Revelación de la corrupción de la humanidad I

Palabras diarias de Dios  Fragmento 300

Después de varios miles de años de corrupción, el hombre es insensible y torpe; se ha convertido en un demonio que se opone a Dios; tan es así que la rebeldía del hombre hacia Dios ha sido documentada en los libros de historia e incluso el hombre mismo es incapaz de hacer un relato completo de su comportamiento rebelde, porque el hombre ha sido profundamente corrompido por Satanás y este lo ha desviado hasta tal punto que no sabe a dónde acudir. Todavía hoy, el hombre sigue traicionando a Dios: cuando el hombre ve a Dios, lo traiciona, y cuando no puede verlo, también lo hace. Hay incluso quienes, aun habiendo sido testigos de las maldiciones de Dios y de Su ira, lo traicionan. Y por eso digo que el razonamiento del hombre ha perdido su función original y también sucede lo mismo con la conciencia del hombre. El hombre que Yo veo es una bestia con traje humano, una serpiente venenosa, y no importa lo lastimoso que pretenda parecer ante Mis ojos, nunca seré misericordioso con él, porque el hombre no ha captado la diferencia entre lo negro y lo blanco o entre la verdad y lo que no es verdad. El razonamiento del hombre está en extremo entumecido, pero aun así sigue deseando obtener bendiciones; su humanidad es en extremo innoble, pero aun así sigue deseando poseer la soberanía de un rey. ¿De quién podría ser rey con un razonamiento como ese? ¿Cómo podría alguien con una humanidad como esa sentarse sobre un trono? ¡El hombre en verdad no tiene vergüenza! ¡Es un desgraciado engreído! A aquellos de vosotros que deseáis obtener bendiciones, os sugiero que primero encontréis un espejo y miréis vuestro propio horrible reflejo. ¿Posees lo que se requiere para ser un rey? ¿Acaso tienes el rostro de alguien que puede obtener bendiciones? No ha habido el más mínimo cambio en tu carácter ni has puesto ninguna verdad en práctica, pero aun así deseas un maravilloso mañana. ¡Te estás engañando a ti mismo! Nacido en una tierra tan inmunda, el hombre ha sido gravemente infectado por la sociedad, influenciado por una ética feudal y educado en “institutos de educación superior”. Un pensamiento retrógrado, una moral corrupta, una visión mezquina de la vida, una filosofía despreciable para vivir, una existencia completamente inútil y un estilo de vida y costumbres depravados, todas estas cosas han penetrado fuertemente en el corazón del hombre, y han socavado y atacado severamente su conciencia. Como resultado, el hombre está cada vez más distante de Dios, y se opone cada vez más a Él. El carácter del hombre se vuelve más cruel día tras día, y no hay una sola persona que voluntariamente renuncie a algo por Dios; ni una sola persona que voluntariamente obedezca a Dios, y, menos aún, una sola persona que busque voluntariamente la aparición de Dios. En vez de ello, bajo el campo de acción de Satanás, el hombre no hace más que buscar el placer, entregándose a la corrupción de la carne en la tierra del lodo. Incluso cuando escuchan la verdad, aquellos que viven en la oscuridad no consideran ponerla en práctica ni tampoco muestran interés en buscar a Dios, aun cuando hayan contemplado Su aparición. ¿Cómo podría una humanidad tan depravada tener alguna posibilidad de salvación? ¿Cómo podría una humanidad tan decadente vivir en la luz?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Tener un carácter invariable es estar enemistado con Dios

Palabras diarias de Dios  Fragmento 301

La causa profunda de que surjan actitudes corruptas en el hombre es el engaño, la corrupción y el veneno de Satanás. El hombre ha sido atado y controlado por Satanás, y sufre el atroz daño que este le ha infligido a su pensamiento, su moral, su percepción y su razonamiento. Es precisamente debido a que las cosas fundamentales del hombre han sido corrompidas por Satanás y son diametralmente distintas a cómo Dios las creó originalmente, que el hombre se opone a Dios y no puede aceptar la verdad. Por ende, los cambios en el carácter del hombre deben comenzar con cambios en su pensamiento, su percepción y su razonamiento que cambien su conocimiento de Dios y su conocimiento de la verdad. Los que nacieron en la tierra más profundamente corrompida de todas son aún más ignorantes sobre lo que Dios es o sobre lo que significa creer en Dios. Mientras más corruptas sean las personas, menos saben sobre la existencia de Dios, y más pobres son su razonamiento y su percepción. La fuente de oposición y rebeldía del hombre contra Dios es el haber sido corrompido por Satanás. Debido a la corrupción de Satanás, la conciencia del hombre se ha insensibilizado; se ha vuelto inmoral, sus pensamientos son degenerados, y ha desarrollado una actitud mental retrógrada. Antes de ser corrompido por Satanás, el hombre de manera natural seguía a Dios y obedecía Sus palabras después de oírlas. Por naturaleza tenía un razonamiento y una conciencia sanos y una humanidad normal. Después de haber sido corrompido por Satanás, el razonamiento, la conciencia y la humanidad originales del hombre se fueron insensibilizando y fueron mermados por Satanás. Debido a ello, el hombre ha perdido su obediencia y amor a Dios. El razonamiento del hombre se ha vuelto aberrante, su carácter se ha vuelto como el de un animal y su rebeldía hacia Dios es cada vez más frecuente y grave. Sin embargo, el hombre todavía no conoce ni reconoce esto, y meramente se opone y se rebela a ciegas. El carácter del hombre se revela en las expresiones de su razonamiento, su percepción y su conciencia; debido a que su razonamiento y su percepción son defectuosos y su conciencia se ha vuelto sumamente insensible, entonces su carácter se rebela contra Dios. Si el razonamiento y la percepción del hombre no pueden cambiar, entonces los cambios en su carácter son imposibles de lograr, como también lo es ajustarse a la voluntad de Dios. Si el razonamiento del hombre es defectuoso, entonces no puede servir a Dios y no es apto para ser usado por Él. Un “razonamiento normal” se refiere a ser obediente y fiel a Dios, anhelar a Dios, ser incondicional hacia Él y tener una conciencia hacia Él. Se refiere a ser de un solo corazón y una sola alma con Dios y a no oponerse a Él deliberadamente. Tener un razonamiento aberrante no es así. Desde que el hombre fue corrompido por Satanás ha inventado nociones acerca de Dios y no ha sido leal hacia Dios ni lo ha anhelado, por no hablar de que no tiene una conciencia hacia Dios. El hombre se opone deliberadamente a Dios y lo juzga; es más, le lanza improperios a Sus espaldas. El hombre juzga a Dios a Sus espaldas con el conocimiento claro de que es Dios; el hombre no tiene intención de obedecer a Dios, y se limita a hacerle exigencias y solicitudes ciegas. Tales personas —la gente que tiene un razonamiento aberrante— son incapaces de conocer su propio y despreciable comportamiento o de lamentar su rebeldía. Si la gente fuese capaz de conocerse a sí misma, entonces recuperaría un poco de su razonamiento; cuanto más rebeldes contra Dios sean las personas que no se conocen todavía a sí mismas, menos sanas serán en su razonamiento.

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Palabras diarias de Dios  Fragmento 302

El origen de la revelación del carácter corrupto del hombre no es otro que su conciencia insensibilizada, su naturaleza malévola y su razonamiento defectuoso. Si la conciencia y el razonamiento del hombre pueden volver a ser normales, entonces él se volverá apto para ser usado ante Dios. Es simplemente debido a que la conciencia del hombre ha estado siempre insensibilizada y a que el razonamiento del hombre, que nunca ha sido sano, se está haciendo cada vez más torpe; por esto el hombre se ha vuelto cada vez más rebelde hacia Dios, hasta el punto, incluso, de clavar a Jesús en la cruz y negarle a Dios encarnado en los últimos días la entrada a su casa, de condenar la carne de Dios y verla como inferior. Si el hombre tuviese al menos un poquito de humanidad, no sería tan cruel en su trato hacia la carne de Dios encarnado; si tuviese al menos un poco de razonamiento, no sería tan agresivo en su trato hacia la carne de Dios encarnado; si tuviese un poco de conciencia, no “se lo agradecería” a Dios encarnado de esta manera. El hombre vive en la era de Dios hecho carne; sin embargo, es incapaz de dar gracias a Dios por haberle dado una oportunidad tan buena, y en vez de ello, maldice la venida de Dios o ignora por completo el hecho de la encarnación de Dios y en apariencia se opone y está hastiado de ella. Independientemente de cómo trate el hombre la venida de Dios, Él, en resumen, siempre ha seguido adelante pacientemente con Su obra, a pesar de que el hombre no haya sido en lo más mínimo acogedor hacia Él y le hace exigencias ciegas. El carácter del hombre se ha vuelto extremadamente violento, su razonamiento se ha vuelto sumamente insensibilizado, y su conciencia ha sido pisoteada por completo por el maligno, por lo que hace ya tiempo que dejó de ser la conciencia original del hombre. El hombre no solo no es agradecido con Dios encarnado por otorgarle tanta vida y gracia a la humanidad, sino que, incluso, está resentido con Dios por haberle dado la verdad; como el hombre no tiene el menor interés en la verdad, se ha vuelto resentido con Dios. El hombre no solo es incapaz de dar su vida por Dios encarnado, sino que también trata de obtener favores de Él y reclama un beneficio que es decenas de veces mayor que lo que el hombre le ha dado a Dios. Las personas que poseen este tipo de conciencia y razonamiento consideran que no es un asunto importante y todavía creen que han invertido demasiado de ellas mismas en Dios, y que Él les ha dado muy poco. Hay personas que, habiéndome dado un tazón con agua, extienden las manos y exigen que yo les pague dos tazones de leche, o habiéndome dado una habitación por una noche, exigen que les pague renta por varias noches. Con una humanidad como esta, y una conciencia así, ¿cómo podríais desear aún obtener la vida? ¡Qué desgraciados y despreciables sois! Este tipo de humanidad y conciencia en el hombre es lo que hace que Dios encarnado deambule por la tierra, sin un lugar donde encontrar refugio. Aquellos que en verdad poseen conciencia y humanidad deberían adorar y servir de todo corazón a Dios encarnado, no por la cantidad de obra que Él ha hecho, sino aun si Él no hubiese realizado obra alguna. Esto es lo que deberían hacer quienes tienen un razonamiento sano, y es el deber del hombre. La mayoría de las personas hablan, incluso, de poner condiciones para su servicio a Dios: no les importa si Él es Dios o un hombre, y solo hablan de sus propias condiciones y solo buscan satisfacer sus propios deseos. Cuando cocináis para Mí, exigís una cuota por concepto de servicio; cuando corréis para Mí, pedís honorarios de corredor; cuando trabajáis para Mí, demandáis honorarios de trabajo; cuando laváis Mi ropa, exigís tarifas de lavandería; cuando proveéis para la iglesia demandáis cuotas de recuperación; cuando habláis, exigís pagos como conferencista; cuando distribuís libros, demandáis cuotas de distribución, y, cuando escribís, demandáis honorarios de escritor. Aquellos con quienes he tratado, incluso me han exigido una recompensa, mientras que aquellos que han sido enviados a su casa, exigen reparaciones por los daños a su nombre; aquellos que no están casados exigen una dote o una compensación por su juventud perdida; los que matan un pollo piden honorarios de carnicero; los que fríen alimentos demandan honorarios por el freído; los que hacen la sopa también exigen un pago por ello… Esta es vuestra noble y poderosa humanidad, y estas son las acciones que dicta vuestra cordial conciencia. ¿Dónde está vuestro razonamiento? ¿Dónde está vuestra humanidad? ¡Os lo diré! Si seguís así, dejaré de realizar obra entre vosotros. No voy a obrar entre una manada de bestias vestidas de humanos; no voy a sufrir así por un grupo de personas cuyo pálido rostro esconde un corazón salvaje; no voy a padecer por tal manada de animales que no tiene la más mínima posibilidad de salvación. El día en que os dé la espalda, será el día en que moriréis; será el día en que la oscuridad venga sobre vosotros y el día en que os abandonará la luz. ¡Dejadme deciros esto! Nunca seré benevolente con un grupo como el vuestro, ¡un grupo que está incluso por debajo de los animales! Hay límites a Mis palabras y acciones, y tal y como están vuestra humanidad y vuestra conciencia, no llevaré a cabo más obra, porque tenéis una gran carencia de conciencia, me habéis causado demasiado dolor y vuestro despreciable comportamiento me disgusta demasiado. Las personas que carecen tanto de humanidad y conciencia nunca tendrán oportunidad de ser salvas; nunca salvaría a personas tan desalmadas e ingratas como estas. Cuando llegue Mi día, haré llover Mis abrasadoras llamas por toda la eternidad sobre los hijos de la desobediencia que una vez provocaron Mi feroz ira; impondré Mi castigo eterno sobre aquellos animales que una vez lanzaron improperios sobre Mí y me abandonaron; quemaré con el fuego de Mi ira por toda la eternidad a los hijos de la desobediencia que una vez comieron y vivieron junto conmigo, pero que no creyeron en Mí, y me insultaron y traicionaron. Someteré a Mi castigo a todos aquellos que provocaron Mi ira; desataré toda Mi ira sobre esas bestias que una vez desearon estar junto a Mí como iguales, pero que no me adoraron ni obedecieron; la vara con la que golpeo al hombre caerá sobre aquellos animales que una vez disfrutaron de Mi cuidado y de los misterios que pronuncié, y que intentaron arrebatarme Mi disfrute material. No seré indulgente con ninguna persona que trate de arrebatarme Mi lugar; no perdonaré a ninguno de los que traten de arrebatarme la comida y la ropa. Por ahora, vosotros continuáis estando libres de todo daño y seguiréis excediéndoos en las exigencias que me hacéis. Cuando llegue el día de la ira, no me haréis más exigencias; en ese momento, os dejaré “disfrutar” todo lo que os plazca, clavaré vuestra cara en la tierra, ¡y nunca más seréis capaces de levantaros de nuevo! Tarde o temprano, Yo voy a “reembolsaros” esta deuda, y Mi esperanza es que aguardéis pacientemente la llegada de este día.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Tener un carácter invariable es estar enemistado con Dios

Palabras diarias de Dios  Fragmento 303

El hombre falla en ganar a Dios, no porque Dios tenga emociones o porque Dios no esté dispuesto a ser ganado por el hombre, sino porque el hombre no desea ganar a Dios y no lo busca con urgencia. ¿Cómo podría alguien que en verdad busque a Dios ser maldecido por Él? ¿Cómo podría alguien que posea un razonamiento sano y una conciencia sensible ser maldecido por Dios? ¿Cómo podría alguien que realmente adora y sirve a Dios ser consumido por el fuego de Su ira? ¿Cómo podría alguien que se complace en obedecer a Dios ser expulsado de la casa de Dios? ¿Cómo podría vivir castigado por Dios alguien que no fue capaz de amarlo lo suficiente? ¿Cómo podría alguien que se siente feliz de renunciar a todo por Dios ser dejado sin nada? El hombre no está dispuesto a buscar a Dios, no está dispuesto a gastar sus posesiones por Dios ni a dedicar un esfuerzo de por vida a Dios, sino que dice que Él ha ido demasiado lejos, que hay mucho respecto a Dios que contradice las nociones del hombre. Con una humanidad como esta, aun cuando no hayáis escatimado en vuestros esfuerzos, seríais incapaces de ganaros la aprobación de Dios, por no decir nada del hecho de que vosotros no buscáis a Dios. ¿No sabéis que sois las mercancías defectuosas de la humanidad? ¿No sabéis que no existe una humanidad inferior a la vuestra? ¿No sabéis cómo os llaman los demás para honraros? Los que verdaderamente aman a Dios os llaman el padre del lobo, la madre del lobo, el hijo del lobo y el nieto del lobo; sois los descendientes del lobo, el pueblo del lobo, y vosotros debéis conocer vuestra propia identidad y nunca olvidarla. No penséis que sois alguna figura superior: vosotros sois el grupo más atroz de no humanos dentro de la humanidad. ¿Acaso no sabéis nada de esto? ¿Sabéis cuánto me he arriesgado al obrar entre vosotros? Si vuestro razonamiento no puede ser de nuevo normal y vuestra conciencia no puede funcionar normalmente, entonces nunca os liberaréis del apelativo “lobo”, nunca escaparéis al día de la maldición y al día de vuestro castigo. Vosotros habéis nacido inferiores; una cosa sin ningún valor. Vosotros sois, por naturaleza, una manada de lobos hambrientos, un montón de escombros y basura, y, a diferencia de vosotros, Yo no obro sobre vosotros con el fin de obtener favores, sino por la necesidad de la obra. Si continuáis siendo rebeldes de esta manera, entonces detendré Mi obra, y no obraré nunca más sobre vosotros; por el contrario, transferiré Mi obra a otro grupo que me complazca, y de esta manera os dejaré para siempre, porque Yo no estoy dispuesto a mirar a los que están enemistados conmigo. Así pues, ¿queréis ser compatibles conmigo o estar enemistados conmigo?

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Palabras diarias de Dios  Fragmento 304

Todos los hombres desean ver el verdadero rostro de Jesús y todos desean estar con Él. No creo que ningún hermano o hermana diría que no desea ver a Jesús o estar con Él. Antes de que hayáis visto a Jesús, antes de que hayáis visto al Dios encarnado, es probable que tengáis todo tipo de ideas, como por ejemplo, sobre la apariencia de Jesús, Su forma de hablar, Su forma de vida, etcétera. Sin embargo, una vez que realmente lo hayáis visto, vuestras ideas cambiarán rápidamente. ¿Por qué ocurre esto? ¿Deseáis saberlo? El pensamiento del hombre no puede pasarse por alto, eso es cierto; pero aún más la esencia de Cristo no tolera alteración alguna por parte del hombre. Consideráis que Cristo es un inmortal o un sabio, pero nadie lo considera un hombre normal con esencia divina. Por tanto, muchos de los que día y noche anhelan ver a Dios son sorprendentemente enemigos de Dios e incompatibles con Él. ¿Acaso no es esto un error por parte del hombre? Incluso en estos momentos seguís pensando que vuestra creencia y lealtad son suficientes para haceros dignos de ver el rostro de Cristo, ¡pero os exhorto a que os equipéis con más cosas prácticas! Esto se debe a que, en el pasado, en el presente y en el futuro, muchos de los que han entrado en contacto con Cristo han fracasado o fracasarán; todos ellos juegan el papel de los fariseos. ¿Cuál es la razón de vuestro fracaso? Se debe, precisamente, a que tenéis el concepto de un Dios excelso y merecedor de admiración. Sin embargo, la verdad no es como el hombre desea. Cristo no sólo no es excelso, sino que es particularmente pequeño; no sólo es un hombre, sino que es un hombre común; no sólo no puede ascender al cielo, sino que ni siquiera puede transitar libremente por la tierra. Y siendo así las cosas, las personas lo tratan como un hombre común; lo tratan con indiferencia cuando están con Él y le hablan a la ligera, al tiempo que siguen esperando la venida del “verdadero Cristo”. Tomáis al Cristo que ya ha venido por un hombre común y a Sus palabras como las de un hombre común. Por esta razón no habéis recibido nada de Cristo y, en cambio, habéis expuesto plenamente vuestra propia fealdad a la luz.

Antes del contacto con Cristo, tal vez creas que tu carácter ha sido totalmente transformado, que eres un leal seguidor de Cristo, que nadie es más digno que tú de recibir las bendiciones de Cristo y que, habiendo recorrido muchos caminos, realizado mucha obra y dado mucho fruto, indudablemente serás uno de los que recibirán la corona al final. Sin embargo, hay una verdad que no conoces: el carácter corrupto del hombre y su rebeldía y resistencia son expuestos cuando este ve a Cristo, y la rebeldía y resistencia que se exhiben en ese momento son expuestas absoluta y completamente, más que en cualquier otro momento. Esto se debe a que Cristo es el Hijo del hombre —un Hijo del hombre que posee una humanidad normal—, a quien el hombre ni honra ni respeta. Es gracias a que Dios vive en la carne que la rebeldía del hombre sale a la luz de una forma tan completa y con tan vívido detalle. Así pues, Yo digo que la venida de Cristo ha sacado a la luz toda la rebeldía de la humanidad y ha puesto en claro relieve su naturaleza. A esto se le llama “tentar a un tigre a que baje de la montaña” o “tentar a un lobo a que salga de su cueva”. ¿Te atreves a decir que eres leal a Dios? ¿Te atreves a decir que manifiestas una obediencia total a Dios? ¿Te atreves a decir que no eres rebelde? Algunos dirán: cada vez que Dios me pone en un nuevo entorno, invariablemente me someto sin queja alguna y, además, no albergo ningún concepto acerca de Dios. Otros dirán: cualquier cosa que Dios me encomiende, yo lo hago lo mejor posible y nunca soy negligente. En ese caso, os pregunto lo siguiente: ¿Podéis ser compatibles con Cristo cuando vivís junto a Él? Y ¿por cuánto tiempo seréis compatibles con Él? ¿Un día? ¿Dos días? ¿Una hora? ¿Dos horas? Vuestra fe puede muy bien ser encomiable, pero no tenéis mucho en lo relativo a la constancia. Una vez estés viviendo realmente con Cristo, tu santurronería y engreimiento quedarán poco a poco al descubierto mediante tus palabras y acciones, y también tus deseos extravagantes y tu mentalidad desobediente y descontenta se pondrán de manifiesto de forma natural. Finalmente, tu arrogancia se volverá aún más grande, hasta que estés tan en conflicto con Cristo como el agua lo está con el fuego, y luego tu naturaleza quedará completamente expuesta. En ese momento tus nociones ya no podrán permanecer ocultas, tus quejas también saldrán de manera natural y tu naturaleza humana despreciable saldrá completamente a la luz. Sin embargo, aun entonces continúas negándote a reconocer tu propia rebeldía, creyendo, en cambio, que un Cristo como este no es fácil de aceptar para el hombre, que es demasiado estricto con él y que te someterías plenamente si Él fuera un Cristo más amable. Creéis que vuestra rebeldía está justificada, que solo os rebeláis contra Él cuando os empuja demasiado. Ni una sola vez habéis pensado que no consideráis a Cristo como Dios y que no tenéis intención de obedecerle. Más bien, insistes tercamente en que Cristo actúe de acuerdo con tus deseos y tan pronto como Él hace alguna cosa que no esté de acuerdo con tus ideas, entonces tú crees que Él no es Dios, sino un hombre. ¿No hay acaso muchos entre vosotros que habéis luchado contra Él de esta manera? Después de todo, ¿en quién creéis y de qué manera buscáis?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Quienes son incompatibles con Cristo indudablemente se oponen a Dios

Palabras diarias de Dios  Fragmento 305

Siempre deseáis ver a Cristo, pero Yo os exhorto a que no os tengáis en tan alta estima; todo el mundo puede ver a Cristo, pero Yo digo que nadie es apto para ver a Cristo. Debido a que la naturaleza del hombre está llena de maldad, arrogancia y rebeldía, en el momento en el que veas a Cristo, tu naturaleza te destruirá y te condenará a muerte. Tal vez tu relación con un hermano (o una hermana) no muestre mucho sobre ti, pero no es tan simple cuando te relacionas con Cristo. En cualquier momento, tus conceptos pueden echar raíces, tu arrogancia puede comenzar a germinar y tu rebeldía puede comenzar a dar frutos. ¿Cómo puedes tú, con esa clase de humanidad, ser apto para relacionarte con Cristo? ¿Eres verdaderamente capaz de tratarlo como Dios en cada momento de cada día? ¿Tendrás verdaderamente la realidad de la sumisión a Dios? Adoráis al Dios excelso dentro de vuestro corazón como Jehová, al tiempo que consideráis al Cristo visible como un hombre. ¡Vuestro sentido es muy inferior y vuestra humanidad es demasiado vil! Sois incapaces de considerar a Cristo siempre como Dios; solo ocasionalmente, cuando os apetece, os aferráis a Él y lo adoráis como Dios. Es por eso que os digo que no sois creyentes de Dios, sino una pandilla de cómplices que lucha contra Cristo. Hasta los hombres que son bondadosos con otros son recompensados; sin embargo, Cristo, que ha hecho tal obra entre vosotros, no ha recibido ni el amor del hombre ni su recompensa y sumisión. ¿Acaso no es eso algo sumamente desgarrador?

Tal vez en todos tus años de fe en Dios, nunca hayas maldecido a nadie ni cometido una mala acción, sin embargo, en tu relación con Cristo, no puedes decir la verdad, actuar honestamente u obedecer la palabra de Cristo. En ese caso, Yo digo que tú eres la persona más siniestra y malévola del mundo. Quizás eres excepcionalmente amable y dedicado a tus parientes, tus amigos, tu esposa (o esposo), tus hijos e hijas y tus padres, y nunca te aprovechas de nadie, pero si eres incapaz de ser compatible con Cristo, si eres incapaz de relacionarte en armonía con Él, entonces, aun si gastas todo lo que tienes ayudando a tus vecinos, o si le brindas a tu padre, a tu madre y a los miembros de tu casa un cuidado meticuloso, te diría que sigues siendo un ser malvado y, más aún, lleno de trucos astutos. No pienses que solo porque te llevas bien con los demás o haces algunas buenas obras eres compatible con Cristo. ¿Tú crees que tus intenciones caritativas pueden conseguir para ti las bendiciones del cielo? ¿Piensas que llevar a cabo unas cuantas buenas acciones sustituye tu obediencia? Ninguno de vosotros es capaz de aceptar el trato y la poda, y para todos es difícil abrazar la humanidad normal de Cristo, a pesar de que estáis proclamando constantemente vuestra obediencia a Dios. Una fe como la vuestra tendrá una retribución adecuada. Dejad de entregaros a ilusiones fantasiosas y de desear de ver a Cristo, porque sois de estatura muy baja, tanto así, que ni siquiera sois dignos de verlo. Cuando estés completamente purgado de tu rebeldía y puedas estar en armonía con Cristo, en ese momento Dios se te aparecerá de una forma natural. Si vas a ver a Dios sin haber pasado por la poda o el juicio, indudablemente te convertirás en un adversario de Dios y estarás destinado a la destrucción. La naturaleza del hombre es inherentemente hostil hacia Dios, porque todos los hombres han sido sometidos a la corrupción más profunda de Satanás. Si el hombre trata de relacionarse con Dios a partir de su propia corrupción, ciertamente nada bueno puede salir de eso; sus acciones y palabras indudablemente expondrán su corrupción a cada paso, y al relacionarse con Dios, su rebeldía se revelará en todos sus aspectos. Inconscientemente, el hombre llega a oponerse a Cristo, a engañar a Cristo y a abandonar a Cristo; cuando eso ocurre, el hombre se encuentra en un estado aún más precario y, si esto continúa, se convertirá en objeto de castigo.

Tal vez algunos crean que, si la relación con Dios es tan peligrosa, quizá sea más sabio mantener a Dios a distancia. ¿Qué pueden obtener las personas como estas? ¿Pueden ser leales a Dios? Ciertamente, la relación con Dios es muy difícil, pero eso se debe a que el hombre está corrompido y no a que Dios no pueda relacionarse con él. Sería mejor que dedicarais más esfuerzo a la verdad de conocer el ser. ¿Por qué no habéis encontrado el favor de Dios? ¿Por qué vuestro carácter es abominable para Él? ¿Por qué vuestro discurso despierta Su odio? Tan pronto como demostráis un poco de lealtad, os elogiáis a vosotros mismos y exigís una recompensa por una pequeña contribución; despreciáis a los demás cuando habéis mostrado una pizca de obediencia y desdeñáis a Dios después de llevar a cabo alguna tarea insignificante. Por recibir a Dios, pides dinero, regalos y halagos. Te duele el corazón cuando das una o dos monedas; cuando das diez, deseas bendiciones y ser tratado con distinción. Resulta extremadamente ofensivo hablar u oír hablar de una humanidad como la vuestra. ¿Hay algo digno de alabanza en vuestras palabras y acciones? Quienes cumplen su deber y quienes no; quienes lideran y quienes siguen; quienes reciben a Dios y quienes no; quienes donan y quienes no; quienes predican y quienes reciben la palabra, etcétera: todos esos hombres se alaban a sí mismos. ¿Acaso no os parece esto risible? Aunque sabéis perfectamente que creéis en Dios, no podéis ser compatibles con Él. Aunque sois plenamente conscientes de que no tenéis ningún mérito, de cualquier modo persistís en alardear. ¿Acaso no sentís que vuestro sentido se ha deteriorado al punto de ya no tener autocontrol? Con un sentido como este, ¿cómo podéis ser aptos para relacionaros con Dios? ¿Acaso no tenéis miedo por vosotros mismos en este momento crítico? Vuestro carácter ya se ha deteriorado hasta el punto en que sois incapaces de ser compatibles con Dios. Siendo esto así, ¿no es risible vuestra fe? ¿No es absurda vuestra fe? ¿Cómo vas a enfrentarte a tu futuro? ¿Cómo vas a elegir la senda por la cual habrás de caminar?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Quienes son incompatibles con Cristo indudablemente se oponen a Dios

Palabras diarias de Dios  Fragmento 306

He expresado tantas palabras y también he expresado Mi voluntad y Mi carácter, pero aun así, las personas todavía son incapaces de conocerme y de creer en Mí. O se podría decir que las personas todavía son incapaces de obedecerme. Los que viven en la Biblia, los que viven en medio de la ley, los que viven en la cruz, los que viven de acuerdo con las doctrinas, los que viven entre la obra que Yo hago en la actualidad, ¿cuál de ellos es compatible conmigo? Solo pensáis en recibir bendiciones y recompensas, pero nunca habéis pensado en cómo ser realmente compatibles conmigo, o cómo evitar estar en contra de Mí. Estoy tan decepcionado de vosotros porque os he dado tanto, pero he obtenido tan poco de vosotros. Vuestro engaño, vuestra arrogancia, vuestra codicia, vuestros deseos extravagantes, vuestra traición, vuestra desobediencia, ¿cuál de estos podría escapar a Mi vista? Sois descuidados conmigo, jugáis conmigo, me insultáis, me aduláis, me exigís y me chantajeáis para obtener sacrificios, ¿cómo podría tal maleficencia eludir Mi castigo? Todas estas maldades son prueba de vuestra enemistad contra Mí y de vuestra incompatibilidad conmigo. Cada uno de vosotros creéis ser tan compatibles conmigo, pero, si fuese así, ¿a quién se aplicaría esa evidencia irrefutable? Creéis que poseéis la máxima sinceridad y lealtad hacia Mí. Pensáis que sois tan bondadosos, tan compasivos y que me habéis dedicado tanto. Pensáis que habéis hecho más que suficiente por Mí, ¿pero habéis alguna vez comparado esto con vuestras acciones? Digo que sois bastante arrogantes, bastante codiciosos, bastante negligentes; los trucos con los que me engañáis son bastante ingeniosos y tenéis bastantes intenciones despreciables y métodos despreciables. Vuestra lealtad es demasiado pobre, vuestra sinceridad es demasiado miserable y vuestra conciencia es aún más deficiente. Hay demasiada malicia en vuestros corazones y nadie se libra de ella, ni siquiera Yo. Me cerráis la puerta por el bien de vuestros hijos, de vuestros maridos o de vuestra propia protección. En vez de preocuparos por Mí, os preocupáis por vuestra familia, vuestros hijos, vuestro estatus, vuestro futuro y vuestra propia satisfacción. ¿Cuándo habéis pensado en Mí mientras hablabais o actuabais? En los días helados, vuestros pensamientos están ocupados por vuestros hijos, vuestros maridos, vuestras esposas o vuestros padres. En los días de bochorno, tampoco tengo lugar en vuestros pensamientos. Cuando desempeñas tu deber, estás pensando en tus propios intereses, en tu propia seguridad personal o los miembros de tu familia. ¿Qué has hecho que fuera para Mí? ¿Cuándo has pensado en Mí? ¿Cuándo te has dedicado, a cualquier costo, a Mí y Mi obra? ¿Dónde está la evidencia de tu compatibilidad conmigo? ¿Dónde está la realidad de tu lealtad hacia Mí? ¿Dónde está la realidad de tu obediencia a Mí? ¿Cuándo no ha sido tu intención la de obtener Mis bendiciones? Os burláis de Mí y me engañáis, jugáis con la verdad, escondéis la existencia de la verdad y traicionáis la esencia de la verdad. ¿Qué os espera en el futuro al ir en contra de Mí de esta manera? Solo buscáis la compatibilidad con un Dios impreciso y solo buscáis una creencia vaga, pero no sois compatibles con Cristo. ¿Vuestra maleficencia no recibirá la misma retribución que la que merecen los malvados? En aquel momento, os daréis cuenta de que nadie que no sea compatible con Cristo puede escapar del día de la ira, y descubriréis qué clase de retribución vendrá sobre los que están en contra de Cristo. Cuando ese día llegue, vuestros sueños de ser bendecidos por vuestra creencia en Dios y de poder entrar en el cielo, se harán añicos. Sin embargo, no será así para los que son compatibles con Cristo. Aunque han perdido mucho, aunque han sufrido muchas dificultades, recibirán toda la herencia que Yo le lego a la humanidad. Finalmente, entenderéis que solo Yo soy el Dios justo y que solo Yo soy capaz de llevar a la humanidad a su hermoso destino.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Deberías buscar el camino de la compatibilidad con Cristo

Palabras diarias de Dios  Fragmento 307

Dios les ha confiado mucho a los humanos y también ha hablado de incontables maneras sobre la entrada humana. Sin embargo, por ser el calibre de las personas tan pobre, muchas de las palabras de Dios dejan de arraigarse. Existen diversas razones para este pobre calibre, como la corrupción del pensamiento y la moralidad humanas, la falta de una educación adecuada; las supersticiones feudales que ocupan gravemente el corazón del hombre; los estilos de vida depravados y decadentes que han alojado muchas enfermedades en los rincones más profundos del corazón humano; una comprensión superficial de la alfabetización cultural, con casi el noventa y ocho por ciento de las personas que carecen de educación en ella. Lo que es más, hay muy pocos que reciben niveles más altos de educación cultural. Por lo tanto, básicamente no tienen ni idea de lo que significan el Espíritu o Dios. Solo poseen una imagen imprecisa y poco clara de Dios según les proveen las supersticiones feudales. Perniciosas influencias en lo profundo del corazón humano, como resultado de miles de años “del elevado espíritu nacional” y el pensamiento feudal han dejado a las personas atadas y encadenadas, sin una pizca de libertad. Como resultado, son personas sin aspiraciones ni perseverancia, ni deseo de progresar, sino que permanecen pasivos y retrógrados, con una mentalidad de esclavos particularmente fuerte, y así sucesivamente, estos factores objetivos les han impartido una desagradable imagen, de indeleble suciedad, a la actitud ideológica, los ideales, la moralidad y el carácter humanos. Al parecer, los seres humanos están viviendo en un mundo oscuro de terrorismo y nadie busca trascenderlo, nadie piensa en avanzar a un mundo ideal. Se contentan con su suerte en la vida y pasan sus días teniendo hijos y criándolos, esforzándose, sudando, atendiendo sus quehaceres, soñando con una familia agradable y feliz, el afecto conyugal, la piedad filial por parte de los hijos, unos últimos años gozosos y vivir una vida apacible… Durante decenas, millares, decenas de millares de años hasta ahora, las personas han malgastado así su tiempo; nadie ha creado una vida perfecta. Se han limitado a masacrarse unos a otros en este mundo oscuro, luchando por fama y fortuna, en intrigas los unos contra los otros. ¿Quién ha buscado alguna vez la voluntad de Dios? ¿Alguna vez le ha prestado alguien atención a la obra de Dios? Todas estas porciones dentro de los seres humanos, ocupados por la influencia de la oscuridad, se han convertido hace mucho tiempo en naturaleza humana, de manera que es bastante difícil llevar a cabo la obra de Dios, y hoy las personas tienen aún menos ánimo de prestar atención a lo que Dios les ha confiado. En cualquier caso, creo que a nadie le importará que Yo pronuncie estas palabras, ya que de lo que estoy hablando es de la historia de miles de años. Referirse a la historia significa hechos y, además, escándalos obvios para todos; ¿de qué sirve, pues, hablar en contra de los hechos? Pero Yo también creo que las personas razonables, al ver estas palabras, se despertarán y se esforzarán por progresar. Dios espera que los seres humanos puedan vivir y trabajar en paz y contentamiento, mientras son capaces de amar a Dios al mismo tiempo. La voluntad de Dios es que toda la humanidad pueda entrar en el reposo; más que esto, el llenar toda la tierra con la gloria de Dios es Su gran deseo. Es simplemente una lástima que los seres humanos sigan hundidos en el olvido y permanezcan dormidos, tan fuertemente corrompidos por Satanás que hoy no tienen ya la semejanza de los humanos. Así pues el pensamiento, la moralidad y la educación humanos forman un vínculo importante, con la preparación en la alfabetización cultural formando un segundo vínculo, para elevar mejor el calibre de los seres humanos y cambiar su perspectiva espiritual.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra y la entrada (3)

Palabras diarias de Dios  Fragmento 308

En sus experiencias vitales piensan a menudo: “He abandonado a mi familia y mi carrera por Dios, ¿y qué me ha dado Él? Debo sumarlo todo y confirmarlo: ¿He recibido bendiciones recientemente? He dado mucho durante este tiempo, he corrido y corrido, y he sufrido mucho; ¿me ha dado Dios alguna promesa a cambio? ¿Ha recordado mis buenas obras? ¿Cuál será mi final? ¿Puedo recibir Sus bendiciones?…”. Toda persona hace, constantemente esas cuentas en su corazón, y le ponen exigencias a Dios que incluyen sus motivaciones, sus ambiciones y una mentalidad de transacciones. Es decir, el hombre le está poniendo incesantemente a prueba en su corazón, ideando planes sobre Él, defendiendo ante Él su propio fin, tratando de arrancarle una declaración, viendo si Él puede o no darle lo que quiere. Al mismo tiempo que busca a Dios, el hombre no lo trata como tal. El hombre siempre ha intentado hacer tratos con Él, exigiéndole cosas sin cesar, y hasta presionándolo a cada paso, tratando de tomar el brazo cuando le dan la mano. A la vez que intenta hacer tratos con Dios, también discute con Él, e incluso hay personas que, cuando les sobrevienen las pruebas o se encuentran en ciertas circunstancias, con frecuencia se vuelven débiles, pasivos y holgazanes en su trabajo, y se quejan mucho de Él. Desde el momento que empezó a creer en Él por primera vez, el hombre lo ha considerado una cornucopia, una navaja suiza, y se ha considerado Su mayor acreedor, como si tratar de conseguir bendiciones y promesas de Dios fuera su derecho y obligación inherentes, y la responsabilidad de Dios protegerlo, cuidar de él y proveer para él. Tal es el entendimiento básico de la “creencia en Dios” de todos aquellos que creen en Él, y su comprensión más profunda del concepto de creer en Él. Desde la naturaleza y esencia del hombre a su búsqueda subjetiva, nada tiene relación con el temor de Dios. El objetivo del hombre de creer en Dios, no es posible que tenga nada que ver con la adoración a Dios. Es decir, el hombre nunca ha considerado ni entendido que la creencia en Él requiera que se le tema y adore. A la luz de tales condiciones, la esencia del hombre es obvia. ¿Cuál es? El corazón del hombre es maligno, alberga traición y astucia, no ama la ecuanimidad, la justicia ni lo que es positivo; además, es despreciable y codicioso. El corazón del hombre no podría estar más cerrado a Dios; no se lo ha entregado en absoluto. Él nunca ha visto el verdadero corazón del hombre ni este lo ha adorado jamás. No importa cuán grande sea el precio que Dios pague, cuánta obra Él lleve a cabo o cuánto le provea al hombre, este sigue estando ciego a ello y totalmente indiferente. El ser humano no le ha dado nunca su corazón a Dios, solo quiere ocuparse de su corazón, tomar sus propias decisiones; el trasfondo de esto es que no quiere seguir el camino de temer a Dios y apartarse del mal ni obedecer Su soberanía ni Sus disposiciones, ni adorar a Dios como tal. Este es el estado del hombre en la actualidad.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo II

Palabras diarias de Dios  Fragmento 309

¿Acaso no se oponen muchos a Dios y obstruyen la obra del Espíritu Santo, porque no conocen la obra variada y diversa de Dios, y, además, porque no poseen sino una pizca de conocimiento y doctrina con los que medir la obra del Espíritu Santo? Aunque las experiencias de tales personas son superficiales, ellas son arrogantes y permisivas en su naturaleza y consideran la obra del Espíritu Santo con desprecio, ignoran Sus disciplinas y, además, usan sus viejos argumentos triviales para “confirmar” la obra del Espíritu Santo. También hacen una escena y están plenamente convencidas de su propio conocimiento y erudición, y de que son capaces de recorrer todo el mundo. ¿No son tales personas las que el Espíritu Santo desprecia y rechaza, y no serán descartadas antes de la nueva era? ¿No son los que vienen delante de Dios y se oponen abiertamente a Él, villanos ignorantes y mal informadas, que simplemente intentan demostrar lo brillantes que son? Con tan solo un ínfimo conocimiento de la Biblia, tratan de descontrolar la “academia” del mundo; con tan solo una doctrina superficial que enseñar a las personas, intentan revertir la obra del Espíritu Santo, y tratan de hacerla girar alrededor de su propio proceso de pensamiento. Aun siendo tan cortos de miras, intentan observar con una sola mirada 6000 años de obra de Dios. ¡Estas personas no tienen ningún razonamiento que valga la pena mencionar! De hecho, cuanto mayor es el conocimiento de Dios por parte de las personas, más tardan en juzgar Su obra. Además, solo hablan un poco de su conocimiento de la obra de Dios hoy, pero no son imprudentes en sus juicios. Cuanto menos conocen a Dios las personas, más soberbias y arrogantes son, y con mayor desenfreno proclaman el ser de Dios, pero solo hablan de teorías y no ofrecen evidencias reales. Tales personas no tienen ningún valor en absoluto. ¡Quienes ven la obra del Espíritu Santo como un juego son frívolos! Los que no son cautos cuando se encuentran con la nueva obra del Espíritu Santo, que hablan hasta por los codos, que son rápidos para juzgar, que dan rienda suelta a su temperamento para negar la corrección de la obra del Espíritu Santo y que también la insultan y blasfeman contra ella, ¿no ignoran estas personas irrespetuosas dicha obra? ¿No son, además, personas de gran arrogancia, inherentemente soberbias e ingobernables? Aunque llegue el día en el que tales personas acepten la nueva obra del Espíritu Santo, Dios seguirá sin tolerarlas. No solo miran por encima del hombro a aquellos que trabajan para Dios, sino que blasfeman contra Él mismo. Tales personas temerarias no serán perdonadas ni en esta era ni en la venidera, ¡y perecerán para siempre en el infierno! Estas personas irrespetuosas y permisivas están fingiendo creer en Dios y, cuanto más sean así, más probable es que ofendan Sus decretos administrativos. ¿No caminan por esta senda todos esos arrogantes, desenfrenados innatos, que nunca han obedecido a nadie? ¿Acaso no se oponen a Dios día tras día, a Él, que siempre es nuevo y nunca viejo?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Conocer las tres etapas de la obra de Dios es la senda para conocer a Dios

Palabras diarias de Dios  Fragmento 310

El conocimiento de la cultura y la historia antigua que abarca varios miles de años ha cerrado el pensamiento del hombre, las nociones y su perspectiva mental, de un modo tan estrecho que los hace impermeables y no biodegradables[1]. La gente vive en el decimoctavo círculo del infierno, donde, como si hubiera sido desterrado por Dios a las mazmorras, quizás nunca más verá la luz. El pensamiento feudal ha oprimido a la gente de tal manera que apenas pueden respirar y se están asfixiando. No tienen ni un ápice de fuerza para resistir; todo lo que hacen es soportar y soportar en silencio… Ninguno ha osado nunca luchar por la rectitud y la justicia ni defenderla; sencillamente viven una vida peor que la de un animal, bajo el abuso y los golpes de la ética feudal, día tras día y año tras año. No han pensado nunca en buscar a Dios para disfrutar de la felicidad en el mundo humano. Es como si hubieran molido a palos a la gente hasta ser como las hojas caídas del otoño, marchitadas, secas y doradas. La gente ha perdido la memoria hace mucho tiempo; vive indefensa en el infierno conocido como el mundo humano, en espera de que llegue el último día para poder perecer junto con este infierno, como si ese último día que anhelan fuera el día en que el hombre disfrutará de una tranquila paz. Las éticas feudales han llevado la vida del hombre al “Hades”, debilitando aún más el poder del hombre para resistir. Todo tipo de opresión empuja al ser humano, paso a paso, a caer cada vez a mayor profundidad en el Hades y cada vez más lejos de Dios, hasta que, hoy, Él se ha convertido en un completo extraño para el hombre y este todavía se apresura a evitarlo cuando se encuentran. El hombre no le hace caso, y lo aísla como si nunca lo hubiera conocido o visto. Sin embargo, Dios ha estado esperando al hombre a lo largo del extenso viaje de la vida humana, sin lanzar nunca Su furia irrefrenable contra él, meramente aguardando en silencio, sin una palabra, a que el hombre se arrepintiera y empezara de nuevo. Hace mucho que Dios vino al mundo humano para compartir los sufrimientos de este con el hombre. En todos los años que ha vivido con el hombre, nadie ha descubierto Su existencia. Dios sólo soporta en silencio la miseria de la mezquindad en el mundo humano, mientras lleva a cabo la obra que ha traído en persona. Él sigue soportando por la voluntad de Dios Padre y por las necesidades de la humanidad, padeciendo sufrimientos que nunca antes experimentó el hombre. Ante la presencia del hombre, Él lo ha servido en silencio, y se ha humillado por amor a la voluntad de Dios Padre, y por las necesidades de la humanidad. El conocimiento de la cultura de la antigüedad ha robado al hombre, a escondidas, de la presencia de Dios, y lo ha entregado al rey de los demonios y su prole. Los Cuatro Libros y los Cinco Clásicos[a] han llevado el pensamiento y las nociones del hombre a otra era de rebelión, y han hecho que ofrezca aún más adulación que antes a aquellos que recopilaron los Libros/Documentos Clásicos, y como consecuencia de ello se exacerban sus nociones sobre Dios. Sin que el hombre lo supiese, el rey de los demonios expulsó a Dios de su corazón y después lo ocupó él mismo con regodeo triunfante. Desde ese momento, el hombre fue poseído por un alma fea y perversa con el rostro del rey de los demonios. Su pecho se llenó de odio hacia Dios, y la maldad rencorosa del rey de los demonios se extendió dentro del hombre día tras día, hasta que este quedó consumido por completo. El hombre ya no tenía la más mínima libertad, ni manera de liberarse de los esforzados empeños del rey de los demonios. No le quedó otro remedio que ser tomado cautivo en el acto, rendirse y sucumbir a la sumisión en su presencia. Hace mucho, cuando el corazón y el alma del hombre estaban todavía en ciernes, el rey de los demonios plantó en ellos la semilla del tumor del ateísmo, le enseñó falacias tales como “estudia ciencia y tecnología, realiza las Cuatro Modernizaciones y no hay Dios en el mundo”. Y no solo eso, sino que grita en toda ocasión: “Construyamos una hermosa patria apoyándonos en nuestro laborioso esfuerzo”; pidiendo a todas las personas que estuvieran preparadas desde la infancia para servir a su país con lealtad. El hombre fue llevado ante su presencia inconscientemente, donde, sin dudarlo, se atribuyó todo el mérito a sí mismo (es decir, el mérito que le pertenece a Dios por sostener a toda la humanidad en Sus manos). Nunca tuvo ningún sentido de vergüenza. Además, capturó descaradamente al pueblo de Dios y lo arrastró de vuelta a su casa, donde saltó como un ratón sobre la mesa, e hizo que el hombre lo adorara como a Dios. ¡Qué malhechor! Grita cosas desconcertantes y escandalosas como: “No hay Dios en el mundo. El viento surge de transformaciones según las leyes naturales; la lluvia se crea cuando el vapor de agua, al encontrarse con temperaturas bajas, se condensa en gotas que caen sobre la tierra; un terremoto es el temblor de la superficie de la tierra por los cambios geológicos; la sequía se debe a la sequedad del aire causada por la interrupción nucleónica en la superficie del sol. Son fenómenos naturales. ¿Dónde hay un acto de Dios en todo esto?”. Hay incluso aquellos que gritan declaraciones como las siguientes, declaraciones a las que no se les debería dar voz: “El hombre evolucionó de los simios en la antigüedad, y el mundo hoy viene de una sucesión de sociedades primitivas de hace un eón. El que un país prospere o decaiga está completamente en manos de su pueblo”. En el fondo, hace que el hombre lo cuelgue en la pared o lo ponga en la mesa para rendirle homenaje y hacerle ofrendas. Al tiempo en que grita: “No hay Dios”, se considera a sí mismo como Dios, y empuja a Dios fuera de los límites de la tierra con suma severidad mientras se pone en lugar de Dios y actúa como rey de los demonios. ¡No tiene ningún sentido! Hace que uno lo odie hasta la médula. Parece que Dios sea su enemigo acérrimo, y que los dos no puedan coexistir. Conspira para ahuyentar a Dios, mientras que se pasea a sus anchas, fuera del alcance de la ley[2]. ¡Vaya un rey de los demonios! ¿Cómo puede tolerarse su existencia? No descansará hasta que haya hecho arruinado la obra de Dios, y la haya dejado hecha trizas[3], como si quisiera oponerse a Dios hasta las últimas consecuencias, hasta que uno o el otro perezca, oponiéndose a Dios deliberadamente y acercándose cada vez más. Hace tiempo que su odioso rostro ha sido desenmascarado completamente, ahora está magullado y golpeado[4] y en una situación deplorable, pero todavía no cede en su odio a Dios, como si solo al devorarlo de un bocado, pudiera aplacar el aborrecimiento acumulado en su corazón. ¿Cómo podemos tolerarlo a este enemigo de Dios? Solo su erradicación y completa exterminación llevará a cabo el deseo de nuestra vida. ¿Cómo puede permitírsele que siga corriendo desenfrenadamente? Ha corrompido al hombre hasta tal punto que este no conoce al sol-cielo, y se ha vuelto apagado y obtuso y sin sentimientos. El hombre ha perdido la razón humana normal. ¿Por qué no ofrecer todo nuestro ser para destruirlo y quemarlo, para eliminar todas las preocupaciones futuras y permitir que la obra de Dios alcance con mayor prontitud un esplendor sin precedentes? Esta banda de sinvergüenzas ha venido al mundo de los hombres y lo ha dejado patas arriba. Han llevado a todos los seres humanos al borde de un precipicio, y han planeado en secreto empujarlos para que caigan, se hagan pedazos y puedan devorar sus cadáveres. Esperan en vano interrumpir el plan de Dios, y competir con Él apostándolo todo a una sola carta[5]. ¡Esto no es en modo alguno fácil! La cruz ha sido preparada, después de todo, para el rey de los demonios que es culpable del más odioso de los crímenes. Dios no pertenece a la cruz. Él ya se la ha dejado al diablo. Hace mucho que Dios emergió victorioso, y ya no siente tristeza por los pecados de la humanidad, sino que traerá salvación a toda ella.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra y la entrada (7)

Notas al pie:

1. “No biodegradable” tiene la intención de fungir como una sátira aquí, y significa que las personas son rígidas en su conocimiento, cultura y perspectiva espiritual.

2. “Pasea a sus anchas, fuera del alcance de la ley” indica que el diablo se desquicia y está fuera de control.

3. “Hacer trizas” se refiere a lo insoportable de ver que es la violenta conducta del diablo para las personas.

4. “Magullado y golpeado” alude al horrible rostro del rey de los demonios.

5. “Apostándolo todo a una sola carta” significa poner todo el dinero en una sola apuesta con la esperanza de ganar al final. Es una metáfora de la argucias perversas y siniestras del diablo. La expresión se utiliza en tono de burla.

a. Los Cuatro Libros y los Cinco Clásicos son los libros autorizados del Confucionismo en China.


Palabras diarias de Dios  Fragmento 311

De arriba abajo, y de principio a fin, Satanás ha estado perturbando la obra de Dios y actuando en oposición a Él. Toda esta conversación sobre “la herencia cultural antigua”, valioso “conocimiento de la antigua cultura”, “enseñanzas del taoísmo y confucionismo”, y “los clásicos confucianos y ritos feudales” ha llevado al hombre al infierno. La ciencia y la tecnología avanzadas modernas, así como la industria, la agricultura y los negocios altamente desarrollados no se ven por ningún sitio. Más bien, todo lo que hace es enfatizar los ritos feudales propagados por los “simios” de la antigüedad para interrumpir, oponerse y destruir deliberadamente la obra de Dios. No solo ha seguido afligiendo al hombre hasta hoy, sino que además quiere tragárselo[1] por completo. La transmisión de las enseñanzas éticas y morales del feudalismo y el legado del conocimiento de la antigua cultura han infectado a la humanidad desde hace mucho, y la han convertido en demonios grandes y pequeños. Solo hay unos cuantos que recibirían de buena gana a Dios, y que recibirían con júbilo Su venida. El rostro de la humanidad está lleno de intenciones asesinas y, en todas partes, se respira un aire de muerte. Buscan expulsar a Dios de esta tierra; cuchillos y espadas en mano, se disponen en formación de batalla para “aniquilarlo”. Todos los ídolos están esparcidos por esta tierra del diablo, donde constantemente se le enseña al hombre que no hay Dios, y el aire de encima está impregnado de un olor nauseabundo a papel e incienso quemados, tan espeso que asfixia. Parece ser el olor del lodo que flota en el aire cuando la serpiente venenosa se retuerce, tanto que no se puede evitar vomitar. Además de esto, se puede oír levemente el sonido de los demonios malignos que salmodian las escrituras, un sonido que parece provenir del infierno remoto, tanto que uno no puede evitar sentir un escalofrío. En todas partes de esta tierra se colocan ídolos de todos los colores del arcoíris, que convierten la tierra en un mundo de deleites sensuales, mientras el rey de los demonios no para de reír con malicia, como si su miserable plan hubiera tenido éxito. Mientras tanto, el hombre ignora todo esto por completo, sin tener ni idea de que el diablo ya lo ha corrompido hasta tal extremo que se ha vuelto insensible y ha bajado la cabeza derrotado. Desea borrar de un plumazo todo lo que tiene que ver con Dios, y mancillarlo y asesinarlo de nuevo. Está decidido a derribar e interrumpir Su obra. ¿Cómo puede permitir que Dios tenga el mismo estatus? ¿Cómo puede tolerar que Dios “interfiera” con su obra entre los hombres en la tierra? ¿Cómo puede dejar que Dios desenmascare su odioso rostro? ¿Cómo puede permitir que Dios haga caer su obra en el desorden? ¿Cómo puede este diablo, apoplético de ira, permitir que Dios tenga control sobre su corte imperial en la tierra? ¿Cómo puede inclinarse voluntariamente ante Su poder superior? Su odioso rostro se ha revelado tal como es, de manera que uno no sabe si reír o llorar, y resulta verdaderamente difícil hablar de ello. ¿Acaso no es esta su sustancia? Con un alma fea, sigue creyéndose increíblemente hermoso. ¡Esa banda de cómplices criminales[2]! Descienden al reino de los mortales para complacerse en los placeres y causar una conmoción, agitando tanto las cosas que el mundo se convierte en un lugar voluble e inconstante y el corazón del hombre se llena de pánico e inquietud, y han jugado tanto con el hombre que su apariencia se ha convertido en la de una bestia inhumana del campo, sumamente fea, y de la cual se ha perdido hasta el último rastro del hombre santo original. Además, incluso desean asumir el poder soberano en la tierra. Obstaculizan tanto la obra de Dios que esta apenas puede avanzar, y estrechan al hombre tan firmemente como los muros de cobre y acero. Habiendo cometido tantos pecados graves y causado tantos desastres, ¿todavía están esperando otra cosa que el castigo? Los demonios y los espíritus malignos han estado causando estragos en la tierra durante un tiempo, han bloqueado la voluntad y el meticuloso esfuerzo de Dios hasta el punto en que son impenetrables. ¡Qué pecado mortal! ¿Cómo puede Dios no sentirse angustiado? ¿Cómo no airarse? Se han opuesto a la obra de Dios y la han obstaculizado severamente: ¡Qué rebeldes! Hasta esos demonios, grandes y pequeños, se comportan como chacales siguiendo los talones del león y la corriente malvada, ideando disturbios sobre la marcha. Deliberadamente resisten a la verdad a pesar de conocerla. ¡Hijos de la rebeldía! Es como si, ahora que su rey del infierno ha ascendido al trono real, ellos se hubieran vuelto engreídos y autocomplacientes y trataran a los demás con desdén. ¿Cuántos de ellos buscan la verdad, y siguen la justicia? Todos son bestias como cerdos y perros, que dirigen a una banda de moscas apestosas, meneando la cabeza con autocomplacencia e incitando todo tipo de problemas[3] en medio de un montón de estiércol. Creen que su rey del infierno es el mayor de los reyes, sin darse cuenta de que ellos mismos no son más que moscas apestosas. Y no solo eso, sino que se aprovechan del poder de los perros y cerdos que tienen como padres para calumniar la existencia de Dios. Igual que las moscas diminutas, creen que sus progenitores son tan grandes como las ballenas azules[4]. No se dan cuenta de que son diminutos, pero sus padres son cerdos y perros inmundos millones de veces más grandes que ellos. Inconscientes de su propia bajeza, se apoyan en el hedor de la putrefacción que rezuma de esos perros y cerdos para correr enloquecidos, pensando en vano que procrearán generaciones futuras, ¡sin ninguna vergüenza! Con alas verdes en su espalda (esto se refiere a su afirmación de creer en Dios), son presuntuosos y se jactan en todas partes de su propia belleza y atractivo, mientras que echan en secreto las impurezas de sus propios cuerpos sobre el hombre. Además, están extremadamente satisfechos de sí mismos, como si pudieran usar un par de alas con los colores del arcoíris para esconder sus propias impurezas; y por estos medios traen su opresión a la existencia del Dios verdadero (esto se refiere a lo que sucede entre bambalinas en el mundo religioso). ¿Cómo iba a saber el hombre que, aunque las alas de la mosca sean hermosas y encantadoras, la mosca en sí después de todo no es más que una criatura minúscula con la barriga llena de suciedad y el cuerpo cubierto de gérmenes? Sobre la base de sus padres, unos cerdos y perros, hacen estragos por la tierra (esto se refiere a la manera en que los oficiales religiosos que persiguen a Dios se basan en el firme apoyo del gobierno de la nación para levantarse contra el Dios verdadero y la verdad) con su salvajismo descontrolado. Es como si los fantasmas de los fariseos judíos hubieran regresado con Dios a la nación del gran dragón rojo, de vuelta a su viejo nido. Han iniciado otra ronda de persecución, retomando su obra de hace varios miles de años. ¡Sin lugar a duda, este grupo de degenerados perecerá en la tierra al final! Al parecer, tras varios milenios, los espíritus inmundos se han vuelto más astutos y maliciosos. Constantemente están pensando en formas de socavar en secreto la obra de Dios. Con una infinidad de trucos y artimañas desean recrear en su tierra natal la tragedia de hace varios miles de años, incitando a Dios hasta que casi da un grito. Arde en deseos de regresar al tercer cielo para aniquilarlos. Para que el hombre ame a Dios, debe entender Su voluntad, Sus gozos y Sus tristezas, y comprender qué es lo que aborrece. Esto impulsará aún mejor la entrada del hombre. Cuanto más rápido se produzca la entrada del hombre, antes estará satisfecha la voluntad de Dios, más claro será el discernimiento del hombre respecto al rey de los demonios y más cerca estará de Dios, para que Su deseo pueda hacerse realidad.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra y la entrada (7)

Notas al pie:

1. “Tragarlo” se refiere a la violenta conducta del rey de los demonios, que saquea al pueblo en su totalidad.

2. Los “cómplices criminales” son del mismo tipo que “una banda de rufianes”.

3. “Incitar todo tipo de problemas” se refiere a cómo las personas demoniacas se desmandan, obstruyen la obra de Dios y se oponen a ella.

4. “Las ballenas azules” se usa en tono burlón. Es una metáfora de cómo las moscas son tan pequeñas que los cerdos y los perros les parecen grandes como ballenas.


Palabras diarias de Dios  Fragmento 312

Durante miles de años, esta ha sido la tierra de la suciedad. Es insoportablemente sucia, la miseria abunda, los fantasmas campan a su antojo por todas partes; timan, engañan, y hacen acusaciones sin razón[1]; son despiadados y crueles, pisotean esta ciudad fantasma y la dejan plagada de cadáveres; el hedor de la putrefacción cubre la tierra e impregna el aire; está fuertemente custodiada[2]. ¿Quién puede ver el mundo más allá de los cielos? El diablo ata firmemente todo el cuerpo del hombre, pone un velo ante sus ojos y sella con fuerza sus labios. El rey de los demonios se ha desbocado durante varios miles de años, hasta el día de hoy, cuando sigue custodiando de cerca la ciudad fantasma, como si fuera un “palacio de demonios” impenetrable. Esta manada de perros guardianes, mientras tanto, mira fijamente con mirada penetrante, profundamente temerosa de que Dios la pille desprevenida, los aniquile a todos, y los deje sin un lugar de paz y felicidad. ¿Cómo podría la gente de una ciudad fantasma como esta haber visto alguna vez a Dios? ¿Han disfrutado alguna vez de la amabilidad y del encanto de Dios? ¿Qué apreciación tienen de los asuntos del mundo humano? ¿Quién de ellos puede entender la anhelante voluntad de Dios? Poco sorprende, pues, que el Dios encarnado permanezca totalmente escondido: en una sociedad oscura como esta, donde los demonios son inmisericordes e inhumanos, ¿cómo podría el rey de los demonios, que mata a las personas sin pestañear, tolerar la existencia de un Dios hermoso, bondadoso y además santo? ¿Cómo podría aplaudir y vitorear Su llegada? ¡Esos lacayos! Devuelven odio por amabilidad, empezaron a tratar a Dios como un enemigo hace mucho tiempo, lo han maltratado, son en extremo salvajes, no tienen el más mínimo respeto por Dios, roban y saquean, han perdido toda conciencia, van contra toda conciencia, y tientan a los inocentes para que sean insensibles. ¿Antepasados de lo antiguo? ¿Amados líderes? ¡Todos ellos se oponen a Dios! ¡Su intromisión ha dejado todo lo que está bajo el cielo en un estado de oscuridad y caos! ¿Libertad religiosa? ¿Los derechos e intereses legítimos de los ciudadanos? ¡Todos son trucos para tapar el pecado! ¿Quién ha apoyado la obra de Dios? ¿Quién ha dado su vida o derramado su sangre por la obra de Dios? Y es que, una generación tras otra, de padres a hijos, el hombre esclavizado ha esclavizado sin miramientos a Dios, ¿cómo no incitaría esto a la furia? Miles de años de odio están concentrados en el corazón, milenios de pecaminosidad están grabados en el corazón; ¿cómo no podría esto infundir odio? ¡Venga a Dios, extingue por completo a Su enemigo, no permitas que siga más tiempo fuera de control, que reine como un tirano! Ahora es el momento: el hombre lleva mucho tiempo reuniendo todas sus fuerzas; ha dedicado todos sus esfuerzos y ha pagado todo precio por esto, para arrancarle la cara odiosa a este demonio y permitir a las personas, que han sido cegadas y han soportado todo tipo de sufrimiento y dificultad, que se levanten de su dolor y le vuelvan la espalda a este viejo diablo maligno. ¿Por qué levantar un obstáculo tan impenetrable a la obra de Dios? ¿Por qué emplear diversos trucos para engañar a la gente de Dios? ¿Dónde están la verdadera libertad y los derechos e intereses legítimos? ¿Dónde está la justicia? ¿Dónde está el consuelo? ¿Dónde está la cordialidad? ¿Por qué usar intrigas engañosas para embaucar al pueblo de Dios? ¿Por qué usar la fuerza para reprimir la venida de Dios? ¿Por qué no permitir que Dios vague libremente por la tierra que creó? ¿Por qué acosar a Dios hasta que no tenga donde reposar Su cabeza? ¿Dónde está la calidez entre los hombres? ¿Dónde está la acogida entre la gente? ¿Por qué causar un ansia tan desesperada en Dios? ¿Por qué hacer que Dios llame una y otra vez? ¿Por qué obligar a Dios a que se preocupe por Su amado Hijo? En esta sociedad oscura, ¿por qué sus lamentables perros guardianes no permiten que Dios venga y vaya libremente por el mundo que Él creó? ¿Por qué no entiende el hombre, que vive en medio de dolor y sufrimiento? Por vuestro propio bien, Dios ha padecido gran tormento, con enorme dolor os ha dado a Su amado Hijo, Su carne y Su sangre, ¿por qué seguís haciendo la vista gorda? A plena vista de todos, rechazáis la venida de Dios y negáis Su amistad. ¿Por qué sois tan irrazonables? ¿Estáis dispuestos a soportar las injusticias en una sociedad oscura como esta? ¿Por qué, en vez de llenaros la barriga con milenios de enemistad, os atiborráis con la “porquería” del rey de los demonios?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra y la entrada (8)

Notas al pie:

1. “Hacen acusaciones sin razón” alude a los métodos por los cuales el diablo daña a las personas.

2. “Fuertemente custodiada” indica que los métodos por los cuales el diablo aflige a las personas son especialmente crueles, y las controla tanto que no tienen espacio para moverse.


Palabras diarias de Dios  Fragmento 313

Si las personas pueden ver realmente con claridad la senda correcta de la vida humana, así como el propósito de la gestión de Dios de la humanidad, no atesorarían en su corazón su futuro y destino individuales. Ya no tendrían interés en servir a sus padres, que son peores que cerdos y perros. ¿El futuro y destino del hombre no son exactamente los “padres” de Pedro, así llamados en el presente? Son como la carne y sangre del hombre. ¿Cuál será el destino y el futuro de la carne? ¿Será ver a Dios mientras siga viva o que el alma se encuentre con Dios después de la muerte? ¿La carne acabará mañana en un gran horno de tribulaciones o en conflagración? ¿No se refieren estas preguntas a si la carne del hombre soportará desgracias o sufrirá las mayores noticias por las que cualquiera en esta corriente que tenga cerebro y sea sensato está más preocupado? (Aquí, soportar el sufrimiento se refiere a recibir bendiciones; quiere decir que las pruebas futuras son beneficiosas para el destino del hombre. Desgracia se refiere a ser incapaz de permanecer firme o ser engañado; o quiere decir que uno se va a encontrar con situaciones desafortunadas y va a perder la vida en medio de desastres, y que no hay ningún destino adecuado para el alma de uno). Aunque los humanos tienen buena razón, tal vez lo que piensan no se corresponde totalmente con lo que su razón debería estar equipada. Esto se debe a que todos están bastante confundidos y siguen las cosas a ciegas. Todos deberían comprender profundamente dónde deberían entrar y, en especial, deberían determinar a qué se debería entrar durante la tribulación (es decir, durante el refinamiento en el horno) además de aquello con lo que deberían estar equipados durante la prueba de fuego. No siempre sirvas a tus padres (que significa la carne) que son como cerdos y perros y son peores que las hormigas y los insectos. ¿Qué sentido tiene atormentarse por esto, pensar tanto y devanarse los sesos? La carne no te pertenece, pues está en manos de Dios, que no solo te controla sino que también controla a Satanás. (Esto significa que la carne pertenece originalmente a Satanás. Ya que Satanás también está en manos de Dios, solo se puede decir de esa manera. Esto es porque es más persuasivo decirlo de esa manera; sugiere que los hombres no están completamente bajo el campo de acción de Satanás sino que están en manos de Dios). Vives bajo el tormento de la carne, pero ¿la carne te pertenece? ¿Está bajo tu control? ¿Por qué devanarte los sesos por ello? ¿Por qué molestarte suplicando a Dios obsesivamente por tu pútrida carne, condenada, maldita y profanada hace tanto por espíritus inmundos? ¿Qué necesidad hay de molestarte manteniendo siempre a los cómplices de Satanás cerca de tu corazón? ¿No te preocupa que la carne pueda arruinar tu futuro real, tu maravillosa esperanza y el verdadero destino para tu vida?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El propósito de gestionar a la humanidad

Palabras diarias de Dios  Fragmento 314

Hoy, habéis llegado a entender más que cualquier persona en la historia que nunca fue perfeccionada. Sea vuestro conocimiento de las pruebas o la creencia en Dios, ambos son más altos que los de cualquier creyente en Dios. Las cosas que entendéis son lo que llegáis a conocer antes de que experimentéis las pruebas de ciertos entornos, pero vuestra estatura real es completamente incompatible con ellas. Lo que sabéis es más alto que lo que ponéis en práctica. Aunque decís que las personas que creen en Dios deben amarlo, y deben luchar no por las bendiciones sino solo para cumplir la voluntad de Dios, lo que se manifiesta en vuestras vidas dista mucho de esto y ha sido enormemente contaminado. La mayoría de las personas creen en Dios por buscar la paz y otros beneficios. A menos que sea para tu beneficio, no crees en Dios, y si no puedes recibir las gracias de Dios, te pones de mal humor. ¿Cómo puede ser tu verdadera estatura lo que has dicho? Cuando se trata de incidentes familiares inevitables, tales como niños que se enferman, seres queridos hospitalizados, bajos rendimientos de los cultivos, persecución por parte de familiares, hasta estos frecuentes asuntos de la vida cotidiana son demasiado para ti. Cuando tales cosas suceden, entras en pánico, no sabes qué hacer, y la mayor parte del tiempo te quejas de Dios. Te quejas de que las palabras de Dios te engañaron, de que la obra de Dios se burló de ti. ¿No tenéis tales pensamientos? ¿Piensas que tales cosas suceden entre vosotros solo pocas veces? Pasáis todos los días viviendo en medio de tales acontecimientos. No le prestáis atención alguna al éxito de vuestra fe en Dios ni a cómo cumplir la voluntad de Dios. Vuestra verdadera estatura es demasiado baja, incluso más baja que la de un pollito. Cuando el negocio familiar pierde dinero os quejáis de Dios, cuando os encontráis en un entorno sin la protección de Dios todavía os quejáis de Dios, y os quejáis incluso cuando uno de vuestros pollos muere o una vieja vaca en el corral enferma. Os quejáis cuando es tiempo de que vuestro hijo se case, pero vuestra familia no tiene suficiente dinero; quieres cumplir con el deber de anfitrión, pero no te lo puedes permitir, y entonces también te quejas. No paras de quejarte, y a veces no vas a las reuniones ni comes ni bebes las palabras de Dios a causa de esto; a veces te vuelves negativo durante un largo periodo. Nada de lo que te pasa hoy tiene ninguna relación con tus perspectivas o destino; estas cosas sucederían aunque no creyeras en Dios, pero hoy le pasas la responsabilidad de ellas a Dios e insistes en decir que Dios te ha descartado. ¿Y qué pasa con tu creencia en Dios? ¿Realmente has ofrecido tu vida? Si sufrierais las mismas pruebas que Job, ninguno entre vosotros que seguís a Dios hoy podríais permanecer firmes, todos vosotros caeríais. Y es que hay, sencillamente, una diferencia abismal entre vosotros y Job. Hoy, si la mitad de vuestros bienes fuera incautada os atreveríais a negar la existencia de Dios; si os quitaran a vuestro hijo o hija, correríais por las calles poniendo el grito en el cielo; si tu única manera de ganarte la vida llegara a un callejón sin salida, intentarías polemizar con Dios, preguntarías por qué al principio dije tantas palabras para asustarte. No hay nada que no os atreveríais a hacer en tales momentos. Esto muestra que no habéis obtenido ningún verdadero entendimiento y que no tenéis verdadera estatura. De esta manera, las pruebas en vosotros son demasiado grandes, porque sabéis demasiado, pero lo que verdaderamente entendéis no es ni siquiera una milésima de lo que sois conscientes. No os detengáis en la mera comprensión y conocimiento; mejor deberíais ver cuánto podéis verdaderamente poner en práctica, cuánto del esclarecimiento e iluminación del Espíritu Santo se ganó a través del sudor de vuestro propio arduo trabajo y en cuántas de vuestras prácticas habéis materializado vuestra propia resolución. Debes tomar en serio tu estatura y práctica. En tu creencia en Dios, no deberías simplemente tratar de cumplir con formalidades por causa de alguien; el que puedas o no finalmente obtener la verdad y la vida depende de tu propia búsqueda.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Práctica (3)

Palabras diarias de Dios  Fragmento 315

Algunas se acicalan de forma vistosa pero superficial: las hermanas se adornan como bellas flores y los hermanos se visten como príncipes o jóvenes señoritos ricos. Solo se preocupan por las cosas externas, como las que comen y visten; por dentro están en la indigencia y no tienen el menor conocimiento de Dios. ¿Qué puede significar esto? Luego hay quienes se visten como pobres mendigos; ¡realmente parecen esclavos asiáticos! ¿De verdad no entendéis lo que os pido? Conversad entre vosotros: ¿Qué habéis ganado en realidad? Lleváis creyendo en Dios todos estos años y, sin embargo, esto es todo lo que habéis cosechado; ¿no os da vergüenza? ¿No estáis abochornados? Habéis buscado por el camino verdadero todos estos años, ¡pero vuestra estatura actual es incluso más pequeña que la de un gorrión! Las jóvenes, tan bonitas con vuestra ropa y vuestro maquillaje, comparándoos entre vosotras, ¿qué comparáis? ¿Vuestro placer? ¿Vuestras exigencias? ¿Pensáis que he venido a contratar a modelos? ¡No tenéis vergüenza! ¿Dónde está vuestra vida? Lo que buscáis, ¿no es simplemente vuestro extravagante deseo? Te crees muy hermosa, pero aunque te vistas con todo tipo de galas, ¿no eres, de hecho, un retorcido gusano nacido en un montón de estiércol? Actualmente tienes la suerte de disfrutar de estas bendiciones celestiales, no por tu cara bonita, sino porque Dios está haciendo una excepción al encumbrarte. ¿Todavía no tienes claro de dónde vienes? Cuando te mencionan la vida, callas y no dices nada, muda como una estatua, ¡pese a lo cual tienes el descaro de engalanarte! ¡Todavía tiendes a ponerte colorete y maquillaje en la cara! Y vosotros, señoritos, hombres incorregibles que os pasáis el día por ahí, díscolos y con gesto despreocupado. ¿Así debe comportarse una persona? ¿A qué dedica su atención todo el día cada uno de vosotros, sea hombre o mujer? ¿Sabéis de quién dependéis para alimentaros? Mira tu ropa, mira lo que has cosechado en tus manos, frótate el vientre; ¿qué provecho has sacado del precio que has pagado en sangre y sudor en todos estos años de fe? Todavía piensas en hacer turismo, en embellecer tu carne apestosa, ¡en ocupaciones inútiles! Te pido que seas una persona normal, pero ahora no eres simplemente anormal: eres aberrante. ¿Cómo puede tener una persona así la osadía de presentarse ante Mí? Con esta calidad humana, alardeando de tus encantos y de tu carne, siempre inmerso en los deseos carnales, ¿no eres descendiente de demonios inmundos y malos espíritus? ¡No permitiré que siga existiendo un demonio tan inmundo durante mucho tiempo! Y no creas que no sé lo que piensas dentro de tu corazón. Podrías mantener tu lujuria y tu carne bajo un férreo control, pero ¿cómo no habría de conocer Yo los pensamientos que alberga tu corazón? ¿Cómo no habría de saber qué desean tus ojos? Las jóvenes, ¿no os ponéis tan bonitas para alardear de vuestra carne? ¿En qué os benefician los hombres? ¿Realmente pueden salvaros del océano de aflicción? Y vosotros, señoritos, os vestís para parecer caballerosos y distinguidos, pero ¿no es esta una artimaña ideada para llamar la atención hacia vuestro elegante estilo? ¿Para quiénes lo hacéis? ¿En qué os benefician las mujeres? ¿No son el origen de vuestro pecado? Hombres y mujeres, os he dicho muchas palabras, pero solamente habéis acatado algunas. Sois duros de oído, se os han empañado los ojos y tenéis un corazón tan duro que no hay más que lujuria en vuestro cuerpo, de manera que estáis atrapados en él sin escapatoria. ¿Quién quiere acercarse a vosotros, gusanos que os retorcéis en la inmundicia y la mugre? No olvidéis que no sois sino aquellos a quienes he levantado del montón de estiércol y que al principio no poseíais una humanidad normal. Lo que os pido es la humanidad normal que no poseíais al principio, no que alardeéis de lujuria ni que deis rienda suelta a vuestra carne rancia, adiestrada por el diablo durante tantos años. Al vestiros así, ¿no teméis quedaros atrapados más a fondo? ¿No sabéis que al principio erais del pecado? ¿No sabéis que vuestro cuerpo rebosa tanta lujuria que incluso traspasa vuestra ropa para revelar vuestro estado de demonios insoportablemente feos e inmundos? ¿Acaso no lo tenéis más claro que nadie? Vuestro corazón, vuestros ojos, vuestros labios, ¿no han sido profanados por demonios inmundos? ¿No son inmundas estas partes vuestras? ¿Crees que, mientras no actúes, tú eres el más santo? ¿Crees que ataviarse con ropa bonita puede ocultar vuestras almas sórdidas? ¡Eso no funciona! Os aconsejo más realismo: no seáis engañosos y falsos ni alardeéis de vosotros mismos. Hacéis alarde de vuestra lujuria entre vosotros, pero lo único que recibiréis a cambio será el sufrimiento eterno ¡y una reprensión despiadada! ¿Qué necesidad tenéis de poneros ojitos y andaros con amoríos? ¿Es esta la medida de vuestra integridad, la dimensión de vuestra rectitud? Odio a los que os interesáis por la medicina maligna y la brujería; odio a los jóvenes que amáis vuestra propia carne. Más os vale que os contengáis, pues ahora os exijo una humanidad normal, y no se os permite que alardeéis de lujuria, aunque aprovecháis cualquier oportunidad que tenéis, ya que ¡vuestra carne es demasiado desbordante y vuestra lujuria, demasiado grande!

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Práctica (7)

Palabras diarias de Dios  Fragmento 316

En este momento, la eficacia de vuestra búsqueda se mide por lo que poseéis actualmente. Esto es lo que determina vuestro resultado; es decir, vuestro resultado se revela por los sacrificios y cosas que hayáis hecho. Vuestra búsqueda, vuestra fe y vuestros actos indicarán vuestro resultado. Muchos ya sois imposibles de salvar, pues hoy es el día en que se revelan los resultados de las personas y no me despistaré en Mi obra; no llevaré a la próxima era a aquellos totalmente imposibles de salvar. Llegará un momento en que Mi obra esté terminada. No obraré en esos cadáveres malolientes y exánimes que no se pueden salvar en absoluto; estos son los últimos días de la salvación del hombre y no obraré en balde. No claméis contra el cielo y la tierra: está llegando el fin del mundo. Es inevitable. Las cosas han llegado hasta este punto y no hay nada que tú, como ser humano, puedas hacer para detenerlas; no puedes cambiar las cosas como desees. Ayer no pagaste la consecuencia de buscar la verdad y no fuiste leal. Hoy ha llegado la hora, no te puedes salvar, y mañana serás descartado y no habrá margen para que te salves. Aunque Mi corazón es manso y hago todo lo posible por salvarte, si no te esfuerzas por tu parte ni piensas por ti mismo, ¿qué tengo que ver Yo en esto? Aquellos que solo piensan en la carne y disfrutan de la comodidad; aquellos que parecen creer, pero realmente no creen; aquellos que se dedican a la medicina maligna y la brujería; los promiscuos y harapientos; aquellos que roban sacrificios y posesiones a Jehová; los amantes de los sobornos; aquellos que sueñan ociosamente con ascender al cielo; los arrogantes y vanidosos, que únicamente persiguen su fama y fortuna; aquellos que difunden impertinencias; aquellos que blasfeman contra el propio Dios; aquellos que no hacen sino juzgarlo y difamarlo; aquellos que forman corrillos y buscan la independencia; aquellos que se enaltecen por encima de Dios; los hombres y mujeres frívolos jóvenes, de mediana edad y ancianos atrapados en el libertinaje; los hombres y mujeres que disfrutan de su fama y fortuna y persiguen su estatus personal en medio de los demás; los impenitentes atrapados en el pecado, ¿no son todos ellos imposibles de salvar? El libertinaje, la pecaminosidad, la medicina maligna, la brujería, la blasfemia y las impertinencias se desbocan entre vosotros, entre quienes quedan pisoteadas la verdad y las palabras de vida y adulterado el lenguaje sacro. ¡Vosotros, gentiles, repletos de inmundicia y desobediencia! ¿Cuál será vuestro resultado final? ¡Cómo pueden tener la osadía de seguir viviendo aquellos que aman la carne, los hechizados por ella y los que están atrapados en pecados libertinos! ¿No sabes que las personas como tú son unos gusanos imposibles de salvar? ¿Qué te da derecho a exigir esto y aquello? Hasta la fecha no se ha producido la menor transformación en aquellos que no aman la verdad y solo aman la carne; ¿cómo van a poder salvarse esas personas? Aquellos que no aman el camino de la vida, que no enaltecen a Dios ni dan testimonio de Él, que maquinan por su estatus, que se ensalzan, ¿no siguen siendo los mismos, incluso hoy en día? ¿Qué valor tiene salvarlos? Que puedas salvarte no depende de tu antigüedad ni de cuántos años lleves trabajando, y ni mucho menos de cuántas acreditaciones hayas acumulado. Más bien depende de si tu búsqueda ha dado fruto. Debes saber que quienes se salvan son los “árboles” que dan fruto, no los árboles con follaje exuberante y abundantes flores que aún no dan fruto. Aunque hayas pasado muchos años vagando por las calles, ¿qué importa eso? ¿Dónde está tu testimonio? Tu veneración por Dios es mucho menor que tu amor propio y tus deseos lujuriosos; ¿esto no es ser una persona degenerada? ¿Cómo va a ser ejemplo y modelo de salvación? Tu naturaleza es incorregible, eres demasiado rebelde, ¡imposible de salvar! ¿No serán esas personas las descartadas? ¿Acaso cuando termine Mi obra no será el momento en que llegará tu último día? He llevado a cabo una gran obra y pronunciado muchísimas palabras entre vosotros; ¿cuánto de esto os ha entrado de veras en los oídos? ¿Cuánto habéis obedecido? Cuando termine Mi obra será el momento en que dejarás de oponerte a Mí, de estar en contra de Mí. A medida que obro, actuáis constantemente contra Mí; jamás acatáis Mis palabras. Yo llevo a cabo Mi obra y tú realizas tu propia “obra” de crear tu pequeño reino. ¡No sois más que una manada de zorros y perros que todo lo hacen para oponerse a Mí! Siempre procuráis atraer a vuestros brazos a aquellos que os ofrecen su amor sin reservas; ¿dónde está vuestra veneración? ¡Todo lo que hacéis es engañoso! ¡No tenéis obediencia ni veneración y todo lo que hacéis es engañoso y blasfemo! ¿Se pueden salvar unas personas así? Los hombres sexualmente inmorales y lascivos siempre quieren atraer a rameras coquetas para su disfrute. De ningún modo salvaré a esos demonios sexualmente inmorales. Os odio, inmundos demonios, y vuestra lascivia y coquetería os sumirán en el infierno. ¿Qué tenéis que decir? ¡Vosotros, inmundos demonios y malos espíritus, sois repulsivos! ¡Sois repugnantes! ¿Cómo podría salvarse semejante basura? ¿Todavía pueden salvarse aquellos que están atrapados en el pecado? Hoy en día, esta verdad, este camino y esta vida no os atraen; por el contrario, os atraen la pecaminosidad, el dinero, la posición, la fama, la ganancia, el disfrute de la carne, el atractivo de los hombres y los encantos de las mujeres. ¿Qué os hace aptos para entrar en Mi reino? Vuestra imagen es aún más grande que la de Dios y vuestro estatus es incluso superior al Suyo, por no hablar de vuestro prestigio entre los hombres: os habéis convertido en ídolos de la gente. ¿Tú no te has convertido en arcángel? Cuando revele los resultados de las personas, que también será cuando la obra de salvación se acerque a su fin, muchos de vosotros seréis cadáveres imposibles de salvar y deberéis ser descartados. Durante la obra de salvación soy amable y bueno con todas las personas. Cuando la obra concluya, revelaré los resultados de los distintos tipos de personas y en ese momento ya no seré amable y bueno, pues habré revelado los resultados de las personas, habré clasificado a cada una según su tipo y no servirá de nada que continúe Mi obra de salvación, ya que se habrá pasado la época de la salvación y, siendo esto así, no volverá.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Práctica (7)

Palabras diarias de Dios  Fragmento 317

El hombre siempre ha vivido bajo la cubierta de la influencia de las tinieblas, encadenado sin libertad por la influencia de Satanás, incapaz de escapar, y su carácter, después de que Satanás lo haya procesado, se vuelve cada vez más corrupto. Puede decirse que el hombre ha vivido siempre ha vivido con su carácter satánico corrupto y es incapaz de amar sinceramente a Dios. Así pues, si quiere amar a Dios, debe despojarse de su santurronería, prepotencia, arrogancia, engreimiento, y todas esas cosas que pertenecen al carácter de Satanás. Si no, su amor es impuro, un amor satánico que no puede recibir en absoluto la aprobación de Dios. Sin ser directamente perfeccionado, tratado, quebrantado, podado, disciplinado, reprendido y refinado por el Espíritu Santo, nadie puede amar sinceramente a Dios. Si dices que una parte de tu carácter representa a Dios y, por lo tanto, puedes amarlo sinceramente, entonces eres alguien cuyas palabras son arrogantes y eres ridículo. ¡Tales personas son el arcángel! La naturaleza innata del hombre es incapaz de representar directamente a Dios; debe despojarse de su naturaleza innata por medio de la perfección de Dios y sólo entonces, sólo cuidando de la voluntad de Dios, al cumplir las intenciones de Dios y además someterse a la obra del Espíritu Santo, lo que vive puede ser aprobado por Dios. Nadie que viva en la carne puede representar directamente a Dios, salvo el hombre usado por el Espíritu Santo. Sin embargo, ni siquiera de una persona así puede decirse que su carácter y lo que vive representen por completo a Dios; solo puede decirse que el Espíritu Santo gobierna lo que vive. Este tipo de carácter no puede representar a Dios.

Aunque Dios predestina el carácter del hombre, esto es incuestionable y puede considerarse positivo, Satanás lo ha procesado y, por tanto todo el carácter del hombre es el de Satanás. Algunas personas afirman que el carácter de Dios ha de ser directo en Su obra, y que esto también se manifiesta en ellas, que su carácter también es así, y por tanto dicen que su carácter representa a Dios. ¿Qué tipo de personas son estas? ¿Puede el carácter satánico corrupto representar a Dios? ¡Cualquiera que declare que su carácter representa a Dios, blasfema a Dios e insulta al Espíritu Santo! El método mediante el cual obra el Espíritu Santo muestra que la obra de Dios en la tierra es únicamente la obra de conquista. Como tal, las muchas actitudes satánicas corruptas del hombre tienen que ser purificadas, lo que el hombre vive sigue siendo la imagen de Satanás, es lo que el hombre cree que es bueno, y representa los hechos de su carne; para ser más precisos, representa a Satanás y no puede representar a Dios en absoluto. Aunque alguien ame ya a Dios hasta el extremo de ser capaz de disfrutar una vida del cielo en la tierra, pueden hacer declaraciones como: “¡Dios! No puedo amarte lo suficiente”, y ha alcanzado la esfera más alta, todavía no puede decirse que viva o represente a Dios, porque la esencia del hombre es diferente a la de Dios y el hombre nunca puede vivir a Dios y mucho menos volverse Dios. Lo que el hombre vive bajo la dirección del Espíritu Santo sólo está de acuerdo con lo que Dios exige del hombre.

Todas las acciones y los hechos de Satanás se manifiestan en el hombre. Hoy, todas las acciones y los hechos del hombre son una expresión de Satanás y, por tanto, no pueden representar a Dios. El hombre es la personificación de Satanás y su carácter es incapaz de representar el carácter de Dios. Algunas personas tienen buen carácter; Dios puede hacer alguna obra por medio del carácter de estas personas, cuyas obras gobierna el Espíritu Santo; sin embargo, su carácter no puede representar a Dios. La obra que Él hace en ellas consiste tan sólo en trabajar con aquello que ya existe en su interior y ampliarlo. Ya sean profetas de eras pasadas o aquellos usados por Dios, nadie puede representarlo directamente. Las personas sólo llegan a amar a Dios bajo la presión de las circunstancias y ninguna se esfuerza en cooperar por voluntad propia. ¿Cuáles son las cosas positivas? Todo lo que viene directamente de Dios es positivo; el carácter del hombre, sin embargo, ha sido procesado por Satanás y no puede representar a Dios. Solo el amor, la voluntad de sufrir, la justicia, la sumisión, la humildad y la ocultación del Dios encarnado representan directamente a Dios. Esto se debe a que cuando Él vino, lo hizo sin una naturaleza pecaminosa y vino directamente de Dios; Satanás no lo había procesado. Jesús sólo posee la semejanza de la carne pecadora y no representa el pecado; por lo tanto, Sus acciones, Sus hechos, y Sus palabras, hasta ese tiempo anterior a Su cumplimiento de la obra por medio de la crucifixión (incluyendo el momento de Su crucifixión), son todos directamente representativos de Dios. El ejemplo de Jesús es suficiente para demostrar que nadie con una naturaleza pecaminosa puede representar a Dios, y que el pecado del hombre representa a Satanás. Es decir, el pecado no representa a Dios y Él no tiene pecado. Incluso la obra realizada en el hombre por el Espíritu Santo sólo puede considerarse gobernada por este y no puede decirse que el hombre la haya hecho en nombre de Dios. Pero, en lo que respecta al hombre, ni su pecado ni su carácter lo representan. Al observar la obra realizada por el Espíritu Santo en el hombre en el pasado hasta hoy en día, uno ve que el hombre tiene aquello que vive sólo porque el Espíritu Santo ha realizado su obra en él. Muy pocos son capaces de vivir la verdad después de que el Espíritu Santo se haya ocupado de ellos y los haya disciplinado. Es decir, sólo la obra del Espíritu Santo está presente, la cooperación por parte del hombre es nula. ¿Ves esto claro ahora? Siendo así, ¿cómo harás todo lo posible para cooperar con Él y cumplir con tu deber cuando obre el Espíritu Santo?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El hombre corrupto no es capaz de representar a Dios

Palabras diarias de Dios  Fragmento 318

Tu creencia en Dios, tu búsqueda de la verdad, e incluso la forma en que te comportas, todo ello debe basarse en la realidad: todo lo que haces debe ser práctico, y no debes buscar cosas ilusorias y fantasiosas. No hay ningún valor en comportarse de esta manera, y, además, una vida así no tiene significado alguno. Debido a que tu búsqueda y tu vida las gastas en nada más que la falsedad y el engaño, y como no buscas las cosas que tienen valor e importancia, lo único que obtienes es un razonamiento absurdo y una doctrina que no provienen de la verdad. Este tipo de cosas no guardan relación con la importancia y el valor de tu existencia, y solo pueden llevarte a un mundo hueco. De esta manera, toda tu vida no tendría ningún valor o significado, y si no buscas una vida con significado, entonces podrás vivir cien años y no te serviría para nada. ¿Cómo podría eso llamarse una vida humana? ¿Acaso no es esa en realidad la vida de un animal? Del mismo modo, si vosotros intentáis seguir el camino de la creencia en Dios, pero no intentáis encontrar al Dios que puede ser visto, y en su lugar adoráis a un Dios invisible e intangible, entonces ¿no sería tal búsqueda aún más inútil? Al final, tu búsqueda se volvería un montón de ruinas. ¿Qué provecho te brindaría tal búsqueda? El mayor problema del hombre es que a él sólo le gustan las cosas que no puede ver ni tocar, las cosas que son supremamente misteriosas y asombrosas, que son inimaginables por el hombre y que son inalcanzables por simples mortales. Cuanto menos realistas sean estas cosas, más las analiza la gente, que incluso las persigue haciendo caso omiso de todo lo demás e intenta obtenerlas. Cuanto menos realistas sean estas, más profundamente las somete a escrutinio y las analiza la gente, incluso yendo tan lejos como para crear sus propias ideas exhaustivas sobre ellas. Por el contrario, mientras más realistas sean las cosas, más las desdeña la gente; simplemente las mira con altivez, y hasta las desprecia. ¿No es esta precisamente vuestra actitud hacia la obra realista que Yo realizo hoy? Mientras más realistas sean las cosas, más prejuiciosos sois contra ellas. Vosotros no dedicáis tiempo a examinarlas, sino que, sencillamente, las ignoráis; miráis con altivez estos requisitos realistas y mínimos, e incluso albergáis numerosas nociones acerca de este Dios que es práctico en sobremanera, y simplemente sois incapaces de aceptar Su realidad y normalidad. De esta manera, ¿no tenéis una creencia vaga? Vosotros mantenéis una creencia inquebrantable en el Dios vago de los tiempos pasados, y no tenéis interés en el Dios práctico de hoy. ¿No se debe esto a que el Dios de ayer y el Dios de hoy corresponden a dos épocas diferentes? ¿No es también debido a que el Dios de ayer es el Dios exaltado de los cielos, mientras que el Dios de hoy es un ser humano pequeño en la tierra? ¿No es, además, porque el Dios adorado por el hombre es producto de sus nociones, mientras que el Dios de hoy es carne verdadera hecha sobre la tierra? A fin de cuentas, ¿no es porque el Dios de hoy es tan real que el hombre no lo busca? Porque lo que el Dios de hoy pide a la gente es precisamente lo que la gente está menos dispuesta a hacer, y que le produce vergüenza. ¿No es esto hacerle las cosas más difíciles a las personas? ¿No pone esto en evidencia sus cicatrices? De esta manera, muchas personas no buscan al Dios real, el Dios práctico, y así se vuelven enemigas de Dios encarnado, es decir, se convierten en anticristos. ¿No es esto un hecho evidente? En el pasado, cuando Dios aún no se había hecho carne, quizá tú eras una figura religiosa, o un creyente devoto. Después que Dios se hizo carne, muchos de estos devotos creyentes, sin saberlo, se convirtieron en anticristos. ¿Sabes tú lo que está pasando aquí? En tu creencia en Dios, no te concentras en la realidad o en la búsqueda de la verdad, sino que en cambio te obsesionas con falsedades. ¿No es esto la fuente más clara de tu enemistad con Dios encarnado? Dios encarnado es llamado Cristo, así que ¿no son todos los que no creen en Dios encarnado, anticristos? Entonces, ¿ese en el cual crees y al cual amas es el verdadero Dios hecho carne? ¿Es en verdad ese el Dios vivo que respira y que es real al máximo y extraordinariamente normal? ¿Cuál es exactamente el objetivo de tu búsqueda? ¿Está en el cielo o en la tierra? ¿Es una noción o es la verdad? ¿Es Dios o es un ser sobrenatural? De hecho, la verdad es el más real de los aforismos de la vida, y el más alto de tales aforismos en toda la humanidad. Debido a que es el requisito que Dios exige al hombre, y a que es la obra realizada personalmente por Dios, es que se llama el “aforismo de la vida”. No es un aforismo que se resume de algo, ni tampoco es una famosa cita de una gran figura. Sino que es la declaración del soberano de los cielos y la tierra y de todas las cosas, a la humanidad; no son algunas palabras resumidas por el hombre, sino la vida inherente de Dios. Y por ello es que se le llama el más alto de los “aforismos de la vida”. La búsqueda de la gente por llevar a la práctica de la verdad es el desempeño de su deber, es decir, la búsqueda de la satisfacción del requisito de Dios. La esencia de este requisito es la más real de todas las verdades, en lugar de una doctrina vacía que no es alcanzable por ningún hombre. Si tu búsqueda no es más que la doctrina y no contiene realidad, ¿no estás acaso rebelándote contra la verdad? ¿No eres alguien que ataca a la verdad? ¿Cómo puede una persona así ser alguien que busca amar a Dios? ¡Las personas que no tienen realidad son las que traicionan la verdad, y son inherentemente rebeldes!

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Sólo los que conocen a Dios y Su obra pueden satisfacer a Dios

Palabras diarias de Dios  Fragmento 319

Todos vosotros deseáis recibir recompensas de parte de Dios y ser favorecidos por Él. Este es el deseo de toda persona cuando comienza a creer en Dios, porque todos se preocupan por alcanzar cosas más excelsas y nadie desea quedarse por detrás de los demás. Así son las personas. Precisamente por esta razón, muchos entre vosotros estáis constantemente intentando ganaros el favor del Dios de los cielos; sin embargo, en realidad, vuestra lealtad y sinceridad hacia Dios son mucho menores que vuestra lealtad y sinceridad hacia vosotros mismos. ¿Por qué digo esto? Porque no reconozco en absoluto vuestra lealtad hacia Dios, y además, porque niego la existencia del Dios que existe en vuestros corazones. Me refiero a que el Dios a quien adoráis, el Dios vago al cual admiráis, no existe en absoluto. La razón por la cual puedo afirmar esto de manera tan categórica es porque vosotros estáis demasiado lejos del Dios verdadero. La razón por la cual sois leales es un ídolo en vuestros corazones. En cuanto a Mí, el Dios que no consideráis ni grande ni pequeño, lo único que hacéis es reconocerlo con palabras. Cuando digo que estáis lejos de Dios, me refiero a que estáis lejos del Dios verdadero, mientras que el Dios vago parece estar cerca y a mano. Cuando digo que “no es grande”, me refiero a cómo el Dios en el cual creéis actualmente parece ser apenas un hombre sin grandes habilidades; un hombre que no es demasiado elevado. Y cuando digo que “no es pequeño”, me refiero a que, aunque este hombre no puede invocar el viento ni mandar la lluvia, Él puede, sin embargo, invocar al Espíritu de Dios para realizar obras que sacuden los cielos y la tierra, dejando al hombre completamente perplejo. Externamente, todos vosotros parecéis ser sumamente obedientes a este Cristo en la tierra, pero en esencia, no tenéis fe en Él ni lo amáis. Lo que quiero decir es que el Dios en el cual tenéis fe en realidad es aquel Dios vago de vuestros sentimientos, y al que verdaderamente amáis es el Dios al que anheláis día y noche, pero que nunca habéis visto en persona. En cuanto a este Cristo, vuestra fe es mínima y vuestro amor por Él no es nada. La fe implica creencia y confianza; el amor supone adoración y admiración en el corazón, que nunca se separan. No obstante, vuestra fe y vuestro amor hacia el Cristo de hoy están muy por debajo de esto. En cuanto a la fe, ¿cómo tenéis fe en Él? En cuanto al amor, ¿de qué manera lo amáis? Sencillamente, no tenéis ningún entendimiento de Su carácter, mucho menos conocéis Su esencia, entonces ¿cómo tenéis fe en Él? ¿Dónde está la realidad de vuestra fe en Él? ¿Cómo lo amáis? ¿Dónde está la realidad de vuestro amor por Él?

Muchos me han seguido sin dudar hasta hoy. Y entonces, también habéis sufrido gran fatiga durante los últimos años. He captado con toda claridad el temperamento innato y los hábitos de cada uno de vosotros, y ha sido supremamente arduo interactuar con vosotros. Es una lástima que, aunque Yo he obtenido mucha información sobre vosotros, vosotros no tenéis el más mínimo entendimiento de Mí. Con razón las personas dicen que un hombre os estafó en un momento de confusión. En verdad, no entendéis Mi carácter en absoluto, mucho menos, podéis desentrañar lo que hay en Mi mente. Actualmente, vuestros malentendidos de Mí crecen como una bola de nieve y vuestra fe en Mí sigue siendo una fe confundida. En lugar de afirmar que tenéis fe en Mí, sería más adecuado afirmar que todos vosotros estáis intentando ganaros Mi favor y adularme. Vuestras motivaciones son muy sencillas: seguiré a cualquiera que me pueda recompensar y creeré en cualquiera que pueda permitirme escapar de los grandes desastres, ya sea Dios o cualquier otro Dios. Ninguna de estas cosas me interesa. Hay muchos hombres así entre vosotros y esta condición es muy seria. Si alguna vez se llevara a cabo una prueba para ver cuántos entre vosotros tenéis fe en Cristo porque tenéis comprensión de Su esencia, entonces me temo que ninguno de vosotros sería satisfactorio para Mí. Así que no estaría mal que cada uno de vosotros considerara esta pregunta: el Dios en el cual tenéis fe es infinitamente distinto de Mí, y siendo esto así, ¿cuál es entonces la esencia de vuestra fe en Dios? Cuanto más creáis en vuestro supuesto Dios, más os alejáis de Mí. Entonces, ¿cuál es la esencia de este asunto? Estoy seguro de que ninguno de vosotros ha considerado jamás esta cuestión, pero ¿se os ha pasado por la mente la gravedad del asunto? ¿Habéis considerado las consecuencias de seguir creyendo de esta forma?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Cómo conocer al Dios en la tierra

Palabras diarias de Dios  Fragmento 320

Me regocijo en aquellos que no sospechan de los demás y me gustan los que aceptan de buena gana la verdad; a estas dos clases de personas les muestro gran cuidado, porque ante Mis ojos, son personas honestas. Si eres muy deshonesto, entonces te protegerás y sospecharás de todas las personas y asuntos y por esta razón, tu fe en Mí estará edificada sobre un cimiento de sospecha. Esta clase de fe es una que jamás podría reconocer. Al faltarte la fe verdadera, estarás incluso más lejos del verdadero amor. Y si puedes dudar de Dios y especular sobre Él a voluntad, entonces sin duda eres la persona más engañosa de todas. Especulas si Dios puede ser como el hombre: imperdonablemente pecaminoso, de temperamento mezquino, carente de imparcialidad y de razón, falto de un sentido de justicia, entregado a tácticas despiadadas, traicioneras y arteras, y que se deleita en la maldad y la oscuridad y ese tipo de cosas. ¿Acaso el hombre no tiene tales pensamientos porque no conoce a Dios en lo más mínimo? ¡Esta forma de fe no se diferencia del pecado! Es más, hay incluso quienes creen que los que me agradan son precisamente los más aduladores y lisonjeros, y que todo aquel que carezca de estas habilidades no será bienvenido y perderá su lugar en la casa de Dios. ¿Es este el único conocimiento que habéis cosechado en todos estos años? ¿Es esto lo que habéis obtenido? Y vuestro conocimiento de Mí no termina en estas malas interpretaciones; peor aún es vuestra blasfemia contra el Espíritu de Dios y la calumnia sobre el Cielo. Por eso afirmo que una fe como la vuestra solo hará que os alejéis cada vez más de Mí y que os opongáis cada vez más a Mí. A lo largo de muchos años de trabajo, habéis visto muchas verdades, pero ¿sabéis lo que han oído Mis oídos? ¿Cuántos entre vosotros estáis dispuestos a aceptar la verdad? Todos vosotros creéis que estáis dispuestos a pagar el precio por la verdad, pero ¿cuántos habéis sufrido verdaderamente por la verdad? Lo único que hay en vuestros corazones es iniquidad y, por lo tanto, creéis que cualquiera, no importa quién sea, es tan engañoso y torcido como vosotros, hasta el punto en que creéis que el Dios encarnado podría, como cualquier persona normal, carecer de un corazón bondadoso o de amor benevolente. Más aún, creéis que el temperamento noble y la naturaleza misericordiosa y benevolente solo existen en el Dios del cielo. Creéis que un santo así no existe, y que solo la oscuridad y la maldad reinan sobre la tierra, mientras que Dios es algo donde se alberga el anhelo humano de lo bueno y lo hermoso, una figura legendaria inventada por el hombre. En vuestra mente, el Dios del cielo es sumamente recto, justo y grandioso, digno de adoración y admiración, pero este Dios en la tierra es apenas un sustituto y un instrumento del Dios del cielo. Creéis que este Dios no puede ser equivalente al Dios del cielo, mucho menos mencionarse junto con Él. En lo que respecta a la grandeza y el honor de Dios, estos le pertenecen a la gloria del Dios en el cielo, pero en cuanto a la naturaleza y la corrupción del hombre, estos son atributos que forman parte del Dios en la tierra. El Dios del cielo es eternamente sublime, mientras que el Dios en la tierra es para siempre insignificante, débil e incompetente. El Dios del cielo no es dado a las emociones, tan solo a la justicia, mientras que el Dios en la tierra tan solo tiene motivos egoístas y carece de justicia y razón alguna. El Dios en el cielo no tiene ni la más mínima tortuosidad y es siempre fiel, mientras que el Dios en la tierra tiene siempre un lado deshonesto. El Dios en el cielo ama profundamente al hombre, mientras que el Dios en la tierra le ofrece al hombre un cuidado deficiente, incluso abandonándolo por completo. Hace mucho tiempo que este conocimiento erróneo está guardado en vuestros corazones y quizás también continúe en el futuro. Consideráis todas las acciones de Cristo desde el punto de vista de los injustos y evaluáis toda Su obra, así como Su identidad y Su esencia, desde la perspectiva de los malvados. Habéis cometido un grave error y hecho lo que los que vinieron antes que vosotros jamás hicieron. Es decir, solo servís al Dios sublime en el cielo con una corona sobre Su cabeza, pero jamás le prestáis atención al Dios al cual consideráis tan insignificante, al punto de que os resulta invisible. ¿No es acaso este vuestro pecado? ¿No es este un ejemplo clásico de vuestra ofensa contra el carácter de Dios? Vosotros adoráis al Dios del cielo. Adoráis imágenes sublimes y estimáis a aquellos que se distinguen por su elocuencia. Te dejas mandar con alegría por el Dios que te llena las manos de riquezas y languideces por el Dios que puede satisfacer todos tus deseos. El único al que no adoras es a este Dios que no es sublime; lo único que detestas es asociarte con este Dios a quien ningún hombre puede tener en alta estima. Lo único que no estás dispuesto a hacer es servir a este Dios que nunca te dio ni un centavo y el único que no puede hacer que lo anheles es este Dios sin encanto. Este Dios no puede permitirte que amplíes tus horizontes, que te sientas como si hubieses encontrado un tesoro, mucho menos satisfacer tus deseos. Entonces, ¿por qué lo sigues? ¿Has considerado preguntas como estas? Lo que haces no ofende solo a este Cristo; lo más importante es que ofende al Dios del cielo. ¡Creo que este no es el propósito de vuestra fe en Dios!

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Palabras diarias de Dios  Fragmento 321

Anheláis que Dios se deleite en vosotros, pero estáis lejos de Él. ¿Qué sucede aquí? Aceptáis solo Sus palabras, pero no Su trato ni Su poda; mucho menos podéis aceptar cada uno de Sus arreglos ni tener una fe cabal en Él. Entonces, ¿qué sucede aquí? En el análisis final, vuestra fe es una cáscara de huevo vacía que nunca podrá generar un polluelo. Porque vuestra fe no os ha traído la verdad ni os ha dado vida, sino que os ha dado una sensación ficticia de sustento y esperanza. Vuestro propósito al creer en Dios es en aras de esta esperanza y sensación de sustento, en lugar de la verdad y la vida. Por lo tanto, Yo digo que el transcurso de vuestra fe en Dios no ha sido más que un intento de ganaros el favor de Dios mediante el servilismo y el descaro, y de ninguna manera puede considerarse una fe verdadera. ¿Cómo puede nacer un polluelo de una fe semejante? En otras palabras, ¿qué fruto puede dar esta clase de fe? El propósito de vuestra fe en Dios es usar a Dios para satisfacer vuestros objetivos. ¿Acaso no es esta otra evidencia más de vuestra ofensa contra el carácter de Dios? Creéis en la existencia del Dios en el cielo, pero negáis la del Dios en la tierra. Sin embargo, Yo no apruebo vuestras opiniones. Elogio solo a aquellos que mantienen los pies sobre la tierra y sirven al Dios en la tierra, pero nunca a aquellos que jamás reconocen al Cristo que está en la tierra. No importa cuán leales sean estas personas al Dios en el cielo; al final, no escaparán de Mi mano que castiga a los malvados. Estos hombres son malvados; son los perversos que se oponen a Dios y que nunca obedecieron a Cristo con alegría. Por supuesto, entre ellos se encuentran todos los que no conocen a Cristo ni mucho menos lo reconocen. ¿Crees que puedes actuar como te parezca hacia Cristo, siempre y cuando seas leal al Dios del cielo? ¡Estás equivocado! Tu ignorancia de Cristo es la ignorancia del Dios del cielo. No importa cuán leal seas al Dios del cielo, esto son meramente palabras vacías y fingimiento, porque el Dios de la tierra no solo es fundamental para que el hombre reciba la verdad y tenga un conocimiento más profundo, sino incluso aún más fundamental para la condenación del hombre y, luego, para echar mano de los hechos para castigar a los malvados. ¿Has comprendido los resultados beneficiosos y dañinos aquí? ¿Los has experimentado? Deseo que algún día, pronto, entendáis esta verdad: para conocer a Dios, no solo debéis conocer al Dios del cielo, sino que, más importante aún, al Dios en la tierra. No confundas tus prioridades ni permitas que lo secundario reemplace lo principal. Es la única manera en que puedes cultivar verdaderamente una buena relación con Dios, acercarte más a Él y llevar tu corazón más cerca de Él. Si hace muchos años que estás en la fe y hace mucho tiempo que te relacionas conmigo, pero permaneces a cierta distancia de Mí, entonces Yo afirmo que debe ser que a menudo ofendes el carácter de Dios y que tu final será difícil de estimar. Si los muchos años de relacionarte conmigo no solo no han podido transformarte en una persona con humanidad y con la verdad, sino que además han arraigado tus costumbres malvadas en tu naturaleza, y no solo tienes el doble de arrogancia que antes, sino que también se han multiplicado tus malentendidos sobre Mí, de manera que has llegado a considerarme tu insignificante secuaz; entonces Yo digo que tu aflicción ya no es superficial, sino que ha calado hasta los huesos. Lo único que te queda es esperar tus arreglos funerarios. Entonces, no debes suplicarme que sea tu Dios, porque has cometido un pecado digno de muerte, un pecado imperdonable. Aun si pudiera tener misericordia de ti, el Dios del cielo insistirá en quitarte la vida, porque tu ofensa contra el carácter de Dios no es un problema ordinario, sino uno de suma gravedad. Cuando llegue el momento, no me culpes por no habértelo informado de antemano. Todo se reduce a lo siguiente: cuando te relacionas con Cristo —el Dios en la tierra— como con un hombre común y corriente; es decir, cuando crees que este Dios no es más que una persona, entonces ahí es cuando perecerás. Esta es Mi única amonestación para todos vosotros.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Cómo conocer al Dios en la tierra

Palabras diarias de Dios  Fragmento 322

En el hombre solo existe la palabra incierta de la fe, sin embargo, el hombre no sabe qué constituye la fe, mucho menos por qué él tiene fe. El hombre entiende muy poco y al hombre mismo le falta demasiado; su fe en Mí es meramente inconsciente e ignorante. Aunque no sabe lo que es la fe ni por qué tiene fe en Mí, sigue creyendo en Mí de un modo obsesivo. Lo que Yo pido al hombre no es solamente que recurra a Mí obsesivamente de esta manera o que crea en Mí de un modo esporádico, porque la obra que hago es para que el hombre pueda verme y conocerme, no para que el hombre se impresione y me vea con otros ojos. Una vez manifesté muchas señales y maravillas y realicé muchos milagros, y los israelitas de esos tiempos me mostraron gran admiración y veneraron grandemente Mi excepcional habilidad para sanar a los enfermos y exorcizar a los demonios. En ese tiempo los judíos pensaban que Mis poderes de sanación eran magistrales, extraordinarios, y por Mis muchos hechos, todos me veneraban y sentían gran admiración por todos Mis poderes. Así, todos los que me vieron realizar milagros me seguían de cerca, de tal manera que miles me rodeaban para verme sanar a los enfermos. Manifesté muchas señales y maravillas, sin embargo, las personas solo me veían como un médico magistral; así que también les hablé muchas palabras de enseñanza a las personas en ese tiempo, sin embargo, solo me veían como un maestro superior a sus discípulos. Incluso hoy día, después de que los hombres han visto los registros históricos de Mi obra, su interpretación continúa siendo que Yo soy un gran médico que sana a los enfermos y un maestro para los ignorantes, y me han definido como el misericordioso Señor Jesucristo. Aquellos que interpretan las escrituras pueden haber superado Mis habilidades para sanar o incluso pueden ser discípulos que ya han superado a su maestro; sin embargo, tales hombres de gran renombre, cuyos nombres son conocidos alrededor del mundo, me consideran tan bajo como a un simple médico. Mis acciones son mayores en número que los granos de arena en la playa y Mi sabiduría sobrepasa a todos los hijos de Salomón, pero las personas simplemente me consideran como un médico de poca monta y un desconocido maestro del hombre. Muchos creen en Mí solo para que pueda sanarlos. Muchos creen en Mí solo para que use Mis poderes para expulsar espíritus inmundos de sus cuerpos, y muchos creen en Mí simplemente para poder recibir de Mí paz y gozo. Muchos creen en Mí solo para exigir de Mí una mayor riqueza material. Muchos creen en Mí solo para pasar esta vida en paz y estar sanos y salvos en el mundo por venir. Muchos creen en Mí para evitar el sufrimiento del infierno y recibir las bendiciones del cielo. Muchos creen en Mí solo por una comodidad temporal, sin embargo no buscan obtener nada en el mundo venidero. Cuando hice descender Mi furia sobre el hombre y le quité todo el gozo y la paz que antes poseía, el hombre se volvió confuso. Cuando le di al hombre el sufrimiento del infierno y recuperé las bendiciones del cielo, la vergüenza del hombre se convirtió en ira. Cuando el hombre me pidió que lo sanara, Yo no le presté atención y sentí aborrecimiento hacia él; el hombre se alejó de Mí para en su lugar buscar el camino de la medicina maligna y la hechicería. Cuando le quité al hombre todo lo que me había exigido, todos desaparecieron sin dejar rastro. Así, digo que el hombre tiene fe en Mí porque doy demasiada gracia y tiene demasiado que ganar. Los judíos creyeron en Mí por Mi gracia y me siguieron a dondequiera que iba. Estos hombres ignorantes, de conocimiento y experiencia limitados, solo buscaron contemplar las señales y maravillas que manifesté. Me consideraron como la cabeza de la casa de los judíos que podía realizar los más grandes milagros. Y así, cuando Yo exorcizaba demonios de los hombres, eso provocaba mucho debate entre ellos; decían que Yo era Elías, que era Moisés, que era el más antiguo de todos los profetas, que Yo era el más grande de todos los médicos. Excepto por Mí mismo diciendo que Yo soy la vida, el camino y la verdad, nadie podía conocer Mi ser o Mi identidad. Excepto por Mí mismo diciendo que el cielo es el lugar donde Mi Padre vive, nadie sabía que Yo soy el Hijo de Dios y también Dios mismo. Excepto por Mí mismo diciendo que Yo traería la redención a toda la humanidad y rescataría a la humanidad, nadie sabía que Yo soy el Redentor de la humanidad; y los hombres solo me conocían como un hombre benévolo y compasivo. Y excepto por Mí mismo siendo capaz de explicar todo lo que hay de Mí, nadie me conocía y nadie creía que Yo soy el Hijo del Dios viviente. Así es la fe de las personas en Mí, y la manera en la que tratan de engañarme. ¿Cómo podrían dar testimonio de Mí cuando tienen tales opiniones de Mí?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Qué sabes de la fe?

Palabras diarias de Dios  Fragmento 323

La gente ha creído en Dios desde hace mucho, pero la mayoría no tiene entendimiento de lo que significa la palabra “Dios” y simplemente siguen en el desconcierto. No tienen la menor idea acerca de por qué exactamente el hombre debe creer en Dios o qué es Dios. Si las personas sólo saben creer en Dios y seguirlo pero no saben qué es, y si además no conocen a Dios, entonces ¿acaso no es esto una enorme broma? Aunque, habiendo llegado tan lejos, las personas han presenciado muchos misterios celestiales, y han oído mucho conocimiento profundo nunca comprendido por el hombre, ignoran muchas de las verdades más elementales y nunca contempladas por el hombre. Algunas personas podrían decir: “Hemos creído en Dios durante muchos años. ¿Cómo no íbamos a saber lo que Dios es? ¿Acaso no nos denigra esta cuestión?”. Pero en la realidad, aunque las personas me siguen hoy, no saben nada de ninguna de las obras de hoy y fallan en comprender incluso las preguntas más obvias y fáciles, por no hablar de las más complejas como las de Dios. Has de saber que esas preguntas que no te importan, que no has identificado, son las más importantes para que entiendas, pues sólo sabes seguir a la multitud, sin prestar ninguna atención ni preocuparte por aquello con lo que debes estar equipado. ¿Sabes realmente por qué debes tener fe en Dios? ¿Sabes realmente qué es Dios? ¿Sabes realmente qué es el hombre? Como una persona que tiene fe en Dios, si eres incapaz de entender estas cosas, ¿acaso no pierdes la dignidad como creyente en Dios? Mi obra hoy es esta: hacer que las personas entiendan su esencia, que entiendan todo lo que Yo hago y que conozcan el verdadero rostro de Dios. Este es el acto final de Mi plan de gestión, la última etapa de Mi obra. Esa es la razón por la que os estoy comunicando todos los misterios de la vida de antemano, de forma que todos vosotros podáis aceptarlos de Mí. Como esta es la obra de la era final, debo deciros todas las verdades de la vida con las que nunca antes habéis sido receptivos, aunque seáis incapaces de entenderlas o soportarlas debido a que simplemente sois demasiado deficientes y estáis demasiado mal equipados. Yo concluiré Mi obra, terminaré la obra que se supone debo hacer, y os diré todo lo que os he comisionado a vosotros, para que no os desviéis de nuevo y caigáis en los planes del maligno cuando descienda la oscuridad. Hay muchos caminos que no entendéis, muchos asuntos sobre los que no tienes conocimiento. Sois muy ignorantes; conozco totalmente vuestra estatura y vuestras deficiencias. Por tanto, aunque hay muchas palabras que sois incapaces de entender, Yo aún estoy dispuesto a deciros todas estas verdades a las que antes nunca habéis estado receptivos; porque me sigue preocupando si vosotros, en vuestra estatura actual, sois capaces de dar un firme testimonio de Mí. No es que os ningunee, sois todos bestias que todavía tienen que pasar por Mi entrenamiento formal y no puedo ver en absoluto cuánta gloria hay en vosotros. Aunque he gastado mucha energía obrando en vosotros, prácticamente carecéis de elementos positivos, y los negativos pueden contarse con los dedos y sirven solamente como testimonios para causar vergüenza a Satanás. Casi todo lo demás en vosotros es veneno de Satanás. Os miro como si estuvieseis más allá de la salvación. Estando las cosas donde están ahora, miro vuestros diversos comportamientos y expresiones, y finalmente conozco vuestra verdadera estatura. Esa es la razón por la que sigo preocupándome por vosotros: abandonados a vivir por su cuenta, ¿realmente acabarán los seres humanos mejor de cómo están ahora o de una manera similar? ¿No os inquieta vuestra estatura infantil? ¿De verdad podéis ser como el pueblo escogido de Israel, leal a Mí y sólo a Mí todo el tiempo? Lo que se revela en vosotros no son las travesuras de los niños que se han alejado de sus padres, sino la bestialidad que estalla de los animales que están fuera del alcance del látigo de sus amos. Deberíais conocer vuestra naturaleza, que es también la debilidad que todos compartís, es una enfermedad común a todos vosotros. Así pues, Mi única exhortación para vosotros hoy es que os mantengáis firmes en vuestro testimonio de Mí. No permitáis, bajo ninguna circunstancia, que la vieja enfermedad brote de nuevo. Lo más importante es dar testimonio, ese es el núcleo de Mi obra. Deberíais aceptar Mis palabras del mismo modo que María aceptó la revelación de Jehová que vino a ella en un sueño: creyendo y después obedeciendo. Sólo esto cumple los requisitos de ser casto. Porque vosotros sois los que más oís Mis palabras, los que Yo más bendigo. Os he dado todas Mis posesiones valiosas, os lo he concedido todo, sin embargo sois de un estatus tan enormemente diferente al del pueblo de Israel; sois como de mundos distintos. Pero en comparación con ellos habéis recibido mucho más; mientras ellos aguardan desesperadamente Mi aparición, vosotros pasáis días agradables conmigo, compartiendo Mi recompensa. Con esta diferencia, ¿qué os da el derecho de graznar y reñir conmigo y exigir una parte de Mis posesiones? ¿Acaso no habéis ganado mucho? Os doy tanto, pero lo que me dais vosotros a cambio es sólo tristeza desgarradora y ansiedad, resentimiento incontenible y descontento. Sois tan repugnantes, pero también sois dignos de compasión, así que no tengo otra opción que tragarme todo Mi resentimiento y expresar Mis objeciones una y otra vez. A lo largo de varios miles de años de obra, nunca le he reprochado a la humanidad, porque he descubierto que a lo largo de su desarrollo, sólo los “engaños” entre vosotros se han convertido en lo más renombrado, como herencias valiosas que los famosos antepasados de la antigüedad os dejaron. Cómo aborrezco a esos cerdos y perros inhumanos. ¡Os falta mucha conciencia! ¡Vuestra personalidad es demasiado inferior! ¡Vuestros corazones están demasiado endurecidos! Si hubiera llevado estas palabras y esta obra mías a los israelitas, hace mucho que ya habría obtenido la gloria. Pero entre vosotros es inalcanzable, entre vosotros sólo hay descuido cruel, trato frío y excusas. ¡Sois demasiado insensibles y completamente inútiles!

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Cuál es tu entendimiento de Dios?

Palabras diarias de Dios  Fragmento 324

Todos debéis comprender ahora el verdadero significado de la fe en Dios. El significado de la fe en Dios del que he hablado previamente se relacionaba con vuestra entrada positiva. Ahora es diferente. Hoy me gustaría analizar la esencia de vuestra fe en Dios. Por supuesto, esto es guiaros a partir del aspecto negativo; si no lo hiciera así, nunca conoceríais vuestro verdadero rostro y por siempre haríais alarde de vuestra devoción y vuestra fidelidad. Es justo decir que, si no sacara a la luz la fealdad que existe en lo profundo de vuestro corazón, cada uno os colocaríais una corona sobre la cabeza y os daríais toda la gloria. Vuestra naturaleza altiva y arrogante os impulsa a traicionar vuestra propia conciencia, a rebelaros contra Cristo y a resistiros a Él, y a revelar vuestra fealdad, poniendo de manifiesto, así, vuestras intenciones, nociones, deseos excesivos y ojos llenos de codicia. Y, sin embargo, continuáis parloteando sobre lo apasionados que habéis sido toda la vida en relación con la obra de Cristo y repetís una y otra vez las verdades dichas por Cristo hace mucho tiempo. Esta es vuestra “fe”. Esta es vuestra “fe sin impurezas”. He impuesto al hombre un estándar muy estricto todo este tiempo. Si tu lealtad viene acompañada de intenciones y condiciones, entonces preferiría no tener tu supuesta lealtad, porque Yo aborrezco a los que me engañan por medio de sus intenciones y me chantajean con condiciones. Solo deseo que el hombre me sea absolutamente leal y que haga todas las cosas en aras de una sola frase, la fe, y para demostrar esa fe. Desprecio vuestro uso de halagos para alegrarme, porque Yo siempre os he tratado con sinceridad, por lo que deseo que vosotros también actuéis con una fe verdadera hacia Mí. Cuando se trata de la fe, muchos quizá piensen que siguen a Dios porque tienen fe y, de no ser así, no soportarían tal sufrimiento. Entonces, te pregunto esto: si crees en la existencia de Dios, ¿por qué no lo veneras? Si crees en Su existencia, ¿por qué no sientes ningún temor de Dios en tu corazón? Tú aceptas que Cristo es la encarnación de Dios, entonces ¿por qué lo desprecias? ¿Por qué actúas de manera irreverente hacia Él? ¿Por qué lo juzgas abiertamente? ¿Por qué siempre espías Sus movimientos? ¿Por qué no te sometes a Sus disposiciones? ¿Por qué no actúas de acuerdo con Su palabra? ¿Por qué intentas extorsionarlo y robarle Sus ofrendas? ¿Por qué hablas desde la posición de Cristo? ¿Por qué juzgas si Su obra y Su palabra son correctas? ¿Por qué te atreves a blasfemar contra Él a Sus espaldas? ¿Son estas, y otras cosas, lo que constituye vuestra fe?

Vuestras palabras y vuestro comportamiento revelan los elementos de vuestra incredulidad en Cristo. Vuestros motivos y objetivos para todo lo que hacéis están impregnados de incredulidad. Incluso la naturaleza de vuestra mirada contiene incredulidad en Cristo. Puede decirse que cada uno de vosotros, durante cada minuto del día, albergáis elementos de incredulidad. Esto significa que a cada momento estáis en peligro de traicionar a Cristo, ya que la sangre que corre por vuestro cuerpo está impregnada de incredulidad en el Dios encarnado. Por ello digo que las huellas que dejáis en la senda de la fe en Dios no son reales; a medida que recorréis la senda de la fe en Dios, no tenéis los pies firmemente plantados en la tierra; simplemente hacéis las cosas por inercia. Nunca creéis del todo en la palabra de Cristo y no podéis llevarla inmediatamente a la práctica. Esta es la razón por la que no tenéis fe en Cristo. El hecho de que siempre tengáis nociones sobre Él es otra razón por la que no creéis en Cristo. Ser siempre escéptico en relación con la obra de Cristo, dejar que la palabra de Cristo caiga en oídos sordos, tener una opinión sobre cualquier obra que Cristo lleve a cabo y no ser capaz de comprenderla apropiadamente, tener dificultades para dejar de lado las nociones sin importar la explicación que recibáis, y así sucesivamente, todos estos son elementos de incredulidad mezclados en vuestro corazón. Aunque seguís la obra de Cristo y nunca os quedáis atrás, hay demasiada rebeldía mezclada en vuestro corazón. Esta rebeldía es una impureza en vuestra fe en Dios. Tal vez pensáis que no es así, pero si no puedes reconocer tus intenciones a partir de esto, entonces tu destino es estar entre los que perecerán, porque Dios sólo perfecciona a quienes en verdad creen en Él, no a quienes son escépticos hacia Él, y, menos aún, a los que lo siguen a regañadientes a pesar de nunca haber creído que Él es Dios.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Eres un verdadero creyente en Dios?

Palabras diarias de Dios  Fragmento 325

Algunas personas no se regocijan en la verdad y, mucho menos, con el juicio. En cambio, se regocijan en el poder y las riquezas; a tales personas se les llama buscadores de poder. Buscan exclusivamente las denominaciones que tienen influencia en el mundo y solo buscan a pastores y maestros que provienen de seminarios. A pesar de haber aceptado el camino de la verdad, son, en parte, escépticos, e incapaces de entregar todo su corazón y toda su mente, y su boca habla de sacrificarse por Dios, pero sus ojos se enfocan en los grandes pastores y maestros, y no le prestan atención a Cristo. Su corazón está obsesionado con la fama, la fortuna y la gloria. Piensan que no es posible que una persona tan pequeña pueda ser capaz de conquistar a tantos, que alguien tan común y corriente sea capaz de perfeccionar al hombre. Ellos no creen en absoluto que estos “don nadie” que están entre el polvo y el estiércol sean el pueblo escogido por Dios. Ellos creen que si tales personas fueran los objetos de la salvación de Dios, el cielo y la tierra estarían de cabeza y todos los hombres se reirían a mandíbula batiente. Ellos creen que si Dios eligió a tales “don nadie” para ser perfeccionados, entonces esos grandes hombres se convertirían en Dios mismo. Sus perspectivas están manchadas de incredulidad; ciertamente, más que incrédulos, son simplemente bestias absurdas. Y es que solo valoran la posición, el prestigio y el poder, y solo tienen en alta estima a los grandes grupos y denominaciones. No tienen la menor consideración hacia quienes son dirigidos por Cristo; simplemente son traidores que le han dado la espalda a Cristo, a la verdad y a la vida.

Lo que tú admiras no es la humildad de Cristo, sino a esos falsos pastores de destacada posición. No adoras la belleza ni la sabiduría de Cristo, sino a esos licenciosos que se regodean en la inmundicia del mundo. Te ríes del dolor de Cristo, que no tiene lugar donde reclinar Su cabeza, pero admiras a esos cadáveres que cazan ofrendas y viven en el libertinaje. No estás dispuesto a sufrir junto a Cristo, pero te lanzas con gusto a los brazos de esos anticristos temerarios a pesar de que solo te suministran carne, palabras y control. Incluso ahora tu corazón sigue volviéndose a ellos, a su reputación, su estatus, su influencia. Además, continúas teniendo una actitud por la cual la obra de Cristo te resulta difícil de soportar y no estás dispuesto a aceptarla. Por eso te digo que te falta fe para reconocer a Cristo. La razón por la que lo has seguido hasta el día de hoy es solo porque no tenías otra opción. En tu corazón siempre se elevan muchas imágenes nobles; no puedes olvidar cada una de sus palabras y obras ni sus palabras ni sus manos influyentes. En vuestro corazón, ellos son supremos por siempre y son héroes por siempre. Pero esto no es así para el Cristo de hoy. Él permanece por siempre insignificante en tu corazón y por siempre indigno de tu veneración. Porque Él es demasiado común, tiene muy poca influencia y está lejos de ser elevado.

En cualquier caso, Yo digo que todos los que no valoran la verdad son incrédulos y traidores de la verdad. Tales hombres nunca recibirán la aprobación de Cristo. ¿Has identificado ahora cuánta incredulidad hay dentro de ti y cuánta traición a Cristo tienes? Te exhorto: puesto que has elegido el camino de la verdad, debes consagrarte totalmente; no seas ambivalente o poco entusiasta. Debes entender que Dios no pertenece al mundo ni a ninguna persona, sino a todos aquellos que creen verdaderamente en Él, a todos los que lo adoran y a todos aquellos que se consagran a Él y le son fieles.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Eres un verdadero creyente en Dios?

Palabras diarias de Dios  Fragmento 326

En su fe, las personas buscan hacer que Dios les dé un destino adecuado y toda la gracia que necesitan, buscan hacer que Dios sea su sirviente, que Él mantenga con ellas una relación pacífica y amigable para que, no importa cuando, nunca haya ningún conflicto entre ellos. Es decir, su creencia en Dios exige que Él prometa cumplir todas sus exigencias y que les otorgue cualquier cosa por lo que oran, de acuerdo con las palabras que han leído en la Biblia: “Escucharé todas vuestras oraciones”. Esperan que Dios no juzgue ni trate a nadie, ya que Él siempre ha sido el misericordioso Salvador Jesús que mantiene una buena relación con las personas en todo momento y en todo lugar. Así es como las personas creen en Dios: le exigen con descaro y creen que, independientemente de si son rebeldes u obedientes, Él les otorgará ciegamente todo lo que le pidan. Le “cobran deudas” a Dios continuamente, pues creen que Él debe “reembolsarles” sin resistirse de ninguna manera y, además, debe pagar doble; piensan que, independientemente de que Dios haya obtenido algo de ellas o no, lo pueden manipular y que Él no puede orquestar arbitrariamente a las personas, y, mucho menos, revelarles Su sabiduría y Su carácter justo —ocultos durante muchos años— cuando Él quiera y sin su permiso. Simplemente le confiesan a Dios sus pecados, pues creen que Dios sencillamente los absolverá y que no va a cansarse de hacerlo y que esto continuará para siempre. Simplemente le dan órdenes a Dios y creen que Él obedecerá, porque está registrado en la Biblia que Dios no vino para ser servido por el hombre, sino para servirle a él, y que Él está aquí para ser su siervo. ¿No habéis creído siempre de esta manera? Cuando no podéis obtener algo de Dios, queréis huir; cuando no entendéis algo, os volvéis demasiado resentidos e incluso llegáis tan lejos como para lanzarle toda clase de insultos. Simplemente no le permitiréis a Dios mismo expresar completamente Su sabiduría y maravilla, en lugar de eso solo queréis disfrutar la comodidad y el confort temporales. Hasta ahora, vuestra actitud en vuestra creencia en Dios ha consistido meramente en los mismos viejos puntos de vista. Si Dios os muestra una mínima majestad, os ponéis tristes. ¿Veis ahora exactamente lo grande que es vuestra estatura? No asumáis que todos vosotros sois leales a Dios cuando, de hecho, vuestras antiguas opiniones no han cambiado. Cuando nada malo te sucede, crees que todo va bien y tu amor por Dios alcanza las cotas más altas. Cuando algo pequeño te sucede, caes al Hades. ¿Está con ello siendo leal a Dios?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Debes dejar de lado las bendiciones del estatus y entender la voluntad de Dios para traer la salvación al hombre

Palabras diarias de Dios  Fragmento 327

En vuestra búsqueda tenéis demasiadas nociones, esperanzas y futuros individuales. La obra presente es para tratar con vuestro deseo de estatus y vuestros deseos extravagantes. Las esperanzas, el estatus y las nociones son, todos ellos, representaciones clásicas del carácter satánico. La razón de que estas cosas existan en el corazón de las personas se debe, por completo, a que el veneno de Satanás siempre está corroyendo los pensamientos de las personas, y estas no son nunca capaces de sacudirse esas tentaciones satánicas. Viven en medio del pecado, sin embargo, no creen que sea pecado y siguen pensando: “Creemos en Dios, así que Él debe concedernos bendiciones y disponerlo todo para nosotros de forma adecuada. Creemos en Dios, así que debemos ser superiores a los demás, y tener más estatus y más futuro que cualquier otro. Dado que creemos en Dios, Él debe proporcionarnos bendiciones ilimitadas. De otro modo, no lo denominaríamos creer en Dios”. Durante muchos años, los pensamientos en los que se han apoyado las personas para sobrevivir han corroído sus corazones hasta el punto de volverse astutas, cobardes y despreciables. No solo carecen de fuerza de voluntad y determinación, sino que también se han vuelto avariciosos, arrogantes y obstinados. Carecen absolutamente de cualquier determinación que trascienda el yo, más aun, no tienen ni una pizca de valor para sacudirse la esclavitud de esas influencias oscuras. Los pensamientos y la vida de las personas están tan podridos que sus perspectivas de creer en Dios siguen siendo insoportablemente horribles, e incluso cuando las personas hablan de sus perspectivas de la creencia en Dios, oírlas es sencillamente insufrible. Todas las personas son cobardes, incompetentes, despreciables y frágiles. No sienten repugnancia por las fuerzas de la oscuridad ni amor por la luz y la verdad, sino que se esfuerzan al máximo por expulsarlas. ¿No son vuestros pensamientos y vuestras perspectivas actuales exactamente así? “Como creo en Dios, deberían lloverme las bendiciones y se me tendría que asegurar que mi estatus nunca descenderá y que se va a mantener por encima del de los incrédulos”. No habéis estado albergando ese tipo de perspectiva en vuestro interior solo uno o dos años, sino durante muchos más. Vuestro modo transaccional de pensar está exageradamente desarrollado. Aunque habéis llegado hoy hasta esta etapa, seguís sin renunciar al estatus, y en su lugar estáis luchando constantemente por investigarlo y observarlo a diario, con el profundo temor de que un día vuestro estatus se pierda y se arruine vuestro nombre. Las personas nunca han dejado a un lado su deseo de comodidad. Entonces, al juzgaros hoy así, ¿qué grado de comprensión tendréis al final? Diréis que aunque vuestro estatus no es alto, sin embargo habéis disfrutado la elevación de Dios. No tenéis estatus porque sois de baja cuna, pero ganáis estatus por la elevación de Dios; esto es algo que Él os concedió. Hoy sois capaces de recibir personalmente el adiestramiento de Dios, Su castigo y Su juicio. Esta es, más aún, Su elevación. Sois capaces de recibir personalmente Su purificación y Su ardor. Esto es el gran amor de Dios. A lo largo de las eras no ha habido una sola persona que haya recibido Su purificación y Su ardor ni que haya sido capaz de ser perfeccionada por Sus palabras. Dios os está hablando ahora cara a cara, purificándoos, revelando vuestra rebeldía interna; esa es ciertamente Su elevación. ¿Qué habilidades tienen las personas? Sean hijos de David o descendientes de Moab, en resumen, las personas son seres creados que no tienen nada de lo que puedan jactarse. Como sois criaturas de Dios, debéis llevar a cabo el deber de una criatura. No hay más requisitos para vosotros. Así es cómo oraréis: “¡Oh, Dios! Tenga estatus o no, ahora me entiendo a mí mismo. Si mi estatus es alto, se debe a Tu elevación; y si es bajo, se debe a Tu ordenación. Todo está en Tus manos. No tengo ninguna elección ni ninguna queja. Tú ordenaste que yo naciera en este país y entre esta gente, y lo único que debería hacer es ser absolutamente obediente bajo Tu dominio, porque todo está incluido en lo que Tú has ordenado. No pienso en el estatus; después de todo, solo soy una criatura. Si Tú me colocas en el abismo sin fondo, en el lago de fuego y azufre, no soy más que una criatura. Si Tú me usas, soy una criatura. Si Tú me perfeccionas, sigo siendo una criatura. Si Tú no me perfeccionas, te seguiré amando, pues no soy más que una criatura. No soy más que una criatura minúscula, creada por el Señor de la creación, tan solo una de entre todos los seres humanos creados. Fuiste Tú quien me creó, y ahora me has vuelto a colocar en Tus manos, para hacer conmigo Tu voluntad. Estoy dispuesto a ser Tu herramienta y Tu contraste, porque todo es lo que Tú has ordenado. Nadie puede cambiarlo. Todas las cosas y todos los acontecimientos están en Tus manos”. Cuando llegue el momento en que ya no pienses en el estatus, entonces te liberarás de él. Solo en ese momento serás capaz de buscar con confianza y valor, y sólo entonces, tu corazón podrá llegar a liberarse de cualquier restricción. Una vez que las personas hayan sido liberadas de estas cosas, entonces no tendrán más preocupaciones. ¿Cuáles son ahora las preocupaciones de la mayoría de vosotros? Siempre estáis limitados por el estatus y preocupados constantemente por vuestras propias perspectivas. Siempre estáis pasando las páginas de las declaraciones de Dios, deseando leer los dichos sobre el destino de la humanidad y queriendo saber cuáles son vuestras perspectivas y cuál será vuestro destino. Os preguntáis, “¿Realmente tengo alguna perspectiva? ¿Me las ha quitado Dios? Dios sólo dice que soy un contraste; ¿cuáles son entonces mis perspectivas?”. Es difícil para vosotros dejar de lado vuestras perspectivas y vuestro destino. Ahora sois seguidores, y habéis obtenido cierto entendimiento de esta etapa de la obra. Sin embargo, todavía no habéis dejado a un lado vuestro deseo de estatus. Cuando tu estatus es alto buscáis bien, pero cuando es bajo, dejáis de buscar. Las bendiciones del estatus siempre están en vuestra mente. ¿Por qué la mayoría de las personas no pueden desprenderse de la negatividad? ¿Acaso la respuesta invariable no es que se debe a las perspectivas sombrías? En cuanto se pronuncian las declaraciones de Dios, os apresuráis a ver cuáles son en realidad vuestro estatus y vuestra identidad. Priorizáis el estatus y la identidad, y relegáis la visión al segundo lugar. En el tercero está algo a lo que debéis entrar, y en el cuarto la voluntad actual de Dios. Primero consideráis si el título de Dios para vosotros como “contrastes” ha cambiado o no. Leéis y leéis, y cuando veis que se ha eliminado el título de “contraste”, os alegráis y dais profusamente las gracias a Dios y alabáis Su gran poder. Pero si veis que seguís siendo contrastes, os disgustáis y de inmediato se disipa el impulso en vuestro corazón. Cuanto más busques de esta forma, menos recogerás. Cuanto mayor sea el deseo de estatus en la persona, mayor será la seriedad con la que sea tratada y mayor refinamiento el que tendrá que experimentar. ¡La gente así no vale nada! Tiene que ser tratada y juzgada lo suficiente como para que renuncie a estas cosas por completo. Si buscáis de esa manera hasta el final, nada recogeréis. Aquellos que no buscan la vida no pueden ser transformados, y aquellos que no tienen sed de la verdad no pueden ganar la verdad. No te centras en buscar la transformación personal ni en la entrada, sino que en su lugar te concentras en deseos extravagantes y en las cosas que limitan tu amor por Dios y previenen que te acerques a Él. ¿Pueden transformarte esas cosas? ¿Pueden introducirte en el reino? Si el objeto de tu búsqueda no es buscar la verdad, entonces más te valdría aprovechar esta oportunidad, regresar al mundo, y probar suerte. Perder el tiempo de esta forma no vale realmente la pena; ¿por qué torturarte? ¿No es verdad que podrías disfrutar de todo tipo de cosas en el hermoso mundo? Dinero, hermosas mujeres, estatus, vanidad, familia, hijos, etc.; ¿no son estos productos del mundo las mejores cosas de las que podrías disfrutar? ¿De qué vale vagar por aquí, y buscar un lugar donde poder ser feliz? El Hijo del hombre no tiene donde recostar Su cabeza; ¿cómo podrías tener tú, pues, un lugar de comodidad? ¿Cómo podría Él crearte un hermoso lugar de comodidad? ¿Es esto posible? Al margen de Mi juicio, hoy sólo puedes recibir enseñanzas sobre la verdad. No puedes obtener de Mí la comodidad ni tampoco el lecho de rosas que tanto anhelas día y noche. No te concederé las riquezas del mundo. Si buscas de una forma genuina, entonces estoy dispuesto a darte la totalidad del camino de la vida, a que seas como un pez que regresa al agua. Si tu búsqueda no es genuina, lo retiraré todo. ¡No estoy dispuesto a entregar las palabras de Mi boca a aquellos que están ávidos de comodidad, que son como los perros y los cerdos!

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Por qué no estás dispuesto a ser un contraste?

Palabras diarias de Dios  Fragmento 328

Examínate a ti mismo para ver si practicas la justicia en todo lo que haces y si Dios está observando todas tus acciones: estos son los principios por los que se conducen los que creen en Dios. Seréis llamados justos porque podéis satisfacer a Dios y porque aceptáis el cuidado y la protección de Dios. A los ojos de Dios, todos los que aceptan el cuidado, la protección y la perfección de Dios y a quienes Él gana son justos y Dios los considera a todos preciosos. Mientras más aceptéis las palabras actuales de Dios, más seréis capaces de recibir y entender la voluntad de Dios y por tanto podréis vivir más las palabras de Dios y satisfacer Sus exigencias. Esta es la comisión que Dios tiene para vosotros y lo que todos vosotros debéis ser capaces de lograr. Si usáis vuestras propias nociones para medir y delimitar a Dios, como si Dios fuera una estatua de barro inmutable, y si delimitáis completamente a Dios dentro de los parámetros de la Biblia y lo encerráis dentro de un limitado ámbito dónde obrar, entonces esto prueba que habéis condenado a Dios. Porque los judíos de la era del Antiguo Testamento tomaron a Dios como un ídolo de forma fija que tenían en sus corazones, como si a Dios solo se le pudiera llamar Mesías y solo Aquel que fuera llamado el Mesías pudiera ser Dios, y porque la humanidad sirvió y adoró a Dios como si Él fuera una estatua de barro sin vida, clavaron al Jesús de ese tiempo en la cruz, sentenciándolo a muerte; el Jesús inocente fue así condenado a muerte. Dios era inocente de cualquier ofensa; sin embargo, el hombre rehusó perdonar a Dios e insistió en sentenciarlo a muerte, y así Jesús fue crucificado. El hombre siempre cree que Dios es inmutable y lo define de acuerdo con un único libro, la Biblia, como si el hombre tuviera un perfecto entendimiento de la gestión de Dios, como si todo lo que Dios hace estuviera en la palma de la mano del hombre. Las personas son absurdas hasta el extremo, de una arrogancia extrema y todas tienen un don para la hipérbole. No importa lo grande que sea el conocimiento que tienes de Dios, todavía digo que no conoces a Dios, que te opones a Dios al máximo y que lo has condenado porque eres totalmente incapaz de obedecer la obra de Dios y caminar la senda de ser perfeccionado por Dios. ¿Por qué Dios nunca está satisfecho con las acciones del hombre? Porque el hombre no conoce a Dios, porque tiene demasiadas nociones y porque su conocimiento de Dios no concuerda en absoluto con la realidad, sino que repite monótonamente el mismo tema sin variación y usa el mismo enfoque para toda situación. Y entonces, habiendo venido a la tierra en la actualidad, una vez más el hombre ha clavado a Dios en la cruz. ¡Humanidad cruel! La confabulación y la intriga, robarse y agarrarse entre ellos, la lucha por la fama y la fortuna, la masacre mutua, ¿cuándo se van a terminar? A pesar de que Dios ha hablado cientos de miles de palabras, nadie ha entrado en razón. La gente actúa por el bien de sus familias, hijos e hijas, por sus carreras, perspectivas de futuro, posición, vanidad y dinero, por comida, ropa y por la carne. Pero ¿existe alguien cuyas acciones sean verdaderamente por el bien de Dios? Incluso entre aquellos que actúan por el bien de Dios, casi nadie lo conoce. ¿Cuántas personas no actúan por sus propios intereses? ¿Cuántos no oprimen ni condenan al ostracismo a los demás con el propósito de proteger su propia posición? Así, Dios ha sido condenado a muerte contundentemente en innumerables ocasiones; innumerables jueces bárbaros han condenado a Dios y una vez más lo han clavado en la cruz. ¿Cuántos se pueden llamar justos porque en verdad actúan para Dios?

¿Es tan fácil ser perfeccionado ante Dios como un santo o una persona justa? Es una declaración verdadera que “no hay justos sobre esta tierra; los justos no están en este mundo”. Cuando venís delante de Dios, considerad lo que lleváis puesto, considerad cada una de vuestras palabras y acciones, todos vuestros pensamientos e ideas e incluso los sueños que soñáis cada día, todo es para vuestro propio bien. ¿No es este el verdadero estado de cosas? “Justicia” no quiere decir dar limosna a los demás, no quiere decir amar a tu prójimo como a ti mismo ni quiere decir abstenerse de pelearse y tener disputas, hurtar o robar. Justicia quiere decir tomar la comisión de Dios como tu deber y obedecer las orquestaciones y arreglos de Dios como tu vocación enviada del cielo, independientemente del tiempo o el lugar, igual que todo lo que hizo el Señor Jesús. Esta es la justicia de la que ha hablado Dios. Que a Lot se le pudiera llamar justo se debe a que salvó a dos ángeles que Dios envió sin importarle lo que ganara o perdiera; solo puede decirse que lo que hizo en ese momento se puede llamar justo, pero a él no se le puede llamar un hombre justo. Lot solo dio a sus dos hijas a cambio de los ángeles porque había visto a Dios, pero no todo su comportamiento en el pasado representa la justicia. Y por eso digo que “no hay justos sobre esta tierra”. Incluso entre aquellos que están en la corriente de la recuperación, ninguno se puede llamar justo. No importa qué tan buenas sean tus acciones, no importa cómo parezcas glorificar el nombre de Dios, si no pegas a los demás ni los maldices, o si no los saqueas ni les robas, todavía no puedes ser llamado justo porque eso es lo que una persona normal es capaz de tener. La clave ahora mismo es que no conoces a Dios. Solo se puede decir que en el momento presente tienes un poco de humanidad normal, pero careces de elementos de la justicia de la que Dios habla y por eso nada de lo que hagas sirve para probar que conoces a Dios.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Los malvados deben ser castigados

Palabras diarias de Dios  Fragmento 329

Antes, cuando Dios estaba en el cielo, el hombre actuaba de una manera que era engañosa hacia Dios; hoy, Dios ha venido entre los hombres; por cuánto tiempo, nadie lo sabe, pero el hombre sigue actuando por inercia y trata de engañarlo. ¿No es el hombre extremadamente retrógrado en su pensamiento? Fue lo mismo con Judas: antes de que Jesús viniera, Judas contaba mentiras para engañar a los hermanos y hermanas, e incluso después de que Jesús viniera siguió sin cambiar; no conocía a Jesús en lo más mínimo y al final lo traicionó. ¿No fue porque no conocía a Dios? Si hoy todavía no conocéis a Dios, entonces es posible que os convirtáis en otro Judas y, a consecuencia de esto, la tragedia de la crucifixión de Jesús en la Era de la Gracia, hace dos mil años, volvería a acontecer. ¿No lo creéis? ¡Es un hecho! Ahora, la mayoría de las personas están en una situación similar —puede que diga esto un poco pronto— y esas personas hacen el papel de Judas. No estoy diciendo tonterías, hablo de acuerdo con los hechos y no tienes por menos que convencerte. Aunque muchas personas pretenden ser humildes, en sus corazones no hay más que una charca de agua estancada, una acequia de agua hedionda. Ahora mismo hay demasiadas así en la iglesia y pensáis que lo ignoro por completo. En la actualidad, Mi Espíritu decide por Mí y da testimonio de Mí. ¿Crees que no sé nada? ¿Crees que no entiendo nada de los pensamientos retorcidos que hay dentro de vuestros corazones ni de las cosas guardadas dentro de ellos? ¿Se engaña tan fácilmente a Dios? ¿Crees que lo puedes tratar como te dé la gana? En el pasado me preocupaba que no os vierais constreñidos, así que os seguí dando libertad, pero la humanidad fue incapaz de darse cuenta de que Yo estaba siendo bueno con ellos y cuando les di la mano me tomaron el codo. Preguntaos entre vosotros: casi nunca he tratado a nadie ni he reprendido a nadie a la ligera, pero tengo claros los motivos y las nociones del hombre. ¿Crees que Dios mismo de quien Dios da testimonio es un necio? ¡En ese caso digo que estás muy ciego! No te voy a exponer, pero veamos cómo de corrupto te vuelves. Veamos si tus pequeñas estratagemas ingeniosas pueden salvarte o si tanto esfuerzo por amar a Dios puede salvarte. No voy a condenarte hoy; esperemos hasta el tiempo de Dios para ver cómo te da la retribución. No tengo tiempo para tener una charla ociosa contigo ahora, ni estoy dispuesto a retrasar Mi mayor obra solo por ti. Un gusano como tú no es digno del tiempo que lleva a Dios el tratar contigo, así que veamos lo disoluto que puedes llegar a ser. Las personas que son así no buscan tener el menor conocimiento de Dios ni tienen el menor amor a Dios; y todavía quieren que Dios las llame justas, ¿no es esto un chiste? Ya que un pequeño número de personas son realmente honestas, me centraré únicamente en continuar proveyendo de vida al hombre. Solo voy a hacer lo que debo hacer hoy, pero en el futuro traeré la retribución a cada persona de acuerdo con lo que haya hecho. He dicho todo lo que hay que decir porque esta es precisamente la obra que hago. Hago únicamente lo que debo hacer y no hago lo que no debo hacer. Sin embargo, espero que paséis más tiempo en reflexión: ¿cuánto de tu conocimiento de Dios es verdadero exactamente? ¿Eres alguien que ha clavado a Dios de nuevo en la cruz? Mis últimas palabras son estas: ay de aquellos que crucifican a Dios.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Los malvados deben ser castigados

Palabras diarias de Dios  Fragmento 330

A medida que avanzas por la senda actual, ¿cuál es la modalidad de búsqueda más adecuada? En tu búsqueda, ¿qué clase de persona deberías considerarte? Te corresponde saber cómo abordar todo aquello que te acontece hoy, sean pruebas o adversidades o un castigo y una maldición despiadados. Al enfrentarte a todas estas cosas, debes reflexionar cuidadosamente sobre ellas en todos los casos. ¿Por qué lo digo? Lo digo porque las cosas que hoy te acontecen son, después de todo, pruebas de corta duración que suceden una y otra vez; quizá en lo que a ti respecta, no son especialmente agotadoras para el espíritu, y entonces dejas que sigan su curso natural, y no crees que esto sea una virtud valiosa en la búsqueda del progreso. ¡Qué imprudente! Tanto que imaginas esta virtud valiosa como si fuera una nube que flota ante tus ojos y no aprecias estos duros golpes que te llueven una y otra vez —golpes breves, y que te parecen de poco peso—, sino que los consideras con un frío distanciamiento, sin tomártelos a pecho, y los tratas como un simple golpe casual. ¡Qué arrogante! Respecto a estos feroces ataques, similares a tormentas, que recibes de vez en cuando, solo muestras una indiferencia impertinente; a veces llegas hasta a sonreír con frialdad, revelando una expresión de total indiferencia, pues jamás has pensado para tus adentros por qué sigues padeciendo semejantes “desgracias”. ¿Es posible que sea enormemente injusto con el hombre? ¿Acaso me dedico yo a buscarte faltas? Aunque los problemas de tu mentalidad no sean tan graves como los he descrito, te has creado hace tiempo, mediante tu compostura externa, una imagen ideal de tu mundo interior. No hace falta que te diga que lo único que ocultas en el fondo de tu corazón son pequeños restos de tristeza apenas discernibles de otros. Como te parece muy injusto haber padecido semejantes pruebas, las maldices; y porque estas pruebas te hacen sentir la desolación del mundo, estás lleno de melancolía. Lejos de considerar estos golpes y actos de disciplina reiterados la mejor protección, los consideras problemas sin sentido que vienen del cielo o una represalia adecuada para ti. ¡Qué ignorante! Confinas despiadadamente los buenos momentos a las tinieblas; una vez tras otra, ves las maravillosas pruebas y actos de disciplina como ataques de tus enemigos. No sabes cómo adaptarte al entorno, y menos aún estás dispuesto a intentarlo, pues no quieres aprender nada de este castigo reiterado y, para ti, cruel. No haces ningún intento por buscar o analizar, y simplemente te resignas al destino, vas dondequiera que te lleve. Esos que a ti te pueden parecer salvajes actos de reprensión no han transformado tu corazón ni lo han conquistado; por el contrario, te lo apuñalan. Ves este “cruel castigo” solo como tu enemigo en esta vida, y entonces no has ganado nada. ¡Qué santurrón! Rara vez crees que padeces esas pruebas por ser tan despreciable; antes bien, te consideras muy desventurado y dices además que siempre te estoy buscando faltas. Y ahora que las cosas han llegado a este paso, ¿cuánto sabes realmente de lo que digo y hago? No te creas un prodigio nato, sólo algo un poco por debajo del cielo pero infinitamente por encima de la tierra. Estás lejos de ser más listo que nadie y hasta podría decirse que es sencillamente adorable lo imbécil que eres comparado con cualquiera de las personas que poseen la razón en la tierra, pues te tienes en una posición demasiado elevada y jamás has tenido sensación de inferioridad; como si vieras Mis actos hasta el más ínfimo detalle. De hecho, eres una persona fundamentalmente carente de razón, ya que no tienes ni idea de lo que pretendo hacer, y menos todavía de lo que estoy haciendo ahora. Y por eso digo que ni siquiera eres como un viejo agricultor que labra la tierra, un agricultor sin la más mínima idea de la vida humana y que, sin embargo, pone toda su confianza en las bendiciones del cielo cuando cultiva la tierra. Ni por un segundo piensas en tu vida, no sabes nada notorio, y menos aún tienes autoconocimiento. ¡Qué “por encima de todo” estás!

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Los que no aprenden y siguen siendo ignorantes, ¿acaso no son unas bestias?

Palabras diarias de Dios  Fragmento 331

Respecto a las enseñanzas que os he dado una y otra vez, hace mucho que las habéis relegado, incluso hasta el punto de considerarlas como un juego relajante para satisfacer vuestros momentos de ocio. Todo esto que siempre consideráis a la luz de vuestro “amuleto” personal. Cuando os acusa Satanás, oráis; cuando estáis negativos, caéis en un profundo aletargamiento; cuando estáis contentos, corréis de aquí para allá; cuando os reprendo, bajáis la cabeza y os rascáis, y entonces, en cuanto acudís a mi presencia os reís con malévola alegría. Te sientes por encima de todos los demás, pero nunca te consideras el más arrogante, y no hay palabras para describir lo altivo, autocomplaciente y embustero que eres siempre. ¿Cómo van a tratar Mis palabras como un preciado tesoro estos “señoritos y doncellas”, “señores y señoras” que no aprenden y siguen siendo ignorantes? Te lo vuelvo a preguntar: ¿qué has aprendido exactamente de Mis palabras y Mi obra en todo este tiempo? ¿Es que has obtenido nuevas habilidades para engañar? ¿O mayor sofisticación en tu carne? ¿O más falta de respeto en tu actitud hacia Mí? Te lo digo directamente: toda esta obra que he hecho ha causado que tú, que solías tener el coraje de un ratón, te vuelvas más audaz. El temor que sientes hacia mí disminuye cada día que pasa, porque soy demasiado misericordioso, y nunca he impuesto sanciones a tu carne por medio de la violencia. Tal vez, como tú lo ves, me limito a decir palabras duras, pero es mucho más frecuente que te muestre un semblante sonriente y casi nunca te censuro a la cara. Además, siempre perdono tu debilidad, y es por eso que me tratas como la serpiente trató al amable granjero. ¡Cuánto admiro el extremo grado de destreza y perspicacia en la capacidad de observación de la raza humana! Deja que te diga una verdad; hoy importa muy poco si el tuyo es o no un corazón reverente. No estoy angustiado ni preocupado por eso. No obstante, también debo decirte esto: tú, “persona con talento”, que no aprende y sigue siendo ignorante, serás finalmente derribado por tu autocomplaciente y mezquina astucia, serás el que sufra y sea castigado. Yo no seré tan estúpido como para acompañarte mientras continúas sufriendo en el infierno, pues no soy de la misma especie que tú. No olvides que eres un ser creado que ha sido maldecido por Mí y, con todo, es además enseñado y salvado por Mí, y no hay nada en ti de lo que fuera reacio a desprenderme. Sea cual sea el momento en el que hago Mi obra, nunca estoy constreñido por ninguna persona, suceso ni cosa. Mis actitudes y opiniones respecto a la humanidad han sido siempre las mismas. No tengo una disposición especial hacia ti porque seas un apéndice de Mi gestión, lejos de tener algo más de especial que cualquier otro. Esto es lo que te aconsejo: en todo momento, ¡recuerda que no eres más que una criatura de Dios! Aunque puedas compartir tu existencia conmigo, debes conocer tu propia identidad; no te creas el ombligo del mundo. Aunque no te reprenda ni trate, sino que te reciba con rostro sonriente, eso no es suficiente para acreditar que seas de la misma especie que Yo. Debes saber que eres alguien que busca la verdad, ¡no eres la verdad en sí misma! Debes estar en todo momento listo para cambiar según Mis palabras. No puedes escapar a esto. Te insto a que trates de aprender algo en este preciado momento, en esta oportunidad excepcional. No me tomes el pelo; no me hace falta que intentes engañarme con halagos. Cuando me buscas, no lo haces sólo por Mi bien, ¡sino por el tuyo propio!

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Los que no aprenden y siguen siendo ignorantes, ¿acaso no son unas bestias?

Palabras diarias de Dios  Fragmento 332

En este momento, cada día que vivís es crucial y de vital importancia para vuestro destino y vuestra suerte, así que debéis valorar todo lo que poseéis ahora y apreciar cada minuto que pasa. Debéis dedicar tanto tiempo como podáis a obtener para vosotros mismos los mayores beneficios, de modo que no hayáis vivido vuestra vida en vano. Tal vez os sintáis confundidos acerca de las razones por las que os digo estas palabras. Francamente, no me siento contento en absoluto con el comportamiento de ninguno de vosotros, ya que lo que esperaba de vosotros no es lo que sois actualmente. Por tanto, puedo decir esto: todos estáis al borde del peligro y vuestros gritos de ayuda del pasado y vuestras antiguas aspiraciones de ir tras la verdad y buscar la luz están llegando a su fin. Así es como me recompensáis al final y es algo que Yo nunca esperé. No quiero hablar en contra de los hechos, pues me habéis decepcionado enormemente. Tal vez no queráis aceptar esto sin chistar y no queráis enfrentaros a la realidad; sin embargo, debo haceros estas preguntas con seriedad: en todos estos años, ¿con qué habéis llenado vuestro corazón exactamente? ¿A quién es leal? No digáis que no sabéis a qué vienen estas preguntas y no me preguntéis por qué os las hago. Sabed esto: es porque os conozco demasiado bien, me preocupo demasiado por vosotros y he invertido demasiado de Mi corazón en vuestra conducta y en vuestras acciones que os he llamado a cuentas sin cesar y he soportado grandes dificultades. Sin embargo, me lo pagáis solo con indiferencia y una resignación insoportable. Habéis sido muy negligentes conmigo; ¿sería posible que Yo no supiese nada al respecto? Si esto es lo que creéis, es mayor muestra de que, en verdad, no me tratáis con amabilidad. Así pues, os digo que estáis escondiendo la cabeza como avestruces. Sois todos tan inteligentes que ni siquiera sabéis lo que estáis haciendo; así pues, ¿qué vais a usar para rendir cuentas ante Mí?

La pregunta que más me preocupa es a quién es leal vuestro corazón exactamente. También espero que cada uno de vosotros intentará ordenar sus pensamientos y os preguntaréis a quién sois leales y para quién vivís. Quizá nunca habéis prestado especial atención a estas preguntas; así pues ¿qué tal si me dejáis que os revele las respuestas?

Cualquiera que tenga memoria reconocerá este hecho: el hombre vive para sí mismo y es leal a sí mismo. No creo que vuestras respuestas sean del todo correctas, porque cada uno de vosotros vive su respectiva vida y cada uno está luchando con su propio sufrimiento. Por tanto, sois leales a las personas que amáis y a las cosas que os causan placer; no sois del todo leales a vosotros mismos. Debido a que cada uno de vosotros está influenciado por la gente, los acontecimientos y los objetos que os rodean, no sois realmente leales a vosotros mismos. No digo estas palabras para respaldar que seáis leales a vosotros mismos, sino para exponer vuestra lealtad a cualquier cosa, porque a lo largo de todos estos años, nunca he recibido la lealtad de ninguno de vosotros. Me habéis seguido todos estos años; sin embargo, nunca me habéis dado ni un ápice de lealtad. Más bien, habéis estado girando en torno a las personas que amáis y las cosas que os causan placer, tanto así que, en todo momento y dondequiera que vais, las mantenéis cerca de vuestro corazón y nunca las habéis abandonado. Cuando os sentís ansiosos o entusiasmados acerca de cualquier cosa que amáis, sucede mientras me seguís o, incluso, mientras escucháis Mis palabras. Por eso digo que estáis utilizando la lealtad que os pido, más bien, para ser leales a vuestras “mascotas” y para apreciarlas. Aunque quizá sacrifiquéis una o dos cosas por Mí, no representa vuestro todo, y no muestra que es a Mí a quien sois verdaderamente leales. Os involucráis en proyectos que os apasionan: algunas personas son leales a sus hijos e hijas; otras, a su marido, a su esposa, a las riquezas, al trabajo, a sus superiores, al estatus o a las mujeres. Nunca os sentís cansados o molestos por causa de esas cosas a las que sois leales; más bien, anheláis cada vez más poseer una mayor cantidad y calidad de estas y nunca os rendís. Yo y Mis palabras siempre estamos por detrás de las cosas que os apasionan. Y no tenéis más remedio que clasificarlas en último lugar. Hay algunos que incluso dejan este último lugar para las cosas a las que son leales, pero que aún están por descubrir. Nunca han tenido ni una pizca de Mí en su corazón. Tal vez consideráis que os pido demasiado o que os estoy acusando injustamente, pero ¿acaso alguna vez habéis pensado en el hecho de que mientras estáis pasando felizmente tiempo con vuestra familia, nunca, ni una sola vez, habéis sido leales a Mí? En momentos como este, ¿no os causa eso dolor? Cuando vuestro corazón está lleno de alegría y sois recompensados por vuestras labores, ¿acaso no os sentís abatidos por no haberos provisto con suficiente verdad? ¿Cuándo habéis llorado por no haber recibido Mi aprobación? Os devanáis los sesos y hacéis enormes esfuerzos por vuestros hijos e hijas, y, aun así, nunca estáis satisfechos; creéis que no habéis sido diligentes en su beneficio, que no habéis hecho todo lo posible por ellos. Sin embargo, conmigo siempre habéis sido negligentes y descuidados; solo estoy en vuestra memoria, pero nunca permanezco en vuestro corazón. Mi devoción y Mis esfuerzos siempre pasan desapercibidos para vosotros y nunca los habéis apreciado. Tan solo os involucráis en una breve reflexión y creéis que esto es suficiente. Esta “lealtad” no es lo que siempre he anhelado; más bien, lo que he aborrecido durante mucho tiempo. Sin embargo, independientemente de lo que Yo diga, seguís admitiendo solo una o dos cosas; no podéis aceptarlo completamente porque todos vosotros os sentís muy “confiados”, y siempre escogéis y elegís qué palabras aceptar de las que Yo he pronunciado. Si seguís siendo así hoy, Yo tengo reservados algunos métodos para tratar vuestra autoconfianza; es más, os haré reconocer que todas Mis palabras son verdaderas y que ninguna de ellas es una distorsión de la realidad.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿A quién eres leal?

Palabras diarias de Dios  Fragmento 333

Si en estos momentos colocase dinero en frente de vosotros, y os diera la libertad de escoger, y si no os condenara por vuestra elección, la mayoría escogería el dinero y renunciaría a la verdad. Los mejores de entre vosotros renunciarían al dinero y de mala gana elegirían la verdad, mientras que aquellos que se encuentran en medio tomarían el dinero con una mano y la verdad con la otra. ¿No se haría evidente de esta manera vuestra verdadera esencia? Al elegir entre la verdad y cualquier cosa a la que sois leales, todos tomaríais esa decisión, y vuestra actitud seguiría siendo la misma. ¿No es así? ¿Acaso no hay muchos entre vosotros que han fluctuado entre lo correcto y lo incorrecto? En las competencias entre lo positivo y lo negativo, lo blanco y lo negro, seguramente sois conscientes de las elecciones que habéis hecho entre la familia y Dios, los hijos y Dios, la paz y la alteración, la riqueza y la pobreza, el estatus y lo ordinario, ser apoyados y ser rechazados, y así sucesivamente. Entre una familia pacífica y una fracturada, elegisteis la primera, y sin ninguna vacilación; entre la riqueza y el deber, de nuevo elegisteis la primera, aun careciendo de la voluntad de regresar a la orilla[a]; entre el lujo y la pobreza, elegisteis la primera; entre vuestros hijos e hijas, esposa, marido y Yo, elegisteis lo primero; y entre la noción y la verdad, una vez más, elegisteis la primera. Al enfrentarme a toda forma de malas acciones de vuestra parte, simplemente he perdido la fe en vosotros. Estoy absolutamente asombrado de que vuestro corazón se resista tanto a ablandarse. Muchos años de dedicación y esfuerzo al parecer solo me han traído vuestro abandono y desesperación, pero Mis esperanzas hacia vosotros crecen con cada día que pasa, porque Mi día ha sido completamente expuesto ante todos. Sin embargo, continuáis buscando cosas oscuras y malvadas, y os negáis a dejarlas ir. Entonces, ¿cuál será vuestro resultado? ¿Habéis analizado detenidamente esto alguna vez? Si se os pidiera que eligierais de nuevo, ¿cuál sería, entonces, vuestra postura? ¿Seguiría siendo la primera? ¿Seguiríais dándome decepciones y una tristeza miserable? ¿Tendrían vuestros corazones un ápice de calidez? ¿Seguiríais sin ser conscientes de qué hacer para consolar a Mi corazón? En este momento, ¿qué escogéis? ¿Os someteréis a Mis palabras o estaréis hastiados de ellas? Mi día ha sido expuesto ante vuestros propios ojos, y lo que enfrentáis es una nueva vida y un nuevo punto de partida. Sin embargo, debo deciros que este punto de partida no es el comienzo de una nueva obra pasada, sino la conclusión de la antigua. Es decir, este es el acto final. Creo que todos podéis comprender lo que tiene de inusual este punto de partida. Pero un día, muy pronto, comprenderéis el verdadero significado de este punto de partida, ¡así que dejémoslo atrás juntos y recibamos el final que está por llegar! Sin embargo, lo que me sigue preocupando sobre vosotros es que, cuando tenéis frente a vosotros la injusticia y la justicia, siempre elegís la primera. Pero todo eso está en vuestro pasado. También espero olvidar todo vuestro pasado, aunque esto es muy difícil de hacer. Sin embargo, tengo una manera muy buena de lograrlo: que el futuro reemplace al pasado y permita que las sombras de vuestro pasado se disipen a cambio de vuestro verdadero ser actual. Así pues, tendré que molestaros para que toméis la decisión una vez más: ¿a quién le sois leales exactamente?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿A quién eres leal?

Nota al pie:

a. Regresar a la orilla: un dicho chino, que significa “regresar de los malos caminos por los que se ha caminado”.


Palabras diarias de Dios  Fragmento 334

Siempre que se menciona el destino, lo tratáis con especial seriedad; es, además, algo en lo que todos sois particularmente sensibles. Algunas personas no pueden esperar a golpearse las cabezas contra el suelo y a postrarse delante de Dios con el fin de obtener un buen destino. Puedo identificarme con vuestro entusiasmo, que no necesita expresarse en palabras. Es solo que no queréis que vuestra carne caiga en desastre y deseáis menos aún hundiros en el castigo infinito en el futuro. Solo esperáis permitiros vivir de un modo un poco más libre y fácil. Y, así, os sentís particularmente inquietos cuando se menciona el destino, pues tenéis un temor profundo de que, si no estáis lo bastante atentos, podéis ofender a Dios y, por consiguiente, estar sujetos a la retribución que merecéis. No habéis dudado en transigir en cosas por el bien de vuestro destino, e incluso muchos de vosotros, que una vez fuisteis taimados y frívolos, os habéis vuelto de repente especialmente amables y sinceros; vuestra aparente sinceridad asusta a la gente hasta la médula. Sin embargo, todos tenéis corazones “honestos” y habéis abierto a Mí los secretos en vuestros corazones de manera consistente, sin guardaros nada, ya fuera la queja, el engaño o la devoción. En general, me habéis “confesado” con gran franqueza las cosas sustanciales que yacen en los escondrijos más profundos de vuestro ser. Por supuesto, nunca he eludido tales cosas, pues se han convertido en algo demasiado familiar para Mí. Preferiríais entrar en el mar de fuego por el bien de vuestro destino final que perder un solo mechón de cabello para obtener la aprobación de Dios. No es que esté siendo demasiado dogmático con vosotros; es que carecéis demasiado de un corazón de devoción para afrontar cara a cara todo lo que Yo hago. Es posible que no entendáis lo que acabo de decir, así que dejadme proporcionaros una simple explicación: lo que necesitáis no es la verdad y la vida, ni los principios de cómo conduciros; mucho menos Mi laboriosa obra. En vez de eso, lo que necesitáis es todo lo que poseéis en la carne: riqueza, estatus, familia, matrimonio y cosas así. Tenéis una actitud totalmente desdeñosa hacia Mis palabras y Mi obra, de manera que puedo resumir vuestra fe en una palabra: superficial. Haríais cualquier cosa por lograr las cosas a las que estáis absolutamente dedicados, pero he descubierto que no haríais lo mismo por el bien de los asuntos concernientes a vuestra creencia en Dios. Más bien, sois relativamente devotos y sinceros. Por esta razón, afirmo que quienes carecen de un corazón de absoluta sinceridad son un fracaso en su creencia en Dios. Pensad con cuidado: ¿Hay muchos fracasados entre vosotros?

Deberíais saber que el éxito en creer en Dios se logra como resultado de las propias acciones de las personas; cuando estas no tienen éxito, sino que fracasan, también se debe a sus propias acciones, y otros factores no desempeñan ningún papel. Creo que haríais todo lo necesario para lograr algo más difícil y que entrañe más sufrimiento que creer en Dios, y que lo trataríais de modo muy serio, tanto que incluso no estaríais dispuestos a tolerar ningún error; estos son los tipos de esfuerzos incansables que todos vosotros ponéis en vuestra propia vida. Incluso sois capaces de engañar a Mi carne en circunstancias en las que no lo haríais con ningún miembro de vuestra propia familia. Esta es vuestra conducta sistemática y el principio por el que vivís. ¿Acaso no seguís proyectando una falsa fachada para engañarme, por amor a vuestro destino, para que vuestro destino pueda ser perfectamente hermoso y todo lo que deseáis? Soy consciente de que vuestra devoción es temporal, como vuestra sinceridad. ¿No son vuestras resoluciones y el precio que pagáis solo en beneficio del momento presente y no para el futuro? Solo queréis hacer un esfuerzo final para luchar por aseguraros un hermoso destino, con el solo objetivo de hacer un trato. No hacéis este esfuerzo para evitar estar en deuda con la verdad, y menos aún para compensarme por el precio que Yo he pagado. En pocas palabras, solo estáis dispuestos a emplear astutas estratagemas para conseguir lo que queréis, pero no para entablar una batalla por ello. ¿Acaso no es este vuestro más sentido deseo? No debéis disfrazaros ni romperos la cabeza respecto a vuestro destino, hasta el punto de ser incapaces de comer o dormir. ¿No es cierto que vuestro desenlace habrá sido ya determinado al final? Debéis cumplir cada uno con vuestro deber al máximo de vuestra capacidad, con un corazón franco y honesto, y estar dispuestos a pagar el precio que sea necesario. Como habéis dicho, cuando llegue el día, Dios no va a ser negligente con nadie que haya sufrido o pagado un precio por Él. Merece la pena aferrarse a este tipo de convicción, y lo adecuado es que no deberíais olvidaros nunca de ella. Solo así puedo dar tranquilidad a Mi mente respecto a vosotros. De otro modo, seréis siempre personas con las que nunca podré tener la mente calmada, y seréis para siempre objetos de Mi aversión. Si todos vosotros podéis seguir vuestra conciencia y entregarlo todo por Mí, sin escatimar esfuerzos por Mi obra y dedicando el esfuerzo de una vida entera a la obra de Mi evangelio, ¿no saltará Mi corazón a menudo de gozo por vosotros? De este modo, seré capaz de dar completa tranquilidad a Mi mente respecto a vosotros, ¿verdad? Es una pena que lo que podéis hacer no sea sino una lastimosa y diminuta parte de lo que Yo espero. Ya que este es el caso, ¿cómo podéis tener las agallas de buscar obtener de Mí aquello que deseáis?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Acerca del destino

Palabras diarias de Dios  Fragmento 335

Vuestro destino y vuestro sino son muy importantes para vosotros: son motivo de gran preocupación. Creéis que si no hacéis las cosas con gran cuidado, significará que dejáis de tener un destino, que habéis destruido vuestro propio sino. Pero ¿se os ha ocurrido alguna vez que los que dedican esfuerzos solo por el bien de su destino están haciendo una labor en vano? Semejantes esfuerzos no son genuinos; son falsedad y engaño. Si este es el caso, entonces, los que trabajan solo en beneficio de su destino están en el umbral de su derrota definitiva, pues el fracaso en la propia creencia en Dios lo causa el engaño. Ya he dicho con anterioridad que no quiero ser adulado, lisonjeado ni tratado con entusiasmo. Me gusta que las personas honestas se enfrenten a Mi verdad y a Mis expectativas. Más aún, me gusta que las personas sean capaces de mostrar el máximo cuidado y la máxima consideración hacia Mi corazón y que puedan ser capaces de abandonarlo todo por Mí. Solo así puede Mi corazón ser consolado. Justo ahora, ¿cuántas cosas hay en vosotros que me desagradan? ¿Cuántas cosas hay en vosotros que me gustan? ¿Puede ser que ninguno de vosotros se haya percatado de todas las diferentes manifestaciones de fealdad que habéis mostrado en beneficio de vuestro destino?

En Mi corazón, no deseo ser hiriente con ningún corazón que sea positivo y aspire a subir, y menos aún deseo amortiguar la energía de nadie que sea fiel en la realización de su deber. No obstante, debo recordaros a cada uno vuestras deficiencias y el alma sucia que yace en lo más profundo de vuestros corazones. Lo hago así con la esperanza de que seáis capaces de ofrecer vuestro verdadero corazón al enfrentaros a Mis palabras, porque lo que más odio es el engaño de las personas hacia Mí. Solo espero que, en la última etapa de Mi obra, podréis ofrecer vuestro más destacado desempeño, y que os dedicaréis de todo corazón, ya no a medias. Por supuesto, también espero que todos vosotros podáis tener un buen destino. No obstante, sigo teniendo Mi exigencia, que es que toméis la mejor decisión al ofrecerme vuestra única y final devoción. Si alguien no tiene esa devoción única, entonces esa persona es una preciada posesión de Satanás, y no me la quedaré para usarla, sino que la enviaré a casa para que la cuiden sus padres. Mi obra es de gran ayuda para vosotros; lo que espero conseguir de vosotros es un corazón sincero que aspira a subir; pero, hasta ahora, Mis manos siguen vacías. Pensad en ello: si un día estoy tan agraviado, tanto que no alcanzan las palabras para describirlo, ¿cuál será entonces Mi actitud hacia vosotros? ¿Seré así de amable con vosotros como ahora? ¿Estará Mi corazón tan sereno como lo está ahora? ¿Entendéis los sentimientos de una persona que, habiendo labrado laboriosamente el campo, no ha cosechado un solo grano? ¿Entendéis cuánto ha sido herido el corazón de una persona que ha recibido un gran golpe? ¿Podéis saborear la amargura de una persona una vez tan llena de esperanza, que ha tenido que separarse de alguien en malos términos? ¿Habéis visto la ira que emana de una persona que ha sido provocada? ¿Podéis conocer el ansia de venganza de una persona que ha sido tratada con hostilidad y engaño? Si entendéis la mentalidad de esas personas, entonces, ¡creo que no os debería resultar difícil imaginar la actitud que Dios tendrá en el momento de Su retribución! Finalmente, espero que todos vosotros hagáis un serio esfuerzo por el bien de vuestro propio destino; aunque más os valdría no emplear medios engañosos en vuestros esfuerzos, o seguiré decepcionado con vosotros en Mi corazón. ¿Y adónde conduce semejante decepción? ¿No os estáis engañando a vosotros mismos? Los que reflexionan sobre su destino pero acaban destruyéndolo, son las personas menos capaces de ser salvadas. Aunque se exasperara y enfureciera, ¿quién sentiría empatía por una persona así? En resumen, sigo deseando que tengáis un destino tan adecuado como bueno, y más aún, espero que ninguno de vosotros caiga en desastre.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Acerca del destino

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