7. ¿Cómo conocer que Cristo es la verdad, el camino y la vida?
Versículos bíblicos como referencia:
“En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio con Dios” (Juan 1:1-2).
“Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros […] lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14).
“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6).
“Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Juan 6:63).
Las palabras relevantes de Dios:
El camino de la vida no es algo que cualquier persona pueda poseer, ni tampoco es algo que cualquier persona pueda conseguir con facilidad. Esto se debe a que la vida solo puede proceder de Dios, es decir, solo Dios mismo posee la esencia de la vida y solo Dios mismo tiene el camino de la vida. Y así, solo Dios es la fuente de la vida y el manantial del agua viva de la vida que siempre fluye. Desde que creó el mundo, Dios ha hecho una gran cantidad de obra que conlleva la vitalidad de la vida, ha hecho mucha obra que le aporta vida al hombre y ha pagado numerosos precios que permiten al hombre alcanzar la vida. Esto se debe a que Dios mismo es la vida eterna y Dios mismo es el camino por el cual el hombre puede resucitar. Dios nunca está ausente del corazón del hombre y vive entre las personas todo el tiempo. Es la fuerza que impulsa la vida del hombre, la raíz de la supervivencia humana y un rico recurso para su supervivencia después del nacimiento. Él hace posible que el hombre vuelva a nacer y le permite vivir con tenacidad en cada rol de su vida. Confiando en Su poder y Su fuerza de vida inextinguible, el hombre ha vivido generación tras generación, mientras el poder de la vida de Dios ha estado proporcionando apoyo entre los hombres de forma constante, y Dios ha pagado un precio que ningún hombre común ha pagado jamás. La fuerza de vida de Dios puede prevalecer sobre cualquier poder; es más, sobrepasa cualquier poder. Su vida es eterna, Su poder es extraordinario y Su fuerza de vida no puede ser aplastada por ningún ser creado ni fuerza enemiga. La fuerza de vida de Dios existe e irradia con un reluciente resplandor, independientemente del tiempo o el lugar. El cielo y la tierra pueden sufrir grandes cambios, pero la vida de Dios es la misma para siempre. Todas las cosas pueden pasar, pero la vida de Dios seguirá existiendo, porque Él es la fuente de la supervivencia de todas las cosas y la raíz de dicha supervivencia. La vida del hombre proviene de Dios, el cielo existe a causa de Dios, y la supervivencia de la tierra también emana del poder de la vida de Dios. Ninguna cosa que tenga vitalidad puede trascender la soberanía de Dios, y ninguna cosa que tenga vigor puede escapar al ámbito de Su autoridad. De esta manera, independientemente de quiénes sean, todas las personas se deben rendir ante el dominio de Dios, todas las personas deben vivir bajo el control de Dios y ninguna de ellas puede escapar de Sus manos.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna
Dios mismo es la vida y la verdad, Su vida y verdad coexisten. Los que no pueden obtener la verdad nunca obtendrán la vida. Sin la guía, el apoyo y la provisión de la verdad, solo obtendrás palabras, doctrinas e, incluso más, la muerte. La vida de Dios siempre está presente, Su verdad y vida coexisten. Si no puedes encontrar la fuente de la verdad, entonces no obtendrás el alimento de la vida; si no puedes obtener la provisión de vida, entonces, seguramente no tienes la verdad y, aparte de las nociones y figuraciones, la totalidad de tu cuerpo no será nada más que carne, tu apestosa carne. Debes saber que las palabras de los libros no cuentan como vida, los registros de la historia no se pueden consagrar como la verdad, y los preceptos del pasado no pueden servir como un registro de palabras actuales de Dios. Solo las palabras que Dios expresa cuando viene a la tierra y vive entre los hombres son la verdad, la vida, las intenciones de Dios y Su manera actual de obrar.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna
El Cristo de los últimos días trae la vida y el camino de la verdad, duradero y eterno. Esta verdad es el camino por el que el hombre obtendrá la vida, y el único camino por el cual el hombre conocerá a Dios y por el que Dios lo aprobará.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna
Esta vez, Dios viene a hacer la obra, no en un cuerpo espiritual, sino en uno muy corriente. Además, es el cuerpo de la segunda encarnación de Dios y también el cuerpo a través del cual Él regresa a la carne. Es una carne muy corriente. Al observarlo, no puedes ver nada en Él que lo haga resaltar entre los demás, pero puedes recibir de Él verdades que nunca antes se han oído. Tan solo esta carne insignificante es la personificación de todas las palabras de la verdad de Dios, la portadora de Su obra en los últimos días y la expresión por la cual el hombre entiende todo el carácter de Dios. ¿No deseas enormemente ver al Dios en el cielo? ¿No deseas enormemente entender al Dios en el cielo? ¿No deseas enormemente ver el destino de la especie humana? Él te contará todos estos secretos, secretos que ningún hombre ha sido nunca capaz de contarte, y Él te hablará también de las verdades que no entiendes. Él es tu puerta al reino y tu guía a la nueva era. Esta carne corriente contiene muchos misterios que son insondables para el hombre. Sus hechos son inescrutables para ti, pero la totalidad del objetivo de la obra que Él realiza es bastante para que puedas ver que Él no es simple carne como la gente cree, porque Él representa las intenciones de Dios en los últimos días, así como el cuidado de Dios hacia la especie humana en los últimos días. Aunque no puedes oír Sus palabras, que parecen sacudir los cielos y la tierra, aunque no puedes ver Sus ojos como llamas de fuego y aunque no puedes recibir la disciplina de Su vara de hierro, sí puedes oír en Sus palabras que Dios está siendo iracundo y saber que Dios está mostrando misericordia hacia la especie humana, así como ver Su carácter justo y Su sabiduría y, lo que es más, apreciar la preocupación que Él tiene por toda la especie humana. La obra de Dios en los últimos días consiste en permitir al hombre ver en la tierra al Dios del cielo vivir entre los hombres, y permitirle que lo conozca, se someta a Él, le tema y le ame. Por esta razón, Él ha regresado a la carne por segunda vez. […]
[…] El hecho de que hayáis llegado hasta hoy es gracias a esta carne. Tenéis la oportunidad de sobrevivir porque Dios vive en la carne. Todas estas bendiciones se han obtenido gracias a este hombre corriente. Y no solo esto, sino que, al final, toda nación adorará a este hombre corriente, y dará gracias y se someterá a este hombre insignificante, porque es la verdad, la vida y el camino que Él trajo lo que ha salvado a toda la humanidad, lo que ha mitigado el conflicto entre el hombre y Dios, lo que ha acortado la distancia entre ellos y lo que ha abierto una conexión entre los pensamientos de Dios y los del hombre. Él es también quien ha obtenido una gloria aún mayor para Dios. ¿Acaso no es tal hombre corriente digno de tu confianza y adoración? ¿No es apta esa carne común y corriente para ser llamada Cristo? ¿No puede ser ese hombre corriente la expresión de Dios entre los hombres? ¿No es ese hombre, que ha librado a la especie humana del desastre, digno de vuestro amor y de vuestro deseo de aferraros a Él? Si rechazáis las verdades pronunciadas por Su boca y detestáis Su existencia entre vosotros, ¿qué os sucederá al final?
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Sabías que Dios ha hecho algo grande entre los hombres?
Y sin embargo es esta persona ordinaria, escondida entre la gente, la que está haciendo la nueva obra de salvarnos. Él no nos ofrece explicaciones, ni nos dice por qué ha venido, sino que simplemente hace la obra que tiene la intención de hacer de acuerdo con Su plan y Su procedimiento. Sus palabras y declaraciones cada vez se hacen más frecuentes. De consolar, exhortar, recordar y advertir a reprochar y disciplinar; de un tono gentil y amable, a palabras que son feroces y majestuosas; todo hace que el hombre sienta gran misericordia y terror absoluto. Todo lo que dice da directamente en el clavo de los secretos que están profundamente escondidos dentro de nosotros; Sus palabras lastiman nuestros corazones, nuestros espíritus, y nos dejan llenos de una vergüenza insoportable, apenas sabiendo dónde escondernos. […]
Sin que nosotros lo sepamos, este hombre insignificante nos ha introducido en un paso tras otro de la obra de Dios. Sufrimos un sinnúmero de pruebas e innumerables reprensiones y somos probados por la muerte. Aprendemos del carácter justo y majestuoso de Dios; disfrutamos, también, Su bondad y misericordia, y llegamos a apreciar el gran poder y sabiduría de Dios; somos testigos de la hermosura de Dios y contemplamos la intención ansiosa de Dios de salvar al hombre. En las palabras de esta persona ordinaria, llegamos a conocer el carácter y la esencia de Dios, a entender las intenciones de Dios, a conocer la esencia-naturaleza del hombre, y a ver el camino de salvación y perfección. Sus palabras nos hacen “morir” y nos hacen “volver a nacer”; Sus palabras nos dan consuelo, pero también nos atormentan con la culpa y un sentimiento de deuda; Sus palabras nos dan alegría y paz, pero también nos causan infinito dolor. A veces somos como corderos en Sus manos, para que nos sacrifique cuando lo desee; a veces somos como la niña de Sus ojos y gozamos Su tierno amor; a veces somos como Sus enemigos, y ante Su mirada nos convertimos en ceniza por Su ira. Somos la raza humana a la que Él salvó; somos gusanos a Sus ojos, y somos las ovejas perdidas que noche y día se empeña en encontrar. Él es misericordioso con nosotros, nos detesta, nos levanta, nos consuela y nos exhorta, nos guía, nos esclarece, nos escarmienta y nos disciplina, y hasta nos maldice. Noche y día, nunca deja de preocuparse por nosotros y de protegernos y cuidarnos; nunca se aparta de nuestro lado. Derrama toda la sangre de Su corazón y paga todo el precio por nosotros. Dentro de las declaraciones de esta carne insignificante y corriente, hemos gozado la totalidad de Dios y contemplado el destino que Dios nos ha concedido. […]
Dios continúa con Sus declaraciones, y Él emplea diversos métodos y muchas perspectivas para advertirnos sobre qué debemos hacer, mientras que al mismo tiempo expresa la voz de Su corazón. Sus palabras llevan el poder de la vida, nos proveen del camino que debemos recorrer y nos permiten comprender cuál es exactamente la verdad. Nos empiezan a atraer Sus palabras, comenzamos a prestar atención al tono y la manera en la que habla, y subconscientemente comenzamos a tomar nota de la voz del corazón de esta persona desapercibida. Él pone todo Su corazón por nosotros, pierde el sueño y el apetito por nosotros, llora por nosotros, suspira por nosotros y gime en la enfermedad por nosotros; padece humillación por el bien de nuestro destino y salvación; y nuestra insensibilidad y rebeldía provocan lágrimas y sangre en Su corazón. Ninguna persona corriente tiene este ser y estas posesiones, y ningún ser humano corrupto los puede tener ni conseguir. Tiene una tolerancia y paciencia que no posee ninguna persona ordinaria, y Su amor no es algo que tenga ningún ser creado. Nadie excepto Él puede saber todos nuestros pensamientos, conocer nuestra naturaleza y esencia como la palma de la mano, juzgar la rebeldía y corrupción de la especie humana o hablarnos y obrar en nosotros así en nombre del Dios del cielo. Nadie aparte de Él posee la autoridad, la sabiduría y la dignidad de Dios; el carácter de Dios y Sus posesiones y Su ser se expresan en su totalidad en Él. Nadie salvo Él nos puede mostrar el camino y traernos la luz. Nadie salvo Él puede desvelar los misterios que Dios no ha dado a conocer desde la creación hasta el día de hoy. Nadie salvo Él nos puede salvar de la esclavitud de Satanás y de nuestro carácter corrupto. Él representa a Dios; expresa la voz del corazón de Dios, las exhortaciones de Dios y Sus palabras de juicio hacia toda la especie humana. Él ha abierto una nueva época, una nueva era, ha iniciado un nuevo cielo y una nueva tierra, una nueva obra, nos ha traído esperanza y ha puesto fin a la vida que llevábamos en un estado vago, permitiendo así a todo nuestro ser contemplar completamente la senda a la salvación. Él ha conquistado todo nuestro ser y ha ganado nuestro corazón. Desde ese momento en adelante, nuestro corazón ha tomado conciencia y nuestro espíritu parece haber sido revivido: esta persona común e insignificante, esta persona que vive entre nosotros y a la que hemos rechazado desde hace tanto tiempo, ¿no es este el Señor Jesús, que siempre está en nuestros pensamientos, despiertos o soñando, y a quien anhelamos noche y día? ¡Es Él! ¡Realmente es Él! ¡Él es nuestro Dios! ¡Él es la verdad, el camino y la vida! Él nos ha permitido vivir otra vez y ver la luz, y ha evitado que nuestro corazón se encuentre a la deriva. Hemos regresado a la casa de Dios, hemos regresado ante Su trono, estamos cara a cara con Él, hemos sido testigos de Su rostro, y hemos visto el camino que está por delante.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Apéndice IV: Contemplando la aparición de Dios en Su juicio y Su castigo
En la Era del Reino, Dios usa las palabras para dar paso a la nueva era, para cambiar los medios por los cuales Él obra y para llevar a cabo la obra de la era entera. Este es el principio por el cual Dios obra en la Era de la Palabra. Él se hizo carne y habla desde diferentes perspectivas, facilitando que el hombre vea realmente a Dios, quien es la Palabra manifestada en la carne, y que contemple Su sabiduría y Su maravilla. Dios obra de esta manera para lograr mejor los objetivos de conquistar a la gente, perfeccionarla y descartarla, que es el verdadero significado del uso de las palabras para obrar en la Era de la Palabra. A través de las palabras, las personas llegan a conocer la obra de Dios, Su carácter, la sustancia del hombre y aquello en lo que el hombre debe entrar. A través de las palabras, se logra toda la obra que Dios desea llevar a cabo en la Era de la Palabra. A través de las palabras, las personas son reveladas, descartadas y probadas. Las personas han visto estas palabras, han oído estas palabras y han reconocido su existencia. Como resultado, han llegado a creer en la existencia de Dios, en Su omnipotencia y sabiduría, así como en el corazón de Dios dispuesto a amar y salvar al hombre. El término “palabras” puede ser corriente y sencillo, pero las palabras procedentes de la boca del Dios encarnado sacuden el universo y transforman el corazón de las personas, sus nociones y su antiguo carácter, así como la apariencia que el mundo entero solía tener. A lo largo de las eras, solo el Dios de la actualidad obra de esta manera, y solo Él habla así y viene a salvar al hombre de ese modo. A partir de este momento, el hombre vive bajo la guía de las palabras de Dios, entre el pastoreo y la provisión de Sus palabras; la gente vive en el mundo de las palabras de Dios, entre las maldiciones y bendiciones de Sus palabras, y la mayoría vive bajo el juicio y el castigo de estas. Todas estas palabras y esta obra son en aras de la salvación del hombre, en aras del cumplimiento de la voluntad de Dios y en aras de cambiar el aspecto original del mundo de la antigua creación. Dios creó el mundo utilizando palabras, guía a todas las personas en el universo utilizando palabras, las conquista y las salva utilizando palabras, y al final Él utilizará palabras para llevar a la totalidad del mundo antiguo a su fin, completando así todo Su plan de gestión.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La Era del Reino es la Era de la Palabra
La Palabra se ha hecho carne y el Espíritu de la verdad se ha hecho realidad en la carne; toda la verdad, el camino y la vida han llegado en la carne, el Espíritu de Dios realmente ha llegado a la tierra y el Espíritu ha llegado en la carne. Aunque, superficialmente, esto difiere de la concepción del Espíritu Santo, en cuya obra se puede ver más claramente que el Espíritu ya se ha hecho realidad en la carne y, además, que el Verbo se ha hecho carne, y la Palabra ha aparecido en carne. Eres capaz de entender el verdadero significado de las palabras: “En el principio era el Verbo (la Palabra), y el Verbo (la Palabra) era con Dios, y el Verbo (la Palabra) era Dios”.* Además, debes entender que la Palabra de hoy es Dios, y ver la Palabra que se hacen carne. Este es el mejor testimonio que puedes dar. Esto demuestra que posees el verdadero conocimiento de que Dios se hizo carne; no solo eres capaz de conocer a Dios, sino que también eres consciente de que el camino que sigues hoy es el camino de vida y el camino de la verdad. La etapa de la obra que realizó Jesús solo cumplió con la esencia de “el Verbo era con Dios”: la verdad de Dios era con Dios y el Espíritu de Dios era con la carne y era inseparable de la carne. Es decir, la carne de Dios encarnado estaba con el Espíritu de Dios, que es una prueba mayor de que Jesús encarnado fue la primera encarnación de Dios. Esta etapa de la obra cumple precisamente el significado interno de “la Palabra se hace carne”, le da un significado más profundo a “el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”, y te permite creer firmemente en las palabras “en el principio era el Verbo”. Lo que es igual a decir que en el momento de la creación Dios poseía palabras, Sus palabras eran con Él y eran inseparables de Él, y en la era final deja aún más claro el poder y la autoridad de Sus palabras y permite al hombre ver toda Su Palabra, oír todas Sus palabras. Tal es la obra de la era final. Debes llegar a entender estas cosas de pies a cabeza. No se trata de conocer la carne, sino de cómo entiendes la carne y la Palabra. Este es el testimonio que debes dar, que todos deben conocer.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Práctica (4)
Mis palabras son la verdad que jamás cambia. Soy el suministro de vida para el hombre y la única guía para la raza humana. El valor y el significado de Mis palabras no se determinan basándose en si son reconocidas y aceptadas por el hombre, sino en la esencia de las palabras mismas. Incluso aunque ni una sola persona en esta tierra pudiera aceptar Mis palabras, el valor de Mis palabras y su ayuda para el hombre son inestimables para cualquier persona. Por lo tanto, cuando me enfrento con las muchas personas que se rebelan en contra de Mis palabras, las refutan o las desdeñan por completo, Mi actitud es simplemente esta: dejar que el tiempo y los hechos sean Mis testigos y demuestren que Mis palabras son la verdad, el camino y la vida. Dejar que demuestren que todo lo que he dicho es correcto y que eso es lo que el hombre debe poseer y, lo que es más, que eso es lo que el hombre debe aceptar. Voy a dejar que todos los que me siguen conozcan este hecho: los que no pueden aceptar completamente Mis palabras, los que no pueden practicar Mis palabras, los que no pueden encontrar un objetivo en Mis palabras y los que no pueden recibir la gracia de la salvación por causa de Mis palabras, son los que son condenados por Mis palabras y, lo que es más, son los que han perdido la gracia de Mi salvación y Mi vara nunca se apartará de ellos.
La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Deberíais considerar vuestros hechos