Las consecuencias de ser escurridiza y holgazana

3 Sep 2025

Por Qianqian, China

En 2019, me estaba formando en filmación en la iglesia. Como era principiante, los hermanos y hermanas no tenían muchas expectativas de mí y, habitualmente, ellos encontraban el lugar de rodaje y yo iba con ellos a grabar. Incluso si mis tomas no eran buenas, podíamos usar las suyas, así que no sentía mucha presión. Con el tiempo, a medida que pasé más tiempo cumpliendo mi deber, también tuve que grabar imágenes por mi cuenta dentro de unos plazos concretos, así como esforzarme por buscar escenas adecuadas y desplazarme a distintos sitios para comprobar si cumplían los requisitos para el rodaje. Sentía que cumplir mi deber de esta manera era muy agotador tanto física como mentalmente, y empecé a sentir cierta resistencia, por lo que empecé a ocuparme de las cosas de manera superficial. Recuerdo que, una vez, teníamos que grabar una escena antes de que las hojas otoñales se volvieran amarillas. Además, el rodaje tenía unas condiciones específicas respecto a la geografía del lugar y los elementos de la escena. Pero pensé: “Esto es demasiado engorroso. No conozco bien esta zona, así que ¿cómo voy a encontrar el sitio?”. Fui a ver varios lugares, pero ninguno era adecuado para el rodaje y me desanimé. Mirar el mapa tan denso me hacía doler la cabeza. Pensé: “¿Cómo se supone que lo voy a encontrar? Esto requiere mucho esfuerzo. En todo caso, hay otros hermanos y hermanas buscando, así que, si ellos encuentran el sitio de rodaje, ¿no daría igual si simplemente les sigo la corriente y grabo allí?”. Al pensar así, me fui a dormir con la mente tranquila. Al final, los demás hermanos y hermanas encontraron el lugar adecuado y grabaron las imágenes. Cuando nos enteramos de que las imágenes cumplían con el estándar, todos se pusieron muy contentos. Pero, como yo no había puesto ningún esfuerzo en esa filmación, me sentí un poco culpable al ver la alegría de todos. Pero luego pensé: “Soy una nueva fiel, así que es entendible que no haya pagado un precio”. Así que no le di más importancia.

En otra ocasión, teníamos que grabar un nuevo tipo de material que requería que aprendiéramos ciertas habilidades profesionales. Cuando vi que había muchos tutoriales y que todos estaban llenos de términos técnicos, pensé: “¿Cuánto tiempo me llevará ver todos estos tutoriales, uno por uno? Después, aún tendré que usarlos para entender el método de grabación. ¡Es demasiado engorroso! Algunos hermanos y hermanas ya han grabado buenas imágenes, ¿por qué no les pido simplemente que me digan cómo grabarlo? Así no tendré que devanarme los sesos pensando en cómo hacerlo. Ahorraré tiempo y cumpliré bien con mi deber de todas maneras. Es como matar dos pájaros de un tiro”. Entonces, le pedí a una supervisora que me ayudara a ponerme en contacto con ellos, pero, en vez de ayudarme, solo me dio un tutorial y me dijo que entendería cómo hacerlo una vez que lo viera. Pensé: “Si sigo sin entender después de ver el tutorial, ¿no deberías contarme el método de filmación directamente?”. Así que eché un vistazo por encima al tutorial y grabé dos videos sin prestar demasiada atención. Después, pensé: “¿Y si estudio mejor el tutorial e intento filmar de nuevo?”. Pero luego pensé: “Grabar un video lleva tiempo y esfuerzo. Además, después de grabarlo, necesitaré usar un software específico para componerlo y el efecto no se verá hasta que haya renderizado el video. Ahora no tengo el software, así que no podré ver el resultado final de la grabación. Aunque haga otra grabación, no podré saber si sirve o no. ¿Y si al final no sirve ninguna y perdí el tiempo? ¡No merece la pena! Mejor no grabo nada. Esperaré a que la supervisora me traiga el software y, entonces, veré cómo queda después de ver el efecto de la composición de los dos videos”. Por lo tanto, durante los días siguientes, no grabé ningún video. También pensé: “Si la supervisora dice que no he grabado suficientes videos, puedo usar esta excusa para engatusarla”. Más tarde, la supervisora vio que solo había grabado dos videos y escuchó las dudas que yo le planteé. Entonces, señaló: “Llevamos un mes hablando de grabar este material. Te enviamos el tutorial hace tiempo, donde puedes encontrar todas las respuestas a tus preguntas. Pero no lo estudiaste con atención y solo grabaste dos videos. Has avanzado muy lentamente”. En ese momento, discutí con ella por dentro: “Si me hubieras dado el software antes, ¿acaso no habría visto antes el efecto y habría grabado más pronto el video?”. Pero luego me di cuenta de que realmente había sido pasiva en mi deber, así que no discutí con ella. Más tarde, cuando me puse a ver el tutorial en serio, finalmente me di cuenta de que respondía a todas las dudas que había planteado y que incluso mencionaba con claridad que los dos videos que había hecho de manera superficial no eran adecuados. No me había percatado de eso porque no había estudiado el tutorial con atención. En cuanto a las partes que pensaba que eran difíciles, las habría entendido si me hubiera tomado el tiempo de repasar el tutorial con atención. No era tan difícil de aprender en absoluto. Si antes hubiera visto el tutorial con atención, habría aprendido las técnicas básicas de filmación y no estaría todavía, un mes después, sin poder grabar un buen video. Fue entonces cuando me di cuenta de que había estado haciendo las cosas de forma demasiado superficial.

Una noche, los supervisores vinieron de repente a ver a nuestro grupo y dijeron que iban a optimizar el equipo. Tras una evaluación exhaustiva, concluyeron que los resultados de mi deber no habían sido buenos y que mis habilidades técnicas no habían mejorado mucho, así que me retiraron de mis deberes. Al oír la noticia, me puse un poco triste, pero entendí que esta situación no había surgido sin razón alguna, que era seguro que me habían retirado por mis propios problemas y que debía someterme y reflexionar de forma adecuada sobre mí misma. Pensé en las palabras de Dios: “Ahora mismo siguen existiendo una gran variedad de problemas en muchos de los que cumplen con el deber. Algunas personas son siempre muy pasivas en su deber, siempre sentados y esperando y dependiendo de los demás. ¿Qué clase de actitud es esa? Es una irresponsabilidad. La casa de Dios ha dispuesto que desempeñes un deber y, sin embargo, lo meditas durante días sin hacer ningún trabajo concreto. No se te ve nunca por el lugar de trabajo y la gente no te encuentra cuando tiene problemas que ha de resolver. No has asumido este trabajo. Si un líder te pregunta sobre este, ¿qué vas a decirle? Ahora mismo no desempeñas ninguna clase de trabajo. Eres muy consciente de que es tu responsabilidad, pero no lo haces. ¿En qué estás pensando? ¿No haces trabajo alguno porque eres incapaz de hacerlo? ¿O solo se trata de avidez de comodidad? ¿Qué actitud tienes hacia tu deber? Solo hablas sobre letras y doctrinas y solo dices cosas que suenan bien, pero no haces ningún trabajo real. Si no quieres cumplir con tu deber, deberías dimitir. No mantengas tu posición y te quedes sin hacer nada allí. ¿Acaso hacer eso no es infligir daño al pueblo escogido de Dios y comprometer el trabajo de la iglesia? Por la forma en la que hablas, pareces entender todo tipo de doctrina, pero cuando se te pide que cumplas con un deber, eres superficial, y no eres en absoluto concienzudo. ¿Es eso gastarte sinceramente por Dios? No eres sincero respecto a Dios, pero finges sinceridad. ¿Eres capaz de engañarle? En tu forma de hablar parece haber una gran fe; te gustaría ser el pilar de la iglesia y su roca. Pero cuando cumples con un deber, eres más inservible que una simple cerilla. ¿No es esto engañar a Dios con los ojos abiertos de par en par? ¿Sabes lo que pasará contigo por intentar engañar a Dios? Te desdeñará y te descartará(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo una persona honesta puede vivir con auténtica semejanza humana). Las palabras de Dios me permitieron ver que ser demasiado pasiva en el deber y estar siempre a la espera, aguardando y dependiendo de los demás es una actitud irresponsable. En apariencia, lo que dicen suena bien, pero, cuando llega el momento de cumplir su deber, solo lo hacen por inercia, no son sinceros con Dios, no consiguen cumplir bien con los deberes que deben hacer y retrasan el trabajo de la iglesia. Si siguen así, Dios los acabará desdeñando y descartando. Lo que Dios expuso era el comportamiento que yo mostraba en mi deber. Cuando empecé a formarme en filmación, estaba muy decidida y decía que lo haría lo mejor posible. Sin embargo, en cuanto encontré dificultades en mi deber, empecé a hacer las cosas por inercia y no estaba dispuesta a complicarme la vida ni a soportar adversidades. Por ejemplo, cuando grabábamos escenas de luces y sombras, me parecía difícil y muy molesto buscar un sitio de rodaje adecuado, así que era escurridiza, le seguía la corriente al resto y me limitaba a esperar a que los hermanos y hermanas con los que colaboraba encontraran el lugar de rodaje para así poder seguirlos e ir a grabar lo que estaba listo. Más adelante, cuando hice un nuevo tipo filmación, pensé que estudiar el tutorial era demasiado engorroso y no estuve dispuesta a hacer el esfuerzo de aprender a grabar. En su lugar, esperé a que los demás me dijeran cómo hacerlo. Incluso cuando vi el tutorial, lo hice por inercia. Hasta intenté engañar a la supervisora y le di dos grabaciones que no cumplían con el estándar para intentar ocultar el hecho de que había sido escurridiza y holgazana, y que no había estudiado de verdad el tutorial. Al final, intenté poner excusas y echarle la culpa a la supervisora, y me quejé de que no me había dado el software para ver los resultados. Fui verdaderamente falsa e irresponsable. Yo misma había causado que me retiraran de mi deber. Al pensarlo, me arrepentí de cómo me había comportado y deseé cambiar mi actitud hacia mi deber.

Tres meses después, regresé al lugar donde había estado antes para cumplir mi deber. Estaba muy emocionada y sumamente agradecida a Dios por darme esa oportunidad. Más adelante, la supervisora nos pidió que reuniéramos distintas plantas para una grabación y fui capaz de hacerlo con diligencia. Algunas plantas eran difíciles de encontrar, así que confié en Dios, busqué información y colaboré con los hermanos y hermanas para encontrar el material. Sin embargo, uno no cambia su carácter corrupto tras solo experimentar una situación y, al cabo de un tiempo, volví a las andadas.

Una vez, teníamos que grabar unas imágenes de prendas de ropa y yo tenía que aprender algunas técnicas de iluminación, así como la forma de colocar la ropa y de capturar su textura. Me parecía difícil. Sobre todo, porque no tenía ninguna base en técnicas de iluminación para grabar ropa y tenía que empezar a aprender desde cero. Algunos de los tutoriales no servían para el tipo de grabación que teníamos que hacer, así que tenía que buscar los tutoriales adecuados a medida que los veía. Pensé: “Grabar este tipo de imágenes es demasiado extenuante mentalmente y, además, tengo otras cosas que hacer. ¿Por qué no dejo este rodaje para más adelante y me centro primero en lo demás? Así no estaré tan agotada mentalmente. Pero esta grabación es urgente; ¿no estaría mal si simplemente la ignoro? En todo caso, tengo que terminar las otras cosas cuanto antes. Posponer esta grabación no debería retrasar demasiado las cosas”. Así que me centré primero en otras cosas y, como consecuencia, retrasé el progreso del rodaje. Al final, me podaron y solo entonces me di prisa para hacer la grabación. Aproximadamente un mes después, la supervisora dijo que, por las necesidades del trabajo, había que volver a reducir el tamaño del equipo. Esta vez, aunque no me eliminaron durante la reducción del equipo, me pusieron bajo observación. Esta reducción me impactó mucho y sentí que era una advertencia de Dios. A partir de entonces, empecé a buscar conscientemente pasajes pertinentes de las palabras de Dios para resolver mis problemas.

Leí las palabras de Dios: “En la actualidad no hay muchas oportunidades para cumplir con un deber, así que debes aprovecharlas cuando puedas. Es precisamente cuando te enfrentas a un deber que debes esforzarte, entonces es cuando debes ofrecerte, gastarte por Dios, y cuando se te requiere que pagues el precio. No te guardes nada, no albergues ningún plan, no dejes ningún margen de maniobra, no te concedas una salida. Si dejas margen, eres calculador o escurridizo y holgazaneas, entonces estás destinado a hacer un trabajo deficiente. Supón que dices: ‘Nadie me ha visto escabullirme y holgazanear. ¡Qué bien!’. ¿Qué manera de pensar es esta? ¿Crees haber engañado a la gente y también a Dios? En realidad, no obstante, ¿sabe Dios lo que has hecho o no? Él lo sabe. De hecho, cualquiera que se relacione contigo durante un tiempo conocerá tu corrupción y vileza, y aunque no lo diga abiertamente, guardará sus valoraciones sobre ti en su corazón. Muchos han sido los desenmascarados y descartados porque tantos otros llegaron a comprenderlos. En cuanto otros desentrañaron su esencia, desenmascararon a esas personas por lo que eran y las expulsaron. Por lo tanto, persigan o no la verdad, las personas deben cumplir bien con su deber, lo mejor que puedan; deben emplear su conciencia para hacer cosas prácticas. Puede que tengas defectos, pero si puedes ser efectivo al cumplir tu deber, no serás descartado. Si siempre piensas que estás bien, que con seguridad no serás descartado, si sigues sin reflexionar ni tratar de conocerte a ti mismo, e ignoras tus tareas pertinentes, si siempre eres superficial, entonces, cuando el pueblo escogido de Dios se quede sin tolerancia hacia ti, te expondrá por lo que eres, y es muy probable que seas descartado. La razón es que todos te han calado y has perdido tu dignidad e integridad. Si nadie confía en ti, ¿acaso podría hacerlo Dios? Él escruta lo más profundo del corazón del hombre: no puede confiar en absoluto en una persona así. Si alguien es una persona indigna de confianza, en ninguna circunstancia le confíes una tarea(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. La entrada en la vida comienza con el cumplimiento del deber). Dios nos exige que seamos sinceros, que paguemos un precio y dediquemos todos nuestros esfuerzos a nuestros deberes. Si siempre era escurridiza, holgazana y hacía las cosas por inercia, aunque pudiera engañar a la gente por un tiempo, no podría engañar a Dios y, con el tiempo, los hermanos y hermanas me calarían y ya no confiarían en mí, por lo que perdería por completo mi integridad y mi dignidad. En función de mi comportamiento habitual, realmente no me merecía la confianza de nadie. Cada vez que enfrentaba un deber que requería que sufriera o pagara un precio, siempre tenía consideración con mi carne y urdía tramas. La iglesia me había encargado grabar unas imágenes, pero, cuando pensaba en que estudiar los tutoriales implicaría sufrir y pagar un precio, me parecía mentalmente agotador, dejaba de lado la grabación que había que hacer con urgencia y me ocupaba de otras cosas para que los demás no pensaran que estaba ociosa o dijeran que no tenía sentido de carga en mi deber. Pero, en realidad, sentía que hacer esa grabación sería demasiado agotador y solo quería encontrar una tarea más fácil que hacer. En realidad, no es que no pudiera hacer esa grabación; solo tenía que dedicar un poco de esfuerzo, pero no quería sufrir y, como resultado, retrasé el avance de la producción del video. Una persona que realmente es considerada con las intenciones de Dios puede compartir Sus preocupaciones y pensamientos en sus deberes. Cumple sus deberes con todo el corazón y todas sus fuerzas, según las exigencias de la casa de Dios, y no retrasa el trabajo de la iglesia. Pero yo no tenía en cuenta los intereses de la iglesia en absoluto ni pensaba en cómo grabar el material con rapidez ni en agilizar el progreso. Actuaba como si trabajara para los no creyentes, me limitaba a arreglármela cada día, era mera mano de obra, no tenía ninguna lealtad y mi comportamiento me echaba de las puertas la casa de Dios. Ya me habían retirado una vez de mi deber por ser escurridiza y holgazana, lo que había retrasado el deber, pero, aun así, seguía comportándome de esa manera. ¡Realmente no había conseguido estar a la altura de la intención de Dios! Con esa actitud hacia mis deberes, realmente carecía de humanidad y, si seguía así, ¿quién se atrevería a encomendarme algún deber? Ahora, la casa de Dios todavía me estaba dando una oportunidad de arrepentirme y, si no cambiaba, realmente sería descartada.

Más adelante, leí más de las palabras de Dios: “Mientras las personas no hayan experimentado la obra de Dios y no hayan comprendido la verdad, la naturaleza de Satanás es la que toma las riendas y las domina desde el interior. ¿Qué cosas específicas conlleva esa naturaleza? Por ejemplo, ¿por qué eres egoísta? ¿Por qué proteges tu propia posición? ¿Por qué tienes sentimientos tan fuertes? ¿Por qué te gustan esas cosas injustas? ¿Por qué te gustan esas maldades? ¿Cuál es la base para que te gusten estas cosas? ¿De dónde proceden? ¿Por qué las aceptas de tan buen grado? Para este momento, todos habéis llegado a comprender que esto se debe, principalmente, al veneno de Satanás que hay dentro del hombre. Entonces, ¿qué es el veneno de Satanás? ¿Cómo se puede expresar? Por ejemplo, si preguntas ‘¿Cómo debería vivir la gente? ¿Para qué debería vivir?’, te responderán: ‘Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda’. Esta sola frase expresa la raíz del problema. La filosofía y la lógica de Satanás se han convertido en la vida de las personas. Sea lo que sea lo que persiga la gente, lo hace para sí misma, por tanto solo vive para sí misma. ‘Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda’: esta es la filosofía de vida del hombre y también representa la naturaleza humana. Estas palabras se han convertido ya en la naturaleza de la humanidad corrupta y son el auténtico retrato de su naturaleza satánica. Dicha naturaleza satánica se ha convertido ya en la base de la existencia de la humanidad corrupta. La humanidad corrupta ha vivido según este veneno de Satanás durante varios miles de años y hasta nuestros días(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo caminar por la senda de Pedro). Mientras meditaba en las palabras de Dios, reflexioné sobre cómo había estado cumpliendo mis deberes de forma superficial y había sido escurridiza y holgazana, ya que vivía regida por el veneno satánico de “Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda”. Para proteger mis propios intereses carnales, elegía el camino más fácil y cómodo y, aunque las grabaciones para la producción del video fueran urgentes, las dejaba de lado y solo buscaba tareas más fáciles de hacer. Había sido verdaderamente artera y falsa. Además, al final, había retrasado el avance de la producción del video de los hermanos y hermanas. Pensaba que estaba siendo lista al actuar de esa manera, que evitaba el agotamiento y que me podaran, y que estaba dando gato por liebre a los demás, pero Dios escruta todas las cosas. Tenía aptitud, pero no me ocupaba de trabajo real y había intentado ser más lista que Dios. No había estado cumpliendo el deber que debía hacer ni había mostrado lealtad alguna. Me había convertido en una persona taimada, irresponsable e indigna de confianza. Me di cuenta de que el carácter justo de Dios no tolera ofensa y que, si seguía abordando mis deberes con esa actitud y no valoraba la oportunidad para arrepentirme que Dios me había dado, perdería realmente ese deber y Dios me detestaría aún más. Solo entonces pude ver que vivir según el veneno satánico de “Cada hombre para sí mismo, y sálvese quien pueda” era creerse lista. Al final, solo me perjudicaría a mí misma y Dios me acabaría revelando y descartando.

Más adelante, leí las palabras de Dios: “Cuando una persona acepta lo que Dios le encarga, Él tiene un estándar para juzgar si sus acciones son buenas o malas, si se ha sometido, si ha satisfecho las intenciones de Dios y si lo que hace es acorde al estándar. Lo que le importa a Dios es el corazón humano, no sus acciones superficiales. No es que Dios deba bendecir a alguien solo por hacer algo, independientemente de cómo lo haga. Este es un malentendido que las personas tienen respecto a Dios. Él no solo mira el resultado final de las cosas, sino que hace mayor hincapié en cómo es el corazón de una persona y cuál es su actitud durante el desarrollo de las cosas; y mira, asimismo, si hay sumisión, consideración, y el deseo de satisfacerlo en el corazón(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo I). “¿Cuáles son las manifestaciones de una persona honesta? Primero, no tener dudas acerca de las palabras de Dios. Esa es una de las manifestaciones de una persona honesta. Además de esto, la manifestación más importante es buscar y practicar la verdad en todo: esto es lo más crucial. Dices que eres honesto, pero siempre pasas por alto las palabras de Dios y simplemente haces lo que te parece. ¿Acaso es esa la manifestación de una persona honesta? Dices: ‘Aunque tengo poco calibre, tengo un corazón honesto’. Y, sin embargo, cuando te llega un deber te da miedo sufrir y asumir la responsabilidad si no lo haces bien, por eso pones excusas para evadir tu deber o sugieres que lo haga otro. ¿Es esta la manifestación de una persona honesta? Claramente, no lo es. Entonces, ¿cómo debería comportarse una persona honesta? Debe someterse a los arreglos de Dios, ser leal al deber que le corresponde cumplir y esforzarse por satisfacer las intenciones de Dios. Esto se manifiesta de diferentes maneras. Una es aceptar tu deber con un corazón honesto, no considerar tus intereses carnales, no ser desganado en él y no conspirar por tu propio bien. Estas son manifestaciones de honestidad. Otra es dedicar todo el corazón y todas tus fuerzas a cumplir bien con tu deber, haciendo las cosas en forma adecuada y poniendo el corazón y tu amor en el deber a fin de satisfacer a Dios. Estas son las manifestaciones que debería tener una persona honesta cuando cumple con su deber. Si entiendes y sabes qué hacer, pero no lo haces, entonces no estás poniendo todo tu corazón y tu fuerza en tu deber. En cambio, eres astuto y holgazaneas(La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Tercera parte). Las palabras de Dios me permitieron encontrar una senda de práctica. La actitud que uno debe tener cuando surge un deber es la de aceptar y someterse, reflexionando sobre cómo cumplirlo bien y con un corazón que considere y complazca a Dios. También entendí la razón por la que las personas honestas pueden practicar la verdad cuando enfrentan situaciones: es porque son puras y honestas, y no intentan ser escurridizas. Cuando surge un deber, escuchan, obedecen y lo cumplen según las exigencias de Dios. No piensan en sus propios intereses, pueden entregarse con todo el corazón y darlo todo para tratar de complacer a Dios. Desempeñar el deber de esta manera recibe la aprobación de Dios. Pero yo había sido realmente falsa, porque, cuando enfrentaba deberes, primero pensaba si mis intereses se verían perjudicados y, cuando veía algo que implicaba sufrimiento, aunque pudiera hacerlo, no lo hacía y siempre era escurridiza. Como consecuencia, el desempeño de mis deberes no cumplía con el estándar y cometía demasiadas transgresiones. Por lo tanto, me comprometí con Dios en mi corazón a que, cuando volviera a enfrentar dificultades en mis deberes, dejaría de lado mis intereses personales y haría todo lo posible por cumplir con mi parte primero. Si lo daba todo y, aun así, no lograba resolver el problema, entonces, pediría ayuda a los demás. De esta manera, al menos habría cumplido mi deber con diligencia.

Más adelante, teníamos que grabar unas imágenes que requerían filmar en 360 grados. Había un cuenco pequeño con una forma singular que se tambaleaba con facilidad, lo que dificultaba la grabación. Tras tratar en vano de usarlo varias veces, miré el reloj y vi que habían pasado dos horas, pero aún no había terminado de grabar. Me irrité mucho y me sentía muy reacia. Pensé: “A este ritmo, ¿cuánto más voy a tener que seguir grabando? Al final, puede que ni siquiera salga bien. En fin, ya lo he intentado varias veces, así que, si esta vez tampoco funciona, dejaré que las supervisoras graben la escena. Ellas tienen mejores habilidades que yo y deberían encargarse de filmar este tipo de tareas difíciles”. En ese momento, me di cuenta de que, una vez más, estaba intentando complacer mi carne y evitar las dificultades. De repente, pensé en lo que había leído durante mis prácticas devocionales matutinas sobre la enseñanza de Dios respecto a la cría de ovejas. Dios dice: “¿Por qué tendría que preocuparme por algo tan trivial como alimentar a las ovejas? Lo dispongo todo para vosotros, así que ¿por qué cuesta tanto haceros obedecer unas pocas palabras Mías? ¿Te he pedido que escales una montaña llena de clavos o que nades en un mar de fuego? ¿Tan difícil resulta ponerlo en práctica? ¿Acaso no es tu responsabilidad? Todo esto entra dentro de tus facultades, queda dentro del alcance de tus habilidades. No es demasiado pedir. ¿Cómo es que no eres capaz de lograrlo? ¿Dónde está el problema? ¿Te he pedido que construyas un arca? (No). Entonces, ¿qué tan grande es la diferencia entre lo que se te pidió hacer y construir un arca? Es enorme. La tarea que se te pidió llevar a cabo solo llevaría uno o dos días. Bastarían unas pocas palabras. Era factible. Construir el arca fue una empresa enorme, una empresa de 100 años. Me atrevo a decir que, si hubierais nacido en la misma época que Noé, ninguno de vosotros habría sido capaz de obedecer las palabras de Dios. Cuando Noé obedeció las palabras de Dios, cuando construyó el arca, paso a paso, tal y como le había ordenado Dios, vosotros seríais los que permanecieron a un lado, retrasando a Noé, burlándose, mofándose y riéndose de él. Pertenecéis por completo a ese tipo de persona. Carecéis totalmente de la actitud de obedecer y someteros. Al contrario, exiges que Dios te demuestre una gracia especial y que te bendiga y te esclarezca de manera especial. ¿Cómo puedes ser tan desvergonzado? ¿Qué me decís, cuál de las cosas de las que acabo de hablar es Mi responsabilidad? ¿Cuál tengo que hacer? (Ninguna). Todas estas cuestiones son asuntos humanos. No son de Mi incumbencia. Debería poder dejaros en paz. Entonces, ¿por qué tengo que involucrarme? No lo hago porque sea Mi obligación, sino por vuestro propio bien. A ninguno de vosotros os preocupa esto, ninguno de vosotros ha asumido esta responsabilidad, ninguno tiene estas buenas intenciones, así que tengo que esforzarme más al respecto. Lo único que se necesita es que obedezcáis y cooperéis, es muy simple, pero ni siquiera podéis hacer eso. ¿Sois siquiera humanos?(La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Digresión dos: Cómo obedecieron Noé y Abraham las palabras de Dios y se sometieron a Él (I)). Al meditar en las palabras de Dios, entendí que las tareas que Él nos encomienda están dentro de nuestras capacidades y que Él no nos hace exigencias exageradas. Fue por lo extremo de mi egoísmo y lo despreciable que era que no fui capaz ni de hacer lo que sí podía y que siempre pensaba en mí misma. ¡No tenía ningún sentido de carga hacia mi deber y realmente no me merecía ser llamada un ser humano! Entonces, pensé en cuando Dios le ordenó a Noé construir el arca. Noé escuchó las palabras de Dios y las puso en práctica de inmediato. Trató la comisión de Dios como la tarea más importante de su vida y, por muy difícil que fue, jamás se rindió. La actitud de Noé ante la comisión de Dios era digna de ser emulada. Luego, reflexioné sobre mí misma. Siempre quería echarme atrás cuando surgían dificultades y no quería sufrir ni pagar un precio. En comparación, ¡me sentí completamente avergonzada! Ahora, al enfrentar este tipo de dificultades, tenía que confiar en Dios para resolverlas. Si solo temía sufrir y dejaba todo en manos de las supervisoras, ¿no me convertiría entonces en un parásito que vive a expensas de la casa de Dios? Así que oré a Dios y le dije que, por muy difíciles que fueran las cosas, estaba dispuesta a rebelarme contra mi carne y a esforzarme por mejorar. Después de orar, me puse a grabar de nuevo y se me ocurrió un pequeño truco para evitar que el cuenco se tambaleara. Como consecuencia, terminé la grabación con rapidez. En ese momento, estaba muy emocionada y sentí que Dios había escuchado mi oración. Cuando estuve dispuesta a perseverar ante las dificultades, Dios me esclareció y me guio.

Al reflexionar sobre mis experiencias durante esa época, me arrepentí de haberme comportado de forma tan superficial y de haber sido escurridiza y holgazana. No solo había retrasado el progreso del trabajo, sino que también había perdido la oportunidad de practicar la verdad. Pensé en otros hermanos y hermanas que, al encontrar dificultades en sus deberes, oraban a Dios y reflexionaban sobre cómo cumplirlos bien. Como sus corazones estaban orientados hacia Dios, Él los esclarecía y guiaba, y no solo obtenían buenos resultados en sus deberes, sino que también mejoraban sus habilidades de filmación. A través de sus experiencias, también veían muchas de las obras de Dios, lo que aumentaba su fe en Él. Pero yo llevaba más de un año en el deber de filmación y, cuando me preguntaban qué había ganado en esa época, no sabía qué responder y siempre le pasaba las dificultades a los demás. Vi que ser escurridiza y holgazana es realmente perjudicial. A partir de entonces, supe que tenía que cambiar mi actitud hacia mis deberes. Cuanto más carecía en un ámbito, más debía aprender y formarme en ese ámbito. Sobre todo, cuando encontraba un tipo de trabajo por primera vez y no sabía nada al respecto, tenía que aprender más y poner el corazón en reflexionar sobre ello. Esto me permitiría mejorar mis habilidades profesionales y también cumplir bien con mis deberes para complacer a Dios. Más adelante, cuando volví a encontrar dificultades en mis deberes, consultaba más información para encontrar soluciones y, al hacer las cosas así, experimentaba la paz y la tranquilidad de cumplir mis deberes con todo el corazón. También me impulsó a aprender y a dominar algunas habilidades profesionales. Vi que afrontar dificultades es un medio para ser perfeccionada y también una oportunidad para experimentar la obra de Dios. Solo al cumplir mis deberes de esta manera puede mi corazón sentirse alegre y en paz. ¡Gracias a Dios!

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