14. Principios de la aceptación del escrutinio de Dios

(1) Hay que aceptar el escrutinio de Dios al orarle. No hay que decir falsedades ni tratar de engañarlo, sino hablar exclusivamente de corazón, buscar la verdad y procurar comprender Su voluntad.

(2) Es preciso aceptar el escrutinio de Dios en el cumplimiento del deber, rendirle cuentas sobre el desempeño en el deber, rectificar las propias intenciones y poner fin al trabajo descuidado y negligente y a la astucia.

(3) Se ha de aceptar el escrutinio de Dios en todos los asuntos personales. Es preciso corregir aquellos que vulneren el principio-verdad, y arrepentirse ante Dios.

(4) Tanto delante de los demás como fuera de su vista, hay que ser capaz de llevar todo cuanto se hace ante Dios para someterse a Su examen. Es preciso contarle en oración los asuntos que sean desconocidos y buscar la verdad.

Las palabras relevantes de Dios:

¡Yo soy justo, soy digno de confianza y soy el Dios que examina lo más íntimo del corazón del hombre! Yo revelaré inmediatamente quién es verdadero y quién es falso. No os alarméis; todas las cosas obran de acuerdo con Mis tiempos. Quién me quiere sinceramente y quién no, yo os lo diré, uno por uno. Solo procurad comer y beber, y acercaros a Mí cuando vengáis a Mi presencia; y Yo mismo haré Mi obra. No estéis demasiado ansiosos por obtener resultados rápidos; Mi obra no es algo que pueda hacerse de golpe. En ella están Mis pasos y Mi sabiduría, y es por eso que Mi sabiduría puede revelarse. Yo os permitiré ver lo que hacen Mis manos: el castigo del mal y la recompensa del bien. Ciertamente, Yo no favorezco a nadie. A ti, que me amas sinceramente, Yo te amaré sinceramente, y en cuanto a aquellos que no me aman sinceramente, Mi ira estará siempre con ellos, de forma que puedan recordar por toda la eternidad que Yo soy el Dios verdadero, el Dios que examina lo más íntimo del corazón del hombre. No actúes de una manera frente a los demás, pero de otra a sus espaldas; Yo veo con claridad todo lo que haces y, aunque puedas engañar a los demás, no puedes engañarme a Mí. Lo veo todo claramente. No es posible que ocultes nada; todo está en Mis manos. No te creas tan inteligente por hacer que tus pequeños cálculos sean para tu beneficio. Yo te digo: no importa cuántos planes pueda incubar el hombre, aunque sean miles o decenas de miles, al final, no pueden escapar de la palma de Mi mano. Mis manos controlan todas las cosas y objetos, ¡y, ni hablar de una persona! No intentes evadirme u ocultarte; no trates de engatusarme o de esconderte. ¿Puede ser que aún no veas que Mi glorioso rostro, Mi ira y Mi juicio se han revelado públicamente? A aquel que no me quiera sinceramente, Yo lo juzgaré de inmediato y sin misericordia. Mi piedad ha llegado a su fin; ya no queda más. Ya no sean hipócritas y detengan sus comportamientos salvajes e imprudentes.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 44

Creer en Dios significa que todo lo que haces debe ser llevado delante de Él y sometido a Su escrutinio. Si lo que haces puede ser llevado delante del Espíritu de Dios, pero no delante de Su carne, esto muestra que no te has sometido al escrutinio de Su Espíritu. ¿Quién es el Espíritu de Dios? ¿Quién es la persona de quien Dios da testimonio? ¿No son la misma persona? La mayoría los ve como dos seres separados, pues creen que el Espíritu de Dios es el Espíritu de Dios y que la persona de quien Dios da testimonio es meramente, un humano. Pero ¿acaso no te equivocas? ¿En nombre de quién obra esta persona? Aquellos que no conocen a Dios encarnado no tienen entendimiento espiritual. El Espíritu de Dios y Su encarnación son uno porque el Espíritu de Dios se ha materializado en la carne. Si esta persona no es amable contigo, ¿será amable el Espíritu de Dios? ¿Acaso no estás confundido? Hoy, todos aquellos que no pueden aceptar el escrutinio de Dios no pueden recibir Su aprobación, y aquellos que no conocen a Dios encarnado no pueden ser perfeccionados. Mira todo lo que haces y ve si puede ser llevado delante de Dios. Si no puedes llevar delante de Dios todo lo que haces, esto muestra que eres un hacedor de maldad. ¿Pueden los hacedores de maldad ser perfeccionados? Todo lo que haces —cada acción, cada intención y cada reacción— debe ser llevado delante de Dios. Incluso tu vida espiritual diaria —tus oraciones, tu cercanía con Dios, cómo comes y bebes las palabras de Dios, tu comunicación con tus hermanos y hermanas y tu vida dentro de la iglesia, además de tu servicio en colaboración— puede ser llevado delante de Dios para Su escrutinio. Es esta práctica la que te ayudará a crecer en la vida. El proceso de aceptar el escrutinio de Dios es el proceso de la purificación. Cuanto más puedas aceptar el escrutinio de Dios, más eres purificado y más estás de acuerdo con la voluntad de Dios, de modo que no serás atraído hacia el libertinaje y tu corazón vivirá en Su presencia. Cuanto más aceptes Su escrutinio, mayor es la humillación de Satanás y tu capacidad de abandonar la carne. Así pues, la aceptación del escrutinio de Dios es una senda de práctica que las personas deben seguir. No importa lo que hagas, incluso cuando tienes comunión con tus hermanos y hermanas, si llevas tus actos delante de Dios y buscas Su escrutinio y tienes como meta obedecer a Dios mismo; esto hará que tu práctica sea mucho más correcta. Solo si llevas todo lo que haces delante de Dios y aceptas Su escrutinio, puedes ser alguien que vive en la presencia de Dios.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Dios perfecciona a quienes son conforme a Su corazón

Si deseas ser conforme al corazón de Dios, entonces debes tener un corazón que obedezca Su obra, debes esforzarte por buscar la verdad y aceptar el escrutinio de Dios en todas las cosas. ¿Acaso todo lo que haces ha pasado por el escrutinio de Dios? ¿Es correcta tu intención? Si tu intención es correcta, entonces Dios te elogiará; si tu intención es incorrecta, esto muestra que lo que tu corazón ama no es a Dios, sino a la carne y a Satanás. Por lo tanto, debes utilizar la oración como una forma de aceptar el escrutinio de Dios en todas las cosas. Cuando oras, aunque Yo no esté delante de ti en persona, el Espíritu Santo está contigo y estás orando tanto a Mí como al Espíritu de Dios. ¿Por qué crees en esta carne? Crees porque Él posee el Espíritu de Dios. ¿Creerías en esta persona si no tuviera el Espíritu de Dios? Cuando crees en esta persona, crees en el Espíritu de Dios. Cuando temes a esta persona, temes al Espíritu de Dios. La fe en el Espíritu de Dios es la fe en esta persona, y la fe en esta persona es también la fe en el Espíritu de Dios. Cuando oras, sientes que el Espíritu de Dios está contigo y que Dios está frente a ti; por lo tanto, oras a Su Espíritu. Hoy en día, la mayoría de las personas tienen demasiado temor a presentar sus acciones delante de Dios; aunque puedes engañar a Su carne, no puedes engañar a Su Espíritu. Cualquier asunto que no pueda resistir el escrutinio de Dios está en conflicto con la verdad y debe hacerse a un lado; no hacerlo así es cometer un pecado contra Dios. Así pues, debes poner tu corazón delante de Dios en todo momento: cuando oras, cuando hablas y te comunicas con tus hermanos y hermanas, y cuando llevas a cabo tu deber y te dedicas a tus asuntos. Cuando cumples con tus funciones, Dios está contigo y, siempre que tu intención sea correcta y sea para la obra de la casa de Dios, Él aceptará todo lo que hagas; debes dedicarte sinceramente a cumplir con tus funciones. Si, cuando oras, tienes amor por Dios en tu corazón y buscas el cuidado, la protección y el escrutinio de Dios, si todo esto es tu intención, tus oraciones serán eficaces. Por ejemplo, si, cuando oras en las reuniones, abres tu corazón y oras a Dios, y le dices lo que hay en tu corazón sin falsedades, entonces con toda seguridad tus oraciones serán eficaces.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Dios perfecciona a quienes son conforme a Su corazón

Tener una relación normal con Dios quiere decir ser capaz de no dudar y no negar nada de Su obra y ser capaz de someterse a ella. Eso significa tener las intenciones correctas en presencia de Dios, no hacer planes para ti mismo y tomar en consideración los intereses de la casa de Dios primero en todas las cosas; significa aceptar el escrutinio de Dios y obedecer Sus disposiciones. Debes poder aquietar tu corazón en presencia de Dios en todo lo que hagas. Incluso si no entiendes la voluntad de Dios, debes seguir cumpliendo tus deberes y responsabilidades lo mejor posible. Cuando la voluntad de Dios se te haya revelado, actúa conforme a ella y no será demasiado tarde. Cuando tu relación con Dios se haya vuelto normal, también tendrás relaciones normales con las personas. Todo se construye sobre la base de las palabras de Dios. Come y bebe las palabras de Dios, y luego pon en práctica Sus requisitos, corrige tus puntos de vista y evita hacer cualquier cosa que se resista a Dios o perturbe a la iglesia. No hagas nada que no beneficie la vida de tus hermanos y hermanas; no digas nada dañino para los demás ni hagas nada vergonzoso. Sé justo y honorable en todo lo que hagas y asegúrate de que cada acción sea presentable delante de Dios. Aunque la carne pueda algunas veces ser débil, debes poder ser capaz de poner los intereses de la familia de Dios en primer lugar, sin ambición de obtener un beneficio personal, y debes poder ser capaz de actuar de manera justa. Si puedes practicar de esta manera, entonces tu relación con Dios será normal.

En todo lo que hagas, debes examinar si tus intenciones son correctas. Si puedes actuar conforme a los requisitos de Dios, entonces tu relación con Dios es normal. Este es el estándar mínimo. Observa tus intenciones, y si descubres que han surgido intenciones incorrectas, dales la espalda y actúa conforme a las palabras de Dios; así te convertirás en alguien que es correcto delante de Dios, que a la vez demuestra que su relación con Dios es normal, y que todo lo que haces es en aras de Dios y no en aras de ti. En todo lo que hagas y digas, sé capaz de enderezar tu corazón y sé justo en tus acciones y no te dejes llevar por tus emociones ni actúes conforme a tu propia voluntad. Estos son principios por los cuales los que creen en Dios deben conducirse.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Cómo es tu relación con Dios?

Cuando alguien te vigila u observa, o te hace preguntas en profundidad para tratar de conversar contigo de corazón a corazón y averiguar tu estado durante este tiempo; e incluso a veces, cuando su actitud es algo más dura y te trata y poda un poco, te disciplina y te reprueba, hace todo esto porque tiene una actitud consciente y responsable hacia el trabajo de la casa de Dios. No deberías albergar pensamientos ni sentimientos negativos al respecto. Que puedas aceptar la vigilancia, observación e indagación de la gente significa que, en tu interior, aceptas el escrutinio de Dios. Si no aceptas la vigilancia, observación e indagación de la gente, si te resistes a todo esto, ¿puedes aceptar el escrutinio de Dios? El escrutinio de Dios es notablemente más detallado, profundo y severo; lo que pide Dios es notablemente más específico, exigente y profundo que esto. Entonces, si no eres capaz de aceptar esto de la gente, ¿no son vacías tus afirmaciones de que puedes aceptarlo de Dios? Así pues, para que alguien pueda aceptar el escrutinio y el examen de Dios, primero ha de ser capaz de aceptar la vigilancia de la casa de Dios, de los líderes y obreros y de los hermanos y hermanas.

La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros

Con independencia de que la gente entienda o no la verdad, bajo ningún concepto debe hacer cosas malas, actuar movido por la ambición ni esperar salirse siempre con la suya, pues Dios vigila toda la tierra. ¿Qué abarca “toda la tierra”? Tanto lo material como lo inmaterial. No evalúes a Dios, Su autoridad y omnipotencia con tu mente. No hagas nada ignorante ni depravado; tarde o temprano, las acciones depravadas recibirán retribución, hasta el día en que Dios te desenmascare y hayas de aceptar las consecuencias. Así pues, hay ciertos asuntos en los que más te vale cumplir las palabras de Dios y tratar de descubrir y reflexionar tú mismo sobre estos problemas antes de que Dios te desenmascare. Primero intenta resolverlos tú solo, no esperes a que Dios te desenmascare. Y cuando lo hace, ¿no te vuelves pasivo? ¿Sigues teniendo valor? ¿Cambia tu valor, tu consideración a ojos de Dios, desde que Él comienza a escrutarte hasta que te desenmascara? ¿Cuánto cambia? Mientras Dios te escruta, te da oportunidades y deposita grandes esperanzas en ti hasta el día en que te desenmascara, momento en el que son muy distintas Sus esperanzas para ti y las oportunidades que te da. ¿Qué te acarreará esta diferencia? En circunstancias menos graves podrías convertirte en uno de esos que, en el corazón de Dios, son despreciados y están a punto de ser arrinconados. ¿Qué significa “ser arrinconado”? Significa ser mantenido a distancia en observación. ¿Y qué pasa en circunstancias graves? Dice Dios para Sí: “Esta persona es un despojo, ni siquiera es apta para prestar servicio. ¡Jamás la salvaré!”. Una vez que esto se convierte en el propósito de Dios, estás acabado. No sirve de nada mostrarse demasiado servil entonces; Dios ya te ha dado suficientes oportunidades e, incluso así, no has llegado arrepentirte en ningún momento. Te has pasado de la raya. Entonces, independientemente de los problemas que haya en ti, o de qué clase de corrupción expongas, debes reflexionar y conocerte a ti mismo al leer las palabras de Dios, al escuchar los sermones o cuando los hermanos y hermanas te hagan comentarios. Debes aceptar el escrutinio de Dios y presentarte ante Él para pedirle esclarecimiento e iluminación. No importa cómo lo hagas, lo mejor es que identifiques de antemano tus problemas y sepas reflexionar y arrepentirte sin demora. Hagas lo que hagas, no esperes a ser expuesto por Dios, pues entonces tu remordimiento llegará demasiado tarde.

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Son malvados, insidiosos y mentirosos (I)

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