1. Decís que debemos aceptar la obra del juicio de Dios de los últimos días, dado que solo entonces nuestro carácter satánico sería purificado y transformado, y que solo así entraremos en el reino de Dios. Entonces, como el Señor lo exige, somos humildes y tolerantes, amamos a nuestros enemigos, cargamos con nuestra cruz, disciplinamos nuestro cuerpo, abandonamos las cosas mundanas, obramos y predicamos por el Señor, etc. ¿No son todos estos cambios que han tenido lugar en nosotros? ¿Estáis diciendo que esto no es suficiente para que podamos entrar en el reino celestial? Pienso que, siempre que sigamos esforzándonos de esta manera, nos haremos santos y entraremos en el reino celestial.

Versículos bíblicos como referencia:

“No todo el que me dijo: ‘Señor, Señor’ entrará en el reino de los cielos, sino el que siga la voluntad de Mi Padre que está en los cielos.* Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?’ Y entonces les declararé: ‘Jamás os conocí; apartaos de mí, los que practicáis la iniquidad’” (Mateo 7:21-23).

“Buscad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14).

Las palabras relevantes de Dios:

En su creencia en Dios, la mayoría de las personas hacen especial hincapié en la conducta, como resultado de lo cual se producen ciertos cambios en esta. Después de haber empezado a creer en Dios, dejan de fumar y de beber, y ya no discuten con los demás, prefiriendo ejercer la paciencia cuando sufren una pérdida. Experimentan algunos cambios de comportamiento. Algunas personas sienten que, cuando creen en Dios, comprenden la verdad al leer la palabra de Dios; han experimentado la obra del Espíritu Santo y tienen un verdadero gozo en su corazón, lo que les vuelve particularmente fervorosos, y no hay nada que no puedan abandonar o sufrir. No obstante, después de haber creído durante ocho, diez o incluso veinte o treinta años, al no haberse producido cambio alguno en su carácter-vida, al final retroceden a las antiguas costumbres, crece su arrogancia y su vanidad y empiezan a competir por el poder y el provecho, codician el dinero de la iglesia y envidian a aquellos que se han aprovechado de la casa de Dios. Se vuelven parásitos y alimañas de la casa de Dios e incluso a algunos se los revela y descarta por ser falsos líderes y anticristos. ¿Y qué demuestran estos hechos? Los cambios que son meramente de comportamiento son insostenibles. Si no hay una alteración en el carácter-vida de las personas, tarde o temprano muestran su verdadera cara. Esto se debe a que los cambios de conducta proceden de su fervor y, unido a algo de obra realizada por el Espíritu Santo en ese momento, se vuelve extremadamente fácil para ellas ser fervientes o mostrar buenas intenciones por poco tiempo. Como afirman los no creyentes: “Hacer algo bueno es fácil; lo difícil es llevar toda una vida de hacer cosas buenas”. ¿Por qué son las personas incapaces de hacer cosas buenas a lo largo de su vida? Porque son por naturaleza malvadas, egoístas y corruptas. Su naturaleza dirige su conducta; sea cual sea su naturaleza, así es la conducta que revelan, y solo aquello que se revela de forma natural representa la propia naturaleza. Las cosas falsas no pueden perdurar. Cuando Dios obra para salvar al hombre no lo hace para adornarlo con una buena conducta; la finalidad de la obra de Dios consiste en transformar el carácter de las personas, en hacerlas nacer de nuevo como nuevas personas. El juicio, el castigo, las pruebas de Dios y Su refinamiento para el hombre sirven para cambiar su carácter, de forma que pueda lograr una sumisión y una lealtad absolutas respecto a Él, así como llegar a la adoración normal hacia Él. Este es el objetivo de la obra de Dios. Comportarse bien no es lo mismo que someterse a Él, y mucho menos equivale a ser compatible con Cristo. Los cambios de conducta se basan en la doctrina y nacen del fervor; no se basan en el verdadero conocimiento de Dios ni en la verdad, y menos aún se apoyan en la guía del Espíritu Santo. Aunque hay ocasiones en las que el Espíritu Santo esclarece o guía algo de lo que las personas hacen, esto no es una revelación de su vida. No han entrado todavía en las realidades-verdad y su carácter-vida no ha cambiado en absoluto. Por muy buena que sea la conducta de una persona, no demuestra que se someta a Dios ni que ponga en práctica la verdad. Los cambios en la conducta no representan un cambio en el carácter-vida y no pueden considerarse revelaciones de ella.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte

Puede que una persona haya participado en muchos buenos comportamientos desde que comenzó a creer en Dios, pero todavía no es capaz de ver claramente muchas cosas y mucho menos de lograr entender la verdad. Sin embargo, debido a esa gran cantidad de buenos comportamientos, siente que ya practica la verdad, que ya se ha sometido a Dios y que ya ha satisfecho bastante Sus intenciones. Cuando no te ocurre nada, puedes hacer lo que te digan, haces cualquier deber sin reparo alguno y no te resistes. Cuando te dicen que prediques el evangelio, no te quejas y puedes sobrellevar esta dificultad, y cuando te dicen que corras de aquí para allá y trabajes, o hagas una tarea, lo haces. Debido a esto, sientes que eres alguien que se somete a Dios y que persigue la verdad genuinamente. Aun así, si te preguntan seriamente: “¿Eres una persona honesta? ¿Te sometes verdaderamente a Dios? ¿Has transformado el carácter?”, si todo el mundo debe hacer frente a la comparación con la verdad de las palabras de Dios, puede decirse que nadie está a la altura ni sería capaz de actuar según los principios-verdad. Por tanto, toda la humanidad corrupta debe reflexionar sobre sí misma, sobre el carácter según el cual vive y sobre las filosofías, la lógica, las herejías y las falacias satánicas que forman la base para todos sus actos y todas sus acciones. Debe reflexionar sobre la causa principal por la que revela su carácter corrupto, cuál es la esencia de que actúe según el libre albedrío y para qué y para quién vive. Si estos aspectos se comparan con la verdad, entonces todo el mundo será condenado. ¿Cuál es la razón? Que la humanidad está profundamente corrompida. Las personas no entienden la verdad y todas viven según su carácter corrupto. No se conocen a sí mismas en lo más mínimo, siempre creen en Dios en función de sus propias nociones y figuraciones, realizan sus deberes de acuerdo con sus preferencias y estilos, y siguen teorías religiosas en su manera de servir a Dios. Aún más, todavía piensan que están llenas de fe y que sus acciones son muy razonables, y acaban sintiendo que han ganado mucho. Sin darse cuenta, llegan a pensar que ya actúan de acuerdo con las intenciones de Dios y las han satisfecho completamente, y que ya han cumplido los requisitos de Dios y siguen Su voluntad. Si te sientes así, o si consideras que has obtenido algunas ganancias en tus diversos años de fe en Dios, entonces, con más razón aún, debes regresar ante Dios para examinarte cuidadosamente. Deberías fijarte en la senda que has recorrido durante tus años de fe para ver si has realizado todos tus actos y obras ante Dios completamente de acuerdo con Sus intenciones. Examina cuáles de tus conductas se oponían a Dios, con cuáles de ellas te sometiste a Él y si tus acciones han cumplido y satisfecho Sus requisitos. Deberías aclarar todas estas cosas, porque solo entonces tendrás autoconciencia.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo conociendo las propias opiniones equivocadas puede uno transformarse realmente

Un pecador como tú, que acaba de ser redimido y que no ha sido cambiado ni perfeccionado por Dios, ¿puede ser conforme a las intenciones de Dios? Para ti, que aún eres tu antiguo ser, es cierto que Jesús te salvó y que no perteneces al pecado gracias a la salvación de Dios, pero esto no demuestra que no tengas pecado ni impureza. ¿Cómo puedes ser santificado si no has sido cambiado? En tu interior, estás lleno de impureza, egoísmo y vulgaridad, pero sigues deseando descender con Jesús; ¡qué suerte tendrías! Te has saltado un paso en tu fe en Dios: simplemente has sido redimido, pero no has sido cambiado. Para que seas conforme a las intenciones de Dios, Él debe realizar personalmente la obra de cambiarte y purificarte; de lo contrario, no es posible que seas santificado, ya que solo has sido redimido. De esta forma, no serás apto para disfrutar de las buenas bendiciones junto a Dios, porque te has saltado un paso en la obra de Dios de gestionar al hombre, que es el paso clave del cambio y el perfeccionamiento. Tú, un pecador que acaba de ser redimido, eres, por tanto, incapaz de heredar directamente la herencia de Dios.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Acerca de los apelativos y la identidad

Aunque Jesús vino entre los hombres e hizo mucha obra, solo completó la obra de redimir a toda la humanidad y sirvió como ofrenda por el pecado del hombre; no lo libró de la totalidad de su carácter corrupto. Salvar al hombre totalmente de la influencia de Satanás no solo requirió que Jesús se convirtiera en la ofrenda por el pecado y cargara con los pecados del hombre, sino también que Dios realizara una obra incluso mayor para librar completamente al hombre de su carácter corrompido por Satanás. Y así, una vez que el hombre fue perdonado por sus pecados, Dios volvió a la carne para guiar a este a la nueva era, y comenzó la obra de castigo y juicio. Esta obra ha llevado al hombre a un reino más elevado. Todos los que se someten a Su dominio disfrutarán una verdad superior y recibirán mayores bendiciones. Vivirán realmente en la luz y obtendrán la verdad, el camino y la vida.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Prefacio

Antes de que el hombre fuera redimido, muchos de los venenos de Satanás ya habían sido plantados en su interior, y, después de miles de años de ser corrompido por Satanás, el hombre ya tiene dentro de sí una naturaleza que se resiste a Dios. Por tanto, cuando el hombre ha sido redimido, no se trata más que de un caso de redención. Es decir, se compra al hombre a un alto precio, pero la naturaleza venenosa que existe en su interior no se ha eliminado. El hombre que es tan inmundo debe pasar por un cambio antes de volverse digno de servir a Dios. Por medio de esta obra de juicio y castigo, el hombre llegará a conocer plenamente la esencia inmunda y corrupta de su interior, y podrá cambiar completamente y ser purificado. Solo de esta forma puede ser el hombre digno de regresar delante del trono de Dios. Toda la obra realizada este día es con el fin de que el hombre pueda ser purificado y cambiado; por medio del juicio y el castigo por la palabra, así como del refinamiento, el hombre puede desechar su corrupción y ser purificado. En lugar de considerar que esta etapa de la obra es la de la salvación, sería más apropiado decir que es la obra de purificación. En verdad, esta etapa es también la obra de conquista, así como la segunda etapa en la obra de la salvación. El hombre llega a ser ganado por Dios por medio del juicio y el castigo por la palabra, y es por medio del refinamiento, el juicio y el desenmascaramiento por la palabra que todas las impurezas, las nociones, los motivos y las esperanzas personales dentro del corazón del hombre se revelan completamente. Aunque el hombre haya sido redimido y perdonado de sus pecados, solo puede considerarse que Dios no recuerda sus transgresiones y no lo trata de acuerdo con estas. Sin embargo, cuando el hombre, que vive en un cuerpo de carne, no ha sido liberado del pecado, solo puede continuar pecando, revelando, interminablemente, su carácter satánico corrupto. Esta es la vida que el hombre lleva, un ciclo sin fin de pecado y perdón. La mayor parte de la humanidad peca de día y confiesa de noche. Así, aunque la ofrenda por el pecado siempre sea efectiva para el hombre, no podrá salvarlo del pecado. Solo se ha completado la mitad de la obra de salvación, porque el hombre sigue teniendo un carácter corrupto. […] No resulta fácil para el hombre ser consciente de sus pecados; no tiene forma de reconocer su propia naturaleza profundamente arraigada, y debe depender del juicio por la palabra para lograr este resultado. Solo así puede el hombre ser transformado gradualmente a partir de ese momento.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El misterio de la encarnación (4)

Yo decido el destino de cada persona, no con base en su edad, antigüedad, cantidad de sufrimiento ni, mucho menos, según el grado de lástima que provoca, sino con base en si posee la verdad. No hay otra opción que esta. Debéis daros cuenta de que todos aquellos que no siguen la voluntad de Dios serán castigados sin excepción. Esto es algo que nadie puede cambiar. Por lo tanto, todos aquellos que son castigados, reciben castigo por la justicia de Dios y como retribución por sus numerosas acciones malvadas.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Prepara suficientes buenas obras para tu destino

Podríais pensar que, habiendo sido un seguidor durante tantos años, habéis dedicado vuestro trabajo duro pasara lo que pasara, y que en cualquier caso podéis ser mano de obra y conseguir una fuente de sustento en la casa de Dios. Yo diría que la mayoría de vosotros piensa de esta forma, pues siempre habéis buscado el principio de cómo sacar provecho de las cosas y que no se aprovechen de vosotros. Por tanto, os digo con toda seriedad: no me importa lo meritorio que sea tu trabajo duro, lo impresionantes que sean tus cualificaciones, lo cerca que me sigas, lo renombrado que seas ni cuánto hayas mejorado tu actitud; mientras no hayas cumplido Mis exigencias, nunca podrás conseguir Mi aprobación. Desechad todas esas ideas y cálculos vuestros tan pronto como sea posible, y empezad a tomaros en serio Mis requisitos. De lo contrario, convertiré a todas las personas en cenizas con el fin de terminar Mi obra; y, en el peor de los casos, convertiré en nada Mis años de obra y sufrimiento, porque no puedo llevar a Mi reino o a la era siguiente a Mis enemigos ni a esas personas que apestan a maldad y siguen teniendo esa misma vieja semejanza a Satanás.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las transgresiones conducirán al hombre al infierno

Anterior: 2. Antes, los pastores predicaban a menudo que, cuando el Señor viniese, seríamos arrebatados al cielo antes de los desastres, pero ahora estamos presenciando todo tipo de desastres importantes que plagan la tierra y todavía no hemos sido arrebatados. Los pastores dicen que no hemos sido arrebatados porque el Señor no ha regresado todavía, que el Señor se nos aparecerá en medio de los desastres y que seremos arrebatados al cielo cuando estén ocurriendo. No lo entiendo: ¿Vamos a ser arrebatados antes de los desastres o durante los mismos?

Siguiente: 2. El apóstol Pablo dijo: “He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe. En el futuro me está reservada la corona de justicia” (2 Timoteo 4:7-8). Hemos creído en el Señor durante muchos años, y durante todo este tiempo, hemos imitado a Pablo al correr la carrera y trabajar por el Señor. Hemos propagado el evangelio y hemos construido iglesias, y hemos guardado el nombre del Señor y Su camino. No hay duda alguna de que la corona de justicia será reservada para nosotros. Siempre que seamos diligentes en nuestro trabajo por el Señor y esperemos atentos Su regreso, seremos arrebatados directamente al reino de los cielos. ¿Estáis diciendo que hay algo incorrecto en la manera en la que practicamos?

Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.

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