Estos días me encuentro muy mal y oro al Señor para que me cure, pero no he mejorado nada, involuntariamente, me quejo del Señor, y aunque sé perfectamente que esto es una conducta indebida, no la puedo evitar, por favor, ayúdenme a saber cómo debo experimentar al estar enfermo. (Parte 1)

7 May 2021

Las palabras relevantes de Dios:

¿Cuál es la fuente del sufrimiento del nacimiento, la muerte, la enfermedad y la vejez que los humanos soportan durante toda su vida? ¿Qué causó que comenzaran las personas a tener estas cosas? Los humanos no las tenían cuando fueron creados en el principio, ¿verdad? Entonces, ¿de dónde vinieron estas cosas? Surgieron después de que los humanos fueran tentados por Satanás y su carne se volviera degenerada. El dolor de la carne humana, sus aflicciones y su vacío, así como las extremadamente miserables desdichas del mundo humano solo sobrevinieron después de que Satanás hubiese corrompido a la humanidad. Después de que los humanos fuesen corrompidos por Satanás, este empezó a atormentarlos. El resultado fue que se volvieron cada vez más degenerados. Las enfermedades de la humanidad se volvieron más y más graves, y su sufrimiento se fue agravando. Cada vez más la gente sentía el vacío y la tragedia del mundo humano, así como la incapacidad de seguir viviendo en él, y sentía cada vez menos esperanza para el mundo. Así, Satanás hizo caer este sufrimiento sobre la humanidad.

Extracto de ‘El significado de que Dios pruebe el dolor mundano’ en “Registros de las pláticas de Cristo

Dios Todopoderoso, la Cabeza de todas las cosas, ejerce Su poder real desde Su trono. Él gobierna sobre el universo y sobre todas las cosas y nos está guiando en toda la tierra. Estaremos cerca de Él en todo momento, y vendremos delante de Él en quietud; sin perder nunca ni un solo momento, y con lecciones que aprender en cada instante. Todo, desde el ambiente que nos rodea hasta las personas, asuntos y cosas, existe con el permiso de Su trono. No dejes, bajo ninguna circunstancia, que surjan quejas en tu corazón, o Dios no concederá Su gracia sobre ti. Cuando la enfermedad llega, esto es el amor de Dios, y ciertamente alberga dentro Sus buenas intenciones. Aunque tu cuerpo padezca un poco de sufrimiento, no consideres las ideas de Satanás. Alaba a Dios en medio de la enfermedad y disfruta a Dios en medio de tu alabanza. No flaquees ante la enfermedad, sigue buscando una y otra vez y nunca te rindas, y Dios te iluminará con Su luz. ¿Cómo era la fe de Job? ¡Dios Todopoderoso es un médico omnipotente! Vivir en la enfermedad es estar enfermo, pero vivir en el espíritu es estar sano. Mientras tengas aliento, Dios no te dejará morir.

Dentro de nosotros tenemos la vida resucitada de Cristo. Indiscutiblemente, nos falta fe en la presencia de Dios: ojalá que Dios ponga la verdadera fe dentro de nosotros. ¡La palabra de Dios es verdaderamente dulce! ¡La palabra de Dios es medicina potente! ¡Avergüenza a los diablos y a Satanás! Comprender la palabra de Dios nos da apoyo. ¡Su palabra actúa rápidamente para salvar nuestros corazones! Disipa todas las cosas y pone todo en paz. La fe es como un puente de un solo tronco: aquellos que se aferran miserablemente a la vida tendrán dificultades para cruzarlo, pero aquellos que están dispuestos a sacrificarse pueden pasar con paso seguro y sin preocupación. Si el hombre alberga pensamientos asustadizos y de temor es porque Satanás lo ha engañado por miedo a que crucemos el puente de la fe para entrar en Dios. Satanás está intentando por todos los medios posibles enviarnos sus pensamientos. Debemos orar en todo momento para que Dios nos ilumine con Su luz, y siempre debemos confiar en Dios para purgar el veneno de Satanás que hay dentro de nosotros, practicar en nuestro espíritu en todo instante cómo acercarnos a Dios y dejar que Dios domine todo nuestro ser.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 6

¿Cómo se debe experimentar el comienzo de una enfermedad? Debes acudir ante Dios para orar y tratar de captar Su voluntad, y examinar qué hiciste mal o qué actitudes corruptas hay dentro de ti que eres incapaz de resolver. No puedes resolver tus actitudes corruptas sin dolor. La gente debe ser atemperada mediante el dolor; solo entonces dejarán de ser disolutos y vivirán ante Dios en todo momento. Cuando se enfrentan al sufrimiento, las personas siempre oran. No piensan en comida, ropa o diversión; oran en su corazón y examinan si han hecho algo malo durante este tiempo. La mayoría de las veces, cuando les sobreviene una enfermedad grave o inusual y esta les causa un gran dolor, esto no es algo que les suceda por accidente; tanto si estás enfermo como si estás sano, la voluntad de Dios está detrás de todo. Normalmente, cuando obra el Espíritu Santo sientes que todo está bien. Cuando gozas de buena salud, eres capaz de buscar a Dios, pero al comenzar las dificultades ya no puedes buscarlo o no sabes cómo hacerlo. Simplemente vives en medio de la enfermedad, pensando solo en cómo curarte para superarla más rápidamente. En esos momentos envidias a los que no están enfermos y deseas escapar de esa enfermedad en cuanto puedas, te hallas en un estado de ánimo negativo y hostil. A veces, la gente piensa para sí: “¿Ha causado esta enfermedad mi propia estupidez o está la voluntad de Dios detrás de ella?”. Algunas enfermedades son normales, como cuando te resfrías, sufres unos sofocos excesivos o tienes gripe. Pero en lo referente a cualquier enfermedad grave, cuando te sobreviene de la nada, la vida se vuelve insoportable; ese tipo de sensación o enfermedad no ocurre por accidente. Al inicio de la enfermedad o el dolor, ¿le oras a Dios y lo buscas? ¿Y acaso el Espíritu Santo meramente te ilumina y esclarece? Esa no es la única forma en que Él obra. ¿Cómo prueba Dios a las personas? ¿Acaso no las prueba haciéndoles padecer dolor? Donde hay pruebas, hay dolor, ¿cómo podría la gente sufrir sin pruebas? ¿Y cómo podría la gente cambiar sin sufrir? Cuando las pruebas van acompañadas de dolor, esa es la obra del Espíritu Santo. A veces Dios causa dolor a las personas, o de lo contrario no serían conscientes de la altura del cielo o de las profundidades de la tierra, y se volverían insolentes. En algunos asuntos, el mero hecho de confiar en la comunicación de la verdad no resolverá el problema. Otras personas te señalan tu problema, y tú mismo eres consciente de él, pero te resulta imposible cambiar. No importa cuánto confíes en tu fuerza de voluntad para ejercer autocontrol, quizás que incluso llegues a darte una bofetada en la cara y a golpearte en la cabeza, eso sigue sin resolver el problema, porque tu naturaleza sigue existiendo dentro de ti. Esta cosa está viva, es como los pensamientos vivos del hombre, y puede aparecer en cualquier momento. Entonces, ¿qué puedes hacer si es imposible de resolver? Las personas han de ser refinadas mediante ciertas enfermedades, y cuando han sido refinadas, hay quienes no pueden soportar el tormento y empiezan a orar y a buscar. Antes de enfermar, eres disoluto e insolente, pero la enfermedad hace que tu comportamiento sea bueno. ¿Podrías seguir siendo insolente? Cuando cada una de tus palabras es débil, ¿podrías seguir sermoneando a la gente, podrías seguir siendo arrogante? En esos momentos, no pides nada, solo que el dolor termine, y no piensas en qué comer, qué vestir, qué disfrutar. La mayoría de vosotros no habéis experimentado todavía tal sensación. Cuando lo hagáis, lo entenderéis.

A veces Dios te pone en ciertas situaciones, o utiliza a ciertas personas para tratarte, para hacerte sentir molesto, para enseñarte una lección; esa es la obra que hace Dios en la actualidad, es un aspecto de ella. Otro aspecto es que Dios causa dolor en tu carne. Es como cuando Pablo siempre decía que tenía una espina en la carne. ¿De qué espina estaba hablando? Era una enfermedad. Pablo conocía muy bien el motivo de su enfermedad: se debía a su carácter, a su naturaleza. Sin esa espina, si no estuviera afectado por la enfermedad, entonces en cualquier momento, en cualquier lugar, habría sido capaz de tratar de fundar su propio reino, pero cuando se sentía enfermo, se quedaba sin energías para hacerlo. Y así, la enfermedad es muy a menudo un “paraguas protector” para la gente. Si no estuvieras enfermo, si te encontraras en buena forma, quizás continuarías cometiendo algún mal o haciendo algún daño. Cuando eres insolente y disoluto, eres propenso a volverte irrazonable, y cuando causes problemas, lo lamentarás y lo que suceda ya no dependerá de ti. Una pequeña enfermedad es, por tanto, algo bueno que protege a la gente. Puede ser que te vuelvas capaz de resolver las dificultades de otras personas y que puedas también resolver los problemas con tu propio intelecto. Si tu enfermedad no mejora, entonces no hay nada que puedas hacer al respecto. Cuando enfermas, no depende de ti. Cuando enfermas y no mejoras hagas lo que hagas, entonces mereces ese dolor, así que no intentes escapar de él. Debes orar, buscar y someterte, y debes buscar las intenciones de Dios: “¡Oh, Dios! Sé que soy corrupto, que mi naturaleza es mala, que soy propenso a hacer cosas que se rebelan contra Ti y se oponen a Ti, cosas que te causan dolor y daño, así que es bueno que me hayas concedido esta enfermedad. Debo someterme a ella. Pero te pido que me esclarezcas, que me permitas conocer Tu voluntad y me hagas entender lo que cambiarías y perfeccionarías en mí. Solo te pido que me guíes, que me permitas entender la dirección de la senda de la vida humana, que me permitas entender esta verdad”. Debes buscar y orar. No te confundas pensando: “No es nada. Desde luego, no he ofendido a Dios”. No saques conclusiones tan a la ligera. Si Dios está realmente en tu corazón, entonces no dejarás escapar lo que te suceda. Orarás y buscarás, captarás la voluntad de Dios en todo lo que pase, y cuando Dios vea lo obediente que eres, aliviará poco a poco tu dolor.

Extracto de ‘Mira todas las cosas a través de los ojos de la verdad’ en “Registros de las pláticas de Cristo”

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