7. Principios de la oración y la súplica a Dios

(1) En toda dificultad, en apuros o ante un dilema, se debe abrir el corazón de par en par en oración y súplica a Dios para buscar Su dirección y guía.

(2) Al orar a Dios, además de suplicarle, se debe conversar a menudo con Él; exponer, con palabras simples y llanas, el corazón y aprender a comprender Su voluntad.

(3) Especialmente al leer las palabras de Dios, se debe buscar la verdad en Él, aprender a orar empleando Sus palabras y conversar con Él. Esta es la manera más eficaz de comprender la verdad.

(4) Se debe orar a Dios venerándolo de corazón y con sensatez. No hay que hacerle peticiones ni intentar coaccionarlo, explotarlo o negociar con Él.

Las palabras relevantes de Dios:

La oración es una de las formas en las que el hombre coopera con Él, es un modo por medio del cual el hombre invoca a Dios y es el proceso por el cual el Espíritu de Dios conmueve al hombre. Se puede decir que los que están sin oración son muertos que carecen de espíritu, lo que prueba que les falta la facultad para que Dios los conmueva. Sin la oración, sería imposible llevar una vida espiritual normal, mucho menos seguir el ritmo de la obra del Espíritu Santo. Estar sin la oración es romper la relación con Dios y sería imposible recibir el elogio de Dios. Como creyente en Dios, mientras más ores, más te conmueve Dios, más estás lleno de determinación y mejor se puede recibir nuevo esclarecimiento de Dios. Como resultado, este tipo de persona puede ser perfeccionada de manera muy rápida por el Espíritu Santo.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Acerca de la práctica de la oración

La oración no es un tipo de ritual; es una verdadera comunión entre una persona y Dios, y conlleva un significado profundo. A partir de las oraciones de las personas, uno puede ver que están sirviendo a Dios directamente. Si consideras a la oración como un ritual, entonces está garantizado que no servirás bien a Dios. Si tus oraciones no son serias o sinceras, puede decirse que, desde el punto de vista de Dios, no existes como persona; ¿cómo puedes entonces hacer que el Espíritu Santo obre en ti? Como resultado, después de trabajar durante un tiempo, quedarás exhausto. De ahora en adelante, sin la oración, no podrás trabajar. Es la oración la que produce el trabajo y la que produce el servicio. Si eres una persona que funge como líder y sirve a Dios, pero nunca te has entregado a la oración o nunca has sido serio en tus oraciones, entonces la manera en la que sirves terminará haciéndote fracasar. ¿Qué hace que las personas sientan que tienen el derecho de no orar? ¿Han dejado de orar porque Dios se ha encarnado? Eso no es excusa, ¡a veces hasta Yo mismo oro! Cuando Jesús estaba en la carne, Él oró también cuando sobrevinieron asuntos críticos. Él oró en los montes, abordo de barcos y en huertos; Él guio a Sus discípulos a orar. Si puedes ir a menudo ante Dios y orarle con frecuencia, esto demuestra que tratas a Dios como Dios. Si a menudo descuidas la oración y tiendes a hacer las cosas por tu cuenta, haciendo esto y aquello a Sus espaldas, entonces no sirves a Dios; simplemente estás implicado en tus propios asuntos. Por tanto, ¿no serás condenado? Visto desde fuera, no parecerá que hayas hecho nada perturbador ni que hayas cometido blasfemia contra Dios, sino que estás haciéndote cargo de tus cosas. ¿Acaso no estás provocando una interrupción al hacer esto? Aunque, a primera vista, parece como si no estuvieras haciéndolo, en esencia, te estás resistiendo a Dios.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La trascendencia de la oración y su práctica

¿Qué es la verdadera oración? Es decirle a Dios lo que hay en tu corazón, tener comunión con Él al comprender Su voluntad, comunicarte con Dios a través de Sus palabras, sentirte especialmente cerca de Dios, sentir que Él está delante de ti y creer que tienes algo que decirle. Sientes que tu corazón está lleno de luz y lo encantador que es Dios. Te sientes especialmente inspirado y escucharte les da satisfacción a tus hermanos y hermanas. Sentirán que las palabras que dices son las que están dentro de sus corazones, las que ellos desean pronunciar, como si tus palabras sustituyeran a las suyas. Esta es la verdadera oración. Después de que hayas orado verdaderamente, tu corazón estará en paz y conocerá la satisfacción. La fuerza para amar a Dios puede surgir y sentirás que no hay nada con más valor o significado en la vida que amar a Dios. Todo esto prueba que tus oraciones han sido efectivas. ¿Alguna vez has orado de esta manera?

¿Y qué hay en cuanto al contenido de la oración? Tu oración debería proceder, paso a paso, de acuerdo al verdadero estado de tu corazón y la obra del Espíritu Santo; llegas a tener comunión con Dios de acuerdo con Su voluntad y con lo que Él exige al hombre. Cuando comiences la práctica de la oración, primero entrégale tu corazón a Dios. No intentes entender la voluntad de Dios; solo trata de decirle a Dios las palabras que están dentro de tu corazón. Cuando te presentes delante de Dios, habla de la siguiente manera: “¡Oh, Dios! Hoy me acabo de dar cuenta de que solía desobedecerte. Soy realmente corrupto y despreciable. Solo he malgastado mi vida. A partir de hoy, voy a vivir para Ti, voy a vivir una vida que tenga sentido y voy a satisfacer Tu voluntad. Que Tu Espíritu siempre obre en mí, y que siempre me ilumine y esclarezca. Permíteme dar un testimonio fuerte y rotundo delante de Ti. Permite que Satanás vea Tu gloria, Tu testimonio y la prueba de Tu triunfo manifestada en nosotros”. Cuando ores de esta manera, tu corazón será completamente liberado. Después de haber orado así, tu corazón estará más cerca de Dios, y si puedes orar de esta manera con frecuencia, el Espíritu Santo inevitablemente obrará en ti. Si siempre clamas a Dios así, y tomas tu determinación delante de Él, llegará el día en que tu determinación sea aceptable delante de Dios, cuando Él gane tu corazón y todo tu ser, y finalmente Dios te haga perfecto. La oración es de suma importancia para vosotros. Cuando oras y recibes la obra del Espíritu Santo, Dios conmueve tu corazón y surge la fuerza para amar a Dios. Si no oras con el corazón, si no abres tu corazón para tener comunión con Dios, entonces Dios no va a tener forma de obrar en ti. Si, habiendo orado y dicho las palabras de tu corazón el Espíritu de Dios no ha empezado Su obra y no has recibido inspiración, entonces esto demuestra que tu corazón carece de sinceridad, que tus palabras no son ciertas y que siguen siendo impuras. Si, habiendo orado, tienes un sentido de satisfacción, entonces tus oraciones han sido aceptables para Dios y el Espíritu de Dios está obrando en ti. Como alguien que sirve delante de Dios, no puedes estar sin orar. Si verdaderamente ves la comunión con Dios como algo significativo y valioso, ¿podrías entonces abandonar la oración? Nadie puede estar sin comunión con Dios. Sin la oración, vives en la carne, en la esclavitud de Satanás; sin la oración verdadera, vives bajo la influencia de la oscuridad. Espero que vosotros, hermanos y hermanas, podáis dedicaros a la oración sincera sin faltar un solo día. No se trata de cumplir las normas, sino de conseguir cierto resultado. ¿Estáis dispuestos a renunciar a un poco de sueño y disfrute para levantaros pronto para las oraciones matutinas y disfrutar las palabras de Dios? Si oras con un corazón puro y comes y bebes las palabras de Dios de esta manera, a Él le resultarás más aceptable. Si todas las mañanas haces esto, si todos los días practicas dándole tu corazón a Dios, comunicándote y comprometiéndote con Él, entonces tu conocimiento de Él seguramente aumentará y estarás mejor capacitado para captar la voluntad de Dios. Dices: “¡Oh, Dios! Estoy dispuesto a cumplir mi deber. Solo soy capaz de consagrar todo mi ser a Ti con el fin de que Tú obtengas gloria de nosotros, y de que puedas disfrutar del testimonio de este grupo de personas. Te suplico que obres en nosotros para que yo pueda ser capaz de amarte y satisfacerte verdaderamente y buscarte como mi meta”. Cuando tengas esta carga, con toda seguridad Dios te perfeccionará. No deberías orar solo por tu bien sino también para hacer la voluntad de Dios y amarlo a Él. Esta es la clase de oración más verdadera. ¿Eres alguien que ora por hacer la voluntad de Dios?

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Cuando oras, debes tener un corazón tranquilo ante Dios y debes tener un corazón sincero. Estás realmente teniendo comunión y orando con Dios; no debes intentar adular a Dios con palabras elegantes. La oración se debe centrar en torno a aquello que Dios quiere conseguir ahora mismo. Pídele a Dios que te conceda mayor iluminación y esclarecimiento, lleva tu estado actual y tus problemas delante de Su presencia cuando ores, incluyendo la resolución que tomaste ante Dios. Orar no es seguir un procedimiento sino buscar a Dios con un corazón sincero. Pide que Dios proteja tu corazón, para que tu corazón esté tranquilo ante Él con frecuencia; para que en el ambiente en el que te ha puesto, te conozcas, te desprecies y te abandones, permitiéndote así tener una relación normal con Dios y convirtiéndote verdaderamente en alguien que ama a Dios.

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Las personas pueden llevar a cabo la práctica de la oración y comprender su significado, pero que la oración sea eficaz no es nada sencillo. No se trata solo de hacer las cosas por inercia, seguir procedimientos o recitar las palabras de Dios. Es decir, orar no es repetir ciertas palabras como un loro ni es imitar a los demás. En la oración, se debe llegar a un estado en que se le entregue el corazón a Dios, en el que este se abra de par en par para que Dios lo conmueva. Si la oración ha de ser efectiva, entonces se debe basar en la lectura de las palabras de Dios. Solo al orar desde dentro de las palabras de Dios se puede recibir mayor esclarecimiento e iluminación. Las manifestaciones de una oración verdadera son: tener un corazón que anhela todo lo que Dios pide y además un deseo de cumplir lo que Él exige; detestar lo que Dios odia y sobre esta base ganar cierto entendimiento de ello y tener cierto conocimiento y claridad sobre las verdades que Dios explica. Donde hay determinación, fe, y una senda de práctica después de la oración, solo entonces se puede llamar verdadera oración y solo este tipo de oración puede ser efectiva. Sin embargo, la oración se debe construir sobre el disfrute de las palabras de Dios, debe establecerse sobre la base de la comunión con Dios en Sus palabras, y el corazón debe poder buscar a Dios y calmarse ante Él. Ese tipo de oración ya ha entrado en la etapa de la comunión verdadera con Dios.

El conocimiento más básico acerca de la oración:

1. No digas a ciegas lo que te venga a la mente. En tu corazón debe haber una carga; es decir, debes tener un objetivo cuando ores.

2. La oración debe contener las palabras de Dios; debe basarse en Sus palabras.

3. Cuando ores, no debes reincidir en temas obsoletos. Tus oraciones deben estar relacionadas con las palabras actuales de Dios y, al orar, cuéntale a Dios tus pensamientos más íntimos.

4. La oración grupal se debe centrar alrededor de un núcleo, que es necesariamente la obra presente del Espíritu Santo.

5. Todas las personas deben aprender las oraciones de intercesión. Esta es una manifestación del cuidado que se tiene de la voluntad de Dios.

La vida de oración de cada individuo se basa en entender el significado de la oración y en el conocimiento básico de la oración. En la vida diaria, ora con frecuencia por tus propios defectos, ora para lograr un cambio en tu carácter en la vida y ora sobre la base de tu conocimiento de las palabras de Dios. Cada persona debe establecer su propia vida de oración, debe orar por conocer las palabras de Dios y debe orar para buscar conocimiento de la obra de Dios. Expón tus circunstancias presentes delante de Dios y sé honesto sin preocuparte de la manera en la que oras, la clave es lograr conocimiento verdadero y experiencia real de las palabras de Dios. Una persona que busque la entrada a la vida espiritual debe ser capaz de orar de muchas maneras diferentes. Orar en silencio, meditar sobre las palabras de Dios, llegar a conocer Su obra, son todos ejemplos de la decidida obra de comunicación espiritual con el fin de conseguir la entrada en la vida espiritual normal, que mejora el estado propio ante Dios y obliga a avanzar aún más en la vida. En resumen, todo lo que hagas —ya sea comer y beber las palabras de Dios u orar en silencio o proclamar en voz alta— tiene el fin de permitirte ver claramente las palabras de Dios, Su obra y aquello que Él desea lograr en ti. Lo que es más importante, todo lo que haces es para alcanzar los estándares que Dios exige y llevar tu vida al siguiente nivel. Lo mínimo que Dios exige del hombre es que le pueda abrir su corazón a Él. Si el hombre le da a Dios su corazón sincero y le dice lo que realmente hay dentro de este, entonces Dios estará dispuesto a obrar en él. Lo que Dios quiere no es el corazón retorcido del hombre, sino un corazón puro y honesto. Si el hombre no le habla a Dios de corazón, entonces Dios no se lo conmueve ni obra dentro de él. Por lo tanto, lo más crucial de la oración es hablarle a Dios de corazón, contarle tus defectos o tu carácter rebelde y abrirte completamente a Él; solo entonces Dios estará interesado en tus oraciones, de lo contrario, Él te ocultará Su rostro. El criterio mínimo para la oración es que puedas mantener tu corazón en calma ante Dios y que no se aparte de Él. Tal vez, durante esta fase, no obtienes una visión más nueva o alta, pero debes usar la oración para mantener las cosas como están; no puedes retroceder. Esto es lo mínimo que debes alcanzar. Si no puedes lograr ni siquiera esto, entonces es la prueba de que tu vida espiritual no está en el camino correcto. Como resultado, no podrás aferrarte a la visión original que tenías, perderás la fe en Dios y por consiguiente tu determinación desaparecerá. Uno de los indicios de si has entrado o no en la vida espiritual es ver si tus oraciones están en el camino correcto. Todas las personas deben entrar en esta realidad; todas deben hacer la obra de formarse de manera consciente en la oración, no esperando con pasividad, sino buscando conscientemente que el Espíritu Santo las conmueva. Solo entonces serán personas que efectivamente buscan a Dios.

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¿Cómo buscas ser tocado por el Espíritu Santo? Lo crucial es vivir en las palabras actuales de Dios y orar sobre el fundamento de Sus exigencias. Después de haber orado de esta manera, es seguro que el Espíritu Santo te tocará. Si no buscas en base al fundamento de las palabras que Dios pronuncia hoy, entonces es infructuoso. Debes orar y decir: “¡Oh, Dios! Me opongo a Ti y te debo tanto; soy muy desobediente y nunca puedo satisfacerte. Oh, Dios, quiero que me salves, quiero servirte hasta el final, quiero morir por Ti. Tú me juzgas y me castigas y no tengo quejas; me opongo a Ti y merezco morir para que todas las personas puedan contemplar Tu justo carácter en mi muerte”. Si oras desde dentro de tu corazón de esta manera, Dios te escuchará y te guiará; si no oras sobre el fundamento de las palabras actuales del Espíritu Santo, entonces no hay posibilidad de que el Espíritu Santo te toque. Si oras de acuerdo a la voluntad de Dios, y de acuerdo a eso que Él quiere hacer hoy, dirás: “¡Oh, Dios! Quiero aceptar Tus comisiones y ser fiel a ellas y estoy dispuesto a consagrar toda mi vida a Tu gloria para que todo lo que haga pueda alcanzar los estándares del pueblo de Dios. Que mi corazón sea tocado por Ti. Anhelo que Tu Espíritu siempre me ilumine, que todo lo que yo avergüence a Satanás, para, al final, ser ganado por Ti”. Si oras de esta manera, centrándote alrededor de la voluntad de Dios, entonces, el Espíritu Santo inevitablemente obrará en ti. No importa cuántas sean las palabras de tus oraciones, lo que es clave es si comprendes la voluntad de Dios o no. Todos vosotros pudisteis haber tenido la siguiente experiencia: A veces, mientras oras en una reunión, la dinámica de la obra del Espíritu Santo alcanza su punto máximo, haciendo que la fuerza de todos se eleve. Algunas personas lloran amargamente y derraman lágrimas mientras oran, vencidas por el remordimiento ante Dios, y algunas personas muestran su determinación y hacen votos. Ese es el efecto que debe lograr la obra del Espíritu Santo. En la actualidad es crucial que todas las personas derramen por completo sus corazones sobre las palabras de Dios. No te enfoques en las palabras que se pronunciaron antes; si todavía te aferras a lo que antes fue, entonces el Espíritu Santo no obrará dentro de ti. ¿Ves qué importante es esto?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Conoce la nueva obra de Dios y sigue Sus huellas

Cuando comiences a orar, no intentes hacer demasiado ni esperes conseguirlo todo de una vez. No puedes hacer demandas extravagantes esperando que en cuanto abras la boca el Espíritu Santo te conmoverá, o que recibirás esclarecimiento e iluminación, o que Dios te concederá mucha gracia. Eso no sucederá; Dios no hace cosas sobrenaturales. Dios contesta las oraciones de las personas a Su propio ritmo, y a veces prueba tu fe para ver si eres leal ante Él. Cuando oras, debes tener fe, perseverancia y determinación. Cuando comienzan a formarse, la mayoría de las personas se desaniman porque no son conmovidas por el Espíritu Santo. ¡Esto no puede ser! Debes ser persistente, te debes enfocar en sentir el que el Espíritu Santo te conmueva y en buscar y explorar. A veces, la senda de tu práctica no es correcta y, a veces, tus motivos personales y nociones no pueden permanecer firmes ante Dios y por eso el Espíritu de Dios no te conmueve. Otras veces, Dios se fija en si eres leal o no. En resumen, en la formación debes pagar un precio más alto. Si descubres que te estás desviando en tu senda de práctica, puedes cambiar la forma en la que oras. Mientras busques con un corazón sincero y anheles recibir, entonces el Espíritu Santo con toda seguridad te llevará a esta realidad. A veces oras con un corazón sincero, pero no sientes que hayas sido conmovido de manera especial. En momentos como estos, debes confiar en la fe y en que Dios observe tus oraciones; debes perseverar en ellas.

Sé una persona honesta; ora a Dios para deshacerte del engaño que hay en tu corazón. Purifícate a través de la oración en todo momento, sé conmovido por el Espíritu santo a través de la oración y tu carácter cambiará gradualmente. La verdadera vida espiritual es una vida de oración; es una vida que el Espíritu Santo conmueve. El proceso de ser conmovido por el Espíritu Santo es el proceso de cambiar el carácter del hombre. Una vida que no es conmovida por el Espíritu Santo no es una vida espiritual, sino solamente una vida de ritual religioso. Solo aquellos a quienes el Espíritu Santo conmueve con frecuencia, y a los que el Espíritu Santo ha esclarecido e iluminado, han entrado en la vida espiritual. El carácter del hombre cambia constantemente cuando ora. Cuanto más lo conmueve el Espíritu de Dios, más proactivo y obediente es. Así, también, su corazón será purificado poco a poco y su carácter cambiará gradualmente. Ese es el efecto de la verdadera oración.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Acerca de la práctica de la oración

Lo primero que hay que hacer ante un problema es orar. La oración no es solo hablar y hablar de dientes para afuera; eso no resolvería ningún problema. Quizá ores ocho o diez veces sin conseguir nada, pero no te desanimes; debes continuar orando. Cuando te suceda algo, primero ora, cuéntaselo primero a Dios, que Dios se haga cargo, deja que Dios te ayude, que Él te guíe y te señale el camino. Esto demuestra que has puesto a Dios en primer lugar, que lo tienes en tu corazón. Si, ante un problema, lo primero que haces es sentirte reticente, enfadarte y montar en cólera —si, antes de nada, te vuelves negativo—, esta es una manifestación de que no tienes a Dios en el corazón. En la vida real debes orar cada vez que te suceda algo. En primer lugar, debes arrodillarte a orar; esto es crucial. La oración demuestra tu actitud hacia Dios en Su presencia. No orarías si no tuvieras a Dios en tu corazón. Hay quienes dicen: “Yo oro, ¡pero Dios aún no me da esclarecimiento!”. No digas eso. Mira, para empezar, si tus motivaciones para orar son correctas; si realmente buscas la verdad y oras a Dios a menudo, es muy posible que te dé esclarecimiento en alguna materia para que la entiendas; en definitiva, Dios te dará entendimiento. Sin el esclarecimiento de Dios no tendrías entendimiento propio: te falta perspicacia, no tienes inteligencia para ello y esto es inalcanzable para el intelecto humano. Cuando sí entiendes, ¿nace ese entendimiento de tu propia mente? Si el Espíritu Santo no te da esclarecimiento, ninguna persona a quien preguntes conocerá el significado de la obra del Espíritu ni lo que Dios quiere decir; solo lo sabrás cuando el propio Dios te explique el significado. Por tanto, lo primero que has de hacer cuando te suceda algo es orar. La oración exige indagar con actitud de búsqueda y expresar tus pensamientos, opiniones y actitudes; en esto debe consistir. No dará resultado hacerlo por simple inercia, así que no culpes al Espíritu Santo por no darte esclarecimiento. He descubierto que, en su fe en Dios, algunas personas siguen creyendo en Él, pero solamente de boquilla. No tienen a Dios en su corazón, reniegan de la obra del Espíritu y también de la oración; se limitan a leer las palabras de Dios y nada más. ¿Puede denominarse esto fe en Dios? Continúan creyendo hasta que Dios desaparece por completo de su fe. En concreto, hay quienes habitualmente se encargan de asuntos generales, sienten que están muy ocupados y no reciben nada a cambio de todos sus esfuerzos. Estas personas no van por la senda correcta en su fe en Dios. ¿Acaso no es agotador tomar el buen camino? No toman este camino ni aunque comprendan mucha doctrina y tienden a ir cuesta abajo. Así pues, cuando os suceda algo, debéis dedicar más tiempo a la oración y la búsqueda; es lo menos que debéis hacer. La clave radica en aprender a buscar la voluntad de Dios y las intenciones del Espíritu Santo. Si los que creen en Dios son incapaces de experimentar y practicar de este modo, no ganarán nada y su fe no servirá de nada.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Mira todas las cosas a través de los ojos de la verdad

No hay nada que Dios desprecie más que las oraciones de las ceremonias religiosas. Dios solo acepta las oraciones sinceras. Si no tienes nada sincero que decir, calla; no hables siempre en falso ni jures sin pensar ante Dios para tratar de engañarlo hablándole de cuánto lo amas, de cuánta lealtad quieres tenerle. Si no puedes cumplir tus deseos, si careces de esta determinación y estatura, no ores así ante Dios en ninguna circunstancia. Eso es mofarse. Mofarse significa burlarse de alguien, jugar con él. Cuando la gente ora ante Dios con esta actitud, esto es, como mínimo, un engaño. En el peor de los casos, si lo haces a menudo, tienes un carácter totalmente despreciable. Si Dios te condenara, ¡lo llamaría blasfemia! La gente no tiene veneración por Dios, no sabe venerarlo, amarlo ni satisfacerlo. Si no tiene clara la verdad o su carácter es corrupto, Dios lo dejará pasar. Sin embargo, lleva ese carácter ante Dios y lo trata como tratan los incrédulos a los demás. Para colmo, se arrodillan solemnemente ante Él en oración, en la que emplean estas palabras para tratar de embaucarlo, y, cuando terminan, no solo no se reprochan nada, sino que tampoco tienen idea de la gravedad de sus actos. En tal caso, ¿está Dios con ellos? ¿Puede recibir esclarecimiento e iluminación alguien completamente desprovisto de la presencia de Dios? ¿Puede recibir el esclarecimiento de la verdad? (No). Así pues, tiene un problema. ¿Habéis orado muchas veces de esa manera? ¿Lo soléis hacer? Cuando la gente pasa demasiado tiempo en el mundo exterior, apesta al hedor de la sociedad, se agranda su naturaleza inescrupulosa y se impregna de venenos y modos de vida satánicos; de su boca salen palabras de falsedad y engaño, habla sin pensar o dice palabras que no contienen sino sus motivaciones y objetivos, y rara vez tiene las motivaciones adecuadas. Estos problemas son graves. Cuando la gente lleva estas filosofías y estos modos de vida satánicos ante Dios, ¿no ofende Su carácter? ¿Y qué consecuencia traerá esto? De manera superficial, estas oraciones son intentos de engañar y burlar a Dios, y son incompatibles con Su voluntad y requerimientos. Fundamentalmente hablando, esto lo causa la naturaleza humana; no es una revelación momentánea de corrupción.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Sólo cuando te conoces a ti mismo puedes buscar la verdad

He descubierto un problema común a todas las personas: cuando les ocurre algo, acuden a Dios para orar, pero, para ellas, la oración es una cosa y el asunto en cuestión es otra. Piensan que no han de hablar de lo que les está ocurriendo en la oración. Casi nunca oráis con sinceridad, y algunos ni siquiera sabéis cómo hacerlo. En realidad, orar es principalmente decir lo que hay en tu corazón, como si estuvieras hablando de una manera habitual. Sin embargo, hay personas que olvidan cuál es su lugar en cuanto empiezan a orar; insisten en que Dios les conceda algo, sin importarles si está de acuerdo con Su voluntad y, por consiguiente, sus oraciones se marchitan al orar. Cuando oras, sin importar lo que pidas en tu corazón o lo que anheles, o quizás, si hay algún problema que deseas abordar pero sobre el que no tienes ningún entendimiento, y le pides a Dios que te dé sabiduría o fortaleza, o que te esclarezca, sea cual sea tu petición, debes formularla con sensatez. Si no lo haces y te arrodillas y dices: “Dios, dame fuerzas; muéstrame mi naturaleza; te ruego que obres; te ruego esto y lo otro; te ruego que me hagas ser esto y lo otro…”. Este “ruego” tuyo tiene un carácter coactivo; pretende presionar a Dios, obligarlo a hacer lo que tú quieres con las condiciones que tú has establecido unilateralmente de antemano, nada menos. Desde el punto de vista del Espíritu Santo, ¿qué efecto podría tener una oración así cuando ya has establecido las condiciones y has decidido lo que quieres hacer? Se ha de orar con un corazón que busca y se somete. Cuando te ocurre algo, por ejemplo, y no estás seguro de cómo abordarlo, podrías decir: “¡Dios! No sé qué hacer en este caso. Quiero satisfacerte en este asunto y quiero buscar Tu voluntad. Hágase Tu voluntad. Quiero hacer Tu voluntad y no la mía. Sabes que toda la voluntad humana está en contra de la tuya, se opone a ti y no está de acuerdo con la verdad. Te pido que me esclarezcas, que me guíes en este asunto y no dejes que te ofenda…”. Este es el tono adecuado para orar. Si simplemente dices: “Dios, te pido que me ayudes, me guíes, me proporciones el ambiente correcto y la gente adecuada, y me dejes hacer bien mi trabajo…”, entonces, después de orar, todavía no habrás captado la voluntad de Dios, ya que le habrás estado pidiendo que actúe según tu propia voluntad.

Ahora debes averiguar si las palabras que utilizas cuando oras son sensatas. Si tus oraciones no son sensatas, ya sea debido a tu insensatez o a propósito, el Espíritu Santo no obrará en ti. Por consiguiente, cuando ores, debes hablar con sensatez, en un tono adecuado. Di esto: “¡Dios! Conoces mi debilidad y mi rebeldía. Solo te pido que me des fuerzas y me ayudes a soportar mis circunstancias, pero solo según Tu voluntad. Esto es todo lo que pido. No sé cuál es Tu voluntad, pero hágase Tu voluntad de todas formas. Aunque tuviera que prestar servicio, o ser un contraste, lo haría de buena gana. Te pido que me des fuerzas y sabiduría y que me dejes satisfacerte en este asunto. Mi único deseo es someterme a Tus arreglos…”. Después de orar de esta manera, tu corazón se sentirá tranquilo. Si lo único que haces es suplicar constantemente, por mucho que digas, no será más que palabras huecas; Dios no obrará para contestar a tu súplica porque habrás decidido lo que quieres con anterioridad. Cuando te arrodilles para orar, di lo siguiente: “¡Dios! Conoces las debilidades y los estados del hombre. Te pido que me esclarezcas en este asunto. Déjame entender Tu voluntad. Lo único que quiero es someterme a todo lo que Tú dispongas; mi corazón está dispuesto a obedecerte…”. Si oras así, el Espíritu Santo te conmoverá. Si no oras de la manera correcta, tu oración estará rancia y el Espíritu Santo no te conmoverá. No sigas parloteando, hablando por ti mismo, ya que esto no es más que descuidado y superficial. ¿Obraría el Espíritu Santo si fueses descuidado y superficial? Cuando se acude a Dios, se debe ser correcto y adecuado, tener una actitud devota, como los sacerdotes de la Era de la Ley, quienes se arrodillaban cuando ofrecían un sacrificio. Orar no es sencillo. ¿Cómo sería posible que una persona acudiese a Dios sacando los dientes y las garras, o que orase tumbada, tapada con una manta, creyendo que Dios la escucha? ¡Eso no es devoción! No digo esto con el propósito de exigir a la gente que cumpla una norma específica; lo mínimo que uno puede hacer es inclinar su corazón hacia Dios y presentarse ante Él con una actitud devota.

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Aunque orar de rodillas es hablar a Dios de corazón, debes saber que las oraciones de la gente son conductos para la obra del Espíritu Santo. Mientras una persona en un estado correcto ore y busque, el Espíritu Santo también estará obrando. Esta es una buena coordinación entre Dios y el hombre desde dos perspectivas diferentes, o se puede decir que Dios ayuda al hombre a resolver algunos de sus problemas, y cuando la gente acude a Dios se trata de un tipo de cooperación. También es una de las maneras en las que Dios salva y purifica a las personas y, además, es la senda de la entrada a la vida normal. No es un ritual. Orar no es simplemente algo que revigorice a la gente; si así fuera, bastaría con hacer las cosas por inercia y gritar algunos lemas, y no haría falta implorarle nada a Dios, ni tampoco adorar o tener devoción. ¡La oración tiene gran importancia! Si sabes cómo orar y lo haces a menudo, con oraciones frecuentes que se someten a Dios y son sensatas, entonces tu estado interior será bastante normal por norma general. Si, por el contrario, tus oraciones solo consisten en unos pocos lemas, no asumes carga alguna y no meditas sobre lo que sería sensato decir en oración y lo que no, ni sobre lo que sería verdaderamente reverencial decir, y nunca te tomas estos asuntos en serio, nunca tendrás buen éxito en la oración, y tu estado interior será siempre anormal. Nunca llegarás a profundizar en la lección de lo que es el sentido normal, la verdadera sumisión, la verdadera adoración y la perspectiva con la que debes orar, y tampoco profundizaras tu entrada en estas cosas. Todas estas cosas son sutiles. Debido a que la mayoría de vosotros rara vez interactuáis conmigo directamente, estáis limitados a orar ante el Espíritu, y una vez que empiezas a orar se convierte en una cuestión de si las palabras que dices son sensatas; si tu adoración es real; si lo que pides tiene la aprobación de Dios; si en tu oración hay un elemento transaccional o si está adulterada por impurezas humanas; si tu discurso, comportamiento y decisiones están de acuerdo con la verdad; si tienes especial reverencia, respeto y obediencia a Dios; y si realmente estás tratando a Dios como tal. Uno debe tratar seriamente lo que dice en privado en la oración, y adoptar un enfoque serio sobre ello; solo así se puede tener un sentido normal cuando uno se presenta ante Cristo. Si no te lo tomas en serio ante el Espíritu, cuando te presentes ante Cristo siempre te resistirás o hablarás de forma poco razonable o deshonesta, o causarás constantemente trastornos en tu discurso y acciones, y después siempre te sentirás reprobado. ¿Por qué siempre te sentirás reprobado? Porque, por regla general, no tienes el menor conocimiento de las verdades de cómo adorar o tratar a Dios, así que te sientes confundido cuando te encuentras con un problema, no sabes cómo practicar y cometes errores constantemente. ¿Cómo han de llegar a Su presencia las personas que creen en Dios? A través de la oración, se examina cómo se debe hablar con sentido común, cómo se debe hablar desde la posición que un ser humano debe adoptar, desde un estado de obediencia, cómo se debe hablar cuando se siente una agitación interior o cuándo no se puede decir lo que uno quiere decir, y cómo se debe hablar desde el corazón o decir la verdad. Lo harás mucho mejor cuando acudas en presencia de Dios después de practicar esto durante un tiempo. Por lo general, tus oraciones en presencia del Espíritu no son sensatas; nunca les has dado importancia, e incluso crees que Dios no se da cuenta, así que puedes decir lo que quieras, y no importará si dices algo incorrecto. Eres descuidado y te pasas todo el día confundido y, como resultado, cuando acudes en presencia de Cristo, tienes miedo de decir o hacer algo mal. Pero cuanto más miedo tengas de hacer las cosas mal, más te equivocarás, y nunca podrás subsanarlo. Y como no puedes estar en contacto constante con Cristo ni oírle hablándote cara a cara, lo único que puedes hacer es acudir a menudo en presencia del Espíritu para orar y buscar, y alcanzar la sumisión. Esto se debe a que, aunque te hablara yo cara a cara, todavía tendrías que confiar en ti mismo para recorrer esta senda. A partir de ahora, debéis prestar más atención a lo que decís cuando oráis. Intentad orar, reflexionar y sentir, poco a poco, con tiempo, y entonces, cuando el Espíritu Santo te esclarezca, habrás progresado en este sentido. La sensación que tienes cuando te esclarece el Espíritu Santo es especialmente sutil. Después de tener algunos de estos sentimientos y conocimientos sutiles, si haces algunas cosas, o te ocupas de ellas entrando en contacto con Cristo, entonces serás capaz de reconocer qué palabras se dicen con buen sentido y cuáles no, qué cosas se hacen con buen sentido y cuáles no. Habrás logrado los propósitos de la oración.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La trascendencia de la oración y su práctica

La oración consiste principalmente en hablar con honestidad. “¡Oh, Dios mío! Tú conoces la corrupción del hombre. Hoy he hecho otra cosa irracional. He encubierto una intención, soy una persona mentirosa. No he actuado según Tu voluntad ni de acuerdo con la verdad. He actuado como he querido y he tratado de justificarme. Ahora reconozco mi corrupción. Te pido más esclarecimiento y que me permitas comprender la verdad, ponerla en práctica y despojarme de estas corrupciones”. Habla así, objetivamente, de los hechos. La mayoría de la gente no ora mucho la mayor parte del tiempo; simplemente recuerda el pasado con escaso conocimiento en su mente y dispuesta a arrepentirse, sin embargo, no ha considerado ni desentrañado la verdad. Considerar las palabras de Dios y buscar la verdad mientras se ora es mucho más profundo que el mero recuerdo y conocimiento. La conmoción que la obra del Espíritu Santo hace surgir en ti, y el esclarecimiento y la iluminación que Su obra te proporciona a través de las palabras de Dios te lleva al conocimiento y arrepentimiento verdaderos; son mucho más profundos que los pensamientos y el conocimiento humanos. Debes entender esto bien. Si simplemente te dedicas a pensar y examinar de manera aleatoria y superficial, no tienes una senda adecuada por la que practicar y avanzas poco hacia la verdad, entonces seguirás siendo incapaz de cambiar. Por ejemplo, en ocasiones, la gente tiene la determinación de esforzarse a fondo por Dios y de retribuirle Su amor con toda dedicación, pero, con este deseo no puedes esforzarte con mucha energía y tu corazón puede no estar entregado completamente al esfuerzo. Sin embargo, si, tras haber orado y haber sido conmovido, llegas a la siguiente resolución: “Dios, estoy dispuesto a sufrir dificultades; estoy dispuesto a aceptar Tus pruebas; y estoy dispuesto a someterme a ti por completo. Por mucho que sufra, estoy dispuesto a retribuir Tu amor. Disfruto de Tu amor inmenso, y me has levantado, por lo que estoy agradecido desde el fondo de mi corazón, y te doy toda la gloria”, después de ofrecer esta oración, tu cuerpo entero tendrá fuerzas y tendrás una senda en la que practicar. Orar tiene este efecto. Cuando una persona ha orado, el Espíritu Santo se dispone a obrar en ella, a esclarecerla, iluminarla, guiarla y darle la fe y el coraje necesarios para poner la verdad en práctica. Hay personas que leen las palabras de Dios a diario sin conseguir dicho resultado, pero, después de haberlas leído, cuando hablan sobre ellas, su corazón se ilumina y encuentran una manera de seguir adelante. Si, además, el Espíritu Santo te conmueve y te guía un poco, y te da un poco de carga, los resultados serán sin duda muy diferentes. Cuando lees las palabras de Dios por tu cuenta, puede que te conmuevan algo, y puede que llores, pero esa sensación se pasa en poco tiempo. Sin embargo, si ofreces una oración con lágrimas, una oración sincera, o una oración franca y honesta, entonces recibirás un vigor que puede durar días. Orar tiene este efecto. Orar tiene como objetivo hacer que las personas acudan a Dios y acepten lo que Él les quiera dar. Si oras a menudo, y te presentas con frecuencia ante Dios para tener comunión con Él, y tienes una relación normal con Él, siempre te conmoverá por dentro y siempre recibirás Su provisión. El que siempre recibe la provisión de Dios se transforma y su condición mejora cada vez más. En concreto, cuando los hermanos y las hermanas oran juntos, después surge una energía especialmente intensa, y sienten que han ganado mucho. En realidad, puede que no hayan compartido mucho cuando estaban juntos; la oración los conmovió de tal manera que no podían esperar ni un segundo más para renunciar a sus familias y al mundo, y no querían nada, porque les bastaba con tener a Dios. ¡Qué gran fe! ¡El hombre puede disfrutar sin fin del poder que le da la obra del Espíritu Santo! ¿Cuánto puedes durar sin apoyarte en ese poder, agarrándote y caminando con la cabeza alta o respaldándote en tu propia perseverancia y fuerza de voluntad? No llegarás muy lejos sin caerte y ser degradado; perderás las fuerzas mientras vas caminando. ¡La gente debe seguir en contacto con Dios hasta el final! Sin embargo, a medida que el hombre va caminando, se va separando de Dios. Dios es Dios, el hombre es el hombre, y cada uno sigue su propia senda. Dios habla las palabras de Dios, y el hombre camina por su propia senda, que no es la misma que la de Dios. Cuando una persona se queda sin fuerzas en su fe en Dios, acude a Dios para orar unas pocas palabras y tomar prestado algo de fuerza. Después de recibir energía, se aleja una vez más. Más tarde, se le gastan las pilas y vuelve a Dios para recargarlas. Una persona no puede seguir actuando de esta manera durante mucho tiempo; si deja a Dios, no puede seguir adelante.

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Me consta que muchas personas carecen particularmente de la capacidad de contenerse. ¿Por qué? Porque nunca oran. Cuando la gente no ora, se vuelve libertina, y cuando esto ocurre, pierde su devoción y humildad. Solo habla de la humanidad, la integridad y el conocimiento de su propia naturaleza corrupta. En cuanto a cómo actúa el Espíritu Santo, cómo conmueve exactamente a las personas y cómo la gente debe buscar la voluntad de Dios en su vida diaria, todas estas cosas desaparecen. La gente solo cree en su corazón que realmente Dios existe, y todo lo que queda de su fe es el reconocimiento de Dios; los asuntos de la vida del espíritu han desaparecido. Su fe solo comprende el mundo material y niegan los asuntos del espíritu, por tanto, mientras caminan por su cuenta, se pierden y caen. Cuando una persona que no ora practica la verdad, solo se puede aferrar a un principio dentro de cierto alcance: todo son meras reglas. Aunque acates los arreglos de lo Alto en tus actos y no ofendas a Dios, todo lo que haces es cumplir normas. El espíritu de las personas está muy adormecido y apagado ahora. Hay muchos aspectos complicados en la relación del hombre con Dios, como ser conmovido y esclarecido por el Espíritu. El hombre no siente estas cosas; ¡es demasiado insensible! El hombre no lee las palabras de Dios, no está en contacto con los asuntos de la vida del espíritu y no puede tomar las riendas de su propio estado. Para tomar las riendas del propio estado de la vida del espíritu no basta con orar ni con vivir una vida de iglesia. ¿No creéis? Para creer en Dios hay que orar; sin oración no hay semejanza de fe en Dios. Digo que no tenéis que seguir reglas; podéis orar en cualquier sitio y en cualquier momento, y por eso hay algunos que casi nunca oran. No oran por la mañana cuando se levantan, sino que simplemente leen unos cuantos pasajes de las palabras de Dios y escuchan himnos. Por el día, se mantienen ocupados con asuntos externos y tampoco oran antes de irse a la cama por la noche. ¿No pensáis lo mismo? Si simplemente leéis las palabras de Dios y no oráis, ¿no sois entonces como un incrédulo que lee Sus palabras sin entenderlas? Sin orar, el corazón no está ocupado y no hay sentimientos ni mociones en el espíritu de la persona. Las personas están adormecidas y apagadas; hablan de manera superficial de las cosas relacionadas con la transformación del carácter, y aparentan creer en Dios, pero el sentimiento en lo más profundo de su espíritu no es tan fuerte. Son como los que no creen en Dios. No importa cómo intenten orar, son incapaces de hacer que salgan las palabras. Esto es muy peligroso: significa que estás demasiado lejos de Dios y que Él ya no está en tu corazón. De hecho, no hay ningún conflicto entre ocuparse de los asuntos externos y el trabajo y volver al espíritu para orar. No solo no hay conflicto, sino que, además, volver al espíritu para orar es, en realidad, más beneficioso para la propia obra.

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