Práctica (1)

En el pasado hubo muchas desviaciones e, incluso, absurdos en las formas en las que las personas practicaban. Ellas sencillamente no entendían los estándares de los requisitos de Dios, así que había muchas áreas en las que las experiencias de las personas se desviaban. Lo que Dios requiere del hombre es que pueda vivir una humanidad normal. Por ejemplo, está bien si las personas siguen las convenciones modernas respecto a la comida y la ropa, que vistan de traje y corbata, que aprendan un poco sobre arte moderno y que, en su tiempo libre, puedan disfrutar las artes, la cultura y el entretenimiento. Pueden tomar algunas fotografías memorables, leer y adquirir cierto conocimiento útil y tener un entorno de vida relativamente bueno. Todas estas son cosas que corresponden a una vida de humanidad normal y, sin embargo, las personas las ven como cosas que Dios detesta y se abstienen de hacerlas. Su práctica consiste simplemente en seguir unas cuantas reglas, lo cual lleva a una vida terriblemente aburrida y completamente desprovista de sentido. En realidad, Dios nunca ha exigido que las personas hagan las cosas de esta manera. Todas las personas desean restringir su propio carácter y oran sin cesar en su espíritu para estar más cerca de Dios; su mente constantemente reflexiona sobre lo que Dios intenta hacer y sus ojos constantemente observan esto o aquello, con gran temor de que su conexión con Dios se corte de algún modo. Todas estas son conclusiones a las que las personas han llegado por sí mismas; son reglas establecidas por ellas mismas. Si no conoces tu propia naturaleza y esencia y no comprendes el nivel que puede alcanzar tu propia práctica, entonces no tendrás forma de estar seguro de exactamente qué estándares exige Dios del hombre y tampoco tendrás una senda de práctica adecuada. Ya que no puedes comprender qué es exactamente lo que Dios le exige al hombre, tu mente siempre está dando vueltas, te devanas los sesos analizando las intenciones de Dios y buscas a tientas alguna forma de ser conmovido y esclarecido por el Espíritu Santo. Como resultado, desarrollas algunas formas de práctica que consideras apropiadas. Simplemente no tienes idea de qué es exactamente lo que Dios le exige al hombre; solo llevas a cabo despreocupadamente tu propio conjunto de prácticas, preocupándote muy poco por el resultado y, menos aún, por si existen desviaciones o errores en tu práctica. De esta forma, tu práctica carece naturalmente de precisión y de principios. De lo que carece particularmente es de razón y conciencia humanas normales, así como del elogio de Dios y la corroboración del Espíritu Santo. Se vuelve demasiado fácil simplemente tomar tu propio camino. Este tipo de práctica consiste únicamente en seguir reglas o en deliberadamente asumir una carga más pesada con el fin de refrenarte y controlarte. Sin embargo, crees que tu práctica es absolutamente exacta y precisa, sin saber que la mayor parte de esta consiste en procesos u observancias innecesarios. Son muchos los que practican así durante años, sin que se produzca, en esencia, cambio alguno en su carácter, ni un nuevo entendimiento o una nueva entrada. Sin darse cuenta, vuelven a cometer los mismos viejos errores y dan rienda suelta a su naturaleza salvaje, hasta el punto en que muchas veces llevan a cabo actos irracionales e inhumanos y se comportan en formas que dejan a las personas rascándose la cabeza y totalmente desconcertadas. ¿Podría decirse que tales personas han experimentado una transformación de carácter?

Ahora bien, la creencia en Dios ha entrado en la Era de la Palabra de Dios. Relativamente hablando, las personas no oran tanto como lo hicieron anteriormente; las palabras de Dios han comunicado de una manera explícita todos los aspectos de la verdad y todas las formas de práctica, así que ya no es necesario que las personas busquen y anden a tientas. En la vida de la Era del Reino, las palabras de Dios guían a las personas hacia delante y es una vida en la que todo queda claro para que ellas lo vean, pues Dios ha expuesto todo de manera explícita y al hombre ya no se le deja para que siga caminando a tientas por la vida. En cuanto al matrimonio, los asuntos mundanos, la vida, la comida, la ropa y la vivienda, las relaciones interpersonales, la manera como uno puede servir de un modo que cumpla la voluntad de Dios, la manera como uno debe renunciar a la carne, etcétera, ¿cuál de estas cosas no os ha explicado Dios? ¿Seguís teniendo necesidad de ir a orar y buscar? ¡En realidad no hay necesidad! Si todavía haces estas cosas, simplemente estás actuando de forma superflua. Es ignorante e insensato ¡y totalmente innecesario! Solo aquellos que tienen muy poco calibre y son incapaces de comprender las palabras de Dios pronuncian incesantemente oraciones insensatas. La clave para practicar la verdad es si posees o no determinación. Algunas personas insisten en seguir sus preferencias carnales en sus acciones aun cuando saben que no está alineado con la verdad. Eso entonces obstaculiza su propio progreso en la vida, e incluso después de orar y buscar siguen queriendo actuar en obediencia a la carne. Al hacer esto, ¿acaso no están pecando a propósito? Es como los que codician los placeres de la carne y anhelan tener dinero, y luego oran a Dios, diciendo: “¡Dios! ¿Me permites codiciar los placeres carnales y la riqueza? ¿Es Tu voluntad para mí que gane dinero de esta forma?”. ¿Es esta una forma adecuada de orar? Las personas que hacen esto saben perfectamente bien que Dios no se deleita en estas cosas y que deben renunciar a ellas, pero las cosas que guardan en su corazón ya se han determinado, y cuando oran y buscan están tratando de obligar a Dios a que les permita comportarse de esta manera. En su corazón, incluso pueden exigir que Dios diga algo para corroborar esto; a esto es a lo que se denomina rebeldía. También están los que ponen a los hermanos y las hermanas de la iglesia de su parte, y establecen sus propios reinos independientes. Sabes muy bien que estas acciones se oponen a Dios, pero una vez que estás decidido a hacer algo como esto sigues buscando y orando a Dios, tranquilo e impávido. ¡Qué sinvergüenza y descarado eres! En lo que se refiere a dejar atrás las cosas mundanas, de esto se ha hablado desde hace mucho tiempo. Hay algunos que saben claramente que Dios detesta las cosas mundanas, pero siguen orando y diciendo: “¡Dios mío! Entiendo que no deseas que yo siga las cosas mundanas, pero hago esto para que no deshonrar Tu nombre; lo hago para que las personas mundanas puedan ver Tu gloria en mí”. ¿Qué clase de oración es esta? ¿Lo sabéis? Es una oración que tiene como intención coaccionar y presionar a Dios. ¿No te sientes avergonzado por orar de esta manera? Las personas que oran de esta forma se oponen intencionalmente a Dios y este tipo de oración es, completamente, un asunto de motivos cuestionables; es, en verdad, una expresión de un carácter satánico. Las palabras de Dios son claras como el agua, particularmente las pronunciadas en relación con Su voluntad, Su carácter y la manera como Él trata a los distintos tipos de personas. Si no comprendes la verdad, entonces deberías leer más las palabras de Dios; el resultado de hacerlo es mucho mejor que orar y buscar a ciegas. Existen muchos ejemplos en los que buscar y orar deben sustituirse por leer más las palabras de Dios y comunicar la verdad. En tus oraciones cotidianas debes reflexionar y tratar de conocerte más a ti mismo a partir de las palabras de Dios. Esto es más beneficioso para tu progreso en la vida. Si ahora sigues buscando a partir de levantar los ojos al cielo, ¿no muestra eso que sigues creyendo en un Dios vago? Anteriormente viste el resultado de tu búsqueda y tu oración y el Espíritu Santo conmovió de algún modo tu espíritu, porque ese era el tiempo de la Era de la Gracia. No podías ver a Dios, así que no te quedó más remedio que avanzar a tientas y buscar de ese modo. Ahora, Dios ha venido entre los hombres, la Palabra ha aparecido en la carne y has visto a Dios; así pues, el Espíritu Santo ya no obra como antes. La era ha cambiado y también lo ha hecho la forma de obrar del Espíritu Santo. Aunque tal vez las personas ya no oran tanto como lo hicieron en el pasado, como Dios está en la tierra, el hombre tiene ahora una oportunidad de amarlo. Los seres humanos han entrado en la era de amar a Dios y pueden acercarse con normalidad a Él en su interior: “¡Dios mío! ¡En verdad eres muy bueno y yo deseo amarte!”. Solo unas cuantas palabras claras y sencillas dan voz al amor a Dios dentro del corazón de las personas; esta oración se dice solo en aras de profundizar el amor entre el hombre y Dios. A veces puedes ver que manifiestas cierta rebeldía, y dices: “¡Dios mío! ¿Por qué soy tan corrupto?”. Sientes un fuerte impulso de darte de golpes algunas veces y se te llenan los ojos de lágrimas. En esos momentos, sientes arrepentimiento y angustia en tu corazón, pero no tienes forma de expresar estos sentimientos. Esta es la obra actual del Espíritu Santo, pero solo aquellos que buscan la vida pueden alcanzarla. Sientes que Dios tiene un gran amor por ti y tienes una clase de sentimiento especial. Aunque no posees las palabras para orar con claridad, siempre sientes que el amor de Dios es tan profundo como el océano. No hay palabras apropiadas para expresar este estado del ser, y este es un estado que a menudo surge dentro del espíritu. Este tipo de oración y de comunicación, que tiene por objetivo acercar a la persona más a Dios en su corazón, es normal.

Aunque el tiempo en el que la gente tenía que ir a tientas y buscar es ahora cosa del pasado, esto no quiere decir que las personas no deban orar ni buscar más ni que no necesiten esperar a que la voluntad de Dios se revele antes de continuar con la obra; estos son solo conceptos erróneos del hombre. Dios ha venido entre los hombres a vivir con ellos, a ser su luz, su vida y su camino: esto es un hecho. Por supuesto, en la venida de Dios a la tierra Él sin duda alguna trae a la humanidad un camino y una vida prácticos que se adaptan a su estatura para que la disfruten. Él no ha venido a deshacer todas las formas de práctica del hombre. Este ya no vive tanteando y buscando porque todo esto ha sido reemplazado por la venida de Dios a la tierra para obrar y pronunciar Su palabra. Él ha venido a liberar al hombre de la vida de oscuridad y tinieblas que ha estado llevando y a permitirle tener una vida llena de luz. La obra actual consiste en señalar las cosas con claridad, hablar claramente, informar directamente y definir las cosas explícitamente para que las personas puedan ponerlas en práctica, así como Jehová Dios condujo al pueblo de Israel, indicándoles cómo ofrecer sacrificios y cómo edificar el templo. Por tanto, ya no necesitáis vivir una vida de búsqueda intensa como lo hicisteis después de que el Señor Jesús partiera. ¿Deberíais andar a tientas en la obra de difundir el evangelio en el futuro? ¿Debéis buscar a tientas tratando de encontrar una forma apropiada de vivir? ¿Debéis andar a tientas para discernir cómo debéis llevar a cabo vuestros propios deberes? ¿Es necesario que os postréis en el suelo, buscando, para saber cómo debéis dar testimonio? ¿Es necesario que ayunéis y oréis para saber cómo debéis vestiros o vivir? ¿Es necesario que oréis sin cesar a Dios en el cielo para saber cómo debéis aceptar ser conquistados por Dios? ¿Es necesario que oréis constantemente, día y noche, para saber cómo debéis obedecer a Dios? Hay muchos de entre vosotros que decís que sois incapaces de practicar, porque no entendéis. ¡La gente simplemente no presta atención a la obra de Dios en el presente! Pronuncié muchas palabras hace mucho tiempo, pero vosotros jamás prestasteis la más mínima atención a leerlas, así que no es de sorprender que no sepáis cómo practicar. Por supuesto, en la era actual, el Espíritu Santo sigue conmoviendo a las personas para permitirles sentir gozo y vive con el hombre. Esta es la fuente de esos[a] sentimientos especiales y agradables que suelen producirse en tu vida. De vez en cuando, llega un día en el que sientes que Dios es verdaderamente encantador, y no puedes evitar orarle: “¡Oh, Dios! Tu amor es realmente hermoso y, Tu imagen, verdaderamente extraordinaria. Deseo amarte más profundamente. Deseo dedicar todo mi ser a esforzarme durante toda mi vida. A Ti te dedicaré todo siempre que sea por Ti, siempre que, al hacerlo, pueda amarte…”. Este es un sentimiento de placer que te ha dado el Espíritu Santo. No es esclarecimiento ni iluminación; es la experiencia de ser conmovido. Experiencias similares a esta sucederán de vez en cuando: algunas veces, cuando vayas de camino al trabajo, orarás y te acercarás a Dios, y te sentirás conmovido, al punto en el que las lágrimas humedecerán tu rostro, y perderás todo autocontrol y te sentirás ansioso por hallar un lugar adecuado donde puedas expresar todo el fervor que hay dentro de tu corazón… Habrá veces en las que estés en un lugar público y sentirás que disfrutas mucho el amor de Dios, que tu suerte es todo menos común y corriente, y, aún más, que estás viviendo tu vida con más sentido que cualquiera. Sabrás profundamente que Dios te ha exaltado y que este es el gran amor de Dios por ti. En los lugares más recónditos de tu corazón sentirás que en Dios existe una clase de amor inexpresable e insondable hacia el hombre, como si lo conocieras, pero no tuvieras forma de describirlo, y que siempre te ofrece un momento para reflexionar, pero te deja incapaz de expresarlo por completo. En momentos como este, incluso llegarás a olvidar dónde estás y exclamarás: “¡Oh, Dios! ¡Eres tan insondable y tan amado!”. Esto deja a la gente desconcertada, pero todas esas cosas ocurren con bastante frecuencia. Habéis experimentado semejante cosa muchas veces. Esta es la vida que el Espíritu Santo te ha dado hoy y la que ahora deberías estar viviendo. No es para impedirte vivir la vida, sino, más bien, para cambiar la forma en la que la vives. Es un sentimiento que no se puede describir ni expresar. Es, asimismo, el verdadero sentimiento del hombre y, aún más, es la obra del Espíritu Santo. Puedes entenderlo en tu corazón, pero no tienes forma de expresárselo con claridad a nadie más. Esto no se debe a que seas tardo en hablar ni a que tartamudees, sino a que es un tipo de sentimiento que no se puede describir con palabras. Se te permite disfrutar estas cosas hoy y esta es la vida que deberías estar viviendo. Por supuesto, los demás aspectos de tu vida no están vacíos; es solo que esta experiencia de ser conmovido se convierte en una especie de gozo en tu vida que hace que siempre estés dispuesto a disfrutar tales experiencias del Espíritu Santo. Sin embargo, debes saber que ser conmovido de esta forma no ocurre para que puedas trascender la carne e ir al tercer cielo o viajar por todo el mundo. Más bien, es para que puedas sentir y probar el amor de Dios que disfrutas hoy, experimentar el significado de la obra actual de Dios y volver a familiarizarte con el cuidado y la protección de Dios. Todo esto es para que puedas llegar a tener un conocimiento mayor de la obra que Dios hace hoy: este es el objetivo de Dios al realizar esta obra.

Buscar y andar a tientas fue el modo de vida previo a la encarnación de Dios. En esa época, las personas no podían ver a Dios; por tanto, no tenían más elección que buscar y andar a tientas. Hoy has visto a Dios y Él te dice directamente cómo deberías practicar; es por eso que ya no necesitas andar a tientas o buscar. La senda por la cual Él dirige al hombre es el camino de la verdad, y las cosas que Él le dice al hombre y lo que el hombre recibe son la vida y la verdad. Tienes el camino, la vida y la verdad, así pues ¿qué necesidad hay de andar buscando por todas partes? El Espíritu Santo no llevará a cabo dos etapas de la obra simultáneamente. Si, para cuando Yo haya terminado de pronunciar Mi palabra, las personas no comen ni beben cuidadosamente las palabras de Dios y buscan la verdad de forma apropiada, y siguen actuando como lo hicieron en la Era de la Gracia, andando a tientas como si fueran ciegas, orando y buscando constantemente, ¿no significaría esto que esta etapa de Mi obra —la obra de las palabras— está siendo en vano? Aunque Yo pueda haber acabado de pronunciar Mi palabra, las personas aún no comprenden del todo, y esto se debe a que carecen de calibre. Este problema se puede resolver al vivir la vida de iglesia y a través de la comunión los unos con los otros. Antes, en la Era de la Gracia, aunque Dios estaba encarnado, Él no llevó a cabo la obra de las palabras, razón por la cual el Espíritu Santo obró de esa manera en aquella época para mantener la obra. En ese tiempo, fue primordialmente el Espíritu Santo quien realizó la obra, pero ahora es Dios encarnado mismo quien la lleva a cabo, habiendo ocupado el lugar de la obra del Espíritu Santo. Anteriormente, siempre que las personas oraran frecuentemente, experimentaban paz y alegría; había recriminación, así como disciplina. Todo esto fue la obra del Espíritu Santo. Ahora, estos estados son contados. El Espíritu Santo solo puede hacer un tipo de obra en cada era. Si realizara dos clases de obra de manera simultánea, donde la carne, por un lado, realiza un tipo de obra, y el Espíritu Santo realiza otra dentro de las personas, y si lo que la carne dijo no contó y solo contó lo que el Espíritu hizo, entonces Cristo no tendría verdad, camino, ni vida algunos de los cuales hablar. Esto sería una autocontradicción. ¿Podría el Espíritu Santo obrar así? Dios es todopoderoso y omnisciente, santo y justo, y no comete ningún error en absoluto.

Hubo demasiadas desviaciones y errores en las experiencias pasadas de las personas. Había algunas cosas que las personas de humanidad normal debían tener o hacer, o errores que fueron difíciles de evitar en la vida humana, y cuando esas cosas se manejaron mal, las personas responsabilizaron de ello a Dios. Hubo una hermana que tuvo invitados en su casa. Sus panecillos al vapor no salieron bien, así que pensó: “Esto es, probablemente, la disciplina de Dios. Él está tratando con mi vano corazón una vez más; mi vanidad es realmente muy fuerte”. En realidad, en lo que concierne a la forma de pensar normal del hombre, cuando tiene invitados se entusiasma y corre de aquí para allá, sin organización en todo cuanto hace, así que es solo cuestión de tiempo que o bien el arroz se queme o la comida quede demasiado salada. Esto ocurre por estar demasiado alterado, pero las personas acaban achacándoselo a la “disciplina de Dios”. De hecho, todos estos son simplemente errores cometidos en la vida humana. ¿No te toparías también frecuentemente con este tipo de cosas si no creyeras en Dios? Los problemas que ocurren a menudo son resultado de errores cometidos por las personas; no es solo cuestión de que esos errores sean obra del Espíritu Santo. Esos errores nada tienen que ver con Dios. Es como cuando uno se muerde la lengua mientras come: ¿podría eso ser la disciplina de Dios? La disciplina de Dios tiene principios y se ve, por lo general, cuando cometes una ofensa a sabiendas. Solo cuando haces cosas que involucran el nombre de Dios o cosas que se relacionan con Su testimonio o Su obra Él te disciplinará. Las personas entienden bastante de la verdad ahora como para tener consciencia interna de las cosas que hacen. Por ejemplo: ¿podría ser posible que no sintieras nada si malversaras el dinero de la iglesia o si lo gastaras de manera imprudente? Sentirías algo al hacerlo. No es posible solo sentir algo una vez que algo se hace. En tu corazón tienes claras las cosas que haces que van contra tu conciencia. Como las personas tienen sus propios gustos y preferencias, sencillamente son autoindulgentes, aunque claramente saben cómo poner en práctica la verdad. Así pues, después de que hagan algo aparentemente no sienten reproches ni pasan por ninguna disciplina evidente. Esto se debe a que han cometido a sabiendas una ofensa, así que Dios no los disciplina; una vez que venga el momento del juicio justo, la retribución de Dios vendrá sobre cada uno conforme a sus actos. Actualmente hay algunas personas en la iglesia que malversan el dinero, algunas que no mantienen límites claros entre hombres y mujeres y otras que juzgan, desafían y tratan de destruir la obra de Dios en secreto. ¿Por qué les va todo bien? Cuando hacen esas cosas, son conscientes de ello y se recriminan en su corazón y, debido a esto, algunas veces sufren castigo y refinamiento, ¡pero simplemente son demasiado desvergonzadas! Ocurre como cuando las personas son promiscuas: son conscientes de lo que están haciendo en ese momento, pero su lujuria es demasiado grande y no pueden controlarse. Aunque el Espíritu Santo las discipline, será en vano, así que Él no aplicará disciplina. Si el Espíritu Santo no las disciplina, entonces, si no se reprochan y nada ocurre con su carne, ¿cómo podrían reprocharse después? Lo hecho, hecho está. ¿Qué disciplina podría haber? ¡Eso solo demuestra que son demasiado desvergonzadas y que carecen de humanidad y que merecen maldiciones y castigo! El Espíritu Santo no obra innecesariamente. Si conoces muy bien la verdad, pero no la pones en práctica, si eres capaz de cometer ningún mal, entonces todo lo que puedes esperar es la llegada de ese día en el que serás castigado junto con el maligno. ¡Este es el mejor final para ti! Ahora he predicado una y otra vez sobre la conciencia, que es el criterio mínimo. Si las personas carecen de conciencia, entonces han perdido la disciplina del Espíritu Santo; pueden hacer lo que les plazca y Dios no les presta atención. Aquellos que en verdad tienen conciencia y razón serán conscientes de ello cuando hagan algo equivocado. Se sentirán intranquilos una vez que se recriminen un poco en su conciencia; pasarán por una batalla interna y, al final, abandonarán la carne. No llegarán al punto en el que hagan algo que se opone a Dios de una manera demasiado grave. Independientemente de si el Espíritu Santo las disciplina y las castiga, todas las personas tendrán algún sentimiento cuando hagan algo equivocado. Por tanto, las personas entienden ahora todo tipo de verdades y, si no las practican, entonces eso es un asunto humano. Yo no reacciono ante personas como estas en absoluto ni me aferro a ninguna esperanza en relación con ellas. ¡Puedes hacer lo que te plazca!

Cuando algunas personas se reúnen, hacen a un lado la palabra de Dios y siempre están hablando sobre cómo es esta o aquella persona. Por supuesto, es bueno tener un poco de discernimiento, para que sin importar a dónde vayas nadie pueda engañarte fácilmente, y tampoco será fácil que te embauquen o te timen; este también es un aspecto que las personas deben poseer. Sin embargo, no debes centrarte únicamente en este aspecto. Esto pertenece al lado negativo de las cosas y no siempre puedes tener la mirada puesta en otras personas. Ahora tienes muy poco conocimiento acerca de cómo obra el Espíritu Santo, tu creencia en Dios es demasiado superficial y posees muy pocas cosas positivas. Es Dios en quien crees, y a quien necesitas comprender es a Dios, no a Satanás. Si solo reconoces cómo obra Satanás y todas las formas en las que obran los espíritus malignos, pero no tienes ningún conocimiento de Dios, ¿qué caso tendría? ¿Acaso no es Dios en quien tú crees hoy? ¿Por qué tu conocimiento no incluye estas cosas positivas? Simplemente no prestas atención al aspecto positivo de la entrada ni lo comprendes; así pues, ¿qué diantres quieres ganar en tu fe? ¿Acaso no sabes cómo deberías estar buscando? Sabes mucho acerca de los aspectos negativos, pero te quedas en blanco en lo que respecta al aspecto positivo de la entrada; entonces ¿cómo puede crecer tu estatura? ¿Qué perspectivas futuras de desarrollo tendrá una persona como tú, que no habla más que de la guerra contra Satanás? ¿No sería demasiado obsoleta tu entrada? ¿Qué podrías obtener a partir de la obra actual si haces únicamente esto? Para ti ahora es clave entender lo que Dios quiere hacer en este momento, cómo debería colaborar el hombre, cómo debería amar a Dios, cómo debería comprender la obra del Espíritu Santo, cómo debería entrar en todas las palabras que Dios pronuncia hoy, cómo debería comerlas, beberlas, experimentarlas y entenderlas, cómo debería cumplir la voluntad de Dios, ser conquistado por completo por Él y someterse ante Él… Estas son las cosas en las que deberías centrarte y en las que deberías entrar ahora. ¿Lo entiendes? ¿De qué vale centrarse únicamente en el discernimiento de otras personas? Puedes distinguir a Satanás aquí, distinguir a los espíritus malignos allá; puedes tener una comprensión total sobre los espíritus malignos, pero si eres incapaz de decir nada acerca de la obra de Dios, ¿puede tal discernimiento actuar como sustituto de entender a Dios? Ya he enseñado con anterioridad respecto a las expresiones de la obra de los espíritus malignos, pero no ha sido la mayor parte. Por supuesto, las personas deben tener cierto discernimiento y este es un aspecto que quienes sirven a Dios deben poseer para evitar hacer cosas insensatas e interrumpir la obra de Dios. No obstante, lo más importante sigue siendo tener conocimiento de la obra de Dios y comprender Su voluntad. ¿Qué conocimiento hay en ti de esta etapa de la obra de Dios? ¿Puedes hablar acerca de qué es lo que Dios hace, cuál es Su voluntad, cuáles son tus deficiencias y las cosas con las que deberías equiparte? ¿Puedes decir cuál es tu entrada más reciente? Deberías poder cosechar frutos y lograr el entendimiento en la nueva entrada. No finjas confusión; debes esforzarte más en la nueva entrada para profundizar tu propia experiencia y conocimiento, y, aún más, debes obtener una comprensión de las entradas más recientes y de la forma más correcta de experimentar. Es más, por medio de la nueva obra y las nuevas entradas, debes poseer discernimiento en relación con tus prácticas anteriores obsoletas y desviadas y buscar la manera de echarlas fuera para entrar en nuevas experiencias. Estas son cosas que ahora necesitas entender con urgencia y en las que tienes que entrar. Debes entender las diferencias y la relación entre las viejas y las nuevas entradas. Si no comprendes estas cosas, no tendrás forma de progresar, ya que serás incapaz de seguir el paso a la obra del Espíritu Santo. Debes poder adoptar la forma normal de comer y beber la palabra de Dios y la comunicación normal, y utilizarlas para cambiar tus anteriores formas obsoletas de práctica y tus antiguas nociones tradicionales, de modo que puedas entrar en una nueva práctica y en la nueva obra de Dios. Estas son las cosas que deberías lograr. No te estoy pidiendo solamente que averigües ahora con precisión si estás a la altura; esta no es la meta. Más bien, te estoy pidiendo que tomes en serio tu práctica de la verdad y tu entendimiento de la entrada en la vida. Tu capacidad de conocerte a ti mismo no es una representación de tu verdadera estatura. Si puedes experimentar la obra de Dios, tener experiencia y entendimiento de las verdades en las palabras de Dios y puedes discernir tus anteriores nociones y errores personales, entonces esta es tu verdadera estatura y es algo que todos vosotros deberíais lograr.

Hay muchas situaciones en las que simplemente no sabéis cómo practicar, y menos aún conocéis la forma como obra el Espíritu Santo. A veces haces algo que claramente constituye una desobediencia al Espíritu Santo. A través de comer y beber las palabras de Dios, ya tienes una comprensión del principio que nos ocupa, así que tienes un sentimiento interno de recriminación e inquietud; por supuesto, es un sentimiento que solo sentirá alguien bajo la premisa de que conoce algo de la verdad. Si las personas no cooperan o practican conforme a la palabra de Dios de hoy, entonces están obstruyendo la obra del Espíritu Santo y seguramente se sentirán inquietas por dentro. Digamos que entiendes el principio de un cierto aspecto, pero no practicas en consecuencia; por tanto, experimentarías una sensación interna de reproche. Si no entiendes el principio, y no conoces este aspecto de la verdad en absoluto, entonces no tendrás necesariamente un sentido de recriminación sobre este asunto. La recriminación del Espíritu Santo siempre se da en contexto. Piensas que porque no has orado y no has cooperado con la obra del Espíritu Santo has retrasado la obra. De hecho, no puede retrasarse. El Espíritu Santo conmoverá a alguien más; la obra del Espíritu Santo no es restringida por nadie. Sientes que has decepcionado a Dios y es un sentimiento que debes tener en tu conciencia. Que puedas obtener la verdad o no es asunto tuyo y no tiene que ver con Dios. A veces, es tu propia conciencia la que se siente acusada, pero esto no es el esclarecimiento, la iluminación o el reproche del Espíritu Santo. Más bien, es un sentimiento dentro de la conciencia humana. Si actúas deliberadamente en cuestiones que involucran el nombre, el testimonio o la obra de Dios, entonces Él no te perdonará. Pero hay un límite: Dios no te molestará en asuntos pequeños y comunes. Te ignorará. Si violas los principios y perturbas y alteras la obra de Dios, Él desencadenará Su ira sobre ti y definitivamente no te perdonará. Algunos de los errores que cometes son inevitables a lo largo de la vida humana. Por ejemplo, no haces correctamente tus panecillos al vapor y dices que es Dios que te está disciplinando; afirmar esto es totalmente irracional. Antes de que llegaras a creer en Dios, ¿no te ocurría este tipo de cosas con frecuencia? Sientes que parece que es la disciplina del Espíritu Santo cuando, de hecho, no es así (salvo algunas circunstancias excepcionales), porque esta obra no viene completamente del Espíritu Santo, sino, más bien de los sentimientos humanos. Sin embargo, es normal que las personas de fe piensen de esta forma. No podrías haber pensado así cuando no creías en Dios. Una vez que llegaste a creer en Él, comenzaste a pasar más tiempo meditando en estas cosas, así que de forma natural llegaste a pensar así. Esto surge del pensamiento de las personas normales y tiene que ver con su mentalidad. Pero permíteme decirte que tal pensamiento no está en el ámbito de la obra del Espíritu Santo. Este es un ejemplo de cómo el Espíritu Santo les da a las personas una reacción normal por medio de sus pensamientos, pero debes entender que esta reacción no es obra del Espíritu Santo. Tener este tipo de “conocimiento” no demuestra que tengas la obra del Espíritu Santo. Tu conocimiento no surge del esclarecimiento del Espíritu Santo y, menos aún, es obra Suya. Es un mero producto del pensamiento humano normal y no tiene absolutamente ningún vínculo con el esclarecimiento o la iluminación del Espíritu Santo. Son fenómenos totalmente distintos. Semejante pensamiento humano normal no se deriva totalmente del Espíritu Santo. Cuando el Espíritu Santo obra para esclarecer a las personas, por lo general les da conocimiento de la obra de Dios y de su verdadera entrada y estado. También les permite entender las intenciones urgentes de Dios y Sus requisitos para el hombre hoy, para que tengan la determinación de sacrificarlo todo para satisfacer a Dios, amarlo aunque se encuentren con la persecución y la adversidad y mantenerse firmes en el testimonio de Dios aun si eso significa derramar su sangre o dar su vida, y hacerlo sin remordimientos. Si tienes esta clase de determinación, significa que tienes el impulso y la obra del Espíritu Santo, pero debes saber que tú no posees ese impulso a cada instante. En ocasiones, en las reuniones, cuando oras, comes y bebes las palabras de Dios, puedes sentirte extremadamente conmovido e inspirado. Te sientes verdaderamente renovado cuando otros comparten alguna enseñanza sobre su experiencia y entendimiento de las palabras de Dios y tu corazón lo tiene todo perfectamente claro. Todo esto es la obra del Espíritu Santo. Si eres un líder y el Espíritu Santo te proporciona un esclarecimiento e iluminación excepcionales cuando bajas a la iglesia a trabajar, eso te permite ver los problemas que existen dentro de la iglesia; te permite saber cómo compartir la enseñanza sobre la verdad para resolverlos y te hace que seas increíblemente formal, responsable y serio en tu trabajo; todo esto es la obra del Espíritu Santo.

Nota al pie:

a. El texto original dice “Estos son algunos”.

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