F. Acerca de cómo practicar la obediencia a Dios

391. Dios creó a los humanos, los colocó sobre la tierra y los ha guiado desde entonces; después los salvó y sirvió como ofrenda por el pecado para la humanidad y, al final, Él aún debe conquistar a la humanidad, salvar por completo a los humanos y restaurarlos a su semejanza original. Esta es la obra a la que Él se ha dedicado de principio a fin, restaurando a la humanidad a su imagen y semejanza originales. Dios establecerá Su reino y restaurará la semejanza original de los seres humanos, lo que significa que Él restaurará Su autoridad sobre la tierra y entre todos los seres creados. La humanidad, después de que Satanás la corrompiera, perdió su corazón temeroso de Dios y la función que deberían tener los seres creados, convirtiéndose en un enemigo rebelde contra Dios. Entonces la humanidad vivió bajo el poder de Satanás y estuvo sometida a la manipulación de este; en consecuencia, Dios no tuvo manera de obrar entre Sus seres creados, y menos aún pudo obtener su temor. Dios creó a los seres humanos y estos deben adorarlo, pero ellos en realidad le dieron la espalda y, en cambio, adoraron a Satanás. Satanás se convirtió en ídolo en su corazón. De esta manera, Dios perdió Su posición en su corazón, lo que quiere decir que se perdió el significado de Su creación de la humanidad. Por tanto, para restaurar el significado que hay detrás de Su creación de la humanidad, Él debe restaurar su semejanza original y librar a la humanidad de su carácter corrupto. Para rescatar a los humanos de Satanás, debe salvar al hombre del pecado. Solo de esta manera puede Dios restaurar poco a poco su semejanza y función originales, y al final restaurar Su reino. La destrucción total de esos hijos de la rebelión al final también será en aras de permitir a los humanos adorar mejor a Dios y vivir mejor sobre la tierra. Debido a que Dios creó a los humanos, Él hará que lo adoren; como desea restaurar la función original de la humanidad, la va a restaurar por completo y sin ninguna adulteración. Restaurar Su autoridad quiere decir hacer que los humanos lo adoren y se sometan a Él; quiere decir que Él va a hacer que los humanos vivan por Él y que perezcan Sus enemigos debido a Su autoridad. Quiere decir que Dios hará que todo lo Suyo continúe entre los humanos sin resistencia por parte de nadie. El reino que Dios anhela establecer es Su propio reino. La humanidad que Él desea es una que lo adore, que se someta a Él por completo y que posea Su gloria. Si Dios no salva a la humanidad corrupta, entonces el significado de Su creación de la humanidad se perderá; no tendrá más autoridad entre los humanos y Su reino ya no será capaz de existir en la tierra. Si Dios no destruye a esos enemigos que son rebeldes contra Él, no podrá obtener toda Su gloria ni tampoco podrá establecer Su reino sobre la tierra. Estas serán las señales de la terminación de Su obra y de Su gran logro: destruir completamente a aquellos entre la humanidad que son rebeldes contra Él y llevar al reposo a los que han sido perfeccionados. Cuando los humanos hayan sido restaurados a su semejanza original y cuando puedan cumplir sus deberes respectivos, permanecer en su sitio adecuado y someterse a todos los planes de Dios, Dios habrá ganado un grupo de personas sobre la tierra que lo adoren y también habrá establecido un reino sobre la tierra que lo adore.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Dios y el hombre entrarán juntos en el reposo

392. Como crees en Dios, debes someterte a Él. Si no puedes hacerlo, entonces no importa si crees en Dios o no. Si has creído en Él muchos años, pero nunca te has sometido a Él y no aceptas todas Sus palabras y, en cambio, le pides que se someta a ti y actúe según tus propias nociones, entonces eres el más rebelde de todos; eres un incrédulo. ¿Cómo podría una persona así someterse a la obra y las palabras de Dios, que no se ajustan a las nociones del hombre? Los más rebeldes de todos son los que intencionalmente desafían a Dios y se le resisten. Ellos son Sus enemigos y los anticristos. Su actitud siempre es de hostilidad hacia la nueva obra de Dios; nunca tienen la mínima tendencia a someterse y jamás se han sometido o humillado de buen grado. Se creen muy superiores a los demás y nunca se someten a nadie. Delante de Dios, se consideran los mejores para predicar la palabra y los más hábiles para obrar en los demás. Nunca desechan los “tesoros” que poseen, sino que los tratan como herencias familiares a las que adorar y las usan para predicar a los demás y sermonear a los necios que los idolatran. De hecho, hay una cierta cantidad de personas de este tipo en la iglesia. Se podría decir que son “héroes indómitos”, que residen temporalmente en la casa de Dios generación tras generación. Consideran que predicar la palabra (doctrina) es su deber supremo. Año tras año y generación tras generación, se dedican a cumplir enérgicamente su deber “sagrado e inviolable”. Nadie se atreve a tocarlos; ni una sola persona se atreve a reprenderlos abiertamente. Se convierten en “reyes” en la casa de Dios y campan a sus anchas mientras tiranizan a los demás, era tras era. Este grupo de demonios busca unirse y derribar Mi obra; ¿cómo puedo permitir que estos demonios vivientes existan delante de Mis ojos? Ni siquiera quienes se someten a medias pueden seguir hasta el final, ¡cuánto menos estos tiranos que no tienen ni una pizca de sumisión en su corazón! El hombre no obtiene fácilmente la obra de Dios. Aun si usaran toda su fuerza, las personas solo podrán obtener una porción, lo que, al final, les permitirá ser hechos perfectos. ¿Qué sucede, entonces, con los hijos del arcángel que buscan destruir la obra de Dios? ¿No tienen acaso menos esperanza de ser ganados por Dios? Mi propósito al llevar a cabo la obra de conquista no es exclusivamente conquistar por el simple hecho de conquistar, sino conquistar para revelar la justicia y la injusticia, para obtener pruebas para el castigo del hombre, para condenar al malvado y, más aún, conquistar para perfeccionar a aquellos que se someten voluntariamente. Al final, todos serán separados según su clase, y aquellos que sean perfeccionados serán aquellos cuyos pensamientos e ideas estén llenos de sumisión. Esta es la obra que, al final, se llevará a cabo. Mientras tanto, aquellos en quienes cada acción es rebelde serán castigados, enviados a arder en el fuego y serán objeto de eterna maldición. Cuando llegue ese momento, esos “grandes héroes indómitos” de épocas pasadas se transformarán en “los cobardes débiles e impotentes” más ruines y los más rechazados. Solo esto puede ilustrar cada aspecto de la justicia de Dios y Su carácter que el hombre no puede ofender y solo esto puede aplacar el odio de Mi corazón. ¿Acaso no coincidís en que esto es completamente razonable?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Los que se someten a Dios con un corazón sincero, sin duda serán ganados por Él

393. La obra que Dios lleva a cabo difiere de una era a otra. Si te sometes bien a la obra de Dios en una fase, pero en la siguiente tu sumisión hacia Su obra es deficiente o eres incapaz de ser sumiso, entonces Dios te abandonará. Sigues a Dios cuando Él da este paso y debes seguir haciéndolo también cuando dé el siguiente. Solo entonces serás alguien sumiso al Espíritu Santo. Ya que crees en Dios, debes permanecer constante en tu sumisión. No puedes simplemente someterte cuando te agrada y no hacerlo cuando no. Dios no aprueba esta clase de sumisión. Si no puedes seguirle el paso a la nueva obra que comparto y sigues aferrándote a los viejos dichos, entonces ¿cómo puede haber progreso en tu vida? La obra de Dios consiste en proveerte a través de Sus palabras. Cuando te sometes a Sus palabras y las aceptas, el Espíritu Santo sin duda obra en ti. El Espíritu Santo obra exactamente como Yo digo. Haz lo que he dicho, y el Espíritu Santo obrará prontamente en ti. Emito una nueva luz para que la contempléis, con lo que os conduzco a la luz del presente, y cuando entres en esta luz el Espíritu Santo obrará de inmediato en ti. Algunos pueden mostrarse reacios y decir: “Sencillamente, no practicaré lo que dices”. En ese caso, te digo que has llegado al final del camino; estás seco y ya no tienes vida. Así pues, al experimentar la transformación de tu carácter, nada es más crucial que seguirle el paso a la luz del presente. El Espíritu Santo no solo obra en ciertas personas a las que Dios usa, sino que, además, lo hace en la iglesia. Podría estar obrando en cualquier persona. Él puede obrar en ti en el presente y tú experimentarás esta obra. Durante el siguiente periodo, puede obrar en otra persona, en cuyo caso, debes darte prisa en seguirlo; cuanto más de cerca sigas la luz del presente, más podrá crecer tu vida. No importa qué clase de persona sea alguien, si el Espíritu Santo obra en ella, debes seguirla. Asimila sus experiencias a través de las tuyas de una manera práctica, y recibirás cosas incluso más elevadas. Por medio de este tipo de práctica, progresarás con mayor rapidez. Esta es la senda de la perfección para el hombre y una manera mediante la cual la vida crece. La senda para ser perfeccionado se alcanza mediante tu sumisión a la obra del Espíritu Santo. No sabes a través de qué clase de persona Dios obrará para perfeccionarte, ni a través de qué persona, acontecimiento o cosa te permitirá ganar o ver las cosas. Si puedes transitar por este camino que es el correcto, eso muestra que hay gran esperanza de que seas perfeccionado por Dios. Si no puedes hacerlo, esto muestra que tu futuro es sombrío y carece de luz. Una vez que emprendas el camino correcto, te serán reveladas todas las cosas. No importa lo que el Espíritu Santo les revele a otros, si procedes según el conocimiento que ellos tienen para experimentar las cosas por tu cuenta, entonces se convertirá en una parte de tu vida y podrás proveer a otros a partir de ella. Los que proveen a otros repitiendo palabras como loros son personas que no han tenido ninguna experiencia; debes aprender a descubrir, a través del esclarecimiento y la iluminación de otros, una senda de práctica, antes de que puedas empezar a hablar de tu propia experiencia y conocimiento reales. Esto será más provechoso para tu propia vida. Debes experimentar de esta manera, sometiéndote a todo lo que viene de Dios. Debes buscar las intenciones de Dios en todas las cosas y aprender las lecciones en todas las cosas, para que tu vida pueda crecer. Esta clase de práctica permite el más rápido progreso.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Los que se someten a Dios con un corazón sincero, sin duda serán ganados por Él

394. La sumisión a la obra de Dios debe ser real y concreta y debe vivirse. La sumisión superficial por sí sola no puede recibir la aprobación de Dios, y solamente someterse a los aspectos superficiales de Su palabra, sin buscar el cambio en el propio carácter, no es conforme a las intenciones de Dios. La sumisión a Dios y la sumisión a Su obra son la misma cosa. Los que solo se someten a Dios, pero no a Su obra, no pueden considerarse personas sumisas, mucho menos, aquellos que no se someten de verdad, sino que son aduladores por fuera. Todos aquellos que se someten verdaderamente a Dios pueden sacar provecho de la obra y alcanzar una comprensión del carácter y la obra de Dios. Solo esas personas se someten verdaderamente a Dios. Tales personas pueden obtener un nuevo conocimiento y experimentar nuevos cambios a partir de la nueva obra. Dios solo aprueba a estas personas; solo ellas son perfeccionadas y son aquellas cuyas actitudes han cambiado. Dios aprueba a los que se someten de buen grado a Él, así como a Su palabra y Su obra. Solo tales personas están en lo correcto; solo tales personas desean sinceramente a Dios y lo buscan sinceramente.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Los que se someten a Dios con un corazón sincero, sin duda serán ganados por Él

395. Durante el tiempo de Dios en la carne, la sumisión que Él exige de las personas no implica abstenerse de emitir juicios ni resistirse, como ellas imaginan, sino que Él exige que las personas usen Sus palabras como principio según el que vivir y el fundamento de su supervivencia, que pongan absolutamente en práctica la esencia de Sus palabras, y que satisfagan por completo Sus intenciones. Un aspecto de exigir que las personas se sometan al Dios encarnado se refiere a poner en práctica Sus palabras, mientras que el otro se refiere a ser capaz de someterse a Su normalidad y Su practicidad. Ambos deben ser absolutos. Los que pueden lograr ambos aspectos son todos aquellos que albergan un auténtico corazón amante de Dios. Todas ellas son personas que Dios ha ganado y que lo aman como a su propia vida. […]

El grupo de personas a las que el Dios encarnado quiere ganar hoy es el de aquellas que se conforman a Sus intenciones. Solo tienen que someterse a Su obra y dejar de preocuparse constantemente con los deseos del Dios en el cielo, vivir en la imprecisión y dificultarle las cosas al Dios en la carne. Los que son capaces de someterse son quienes escuchan absolutamente Sus palabras y obedecen Sus disposiciones. Tales personas no prestan atención en absoluto a cómo pueda ser realmente el Dios en el cielo ni a qué clase de obra pueda estar haciendo Él en la actualidad en el hombre. Entregan por completo su corazón al Dios en la tierra y ponen todo su ser ante Él. Nunca tienen ninguna consideración hacia su propia seguridad ni arman un escándalo por la normalidad y la practicidad del Dios en la carne. Los que se someten a Dios en la carne pueden ser perfeccionados por Él. Los que creen en el Dios en el cielo no ganarán nada. Esto se debe a que no es el Dios en el cielo quien concede las promesas y las bendiciones a las personas, sino el Dios en la tierra. Las personas no deberían honrar siempre la grandeza del Dios en el cielo mientras consideran al Dios en la tierra como una mera persona corriente. Es injusto. El Dios en el cielo es grande y estupendo, de maravillosa sabiduría, pero ese Dios en el cielo no existe en absoluto. El Dios en la tierra es muy corriente e insignificante y también es muy normal. No tiene una mente extraordinaria ni realiza actos que estremezcan la tierra. Él simplemente obra y habla de una manera muy normal y práctica. Aunque no hable por medio del trueno ni convoque al viento y la lluvia, Él es realmente la encarnación del Dios en el cielo y es realmente el Dios que vive entre los humanos. Las personas no deben considerar como Dios a aquel a quien son capaces de entender y que se corresponde con sus propias imaginaciones ni honrar Su grandeza, mientras consideran inferior a aquel a quien no pueden aceptar ni imaginar en absoluto. Todo esto viene de la rebeldía de las personas; todo es la fuente de la resistencia de la humanidad a Dios.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Aquellos que de verdad aman a Dios son los que pueden someterse completamente a Su practicidad

396. El elemento clave para someterse a Dios es aceptar la nueva luz y ser capaz de aceptarla y ponerla en práctica. Solo esto es la verdadera sumisión. Los que carecen de la voluntad de anhelar a Dios son incapaces de someterse intencionadamente a Él, y solo se pueden oponer a Dios como resultado de su satisfacción con el estado actual de las cosas. Que el hombre no pueda someterse a Dios se debe a que lo posee lo que vino antes. Las cosas que vinieron antes han producido todo tipo de nociones y diversas imaginaciones acerca de Dios en las personas, y estas se han convertido en la imagen de Dios que tienen en su mente. Por lo tanto, en lo que creen es en sus propias nociones y en los estándares de su propia imaginación. Si mides al Dios que hace una obra práctica a día de hoy contra el Dios de tu propia imaginación, entonces tu fe proviene de Satanás y está manchada con tus propias preferencias; Dios no quiere esta clase de fe. Independientemente de lo elevadas que sean sus credenciales e independientemente de su entrega, incluso si han dedicado toda una vida de esfuerzos a Su obra y se han martirizado, Dios no aprueba a nadie que tenga una fe como esta. Él solo les concede un poco de gracia y les permite disfrutarla por un tiempo. Personas como estas no pueden poner en práctica la verdad. El Espíritu Santo no obra en su interior y Dios las descartará a cada una de ellas, una por una. Sean viejos o jóvenes, los que no se someten a Dios en su fe y tienen las intenciones equivocadas son los que se oponen y trastornan, y Dios descartará indiscutiblemente a esas personas. Los que no tienen la más mínima sumisión a Dios, que solo reconocen Su nombre y tienen cierta idea de Su bondad y hermosura, pero que no mantienen el ritmo de los pasos del Espíritu Santo, y no se someten a la obra y las palabras presentes del Espíritu Santo, esas personas viven en medio de la gracia de Dios y Dios ni las ganará ni las perfeccionará. Dios perfecciona a las personas por medio de su sumisión, por medio de su comer, beber y disfrutar las palabras de Dios y por medio del sufrimiento y refinamiento en sus vidas. Solo por medio de una fe como esta el carácter de las personas puede cambiar, y solo entonces pueden poseer el conocimiento verdadero de Dios. No estar satisfechos con vivir en medio de la gracia de Dios, anhelar activamente la verdad, buscar la verdad y ser ganados por Dios, esto es lo que quiere decir someterse conscientemente a Dios y esta es precisamente la clase de fe que Él quiere. Las personas que no hacen nada más que disfrutar la gracia de Dios no pueden ser perfeccionadas o cambiadas, y su sumisión, su piedad, su amor y su paciencia, todo es superficial. Las que solo disfrutan la gracia de Dios no pueden conocer a Dios realmente, e incluso cuando conocen a Dios, su conocimiento es superficial, y dicen cosas como que “Dios ama al hombre” o que “Dios es misericordioso con el hombre”. Esto no representa la vida del hombre y no demuestra que las personas conozcan verdaderamente a Dios. Si, cuando las palabras de Dios las refinan, o cuando Sus pruebas vienen sobre ellas, las personas no pueden someterse a Dios —si, en cambio, se vuelven indecisas y caen— entonces no son sumisas en lo más mínimo. Dentro de ellas hay muchas reglas y restricciones acerca de la fe en Dios; antiguas experiencias que son el resultado de muchos años de fe o varias reglas que se basan en la Biblia. ¿Podrían personas como estas someterse a Dios? Estas personas están llenas de cosas humanas, ¿cómo podrían someterse a Dios? Su “sumisión” va de acuerdo a sus preferencias personales, ¿querría Dios una sumisión como esa? Esto no es someterse a Dios, sino adhesión a las reglas, es satisfacerse y apaciguarse a uno mismo. Si dices que esto es someterse a Dios, ¿acaso no blasfemas contra Él?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Debes someterte a Dios al creer en Dios

397. Todos los que no buscan la sumisión a Dios en su fe se oponen a Él. Dios pide que las personas busquen la verdad, que tengan sed de las palabras de Dios, coman y beban Sus palabras y que las pongan en práctica para que puedan lograr la sumisión a Dios. Si estas son tus verdaderas intenciones, entonces con toda seguridad Dios te elevará y con toda seguridad te mostrará favor. Esto es indudable y no se puede cambiar. Si tu intención no es someterte a Dios, y si tienes otras metas, entonces todo lo que digas y hagas, tus oraciones ante Dios e incluso cada una de tus acciones, se opondrá a Él. Puedes ser de voz suave y de trato afable, cada una de tus acciones y expresiones puede parecer apropiada, y puedes parecer alguien que se somete, pero cuando se trata de tus intenciones y tus puntos de vista acerca de la fe en Dios, todo lo que haces se opone a Él, todo lo que haces es malvado. Las personas que parecen tan obedientes como corderos, pero cuyo corazón alberga malas intenciones, son lobos con piel de cordero. Ofenden directamente a Dios y Dios no perdonará a ni una sola de ellas. El Espíritu Santo revelará a todas y cada una de ellas y le mostrará a todo el mundo que todos los que son hipócritas serán, con certeza, desdeñados por el Espíritu Santo. No te preocupes: Dios se encargará y dispondrá de cada una de ellas, una por una.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Debes someterte a Dios al creer en Dios

398. A la hora de determinar si las personas pueden someterse a Dios o no, el aspecto clave es si tienen deseos extravagantes o motivaciones ocultas hacia Él. Si las personas siempre están haciéndole peticiones a Dios, eso demuestra que no le son sumisas. Sin importar lo que te suceda, si no lo aceptas de Dios y no buscas la verdad, y si siempre razonas a tu favor y sientes que solo tú tienes la razón, y si incluso eres capaz de dudar de que Dios es la verdad y la justicia, entonces tendrás problemas. Esas personas son las más arrogantes y rebeldes hacia Dios. La gente que siempre le exige a Dios no puede someterse de veras a Él. Si le haces peticiones a Dios, esto prueba que estás intentando hacer un trato con Él, que estás eligiendo tu propia voluntad y actuando conforme a ella. En este sentido, estás traicionando a Dios y careces de sumisión. Ponerle exigencias a Dios es, en sí mismo, carecer de razón; si creyeras de verdad que Él es Dios, no te atreverías a ponerle exigencias ni te creerías cualificado para hacerlo, ya sea que las creyeras razonables o no. Si de verdad crees en Dios y crees que Él es Dios, únicamente lo adorarás y te someterás a Él, no hay otra opción. La gente de hoy no se limita a tomar sus propias decisiones, sino que incluso le pide a Dios que actúe según su propia voluntad. No solo eligen no someterse a Dios, sino que incluso le piden a Dios que se someta a ellos. ¿No es esto totalmente carente de razón? Por lo tanto, si no hay verdadera fe dentro de una persona ni convicción sustancial, nunca podrá obtener la aprobación de Dios. Cuando la gente es capaz de ponerle menos exigencias a Dios, tiene más fe verdadera y sumisión, y su razón es comparativamente normal. Ocurre a menudo que, cuanto más inclinadas están las personas a razonar y más justificación tienen, más difícil es lidiar con ellas. No solo ponen muchas exigencias, sino que cuando se les da un dedo, se toman el brazo. Cuando están satisfechas en un aspecto, presentan exigencias en otro. Tienen que estar satisfechas en todos los aspectos y, de no ser así, empiezan a quejarse, dan las cosas por perdidas y actúan de forma temeraria. Después, se sienten en deuda y tienen remordimiento, lloran lágrimas amargas y quieren morir. ¿De qué sirve esto? ¿Acaso no son poco razonables y constantemente molestas? Esta serie de problemas tiene que resolverse de raíz. Si tienes un carácter corrupto y no lo resuelves, si esperas a tener problemas o causar un desastre para resolverlo, ¿cómo puedes compensar este perjuicio? ¿No sería como a buenas horas, mangas verdes? Por lo tanto, para resolver completamente el problema de tu carácter corrupto, debes buscar la verdad para resolverlo cuando surge por primera vez. Debes resolver el carácter corrupto en su estado incipiente, con lo que te asegurarás así de no hacer nada malo y evitarás futuros problemas. Si un carácter corrupto se arraiga y se convierte en el pensamiento o el punto de vista de una persona, podrá conducirla a hacer el mal. Por tanto, la autorreflexión y el autoconocimiento consisten principalmente en descubrir las propias actitudes corruptas y buscar rápidamente la verdad para resolverlas. Debes saber qué cosas hay en tu naturaleza, qué te gusta, qué buscas y qué quieres obtener. Debes diseccionar estas cosas de acuerdo con las palabras de Dios para ver si se ajustan a Sus intenciones y de qué manera son falaces. Una vez que entiendas estas cosas, debes resolver el problema de tu razonamiento anormal, es decir, el problema de que seas irrazonable y constantemente molesto. Este no es solo el problema de tu carácter corrupto, sino que también atañe a tu falta de razón. Especialmente en lo que se refiere a sus intereses, las personas que se dejan llevar por los intereses personales no poseen un razonamiento normal. Este es un problema psicológico, y también es el punto fatal de la gente. Algunas personas sienten que tienen cierto calibre y algunos dones, y siempre quieren ser líderes y sobresalir, así que le piden a Dios que las use. Si Dios no las usa, dicen: “¿Cómo puede Dios no verme con buenos ojos? Dios, si me usas para hacer algo importante, ¡te prometo que me esforzaré por Ti!”. ¿Es correcta esta clase de intención? Es bueno esforzarse por Dios, pero hay motivaciones detrás de su voluntad de hacerlo. Lo que aman es el estatus, y esto es en lo que se centran. Solo cuando las personas son capaces de ser de veras sumisas, de seguir a Dios de todo corazón sin que les importe que Él les utilice o no, y de esforzarse por Dios sin que les importe si tienen estatus o no, se puede considerar que poseen razón y son sumisas a Dios.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Las personas le ponen demasiadas exigencias a Dios

399. Al afrontar los problemas de la vida real, ¿cómo deberías conocer y entender la autoridad de Dios y Su soberanía? Cuando te enfrentes a estos problemas y no sepas cómo entender, gestionar ni experimentarlos, ¿qué actitud deberías adoptar para demostrar que tienes la intención y el deseo de someterte a la soberanía y los arreglos de Dios y la realidad de esta sumisión? Primero debes aprender a esperar; después, debes aprender a buscar y, después, debes aprender a someterte. “Esperar” significa esperar el tiempo de Dios, las personas, los acontecimientos y las cosas que Él ha organizado para ti, esperar que Sus intenciones te sean reveladas gradualmente. “Buscar” significa examinar y comprender las intenciones meticulosas de Dios por medio de las personas, los acontecimientos y las cosas que Él ha orquestado, entender las verdades relativas a ellos, lo que los humanos deben lograr y el camino que deben seguir, entender qué resultados quiere obtener Dios en los humanos y qué logros quiere conseguir en ellos. “Someterse”, por supuesto, se refiere a aceptar a las personas, los acontecimientos y las cosas que Dios ha orquestado, aceptar Su soberanía y, por medio de esto, experimentar cómo el Creador tiene la soberanía sobre el porvenir del hombre, cómo provee al hombre con Su vida, cómo obra la verdad dentro del hombre. Todas las cosas bajo las disposiciones y la soberanía de Dios obedecen leyes naturales y, si te decides a dejar que Dios te lo organice todo y tenga la soberanía sobre ello, debes aprender a esperar, a buscar y a someterte. Esta es la actitud que toda persona que quiere someterse a la autoridad de Dios debería adoptar y es además la cualidad más básica que debería poseer toda persona que quiera aceptar la soberanía y los arreglos de Dios. Para tener tal actitud, para poseer tal cualidad, debéis trabajar más duro. Solo entonces podéis entrar en la verdadera realidad.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único III

400. Cuando Noé hizo lo que Dios le ordenó no conocía Sus intenciones. No sabía lo que Él quería llevar a cabo. Dios solo le había dado un mandato y le había ordenado hacer algo, y sin mucha explicación, Noé siguió adelante y lo hizo. No intentó descifrar secretamente los deseos de Dios ni se resistió a Él, ni mostró falta de sinceridad. Solo fue y actuó en consecuencia, con un corazón puro y simple. Hizo todo lo que Dios le hizo hacer; someterse a Él y escuchar Su palabra fue la creencia que sostuvo sus acciones. Así fue como lidió de forma directa y simple con lo que Dios le encargó. Su esencia, la esencia de sus acciones, fue la sumisión, no cuestionar, no resistirse y, además, no pensar en sus propios intereses personales ni en sus ganancias y pérdidas. Además, cuando Dios dijo que destruiría el mundo con un diluvio, Noé no preguntó cuándo lo haría ni qué sería de las cosas, y desde luego no le preguntó a Dios cómo iba a destruir el mundo. Simplemente hizo lo que Dios ordenó. Como fuera que Dios quisiera hacerlo y por el medio que deseara, él siguió al pie de la letra lo que Dios le pidió y además, de inmediato emprendió acción. Actuó de acuerdo con las instrucciones de Dios con la actitud de querer satisfacer a Dios. ¿Lo hacía para ayudarse a sí mismo a evitar el desastre? No. ¿Le preguntó a Dios cuánto faltaba para que el mundo fuese destruido? No. ¿Le preguntó a Dios o acaso sabía cuánto tardaría en construir el arca? Tampoco lo sabía. Simplemente se sometió, escuchó, y actuó en consecuencia.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo I

401. En su creencia en Dios, Pedro buscó satisfacerle en todas las cosas y someterse a todo lo que viniera de Él. Fue capaz de aceptar el castigo y el juicio, así como el refinamiento, la tribulación y el sufrir privaciones en su vida, sin emitir ni una sola queja en todo ese tiempo. Nada de esto podría alterar su corazón amante de Dios. ¿No era esto el máximo amor a Dios? ¿No era esto el cumplimiento del deber de un ser creado? Ya sea en el castigo, el juicio o la tribulación, eres capaz de lograr la sumisión hasta la muerte y esto es lo que debe conseguir un ser creado; esta es la pureza del amor a Dios. Si el hombre puede conseguir esto, es un ser creado que es acorde al estándar y no hay nada que satisfaga más las intenciones del Creador. Imagina que eres capaz de obrar para Dios, pero no te sometes a Él y eres incapaz de amarlo verdaderamente. De esta forma, no solo no habrás cumplido el deber de un ser creado, sino que Él también te condenará, porque eres alguien que no posee la verdad, incapaz de someterse a Él y que se rebela contra Dios. Solo te preocupas de obrar para Dios y no de poner en práctica la verdad ni de conocerte a ti mismo; no entiendes ni conoces al Creador, no te sometes a Él ni lo amas y eres una persona que es rebelde contra Dios de manera innata. Por estas razones, al Creador no le gustan tales personas.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El éxito o el fracaso dependen de la senda que el hombre camine

402. Dar un testimonio contundente de Dios tiene relación principalmente con que tengas o no un entendimiento del Dios práctico y con que seas o no capaz de someterte ante esa persona que no solo es corriente, sino normal, e incluso someterte hasta la muerte. Si mediante esta sumisión das de verdad un testimonio de Dios, eso significa que Dios te ha ganado. Si puedes someterte hasta la muerte y estar libre de quejas ante Él, no emitir juicios, no difamar, no tener nociones ni propósitos ocultos, de esta forma Dios obtendrá gloria. La sumisión ante una persona corriente a la que el hombre mira con desprecio y ser capaz de someterte hasta la muerte sin noción alguna, esto es un testimonio verdadero. La realidad a la que Dios exige que entren las personas es ser capaces de someterse a Sus palabras, de ponerlas en práctica, de inclinarse ante el Dios práctico y conocer la propia corrupción; ser capaces de abrir el corazón ante Él y, al final, ser ganados por Él a través de estas palabras suyas. Dios obtiene gloria cuando estas declaraciones te conquistan y te hacen totalmente sumiso a Él; a través de esto, Él avergüenza a Satanás y completa Su obra. Cuando tú no tienes nociones sobre la practicidad del Dios encarnado, es decir, cuando te has mantenido firme en esta prueba, entonces has dado un buen testimonio. Si llega un día en el que tienes un entendimiento pleno del Dios práctico y puedes someterte hasta la muerte como hizo Pedro, entonces Dios te ganará y te perfeccionará. Cualquier cosa que Dios hace que no concuerda con tus nociones es una prueba para ti. Si la obra de Dios concordara con tus nociones, no te exigiría que sufrieras ni que fueras refinado. Su obra exige que abandones tales nociones porque es muy práctica y no concuerda con tus nociones. Por esta razón es una prueba para ti. Todas las personas se hallan en medio de pruebas por la practicidad de Dios; Su obra es práctica, no sobrenatural. Al entender plenamente Sus palabras y Sus declaraciones prácticas sin noción alguna y al ser capaz de amarlo sinceramente a medida que Su obra se hace más práctica, Él te ganará. El grupo de personas a las que Dios ganará son aquellas que conocen a Dios, es decir, las que conocen Su practicidad. Es más, son aquellas capaces de someterse a la obra práctica de Dios.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Aquellos que de verdad aman a Dios son los que pueden someterse completamente a Su practicidad

403. Antes de que la humanidad entre en el reposo, cada clase de persona será castigada o recompensada según si han buscado la verdad, si conocen a Dios y si pueden someterse al Dios visible. Aquellos que han sido mano de obra para el Dios visible, pero no lo conocen ni se someten a Él, no tienen la verdad. Estas personas son malhechoras y los malhechores, sin duda, serán objeto de castigo; además, van a ser castigados de acuerdo con sus acciones malvadas. Dios está para que los humanos crean en Él, y también es digno de su sumisión. Los que solo tienen fe en el dios vago e invisible son personas que no creen en Dios y son incapaces de someterse a Él. Si estas personas todavía no pueden creer en el Dios visible en el momento en que Su obra de conquista se termine, y siguen rebelándose y resistiéndose al Dios visible encarnado, estos “ambigüistas”, sin duda, serán objetos de la destrucción. Es como algunos entre vosotros, todos aquellos que verbalmente reconocen al Dios encarnado pero no pueden practicar la verdad de la sumisión al Dios encarnado, finalmente serán descartados y destruidos. Además, todos aquellos que reconocen verbalmente al Dios visible y comen y beben la verdad que Él expresa y, sin embargo, buscan al dios vago e invisible, más si cabe serán objetos de destrucción. Ninguna de estas personas podrá permanecer hasta el tiempo del reposo, que vendrá después de que haya terminado la obra de Dios, ni podrá haber ni un solo individuo parecido a estas personas que permanezca hasta ese tiempo de reposo. Las personas que son propias de los demonios no practican la verdad; su esencia es la de resistir y ser rebeldes contra Dios y no tienen la más mínima intención de someterse a Él. Tales personas van a ser destruidas.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Dios y el hombre entrarán juntos en el reposo

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Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.

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