Palabras diarias de Dios: La encarnación | Fragmento 103

11 Jul 2020

Tanto si en esta etapa Dios encarnado está soportando dificultades o desempeñando Su ministerio, lo hace para completar el sentido de la encarnación, porque esta es la última encarnación de Dios. Él sólo puede encarnarse dos veces. No puede haber una tercera ocasión. La primera encarnación fue masculina, la segunda fue femenina, y así la imagen de la carne de Dios se completa en la mente del hombre; además, las dos encarnaciones ya han terminado la obra de Dios en la carne. La primera vez, Dios encarnado poseyó una humanidad normal con el fin de completar el sentido de la encarnación. En esta ocasión también posee una humanidad normal, pero el significado de esta encarnación es diferente: es más profundo y Su obra tiene un sentido más profundo. La razón por la que Dios se ha hecho carne de nuevo es para completar el sentido de la encarnación. Cuando Dios haya terminado por completo esta etapa de Su obra, el sentido completo de la encarnación, es decir, la obra de Dios en la carne, estará completa, y ya no quedará más obra que realizar en la carne. Es decir, de ahora en adelante Dios ya no vendrá nunca más en la carne a realizar Su obra. Él sólo realiza la obra de la encarnación para salvar y perfeccionar a la humanidad. Dicho de otro modo, no es en absoluto habitual para Dios venir en la carne, excepto por el bien de la obra. Al venir en la carne a obrar, Él muestra a Satanás que Dios es una carne, una persona normal, una persona ordinaria, ¡y así puede reinar triunfante sobre el mundo, puede vencer a Satanás, redimir y conquistar a la humanidad! El objetivo de la obra de Satanás es corromper a la humanidad, mientras que el objetivo de Dios es salvar a la humanidad. Satanás atrapa al hombre en un abismo sin fondo, mientras que Dios lo rescata de él. Satanás hace que todas las personas lo adoren, mientras que Dios las somete a Su dominio, porque Él es el Señor de la creación. Toda esta obra se cumple por medio de las dos encarnaciones de Dios. Su carne es, en esencia, la unión de la humanidad y la divinidad, y posee una humanidad normal. Por tanto, sin la carne encarnada de Dios, Él no lograría los resultados en la salvación del hombre, y sin la humanidad normal de Su carne, Su obra en la carne no tendría éxito. La esencia de la encarnación de Dios es que Él debe poseer una humanidad normal; porque si fuera de otra forma, iría en contra del propósito original de Dios al encarnarse.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La esencia de la carne habitada por Dios

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