Qué es un líder falso o un pastor falso y cómo se les puede discernir

23 Sep 2019

Las palabras relevantes de Dios:

La obra de un obrero calificado puede llevar a las personas al camino correcto y concederles una mayor entrada a la verdad. Su obra puede llevar personas delante de Dios. Además, la obra que hace puede variar de individuo a individuo y no está sujeta a reglas, lo que permite a las personas libertad y liberación, y la capacidad de crecer poco a poco en la vida y tener una entrada más profunda en la verdad. La obra de un obrero no calificado se queda demasiado corta; su obra es necia. Solo puede llevar a las personas a las reglas, y lo que demanda de las personas no varía de individuo a individuo; no obra de acuerdo con las necesidades reales de las personas. En este tipo de obra hay demasiadas reglas y demasiadas doctrinas y esto no puede llevar a las personas a la realidad o a la práctica normal del crecimiento en la vida. Solo les puede permitir adherirse a unas cuantas reglas inútiles. Este tipo de guía solo puede llevar a las personas a descarriarse. Te guía para que te vuelvas como él; te puede llevar a lo que él tiene y es. Para que los seguidores disciernan si los líderes están calificados, la clave es examinar el camino por el que lideran y los resultados de su obra, y ver si los seguidores reciben principios de acuerdo con la verdad, y si reciben los caminos de práctica adecuados para su transformación. Debes distinguir entre la diferente obra de diferentes tipos de personas; no debes ser un seguidor necio. Esto afecta la cuestión de la entrada de las personas. Si no eres capaz de distinguir el liderazgo de qué persona tiene un camino y cuál no, te engañarán fácilmente. Todo esto tiene relación directa con tu propia vida.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra de Dios y la obra del hombre

La obra en la mente del hombre es demasiado fácil de lograr para él. Los pastores y los líderes en el mundo religioso, por ejemplo, confían en sus dones y posiciones para hacer su obra. Las personas que los siguen mucho tiempo se van a infectar con sus dones y van a ser influidas por algo de su ser. Se enfocan en los dones, habilidades y conocimiento de las personas, y prestan atención a cosas sobrenaturales y a muchas doctrinas profundas pero poco realistas (por supuesto, estas doctrinas profundas son inalcanzables). No se enfocan en los cambios en el carácter de las personas, sino en entrenar a las personas para predicad y obrar, mejorar su conocimiento y sus abundantes doctrinas religiosas. No se enfocan en qué tanto cambia el carácter de las personas ni tampoco en qué tanto las personas entienden la verdad. No se interesan en la esencia de las personas, y mucho menos tratan de conocer sus estados normales y anormales. No contraatacan las nociones de las personas ni tampoco ponen de manifiesto sus nociones, y mucho menos podan sus deficiencias o corrupciones. La mayoría de los que los siguen sirven con sus dones, y lo único que publican son nociones religiosas y teorías teológicas que están alejadas de la realidad y son completamente inútiles para dar vida a las personas. De hecho, la esencia de su obra es alimentar el talento, alimentar a una persona sin nada para ser un talentoso graduado del seminario que después va a hacer la obra y liderar.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra de Dios y la obra del hombre

Como líderes y obreros en la iglesia, si queréis guiar al pueblo escogido de Dios a la realidad-verdad y servir como testigos de Dios, lo más importante que debéis tener es un entendimiento más profundo del propósito de Dios en la salvación de las personas y el propósito de Su obra. Debes entender la voluntad de Dios y Sus diversas exigencias a las personas. Debes ser práctico en tus esfuerzos; practica tan sólo aquello que entiendes y comunica sólo sobre lo que conoces. No te jactes, no exageres y no hagas observaciones irresponsables. Si exageras, las personas te detestarán y te sentirás reprobado después; sencillamente, esto es demasiado inadecuado. Cuando provees la verdad a otros, no tienes necesariamente que tratarlos o regañarlos con el fin de que alcancen la verdad. Si tú mismo no tienes la verdad, y solo tratas y regañas a los demás, te temerán, pero eso no significa que entiendan la verdad. En alguna obra administrativa, está bien que trates a otros, los podes y los disciplines hasta cierto grado. Pero si no puedes proveer la verdad, sólo sabes ser autoritario y reprender a otros, tu corrupción y tu fealdad se revelarán. Con el paso del tiempo, conforme las personas no puedan obtener de ti provisión de vida ni cosas prácticas, acabarán detestándote y sintiendo repulsión hacia ti. Los que carecen de discernimiento aprenderán cosas negativas de ti; aprenderán a tratar a otros y a podarlos, a enfadarse y a perder los estribos. ¿No equivale esto a guiar a otros hacia la senda de Pablo, hacia la senda que va a la perdición? ¿No es eso una fechoría? Tu obra debería centrarse en comunicar la verdad y proveer vida a las personas. Si lo único que haces es tratar y reprender ciegamente a otros, ¿cómo llegarán a entender la verdad? Conforme pase el tiempo, las personas verán quién eres realmente, y te abandonarán. ¿Cómo puedes esperar traer a otros delante de Dios de esta forma? ¿Cómo se realiza así la obra? Perderás a todo el mundo si sigues obrando de esta manera. ¿Qué obra esperas cumplir en cualquier caso? Algunos líderes no tienen capacidad para comunicar la verdad para resolver los problemas. Por el contrario, tratan a los demás sin reflexionar y hacen alarde de su poder para que los demás lleguen a tenerles miedo y a obedecerlos; esas personas forman parte de los falsos líderes y los anticristos. Aquellos cuyo carácter no se ha transformado son incapaces de llevar a cabo la obra de la iglesia y de servir a Dios.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo aquellos con la realidad-verdad pueden liderar

Muchas personas, a Mis espaldas, codician la bendición del estatus, se dan atracones de comida, aman dormir y se preocupan por la carne, siempre temerosas de que la carne no tenga salida. No desarrollan su función correcta en la iglesia, sino que gorronean de la iglesia, o bien amonestan a los hermanos y hermanas con Mis palabras, tratan despóticamente a los demás desde posiciones de autoridad. Estas personas siguen diciendo que están haciendo la voluntad de Dios y siempre dicen que son íntimas de Dios; ¿no es esto absurdo? Si tienes las intenciones correctas, pero eres incapaz de servir de acuerdo con la voluntad de Dios, entonces estás siendo insensato, pero si tus intenciones no son correctas, y sigues diciendo que sirves a Dios, eres alguien que se opone a Dios, ¡y deberías ser castigado por Él! ¡No tengo simpatía por tales personas! En la casa de Dios gorronean, codiciando siempre las comodidades de la carne, y no consideran los intereses de Dios. Siempre buscan lo que es bueno para ellas y no prestan atención a la voluntad de Dios. No aceptan el escrutinio del Espíritu de Dios en nada de lo que hacen. Siempre están maniobrando y engañando a sus hermanos y hermanas, y son falsas, como un zorro en una viña, siempre robando uvas y pisoteando la viña. ¿Pueden ser tales personas íntimas de Dios? ¿Eres apto para recibir las bendiciones de Dios? No asumes cargas para tu vida y para la iglesia; ¿eres apto para recibir la comisión de Dios? ¿Quién se atrevería a confiar en alguien como tú? Cuando sirves así, ¿podría atreverse Dios a confiarte una tarea mayor? ¿No causaría esto retrasos en la obra?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Cómo servir en armonía con la voluntad de Dios

Si alguien que ejerce de líder tiene la capacidad de entender las palabras de Dios y calibre para comprender la verdad, no solo puede entender las palabras de Dios y entrar en la realidad de estas, sino que también puede aconsejar, guiar y ayudar a aquellos a quienes dirige para que comprendan las palabras de Dios y entren en su realidad. Dicho calibre, sin embargo, es justo aquello que les falta a los falsos líderes. Estos no entienden las palabras de Dios ni saben a qué estados se refieren, qué estados exponen como aquellos en los que la gente revela su carácter corrupto ni en cuáles nacen la oposición y los agravios contra Dios, las motivaciones del hombre, etc. No saben evaluar las cosas con las palabras de Dios y simplemente comprenden algunas palabras, normas y consignas a un nivel superficial de Sus palabras. Cuando enseñan a los demás, memorizan un pasaje de las palabras de Dios y luego explican su significado superficial. A esto nada más se limitan el entendimiento, conocimiento y aceptación de las palabras de Dios por parte de los falsos líderes. Carecen de la capacidad para comprender las palabras de Dios. Solamente entienden el enunciado y significado de estas palabras hasta donde es evidente para todo el mundo a nivel literal, y con ello creen haberlas entendido y aprendido. Asimismo, utilizan el significado literal de las palabras de Dios para reprender y “ayudar” a otros en la vida diaria, pues creen que así hacen su trabajo, que guían a la gente para que coma y beba de las palabras de Dios y entre en la realidad de estas. Los falsos líderes suelen hablar de las palabras de Dios con otras personas y se las transmiten de varias maneras diciéndoles que coman y beban tal o cual pasaje de ellas cuando se encuentren con tal o cual problema. Cuando la gente malinterpreta a Dios, le dicen: “Mira, las palabras de Dios son muy claras y comprensibles al respecto. ¿Cómo es posible que, sin embargo, hayas malinterpretado a Dios? ¿No nos piden las palabras de Dios que acatemos esto y aquello y tal o cual?”. Así enseñan a la gente a comprender las palabras de Dios y a entrar en ellas. Guiadas por ellos, muchas personas logran ser capaces de recitar las palabras de Dios y de recordar algunas de ellas ante un problema. Ahora bien, por mucho que lean y reciten, siguen ignorando a qué aluden las palabras de Dios. Cuando están verdaderamente acosadas por la adversidad o tienen ciertas dudas, las palabras de Dios que conocen y recuerdan no pueden resolverles sus dificultades. Esto ilustra un problema: las palabras de Dios que comprenden son simple doctrina, meras normas de determinado tipo; no son la realidad ni la verdad. Por lo tanto, la manera que tienen los falsos líderes de guiar a la gente para que coma y beba de las palabras de Dios y entre en la realidad de estas se limita a enseñarle su significado literal; no le permite obtener esclarecimiento de ellas ni puede darle a conocer qué actitudes corruptas alberga en su interior. Los falsos líderes no entienden nada de lo siguiente: el carácter y esencia que se revelan en la gente cada vez que le sucede algo y cómo se pueden corregir con las palabras de Dios; cuáles son los estados de la gente cada vez que le suceden esas cosas, cómo se pueden corregir dichos estados y lo que dicen las palabras de Dios al respecto; lo que estas exigen; cuáles son los principios y qué verdad contienen. No hacen más que exhortar a la gente: “Come y bebe más de las palabras de Dios. Las palabras de Dios contienen la verdad y, si las escuchas más, con el tiempo entenderás la verdad. Los fragmentos clave de las palabras de Dios son precisamente los que no entiendes, por lo que debes orar más, buscar más, escuchar más y meditar más”. Los falsos líderes no dejan de insistir en esas exhortaciones. Cada vez que surge determinado tipo de problema, dicen lo mismo, y después la gente sigue sin reconocer la esencia del problema y sin saber practicar las palabras de Dios; tan solo obedece literalmente las normas y el significado de Sus palabras, pero en lo referente a los principios de la verdad de practicar las palabras de Dios y a la realidad que exige la verdad, no entiende nada.

La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros

Los falsos líderes nunca son capaces de captar la esencia de los diversos estados y manifestaciones que muestran distintos tipos de personas en distintas situaciones, ni saben resolver nunca los problemas derivados de esto. Como no comprenden la verdad, identifican erróneamente a las personas y van por libre al considerar a quienes están débiles temporalmente o negativos ocasionalmente unos traidores, unos cumplidores hipócritas del deber y unos incrédulos; mientras tanto, a esos incrédulos de talento superficial, capacitados para pequeños trabajos sencillos y para esforzarse poco son a los que dan mucho apoyo y tratan de mantener en la iglesia. ¿Esto no es ir por libre? Y, ¿cómo es posible que los falsos líderes vayan por libre? Les falta capacidad para comprender las palabras de Dios y no entienden la verdad, por lo que, cuando les ocurren distintas cosas, aplican esa pequeña parte, sumamente superficial, de la verdad que entienden y, como insisten en tratar de aplicarla, no hacen más que provocar interrupciones y perturbación. Muchas veces, no solo no resuelven las dificultades de la gente para entrar en la vida, sino que tampoco la levantan desde la debilidad hacia la fortaleza, por lo que algunas personas que tenían fe y convicción verdaderas para esforzarse por Dios se vuelven débiles y lo malinterpretan a Él, mientras que los incrédulos que no desean cumplir con el deber en la casa de Dios malinterpretan a esta y creen que se está aprovechando de ellos obligándolos a servir, como si en la casa de Dios no hubiera nadie con talento y fuera imposible encontrar a alguien adecuado. Ese es el efecto colateral del trabajo de los falsos líderes. ¿Por qué ocurre todo esto? Ocurre porque no comprenden la verdad y solamente son capaces de recordar palabras y frases serias. Ellos mismos no tienen experiencia, conocimiento ni percepción reales de la verdad y, en definitiva, cuando se encuentran con un problema, simplemente saben repetir como loros algunas palabras: “Ama a Dios, sé honesto, obedece y sométete cuando te suceda algo, ejecuta bien tu deber; ¡has de tener lealtad, renunciar a la carne, esforzarte por Dios!”. Con esas consignas vacías adornan su vida y esperan influir también en otros. Sin embargo, ¿qué resultado da esto? No cambia nada. Así pues, los falsos líderes no pueden resolver satisfactoriamente las dificultades de la gente para entrar en la vida. No pueden resolver el sinfín de problemas que afronta la gente.

La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros

Los falsos líderes suelen decir cosas aparentemente correctas a simple vista para confundir y engañar al pueblo, lo que a su vez repercute negativamente en la entrada en la vida de esas personas. También acarrea consecuencias que no deberían producirse jamás. Las supuestas máximas y expresiones espirituales de los falsos líderes se pueden denominar herejías y falacias. A primera vista no parecen tener nada de malo, pero en realidad sirven para obstaculizar, interrumpir y confundir al pueblo en su entrada en la vida y en cuanto a la senda que sigue. Consiguen, incluso, que algunas personas malinterpreten a Dios, duden de Sus palabras y se opongan a ellas. Estos son los efectos de las palabras de los falsos líderes en el pueblo. Los falsos líderes utilizan esas herejías y falacias para guiar a los demás, de modo que, a la vez que estas personas siguen a Dios, dan lugar continuamente a nociones, resistencia y dudas acerca de Él. Así, con la confusión e influencia de los falsos líderes, se afianza una nueva religión. Esta nueva religión es como el cristianismo de hace 2.000 años, que solo defendía palabras y enseñanzas humanas, como las de Pablo u otros discípulos, sin atenerse al camino de Dios. Lo que hacen los falsos líderes es engañar e impedir que el pueblo tome la senda normal y adecuada de búsqueda de la verdad. Lo sacan de la senda correcta de búsqueda de la verdad y lo llevan a una senda seudoespiritual, a una fe de tipo religioso. Cuando el pueblo está confundido, dirigido y guiado por falsos líderes, se inventa constantemente teorías, máximas, acciones o perspectivas que no tienen nada que ver con la verdad aunque parezcan totalmente correctas. Estas cosas están en total desacuerdo con la verdad y son absolutamente ajenas a ella. Sin embargo, guiados por los falsos líderes, todos las consideran la verdad y creen erróneamente que en realidad lo son. Piensan que alguien que hable bien, tenga fe de corazón y la profese de palabra es una persona que ha recibido la verdad. Engañado por estas ideas y estos puntos de vista, el pueblo no solo se vuelve incapaz de entrar en la verdad-realidad o en las palabras de Dios, de ponerlas en práctica o de vivir inmersa en ellas, sino que termina alejándose cada vez más de ellas. Parece hacerlo todo de acuerdo con las palabras de Dios, pero estas supuestas palabras de Dios no guardan relación alguna con las exigencias y la voluntad de Dios. No guardan relación con los principios-verdad. Entonces, ¿con qué guardan relación? Con las enseñanzas, las intenciones y los deseos y el entendimiento personales de los falsos líderes. Su manera de liderar introduce a más gente en ritos religiosos y normas férreas, en la mera doctrina literal, en el conocimiento y la filosofía. Aunque, a diferencia de los anticristos, los falsos líderes no llevan a los demás ante ellos ni ante Satanás, estas herejías y falacias se apoderan del corazón del pueblo de todos modos. Cuando el pueblo, consumido por estas herejías y falacias, cree erróneamente que ya ha recibido la vida, se vuelve un auténtico enemigo acérrimo de la verdad, de las palabras de Dios y de lo que Dios exige.

La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros

Los falsos líderes nunca enseñan ni buscan los principios-verdad; no los entienden aunque finjan entenderlos ni los asimilan aunque finjan asimilarlos. Son manifiestamente incapaces de llevar a cabo el trabajo de liderar, no captan los asuntos espirituales, solo comprenden superficialmente la verdad y no pueden alcanzar el punto en que es posible entender los principios-verdad; sin embargo, fingen que los entienden, que los asimilan. Cuando trabajan, a menudo guían a ciegas o se limitan a seguir las reglas; aparentan estar ocupados, pero su trabajo no da ningún resultado que valga la pena reseñar. Como estos falsos líderes no entienden los principios-verdad y suelen limitarse a seguir las reglas y a apoyarse en nociones y fantasías, esto conlleva un progreso deficiente y ningún resultado importante en los diversos proyectos de trabajo de los que son responsables; la mayoría de aquellos a quienes lideran no comprenden la voluntad de Dios ni los principios-verdad que se supone debe seguir el trabajo. Lo único que entienden la mayoría de aquellos a quienes lideran es: “Hemos de ser conscientes de la voluntad de Dios”, “debemos ser fieles en el cumplimiento del deber”, “debemos saber cómo orar cuando nos suceda algo”, “hemos de buscar los principios-verdad cuando nos suceda algo”. La gente suele gritar estos mantras y doctrinas, pero no tiene la más mínima comprensión de los principios-verdad. Muchos oran cuando afrontan alguna incidencia y tratan de ser fieles en el cumplimiento del deber, pero ¿qué deben hacer para ser realmente fieles? ¿Cómo deben orar para comprender verdaderamente la voluntad de Dios? Cuando se encuentran con un problema, ¿cómo deben buscar para lograr entender los principios-verdad? No tienen respuesta a estas preguntas. Le preguntan al líder, y el líder dice: “Cuando os suceda algo, dedicad más tiempo a leer las palabras de Dios, orad más, compartid más e investigad en internet”. Ellos replican: “¿Y qué principio hay en esto?”. “Buscadlo en internet para averiguarlo. Las palabras de Dios no dicen nada sobre asuntos de trabajo profesional y yo tampoco los entiendo. Si queréis comprenderlos, buscadlo en internet, no me preguntéis a mí. Os guío para que comprendáis la verdad, no en asuntos de trabajo profesional”. Esas son las evasivas de los falsos líderes. ¿Y cuál es el resultado? Aunque la mayoría del pueblo arde en deseos de cumplir con el deber, no sabe cómo actuar ni cómo cumplir adecuadamente con él en el marco de los principios. Por lo tanto, para juzgar los resultados de los diversos proyectos de trabajo emprendidos por los falsos líderes, la mayoría de las personas se atienen a la experiencia, al conocimiento académico y a las habilidades que han aprendido anteriormente al realizar su trabajo; estas personas no saben cuáles son las exigencias concretas de Dios, lo que deben hacer para alcanzar el testimonio de Dios, lo que deben hacer para facilitar la labor de dar testimonio de Él, cómo atraer la atención de más gente, cómo atraer un mayor interés, lo que deben hacer para que cada quehacer del trabajo profesional sea más excepcional, más ejemplar, más meticuloso, y, así, inspire admiración y no avergüence a Dios. ¿A qué se debe esto? La respuesta está directamente relacionada con el trabajo de los falsos líderes; el motivo directo es que los propios falsos líderes no saben cuáles son los principios-verdad, no saben cuáles son los principios que el pueblo ha de entender y obedecer. Ellos mismos los ignoran y nunca han guiado al pueblo para que busque en las palabras de Dios ni han consultado directamente a lo alto. Esto suele conducir a situaciones en que es preciso repetir varios quehaceres del trabajo. Esto no solo es un desperdicio de recursos financieros y materiales, sino también un enorme derroche de energía humana y tiempo. Este tipo de situación y el efecto de dicho trabajo guardan relación directa con el trabajo de los falsos líderes, relación directa con su forma de trabajar y su liderazgo. Aunque no se puede afirmar que los falsos líderes hacen lo que quieren, es justo decir que, en muchos casos, su labor va en contra de los principios y criterios exigidos por Dios. Se llega a dar el caso de que, como no entienden los principios-verdad y no saben enseñárselos con claridad a los demás, sino que adoptan un enfoque liberal que da carta blanca al pueblo para hacer lo que quiera, esto provoca, de manera imperceptible, que mucha gente, cuando cumple con un deber relacionado con el trabajo profesional, no sepa realizarlo según los criterios establecidos. Por eso, además, numerosas personas hacen lo que quieren, lo que se les da bien, y creen que pueden hacer las cosas como les parezca. Esos son la situación y el estado que se producen en el trabajo, pero los falsos líderes no pueden hacer nada al respecto. Por un lado, no pueden hacer nada, y por otro, a consecuencia de la ignorancia, de la impotencia, de la falta de entendimiento espiritual y de la falsa espiritualidad, estos falsos líderes engañan al pueblo para que crea correcto actuar de esta manera, que solamente necesita entusiasmo; que, en la casa de Dios, cualquiera puede emplear sus fortalezas como quiera mientras su objetivo sea dar testimonio de Dios y cumplir con el deber. Esos son la actitud y el planteamiento de los falsos líderes con respecto a los principios-verdad que hay que entender para llevar a cabo diversos deberes, y así es como trabajan.

La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros

Los falsos líderes nunca se informan ni hacen seguimiento de la situación real de los supervisores de grupo, ni se informan, hacen seguimiento o intentan captar la situación con respecto a la entrada en la vida, así como respecto a la actitud hacia el trabajo y el deber y las diversas actitudes hacia Dios y la fe en Dios, de los supervisores de grupo y del personal responsable de los trabajos importantes; los falsos líderes no se informan de su transformación, de su progreso ni de los diversos problemas que surgen en su trabajo, especialmente sobre las situaciones variadas que aparecen e influyen, interrumpen y menoscaban su labor en cada uno de sus períodos y fases. Si no entienden esas cosas, no pueden resolverlas rápidamente, y si no pueden resolverlas rápidamente, no pueden subsanar rápidamente la influencia negativa y el daño que los supervisores han hecho al trabajo. Por lo tanto, en este sentido, los falsos líderes no han cumplido con su responsabilidad. El incumplimiento de su responsabilidad constituye una negligencia; no ejecutan su cometido de supervisar a otros, de conocerlos más, de captar plenamente su situación y vigilarlos. Dios tiene el poder de examinar el corazón del hombre; el hombre, no. Por consiguiente, el hombre debe trabajar más, no ser perezoso y realizar el trabajo puntualmente. Evidentemente, que un falso líder no cumpla con su responsabilidad al llevar a cabo este trabajo constituye una negligencia grave que ha derivado en que determinados supervisores hayan manifestado diversos problemas y permanecido en su puesto a pesar de ser incompetentes, lo que en última instancia ha producido reiterados retrasos en el trabajo y toda clase de problemas que se han mantenido y quedado irresueltos. Estos son los problemas derivados de que los falsos líderes no se informen ni hagan seguimiento de los supervisores. Están las cuestiones de si los supervisores pueden estar cometiendo una negligencia y si hacen o no un trabajo práctico. Con respecto a estas cuestiones, dado que los falsos líderes no llevan a cabo inspecciones, no suelen mantenerse informados de lo que sucede por debajo de ellos y no captan la situación al día, no tienen ni idea de qué tal trabajan los supervisores, de qué progresos hacen y de si hacen un trabajo práctico o simplemente gritan mantras y utilizan determinados fenómenos superficiales para manipular a lo alto a la ligera. Cuando se les pregunta por el trabajo de determinado supervisor y en qué trabajo colabora en concreto, responden: “No lo sé; de todas formas, nunca me comenta nada más cuando hablo de trabajo con él”. Hasta ahí llega el conocimiento de los falsos líderes; creen erróneamente que, si el supervisor no ha eludido sus responsabilidades y está continuamente de guardia, eso demuestra de manera práctica que él no tiene nada de problemático. Así trabajan los falsos líderes; ¿es ese un indicio de falsedad? ¿Cumplen o no cumplen con su responsabilidad? Esta es una negligencia grave.

La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros

La principal característica del trabajo de los falsos líderes es que, tras gritar sus consignas, tras dictar sus órdenes, sencillamente se lavan las manos del asunto. No preguntan por el desarrollo posterior del proyecto; no preguntan si han surgido problemas, anomalías o dificultades. Lo consideran terminado en el momento en que lo entregan. De hecho, el seguimiento del progreso de un proyecto es algo que pueden hacer los líderes. Aunque seas totalmente novato en estas cuestiones, aunque carezcas de conocimientos al respecto, puedes llevar a cabo ese trabajo; busca a alguien que sea especialista, que entienda el trabajo en cuestión, para que analice la situación y haga sugerencias. A partir de sus sugerencias podrás identificar los principios adecuados y así hacer seguimiento del trabajo. Estés o no familiarizado con el tipo de trabajo en cuestión, lo comprendas o no, al menos debes dirigirlo, hacer seguimiento de él, pedir información y preguntar para informarte de su progreso. Has de mantenerte al tanto de esas cuestiones; es tu responsabilidad, el papel que debes desempeñar. No hacer seguimiento del trabajo, lavarse las manos, son conductas de falsos líderes. También es una manifestación propia de un falso líder no tomar medidas específicas para el seguimiento de quehaceres concretos, no conocer ni captar el progreso de aquellos en particular.

Como los falsos líderes no conocen el estado del progreso del trabajo, esto suele provocar reiterados retrasos. En ciertos trabajos, dado que el pueblo no capta los principios y, además, no hay nadie adecuado para dirigir el trabajo, los que lo llevan a cabo suelen encontrarse en un estado de negatividad, pasividad y espera que repercute gravemente en el progreso del trabajo. Si, para empezar, el líder hubiera cumplido con sus responsabilidades —si se hubiera hecho cargo, hubiera impulsado el trabajo, hubiera apremiado a la gente y hubiera buscado a alguien que entendiera el tipo de trabajo en cuestión para que lo orientara—, el trabajo habría progresado más rápidamente, en lugar de sufrir reiterados retrasos. Para los líderes, pues, es vital conocer y captar la situación real del trabajo. Por supuesto, es muy necesario que los líderes conozcan y capten cómo está progresando el trabajo, ya que el progreso guarda relación con la eficacia del trabajo y los resultados que se pretenden lograr con él. Si un líder no capta ni siquiera cómo está progresando el trabajo, se puede decir que, la mayoría de las veces, este se desarrollará lentamente y con pasividad. La mayoría de los que estén cumpliendo con el deber trabajarán lentamente y con pasividad en ausencia de alguien que tenga sentido de la carga y cierta habilidad en ese tipo de labor, alguien que los jalee, supervise y guíe. Esto también ocurre cuando no hay crítica, disciplina, poda o trato. Es de suma importancia que los líderes y obreros conozcan y capten el progreso de su trabajo al día, pues la gente es indolente y, sin orientación, insistencia y seguimiento por parte de los líderes, sin unos líderes que conozcan al día el progreso del trabajo, es propensa a holgazanear, a ser perezosa, a ser superficial; si se plantea el trabajo así, su progreso y eficacia se verán gravemente afectados. Dadas estas circunstancias, los líderes y obreros deben hacer seguimiento puntual de cada faena y mantenerse informados de la situación con respecto al personal y al trabajo. Los falsos líderes, naturalmente, son negligentes e indiferentes en esta labor; no saben asumir la responsabilidad. Por ello, en cuanto al estado actual o al progreso del trabajo, los falsos líderes siempre “admiran las flores a lomos de un caballo al galope”; son negligentes, indiferentes y superficiales; dicen palabras altisonantes y vacías, predican doctrina y guardan las apariencias. En general, así trabajan los falsos líderes. Por compararlos con los anticristos, aunque no hacen nada abiertamente malvado ni son deliberadamente malignos, su actitud hacia el trabajo, ¿no eclipsa incluso el mal? Aunque su trabajo no pueda definirse como malvado por naturaleza, es justo afirmar que, desde el punto de vista de la eficacia, su naturaleza es de negligencia y superficialidad, de ausencia de todo sentido de carga; no tienen lealtad al trabajo.

La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros

En cuanto a la situación y al progreso actuales de su labor, los falsos líderes nunca van al trabajo a informarse y a hacer seguimiento de la situación real sobre el terreno, ni a tratar de captar adecuadamente detalles concretos con los que identificar y resolver problemas de inmediato y rectificar las equivocaciones y anomalías que puedan haber surgido en el trabajo. Lo único que hacen respecto al contenido real del trabajo es gritar consignas y guardar las apariencias. En el lugar de trabajo, no se ve que en ningún proyecto enseñen nada acerca del trabajo. Nunca se les ve que traten de resolver problemas concretos ni que demuestren capacidad de identificar problemas o anomalías específicos en el trabajo, y ni mucho menos que aborden, rectifiquen o subsanen rápidamente problemas, anomalías y equivocaciones que puedan haber tenido lugar en él. Esos son los diversos tipos de problemas que se producen en el trabajo de los falsos líderes. Aunque estos no se entrometan ni interrumpan deliberadamente, aunque no traten de construir su propio reino, aunque no actúen abiertamente como dictadores ni exhiban ciertas acciones o conductas asociadas a los anticristos, y aunque no se les pueda clasificar como anticristos, la naturaleza humana y las diversas actuaciones de los falsos líderes acarrean gran cantidad de problemas y obstáculos en su trabajo, lo que afecta a su progreso, eficacia y eficiencia. Los continuos problemas, problemas que jamás se resuelven, son una constante en el trabajo de los falsos líderes. Sea cual sea su labor, el papel de los falsos líderes no consiste más que en dar espectáculo, gritar consignas y predicar doctrina; son como los altavoces de anuncios al público de las aldeas chinas, que transmiten para las masas, y nada más. Esta es la única clase de trabajo que saben hacer. Estos falsos líderes ignoran por completo lo que hacen sus subordinados, qué tal lo hacen y muchas otras cuestiones similares relativas a detalles concretos. No tienen ganas de averiguarlo, de participar en estas cosas, de implicarse a fondo en medio de la comunidad de base, de profundizar en lo que sucede realmente sobre el terreno, para informarse más y captar el progreso y evolución de cada quehacer en particular. Por eso, aunque los que entran en la categoría de falsos líderes no traten de fundar un reino ni se entrometan e interrumpan deliberadamente mientras son líderes, desde una perspectiva objetiva, provocan retrasos en el trabajo y su progreso; no saben desempeñar el papel que debe desempeñar un líder, no son capaces de mostrar lealtad ni responsabilidad ni de guiar e impulsar la labor de la que se les supone responsables para que transcurra sin problemas en todas sus fases. Así pues, ¿es justo decir que aquellos que se encuentran en la categoría de falsos líderes no tienen lealtad ni sentido de carga? Tanto si eluden deliberadamente el trabajo como si son verdaderamente incapaces de hacerlo, a fin de cuentas repercuten de forma negativa en el trabajo de la casa de Dios; provocan retrasos e impiden su continuidad, imposibilitan las soluciones a los problemas que se producen en el transcurso del trabajo y se convierten en un obstáculo para que aquel se desarrolle sin problemas. De igual modo, los que participan en el trabajo no entienden los principios-verdad, lo que también es un problema que no se resuelve durante el período de trabajo en que el falso líder es el responsable.

La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros

Mientras llevan a cabo varios quehaceres, en realidad hay muchos problemas, anomalías y equivocaciones que los falsos líderes deben resolver, rectificar y subsanar, pero, como no tienen sentido de carga porque solo saben hacer de funcionarios y no un trabajo de verdad, provocan una situación tan desastrosa que algunos grupos incluso pierden la unidad y sus integrantes se desestabilizan entre sí, sospechan y recelan unos de otros y hasta recelan de la casa de Dios. Ante esta situación, los falsos líderes no llevan a cabo ningún trabajo concreto. Su trabajo se mantiene en un estado de parálisis y no les duele lo más mínimo que su labor esté sumida en un estado de semidisolución; no son capaces de animarse a hacer ningún trabajo real y, por el contrario, esperan órdenes de lo alto que les digan qué hacer y qué no, como si solamente trabajaran para lo alto; y si lo alto no les comunica unos requisitos concretos, no les da órdenes ni instrucciones específicas, entonces no hacen nada aunque vean que hay que hacer algo. Si desde lo alto únicamente se les proveen unos principios, entonces tienen una excusa aún mejor para no actuar. ¿Qué son los falsos líderes? En pocas palabras, no hacen un trabajo concreto, no participan en ninguno, no saben identificar ni resolver problemas específicos ni facilitar la orientación, asistencia y provisión correctas para un trabajo específico con el fin de fijar criterios de dirección y unos principios de trabajo, y ni mucho menos son capaces de imponer activamente exigencias concretas y de proponer planes específicos de implementación de un trabajo determinado. Lo único que hacen es asistir a reuniones, gritar eslóganes y deambular sin rumbo; ni ejercen ni saben ejercer la labor que les encomienda la casa de Dios y las responsabilidades que se supone deben cumplir. Esto es un falso líder.

La Palabra, Vol. V. Las responsabilidades de los líderes y obreros

En el ámbito del trabajo del que son responsables los falsos líderes, con frecuencia se reprime a algunas personas que buscan sinceramente la verdad y son aptas para ser promovidas y cultivadas. Algunas difunden el evangelio y a otras se les manda cocinar. A decir verdad, saben hacer el trabajo aunque no lo demuestren, pero un falso líder es ciego ante esto y ni colabora con esas personas ni les pregunta. Ahora bien, se asciende a aquellas personas con cierto talento especial, aduladoras, a aquellas a quienes les gusta aparecer en público, con labia, y a las que desean un cargo y un estatus, hasta el punto de dar puestos de importancia a quienes han servido a la sociedad como jefes y secretarios de aldea, a los que han sido ejecutivos de empresa y a los que han estudiado Administración de Empresas. No importa si estas personas son verdaderos creyentes ni si buscan la verdad: allá donde los falsos líderes son responsables del trabajo, se les asciende y se les dan puestos de relevancia. ¿No es igual que en la sociedad? Bajo el mandato de los falsos líderes, la gente trabajadora realmente capaz de soportar el sufrimiento, con sentido de la rectitud, que ama las cosas positivas y que, a decir verdad, debería ser promovida y cultivada, pero no lo es, apenas tiene oportunidad de formarse; entretanto, aquellos con poca aptitud y una humanidad malvada, deseosos de actuar, a quienes les encanta presumir y no tienen ningún talento verdadero, ocupan puestos importantes y de supervisión en la casa de Dios. Por ello, buena parte del trabajo de la casa de Dios se retrasa, no puede avanzar sin problemas y con la eficiencia que requiere la casa de Dios, no se hace según los principios y no se aplican los requisitos de aquella. Estas son la consecuencia y la repercusión derivadas de que los falsos líderes empleen a la gente incorrecta.

Los falsos líderes tienen poca aptitud, son ciegos de ojos y de corazón y no entienden los principios-verdad, lo que, en sí mismo, es un problema muy grave. Tienen otro problema aún más grave: una vez que entienden y dominan algunas letras y palabras de doctrina y son capaces de gritar unas pocas consignas, creen comprender la realidad-verdad. Sean cuales sean el trabajo que hagan y la gente que decidan emplear, no buscan ni deliberan, no lo hablan con nadie, y ni mucho menos analizan detalladamente la organización del trabajo y los principios de la casa de Dios. Están muy seguros porque creen que todo aquello que piensan ellos es lo que hay que hacer y que todo lo que creen es correcto, que todo concuerda con los principios. Además, creen equivocadamente que, tras haber trabajado muchos años, tienen suficiente experiencia como líderes en la casa de Dios, que saben cómo funciona y se desarrolla el trabajo dentro de ella y que lo tienen todo interiorizado. Evalúan la labor de la casa de Dios y la llevan a cabo recurriendo a su experiencia y a sus nociones y fantasías, por lo que, durante su mandato, dicha labor es un desastre, caótica y desordenada. Si en un grupo hay gente competente, capaz de sufrir y pagar un precio y de cumplir con el deber con lealtad, puede que siga haciendo bien su trabajo, pero esto no tiene absolutamente nada que ver con el falso líder. Y allá donde no haya gente así, es imposible que un falso líder tenga la menor utilidad en el trabajo que se haga. Por un lado, un falso líder no elige a las personas adecuadas para el trabajo, a aquellas que se asegurarían de que el trabajo progresara y mejorara; por otro lado, allá donde haya un eslabón débil en el trabajo, no participa de manera positiva y activa ni da orientación sobre sus aspectos específicos. Supongamos, por ejemplo, que, en alguna tanda de trabajo, varias de las personas que lo hacen son nuevos creyentes sin mucha base, que no entienden bien la verdad, no conocen mucho la tarea y no han captado del todo los principios del trabajo. Un falso líder, al estar ciego, no ve estos problemas. Cree que, mientras alguien haga el trabajo, da igual si se hace bien o mal. No sabe que hay que interesarse por los eslabones débiles del trabajo, observarlos y reforzarlos a menudo, y que incluso es posible que requieran su supervisión y participación personales, su asesoramiento personal con respecto al trabajo y su refuerzo constante hasta que esas personas hayan comprendido la verdad y vayan por buen camino. Solo pueden dejar de preocuparse con unos supervisores adecuados. Sin embargo, los falsos líderes no trabajan así. No ven que en esto consiste su trabajo, por lo que, en el contexto de este, tienen la misma consideración hacia todas las tareas y personas. No van más a menudo a lugares donde haya eslabones débiles en el trabajo o no haya ningún encargado adecuado, como tampoco asesoran ni participan personalmente en las tareas específicas que haya que hacer; y cuando hay un supervisor adecuado y capaz de llevar a cabo el trabajo, no van a indagar ni a dar orientación al respecto ni participan personalmente en los pormenores del trabajo y, desde luego, no tratan de imitar los puntos fuertes del supervisor presente. En resumen, los falsos líderes no llevan a cabo los aspectos específicos del trabajo. Creen que, en cualquier trabajo, siempre que el personal esté en su lugar y el supervisor haya sido elegido, todo es estupendo. Creen que no tienen nada más que hacer allí y que eso ya no tiene nada que ver con ellos, que lo único que tienen que hacer es convocar una congregación de vez en cuando y realizar una llamada telefónica si surge un problema. Como los falsos líderes trabajan así, creen que lo hacen bien y están bastante satisfechos consigo mismos, así que piensan: “No hay problemas en ninguno de los programas de trabajo. Todo el personal está muy bien organizado y los supervisores están en su lugar. ¿Cómo he llegado a ser tan bueno en este trabajo, a tener tanto talento?”. ¿No es descarado esto? Son tan ciegos de ojos y de corazón que no son capaces de ver que hay tareas que hacer ni de descubrir ningún problema. En algunos lugares, el trabajo ha llegado a un punto muerto, pero ahí están ellos, contentos al pensar que todos los hermanos y hermanas de allí son jóvenes, savia nueva, que cumplirán con el deber con brío ardiente y que, por supuesto, sabrán hacer bien el trabajo, cuando en realidad esos jóvenes no entienden ni saben hacer nada. Hay quienes saben algo de alguna tarea, pero nada de lo que hacen sale como debería. Lo que hacen no tiene principios y todo requiere una corrección y una revisión continuas. Hay errores realmente enormes en el trabajo, muchísimas cosas que estos miembros del personal no entienden, muchísimos principios que es preciso enseñarles, un gran número de asuntos en los que necesitan orientación, muchísimos problemas que es necesario subsanar… y un falso líder no es capaz de ver nada ni de descubrir ningún problema, pero se cree estupendo. Entonces, ¿dónde tiene la cabeza todo el día? Está pensando en cómo disfrutar de la dicha del estatus que le da el cargo. Un falso líder no tiene corazón.

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Cuando los líderes y obreros dirigen el trabajo, deben detectar y resolver con prontitud los problemas que surjan en él, deben compartir, discutir y debatir los problemas que se produzcan. Cuando no den resultado la comunión, la discusión y el debate reiterados sobre estos problemas, o nadie sepa decir con claridad cuál es el curso de acción correcto y, por el contrario, las cosas queden menos claras, en esos momentos los líderes y obreros deben asumir sus responsabilidades y sugerir enseguida una solución y un procedimiento de resolución del problema, además de observar, informarse y evaluar inmediatamente cómo se están desarrollando las cosas. Tras detectar un problema que no puede debatirse de manera provechosa y en el que no se puede llegar a ninguna conclusión, no deben demorarse en informar y consultar a lo alto; no deben esperar ni tratar de resolver el problema sin principios, y mucho menos posponerlo o ignorarlo. ¿Trabajan así vuestros líderes y obreros actuales? Han de hacer un seguimiento puntual, controlar y estimular continuamente el trabajo mientras detectan contradicciones y problemas menores de todo tipo. Cuando los líderes y obreros descubran problemas importantes, deben estar sobre el terreno, comprendiendo con exactitud y conociendo detalladamente toda la historia, cómo se desarrolló, los distintos tipos de personas implicadas y las perspectivas de estas sobre el problema; también deben participar en la comunión y discusión, incluso en el debate, de estos problemas; han de hacerlo, es muy importante participar. Participar te ayuda a evaluar y resolver los problemas que surgen en el trabajo. Si solo escuchas y no participas, si siempre ves los toros desde la barrera, si siempre eres un mero observador externo, crees que ninguno de los problemas que surgen en el trabajo tiene que ver contigo y no tienes ninguna opinión ni actitud respecto a ellos, es evidente que eres un falso líder.

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Los falsos líderes de tipo seudoespiritual creen que trabajar implica predicar letras y doctrina, repetir mantras, cumplir con las formalidades y predicar frases de las palabras de Dios; no saben hacer realmente el trabajo, cuáles son los auténticos deberes de los líderes y obreros ni por qué la casa de Dios elige a un individuo como líder u obrero, qué problema se pretende resolver con ello. Por lo tanto, da igual cómo les enseñes a profundizar en su trabajo, a estar al tanto de él, a detectar problemas internos y cosas del estilo: ni lo asimilan ni entienden nada de lo que oyen. No saben practicar lo que la casa de Dios les pide a los líderes y obreros y nunca lo conseguirán. No detectan ningún problema de trabajo, ya sean asuntos de personal, cuestiones de principios, problemas tecnológicos o profesionales. Por ello, cuando estas personas seudoespirituales son líderes se produce un reguero constante de problemas de personal y otras cuestiones de trabajo; además, no hacen más que llegar y acumularse los problemas tecnológicos o profesionales, y cuantos más se acumulan, más problemas surgen. En el ejercicio de las responsabilidades de estos falsos líderes, los asuntos de personal y de trabajo son cada vez más caóticos, y el rendimiento y la eficiencia en el trabajo decaen constantemente. En cuanto a la gestión de personas, se deja que se encarguen de ella los que están algo cualificados y tienen facilidad de palabra; estos se salen con la suya y saben controlar el trabajo y a la gente. A los malvados no se les refrena, no se les mantiene a raya ni se les purga, y a algunos que cumplen fielmente con el deber se les perturba tanto que se vuelven negativos y débiles, reticentes a cumplir con el deber o a comer y beber las palabras de Dios. Pierden la fe en el deber, la fe en Dios y la fe en la búsqueda de la verdad. No se saca partido adecuadamente de aquellos que tienen ciertas habilidades, que cuentan con competencias tecnológicas. Hay una delgada línea, un caos total, entre quien es una buena persona y quien es mala, entre quien tiene aptitud y quien no la tiene, entre quien debe ser cultivado y quien no. Sin embargo, los falsos líderes seudoespirituales están completamente ciegos ante esto; son incapaces de verlo. Cuando se trata de asuntos de personal, sin importar lo que la casa de Dios enseñe y recalque con respecto a los principios que se han de seguir en cuanto a quién purgar, a quién expulsar, a quién refrenar y a quién promocionar, los líderes seudoespirituales no comprenden, no entienden lo que oyen. Se aferran incuestionablemente a sus puntos de vista seudoespirituales. Estos falsos líderes piensan que, con sus explicaciones y bajo su tutela, cada persona tiene una función que desempeñar; no hay ningún caos, todos lo hacen bien, todos tienen fe y todos están dispuestos a cumplir con el deber. Creen que nadie teme ni la cárcel ni el peligro, pues todos tienen fortaleza para sufrir y ninguno está dispuesto a ser un judas. Estos líderes piensan que todo va de maravilla. Sin importar qué problemas graves surjan ni qué personas malvadas aparezcan, por más evidente que sea el problema, no lo ven. Aunque lo vean, no saben que es un problema y, aunque sí sepan que lo es, no saben resolverlo. Del mismo modo, los líderes seudoespirituales están aún más ciegos ante los innumerables problemas que se presentan en el trabajo y están en contradicción con los principios. Dicen: “He transmitido los principios de trabajo que debía transmitir, los he señalado una y otra vez y hasta he mandado a la gente escribirlos”. Sin embargo, no saben si le transmitieron todo esto a la persona adecuada, si las cuestiones que le transmitieron son correctas, en línea con los principios y con las palabras de Dios, y si son prácticas. En cuanto a ese pedacito de doctrina que predicaron, ¿a qué clase de personas puede contentarles su digestión? A los necios e ignorantes, a los incultos, tontos, idiotas e insensatos. Estas personas se quedan confundidas, creen que todo es palabra de Dios y que nada de eso puede estar equivocado. Esta doctrina solo puede saciar a gente así. Los líderes seudoespirituales no saben detectar los problemas que surgen en el trabajo; están ciegos ante ellos. Y, por supuesto, están aún más ciegos ante las cosas que implican tecnología o experiencia, pues son temas que sobrepasan todavía más su capacidad.

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¿Cuál es la principal característica de los falsos líderes seudoespirituales? Son excelentes predicadores. Ahora bien, lo que predican no es el camino verdadero ni el camino predicado por Dios. No es el camino de la verdad, sino mera doctrina literal. Se les da bien predicar la doctrina literal, dedicarse únicamente a las palabras y los textos de las palabras de Dios, ya sea recitándolos o meditándolos. En resumen, son especialmente diligentes y perseverantes a la hora de predicar la doctrina. Aparentemente, lo que hacen guarda relación con la verdad; no parece que interrumpan, interfieran, se comporten de forma inapropiada, digan o hagan nada malo. Así y todo, son incapaces de acometer un trabajo práctico o de cumplir con la más mínima responsabilidad, lo que en última instancia los incapacita para detectar cualquier problema de trabajo. Trabajan como si estuvieran ciegos; miran sin ver, no ven el problema, no saben detectarlo, así que ¿acaso pueden denunciarlo enseguida y dedicarse a buscar? Claro que no. ¿Es grave el problema de los falsos líderes seudoespirituales? ¿Son estas personas abominables, son repugnantes? (Son repugnantes). Creen conocer algunos trucos del trabajo, ser capaces de predicar algo de doctrina y de recitar muchas de las palabras de Dios, ser capaces de resumir minuciosamente y con precisión todos los aspectos de las exigencias de Dios a la gente, pero no saben hacer un trabajo práctico. Las palabras y doctrinas de las que se dotan, que entienden y conocen no pueden ayudarlos a cumplir con el deber de líder o de obrero, y ni mucho menos a descubrir y abordar los problemas con que se encuentren en el trabajo. ¿Está capacitado para el puesto un líder u obrero de este tipo? Es evidente que no. ¿Deberíais elegir a un falso líder seudoespiritual que no esté capacitado? (No). ¿Y lo habéis elegido alguna vez? (Sí). Cuento con que habéis elegido a unos cuantos. Alguien que ha creído en Dios desde hace muchos años, ha leído muchas de Sus palabras, ha escuchado muchos sermones, tiene abundante experiencia de trabajo y predicación o puede predicar durante horas os parece una persona que ha de ser apta para el trabajo. ¿Y con qué resultado? Tras elegirla descubrís un problema grave: resulta imposible encontrarla, su puerta siempre está cerrada, se ha apartado de los hermanos y hermanas. Sin embargo, otros piensan para sí: “Ha sido creyente todos estos años, entiende la verdad y tiene base. Debería tener estatura y saber resolver problemas; entonces, ¿por qué está siempre aislado? ¡Esto demuestra que tiene una gran carga! Desde que lo eligieron líder, se ha vuelto taciturno, habla distinto y ya no es como el resto de nosotros. Por eso casi no se le ve”. ¿Eso es lo que creéis? ¿Reelegiréis a un falso líder de este tipo? (No). ¿Por qué no? ¿Cuáles diríais que son las consecuencias de elegir a un ciego como guía? ¿Puede guiarte un ciego hacia una buena senda? Si está ciego, ¿cómo podría guiarte? Dondequiera que vaya y sea cual sea el trabajo que haga, necesita que otro lo guíe; él no tiene rumbo ni metas y predica la doctrina que entiende solo para que lo oigan, sin repercusión ni valor de verdad. Si lo veneras por saber predicar palabras y doctrina, ¿qué clase de persona eres? Un ciego, un necio, un tonto. Estás encantado de encontrarte con un ciego y le pides que te muestre el camino. Entonces, ¿no estás ciego tú también? ¿Para qué tienes ojos? Hay un dicho entre los incrédulos: un ciego guía a otros ciegos. Al elegir líderes seudoespirituales, eso es lo que ocurre.

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Si se permite que los anticristos campen a sus anchas en una iglesia; si se les dan alas para gritar cualquier consigna y argumento que deseen para controlar, amenazar, engañar o extraviar a los hermanos y hermanas y los líderes no hacen nada, carentes de discernimiento e incapaces de denunciar inmediatamente y controlar a los anticristos, de modo que estos manipulan y perturban a voluntad a los hermanos y hermanas, entonces los líderes de esta iglesia son basura. Si los anticristos y malvados de una iglesia son despreciados y aborrecidos por los hermanos y hermanas; si están maniatados en la iglesia y todo el mundo los distingue, de tal manera que su discurso y sus consignas vacías, con los que extravían y engañan a los hermanos y hermanas, no funcionan en la iglesia y se les mantiene a raya, bloqueados, entonces los líderes de esta iglesia dan la talla; son unos líderes que están en posesión de la realidad-verdad. Si un anticristo está interrumpiendo en una iglesia y, una vez identificado y rechazado por los hermanos y hermanas, se venga oprimiéndolos y maltratándolos y los líderes no hacen nada, los líderes de esta iglesia son basura y deben ser eliminados. Como líderes de una iglesia, si no saben resolver los problemas con la verdad; si no pueden identificar, controlar y limitar los caprichos de los anticristos en la iglesia; si no saben proteger a los hermanos y hermanas para que puedan cumplir con el deber con normalidad y si son incapaces de mantener el normal desempeño de la labor de la casa de Dios, entonces los líderes de esta iglesia son basura y deben ser eliminados. Si los líderes de una iglesia tienen miedo de abordar o provocar a un anticristo porque este es violento y cruel, con lo que permiten que el anticristo se desmande en la iglesia, se vuelva un tirano, haga lo que le dé la gana, paralice y colapse gran parte de la obra de la casa de Dios, entonces los líderes de esta iglesia son basura y deben ser eliminados. Si, por miedo a represalias, los líderes de una iglesia nunca tienen el valor de denunciar a un anticristo y nunca tratan de coartar los actos malvados de ese anticristo, de modo que interrumpen la vida de iglesia y dificultan y perjudican enormemente la entrada de los hermanos y hermanas en la vida, entonces los líderes de esta iglesia son basura y deben ser eliminados.

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Cumplen con su deber solo para distinguirse a sí mismos y satisfacer sus propios intereses y ambiciones; nunca consideran los intereses de la casa de Dios, e incluso los venden a cambio de su propia gloria (VIII)

¿Cómo se puede juzgar si un líder cumple con sus responsabilidades o si es un falso líder? Lo más importante es observar si sabe hacer un trabajo práctico, si tiene o no esta capacidad. En segundo lugar, hay que ver si realmente hace dicho trabajo práctico. Pasa por alto las palabras que salen de su boca, lo bien que entiende la verdad, si cuando realiza tareas externas o cualquier otra cosa tiene un determinado nivel de aptitud, inteligencia, don o habilidad; pasa todo eso por alto y solo observa si hace un trabajo práctico; si no lo hace, por muy capaz que sea, es un falso líder. Dicen algunos: “¿A quién le importa si lo hace o no? Tiene gran capacidad y está cualificado; cuando se pone manos a la obra, es mejor que la mayoría. Es más, aunque no haga un trabajo de verdad y pierda mucho el tiempo, no ha hecho nada malo, cometido maldad alguna ni ocasionado interrupciones o perturbaciones. No ha provocado ninguna pérdida ni ningún efecto negativo a los hermanos y hermanas ni a la iglesia. Entonces, ¿cómo puedes decir que es un falso líder?”. ¿Cómo explicar esto? Ahora olvídate de cuánto talento tienes, de tu nivel de aptitud o de lo culto que eres; lo que importa es si haces o no un trabajo práctico y si cumples, o no, con las responsabilidades de un líder. Durante tu época de líder, ¿participaste en cada trabajo específico de tu ámbito de responsabilidad? ¿Cuántos problemas surgidos en el trabajo resolviste de manera efectiva? Gracias a tu trabajo, liderazgo y orientación, ¿cuánta gente logró entender los principios-verdad y hasta qué punto avanzó y recibió impulso la labor de la casa de Dios? Esto es lo que importa. Olvida cuántos mantras eres capaz de repetir, cuántas letras y doctrinas has dominado, olvida cuántas horas te afanas al día, lo agotado que estás y cuánto tiempo has pasado de viaje, cuántas iglesias has visitado, cuántos riesgos has corrido, cuántas comidas te has saltado; olvida todo esto y mira solamente los logros de todo el trabajo del que eres responsable. Cuánto trabajo se ha ejecutado, dentro de lo exigido por la casa de Dios, bajo tu responsabilidad, ya sea de recursos humanos, administrativo o relativo al trabajo profesional; qué tal se ha ejecutado, qué tal se le ha dado seguimiento, cuántos descuidos, anomalías, problemas y errores relacionados con los principios has ayudado a rectificar y reparar, cuántos problemas has ayudado a resolver, si los has resuelto de acuerdo con los principios y las exigencias de la casa de Dios, etc.; todos estos son los criterios por los que se evalúa si un líder cumple o no con sus responsabilidades.

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