G. Acerca de cómo cumplir el deber propio adecuadamente

404. Como miembros de la raza humana y cristianos devotos, es responsabilidad y obligación de todos nosotros ofrecer nuestra mente y nuestro cuerpo para el cumplimiento de la comisión de Dios, porque todo nuestro ser vino de Él y existe gracias a Su soberanía. Si nuestras mentes y nuestros cuerpos no están dedicados a la comisión de Dios ni a la causa recta de la humanidad, nuestras almas se sentirán avergonzadas ante aquellos que fueron martirizados a causa de la comisión de Dios, y aún más ante Dios, que nos ha provisto de todo.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Apéndice II: Dios tiene soberanía sobre el porvenir de toda la humanidad

405. Cómo deberías tratar las comisiones de Dios es de extrema importancia. Es un asunto muy serio. Si no puedes llevar a cabo lo que Dios te ha encomendado, no eres apto para vivir en Su presencia y deberías aceptar tu castigo. Es perfectamente natural y está justificado que los seres humanos completen las comisiones que Dios les encargue. Esa es la responsabilidad suprema del hombre, y es tan importante como su propia vida. Si te tomas a la ligera las comisiones de Dios, esa es una traición a Él de lo más grave. En esto eres más deplorable que Judas y debes ser maldecido. La gente debe entender bien cómo tratar las comisiones de Dios y, al menos, debe entender lo siguiente: el hecho de que Él le encomiende comisiones al hombre es Su forma de exaltarlo, Su forma especial de mostrarle Su gracia, es la cosa más gloriosa y todo lo demás puede abandonarse, incluso la propia vida, pero las comisiones de Dios deben cumplirse.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo conocer la naturaleza del hombre

406. No existe correlación entre el deber del hombre y que él reciba bendiciones o sufra desgracias. El deber es lo que el hombre debe cumplir; es la vocación que le dio el cielo y debe cumplirlo sin buscar recompensa y sin condiciones ni razones. Solo esto se puede llamar cumplir con el propio deber. Recibir bendiciones se refiere a las bendiciones que disfruta una persona cuando es hecha perfecta después de experimentar el juicio. Sufrir desgracias se refiere al escarmiento que recibe una persona cuando su carácter no cambia tras haber pasado por el castigo y el juicio; es decir, cuando no se le hace perfecta. Pero, independientemente de si reciben bendiciones o sufren desgracias, los seres creados deben cumplir su deber, haciendo lo que deben hacer y haciendo lo que son capaces de hacer; esto es lo mínimo que una persona, una persona que busca a Dios, debe hacer. No debes cumplir tu deber solo para recibir bendiciones, y no debes negarte a cumplirlo por temor a sufrir desgracias. Dejadme deciros esto: lo que el hombre debe hacer es llevar a cabo su deber, y si es incapaz de llevar a cabo su deber, esto es su rebeldía. Es por medio del proceso de hacer su deber que el hombre es cambiado gradualmente, y es por medio de este proceso que él demuestra su lealtad. Así pues, cuanto más puedas hacer tu deber, más serás capaz de obtener una gran cantidad de la verdad y más práctica será tu expresión. Los que solo cumplen con su deber por inercia y no buscan la verdad, al final serán descartados, pues esas personas no realizan su deber en la práctica de la verdad y no practican la verdad en el desempeño de su deber. Ellos son los que permanecen sin cambios y sufrirán desgracias. No solo sus expresiones son impuras, sino que todo lo que expresan es malvado.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La diferencia entre el ministerio de Dios encarnado y el deber del hombre

407. Dios trabaja para gestionar y salvar a la humanidad. Por supuesto que Dios tiene requisitos para las personas y estos requisitos son el deber de estas. Es evidente que el deber de las personas surge de la obra de Dios y de Sus requisitos para los seres humanos. No importa el deber que desempeñe uno, cumplirlo es lo más correcto, lo más bello y recto que podría hacer entre la especie humana. Como seres creados, las personas deben ejecutar su deber y, solo entonces, pueden recibir la aprobación del Creador. Los seres creados viven bajo el dominio del Creador y aceptan todo lo que Dios les proporciona, todo lo que viene de Él, así que deben cumplir con sus responsabilidades y obligaciones. Es perfectamente natural y está totalmente justificado y ha sido ordenado por Dios. Esto evidencia que, para la gente, cumplir el deber de un ser creado es más recto, hermoso y noble que ninguna otra cosa que se haga mientras se viva en la tierra; no hay nada en la humanidad más importante ni digno y nada aporta mayor sentido y valor a la vida de una persona creada que cumplir el deber de un ser creado. En la tierra, solo el grupo de personas que cumple verdadera y sinceramente el deber de un ser creado es el que se somete al Creador. Este grupo no sigue las tendencias mundanas; se somete al liderazgo y la guía de Dios, solo escucha las palabras del Creador, acepta las verdades expresadas por Él y vive según Sus palabras. Este es el testimonio más auténtico y rotundo y es el mejor testimonio de creencia en Dios. Para un ser creado, poder cumplir su deber como tal, poder satisfacer al Creador, es lo más hermoso entre la humanidad y algo que se debe difundir entre ellos como una historia que todos elogien. Cualquier cosa que el Creador encomiende a los seres creados debe ser aceptada incondicionalmente por ellos; para la especie humana es una cuestión tanto de felicidad como de privilegio y, para todo aquel que cumpla el deber de un ser creado, nada es más hermoso ni digno de recordar; es algo positivo. En cuanto a cómo trata el Creador a aquellos que cumplen el deber de un ser creado y lo que Él les promete, esto es asunto del Creador; no es asunto de la humanidad creada. Dicho de forma un poco más clara y simple, es cosa de Dios y la gente no tiene derecho a interferir. Tú recibirás lo que Dios te dé y, si no te da nada, no tienes que protestar. Cuando un ser creado acepta la comisión de Dios y coopera con el Creador para cumplir el deber y hacer lo que puede, esto no es una transacción ni un trueque; las personas no deben intentar intercambiar expresiones de actitudes o acciones y comportamientos con la intención de ganar promesas o bendiciones de Dios. Cuando el Creador os encomienda esta obra, es correcto y apropiado que, como seres creados, aceptéis este deber y comisión. ¿Hay algo transaccional en esto? (No). Por Su parte, el Creador está dispuesto a encomendar a cada uno de vosotros los deberes que la gente debe desempeñar; y, por parte de los seres humanos creados, la gente debe aceptar de buen grado ese deber y tratarlo como su obligación vital, como el valor que debe vivir en esta vida. Aquí no hay ninguna transacción, no se trata de un intercambio equivalente y, mucho menos, implica alguna recompensa u otros enunciados que la gente se figura. No se trata en absoluto de un trato; tampoco de intercambiar por otra cosa el precio que pagan o el duro trabajo que aportan las personas al cumplir su deber. Dios nunca ha dicho eso ni la gente debe entenderlo así. El Creador les da a los seres humanos una comisión, y un ser creado, habiendo recibido del Creador la comisión que Dios le da, se compromete a llevar a cabo su deber. En este asunto, en este proceso, no hay nada transaccional; es algo muy sencillo y adecuado. Ocurre lo mismo que con los padres, que, habiendo traído al mundo a su hijo, lo crían sin condiciones ni quejas. En cuanto a si el niño será un buen hijo cuando crezca, no es un requisito que tengan los padres desde el día en que nació. No hay un solo progenitor que, después de que nazca su hijo, diga: “Solo lo crío para que me sirva y me honre en el futuro. Si no lo hace, lo estrangularé hasta la muerte ahora mismo”. No hay un solo padre así. Entonces, a juzgar por la forma en que los padres educan a sus hijos, es una obligación, una responsabilidad, ¿no es así? (Sí). Los padres seguirán criándolos, sin importar si son buenos hijos o no, y sean cuales sean las dificultades, lo harán hasta que se conviertan en adultos y desearán lo mejor para ellos. No hay nada condicional o transaccional en esta responsabilidad y esta obligación que los padres tienen hacia sus hijos. Quienes tienen experiencia en la materia podrán entenderlo. La mayoría de los padres no tienen ningún criterio para saber si tienen un buen hijo. Si lo es, estarán un poco más contentos de lo que estarían si no fuera el caso, y serán un poco más felices en su vejez. Si no lo es, simplemente dejarán que así sea. La mayoría de los padres que tienen una mentalidad relativamente abierta pensarán de esta manera. En definitiva, ya se trate de padres que crían a sus hijos o de hijos que mantienen a sus padres, se trata de una cuestión de responsabilidad, de obligación, y entra dentro del rol que se espera de una persona. Por supuesto, se trata de asuntos insignificantes comparados con el desempeño del deber de un ser creado, pero, de entre los asuntos del mundo humano, es de los más bellos y rectos. Sobra decir que esto se aplica aún más al desempeño de su deber por parte de un ser creado. Como tal, cuando se presenta ante el Creador, debe realizar su deber. Es algo muy correcto y debe cumplir con esa responsabilidad. Con la condición de que los seres creados cumplen sus deberes, el Creador ha realizado una obra aún mayor entre los seres humanos, ha llevado a cabo un paso más de la obra en las personas. ¿Y qué obra es esa? Él les proporciona la verdad a los humanos permitiendo que la reciban de Dios mientras cumplen su deber, para así deshacerse de su carácter corrupto y ser purificados, llegar a satisfacer las intenciones de Dios y embarcarse en la senda correcta de la vida, y, en última instancia, ser capaces de temer a Dios y evitar el mal, alcanzar la salvación completa y dejar de estar sujetos a las aflicciones de Satanás. Este es el efecto final que Dios desea conseguir al hacer que la humanidad realice sus deberes. Por tanto, durante el proceso de llevar a cabo tu deber, Dios no se limita a hacerte ver claramente una cosa y a que comprendas un poco de la verdad, ni tampoco se limita a dejarte disfrutar de la gracia y las bendiciones que recibes al cumplir tu deber como ser creado. Asimismo, te permite ser purificado y salvado y, en última instancia, que llegues a vivir en la luz del rostro del Creador.

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Punto 9 (VII)

408. Cuando una persona acepta la comisión de Dios, Él tiene un estándar para juzgar si sus acciones son buenas o malas, si se ha sometido, si ha satisfecho las intenciones de Dios y si lo que hace es acorde al estándar. Lo que le importa a Dios es el corazón de la persona, no sus acciones superficiales. No es que Dios deba bendecir a alguien solo por hacer algo, independientemente de cómo lo haga. Este es un malentendido que las personas tienen respecto a Dios. Él no solo mira el resultado final de las cosas, sino que hace mayor hincapié en cómo es el corazón de una persona y cuál es su actitud durante el desarrollo de las cosas; y mira, asimismo, si hay sumisión, consideración, y el deseo de satisfacerlo en el corazón.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo I

409. Sea cual sea el deber que hagas, debes buscar los principios-verdad, comprender las intenciones de Dios, conocer Sus exigencias respecto al deber en cuestión y comprender los resultados que deberías lograr en la ejecución de ese deber. Ese es el único modo en el que puedes actuar con principios. Al desempeñar tu deber, definitivamente no puedes guiarte por tus preferencias personales y hacer lo que te gustaría hacer, aquello que te cause felicidad o cualquier cosa que te haga quedar bien. Eso es actuar según tu propia voluntad. Si dependes de tus preferencias personales en la ejecución del deber, pensando que eso es lo que exige Dios, y que es lo que hará feliz a Dios, y si le impones a Él tus preferencias personales por la fuerza o si las practicas como si fueran la verdad, acatándolas como si fueran los principios-verdad, entonces ¿acaso no es eso un error? Eso no es hacer tu deber, Dios no lo recordará si lo haces de esta manera. Algunas personas no entienden la verdad y no saben lo que significa cumplir bien con su deber. Les parece que se han esforzado y le han dedicado a ello el corazón, que se han rebelado contra su carne y han sufrido, ¿pero entonces por qué nunca pueden hacer su deber de una manera que es acorde al estándar? ¿Por qué está Dios siempre insatisfecho? ¿Qué han hecho mal? Su error fue no buscar los requerimientos de Dios, y en su lugar actuar según sus propias ideas; esta es la razón. Tomaron sus propios deseos, preferencias y motivaciones egoístas como la verdad, y los trataron como si fueran lo que Dios amaba, como si fueran Sus estándares y requerimientos. Percibieron como verdad lo que creían correcto, bueno y bello; eso es un error. De hecho, aunque la gente pueda pensar algunas veces que algo es correcto y que concuerda con la verdad, eso no significa necesariamente que concuerde con las intenciones de Dios. Mientras más correcto lo consideren, más cautos deben ser y más han de buscar la verdad para comprobar si lo que piensan cumple con los requerimientos de Dios. Si precisamente contradice Sus requerimientos y Sus palabras, entonces es inaceptable incluso si piensas que es lo correcto, no es más que un pensamiento humano y no concuerda con la verdad, por muy correcto que creas que es. Lo correcto o incorrecto que sea algo debe venir determinado en base a las palabras de Dios. Da igual lo correcto que creas que es algo, es incorrecto a menos que tenga como base las palabras de Dios y debes descartarlo. Solo es aceptable cuando concuerda con la verdad, y tu ejecución del deber solo puede cumplir con el estándar si defiendes de esta manera los principios-verdad. ¿Qué es pues el deber? Es una comisión que Dios les ha confiado a las personas, es parte de la obra de la casa de Dios, y es una responsabilidad y obligación que deberían asumir cada uno de los escogidos de Dios. ¿Es el deber tu carrera? ¿Es un asunto familiar personal? ¿Es acertado decir que una vez que te han encargado un deber, este se convierte en tu asunto personal? No es así en absoluto. Entonces, ¿cómo debes hacer tu deber? Actuando en concordancia con las exigencias, las palabras y los estándares de Dios, y basando tu comportamiento en los principios-verdad en lugar de en deseos humanos subjetivos. Algunas personas dicen: “Una vez que se me ha encargado un deber, ¿acaso no es asunto mío? Mi deber es mi responsabilidad, ¿no es entonces asunto mío ese encargo? Si gestiono mi deber como un asunto propio, ¿no significa eso que lo haré bien? ¿Lo haría bien si no lo tratara como un asunto propio?”. ¿Son estas palabras acertadas o equivocadas? Son equivocadas, no están en consonancia con la verdad. El deber no es un asunto tuyo particular, es asunto de Dios, pertenece a Su obra, y debes hacerlo como Dios te pide; solo haciendo tu deber con un corazón sumiso a Dios puedes ser acorde al estándar. Si siempre realizas tu deber según tus propias nociones y figuraciones, y según tus propias inclinaciones, así nunca vas a ser acorde al estándar. Hacer siempre tu deber como desees no es realizar tu deber, porque eso que haces no está en el ámbito de gestión de Dios, no es la obra de la casa de Dios. En vez de eso, emprendes tu propio proyecto, haces tus propias tareas, y por tanto no es algo que Dios recuerde.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo si se buscan los principios-verdad es posible hacer bien el deber

410. Algunas personas, sin importar el problema al que se enfrenten cuando llevan a cabo sus deberes, no buscan la verdad y siempre actúan de acuerdo con sus propios pensamientos, nociones, imaginaciones y deseos. De principio a fin, satisfacen sus propios deseos, y su carácter corrupto controla sus acciones. Puede parecer que siempre han estado haciendo sus deberes, pero como nunca han aceptado la verdad y no han hecho las cosas según los principios-verdad, al final no consiguen la verdad y vida y se convierten en contribuyentes de mano de obra dignos de ser llamados así. Así pues, ¿en qué confían estas personas en la ejecución de sus deberes? No confían ni en la verdad ni en Dios. Esa poca verdad que sí entienden no ha asumido la soberanía de su corazón: confían en sus propios dones y talentos, en el conocimiento que han adquirido, así como en su propia fuerza de voluntad o en sus buenas intenciones, para hacer estos deberes. Y siendo este el caso, ¿serán capaces de hacer su deber de una forma que sea acorde al estándar? Cuando las personas se basan en su naturalidad, sus nociones, sus imaginaciones, su experiencia y su educación para hacer el deber, aunque pueda parecer que están haciéndolo y que no cometen maldades, no están practicando la verdad, y no han hecho nada que sea satisfactorio para Dios. También hay otro problema que no se puede ignorar. Durante el desarrollo de tu deber, si tus nociones, imaginaciones y tu propia voluntad nunca cambian y nunca son reemplazadas con la verdad; y si tus acciones y tus actos nunca se realizan de acuerdo con los principios-verdad, entonces ¿cuál será el resultado final? No tendrás entrada en la vida, te convertirás en un contribuyente de mano de obra, con lo que cumplirás así las palabras del Señor Jesús: “Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?’ Y entonces les declararé: ‘Jamás os conocí; apartaos de mí, los que practicáis la iniquidad’” (Mateo 7:22-23). ¿Por qué llama Dios malhechores a estas personas que realizan esfuerzo y son mano de obra? Hay un aspecto del que podemos estar seguros, y es que, independientemente de los deberes o la obra que hagan estas personas, sus motivaciones, ímpetus, intenciones y pensamientos surgen enteramente de sus propios deseos y están completamente orientados a proteger sus propios intereses y perspectivas, y también a resguardar su propia reputación y estatus y a satisfacer su vanidad. Todas sus consideraciones y sus cálculos se centran en torno a estas cuestiones, no existe la verdad en su interior y no tienen un corazón que tema y se someta a Dios. Esta es la raíz del problema. En la actualidad, ¿de qué manera es fundamental que abordéis vuestra búsqueda? En todas las cosas, debes buscar la verdad, y debes hacer tu deber adecuadamente según las intenciones de Dios y lo que Él pide. Si lo haces, recibirás la aprobación de Dios. Entonces, ¿qué es lo que se necesita específicamente para hacer el deber de acuerdo con lo que Dios pide? En todo lo que hagas, debes aprender a orar a Dios, debes reflexionar sobre qué intenciones tienes, qué pensamientos, y si estas intenciones y pensamientos concuerdan con la verdad; si no lo hacen, deben dejarse de lado, tras lo cual debes actuar según los principios-verdad y aceptar el escrutinio de Dios. Así te asegurarás de poner en práctica la verdad. Si tienes tus propias intenciones y objetivos, y eres muy consciente de que estos vulneran la verdad y son contrarios a las intenciones de Dios, y aun así no le oras a Dios ni buscas la verdad para encontrar una solución, esto es peligroso, es fácil que cometas maldades y hagas cosas que se opongan a Dios. Si cometes maldades una o dos veces y te arrepientes, sigues teniendo esperanza de salvación. Si sigues cometiendo maldades, eres un hacedor de toda clase de maldades. Si a esta altura continúas sin arrepentirte, estás en problemas: Dios te dejará de lado o te abandonará, lo que significa que corres el riesgo de ser descartado; la gente que comete toda clase de actos malvados sin duda será castigada y descartada.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte

411. Cualquier deber que hagas implica entrar en la vida. Ya sea que tu deber sea bastante habitual o impredecible, aburrido o animado, siempre debes lograr la entrada en la vida. Los deberes de algunas personas son bastante monótonos; hacen lo mismo todos los días. Sin embargo, al llevarlos a cabo, los estados que revelan estas personas no son tan homogéneos. En ocasiones, cuando están de buen humor, son un poco más diligentes y trabajan mejor. Otras veces, por alguna influencia desconocida, su corrupto carácter satánico les provoca una malicia que les acarrea opiniones incorrectas, un mal estado y mal humor, lo que hace que hagan el deber de manera superficial. El estado interno de las personas cambia constantemente; puede hacerlo en cualquier lugar y momento. Independientemente de cómo cambie tu estado, siempre es un error actuar en función del estado de ánimo. Imagina que lo haces un poco mejor cuando estás de buen humor, y un poco peor cuando estás de mal humor; ¿es esta una manera de hacer las cosas con principios? ¿Te permitirá esto realizar el deber de manera acorde al estándar? Sea cual sea su estado de ánimo, la gente debe saber orar a Dios y buscar la verdad; solo de esta manera podrá evitar estar constreñida e influida por los vaivenes a los que la somete su estado de ánimo. Al hacer el deber, debes examinarte siempre para ver si haces las cosas según los principios, si cumples con el estándar en su realización, si simplemente lo haces de manera superficial, si has tratado de eludir tus responsabilidades y si tienes algún problema en cuanto a tu actitud y forma de pensar. Una vez que hayas hecho introspección y te hayan quedado claras estas cosas, te será más fácil cumplir con el deber. Con independencia de lo que te encuentres al hacer el deber —negatividad y debilidad, o mal humor tras haber sido podado—, debes tratarlo de forma adecuada, buscar la verdad y entender las intenciones de Dios. Al hacer estas cosas tendrás una senda de práctica. Si deseas cumplir bien el deber, no debe afectarte tu estado de ánimo. Por más negativo o débil que estés, debes practicar la verdad en todo lo que hagas, con absoluto rigor y ateniéndote a los principios. Si lo haces, no solo otras personas te darán su aprobación, sino que también agradarás a Dios. Así serás una persona responsable que asume una carga; una persona buena de verdad, que realmente cumple con el estándar en la ejecución del deber y vive íntegramente a semejanza de una persona auténtica. Esas personas se purifican y logran la verdadera transformación cuando hacen el deber y se puede decir que son honestas a los ojos de Dios. Solamente los honestos son capaces de perseverar en la práctica de la verdad, de actuar con principios y cumplir con el estándar en la realización del deber. Los que actúan con principios realizan el deber meticulosamente cuando están de buen humor; no trabajan de manera superficial, no son arrogantes ni se lucen para que los demás los tengan en gran estima. Cuando están de mal humor, pueden realizar sus tareas cotidianas con la misma seriedad y responsabilidad y, aunque se encuentren con algo perjudicial para la ejecución de su deber, que los atosigue un poco o los perturbe mientras lo ejecutan, siguen siendo capaces de sosegar el corazón ante Dios para orar, diciendo: “Por muy grande que sea el problema al que me enfrente, aunque se hunda el cielo, mientras esté vivo, estoy decidido a hacer todo lo posible por cumplir bien mi deber. Cada día que vivo es un día en que debo cumplir bien con el deber para ser digno de este deber que Dios me ha otorgado, así como de este aliento que ha soplado en mi cuerpo. Por muchas dificultades que tenga, lo dejaré todo de lado, ¡pues el cumplimiento del deber es de suma importancia!”. Aquellos a quienes no afecta ninguna persona, incidencia, cosa ni circunstancia, a quienes no limita ningún estado de ánimo ni situación externa y que priorizan los deberes y las comisiones que Dios les ha encomendado son las personas leales a Dios, que se someten sinceramente a Él. Esta clase de personas han logrado entrar en la vida y en la realidad-verdad. Esta es una de las manifestaciones más auténticas y prácticas de vivir la verdad.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La entrada en la vida comienza con la ejecución del deber

412. No importa lo que Dios te pida, solo necesitas trabajar con todas tus fuerzas para lograrlo, y espero que seas capaz de cumplir tu lealtad a Dios ante Él en estos últimos días. Siempre que puedas ver la sonrisa de satisfacción de Dios mientras está sentado en Su trono, aun si esta es la hora señalada de tu muerte, debes ser capaz de reír y sonreír mientras cierras los ojos. Mientras vivas, debes llevar a cabo tu deber final por Dios. En el pasado, a Pedro lo crucificaron cabeza abajo por causa de Dios, pero tú debes satisfacer a Dios en estos últimos días y agotar toda tu energía por Él. ¿Qué puede hacer por Dios un ser creado? Por tanto, debes entregarte a Dios con anticipación para que Él te instrumente como lo desee. Mientras Él esté feliz y complacido, permítele hacer lo que quiera contigo. ¿Qué derecho tienen los hombres de quejarse?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Interpretaciones de los misterios de “las palabras de Dios al universo entero”, Capítulo 41

413. Hoy, lo que a vosotros se os exige lograr no son exigencias adicionales, sino el deber del hombre y lo que todas las personas deben hacer. Si ni siquiera sois capaces de hacer vuestro deber, o de hacerlo bien, ¿no os estáis acarreando problemas? ¿No estáis cortejando a la muerte? ¿Cómo podéis todavía esperar tener un futuro y perspectivas? La obra de Dios se hace por el bien de la humanidad, y la cooperación del hombre se da por el bien de la gestión de Dios. Después de que Dios haya hecho todo lo que le corresponde hacer, al hombre se le exige ser diligente en su práctica y cooperar con Dios. En la obra de Dios, el hombre no debe escatimar esfuerzos, debe ofrecer su lealtad y no debe permitirse tener numerosas nociones o sentarse pasivamente y esperar la muerte. Dios puede sacrificarse por el hombre, así que, ¿por qué no puede el hombre ofrecerle su lealtad a Dios? Dios solo tiene un corazón y una mente para con el hombre, así que, ¿por qué no puede el hombre ofrecer un poco de cooperación? Dios obra para la humanidad, así que, ¿por qué el hombre no puede llevar a cabo algo de su deber por el bien de la gestión de Dios? La obra de Dios ha llegado hasta aquí; sin embargo, vosotros veis pero no actuáis, escucháis pero no os movéis. ¿No son tales personas objetos de perdición? Dios ya le ha dedicado Su todo al hombre, así que ¿por qué es incapaz el hombre hoy de llevar a cabo su deber con seriedad? Para Dios, Su obra es Su prioridad y la obra de Su gestión es de suprema importancia. Para el hombre, poner en práctica las palabras de Dios y cumplir las exigencias de Dios son su primera prioridad. Todos vosotros deberíais entender esto.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra de Dios y la práctica del hombre

414. Que el hombre lleve a cabo su deber es, de hecho, el cumplimiento de todo lo que es inherente a él; es decir, lo que es posible para él. Es entonces cuando su deber se cumple adecuadamente. Los defectos del hombre durante su servicio se reducen gradualmente a través de la experiencia progresiva y del proceso de pasar por el juicio; no obstaculizan ni afectan el deber del hombre. Los que dejan de servir o ceden y retroceden por temor a que puedan existir defectos en su servicio son los más cobardes de todos. Si las personas no pueden expresar lo que deben expresar durante el servicio ni lograr lo que por naturaleza es posible para ellas y, en cambio, actúan mecánicamente, han perdido la función que un ser creado debe tener. A esta clase de personas se les conoce como “mediocres”; son desechos inútiles. ¿Cómo pueden esas personas ser llamadas seres creados en el sentido auténtico? ¿Acaso no son seres corruptos que brillan por fuera, pero que están podridos por dentro? Si un hombre se llama a sí mismo Dios, pero no es capaz de expresar el ser de la divinidad, ni hacer la obra de Dios mismo, ni representar a Dios, entonces no cabe duda de que no es Dios, porque no tiene la sustancia de Dios, y lo que Dios puede lograr por naturaleza no existe dentro de él. Si el hombre pierde lo que, por naturaleza, puede alcanzar, ya no se le puede considerar un hombre y no es digno de erigirse como ser creado ni de venir delante de Dios y servirlo. Además, no es digno de recibir la gracia de Dios ni de ser cuidado, protegido y hecho perfecto por Dios. Muchos que han perdido la confianza de Dios pasan a perder la gracia de Dios. No solo no odian sus acciones malvadas, sino que propagan con descaro la idea de que el camino de Dios es incorrecto, y los rebeldes incluso niegan la existencia de Dios. ¿Cómo pueden esas personas, que poseen tal rebeldía, tener derecho a gozar de la gracia de Dios? Quienes no cumplen con su deber son muy rebeldes contra Dios, y le deben mucho, pero se dan la vuelta y arremeten contra Él diciendo que está equivocado. ¿Cómo podría esa clase de hombre ser digno de ser hecho perfecto? ¿Acaso no es esto indicio para ser descartados y castigados? Las personas que no llevan a cabo su deber delante de Dios ya son culpables de los crímenes más atroces, para los cuales hasta la muerte es un castigo insuficiente, pero tienen el descaro de discutir con Dios y enfrentarse a Él. ¿Cuál es el valor de perfeccionar a semejantes personas? Cuando las personas no cumplen con su deber, deben sentirse culpables y en deuda; deben odiar su debilidad e inutilidad, su rebeldía y su corrupción y, aun más, deben entregarle su vida a Dios. Solo entonces son seres creados que aman verdaderamente a Dios, y solo ese tipo de personas son dignas de disfrutar las bendiciones y la promesa de Dios y de que Él las haga perfectas. ¿Y qué pasa con la mayoría de vosotros? ¿Cómo tratáis al Dios que vive entre vosotros? ¿Cómo habéis llevado a cabo vuestro deber delante de Él? ¿Habéis hecho todo lo que fuisteis llamados a hacer, incluso a expensas de vuestra propia vida? ¿Qué habéis sacrificado? ¿Acaso no habéis recibido mucho de Mí? ¿Podéis discernir? ¿Hasta qué punto me sois leales? ¿Cómo me habéis servido? ¿Y qué hay de todo lo que os he otorgado y he hecho por vosotros? ¿Habéis tomado medida de todo esto? ¿Habéis juzgado y comparado esto con la poca conciencia que tenéis dentro de vosotros? ¿De quién podrían ser dignas vuestras palabras y acciones? ¿Podría ser que ese minúsculo sacrificio vuestro sea digno de todo lo que os he otorgado? No tengo otra opción y me he dedicado a vosotros con todo el corazón, pero vosotros albergáis intenciones malvadas y mostráis desgana hacia Mí. Ese es el deber que habéis realizado, la escasa función que habéis servido. ¿No es así? ¿No sabéis que habéis fracasado rotundamente en cumplir con el deber de un ser creado? ¿Cómo podéis ser considerados seres creados? ¿No os queda claro qué es lo que estáis expresando y viviendo? No habéis cumplido con vuestro deber, pero buscáis obtener la tolerancia y la gracia abundante de Dios. Esa gracia no ha sido preparada para unos tan inútiles y viles como vosotros, sino para los que no piden nada y se sacrifican con gusto. Las personas como vosotros, semejantes mediocres, sois totalmente indignos de disfrutar la gracia del cielo. ¡Solo dificultades y un castigo interminable acompañarán vuestros días! Si no podéis ser leales a Mí, vuestro porvenir será el sufrimiento. Si no podéis ser responsables ante Mis palabras y Mi obra, vuestro desenlace será el castigo. Ni la gracia, ni las bendiciones ni la vida maravillosa del reino tendrán nada que ver con vosotros. ¡Este es el fin que merecéis tener y es una consecuencia de vuestras propias acciones!

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La diferencia entre el ministerio de Dios encarnado y el deber del hombre

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