso digo que ni siquiera eres como un viejo agricultor que labra la tierra, un agricultor sin la más mínima idea de la vida humana y que, sin embargo, pone toda su confianza en las bendiciones del cielo cuando cultiva la tierra. Ni por un segundo piensas en tu vida, no sabes nada notorio, y menos aún tienes autoconocimiento. ¡Qué “por encima de todo” estás! […] Deja que te diga una verdad; hoy importa muy poco si el tuyo es o no un corazón reverente. No estoy angustiado ni preocupado por eso. No obstante, también debo decirte esto: tú, “persona con talento”, que no aprende y sigue siendo ignorante, serás finalmente derribado por tu autocomplaciente y mezquina astucia, serás el que sufra y sea castigado. Yo no seré tan estúpido como para acompañarte mientras continúas sufriendo en el infierno, pues no soy de la misma especie que tú. No olvides que eres un ser creado que ha sido maldecido por Mí y, con todo, es además enseñado y salvado por Mí, y no hay nada en ti de lo que fuera reacio a desprenderme. Sea cual sea el momento en el que hago Mi obra, nunca estoy constreñido por ninguna persona, suceso ni cosa. Mis actitudes y opiniones respecto a la humanidad han sido siempre las mismas. No tengo una disposición especial hacia ti porque seas un apéndice de Mi gestión, lejos de tener algo más de especial que cualquier otro. Esto es lo que te aconsejo: en todo momento, ¡recuerda que no eres más que una criatura de Dios! Aunque puedas compartir tu existencia conmigo, debes conocer tu propia identidad; no te creas el ombligo del mundo. Aunque no te reprenda ni trate, sino que te reciba con rostro sonriente, eso no es suficiente para acreditar que seas de la misma especie que Yo. Debes saber que eres alguien que busca la verdad, ¡no eres la verdad en sí misma! Debes estar en todo momento listo para cambiar según Mis palabras. No puedes escapar a esto. Te insto a que trates de aprender algo en este preciado momento, en esta oportunidad excepcional. No me tomes el pelo; no me hace falta que intentes engañarme con halagos. Cuando me buscas, no lo haces sólo por Mi bien, ¡sino por el tuyo propio!

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Los que no aprenden y siguen siendo ignorantes, ¿acaso no son unas bestias?

Si el conocimiento que las personas tienen de sí mismas es demasiado superficial, les resultará imposible resolver los problemas y su carácter de vida simplemente no cambiará. Es necesario que alguien se conozca en un nivel profundo, lo que significa conocer la propia naturaleza: qué elementos se incluyen en esa naturaleza, cómo se originaron estas cosas y de dónde provinieron. Además, ¿eres realmente capaz de odiar estas cosas? ¿Has visto tu propia alma fea y tu naturaleza malvada? Si eres realmente capaz de ver la verdad sobre ti mismo, entonces comenzarás a aborrecerte. Cuando te aborreces, y luego practicas la palabra de Dios, podrás abandonar la carne y tener la fuerza para cumplir con la verdad sin dificultad. ¿Por qué muchas personas siguen sus preferencias carnales? Porque se consideran bastante buenas, sienten que sus acciones son correctas y justificadas, que no tienen fallas e incluso que están completamente en lo correcto. Por lo tanto, son capaces de actuar con la suposición de que la justicia está de su lado. Cuando alguien reconoce cuál es su verdadera naturaleza, cuán fea, despreciable y detestable es, entonces no está demasiado orgulloso de sí mismo ni es tan salvajemente arrogante ni está tan complacido consigo mismo como antes. Tal persona siente: “Debo ser serio y centrado y practicar algunas de las palabras de Dios. Si no, entonces no estaré a la altura del estándar de ser humano, y me avergonzaré de vivir en la presencia de Dios”. Entonces alguien realmente se ve a sí mismo como miserable, como verdaderamente insignificante. En este momento, a alguien se le hará fácil cumplir con la verdad y parecerá ser un poco como debería ser un humano. Sólo cuando las personas realmente se aborrecen pueden abandonar la carne. Si no se desprecian a sí mismas, serán incapaces de abandonar la carne. Odiarse a uno mismo verdaderamente comprende algunas cosas: primero, conocer la propia naturaleza; y segundo, verse a uno mismo como una persona dependiente y mísera, verse extremadamente pequeño e insignificante y ver la propia alma deplorable y sucia. Cuando alguien ve completamente lo que realmente es, y se logra este resultado, entonces realmente adquiere conocimiento de sí mismo y se puede decir que se ha llegado a conocer completamente. Sólo entonces puede alguien mismo odiarse, hasta el punto de maldecirse y sentir verdaderamente que Satanás lo ha corrompido profundamente; tanto que ni siquiera se parece a un ser humano. Entonces un día, cuando aparezca la amenaza de la muerte, esa persona pensará: “Este es el justo castigo de Dios. Dios es, ciertamente, justo; ¡en verdad yo debería morir!”. En este punto, él no albergará quejas y, mucho menos, culpará a Dios, simplemente, sentirá que es tan dependiente y despreciable, tan inmundo y tan corrupto, que debería ser eliminado por Dios, y que un alma así no es apta para vivir en la tierra. En este punto, esta persona no se resistirá a Dios y, mucho menos, lo traicionará. Si alguien no se conoce, y todavía se considera bastante bueno, entonces cuando la muerte llame, esta persona pensará: “Lo he hecho muy bien en mi fe. ¡Qué duro he buscado! He dado tanto, he sufrido tanto, pero finalmente Dios ahora me está pidiendo que muera. No sé dónde está la justicia de Dios. ¿Por qué me está pidiendo que muera? Si hasta una persona como yo tiene que morir, entonces ¿quién se salvará? ¿No llegará a su fin la raza humana?”. En primer lugar, esta persona tiene nociones acerca de Dios. En segundo lugar, esta persona se queja y no muestra ninguna sumisión en absoluto. Esto es igual que Pablo: cuando estaba a punto de morir, no se conocía, y para cuando el castigo de Dios estaba cerca, era demasiado tarde para arrepentirse.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Conocerse a uno mismo es principalmente conocer la naturaleza humana

Dios creó al hombre, insufló vida en él, y también le dio algo de Su inteligencia, Sus capacidades, y lo que Él tiene y es. Después de que Dios diera al hombre todas estas cosas, el hombre fue capaz de hacer algunas cosas de forma independiente y pensar por sí mismo. Si lo que al hombre se le ocurre y hace es bueno a los ojos de Dios, Él lo acepta y no interfiere. Si lo que el hombre hace es correcto, entonces Dios lo dejará tal cual. ¿Qué indica, pues, la frase “y el nombre que Adán le dio a cada criatura viviente es el nombre que llevan ahora”?* Indica que Dios no vio adecuado alterar ninguno de los nombres que se le dieron a las diversas criaturas vivientes. A cualquier nombre que Adán le pusiese a una criatura, Dios decía “Así es”, confirmando el nombre. ¿Expresó Dios alguna opinión sobre el asunto? No, desde luego que no. ¿Qué deducís de esto? Dios le dio inteligencia al hombre y este la usó para hacer cosas. Si lo que el hombre hace es positivo a los ojos de Dios, Él lo confirma, lo reconoce y lo acepta sin juicio ni crítica. Ninguna persona ni espíritu maligno, ni Satanás pueden hacer esto. ¿Veis una revelación del carácter de Dios aquí? ¿Permitiría un ser humano, una persona corrupta, o Satanás que otros hiciesen algo en su nombre, justo delante de sus narices? ¡Por supuesto que no! ¿Lucharían por la posición con esa otra persona o fuerza distinta a ellos? ¡Por supuesto que lo harían! Si quien estaba con Adán en ese momento hubiese sido una persona corrupta o Satanás, habrían repudiado sin duda lo que él estaba haciendo. Para demostrar que tienen capacidad de pensar independientemente y de tener sus propias percepciones únicas, habrían negado por completo todo lo que Adán hizo: “¿Quieres llamarlo así? Pues bien, yo no lo voy a llamar así, sino de esta otra manera; lo llamaste Juan, pero yo voy a llamarlo José. Tengo que demostrar lo listo que soy”. ¿Qué clase de naturaleza es esta? ¿Acaso no es extremadamente arrogante? ¿Y qué hay de Dios? ¿Tiene ese carácter? ¿Puso Dios alguna objeción extraordinaria a lo que estaba haciendo Adán? ¡La respuesta es inequívocamente no! Del carácter que Dios revela no existe el menor rastro de discusión, arrogancia o santurronería. Eso queda muy claro aquí. Esto puede parecer un aspecto muy menor, pero si no entiendes la esencia de Dios, si tu corazón no intenta descifrar cómo actúa Dios y cuál es Su actitud, entonces no conocerás el carácter de Dios ni verás la expresión y revelación del carácter de Dios.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo I

Os exhorto a que obtengáis un mejor entendimiento del contenido de los decretos administrativos y hagáis un esfuerzo por conocer el carácter de Dios. Si no, vais a tener dificultades en mantener vuestros labios sellados, vuestra lengua se moverá con demasiada libertad con palabras altisonantes y, sin daros cuenta, ofenderéis el carácter de Dios y caeréis en las tinieblas, perdiendo la presencia del Espíritu Santo y la luz. Ya que no tenéis principios cuando actuáis, ya que haces y dices lo que no debes, entonces recibirás una retribución apropiada. Debes saber que, aun cuando careces de principios en las palabras y las acciones, Dios posee altos principios en ambas. La razón por la que recibes retribución es porque has ofendido a Dios, no a una persona. Si en tu vida cometes muchas ofensas contra el carácter de Dios, entonces estás destinado a ser un hijo del infierno. Al hombre le puede parecer que sólo has cometido unos pocos actos que están en conflicto con la verdad, y nada más. Pero ¿eres consciente de que, a los ojos de Dios, ya eres alguien para quien no hay más ofrenda por el pecado? Debido a que has infringido los decretos administrativos de Dios más de una vez y, además, no muestras ninguna señal de arrepentimiento, no te queda más remedio que precipitarte en el infierno donde Dios castiga al hombre. Mientras siguen a Dios, un pequeño número de personas ha cometido algunos hechos que infringen los principios, pero, después de ser tratados y guiados, gradualmente descubrieron su propia corrupción y, acto seguido, regresaron al camino correcto de la realidad, y hoy siguen con los pies en la tierra. Tales son las personas que han de permanecer al final.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Tres advertencias

La cita bíblica marcada (*) ha sido traducida de AKJV.

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El fin de todas las cosas se está acercando, ¿quieres saber cómo el Señor recompensará el bien, castigará el mal y determinará el fin de cada uno? Bienvenido a contactarnos para descubrir la respuesta.

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