Diferencias entre hablar de palabras y doctrinas y la realidad verdad

Fragmento 64

La mayoría de las personas que llevan varios años profesando su fe pueden hablar de algunas doctrinas tales como: “Tenemos que adecuar nuestros propósitos a nuestra fe”, “Tenemos que aprender a amar a Dios y obedecerlo”, “Tenemos que llevar a cabo nuestro deber con lealtad; no podemos rebelarnos contra Dios” o “Debemos conocernos a nosotros mismos”. Todas estas doctrinas son acertadas, pero no alcanzáis a entender el verdadero significado de estas palabras. Solamente las entendéis de manera superficial, sin comprender su significado espiritual ni la importancia más profunda de las palabras de Dios, así que no hay verdad en vuestros corazones. Cualquier experiencia o comprensión que tengáis es demasiado superficial. Podéis decir algunas doctrinas y ver algunas cosas sencillas claramente, pero no actuáis según los principios-verdad, no os acercáis en absoluto a la verdad. Puede que tengáis ciertos conocimientos y formación, pero no comprendéis la verdad. No creáis que entender las doctrinas o las palabras es comprender la verdad. De entre aquellos que creen en Dios desde hace mucho tiempo, algunos tienen una buena aptitud y una comprensión espiritual relativamente buena, y pueden tener alguna experiencia de la verdad, pero aun así no se puede decir que la entiendan. De cada diez afirmaciones de conocimiento que pronuncias, puede que dos contengan verdadero conocimiento. Las demás son doctrina. Sin embargo, sientes que has comprendido la verdad. Puedes predicar varios días sin parar, sin importar dónde vayas, y siempre tendrás algo que decir. Al finalizar, querrás compilarlo en un libro, en una “biografía de celebridades” y mandársela a todo el mundo para que coman y beban de ella por el bien común. ¿Acaso no es esto algo increíblemente arrogante e insensato? Las personas ni siquiera logran asomarse al borde de los asuntos de la verdad; en el mejor de los casos, puede que entiendan algunas de las palabras tal y como están escritas. Al ser inteligentes y tener buena memoria y al hablar a menudo sobre la verdad de aspectos tales como la obra de Dios, el significado y el misterio de la encarnación y las formas y pasos de la obra de Dios; cuando se han formado hasta cierto punto, sienten que ellas mismas poseen la verdad, que están llenas de ella. ¡Qué insensato por su parte! Esto demuestra que no han comprendido la verdad. Hoy en día, la gente solo entiende una pequeña parte de la doctrina. No se conocen a sí mismos, y mucho menos tienen sentido. Creen que tienen la verdad por haber comprendido algunas doctrinas, y que ya no son personas corrientes. Sienten que se han vuelto muy grandiosos y piensan: “He leído las palabras de Dios muchas veces. Incluso me he aprendido algunas de ellas de memoria y se han asentado en mi corazón. A donde quiera que vaya, puedo predicar en varias reuniones seguidas y explicar los conceptos básicos de cualquier capítulo de las palabras de Dios”. El hecho es que nadie comprende la verdad. ¿Por qué digo esto? Por un lado, no sabéis solucionar los problemas ni encontrar sus causas, ni lográis penetrar hasta su esencia. Por otro lado, solo lográis captar una parte de cualquier problema o asunto que se os presente, vuestra comprensión es vaga; no lográis conectarla con la verdad. Aun así, os seguís sintiendo bien con vosotros mismos y sois arrogantes y autocomplacientes. ¡Qué tontos e ignorantes sois!

¿Cómo explicaríais la expresión “creencia en Dios”? ¿Cómo entendéis este aspecto de la verdad? ¿Cuál es la perspectiva adecuada que las personas deberían tener de su creencia en Dios? ¿Cuáles son los puntos de vista equivocados que aún están presentes? ¿Cómo se debería creer en Dios exactamente? ¿Habéis reflexionado sobre estas preguntas? Todos parecéis ser “gigantes” de la verdad y entenderla por completo, así que os haré la pregunta más sencilla que existe: ¿qué es la creencia en Dios? ¿Os lo habéis planteado? ¿A qué se refiere exactamente la creencia en Dios? ¿Qué es, concretamente, lo que pretendes conseguir al creer en Él, y qué problemas quieres resolver? Es necesario tener claros estos aspectos, así como lo siguiente: ¿qué manifestaciones de la creencia en Dios han de estar presentes en alguien para que crea en Él con sinceridad? Es decir, ¿cómo debes llevar a cabo tu deber para que tu fe en Dios sea sincera? ¿Qué elementos requiere Dios de las personas que creen en Él para que demuestren que su fe es sincera? ¿Tenéis claras estas preguntas en vuestra mente? De hecho, todos y cada uno de vosotros demostráis algunos comportamientos de personas no creyentes en vuestras vidas diarias. ¿Sois capaces de indicar con claridad las cosas que habéis hecho que no están relacionadas con vuestra creencia en Dios o con la verdad? ¿Comprendes verdaderamente lo que significa creer en Dios? ¿Qué tipo de persona es aquella que tiene una fe sincera y realmente cree en Dios? ¿Entendéis lo que significa para un ser creado creer en Dios? Aquí intervienen opiniones personales sobre la fe en Dios. Hay quien dice: “Creer en Dios es seguir la senda correcta y hacer el bien; es algo importante en la vida. La creencia en Dios se manifiesta de manera práctica mediante el cumplimiento de algunos deberes para Él”. También hay personas que dicen: “Creer en Dios significa ser salvado; se trata de satisfacer Su voluntad”. Puede que digáis todas estas cosas, pero ¿realmente las entendéis? La verdad es que no. La verdadera creencia en Dios no consiste en creer en Él únicamente para ser salvados, ni mucho menos de creer en Él solo para ser una buena persona. Tampoco se trata de creer en Él para cobrar semejanza humana. El hecho es que la creencia de las personas en Dios no debería ser entendida como la mera creencia de que existe un Dios y que Él es la verdad, el camino, la vida, y que con eso basta. Tampoco se trata exclusivamente de reconocer a Dios y creer que es el Soberano de todas las cosas, que es todopoderoso, que creó el mundo y todo cuanto hay en él, que es único y que es supremo. No basta con que creas ese hecho. La voluntad de Dios es que le entregues todo tu ser y tu corazón y te sometas a Él. Es decir, debes seguir a Dios, permitir que Él te utilice, e incluso estar feliz por estar a Su servicio; cualquier cosa que hagas por Él es lo que debe hacerse. No solo deben creer en Dios aquellos que hayan sido predestinados y elegidos por Él. El hecho es que toda la humanidad debería adorar a Dios, acatar Su mandato y obedecerle, porque la humanidad fue creada por Dios. Si sabes que la finalidad de creer en Dios es alcanzar la salvación y la vida eterna, pero no aceptas la verdad ni por asomo y no sigues la senda hacia la búsqueda de la verdad, ¿no te estás engañando a ti mismo? Si solo entiendes la doctrina, pero no persigues la verdad, ¿puedes obtener esta última? La parte más importante de creer en Dios es perseguir la verdad. Se debe buscar, reflexionar e investigar cuál es el significado interno de cada verdad, además de cómo practicar y entrar en ese aspecto de la verdad. Los creyentes deben comprender y poseer esas cosas. En lo que respecta a los diversos aspectos de la verdad que uno debe poseer al creer en Dios, ahora solo entendéis las palabras, las doctrinas, y las prácticas externas; no comprendéis la esencia de la verdad porque no la habéis experimentado. Por ejemplo: en los ámbitos del cumplimiento del deber de uno y del amor a Dios reside mucha verdad y, si las personas desean conocerse a sí mismas, hay mucha verdad que aún necesitan comprender. También hay mucha verdad que debe ser comprendida en el significado y el misterio de la encarnación. Cómo deben comportarse las personas, cómo deben adorar a Dios, cómo deben obedecerlo, qué deben hacer conforme a Su voluntad, cómo deben servirle; todos estos aspectos contienen mucha verdad. Respecto a todas estas verdades en diversas áreas, ¿cómo las tratáis y experimentáis? ¿Qué aspecto de la verdad es necesario experimentar primero? Hay muchas verdades que necesitan ser entendidas y asimiladas una vez establecida una base en el verdadero camino como, por ejemplo, la verdad de ser una persona honesta y, más concretamente, las verdades que tienen que ver con el cumplimiento de un deber. Todas ellas requieren ser experimentadas y puestas en práctica. Si no haces más que repetir esas palabras y doctrinas sin prestar atención a cómo practicar y experimentar para adentrarte en la realidad-verdad, siempre vivirás entre esas palabras y no experimentarás ningún cambio real.

Fragmento 65

Algunos líderes y obreros no alcanzan a ver los problemas prácticos que existen dentro de la iglesia. Al asistir a una reunión, sienten que no tienen nada que decir que merezca la pena, así que solamente se obligan a ofrecer algunas palabras y doctrinas. Saben perfectamente bien que lo que están diciendo es mera doctrina, pero lo dicen de todos modos. Al final, incluso ellos sienten que sus palabras son insípidas, y sus hermanos y hermanas tampoco las encuentran edificantes. Si no eres consciente de este problema y sigues diciendo tales cosas obstinadamente, entonces no está obrando el Espíritu Santo ni existe beneficio alguno para las personas. Si no has experimentado la verdad y aun así quieres hablar de ella, no importa lo que digas, no lograrás penetrar en la verdad; cualquier cosa que digas no será más que palabras y doctrinas. Puedes pensar que están esclarecidas de algún modo, pero no son más que doctrinas; no son la realidad-verdad. Por mucho que lo intenten, nadie que esté escuchando podrá captar algo real de ellas. Mientras te escuchen, puede que piensen que lo que dices es bastante acertado, pero, después, lo olvidarán por completo. Si no hablas acerca del estado real en el que te encuentras, no lograrás llegar al corazón de la gente y no recordarán nada una vez que lo hayan oído. No tiene nada constructivo que ofrecer. Cuando te encuentres en una situación así, deberías ser consciente de que lo que estás diciendo no es práctico, no le servirá de nada a nadie que sigas hablando así, y será aún más incómodo si alguien plantea una pregunta para la que no tengas respuesta. Deberías detenerte inmediatamente y dejar que alguna otra persona comparta. Esa sería la elección más inteligente. Cuando asistas a una reunión y sepas algo sobre un tema en particular, puedes aportar algo práctico al respecto. Puede que sea un poco superficial, pero todos lo entenderán. Si siempre quieres hablar de manera más profunda para impresionar a la gente y nunca pareces hacerte entender, deberías dejarlo. Cualquier cosa que digas a continuación no será más que doctrina vacía; deberías dejar que alguien más participe antes de seguir compartiendo. Si crees que lo que comprendes es mera doctrina y que decirlo no será constructivo, en este caso el Espíritu Santo no obrará por mucho que hables. Si te obligas a hablar, podrías terminar desviándote y diciendo absurdeces que podrían llevar por el mal camino a la gente. La mayoría de la gente tiene una base tan pobre y una aptitud tan baja que no es capaz de asimilar cosas más profundas con rapidez o recordarlas con facilidad. Por otro lado, las cosas que son absurdas, jurídicas y doctrinales, las captan bastante rápido. Algo perverso por su parte, ¿verdad? Por lo tanto, tienes que ceñirte a los principios al compartir sobre la verdad y hablar sobre lo que entiendas. Existe vanidad en los corazones de las personas y, a veces, cuando su vanidad toma las riendas, insisten en hablar, incluso cuando saben que lo que están diciendo es doctrina. Piensan: “Puede que mis hermanos y hermanas no se den cuenta. Voy a ignorar todo eso por el bien de mi reputación. Lo que importa ahora es mantener las apariencias”. ¿No es esto un intento de engañar a las personas? ¡Esto es desleal a Dios! Si se trata de gente con cierto juicio, se sentirán arrepentidos y sentirán que deberían dejar de hablar. Sentirán que deberían cambiar de tema y compartir sobre algo en lo que tengan experiencia, o quizás su comprensión y conocimiento de la verdad. Por mucho que alguien comprenda, eso es todo lo que debería decir. Por mucho que alguien hable, existe un límite para las cosas prácticas que puede decir. Sin experiencia, tus figuraciones y tu pensamiento no son más que teoría, nada más que nociones humanas. Las palabras que son la verdad requieren una experiencia genuina para ser entendidas y nadie puede comprender completamente la esencia de la verdad sin experiencia, y mucho menos explicar completamente el estado de experimentar una verdad. Hay que tener alguna experiencia de la verdad para tener algo práctico que decir. No sucede sin estar experimentado. Y aun si tienes experiencia, solo la tienes de manera limitada. Existe un número limitado de estados sobre los que puedes hablar, pero más allá de esos, no tienes nada más que ofrecer. Las charlas en una reunión deberían tratar acerca de uno o dos temas. Ya habrás logrado bastante si consigues hacerlos más comprensibles en la charla. No te enredes queriendo decir más cosas o cosas más grandiosas, nadie puede transmitir nada de esa manera, y nadie sale beneficiado. Las reuniones consisten en hablar por turnos y, siempre que el contenido sea práctico, existe la posibilidad de que la gente se beneficie de ello. Deja de ir por ahí creyendo que una persona puede compartir toda la verdad de manera clara por sí sola; eso es imposible. A veces puede que creas que estás comunicándote de manera muy práctica, pero tus hermanos y hermanas aún no te entienden realmente. Esto es debido a que tu estado es tu estado, y los estados de tus hermanos y hermanas no tienen por qué ser idénticos a los tuyos. Además, puede que tú sí tengas algo de experiencia en el tema, pero tus hermanos y hermanas pueden no tenerla, y sentirán que lo que estás diciendo no es aplicable a ellos. ¿Qué debes hacer al encontrarte en este tipo de situación? Deberías hacerles algunas preguntas para hacerte una idea de sus condiciones. Pregúntales qué harán cuando surja este tema y cómo deberían practicar de acuerdo con la verdad. Al compartir de esta manera durante un tiempo, se abrirá una senda hacia adelante. De este modo, puedes guiar a las personas hacia el tema en sí que os ocupa y, si sigues compartiendo, obtendrás resultados.

Fragmento 66

Hay quienes carecen del menor discernimiento. Siguen a cualquiera que los guíe. Aprenden a comportarse bien cuando sus guías son buenos, y a portarse mal cuando estos son malas personas. Aprenden de todo aquel a quien sigan. Cuando siguen a los incrédulos, imitan a los demonios. Cuando siguen a quienes creen en Dios, aprenden a mostrar cierta humanidad. No se preocupan por entender la verdad ni por practicarla, sino que se limitan a seguir a otros e imitarlos ciegamente. Escuchan a todo aquel que les gusta. ¿Puede una persona así entender la verdad? Por supuesto que no. Quienes no entienden la verdad jamás experimentan un cambio real. Se pueden aprender asuntos externos como el conocimiento y la doctrina, las conductas humanas o la forma de hablar. Sin embargo, la verdad y la vida solo pueden obtenerse de las palabras y la obra de Dios, nunca de personas famosas o excepcionales. ¿Cómo habrán de comer y beber los creyentes las palabras de Dios? Esto está directamente relacionado con una cuestión tan esencial como determinar si alguien puede entender y obtener la verdad. Debe haber una senda correcta para comer y beber las palabras de Dios; tanto en su vida dentro de la iglesia como en el cumplimiento de su deber, los creyentes deben comer y beber las palabras de Dios que abordan problemas de la vida real y su resolución. Esta es la única forma de entender la verdad. No obstante, si comprenden la verdad, pero no la ponen en práctica, serán incapaces de entrar en la realidad verdad. Hay personas de buen calibre que, sin embargo, no aman la verdad; si bien son capaces de entenderla hasta cierto punto, no la ponen en práctica. ¿Pueden tales personas entrar en la realidad verdad? Entender la verdad no es tan simple como comprender doctrinas. Si queremos entenderla, lo primero será saber cómo comer y beber las palabras de Dios. Tomemos, por ejemplo, el comer y beber de un pasaje relacionado con el amor a Dios. Las palabras de Dios dicen: “Lo que se conoce como ‘amor’ se refiere a un afecto que es puro y sin mancha, en el que usas tu corazón para amar, sentir y ser considerado. En el amor, no hay condiciones, no hay barreras ni distancia. En el amor, no hay sospecha, engaño ni astucia. En el amor, no hay trueques ni nada impuro” (La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Muchos son llamados, pero pocos son escogidos). Así es como Dios define el amor, y esa es la verdad. ¿A quién se debe amar entonces? ¿Debes amar a tu esposo? ¿A tu esposa? ¿A tus hermanos y hermanas de la iglesia? No. Cuando Dios habla de amor, no habla de amar al prójimo, sino del amor del hombre a Dios. Si alguien ha llegado a conocer a Dios genuinamente, a ver realmente que su carácter es justo y santo, y se da cuenta de que Su amor de Dios hacia el hombre es completamente verdadero y sincero, el amor que esa persona siente por Dios también será verdadero. ¿Cómo se pone en práctica el amor a Dios? Antes de nada, se debe ofrecer el corazón a Dios; es entonces cuando el corazón podrá amarlo. Si el corazón ve el sobreabundante amor de Dios, no dudará de Él, no habrá distancia alguna entre ambos, y su corazón amante de Dios será puro y sin mancha. “Sin mancha” significa libre de deseos extravagantes, de exigencias extravagantes a Dios, de cualquier condición impuesta a Él, y la ausencia de excusa alguna. Significa que Él ocupa el primer lugar en tu corazón; que Sus palabras ocupan tu corazón de forma exclusiva. Este es un afecto puro y sin mancha. Este “afecto” significa que Dios ocupa un lugar seguro en tu corazón y que piensas en Él, lo añoras constantemente y lo tienes presente en todo momento. Amar significa usar tu corazón para amar. “Usar tu corazón para amar” significa ser alguien considerado, atento y dispuesto. Si quieres lograr amar a Dios con tu corazón, primero deberás procurar conocerlo, conocer su carácter y su hermosura. Si no conoces a Dios en lo más mínimo, no podrás amarlo, aun cuando desees hacerlo. En estos momentos, todos queréis hacer el esfuerzo de acercaros a la verdad y obtenerla. A pesar de que careces de un conocimiento genuino de Dios, debes usar tu corazón para anhelarlo, acercarte a Él, obedecerlo, mostrarte considerado con Él, hacerlo partícipe de tus pensamientos, exponerle las dificultades de tu corazón. Si no entiendes la verdad, vuélvete a Dios; búscalo y apóyate en Él cuando seas incapaz de enfrentarte a algo por tu cuenta. Cuando ores a Dios de semejante forma, el Espíritu Santo te esclarecerá y te guiará. No quedes atrapado pensando: “¿Qué necesito hacer por Dios? ¿Qué grandes acciones debo emprender?”. Eso no son más que palabras huecas sin la menor eficacia práctica. Lo único práctico que puedes hacer es poner tu corazón en amar a Dios, y satisfacerlo en las pequeñas cosas y deberes que seas capaz de llevar a cabo. Aunque no expreses de forma explícita cómo debes amar a Dios y hasta qué punto, Dios ocupa tu corazón, y este se encuentra dispuesto a satisfacerlo. Con independencia de las dificultades que experimentes, mientras tu corazón esté dispuesto a satisfacer a Dios y puedas hacer algunas cosas encaminadas a ello, y puedas soportar alguna adversidad para satisfacerlo, entonces lo amas genuinamente. Si entiendes parte de la verdad y demuestras principios al manejar cualquier cuestión, podrás sentir el amor de Dios, sentir que todo lo que Dios dice es la verdad, es la realidad, que Él nos ayuda en todo momento, sentir que las personas no pueden alejarse de las palabras de Dios y que sus corazones no pueden estar sin Él, sentir que sin Dios no hay vida alguna y sentir que, si realmente dejases a Dios, no podrías seguir viviendo, lo que sería un tormento. Cuando sientas todo esto, tendrás amor, tendrás a Dios en tu corazón. “Usa tu corazón para amar, sentir y ser considerado”. Esto implica muchas cosas. Dios exige un amor genuino por parte del hombre; dicho de otro modo, debes amarlo y tenerlo en consideración en tu corazón, y tenerlo siempre presente. Esto no significa limitarse a enunciar palabras, ni tampoco significa remarcar algo ante los demás. En lugar de eso, significa fundamentalmente hacer las cosas con el corazón y permitir que gobierne tu vida y todos tus actos, sin otros motivos, perversiones o sospechas en él; semejante corazón es mucho más puro. Si eres capaz de entender la verdad, obedecer a Dios resulta sencillo. ¿Qué piensa alguien que sospecha constantemente de Dios? “¿Es apropiado que Dios haga esto? ¿Por qué dice Dios tal cosa? Si no existe un motivo fundado para que Dios lo diga, no lo obedeceré. Si no es justo que Dios lo haga, no lo obedeceré. Lo dejaré para otro momento”. No albergar sospechas significa reconocer que todo lo que Dios hace y dice es correcto, y que en Él no existe el error o el acierto, y que el hombre debe obedecer a Dios, demostrar consideración hacia Él, satisfacerlo y participar de Sus pensamientos y preocupaciones. Con independencia de que te parezca que todo lo que Dios hace tiene sentido o no, de que se ajuste a las nociones y figuraciones del hombre, y sin importar si encaja con las doctrinas del hombre, debes someterte siempre y abordar estas cosas con un corazón temeroso de Dios y obediente a Él. Tal práctica es conforme a la verdad y constituye la manifestación y la puesta en práctica del amor. Por tanto, si quieres lograr la comprensión de la verdad, es fundamental que sepas comer y beber las palabras de Dios. Si lees muy poco las palabras de Dios, si no las lees con seriedad y no las contemplas en tu corazón, entonces no podrás entender la verdad. Lo único que podrás entender es un poco de doctrina, y así te resultará muy difícil entender la voluntad de Dios y el propósito de Dios en Sus palabras. Si no entiendes los objetivos y resultados que las palabras de Dios pretenden conseguir, si no entiendes qué buscan lograr y perfeccionar en el hombre Sus palabras, eso demuestra que todavía no comprendes la verdad. ¿Por qué dice Dios lo que dice? ¿Por qué habla en ese tono? ¿Por qué es tan formal y sincero en cada palabra que pronuncia? ¿Por qué decide usar ciertas palabras? ¿Lo sabes? Si no lo puedes decir con certeza, es que no entiendes la voluntad de Dios ni Sus propósitos. Si no entiendes el contexto subyacente a Sus palabras, entonces, ¿cómo puedes entender o practicar la verdad? Para obtener la verdad, primero debes comprender lo que Dios quiere decir en cada palabra que Él pronuncia, y luego ponerlas en práctica, causando que las palabras de Dios vivan en ti, y se conviertan en tu realidad verdad. Al hacerlo, entrarás en la realidad de la verdad. Solo cuando tienes un entendimiento exhaustivo de la palabra de Dios puedes comprender realmente la verdad. Al entender únicamente algunas palabras y doctrinas, crees comprender la verdad y estar en posesión de la realidad. Esto es autoengaño. Ni siquiera entiendes por qué Dios requiere que la gente practique la verdad. Esto demuestra que no entiendes la voluntad de Dios y que todavía no entiendes la verdad. De hecho, Dios exige esto a las personas para purificarlas y salvarlas, para que puedan despojarse de su carácter corrupto y se conviertan en personas que obedezcan y conozcan a Dios. Este es el objetivo que Dios quiere alcanzar al exigir a las personas que practiquen la verdad.

Dios expresa la verdad para la gente que la ama, que tiene sed de la verdad y la busca. En cuanto a aquellos que se preocupan por palabras y doctrinas, y gustan de dar extensos y pomposos discursos, nunca obtendrán la verdad, se están engañando a sí mismos. Su perspectiva de la verdad y de las palabras de Dios es equivocada; retuercen el cuello para leer lo que es recto, su perspectiva es equivocada. Algunas personas prefieren estudiar las palabras de Dios. Siempre estudian cómo las palabras de Dios hablan del destino o de cómo ser bendecidos. Lo que más les interesa es este tipo de palabras. Si las palabras de Dios no se corresponden con sus nociones y no satisfacen su deseo de bendiciones, se volverán negativos, dejarán de buscar la verdad y no querrán esforzarse ellos mismos por Dios. Esto muestra que no están interesadas en la verdad. En consecuencia, no son sinceros respecto de la verdad; solo pueden aceptar la verdad que se amolda a sus nociones e imaginaciones. Aunque esas personas son fervorosas en su fe en Dios y tratan por todos los medios de hacer algunas buenas obras y presentarse correctamente, lo hacen exclusivamente para tener un buen destino en el futuro. Pese a que también participan en la vida de iglesia, comen y beben de las palabras de Dios, no practican la verdad ni la obtienen. Hay algunas personas que comen y beben de las palabras de Dios, pero se limitan a hacerlo mecánicamente; creen haber alcanzado la verdad simplemente por haber logrado entender algunas palabras y doctrinas. ¡Vaya necios! La palabra de Dios es la verdad. Ahora bien, uno no necesariamente entiende y alcanza la verdad por leer las palabras de Dios. Si no la alcanzas comiendo y bebiendo de Sus palabras, lo que tendrás serán palabras y doctrinas. Si no sabes cómo practicar la verdad ni cómo actuar de acuerdo con los principios, sigues sin tener la realidad verdad. Puede que a menudo leas las palabras de Dios, pero posteriormente eres incapaz de entender Su voluntad, y solo adquieres algunas palabras y doctrinas. ¿Cómo hay que comer y beber las palabras de Dios para entender la verdad? Ante todo, deberías ser consciente de que la palabra de Dios no es tan sencilla; la palabra de Dios es totalmente profunda. Incluso una frase de las palabras de Dios lleva una vida entera para experimentarla. Sin varios años de experiencia, ¿cómo podrías entender la palabra de Dios? Si cuando lees las palabras de Dios no entiendes Su voluntad, y no entiendes los propósitos de Sus palabras, su origen, el efecto que buscan lograr, o qué buscan conseguir, entonces ¿significa esto que entiendes la verdad? Es posible que hayas leído las palabras de Dios muchas veces, y quizás puedas recitar muchos pasajes de memoria, pero no puedes practicar la verdad ni has cambiado en absoluto, y tu relación con Dios es tan distante y alienada como siempre. Cuando te topas con algo que contradice tus nociones, sigues teniendo dudas respecto a Él y no lo entiendes, sino que razones con Él y albergas nociones y malentendidos sobre Él, con lo que te resistes e incluso blasfemas contra Él. ¿Qué tipo de carácter es este? Este es un carácter de arrogancia, de estar harto de la verdad. ¿Cómo pueden aceptar o practicar la verdad personas que son tan arrogantes y están tan hartas de ella? Tales personas nunca serán capaces de obtener la verdad o a Dios en absoluto. Si bien todo el mundo cuenta con un ejemplar de La Palabra manifestada en carne, y lee las palabras de Dios a diario, y toma notas al escuchar la enseñanza acerca de la verdad, cada persona experimenta un efecto distinto. Algunos se centran en incorporar conocimiento y doctrinas; otros se preocupan siempre de saber la clase de comportamiento que se debe demostrar; otros están deseosos de leer palabras profundas que revelen misterios; otros sienten una gran preocupación por las palabras acerca del destino que depara el futuro; a algunos les gusta estudiar el decreto administrativo de la Era del Reino, y estudiar el carácter de Dios; algunos prefieren leer palabras de consuelo y exhortación de Dios al hombre; algunos quieren leer profecías, las palabras de promesa de Dios y Sus bendiciones; algunos quieren leer las palabras que el Espíritu Santo dedica a las todas las Iglesias, y quieren ser “Su hijo”. ¿Pueden obtener la verdad leyendo las palabras de Dios de semejante forma? ¿Cabe considerarlas personas que busquen la verdad? ¿Pueden salvarse creyendo en Dios de esa forma? Debéis ver estas cosas con claridad. Hoy existen algunos nuevos creyentes que dicen: “Las palabras de consuelo de Dios a los hombres son maravillosas; Él dice: ‘Hijo Mío, hijo Mío’. ¿Puede haber alguien en este mundo capaz de consolarte de esa forma?”. Se consideran hijos de Dios sin entender a quién dirige Él tales palabras. Hay quienes siguen sin entenderlo incluso después de haber creído en Dios durante un par de años; dicen cosas por el estilo con toda desfachatez y sin asomo de incomodidad ni vergüenza. ¿Entienden la verdad? ¡No entienden la voluntad de Dios, pero se atreven a asumir la posición de “hijo” Suyo! ¿Qué es lo que entienden al leer las palabras de Dios? ¡Las han malinterpretado por entero! Cuando alguien que no ama la verdad lee las palabras de Dios, es incapaz de entenderlas. Cuando compartes la verdad con ellos, no conceden importancia alguna al hecho de aceptarla. En cambio, quienes aman la verdad se conmueven al leer las palabras de Dios. Perciben autoridad y poder en Sus palabras. Pueden examinar el camino verdadero y aceptar la verdad. Tales personas tienen la posibilidad de regresar a Dios y obtener la verdad. Quienes disfrutan estudiando las palabras de Dios siempre se preocupan por la forma en que Dios cambia de apariencia, el momento en que Dios abandonará este mundo, y el día de Dios. No les preocupan sus propias vidas. A las personas les preocupan cuestiones que corresponden a Dios. Si te planteas preguntas de ese tipo constantemente, estás interfiriendo con el decreto administrativo de Dios y Su plan de gestión. Esto es algo insensato y ofensivo para el carácter de Dios. Si te sientes especialmente inclinado a preguntar y saber, y eres incapaz de contenerte a ti mismo, ora a Dios y dile: “Dios, estas cuestiones conciernen a Tu plan de gestión y son asunto Tuyo. No husmearé en asuntos fuera de mi alcance o que no me atañe conocer. Protégeme de obrar con insensatez”. ¿Cómo puede entender el hombre los asuntos de Dios? Si Dios no ha mencionado ni proclamado ciertas cuestiones relacionadas con Sus obras y Su plan de gestión, es indicativo de que no desea revelarlo a las personas. Todo aquello que Dios desea dar a conocer a las personas se encuentra en Sus palabras, y toda la verdad que debes entender reside en Sus palabras. Hay un cierto número de verdades que debes entender. Basta con que examines las palabras de Dios; si algo no figura en ellas, no presiones en busca de una respuesta. Si Dios no te lo ha dicho, de nada sirve insistir en preguntar e investigar. Él te ha dicho todo lo que necesitas saber, y no te dirá ni te revelará nada que no debas conocer. En la actualidad, la mayor parte de los creyentes no ha entrado en la senda correcta; desconocen la forma de ponderar las palabras de Dios cuando las leen, y menos aún de practicarlas y experimentarlas. Hay quienes, incluso, no cumplen su deber ni llevan a cabo las tareas apropiadas. Entender la verdad resulta más difícil si cabe para ese tipo de creyentes. Uno precisa de una experiencia a largo plazo para entender la verdad. Si no lees las palabras de Dios concienzudamente, ni las practicas, ni las experimentas, ¿cómo podrás entender la verdad o acceder a la realidad? ¿Cómo podrás acceder a la senda correcta de la fe si no te sometes a la obra de Dios? Y, si no entras en la senda correcta de la fe, ¿cómo podrás ser salvado? Los creyentes verdaderos deben tener claras estas cosas.

Fragmento 67

¿Qué es la realidad-verdad? ¿A qué se refiere? Se refiere a la práctica de la verdad. Cuando las personas entiendan la verdad y la puedan poner en práctica, la verdad se convertirá en su realidad, se convertirá en su vida. Cuando las personas viven de acuerdo con la verdad, tienen la realidad-verdad. No tienen la realidad-verdad si solo pronuncian palabras y doctrinas y no pueden poner la verdad en práctica. Cuando pronuncian palabras y doctrinas, puede parecer que entienden la verdad, pero no pueden practicarla en absoluto, lo que demuestra que no tienen la realidad-verdad. Entonces, ¿cómo deberían entrar en la realidad-verdad? Deben aplicar las palabras de Dios en su vida real y, a través del proceso de experimentar y practicar las palabras de Dios, obtendrán conocimiento de la verdad (no algo perceptivo, sino más bien experiencia y conocimiento reales) y podrán actuar de acuerdo con los principios. Esto significa que han entrado en la realidad-verdad. Entonces, ¿qué verdades habéis experimentado y de qué verdades habéis obtenido conocimiento real? ¿Habéis sentido que la verdad se ha convertido en vuestra vida? Cuando tomáis un pasaje de la palabra de Dios, no importa qué aspecto de la verdad aborde, podéis comparar tales verdades con vuestros estados y ver que coinciden a la perfección, y os sentís extremadamente conmovidos, como si las palabras de Dios hubieran tocado lo más profundo de vuestros corazones, y sentís que Sus palabras son totalmente correctas, y las aceptáis plenamente, y no solo obtenéis conocimiento de vuestros propios estados sino que también sabéis cómo practicar de acuerdo con Su voluntad. Al beber y comer las palabras de Dios de esta manera, os beneficiáis, os volvéis esclarecidos e iluminados, obtenéis provisión y vuestros estados cambian. Pensáis que las palabras de Dios son grandiosas, y estáis muy felices y satisfechos, sintiendo que habéis obtenido conocimiento de las palabras de Dios, que entendéis el significado de ese pasaje de las palabras de Dios y que sabéis experimentarlas y ponerlas en práctica. ¿Os sentís así a menudo? (Sí). Entonces, una vez que tuvisteis este sentimiento, ¿sentisteis que habíais obtenido la verdad de este pasaje de las palabras de Dios? (No). Puesto que no fue así, eso significa que este sentimiento solo fue una respuesta perceptiva, una agitación temporal del corazón. Obtener alguna recompensa y alguna entrada no representa comprender la verdad ni entrar en la realidad-verdad. Solo es una experiencia inicial, una comprensión del significado literal de la verdad. Pasar de la comprensión de la verdad a entrar en la realidad-verdad es un proceso complicado que lleva bastante tiempo. Pasar de comprender palabras y doctrinas a realmente comprender la verdad requiere más de una, dos o incluso varias experiencias para lograr resultados. Puedes obtener una pequeña recompensa de una sola experiencia, pero se necesitan muchas experiencias para cosechar la verdadera recompensa y lograr el resultado de comprender la verdad. Es como reflexionar sobre un problema; reflexionar una vez nos aporta un tenue rayo de luz, pero reflexionar muchas veces producirá mayores recompensas y te permitirá ver el asunto con claridad. Si pasas unos años reflexionando sobre el problema, lo entenderás plenamente. Entonces, si deseas obtener conocimiento de las palabras de Dios y comprender la verdad, no es tan simple como tener varias experiencias. ¿Habéis pasado por este tipo de experiencias? Probablemente todo el mundo las haya vivido más de una vez. Cuando las personas comienzan a experimentar las palabras de Dios hay un rayo de luz, pero su conocimiento todavía es superficial. Es similar a entender la doctrina, solo que su conocimiento se siente un poco más práctico, y no puede explicarse claramente en una o dos frases. Su enseñanza hace que los demás sientan que su conocimiento es un poco más práctico que las palabras y doctrinas. Si sus experiencias se vuelven más profundas y pueden hablar sobre algunos detalles, su conocimiento se verá aún más práctico. Si después de eso las personas continúan teniendo experiencias durante un período de tiempo y pueden hablar con verdadero conocimiento de las palabras de Dios, entonces su conocimiento se elevará de lo perceptivo a lo racional. Esta es la verdadera comprensión de la verdad. Cuando las personas experimenten más las palabras de Dios y las pongan en práctica podrán captar los principios de la verdad y sabrán cómo practicar la verdad. Esto es lo que quiere decir entrar en la realidad-verdad. En este punto, cuando den un testimonio vivencial, aquellos que lo escuchen sentirán que es práctico y lo elogiarán profusamente. Cuando uno llega a este nivel, las palabras de Dios se convierten en su realidad-vida, y solamente de este tipo de personas se puede decir que han obtenido la verdad. Este es el proceso simplificado de experimentar las palabras de Dios y obtener la verdad, que es algo que no se puede lograr sin al menos varios años o incluso más de 10 años de esfuerzo. Cuando uno comienza a experimentar y practicar las palabras de Dios, se imagina que será bastante simple, pero cuando algo le sucede, no sabe cómo afrontarlo ni gestionarlo y surgen todo tipo de dificultades. Sus nociones y figuraciones crearán obstrucciones, su carácter corrupto creará perturbaciones, y cuando se enfrente a contratiempos y frustraciones ya no sabrá cómo experimentar. Las personas con actitudes corruptas son especialmente frágiles y se vuelven negativas con facilidad, y cuando se las ataca, calumnia y juzga, es fácil que se desplomen y no puedan volver a levantarse. Si estos problemas pueden resolverse buscando la verdad, si uno puede confiar en Dios para mantenerse firme, entonces podrá emprender la senda de la búsqueda de la verdad. Si uno no se interesa por la verdad y no trata la verdad como algo precioso que debe experimentarse y obtenerse, entonces no tiene fuerza en su práctica de la verdad, y colapsará y quedará estancado a la primera señal de dificultades. Esta clase de persona es un cobarde y no le resulta fácil obtener la verdad. Las palabras de Dios son la verdad, una nueva vida que Él ha obsequiado a las personas, y ¿cuál es el propósito de aceptar la verdad? Es obtener la verdad y vida, es experimentar la verdad como si fuera la propia vida. Antes de que la verdad se convierta en la vida, el propósito de aceptar la verdad es principalmente resolver actitudes corruptas. ¿Qué actitudes corruptas puede resolver esto? Principalmente resuelve aspectos como la rebeldía, nociones y figuraciones, la arrogancia, el engreimiento, el egoísmo, el desprecio, la deshonestidad, el engaño, el descuido, la superficialidad, la irresponsabilidad y la falta de conciencia y razón. ¿Y cuál es el resultado final al que se llega? Es que uno puede ser una persona honesta que se somete a Dios, que lo exalta como grande, que lo adora, que le es leal y verdaderamente lo ama, y que se someterá a Él hasta la muerte. Este tipo de persona vive enteramente la apariencia de un ser humano real, se ha convertido en una persona que tiene la verdad y la humanidad. Este es el reino más elevado que uno puede alcanzar en la búsqueda de la verdad.

Entonces, ¿cómo pueden las personas comer, beber y experimentar las palabras de Dios a fin de resolver sus actitudes corruptas? No es algo sencillo. Las actitudes corruptas son un problema que verdaderamente existe, y a menudo se revelan de forma natural en la vida real de las personas. Sin importar qué les ocurra, y sin importar qué hagan, sus actitudes corruptas siempre se revelarán. Por ejemplo, sin importar qué digan o hagan, la mayoría de las veces tienen ciertas intenciones y propósitos. Aquellos con ojos perspicaces pueden percibir si la forma en que las personas hablan y actúan es verdadera o falsa, así como las cosas que se esconden detrás de sus palabras y acciones, y las trampas que se encuentran dentro de ellas. Entonces, ¿esas cosas se revelan naturalmente? ¿Pueden mantenerse escondidas? Incluso si no dicen o hacen nada, cuando algo les sucede a las personas, tendrán una reacción. En primer lugar, estas se revelan por su expresión, y luego aún más a través de sus palabras y acciones. Aquellos con ojos perspicaces siempre lo notarán, y solo los tontos e idiotas son incapaces de distinguirlo. Se puede decir que es normal que las personas revelen su corrupción, que es un problema real que existe para todos. ¿Cuál es el propósito de que Dios hable tantas verdades en Su obra durante los últimos días? Él dice estas verdades para resolver las actitudes corruptas de las personas y las causas fundamentales de sus pecados, para salvar a las personas de la corrupción de Satanás, para ayudarlas a alcanzar la salvación y deshacerse de la influencia de Satanás, y especialmente para otorgarles la vida, la verdad y el camino. Si las personas creen en Dios pero no aceptan la verdad, no pueden ser limpiadas de su carácter corrupto y, por lo tanto, no pueden alcanzar la salvación. Entonces, aquellos que verdaderamente creen en Dios se esforzarán por practicar y experimentar Sus palabras, reflexionarán sobre sí mismos y tratarán de conocerse a sí mismos cuando se revele su carácter corrupto, y buscarán la verdad de las palabras de Dios para resolverlo. Aquellos que aman la verdad se centran en la autorreflexión y tratan de conocerse a sí mismos al leer las palabras de Dios, y sienten que Sus palabras son como un espejo que revela su propia corrupción y fealdad. De esta forma, a través de las palabras de Dios, llegan a aceptar Su juicio y castigo, y gradualmente resuelven su carácter corrupto. Cuando vean que su carácter corrupto se revela en menor medida, cuando verdaderamente se sometan a Dios, sentirán que practicar la verdad es mucho más fácil y no hay más dificultades. En este punto, verán un verdadero cambio en ellos, y en su corazón se desarrollará una verdadera alabanza a Dios: “Dios Todopoderoso me ha salvado de la esclavitud y las limitaciones de mi carácter corrupto y me ha salvado de la influencia de Satanás”. Este es el resultado que se logra al experimentar el juicio y el castigo de las palabras de Dios. Si las personas no pueden experimentar el juicio y el castigo de las palabras de Dios, no pueden ser limpiadas de su carácter corrupto ni desprenderse de la influencia de Satanás. Hay muchas personas que no aman la verdad, y aun cuando leen las palabras de Dios y escuchan sermones, luego solo hablan de palabras y doctrinas, y en consecuencia no resuelven ninguna de sus actitudes corruptas a pesar de creer en Dios durante muchos años. Estas personas siguen siendo los mismos viejos Satanás y demonios que siempre han sido. Pensaron que mientras difundieran las palabras de Dios, mientras recitaran algunas de las palabras de Dios y compartieran con otros Sus palabras, mientras pudieran hablar sobre muchas palabras y doctrinas, y mientras pudieran entender la doctrina y aprendieran autocontrol, resolverían sus actitudes corruptas. En consecuencia, después de creer en Dios durante muchos años, todavía no hay ningún cambio en su carácter-vida, no pueden hablar sobre el testimonio vivencial y por eso quedan atónitos. Después de muchos años de creer en Dios, tienen las manos vacías y no han obtenido ninguna verdad, habiendo vivido en vano y perdido el tiempo durante todos estos años. Ahora bien, hay muchos líderes y obreros falsos que son así, que solo se concentran en hacer el trabajo y dar sermones en lugar de esforzarse en practicar y experimentar las palabras de Dios. Entonces, ¿están en la senda de perseguir la verdad? Absolutamente no.

¿Cuál es la realidad más importante para aquellos que creen en Dios? Es practicar la verdad. ¿Cuál es la parte más importante de practicar la verdad? ¿No es acaso que uno debe tener primero una comprensión de los principios? ¿Qué son, entonces, los principios? Son el lado práctico de la verdad, el estándar que puede garantizar resultados. Los principios son algo tan simple como esto. Si los tomas en sentido literal, piensas que cada frase de las palabras de Dios es la verdad, pero no sabes cómo practicar la verdad; esto es porque no comprendes los principios de la verdad. Piensas que las palabras de Dios son totalmente correctas, que son la verdad, pero no sabes cuál es el lado práctico de la verdad, o los estados a los que apunta, cuáles son los principios subyacentes y cuál es la senda hacia la práctica; no puedes captar ni comprender esto. Es la prueba de que solo comprendes la doctrina y no la verdad. Si verdaderamente percibes que solo comprendes la doctrina, entonces, ¿qué debes hacer? Debes buscar la verdad. Primero, obtener una idea precisa del aspecto práctico de la verdad, ver qué aspectos de la realidad se destacan más y cómo debes practicar para entrar en esta realidad. Buscando e indagando de esta manera encontrarás la senda. Una vez que hayas asimilado los principios y estés viviendo esta realidad, habrás obtenido la verdad, que es el logro que se obtiene al perseguir la verdad. Si puedes captar los principios de muchas verdades y poner algunos en práctica, entonces tienes la realidad-verdad, y has obtenido la vida. No importa qué aspecto de la verdad busques, una vez que hayas captado dónde reside la realidad de la verdad en las palabras de Dios y cuáles son Sus requisitos, una vez que realmente comprendas y puedas pagar el precio y ponerla en práctica, entonces habrás obtenido esta verdad. Mientras estés obteniendo esta verdad, tu carácter corrupto se resolverá poco a poco, y esta verdad se abrirá paso en tu interior. Si puedes poner la realidad de la verdad en práctica y cumplir con tu deber y cada acción y comportarte de acuerdo con los principios de la práctica de esta verdad, ¿no significa eso que has cambiado? ¿En qué clase de persona te has convertido? Te has convertido en alguien que tiene la realidad-verdad. ¿Alguien que tiene la realidad-verdad es alguien cuyas acciones se basan en principios? ¿Alguien cuyas acciones se basan en principios ha obtenido la verdad? ¿Alguien que ha obtenido la verdad está viviendo una humanidad normal? ¿Alguien que está viviendo una humanidad normal tiene la verdad y la humanidad? Las personas que tienen la verdad y la humanidad están de acuerdo con la voluntad de Dios, y quienes están de acuerdo con la voluntad de Dios son la clase de personas que Él quiere ganar. Esta es la experiencia de creer en Dios y ser ganado por Él, y también es el proceso de obtener la verdad comenzando por comer y beber Sus palabras, así como el proceso de alcanzar la salvación. Esta senda es la senda de la búsqueda de la verdad, y la senda de ser hecho perfecto por Dios.

Fragmento 68

¿Comprendéis ahora de qué depende obtener la verdad y entrar en la realidad verdad? Depende de buscar la verdad y practicarla; solo esas dos cosas, tan simple como eso. Aunque la verdad expresada por Dios se registra en forma escrita, la realidad verdad no está por escrito, y mucho menos es entendible o comprensible para el hombre a partir de sus palabras escritas. Entonces, ¿qué debe hacerse para entender la verdad? A la comprensión y la obtención de la verdad se llega principalmente practicando y experimentando las palabras de Dios, experimentando Su obra y buscando la verdad y el esclarecimiento del Espíritu Santo. La realidad de la verdad se concreta a partir de que las personas practican y experimentan la verdad; es algo que proviene de la experiencia, algo que el hombre vive. La verdad no es teoría vacía, ni una frase simple y agradable. Es un lenguaje rico en poder vital, son máximas eternas de la vida, es lo más práctico y precioso que puede acompañarlo a uno en la vida, durante la vida entera. ¿Qué es la verdad? La verdad es el fundamento de la existencia en la vida del hombre, los principios de práctica al conducirse y lidiar con las cosas. La verdad da una dirección y un propósito a la vida; le permite a uno vivir a semejanza de una persona genuina y vivir ante Dios con obediencia y adoración a Él. Esa es la razón por la cual las personas no pueden vivir sin la verdad. Entonces, ¿de qué dependes ahora para vivir? ¿Qué pensamientos y puntos de vista tienes? ¿Cuál es tu dirección y propósito al hacer las cosas? Si tienes la realidad verdad, tu vida tiene principios, dirección y propósito. Si no la tienes, tu vida no tiene principios, ni dirección ni propósito. Sin duda vives según la filosofía de Satanás, según las cosas de la cultura tradicional. Así es como viven los incrédulos. ¿Podéis entender este asunto? Para resolver este problema, se debe buscar y aceptar la verdad. ¿Es fácil obtener la verdad? (Sí, si confiamos en Dios). Al mismo tiempo que uno confía en Dios, también debe confiar en uno mismo. Debes tener esta confianza, esta voluntad y este requisito en el corazón, diciendo: “No quiero vivir inmerso en actitudes satánicas corruptas. No quiero que me controlen ni me embauquen y que, por lo tanto, me conviertan en un completo tonto, para disgusto de Dios. De esa manera sería indigno de vivir ante Él”. Debes tener este sentimiento en el corazón. Entonces, cuando te sucedan cosas, si aplicas las verdades que puedes comprender y que están a tu alcance en tu vida real, y eres capaz de ponerlas en práctica en todos los asuntos, ¿acaso la verdad no se convertirá así en tu realidad? Y cuando la verdad se haya convertido en tu realidad, ¿seguirás preocupándote de que tu vida no crezca? ¿Cómo comprobar si alguien está en posesión de la realidad verdad? Eso se evidencia en lo que dice. Alguien que solo pronuncia palabras de doctrina no está en posesión de la realidad verdad y, ciertamente, no practica la verdad, así que lo que dice es vacío y poco realista. Las palabras de alguien que tiene la realidad verdad pueden resolver los problemas de la gente. Esa persona aprecia la esencia de los problemas con claridad. Con unas sencillas palabras puede resolver un problema que te lleva incordiando muchos años; comprenderás la verdad y la voluntad de Dios, las cosas ya no te resultarán difíciles, ya no te sentirás atado y limitado y conseguirás la libertad y la liberación. ¿Lo que dice esa persona es la realidad verdad? Es la realidad verdad. Si tú no entiendes tu problema más allá de lo que una persona te diga y nada de lo que dice resuelve su causa profunda, lo que dice son palabras de doctrina. ¿Pueden las palabras de doctrina proveer y ayudar a la gente? Las palabras de doctrina no pueden proveer ni ayudar a la gente ni resolver sus dificultades prácticas. Cuantas más palabras de doctrina se pronuncian, más molestan al oyente. La gente que comprende la verdad habla distinto. Con unas pocas palabras es capaz de señalar la causa profunda del problema o el origen de la enfermedad. Incluso una sola frase puede despertar a la gente y acertar con las cuestiones clave. Se trata de utilizar palabras que tengan las realidades verdad para resolver las dificultades de la gente y señalarle la senda de práctica.

En los últimos días, ha venido Dios encarnado. ¿Qué es lo que más debería ganar el hombre, dado que cree en el Dios práctico? Es la verdad, la vida; nada es más significativo que esto. Cuando Cristo vino, lo que trajo fue la verdad, la vida; Él vino a darle vida a las personas. Entonces, ¿qué hay que hacer para creer en el Dios práctico? ¿Qué debe hacerse para obtener la verdad y la vida? Dios ha expresado muchas verdades. Todos aquellos que tienen hambre y sed de justicia deben comer y beber hasta saciarse de las palabras de Dios. Todas las palabras de Dios son la verdad, y Sus palabras son ricas y abundantes; hay cosas preciosas por todas partes y tesoros en todos lados. Al disfrutar de la abundancia de la hermosa tierra de Canaán, la alegría florece en el corazón de los que aman la verdad. Hay verdad y luz en cada frase de las palabras de Dios de las que comen y beben, todas son preciosas. Las personas que no aman la verdad fruncen el ceño ante el dolor; se sientan a un banquete y sufren de hambre, con lo que demuestran su patetismo. Quienes puedan buscar la verdad ganarán cada vez más, y quienes no puedan hacerlo llegarán a un callejón sin salida. Lo que más preocupa ahora es aprender a buscar la verdad en todo, alcanzar una comprensión de la verdad, practicar la verdad y poder someterse verdaderamente a Dios. Eso es lo que implica creer en Dios. Creer en el Dios práctico es obtener la verdad y la vida. ¿Para qué se usa la verdad? ¿Se usa para enriquecer el mundo espiritual de las personas? ¿Está destinada a darles buena educación? (No). Entonces, ¿qué problema del hombre resuelve la verdad? La verdad existe para resolver el carácter corrupto del hombre, para resolver su naturaleza pecadora, para hacer que las personas vivan ante Dios, y para que vivan una humanidad normal. Algunas personas no comprenden lo que es la verdad. Siempre sienten que la verdad es profunda y abstracta, y que es un misterio. No comprenden que la verdad es algo que deben practicar, que deben aplicar. Algunos han creído en Dios durante diez o veinte años y aún no comprenden exactamente qué es la verdad. ¿Esta clase de persona ha obtenido la verdad? (No). ¿No son dignos de pena aquellos que no han obtenido la verdad? En gran medida, tal como se canta en ese himno, están “sentados a un banquete y sufren de hambre”. Obtener la verdad no es difícil, ni tampoco lo es entrar en la realidad verdad, pero si las personas están siempre hartas de la verdad, ¿son capaces de obtenerla? No pueden. Por lo tanto, debes acudir siempre ante Dios, examinar tus estados internos de hartazgo de la verdad, comprobar qué muestras das de ello, qué maneras de hacer las cosas exponen hartazgo de la verdad y en qué cosas tienes tal actitud; debes reflexionar a menudo sobre esas cosas. Por ejemplo, alguien te amonesta diciendo: “No puedes cumplir con tu deber simplemente confiando en tu propia voluntad; debes reflexionar y conocerte a ti mismo” y te enojas y replicas: “¿La forma en que yo cumplo con mi deber no es buena, pero la forma en que tú cumples con el tuyo está bien? ¿Qué tiene de malo la forma en que cumplo con mi deber? ¡Dios conoce mi corazón!”. ¿Qué clase de actitud es esta? ¿Es aceptación de la verdad? (No). Uno primero debe tener una actitud de aceptación de la verdad cuando le suceden cosas. No tener este tipo de actitud es como no tener una vasija para recibir un tesoro, lo que te hace incapaz de obtener la verdad. Si una persona no puede obtener la verdad, ¡es en vano que crea en Dios! El propósito de creer en Dios es obtener la verdad. Si uno no puede obtener la verdad, entonces su fe en Dios ha fracasado. ¿Qué es obtener la verdad? Es cuando la verdad se convierte en tu realidad, cuando se ha convertido en tu vida. Eso es lo que implica obtener la verdad; ¡eso es lo que significa creer en Dios! ¿Para qué pronuncia Dios Sus palabras? ¿Para qué expresa esas verdades? Para que las personas puedan aceptar la verdad, de modo que la corrupción se purifique; para que las personas puedan obtener la verdad, de modo que esta se convierta en su vida. De lo contrario, ¿por qué Dios expresaría tantas verdades? ¿Para competir con la Biblia? ¿Para fundar una “Universidad de la Verdad” y capacitar a un grupo de personas? En ambos casos, la respuesta es no. Más bien, es para salvar a la humanidad por completo, hacer que las personas comprendan la verdad y, en última instancia, la obtengan. Ahora comprendes, ¿verdad? ¿Qué es lo más importante al creer en Dios? (Obtener la verdad y entrar en la realidad verdad). A partir de aquí, todo se reduce a cómo entráis en la realidad verdad, y si podéis hacerlo o no.

Fragmento 69

En cuanto a las palabras, “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová”,* ¿cómo las practicáis y experimentáis normalmente? (Obedeciendo todas las palabras y la obra de Dios). Este es un enunciado muy general, una doctrina. Parece correcto, pero carece de sustancia. ¿Qué harías si debieras enfrentarte a algo que se opone a tus nociones y no pudieras someterte? Este es un reto realista. Cuando esto sucede, ¿cómo pueden estas palabras lograr resultados y tener un impacto en ti que limite tu comportamiento y modifique los principios y el rumbo de tus acciones? Por ejemplo, supongamos que te duele el estómago y alguien te dice: “Tomar analgésicos aliviará el dolor”. Tú sabes que esta afirmación es correcta, pero ¿cómo la aceptas y la pones en práctica? ¿Tomas analgésicos cuando te duele el estómago? ¿Cuándo los tomas? ¿Antes o después de las comidas? ¿Cuántas veces por día? ¿Cuántos analgésicos tomas al mismo tiempo para quitar el dolor? ¿Cuántos días deberías tomarlos para obtener resultados? ¿Conoces esta información? Solo si aplicas la afirmación “tomar analgésicos aliviará el dolor” en la vida real podrás comprender estos detalles. No importa la manera en que la aceptes, la apruebes o estés de acuerdo con ella, si no la aplicas, solo será para ti una frase de doctrina. Ahora bien, si aplicas esta afirmación en tu vida real, tratas tu dolencia y te beneficias de ella, cuando la digas ya no será una afirmación vacía, sino que será práctica. Cuando otras personas enfrenten una situación similar, serás capaz de utilizar tu experiencia práctica para ayudarlas. Acabamos de mencionar que “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová”.* El sintagma “el temor de Jehová” es lo que la gente debe poner en práctica y “el principio de la sabiduría” es el resultado de lo que obtienen practicando el temor de Jehová. Es decir, solo cuando hayas puesto en práctica la frase “el temor de Jehová”, la hayas aplicado a tu vida real, te haya ayudado y te haya resultado beneficiosa, serás capaz de obtener el resultado de la sabiduría. Conversemos primero sobre cómo practicar la frase “el temor de Jehová”. Esta frase se relaciona con todos los problemas que la gente enfrenta en su vida real, tales como sus pensamientos, sus opiniones y estados, las dificultades que atraviesa, sus nociones y figuraciones, sus ideas erróneas acerca de Dios, sus dudas y sus especulaciones acerca de Él, y también la indiferencia, la torpeza, el engaño, la santurronería y la actuación por cuenta propia que a menudo ponen de manifiesto cuando cumplen con sus deberes, etc. De manera que, ¿cómo puedes poner en práctica la frase “el temor de Dios” a fin de que te sea posible modificar los principios de tus acciones y tu comportamiento? Si atraviesas, experimentas y conoces todos los detalles de esta frase, te resultará una verdad. Si nunca has vivenciado estos detalles y solo conoces o has escuchado la frase, siempre será para ti una doctrina. Será un enunciado en un libro, solo palabras y no una verdad. ¿Por qué lo digo? Porque esta afirmación nunca ha cambiado ninguna de tus intenciones, opiniones, pensamientos ni puntos de vista. Nunca ha cambiado los principios que aplicas para tratar con el mundo y de acuerdo a los cuales te comportas. No ha cambiado la actitud que adoptas cuando realizas una tarea o cumples con tu deber ni ha revertido tu estado. No te ha reportado absolutamente ningún beneficio. Conocéis todas estas frases célebres y podéis citarlas, pero solo las comprendéis superficialmente. No tenéis experiencia práctica respecto de ellas. ¿Cómo se diferencia esto de los fariseos hipócritas? Los pastores y ancianos del mundo religioso se dedican a narrar y explicar capítulos y pasajes famosos de la Biblia. A aquel que recita la mayor cantidad de ellos se lo considera el más espiritual, el más admirado, prestigioso y de más alto rango. Sin embargo, en su vida real ve al mundo, la humanidad y a toda la variedad de seres humanos, de la misma manera que la ve la gente mundana, y sus puntos de vista no han cambiado en absoluto. Esto demuestra que los pasajes de la Biblia que recita no se han convertido de ninguna manera en su vida. Para él no son más que simples teorías y doctrinas religiosas que no han transformado su vida. Si la senda que camináis es la misma que la de la gente religiosa, significa que creéis en el cristianismo, pero no en Dios y que no estáis experimentando la obra de Dios. Algunas personas que han comenzado a creer en Dios recientemente admiran a estos fieles que creen en Él desde hace mucho y que pueden pasarse horas hablando sobre doctrinas espirituales. Cuando los ven sentados hablando acerca de un tema por dos o tres horas seguidas sin problema, comienzan a aprender de ellos. Aprenden esos términos y expresiones espirituales y la manera en la que estos creyentes de larga data hablan y se comportan. Luego, memorizan algunas de las típicas palabras de Dios y continúan así hasta que finalmente un día suponen que poseen algo. Cuando llega el momento de reunirse, sueltan una perorata grandilocuente. Sin embargo, si los escuchas con atención, son solo tonterías, una charla vacía, solo palabras y doctrinas. Queda claro que son farsantes religiosos que se han engañado a sí mismos y a otros. ¡Qué desgracia! No vayáis por esa senda. Tan pronto como os aventuréis en ella seréis destruidos por completo y, aunque lo deseéis, ¡será difícil volver atrás! Si consideras que tales palabras y doctrinas son el tesoro y la vida y haces alarde de ellas dondequiera que vas, además de un carácter corrupto y satánico, posees algunas teorías espirituales y actitudes hipócritas. No solo es falso, es absolutamente desagradable. Es vergonzoso, nauseabundo y horrible de contemplar. En este preciso momento, cuando hacemos referencia a las denominaciones en las que creen los seguidores del Señor Jesús como cristianismo, las clasificamos como religión y como grupo religioso, porque tales personas creen en Dios, pero no aceptan la verdad, ni practican ni experimentan las palabras de Dios. En su lugar, solo llevan a cabo rituales y formalidades religiosas sin alterar en absoluto su carácter-vida. No son personas que persiguen la verdad, y no persiguen la verdad, el camino y la vida que provienen de Dios. Solo persiguen conocimiento bíblico, imitan a los fariseos y son hostiles hacia Dios. Por eso, a este grupo de personas se lo clasifica como cristianismo. Estas personas que creen en el Señor son seguidoras de la religión. No pertenecen a la iglesia de Dios ni son Su rebaño. ¿De dónde proviene el término “cristianismo”? Proviene del hecho de que sus adeptos fingen ser creyentes de Cristo, simulan que son espirituales y que siguen a Dios, al tiempo que niegan todas las verdades que Cristo ha dicho, reniegan de la obra del Espíritu Santo y rechazan todo lo positivo que proviene de Dios. Se arman, se transfiguran y se disfrazan de aquello que Dios ha dicho alguna vez en el pasado. Utilizan tales cosas como capital y las emplean constantemente para comer gratis. Disimulando creer en Dios, embaucan a la gente día y noche, compiten con otros sobre qué tan bien pueden interpretar la Biblia y sobre sus conocimientos bíblicos como si se tratara de gloria y capital. Incluso desean obtener las bendiciones y la recompensa de Dios mediante el engaño. Esta es la senda del anticristo que caminan, la que niega y condena a Dios hecho carne. Y, precisamente, debido a la senda que recorre este grupo, es que finalmente se lo clasifica como cristianismo y como una religión. Analicemos ahora el término “cristianismo”. ¿Es un título bueno o malo? Con toda seguridad podemos decir que no es un buen título. Es un signo de vergüenza y nada de lo cual sentirse orgulloso o dichoso.

¿Qué es lo principal que debes comprender cuando persigues la entrada en la vida? Debes encontrar cuáles son los requerimientos que Dios fija para las personas y la manera en que ellas deben experimentar Su obra, dentro de todas las palabras que Dios ha dicho, sin importar el tema que traten. Debes comparar tu conducta y la manera en la que gestionas las cosas, tus pensamientos y puntos de vista, y los distintos estados y manifestaciones que posees cuando te suceden cosas en la vida con las palabras de revelación y juicio de Dios. Más importante aún, debes reflexionar sobre ti mismo y entenderte, además de buscar la verdad para verificar los principios de práctica. A través de ello, debes encontrar la senda de la práctica, aprender a satisfacer la voluntad de Dios al tiempo que cumples con tu deber, actuar totalmente de acuerdo con Sus requerimientos y ser una persona honesta, una persona que practica la verdad. Evita hacer cosas como engañar a las personas mediante palabras, doctrinas y teorías religiosas. No te hagas pasar por una persona espiritual y no seas hipócrita. Debes concentrarte en aceptar y practicar la verdad, en utilizar las palabras de Dios para comparar tus estados y reflexionar sobre ellos y, luego, modificar los puntos de vista y actitudes incorrectos con los que tratas cada situación en particular. En última instancia, debes llegar a poseer un corazón temeroso de Dios en cada situación. Deja de actuar apresuradamente, de seguir tus propias ideas, de hacer las cosas de acuerdo con lo que deseas y de vivir en un carácter corrupto. En cambio, todas tus acciones y palabras deben basarse en las palabras de Dios y en la verdad. De esta manera, desarrollarás gradualmente un corazón temeroso de Dios. Un corazón así surge mientras uno persigue la verdad, no proviene de la represión. Lo único que hace la represión es dar lugar a una especie de comportamiento, un tipo de limitación superficial. El verdadero corazón temeroso de Dios se logra aceptando constantemente el juicio y castigo de las palabras de Dios y al ser podado y tratado mientras se experimenta Su labor. Cuando la gente vea la verdadera cara de su corrupción, conocerá el valor inapreciable de la verdad y será capaz de esforzarse por conseguirla. Las manifestaciones de su carácter corrupto tenderán a desaparecer y será capaz de vivir ante Dios de manera normal, de comer y beber las palabras de Dios diariamente y de cumplir con su deber como seres creados. Un corazón temeroso y obediente a Dios surge a través de este proceso. Todos aquellos que buscan la verdad contantemente para resolver los problemas mientras cumplen con sus deberes poseen corazones temerosos de Dios. Todos los que se han disciplinado y han experimentado ser podados y tratados con frecuencia saben qué significa temer a Dios. Cuando su corrupción se revela, no solo sienten inquietud y pavor en sus corazones, sino que también sienten la ira de Dios y Su majestad. Ante esta situación, el temor se manifiesta en sus corazones naturalmente. ¿Tenéis todos vosotros una comprensión experiencial de todo esto ahora? (Un poco). Es necesario que esto se profundice paulatinamente. No os conforméis con un mínimo de comprensión experiencial. En este momento, os encontráis en un ambiente apropiado, estáis escuchando muchos sermones, asistiendo a gran cantidad de reuniones, leyendo las palabras de Dios en gran medida, y poseéis un entorno propicio en el que cumplir con vuestro deber y todo tipo de condiciones. Piensas que tienes temor de Dios, por lo tanto, tu fe ha crecido, pero si te colocaran en un entorno diferente, ¿serías capaz de mantener tu estado actual? ¿Es posible que las verdades que entiendes ahora modifiquen tu perspectiva de las cosas o tu manera de ver la vida y los valores? Si las verdades que entiendes no pueden lograr estas cosas, es que no entiendes la verdad de manera genuina. Cuando las palabras de Dios se transformen en las verdades que comprendes y en tu vida, poseerás la entrada en la vida y habrás ingresado en la realidad-verdad. Esto significa que practicarás la verdad por iniciativa propia, sentirás que debes hacer cosas así de manera innata. Te será natural hacer cosas según la verdad, se volverá algo habitual, una especie de flujo natural. Esto significa que las palabras de Dios se transformarán en tu vida. Si cuando enfrentas algo siempre tomas la senda equivocada y siempre tienes que reflexionar sobre ti mismo y depender de otra persona para que te ayude y te apoye a tomar la senda correcta, ni siquiera estás cerca y no posees la estatura necesaria. Si no tienes a nadie que te ayude y te apoye, no se sabe hasta qué punto caerás cuando el entorno que te rodea cambie drásticamente. Es posible que llegues a negar y a traicionar a Dios en una sola noche, es probable que lo abandones y vuelvas a los brazos de Satanás de la noche a la mañana. En otras palabras, antes de que logres la verdad y antes de que esta se convierta en tu vida, ¡aún estás en peligro! Poseer una cantidad mínima de fe, tener deseos de entregarse, poseer algo de determinación o buenas aspiraciones no prueban que ahora tengas vida. Esas cosas son solo superficiales, solo buenos deseos. Antes de que tu relación con Dios mejore, debes equiparte con la verdad. Debes ser capaz de experimentar la obra de Dios y ciertas pruebas y refinamiento. Cuando la verdadera fe en Dios se presente dentro de ti, tendrás oración verdadera y una charla genuina con Él. Serás capaz de decirle a Dios todo lo que hay en tu corazón, y cuando debas enfrentarte a algo, sentirás que no puedes confiar en nadie más que en Él y que no te servirá nadie más. Es entonces cuando tu relación con Dios será normal. Cuando tengas verdadera fe en Dios, no importa dónde Él te ponga, e incluso si no puedes asistir a una reunión durante varios años, tu fe en Dios permanecerá totalmente invariable, como la de Job. A pesar de que no asistas a reuniones y no haya nadie que te predique sermones, el camino de Dios y Sus palabras estarán en tu corazón. No abandonarás a Dios y tendrás clara la manera en la que Él te guía a diario. Cuando tropieces con Sus pruebas, no lo negarás e incluso en ellas verás Sus obras. En ese momento, serás capaz de ser independiente. Aún no lo habéis conseguido. Todavía poseéis muchas nociones, figuraciones e impurezas. Continúan existiendo algunas cosas encubiertas en vuestras acciones y en el desempeño de vuestros deberes. Hay demasiado de vuestra voluntad propia. Continuáis en la etapa de simulación. Aún os esforzáis por ser personas espirituales, por predicar las doctrinas espirituales e incorporar cada vez más mensajes, términos y teorías espirituales. Procuráis ser un fariseo y una persona que finge ser espiritual. Seguís buscando caminar a lo largo de este tipo de senda y continuáis en esta especie de camino equivocado. ¡Estáis tan lejos de ser una persona que teme sinceramente a Dios y se aparta del mal! Por lo tanto, debéis hacer todo lo posible por ir en busca de la verdad y experimentar más juicio, castigo, pruebas y refinamiento. Solamente entonces será posible eliminar estas farsas, engaños y mentalidades aberrantes. Cuando estos actos corruptos sean purificados, vuestra relación con Dios se normalizará de manera natural.

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