La buena conducta no implica que se haya transformado el carácter

En la actualidad, hay cierta gente que, al cumplir con su deber, trabaja día y noche o pasa la noche en vela y está sin comer. Es capaz de someter la carne, de ignorar el padecimiento físico, incluso de trabajar estando enferma. Pero, si bien tienen estos méritos, y son buenas personas, gente correcta, aún existen cosas en su corazón que no son capaces de dejar de lado: el prestigio, el beneficio, el estatus y la vanidad. Y si nunca dejan de lado estas cosas, ¿son gente que persigue la verdad? La respuesta es evidente. La parte más difícil de creer en Dios es lograr cambios de carácter. Tal vez puedas permanecer soltero toda tu vida, puede que jamás comas buena comida ni uses buena ropa, incluso algunos pueden decir: “No importa que sufra toda la vida, o que esté solo toda la vida, lo toleraré; con Dios, estas cosas no significan nada”. Les resulta fácil superar y resolver el dolor y el sufrimiento de la carne. ¿Qué no les resulta fácil de superar? El carácter corrupto del hombre. El carácter corrupto no puede resolverse simplemente manteniéndolo bajo control. A fin de cumplir adecuadamente con su deber, de satisfacer la voluntad de Dios y de entrar en el reino, la gente es capaz de sufrir el dolor de la carne; pero ¿ser capaz de sufrir y pagar un precio significa que haya habido un cambio en su carácter? No. Al analizar si se ha producido un cambio en el carácter de una persona, no hay que fijarse en cuánto sufrimiento soporta ni en lo bien que aparenta comportarse; en cambio, debes fijarte en cuál es el punto inicial, los motivos y las intenciones detrás de sus actos, cuáles son los principios detrás de su conducta, y cuál es su actitud hacia la verdad. Solo es correcto analizarlo de acuerdo con estos aspectos.

Después de llegar a creer en Dios, algunos dejan de seguir las tendencias mundanales o de prestar atención a sus ropas y su aspecto. Son capaces de sufrir y esforzarse mucho, y de dominar y abandonar la carne. Pero, a la hora de cumplir su deber, interactuar con otras personas y manejar asuntos, casi nunca son honestos. No les gusta ser honestos, siempre quieren destacar y distinguirse, y hay una intención detrás de todo lo que dicen y hacen. Calculan sus actos de manera concienzuda y meticulosa para mostrar a los demás lo buenos que son, para ganarse el corazón de las personas y lograr que estas los prefieran y los adoren, hasta el punto de que recurran a ellos cada vez que les ocurra algo. Al hacer esto, alardean. ¿Qué clase de carácter emanan? Es un carácter satánico. ¿Existen muchas personas que sean así? Todo el mundo es así. Por fuera, siguen todas las reglas, pueden sufrir un poco y, en cierto modo, están dispuestos a esforzarse. Pueden abandonar algunas cosas mundanales, tienen cierta determinación y voluntad para perseguir la verdad, y han puesto los pies en la senda de creer en Dios. Lo que ocurre es que su carácter corrupto permanece intacto. No han cambiado en absoluto. Aunque comprendan la verdad, no pueden llevarla a la práctica. Eso es lo que significa no haber cambiado en absoluto. Actuar obstinadamente en todos los ámbitos es la manera de comportarse de los que viven en un carácter satánico. Cuando la intención tras sus acciones es errónea, no oran a Dios, no niegan su propia voluntad, no buscan los principios verdad, ni buscan a otras personas ni comparten con ellas. Hacen lo que quieren, lo que les apetece; actúan de manera temeraria y sin control. Aparentemente, es posible que no hagan el mal, pero tampoco practican la verdad. Siguen su propia voluntad en sus acciones y viven en un carácter satánico. Esto quiere decir que no aman la verdad ni tienen un corazón temeroso de Dios, y que no viven ante Dios. Es posible que algunos de ellos incluso comprendan las palabras de Dios y la verdad, pero no pueden llevarlas a la práctica. Esto se debe a que no pueden superar sus propios deseos y ambiciones. Saben perfectamente que lo que hacen está mal, que es una interrupción y una perturbación, que Dios lo aborrece; sin embargo, lo hacen una y otra vez, y piensan: “¿Acaso el sentido de creer en Dios no es recibir bendiciones? ¿Qué tiene de malo que busque bendiciones? He sufrido bastante durante los años que he creído en Dios; he dejado mi trabajo y he abandonado mis expectativas en el mundo para ganar la aprobación y las bendiciones de Dios. Por todo el sufrimiento que he soportado, Dios debería acordarse de mí. Debería bendecirme y dotarme de buena suerte”. Estas palabras encajan en los gustos humanos. Todo el mundo que cree en Dios piensa de esta manera, siente que estar un poco contaminado por la intención de recibir bendiciones no es un problema tan grave. Pero si analizas estas palabras detenidamente, ¿están en consonancia con la verdad o con parte de la realidad verdad? Todas estas acciones de abandono y sufrimiento son solo ejemplos de buenas conductas humanas. Están motivadas por la intención de recibir bendiciones y no representan la práctica de la verdad. Si se tuvieran que aplicar los criterios morales del hombre para evaluar el comportamiento de estas personas, se considerarían diligentes y austeras, laboriosas y rigurosas. En ocasiones, están tan absortas en el trabajo que se olvidan de comer y dormir, y algunas incluso están dispuestas a devolver los objetos perdidos a sus propietarios, a ser serviciales y caritativas, a tratar a los demás con comprensión y generosidad, a no ser miserables o quisquillosas e, incluso, a regalar a otros las cosas que más aprecian. El hombre alaba todas estas conductas, que permiten reconocer a la buena gente. Estas personas parecen ilustres, admirables y merecedoras de aprobación; en sus acciones, son escrupulosamente morales, justas y razonables. Devuelven las bondades de otros y se preocupan por la hermandad, hasta tal punto que se sacrificarían por cualquiera de sus amistades, y soportarían sufrimiento e irían hasta el fin del mundo por sus seres queridos. A pesar de que muchos alabarían a este tipo de buenas personas, ¿realmente pueden aceptar la verdad y practicarla? ¿Realmente darían la vida para exaltar a Dios y dar testimonio de Él? No necesariamente. Entonces, ¿se las puede considerar buenas personas? Si intentas juzgar si alguien teme a Dios y se aparta del mal, o si tiene la realidad verdad, ¿sería acertado evaluarlo siempre en función de las nociones, las figuraciones, la ética y la moralidad humanas? ¿Estaría eso en consonancia con la verdad? Si las nociones, las figuraciones, la ética y la moralidad humanas fueran la verdad, entonces Dios no tendría ninguna necesidad de expresar la verdad, ni necesitaría hacer la obra de juicio y castigo. Debes ver claramente que el mundo y la humanidad son oscuros y malvados, que están completamente desprovistos de la verdad y que la humanidad corrupta necesita la salvación de Dios. Debes ver claramente que Dios en sí solo es la verdad, que únicamente Sus palabras pueden purificar al hombre, que solo Él puede salvar al hombre y que, por muy buena que sea la conducta de una persona, no es la realidad verdad y no llega de ninguna manera a ser la verdad en sí. A pesar de haberse generalizado y de que las personas las reconocen, estas buenas conductas no son la verdad, y nunca lo serán, ni pueden cambiar nada. ¿Lograrías que una persona que se sacrifica por sus amistades e iría hasta el fin del mundo por ellas aceptara a Dios y a la verdad? De ninguna manera, porque esa persona es un ateo. ¿Lograrías que una persona llena de nociones y figuraciones sobre Dios se sometiera verdaderamente a Él? De ninguna manera, porque cuando alguien está lleno de nociones, le cuesta mucho aceptar la verdad y someterse a ella. Por sí sola, ¿la buena conducta puede hacer que una persona sea capaz de someterse verdaderamente a Dios? ¿Puede verdaderamente amarlo? ¿Puede exaltarlo y dar testimonio de Él? En absoluto. ¿Puedes garantizar que todo el mundo que predica y trabaja para el Señor acabará amando verdaderamente a Dios? Eso sería absolutamente imposible. Por tanto, independientemente de las buenas conductas que tenga una persona, eso no significa que se haya arrepentido y haya cambiado verdaderamente, y aún menos que su carácter vital haya cambiado.

Debéis aprender a discernir lo que es un buen comportamiento, y lo que es practicar la verdad y cambiar vuestro carácter. Cambiar vuestro carácter implica practicar la verdad, escuchar las palabras de Dios, obedecerle y vivir según Sus palabras. Entonces, ¿qué debe hacer una persona para practicar y vivir según las palabras de Dios? Digamos, por ejemplo, que hay dos personas que son muy buenas amigas. Se han ayudado mutuamente en el pasado, han superado tiempos difíciles juntos, y darían sus vidas para salvarse el uno al otro. ¿Es eso practicar la verdad? Eso es hermandad, es sacrificarte por los demás, es un buen comportamiento, pero no es en absoluto practicar la verdad. Practicar la verdad es actuar de acuerdo con las palabras y exigencias de Dios; es obedecer y satisfacer a Dios. El buen comportamiento consiste en cumplir con las relaciones de la carne y preservar los lazos emocionales. Por lo tanto, la hermandad, proteger las relaciones, ayudar, tolerar y tratar bien a los demás son asuntos privados y personales y no tienen nada que ver con la práctica de la verdad. Entonces, ¿cómo exige Dios que las personas traten a los demás? (Dios exige que nos tratemos con principios. Si otra persona hace algo malo, algo que no está en línea con los principios verdad, entonces no podemos escucharla, aunque sea nuestra propia madre o nuestro propio padre. Debemos aferrarnos a los principios verdad y proteger los intereses de la casa de Dios). (Dios exige que los hermanos y hermanas se ayuden mutuamente. Si vemos que otra persona tiene un problema, debemos señalarlo, hablar sobre ello y buscar juntos los principios verdad para resolverlo. Solo haciendo esto los estamos ayudando de verdad). Él quiere que el comportamiento de las personas hacia los demás se construya sobre el fundamento de los principios verdad, sin importar cuál sea su relación. Cualquier cosa fuera de estos principios no cuenta como práctica de la verdad. Por ejemplo, si una persona hace algo que perjudica el trabajo de la iglesia y todo el mundo le llama la atención sobre ello y le pone objeciones. Su amigo dice: “¡No tenéis que exponerlo solo porque cometiera un error! Soy su amigo; ante todo, debo ser comprensivo con él; debo ser tolerante con él y ayudarlo. No puedo llamarle la atención como habéis hecho vosotros. Debo consolarlo, no herirlo, y le diría que el error no es para tanto. Si alguno de vosotros le llama la atención y le hace pasar un mal rato otra vez, tendrá que lidiar conmigo. Ninguno de vosotros es tan cercano a él como yo. Somos buenos amigos. Yo daré la cara por él si es necesario”. ¿Esto es practicar la verdad? (No, esto es una filosofía de vida). La mentalidad de la persona se basa también en otro fundamento teórico: cree que “Mi amigo me ayudó en el momento más duro y doloroso de mi vida. Todos los demás me habían abandonado; solo él se ocupó de mí y me ayudó. Ahora está en apuros, y me toca a mí ayudarle; siento que esto es lo que significa tener conciencia y tener humanidad. ¿Cómo puedes llamarte a ti mismo humano si crees en Dios pero no tienes ni siquiera esta pequeña pizca de conciencia? ¿Acaso eso no convierte tu fe en Dios y la práctica de la verdad en palabras vacías?”. Estas palabras parecen correctas. La mayoría de la gente no puede distinguir lo que son en realidad, ni siquiera la persona que las dijo, la cual piensa que el motivo de sus acciones está de acuerdo con la verdad. Pero, ¿son correctas sus acciones? En realidad, no lo son. Si se mira más de cerca, cada palabra que dice nace de la ética, la moral y la conciencia humanas. Si uno lo juzga a través de la ética humana, tiene conciencia y es una persona leal. Dar la cara por su amigo de esta manera le convierte en una buena persona. Pero, ¿alguien sabe qué carácter y esencia se esconde detrás de esta “buena persona”? No es un verdadero creyente en Dios. En primer lugar, cuando ocurre algo, no ve la situación de acuerdo con las palabras de Dios. No busca la verdad en las palabras de Dios, sino que elige ver el asunto según la moral y la ética y las máximas de vida de los incrédulos. Toma las herejías y falacias de Satanás como la verdad, y hace a un lado las palabras de Dios, e ignora lo que dicen Sus palabras. Al hacer esto, se burla de la verdad. Esto demuestra que no ama la verdad. Sustituye la verdad por las máximas satánicas de la vida y las nociones, la ética y la moral del hombre, y actúa según las filosofías satánicas. Incluso dice con confianza que eso es practicar la verdad y satisfacer la voluntad de Dios, que esa es la manera justa de actuar. ¿Acaso no está usando esta apariencia de justicia para violar la verdad? ¿No suele ser habitual este tipo de situación por lo que respecta a cómo la gente se comporta y se ocupa de los asuntos? Cuando siempre pronuncias las palabras y doctrinas, te das cuenta de que no tienes la verdad y de que lo que tiene valor realmente es compartir la verdad, y también sabes que, en este mundo oscuro y malvado, solo las vidas de aquellos que han obtenido la verdad tienen esperanza y valor. Y, sin embargo, cuando te ocurra algo importante a lo que debas enfrentarte y sobre lo que debas tomar decisiones, sentirás que las filosofías de Satanás, la moralidad y la ética son la verdad y elementos útiles. En ese momento, la verdad en las palabras de Dios, que deseas perseguir, no es útil. ¿Qué clase de problema es este? Si puedes reconocer que la palabra de Dios es la verdad, ¿por qué no puedes llevarla a la práctica? ¿Por qué no te atreves a poner la verdad en práctica? ¿De qué tienes miedo? Temes que otros te calumnien y te juzguen, perder tus expectativas mundanales y perjudicar tus intereses personales. Cuando no practicas la verdad, cuando te conviertes en un desertor, y niegas el valor de la verdad en las palabras de Dios en un momento crucial, es suficiente para demostrar que no eres alguien que ama la verdad y que, en su lugar, amas las filosofías, las herejías y las falacias de Satanás, y que buscas expectativas mundanales, los intereses de tu carne y tener una reputación y un estatus. Y, aun así, afirmas que amas la verdad: eso es hipocresía. Todo esto es suficiente para demostrar que nunca has aceptado la verdad ni la has puesto en práctica en tu creencia en Dios. En ese caso, ¿tienes un corazón temeroso de Dios? ¿Tienes un lugar para Dios en el corazón? Por mucho que habitualmente reconozcas que las palabras de Dios son la verdad, cuando te suceda algo, no tendrás a Dios en el corazón y te apreciarás por encima de todo, y tratarás las relaciones humanas, las filosofías para vivir, las reglas y los preceptos éticos, y los valores de conciencia y moralidad como la verdad. Todos estos elementos, que pertenecen a Satanás, ya han sustituido a la verdad en tu corazón; así pues, ¿no has degenerado? Ahora has traicionado completamente a Dios y te has sumido por completo en la oscuridad.

Muchas personas han estado muy ocupadas durante el gran número de años que han creído en Dios; entonces, ¿por qué no tienen la realidad verdad? De hecho, la raíz del problema es que estas personas no aman la verdad. Si les dices que no aman la verdad, se sentirán agraviadas, pero en realidad, ¿es razonable su indignación? No, no lo es. Independientemente de la cantidad de sermones que hayan escuchado o de las doctrinas que hayan comprendido, estas personas no practican la verdad cuando llega el momento; no actúan, no se ocupan de los asuntos ni tratan a la gente, los acontecimientos y las cosas que tienen alrededor de acuerdo con los principios verdad, y siempre tienen sus propias opiniones. Cuando alguien me habla, siempre dice: “Escúchame, déjame expresar mi punto de vista; este es mi punto de vista, esto es lo que quiero decir” y “Quiero actuar de esta manera, ¿vas a escucharme?”. Sé qué quieres decir sin que lo digas; no hace falta que siempre hables de lo que quieres decir, no es la verdad, y afirmarlo con claridad no lo convertirá en la verdad. Si crees que has poseído la verdad desde que naciste, ¿por qué sigues creyendo en Dios? Si puedes comprender intuitivamente todas las verdades que Dios ha expresado, como si fueras capaz de comprender todas las verdades y tú fueras en ti mismo la verdad y pudieras resolver todos los problemas, entonces, ¿por qué sigues creyendo en Dios? Algunos dicen: “¿Por qué siempre tienes razón y logras tomar todas las decisiones? ¿Por qué no me escuchas?”. ¿Qué tipo de palabras son estas? Después de escucharte durante tantos años, no he oído ni una sola palabra que sea correcta o se corresponda con la verdad; así pues, ¿por qué debería escucharte? Me gustaría oír algunos puntos de vista relativamente correctos por parte del hombre. Me serviría para ahorrar pensamiento y energía, pero no oigo ninguno. Todo lo que oigo son falacias y palabras desobedientes, quejas y conversaciones negativas; todo lo contrario a la verdad, de modo que, ¿por qué debería escucharlas? Si toda la gente se hubiera creado para escucharte, se rebelaría contra Dios, se resistiría a Él, se opondría al Cielo, seguiría a Satanás y, finalmente, perecería. Si escuchas Mis palabras y las sopesas, comprenderás la verdad, podrás comparecer ante Dios y te embarcarás en la senda de la salvación. Solo las palabras de Dios pueden salvar a las personas, y solo al comprender la verdad, practicarla y someterse a Dios pueden obtener la salvación de Dios. Para las personas, no es sencillo aceptar la verdad. Cuando estoy con gente, quiero oír cómo los hermanos y las hermanas han entrado en la verdad recientemente; los progresos que han hecho en cuanto a saber diferenciar a las personas, los acontecimientos y las cosas, y a poner en práctica la verdad; cuáles son sus condiciones; si han invertido y cambiado sus estados incorrectos; cuánto conocen sobre sus actitudes corruptas; el grado en el que han conseguido comprenderse a partir de la efusión de sus actitudes corruptas; cuántos de sus malentendidos sobre Dios se han desvanecido; y en qué medida ha aumentado su conocimiento de Dios. Me gustaría oír sobre estas experiencias y estos conocimientos, pero lamentablemente la mayoría de las personas no puede ofrecer este tipo de testimonio vivencial. No tienen la realidad verdad y solo pronuncian palabras y doctrinas vacías; palabras absurdas, erróneas y prejuiciadas, y quejas; o si no, palabras con las que intentan alardear, obtener crédito y buscar recompensas. ¿Cómo creéis que me siento cuando las oigo? ¿Me pondrán de buen humor? (No). Muy pocas veces la gente dice algo relacionado con su experiencia y conocimiento prácticos sobre la verdad, palabras que hacen que los otros se sientan mejor al oírlas y, sin este tipo de palabras, se limita a hablar para obtener crédito y buscar una recompensa, o bien expresa palabras irrelevantes y vacías. ¿Necesitas hablarme sobre estas doctrinas falsas? Cuando las divulgas, apenas eres capaz de engañar a ignorantes; así pues, ¿no ves que no tiene ningún sentido que hables conmigo sobre ellas? Cuando algunos conversan conmigo, siempre hablan de doctrinas espirituales falsas y, cuando debaten algún asunto, siempre dicen: “Todo está en manos de Dios; Él lo ha ordenado todo”. Creen que hablar de asuntos externos no es espiritual y que solo lo es saber hablar de doctrinas espirituales. Cuando les expreso algunas palabras prácticas y hablo con ellos sobre los detalles del vivir, no lo asimilan; solo quieren oír sermones grandilocuentes y doctrinas espirituales magnificentes. ¿Esta clase de personas posee la realidad? No solo no la tiene, sino que también carece por completo de sentido. Son personas verdaderamente arrogantes e ignorantes.

Para cambiar de carácter primero es necesario comprender qué cosas no están relacionadas con el cambio de carácter ni entran en el ámbito del cambio de carácter, sino que, en su lugar, son buenas conductas de cara al exterior, y también a qué se refiere el cambio de carácter del que Dios habla y lo que Dios quiere cambiar en el hombre; la gente debe comprender estas cuestiones. Lo que el hombre considera un cambio de carácter solo es un cambio de conducta, y eso es algo diferente y una senda distinta del cambio de carácter del que Dios habla. ¿Puede lo que el hombre considera un cambio de carácter asegurar que las personas no desobedecerán, no se opondrán ni traicionarán a Dios? ¿Puede hacer que finalmente se mantengan firmes en el testimonio y satisfagan la voluntad de Dios? El cambio de carácter del que Dios habla significa que, a través de practicar la verdad, a través de experimentar Su juicio y castigo, y por el hecho de que Él poda a las personas, las pone a prueba y las refina, estas logran comprender la voluntad de Dios y los principios verdad, y entonces viven según estos principios y adquieren un corazón que obedece y teme a Dios, sin ningún malentendido sobre Él, y con un conocimiento y una adoración de Dios verdaderos. De lo que Dios habla es un cambio en el carácter de una persona, pero ¿a qué se refiere el cambio de carácter del que el hombre habla? Se refiere a mejorar la conducta, a parecer educado y calmado, y a no ser arrogante; significa hablar de una manera refinada y disciplinada, sin ser desagradable ni malvado, y expresarse y comportarse con conciencia, razón y criterios morales. ¿Hay alguna diferencia entre el cambio de carácter del que el hombre habla y el cambio de carácter que Dios requiere? ¿Cuál es la diferencia? El cambio de carácter del que el hombre habla es un cambio en la conducta externa, un cambio que se ajusta a las nociones y la figuración humanas. El cambio de carácter que Dios requiere consiste en deshacerse del carácter corrupto de cada uno, es un cambio en el carácter vital que se produce al comprender la verdad, un cambio en las perspectivas sobre las cosas de cada uno, un cambio en la actitud y los valores sobre la vida de cada uno. Hay una diferencia. Independientemente de si te ocupas de personas o de cosas, tus motivos, los principios de tus acciones y tu criterio de evaluación deben estar de acuerdo con la verdad, y debes buscar los principios verdad; esta es la única manera de lograr un cambio de carácter. Si siempre te evalúas según criterios de conducta, si siempre centras los cambios en tu conducta externa, y crees que vives con semejanza humana y que cuentas con la aprobación de Dios solo porque te portas un poco bien, estás completamente equivocado. Puesto que tienes actitudes corruptas, y te puedes oponer a Dios y corres el riesgo de traicionarlo, si no buscas la verdad para resolver tu propio carácter corrupto, independientemente de lo buena que pueda ser tu conducta externa, no podrás alcanzar una obediencia a Dios verdadera, y no podrás temer a Dios y apartarte del mal. ¿Puede la mera buena conducta externa generar un corazón temeroso de Dios? ¿Puede hacer que una persona tema a Dios y se aparte del mal? Si la gente no puede temer a Dios y apartarse del mal, entonces, por mucha buena conducta que tenga, eso no significa que tenga una obediencia a Dios verdadera. Por tanto, por mucha buena conducta que uno tenga, eso no implica un cambio de carácter. Algunos hablan de una manera muy refinada, nunca utilizan un lenguaje grosero, como los estudiosos: las palabras incluso fluyen de su boca como si salieran de las plumas de los maestros, como los literatos o los oradores. Si nos fijamos en estas conductas y manifestaciones superficiales, no se observa ningún problema, pero ¿cómo puedes descubrir si hay problemas en su carácter? ¿Cómo puedes evaluar si ha habido algún cambio en su carácter? ¿Cómo se puede ver esto? (Observando su actitud hacia la verdad). Este es un indicador para evaluarlo. ¿Hay otros? (Fijarse en sus principios para hacer las cosas y en sus puntos de vista sobre ellas). Ese es el quid de la cuestión. No debes fijarte en su manera de hablar, en si usa un lenguaje elegante o vulgar, o intelectual, no te fijes en la superficie. Algunas personas hablan de una manera muy rebuscada, no saben expresarse y se muestran inquietas cuando están nerviosas; ¿está esto relacionado con su carácter? (No). Esto solo es una conducta externa; como mucho está relacionado con su temperamento personal o su crianza familiar, no con su carácter. Así pues, ¿cómo puedes ver qué tipo de carácter tienen, si este ha cambiado y si son personas que practican la verdad? Debes fijarte en el contenido de su discurso. Si cada una de sus palabras es veraz y proviene del fondo del corazón, sin ningún deseo ni ambición, y no ocultan ninguna intención, si estas personas solo pronuncian palabras sinceras y honestas, y son capaces de abrirse a los demás con relación a sus propias dificultades y debilidades, y comunicar y compartir con otros la luz y el esclarecimiento que reciben, si son sinceras respecto a lo que quieran hacer, y desnudan y revelan todo su interior, entonces, ¿no se trata de personas que persiguen la verdad? No hablemos de momento de si su carácter ha cambiado o no, o de cuánto ha cambiado, pero a juzgar por estas revelaciones y manifestaciones, se trata de personas que practican la verdad. Ahora, fijémonos en la manera como tratan a otras personas. Son capaces de tratar a la gente de manera justa y no reprimirla, apoyan y ayudan a los hermanos y las hermanas débiles, y no se burlan de ellos. Además, se comprometen y son considerados con la voluntad de Dios en sus deberes, e independientemente de las dificultades con que se encuentren, no tiran la toalla y son capaces de defender los intereses de la casa de Dios. ¿Acaso no se trata de manifestaciones de personas que practican la verdad? (Sí). Estas personas son relativamente rectas y aman la verdad en un grado comparativamente alto. Pueden hablar de una manera muy refinada, vestir muy adecuadamente y parecer muy devotas por fuera, pero ¿cuál es el contenido de su discurso? Dicen: “Solía trabajar junto con el líder fulano de tal, que tenía un defecto en el habla, de manera que yo tenía que hablar más durante la plática en las reuniones; quien es capaz siempre debe trabajar más, ¿verdad? Como resultado, los hermanos y las hermanas comenzaron a idolatrarme, no pude evitar que lo hicieran, tuve que seguir compartiendo. Después de que yo los regara personalmente, un gran número de hermanos y hermanas estrechó bastante su relación conmigo, de manera que cuando alguno de ellos tenía algún problema, normalmente yo podía resolverlo. Cuando alguien se sentía débil, solo tenía que hablar con esa persona, y esta recobraba la fuerza. No tengo otros defectos, mi gran culpa es tener un corazón indulgente. No puedo ver que otros sufran; siempre que alguien sufre, me pongo nervioso y deseo que yo pudiera sufrir en su lugar”. ¿Qué significan estas palabras? No parecen problemáticas, pero ¿hay algún problema con los motivos de su discurso? (Sí, se enaltece y da testimonio de sí mismo). ¿Cuál es el carácter de este tipo de persona? Su carácter es arrogante y taimado, quiere utilizar este método y usar todas estas palabras para producir un efecto, para insinuar en cierto modo algo más, para hacer que los demás la admiren y la adoren. Esta es la intención y la finalidad de sus palabras. Las personas confundidas que carecen de discernimiento la escuchan y piensan: “Esta persona es realmente fabulosa, no es de extrañar que sea líder, es mejor que nosotros, rezuma liderazgo”. Así piensa una persona confundida que no puede desentrañar las cosas. Quienes tengan discernimiento, lo entenderán: “Ha hablado mucho sobre lo bueno que es, sobre cuánto se esfuerza y los servicios que ha prestado, sobre cómo ha beneficiado y ayudado a los hermanos y las hermanas, para que la gente lo admire, al tiempo que afirma que no quiere que la gente lo admire. De hecho, va de un lado a otro y trajina incansablemente para que la gente lo admire y lo adore. ¡No solo es arrogante, sino también muy taimado! Quiere ganarse el corazón de las personas, competir con Dios por el estatus, y utiliza este método para engañar a la gente. ¿Acaso no es como Pablo? ¡Es un diablo! Ha hablado durante largo tiempo sin mencionar ninguno de sus propios errores o carencias, como si no tuviera actitudes corruptas; los defectos de los que ha hablado hacen que la gente lo envidie y lo admire enormemente, y que se sientan incompetentes. Aunque no hace directamente que la gente lo adore y lo exalte, el efecto de sus palabras es hacer que la gente lo exalte y lo adore; se gana el corazón de las personas y se apodera de él, y engaña a los confundidos y a los ignorantes de estatura inmadura. ¿Acaso eso no es engañar a la gente? ¡Los motivos que encierran sus palabras son muy insidiosos y demasiado siniestros! Esta persona encaja en la categoría de los anticristos, es fácil distinguirlo”. Hay una clara diferencia entre estos dos tipos de personas. Una de ellas habla de una manera muy llana y corriente, pero es genuina, y habla con sinceridad y desde el corazón; diga lo que diga, la gente no la adorará, sino que solo la preferirá de corazón. Este tipo de persona no se apodera del corazón de los demás ni ocupa un lugar en él, y puede tratar a los otros como iguales; no restringe, manipula ni controla a la gente. Es una persona verdaderamente buena. Nada en su discurso, en la manera de comportarse y ocuparse de los asuntos, revela ambiciones o deseos ni demuestra que desea controlar a la gente u ocupar un lugar en el corazón de los demás; no tiene ese carácter, es una persona con humanidad. Los malvados, los que siempre son ambiciosos y quieren controlar a otros, veneran realmente el poder y el estatus, de modo que a menudo dicen cosas para destacar y dar testimonio de sí mismos, y hacen cosas que engañan y controlan a las personas. Esto es claramente un carácter satánico; son gente sin humanidad. Algunos no tienen talento, ni fortalezas, ni habilidades y, aparentemente, dan la impresión de ser educados y simples. Parecen estar intimidados y aislados en grupos de personas, y trabajan diligentemente y en secreto. ¿Significa esto que persiguen la verdad? ¿Tienen ambiciones? (Sí). ¿Por qué decimos que esta clase de persona también tiene ambiciones? (Porque todo el mundo tiene un carácter corrupto). Es cierto, estas personas tienen un carácter corrupto, por tanto, tienen ambiciones, pero simplemente no tienen ningún lugar donde llevarlas a cabo. Nadie les da la oportunidad, y no son capaces de encontrar una oportunidad, de manera que sus ambiciones permanecen ocultas. Cuando esta clase de persona tenga la oportunidad de llevar a cabo sus ambiciones, en un contexto adecuado, en un momento adecuado, estas se pondrán en evidencia. En ese momento, descubrirás que esta persona educada y simple, que apenas puede decir nada claramente, no está libre de un carácter corrupto. Verás que no está exenta de ambición, y mucho menos que tiene buena humanidad o un grado inferior de corrupción. Si no hubiera aclarado este asunto, este tipo de persona todavía pensaría: “Soy una buena persona, no necesito cambiar mi carácter, entiendo la verdad, soy una persona que obedece a Dios, y ya hace mucho tiempo que tengo la realidad verdad. Todos tenéis un carácter corrupto, es necesario que os juzguen, os castiguen y os poden, porque sois profundamente corruptos, todos tenéis calibre y sois especialmente arrogantes”. ¿Acaso no es errónea esta justificación que aduce? Este es otro tipo de arrogancia. La gente tiene un carácter corrupto, y la arrogancia se manifiesta de muchas maneras y formas distintas, lo que hace que le cueste discernir, y que sea casi imposible protegerse de ella. ¿Acaso no tienen un carácter arrogante estas personas de pocas luces que no son buenas para nada? ¿Es que no tienen un carácter corrupto? También tienen este carácter; incluso los tontos son arrogantes. Los que tienen poco conocimiento no solo son arrogantes, sino que también han aprendido a disimular, y engañan a los demás mejor que otros; esto no es fácil de discernir. Cuando los incrédulos disciernen a otros, solo distinguen entre personas buenas y malas según los criterios morales de la cultura tradicional, y emiten veredictos al respecto solamente en función de la conducta y las manifestaciones de una persona. ¿Les permite esto desentrañar la esencia naturaleza de esa persona? (No). Entonces, ¿cómo puedes discernir exactamente a las personas? ¿Sobre qué base puedes distinguirlas con exactitud y verlas tal como son? Sin duda, solo se puede discernir de manera precisa a las personas sobre la base de la verdad y de la palabra de Dios, esto es absolutamente cierto. Algunas personas disciernen a otras solamente al comparar su conducta con las nociones y la figuración humanas, y con la moralidad tradicional; ¿es posible ver a la gente tal como es de esta manera? En absoluto. Es esencial observar los pensamientos, los puntos de vista y las intenciones que las personas revelan según la palabra de Dios; es esencial fijarse en los motivos y las finalidades de las palabras y las acciones de la gente; esa es la única forma de descubrir cuáles son exactamente su carácter corrupto y su naturaleza. Independientemente de quién sea la persona, mientras revele muchos puntos de vista sobre las cosas y sea capaz de expresar sus propias opiniones sobre todos los asuntos, es muy fácil discernir su carácter corrupto y su esencia naturaleza. Si sus puntos de vista y sus opiniones están completamente al margen de la verdad, entonces, ¿no se ponen totalmente en evidencia su carácter corrupto y su naturaleza satánica? Por tanto, mientras disciernas a las personas según la palabra de Dios y la verdad, podrás ver que todo el mundo tiene un carácter corrupto y una naturaleza satánica, y que necesita la salvación de Dios.

Los que comprenden la verdad pueden desentrañar fácilmente las cosas y discernir a las personas. ¿Sabéis cómo discernirlas? ¿Sabes cómo observar a toda clase de gente, acontecimientos y cosas en tu vida? Si no lo sabes, esto demuestra que todavía no comprendes realmente la verdad. Para ser capaz de discernir a las personas, primero debes ser capaz de distinguir si lo que dices está de acuerdo con la verdad y si lo que haces tiene principios. Cuando sepas cómo discernir tus propias palabras y acciones, y puedas percibir los problemas y resolverlos, podrás discernir a las personas. Saber distinguir a toda clase de personas, acontecimientos y cosas no es nada fácil; no es algo que se pueda lograr simplemente por saber pronunciar algunas palabras y doctrinas. Debes experimentar muchas cosas, y vivir al menos muchos fracasos y contratiempos. Solo entonces podrás conocerte. Comienza a practicar llegando a conocerte, y poco a poco aprenderás a discernir a toda clase de personas, acontecimientos y cosas. Aprender primero a discernirte, poder discernir claramente tu propia conducta y tu propio carácter corrupto, así como tus propias desviaciones, estados e ineptitudes, y poder desentrañar la esencia de estas cosas: esto es lo que significa tener discernimiento. Si puedes discernirte por completo, también podrás distinguir a otros; si no puedes discernir totalmente tus propios asuntos, no podrás distinguir a los demás de una manera necesariamente precisa. Algunas personas pueden discernir los problemas de otros muy claramente, pero no admiten tener problemas cuando cometen los mismos errores. ¿Cuál es el problema aquí? ¿No hay un problema con su carácter? En circunstancias normales, distinguir a otros es, de hecho, lo mismo que discernirte a ti mismo. Si puedes distinguir totalmente a otros, pero no reflexionas y te conoces, e incluso crees que eres más fuerte que los demás, entonces tienes un problema: tienes intenciones inadecuadas y hay un problema con tu carácter. Algunos son brillantes a la hora de discernir a otros, y todo lo que dicen está claro y tiene sentido, pero no son capaces de distinguir sus propios problemas. ¿Es esto cierto? Esto es una fachada, es engañoso. De hecho, no es que a esta gente le falte calibre; pueden discernirse, pero no hablan de ello con sinceridad. Saben de corazón qué está pasando, pero no lo expresan con palabras. Este tipo de persona tiene dos caras y es muy deshonesta; alguien que habla deshonestamente no es una persona honesta, sino alguien torcido y taimado, una persona que miente. Si alguien puede discernirse claramente, y es capaz de diseccionarse y de abrir su interior para beneficio de otros, es una persona que comprende verdaderamente la verdad, cuyo temperamento es recto y honesto, y que se muestra como es de una manera pura. Esto no es un asunto simple; este tipo de persona puede poner en práctica la verdad en cuanto la comprende, y definitivamente es alguien que persigue la verdad y que deleita a Dios. Para poner en práctica la verdad nada más comprenderla, primero de todo debes tener un buen temperamento y ser una persona honesta. Aunque todo el mundo está dispuesto a perseguir la verdad, entrar en la realidad verdad no es algo sencillo. La clave es centrarse en buscar la verdad y ponerla en práctica. Tienes que meditar en tu interior sobre estas cosas a diario. Independientemente de los problemas o las dificultades que encuentres, no renuncies a practicar la verdad; debes aprender a buscarla y a reflexionar sobre ti mismo, y en última instancia, practicarla. Esto es lo más crucial de todo. Bajo ningún concepto intentes proteger tus propios intereses, ya que, si los antepones, no serás capaz de practicar la verdad. Fíjate en esas personas que únicamente piensan en sí mismas: ¿cuál de ellas puede practicar la verdad? Ninguna. Todos aquellos que practican la verdad son honestos, amantes de la verdad y gente de buen corazón. Son personas con conciencia y razón, que pueden dejar de lado sus propios intereses, su vanidad y su orgullo, que pueden renunciar a la carne. Estas son las personas que pueden poner en práctica la verdad. Lo primero que debes resolver para poner en práctica la verdad es tu propio egoísmo y tu carácter calculador; una vez resuelto este problema, no tendrás grandes dificultades. Mientras seas capaz de aceptar la verdad, de conocer tu propio carácter corrupto y de buscar la verdad para resolverlo, podrás practicar la verdad. Si no aceptas la verdad, no podrás resolver el problema de tu carácter corrupto y, de esta manera, no serás capaz de practicar la verdad. La mayor dificultad para practicar la verdad es un carácter corrupto, principalmente un carácter egoísta, vil y calculador. En el momento en el que se resuelva el problema de tu carácter corrupto, las otras dificultades no serán ningún problema para ti en absoluto. Por supuesto, la razón por la que algunos no pueden practicar la verdad es porque todavía existe en ellos un tipo de carácter corrupto, es decir, el carácter arrogante y santurrón. Siempre engreídos, siempre pensando que sus puntos de vista son correctos, siempre queriendo hacer las cosas a su manera, esto es arrogancia y santurronería, y no ser capaces de aceptar la verdad. Esta es la mayor dificultad a la que estas personas se enfrentan a la hora de practicar la verdad. Si pueden buscar la verdad para resolverla, no tendrán mayores problemas para practicar la verdad. Por lo que respecta a otros problemas, mientras estas personas puedan reflexionar sobre sí mismas, conocer sus propios estados, buscar la verdad y encontrar algunos pasajes relevantes de la palabra de Dios para meditar sobre ellos y compartirlos, cualquier problema puede resolverse fácilmente. Los que persiguen la verdad deben meditar sobre ella y buscarla para resolver sus problemas cada día, porque aparte de hacer sus deberes, las personas pueden encontrarse con diversas cosas relacionadas directamente con el hecho de practicar la verdad cada día; aunque no salgan a la calle ni estén en contacto con otros, es posible abordar algunos asuntos relativos a la práctica de la verdad. Por ejemplo, cómo vives ese día en concreto, cuál debería ser el centro de atención principal de tu vida ese día, cómo deberías organizarlo, qué deberes deberías cumplir, cómo deberías buscar la verdad para resolver las dificultades con las que te encuentres al realizar tu deber, qué cosas corruptas tienes en el corazón sobre las que debes reflexionar y que debes entender y resolver; todas estas cosas abordan aspectos de la verdad, y si no buscas la verdad para resolverlos, es posible que no seas capaz de cumplir bien tu deber ese día, ¿y no es ese un problema real? Si lo único en lo que piensas durante tus horas disponibles tiene que ver con el modo de corregir tu carácter corrupto, de practicar la verdad y de comprender los principios verdad, aprenderás a utilizarla para resolver tus problemas de acuerdo con las palabras de Dios. Así tendrás capacidad de vivir de forma independiente, tendrás entrada en la vida, no tendrás grandes dificultades para seguir a Dios y poco a poco entrarás en la realidad verdad. Si en el fondo sigues obsesionado con el prestigio y el estatus, sigues preocupado por alardear y hacer que los demás te admiren, no eres alguien que persiga la verdad, y vas por la senda equivocada. Lo que persigues no es la verdad ni la vida, sino las cosas que amas, es la reputación, el beneficio y el estatus; en cuyo caso, nada de lo que haces se relaciona con la verdad, todo cuenta como un acto de maldad y como prestar un servicio. Si en tu corazón amas la verdad y siempre te esfuerzas por ella, si aspiras a la transformación de tu carácter, eres capaz de alcanzar la auténtica obediencia a Dios, de temerlo a Él y evitar el mal; y si eres mesurado en todo lo que haces y eres capaz de aceptar el escrutinio de Dios, entonces tu estado no dejará de mejorar, y tú serás alguien que vivirá ante Dios. Las personas que aman la verdad recorren una senda diferente de las que no lo hacen: las personas que no aman la verdad siempre se centran en vivir según las filosofías de Satanás, se conforman con las demostraciones externas de buena conducta y piedad, pero en su corazón siguen teniendo ambiciones y deseos, y siguen buscando la reputación, el beneficio y el estatus, siguen deseando ser bendecidos y entrar en el reino; pero como no persiguen la verdad y sus actitudes corruptas no se han desechado, siempre viven bajo el poder de Satanás. Aquellos que aman la verdad la buscan en todas las cosas, hacen introspección y tratan de conocerse, se centran en practicar la verdad, y siempre tienen obediencia a Dios y temor de Dios en el corazón. Si surgen en ellos nociones o malentendidos sobre Dios, le oran de inmediato y buscan la verdad para subsanarlos. Se centran en cumplir bien con sus deberes de manera que satisfaga la voluntad de Dios, se esfuerzan por alcanzar la verdad y aspiran a conocer a Dios, y así llegan a tener un corazón temeroso de Dios y evitan toda mala acción. Estas son personas que siempre viven ante Dios.

1 de febrero de 2018

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