¿Cuál es tu opinión acerca de las trece epístolas?

El Nuevo Testamento de la Biblia contiene las trece epístolas de Pablo. Durante el tiempo en que hizo su obra, Pablo escribió estas trece cartas a las iglesias que creían en Jesucristo. Es decir, Pablo fue escogido y escribió estas cartas después de que Jesús ascendiera al cielo. Sus cartas son testimonios de la resurrección y ascensión al cielo del Señor Jesús después de Su muerte, y también propagan el camino del arrepentimiento y de cargar con la cruz. Por supuesto, todos estos mensajes y testimonios tenían como objetivo instruir a los hermanos y hermanas en varias localidades alrededor de Judea en aquel entonces, ya que, en esos tiempos, Pablo era el siervo del Señor Jesús y había sido escogido para dar testimonio del Señor Jesús. Durante cada período de la obra del Espíritu Santo, varias personas son escogidas para hacer Su obra diferente, es decir, para hacer la obra de los apóstoles con el fin de continuar la obra que Dios mismo completa. Si el Espíritu Santo lo hiciese directamente y no se escogiese a nadie, entonces sería muy difícil llevar a cabo la obra. Así, Pablo fue abatido mientras iba de camino a Damasco, y luego fue levantado para ser testigo del Señor Jesús. Fue un apóstol aparte de los doce discípulos de Jesús. Además de difundir el evangelio, también emprendió la obra de pastorear las iglesias en varias localidades, lo que consistía en cuidar de los hermanos y hermanas de las iglesias, en otras palabras, en guiar a los hermanos y hermanas en el Señor. El testimonio de Pablo fue para dar a conocer el hecho de la resurrección y la ascensión al cielo de Jesús, así como para enseñar a las personas a arrepentirse, confesar y recorrer el camino de la cruz. Fue uno de los testigos de Jesucristo en aquel tiempo.

Las trece epístolas de Pablo fueron seleccionadas para utilizarse en la Biblia. Él escribió cada una de las trece para abordar los diferentes estados de la gente en varios lugares. Fue movido por el Espíritu Santo a escribirlas e instruyó a los hermanos y hermanas de todas partes desde la posición de un apóstol (desde el punto de vista de un siervo del Señor Jesús). Por eso, las cartas de Pablo no surgieron de profecías o directamente de visiones, sino que vinieron de la obra que él llevó a cabo. Estas cartas no son extrañas, ni tampoco son tan difíciles de comprender como las profecías. Están escritas simplemente como cartas y no contienen ni profecías ni misterios, sino que solo contienen palabras de instrucción corrientes. Aunque muchas de sus palabras puedan resultar difíciles de comprender o entender para las personas, surgieron simplemente de las propias interpretaciones de Pablo y del esclarecimiento del Espíritu Santo. Pablo era solo un apóstol; era un siervo utilizado por el Señor Jesús, no un profeta. Mientras recorría diversas tierras, escribió cartas a los hermanos y hermanas de las iglesias, o mientras estaba enfermo, escribió a las iglesias en las que estaba pensando especialmente, pero a las que no podía ir. Por consiguiente, las personas conservaron sus cartas y más adelante reunieron, organizaron y ordenaron los Cuatro Evangelios en la Biblia en generaciones futuras. Por supuesto, seleccionaron e hicieron una compilación de todas las mejores cartas que él había escrito. Estas epístolas eran beneficiosas para las vidas de los hermanos y hermanas de las iglesias, y fueron especialmente famosas en su tiempo. Cuando Pablo las escribió, su objetivo no era crear una obra espiritual que permitiera a sus hermanos y hermanas encontrar un camino de práctica, ni una biografía espiritual para expresar sus propias experiencias; su intención no era escribir un libro para convertirse en un autor. Simplemente estaba escribiendo cartas a sus hermanos y hermanas de la iglesia del Señor Jesucristo. Pablo instruyó a sus hermanos y hermanas, desde su posición de siervo, para hablarles de su carga, de la voluntad del Señor Jesús, y de qué tareas Él había confiado a la gente para el futuro. Esta fue la obra que Pablo llevó a cabo. Sus palabras fueron bastante edificantes para la experiencia de todos los futuros hermanos y hermanas. Las verdades que comunicó en estas muchas cartas eran lo que la gente en la Era de la Gracia debía practicar, y por eso estas cartas fueron incluidas en el Nuevo Testamento por generaciones futuras. Independientemente de cuál fue el resultado de Pablo, fue alguien utilizado en su tiempo y que apoyó a sus hermanos y hermanas en las iglesias. Su resultado fue determinado por su sustancia, así como lo fue el haber sido abatido al principio. Pudo decir esas palabras en aquel entonces porque poseía la obra del Espíritu Santo, y a causa de esta obra Pablo soportó una carga por las iglesias. Así, pudo abastecer a sus hermanos y hermanas. Sin embargo, a causa de ciertas circunstancias especiales, Pablo no podía ir en persona a las iglesias para trabajar, así que les escribió cartas para amonestar a sus hermanos y hermanas en el Señor. Al principio, Pablo perseguía a los discípulos del Señor Jesús, pero después de que Jesús ascendiera al cielo, es decir, después de que Pablo “viese la luz”, dejó de perseguir a los discípulos del Señor Jesús y tampoco persiguió más a aquellos santos que predicaban el evangelio por el bien del camino del Señor. Después de que Pablo viese a Jesús aparecerse ante él como una luz brillante, aceptó la comisión del Señor, y así se convirtió en alguien que fue utilizado por el Espíritu Santo para propagar el evangelio.

La obra de Pablo en aquel tiempo fue simplemente para apoyar y abastecer a sus hermanos y hermanas. No era como algunas personas que deseaban forjarse una carrera o producir obras literarias, explorar otras salidas, o encontrar sendas aparte de la Biblia por las que guiar a estas personas en las iglesias para que pudiesen obtener una nueva entrada. Pablo era una persona que fue usada; al hacer las cosas que hizo, simplemente estaba cumpliendo su deber. Si no hubiese soportado una carga por las iglesias, se habría considerado que había descuidado su deber. Si algo perturbador hubiese sucedido, o si hubiese ocurrido un incidente de traición en la iglesia que hubiese llevado a un estado anormal de las personas allí, entonces se podría haber considerado que no hizo su obra correctamente. Si un trabajador soporta una carga para la iglesia y también trabaja lo mejor que puede, esto prueba que esta persona es un trabajador calificado; calificado para ser usado. Si una persona no siente ninguna carga por la iglesia y no consigue resultados en su trabajo, y la mayoría de las personas que guía son débiles o incluso caen, entonces este trabajador no ha cumplido su deber. De la misma manera, Pablo no era ninguna excepción y por eso tuvo que cuidar de las iglesias y escribirles cartas a sus hermanos y hermanas frecuentemente. De este modo fue capaz de abastecer a las iglesias y cuidar de sus hermanos y hermanas; fue sólo de esta manera que las iglesias pudieron recibir abastecimiento y ser apacentadas por él. Las palabras de las cartas que escribió eran muy profundas, pero fueron escritas para sus hermanos y hermanas con la condición de que había obtenido el esclarecimiento del Espíritu Santo y que tejió sus propias experiencias personales y la carga que sintió en su escritura. Pablo era simplemente una persona que fue usada por el Espíritu Santo, y el contenido de sus cartas estaba plagado de sus experiencias personales. La obra que hizo simplemente representa el trabajo de un apóstol, no la obra realizada directamente por el Espíritu Santo, y también es distinta de la obra de Cristo. Pablo simplemente estaba cumpliendo su deber, que es la razón por la que abasteció a sus hermanos y hermanas en el Señor con su carga, así como sus experiencias y sus percepciones personales. Pablo sencillamente estaba haciendo la obra de la comisión de Dios proporcionando sus percepciones y su conocimiento personales; esto ciertamente no es un ejemplo de obra realizada directamente por Dios mismo. Así, la obra de Pablo estaba mezclada con experiencia humana e ideas y entendimiento humanos sobre la obra de la iglesia. Sin embargo, estas ideas y este entendimiento humanos no pueden considerarse la obra de espíritus malvados o la obra de carne y hueso; solo se pueden considerar el conocimiento y las experiencias de una persona que había sido esclarecida por el Espíritu Santo. Con esto quiero decir que las cartas de Pablo no son libros del cielo. No son santas, y no fueron pronunciadas o expresadas por el Espíritu Santo; son meramente una expresión de la carga de Pablo por la iglesia. Lo que quiero lograr al decir todo esto es que entendáis la diferencia entre la obra de Dios y la obra del hombre: la obra de Dios representa a Dios mismo, mientras que la obra del hombre representa el deber y las experiencias del hombre. No se debe considerar la obra normal de Dios como la voluntad del hombre, ni Su obra sobrenatural como la voluntad de Dios; aún más, no se debe considerar la predicación arrogante del hombre como declaraciones de Dios o como libros del cielo. Todas estas nociones son inmorales. Muchas personas, al escucharme diseccionar las trece epístolas de Pablo, creen que no se debe leer las cartas de Pablo y que Pablo era un hombre tremendamente pecador. Hay incluso muchas personas que piensan que Mis palabras son insensibles, que Mi evaluación de las epístolas de Pablo es errónea y que esas cartas no pueden considerarse expresiones de las experiencias y las cargas del hombre. Creen que, en cambio, deberían considerarse como palabras de Dios, que son tan importantes como el Libro del Apocalipsis de Juan, que no pueden ser abreviadas ni expandidas, y aún más, que no pueden ser explicadas de manera informal. ¿No son incorrectas todas estas afirmaciones humanas? ¿No se debe eso completamente al hecho de que la gente no tiene sensatez? Las cartas de Pablo en realidad benefician mucho a la gente, y cuentan con una historia de ya más de 2000 años. Sin embargo, hasta la fecha, todavía hay muchas personas que no pueden comprender lo que dijo en aquel entonces. La gente percibe las cartas de Pablo como las mayores obras de arte del cristianismo, que nadie puede descifrarlas y que nadie puede entenderlas completamente. De hecho, estas cartas son como la biografía de una persona espiritual, y no pueden ser comparadas con las palabras de Jesús o las grandes visiones que tuvo Juan. Por el contrario, lo que Juan vio fueron grandes visiones del cielo, profecías de la propia obra de Dios, que eran inalcanzables para el hombre, mientras que las cartas de Pablo son simplemente descripciones de lo que un hombre vio y experimentó. Constituyen lo que un hombre es capaz de hacer, pero no son profecías ni visiones; son simplemente cartas que fueron enviadas a varios lugares. Sin embargo, para la gente de aquel tiempo, Pablo era un trabajador y, por consiguiente, sus palabras tenían valor, porque era alguien que había aceptado lo que se le había confiado. Por tanto, sus cartas fueron beneficiosas para todos los que buscaban a Cristo. Aunque esas palabras no fueron pronunciadas personalmente por Jesús, al final fueron esenciales para sus tiempos. Así, la gente que vino después de Pablo incluyó sus cartas en la Biblia y así permitió que fueran transmitidas hasta el presente. ¿Entendéis lo que quiero decir? Solamente os estoy dando una explicación precisa sobre estas cartas y diseccionándolas sin negar su beneficio y valor para la gente como referencias. Si, después de leer Mis palabras, no sólo negáis las palabras de Pablo, sino que las consideráis herejía o sin valor, entonces sólo se puede decir que vuestra capacidad para comprender es mala, al igual que vuestras nociones y vuestro juicio de las cosas; ciertamente no se puede decir que Mis palabras sean demasiado prejuiciosas. ¿Lo entendéis ahora? Lo importante es que comprendáis la situación real de la obra de Pablo en aquel momento y el contexto en el que se escribieron sus cartas. Si tenéis una visión correcta de estas circunstancias, entonces también tendréis una visión correcta de las epístolas de Pablo. Al mismo tiempo, cuando hayas comprendido la esencia de esas cartas, tu valoración de la Biblia será correcta, y entonces entenderás por qué las epístolas de Pablo han sido tan veneradas por generaciones siguientes de personas durante tantos años, y por qué hay todavía muchas personas que lo tratan como a Dios. ¿No sería esto lo que pensaríais también si no entendieseis?

Alguien que no sea Dios mismo no puede representar a Dios. La obra de Pablo solo puede considerarse una parte de la visión humana y una parte del esclarecimiento del Espíritu Santo. Pablo escribió estas palabras desde un punto de vista humano con esclarecimiento del Espíritu Santo. Esto no es algo extraño. Por tanto, era inevitable que sus palabras estuviesen mezcladas con algunas experiencias humanas, y que después utilizase sus experiencias personales para abastecer y apoyar a sus hermanos y hermanas de su tiempo. Las cartas que escribió no pueden categorizarse como un estudio de la vida, ni se pueden categorizar como biografías o mensaje. Además, tampoco eran verdades practicadas por la iglesia, ni tampoco decretos administrativos. Como alguien con una carga, una persona a la que el Espíritu Santo encomendó una obra, esto es algo que simplemente debe hacer. Si el Espíritu Santo levanta personas y les concede una carga, pero estas no se encargan de la obra de la iglesia, y no pueden gestionar sus asuntos bien, ni resolver de manera satisfactoria todos sus problemas, entonces esto demuestra que esas personas no cumplen su deber correctamente. Por tanto, no era una cosa muy misteriosa que un apóstol fuese capaz de escribir cartas durante el transcurso de su obra. Esto era parte de su trabajo; estaban obligados a hacerlo. El objetivo de escribir cartas no era escribir un estudio de la vida o una biografía espiritual, y sobre todo no era abrir otra salida para los santos. En realidad, lo hacían para cumplir su propia función y ser siervos fieles de Dios, para poder responder ante Dios habiendo completado las tareas que Él les había confiado. Tenían que responsabilizarse de sí mismos y de sus hermanos y hermanas en su obra, y tenían que hacer su trabajo bien y tomarse en serio los asuntos de la iglesia: Todo esto era simplemente parte de su trabajo.

Si habéis obtenido conocimiento sobre las cartas de Pablo, también tendréis una idea y una valoración correctas acerca de las epístolas de Pedro y Juan. Nunca más consideraréis estas cartas como libros del cielo, santos e inviolables, y mucho menos consideraréis a Pablo como a Dios. Después de todo, la obra de Dios es diferente de la obra del hombre, y, además, ¿cómo podrían ser Sus expresiones iguales a las de ellos? Dios tiene Su propio carácter particular, mientras que el hombre tiene deberes que debe cumplir. El carácter de Dios se expresa en Su obra, mientras que el deber del hombre está encarnado en las experiencias del hombre y expresado en las búsquedas del hombre. Por tanto, se hace evidente a través de la obra que se hace si algo es expresión de Dios o expresión del hombre. No tiene que ser explicado por Dios mismo, ni requiere que el hombre dé testimonio; además, no necesita que Dios mismo suprima a ninguna persona. Todo esto viene como una revelación natural; no es forzado ni es algo en lo que el hombre pueda interferir. El deber del hombre puede conocerse a través de sus experiencias, y no requiere que la gente haga ninguna obra experimental adicional. Toda la esencia del hombre puede revelarse a medida que cumple su deber, mientras que Dios puede expresar Su carácter inherente mientras hace Su obra. Si es la obra del hombre, entonces no puede esconderse. Si es la obra de Dios, entonces el carácter de Dios es aún más imposible de esconder por nadie, y mucho más imposible de ser controlado por el hombre. No se puede decir que ningún hombre sea Dios, y no se puede considerar su obra y sus palabras como santas o inmutables. Se puede decir que Dios es humano porque Dios se vistió a Sí mismo en la carne, pero Su obra no puede considerarse la obra del hombre ni el deber del hombre. Asimismo, las declaraciones de Dios y las cartas de Pablo no pueden ser equiparadas, y el juicio y castigo de Dios no están en el mismo nivel que las palabras de instrucción del hombre. Por tanto, hay principios que distinguen la obra de Dios de la obra del hombre. Estos se diferencian según sus esencias, no por el alcance de la obra o su eficacia temporal. En este tema, la mayoría de las personas cometen errores de principio. Esto se debe a que el hombre mira el exterior, lo que pueden lograr, mientras que Dios mira la esencia, que no puede ser observada con los ojos físicos de la humanidad. Si consideras las palabras y la obra de Dios como los deberes de un hombre cualquiera, y ves la obra a gran escala del hombre como la obra de Dios vestida en la carne, en vez del deber que cumple el hombre, entonces ¿no estás equivocado en principio? Las cartas y biografías del hombre se pueden escribir fácilmente, pero solo sobre los cimientos de la obra del Espíritu Santo. Sin embargo, las declaraciones y la obra de Dios no pueden ser cumplidas fácilmente por el hombre, ni alcanzadas por la sabiduría y el pensamiento humanos, y la gente tampoco puede explicarlas completamente después de explorarlas. Si estos asuntos de principio no evocan ninguna reacción en vosotros, entonces vuestra fe evidentemente no es muy verdadera o refinada. Solo se puede decir que vuestra fe está llena de vaguedad, y que es tan confusa como carente de principios. Sin ni siquiera entender los asuntos esenciales más básicos de Dios y el hombre, ¿acaso este tipo de fe no carece completamente de percepción? ¿Cómo podría ser Pablo la única persona utilizada a lo largo de toda la historia? ¿Cómo podría él ser el único que alguna vez trabajó por la iglesia? ¿Cómo podría haber sido el único que escribió a las iglesias para apoyarlas? Independientemente de la magnitud o la influencia del trabajo de estas personas, o incluso de los resultados de su obra, ¿acaso no son similares todos los principios y esencia de dicha obra? ¿Acaso no hay cosas de ella que son completamente diferentes de la obra de Dios? Aunque hay diferencias claras entre cada fase de la obra de Dios, y aunque muchos de los métodos de Su obra no son exactamente iguales, ¿acaso no tienen todos una misma esencia y un mismo origen? Por consiguiente, si una persona todavía no tiene claras estas cosas ahora, entonces les falta demasiada razón. Si, después de leer estas palabras, una persona todavía dice que las cartas de Pablo son santas e inviolables y son diferentes de las biografías de cualquier personaje espiritual, entonces el razonamiento de esta persona es demasiado anormal, y esta persona es, sin duda, un experto en doctrinas que carece completamente de razón. Aunque adores a Pablo, no puedes utilizar tus sentimientos afectuosos hacia él para distorsionar la verdad de los hechos o para negar la existencia de la verdad. Asimismo, lo que he dicho no desacredita de ninguna manera la obra y las cartas de Pablo, ni niega completamente su valor como referencias. De cualquier manera, Mi intención al decir estas palabras es que obtengáis un conocimiento adecuado y una valoración razonable de todas las cosas y personas: Solo esto es el razonamiento normal; solo con esto debe equiparse la gente justa que posee la verdad.

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