Dios Todopoderoso y el Señor Jesús son encarnaciones del mismo Dios

30 May 2018

Las palabras relevantes de Dios:

Entre los humanos, fui el Espíritu que no podían ver, el Espíritu con el que nunca podrían contactar. Debido a Mis tres etapas de obra en la tierra (creación del mundo, redención y destrucción), aparezco entre ellos para realizar Mi obra en diferentes momentos (nunca públicamente). La primera vez que vine entre los humanos fue durante la Era de la Redención. Por supuesto, vine a la familia judía; así, los primeros en ver a Dios en la tierra fueron los judíos. La razón por la que llevé a cabo esta obra en persona fue porque quise usar Mi carne encarnada como una ofrenda por el pecado en Mi obra redentora. Así que los primeros en verme fueron los judíos de la Era de la Gracia. Esa fue la primera vez que obré en la carne. En la Era del Reino, Mi obra es conquistar y perfeccionar, por lo que realizo de nuevo Mi obra de pastoreo en la carne. Esta es Mi segunda vez obrando en la carne. En las dos etapas finales de la obra, aquello con lo que las personas contactan ya no es el Espíritu invisible e intocable, sino una persona que es el Espíritu materializado como carne. Así pues, a los ojos del hombre, vuelvo a ser un humano sin el aspecto y el sentimiento de Dios. Además, el Dios que las personas ven no es sólo un varón, sino también mujer, lo que es aún más asombroso y desconcertante para ellas. Una y otra vez, Mi obra extraordinaria ha destrozado viejas creencias sostenidas durante muchos, muchos años. ¡Las personas están atónitas! Dios no es sólo el Espíritu Santo, el Espíritu, el Espíritu siete veces intensificado, o el Espíritu que todo lo engloba, sino también es un ser humano, un humano normal, un humano excepcionalmente común. No es sólo varón, sino también mujer. Son parecidos en que ambos nacieron de humanos, y distintos en que uno fue concebido por el Espíritu Santo y el otro nació de un humano, aunque derivado directamente del Espíritu. Son parecidos en que ambas carnes encarnadas de Dios llevan a cabo la obra de Dios Padre, y distintos en que uno hizo la obra de redención mientras el otro hizo la de conquista. Ambos representan a Dios Padre, pero uno es el Redentor lleno de gracia y misericordia, y el otro es el Dios de la justicia lleno de ira y juicio. Uno es el Comandante Supremo que lanzó la obra de redención, mientras el otro es el Dios justo que cumple la obra de conquista. Uno es el Principio, el otro el Final. Uno es carne sin pecado, mientras el otro es carne que completa la redención, que continúa la obra y que nunca es pecaminoso. Ambos son el mismo Espíritu, pero moran en carnes diferentes y nacieron en lugares diferentes, y están separados por varios miles de años. Sin embargo, toda Su obra es mutuamente complementaria, nunca conflictiva, y se puede hablar de ellas en el mismo contexto. Ambos son personas, pero uno fue un bebé varón y el otro una niña recién nacida. Durante estos muchos años, lo que las personas han visto no es sólo el Espíritu y no sólo un ser humano, un varón, sino también muchas cosas que no están de acuerdo con las nociones humanas; así, los humanos no pueden desentrañarme totalmente. Siguen creyendo y dudando de Mí a medias, como si Yo existiera, pero como si fuera también un sueño ilusorio, razón por la cual hasta hoy, las personas siguen sin saber qué es Dios. ¿Puedes resumirme realmente en una simple frase? ¿Te atreves a decir realmente: “Jesús no es otro que Dios y Dios no es otro que Jesús”? ¿Eres realmente tan atrevido como para decir: “Dios no es otro que el Espíritu y el Espíritu no es otro que Dios”? ¿Estás cómodo al decir: “Dios es solamente un ser humano vestido de carne”? ¿Tienes verdaderamente la valentía de afirmar: “La imagen de Jesús es la gran imagen de Dios”? ¿Eres capaz de usar tu elocuencia para explicar exhaustivamente el carácter y la imagen de Dios? ¿De verdad te atreves a decir: “Dios sólo creó a los hombres, no a las mujeres, a Su imagen”? Si dices esto, entonces ninguna mujer estaría entre Mis escogidos, ni mucho menos serían una clase de humanidad. ¿Sabes ahora realmente lo qué es Dios? ¿Es Dios un humano? ¿Es Dios un Espíritu? ¿Es Dios realmente un varón? ¿Sólo Jesús puede completar la obra que yo voy a hacer? Si sólo eliges una de las anteriores para resumir Mi esencia, entonces eres un fiel creyente extremadamente ignorante. Si obrara como carne encarnada una vez y sólo una, ¿me delimitaríais? ¿De verdad puedes entenderme por completo con sólo un vistazo? ¿De verdad puedes resumirme completamente basándote en aquello a lo que has sido expuesto durante toda tu vida? Si hiciera obra similar en Mis dos encarnaciones, ¿cómo me percibiríais? ¿Me dejaríais clavado en la cruz para siempre? ¿Podría ser Dios tan simple como aseguras?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Cuál es tu entendimiento de Dios?

Jesús y Yo venimos de un solo Espíritu. Aunque nuestra carne no tiene relación, nuestro Espíritu es uno; aunque el contenido de lo que hacemos y la obra que asumimos no son los mismos, somos iguales en esencia; nuestra carne adopta distintas formas, pero esto se debe al cambio en la era y a los diferentes requisitos de Nuestra obra; Nuestros ministerios no son iguales, por lo que la obra que traemos y el carácter que revelamos al hombre también son diferentes. Por eso, lo que el hombre ve y entiende hoy es diferente a lo del pasado, lo cual se debe al cambio en la era. A pesar de que son diferentes en cuanto al género y la forma de Su carne y de que no nacieron de la misma familia, y, mucho menos, en la misma época, Su Espíritu es uno. A pesar de que Su carne no comparte ni sangre ni parentesco físico de ningún tipo, no puede negarse que Ellos son la carne encarnada de Dios en dos períodos diferentes. Es una verdad irrefutable que ellos son la carne encarnada de Dios, aunque no son del mismo linaje ni comparten un idioma humano común (uno fue un varón que hablaba el idioma de los judíos y el otro es una mujer que sólo habla chino). Es por estas razones que Ellos han vivido en diferentes países para llevar a cabo la obra que le corresponde hacer a cada uno y en distintos períodos también. A pesar del hecho de que son el mismo Espíritu y poseen la misma esencia, no existe absolutamente ninguna similitud entre el caparazón externo de Su carne. Lo único que comparten es la misma humanidad, pero en lo que se refiere a la apariencia externa de Su carne y a las circunstancias de Su nacimiento, no se parecen. Estas cosas no tienen ningún impacto sobre Su respectiva obra o sobre el conocimiento que el hombre tiene de Ellos, porque, a fin de cuentas, son el mismo Espíritu y nadie puede separarlos. Aunque no tienen relación de sangre, la totalidad de Su ser está a cargo de Su Espíritu, el cual les asigna una obra diferente en distintos períodos, y asigna Su carne a diferentes linajes. El Espíritu de Jehová no es el padre del Espíritu de Jesús, y el Espíritu de Jesús no es el hijo del Espíritu de Jehová: ambos son el mismo Espíritu. De igual manera, el Dios encarnado de hoy y Jesús no tienen relación de sangre, pero son uno; esto se debe a que Su Espíritu es uno. Dios puede llevar a cabo la obra de misericordia y bondad, así como la del juicio justo y el castigo del hombre y la de lanzar maldiciones sobre el hombre. Al final, Él puede realizar la obra de destruir el mundo y castigar a los malvados. ¿Acaso no hace todo esto Él mismo? ¿No es esto la omnipotencia de Dios? Él fue capaz tanto de promulgar las leyes para el hombre como de expedirle los mandamientos, y también fue capaz de guiar a los primeros israelitas para vivir en la tierra y para edificar el templo y los altares, poniendo a todos los israelitas bajo su dominio. Debido a Su autoridad, vivió en la tierra con el pueblo de Israel durante dos mil años. Los israelitas no se atrevían a rebelarse contra Él; todos veneraban a Jehová y cumplían Sus mandamientos. Esa fue la obra que se llevó a cabo en virtud de Su autoridad y Su omnipotencia. Luego, durante la Era de la Gracia, Jesús vino a redimir a toda la humanidad caída (no solo a los israelitas). Él mostró compasión y bondad hacia el hombre. El Jesús que el hombre vio en la Era de la Gracia estaba lleno de bondad y siempre fue amoroso con el hombre, pues Él había venido a salvar a la humanidad del pecado. Pudo perdonar al hombre sus pecados hasta que Su crucifixión redimió por completo a la humanidad del pecado. Durante este periodo, Dios apareció delante del hombre con misericordia y bondad; es decir, Él se convirtió en una ofrenda por el pecado para el hombre y fue crucificado por los pecados de este para que pudiera ser perdonado para siempre. Él era misericordioso, compasivo, paciente y amoroso, y todos los que seguían a Jesús en la Era de la Gracia también buscaban ser pacientes y amorosos en todas las cosas. Eran sufridos y nunca tomaban represalias, ni siquiera cuando los golpeaban, los maldecían o los apedreaban. Sin embargo, durante la etapa final, ya no podía ser así. La obra de Jesús y la de Jehová no eran totalmente iguales, aunque Su Espíritu fuera uno. La obra de Jehová no puso fin a la era, sino que la guio, y marcó el inicio de la vida de la humanidad en la tierra, y la obra de hoy consiste en conquistar a quienes viven en las naciones gentiles que han sido profundamente corrompidos, y guiar no solo al pueblo escogido de Dios en China, sino a todo el universo y a toda la humanidad. Puede parecerte que esta obra se está llevando a cabo solo en China, pero, de hecho, ya ha comenzado a difundirse en el extranjero. ¿Por qué razón la gente fuera de China busca el verdadero camino una y otra vez? Eso se debe a que el Espíritu ya ha empezado a trabajar, y las palabras pronunciadas hoy se dirigen a las personas en todo el universo. Con esto, la mitad de la obra ya está en marcha. Desde la creación del mundo hasta el presente, el Espíritu de Dios ha puesto en marcha esta gran obra y, además, ha realizado obras diferentes en distintas eras y entre naciones diferentes. Las personas de cada era ven un carácter diferente de Él, el cual se revela de forma natural por medio de la obra diferente que Él realiza. Él es Dios, lleno de misericordia y bondad; Él es la ofrenda por el pecado para el hombre y su pastor, pero Él también es el juicio, el castigo y la maldición del hombre. Él pudo guiar al hombre para que viviese sobre la tierra durante dos mil años y también pudo redimir del pecado a la humanidad corrupta. Hoy, también es capaz de conquistar a la humanidad, que no lo conoce, y someterla bajo Su dominio, de forma que todos se sometan totalmente a Él. Al final, Él quemará todo lo impuro e injusto dentro de las personas en todo el universo para mostrarles que Él no sólo es un Dios misericordioso y amoroso, un Dios de sabiduría y maravillas, un Dios santo, sino, además, un Dios que juzga al hombre. Para los malvados entre la humanidad, Él es fuego, juicio y castigo; para aquellos que deben ser perfeccionados, Él es tribulación, refinamiento y pruebas, así como consuelo, sustento, provisión de palabras, trato y poda. Y para los que son eliminados, Él es castigo y retribución. […]

Dios no sólo es un Espíritu, sino que también puede hacerse carne. Además, Él es un cuerpo de gloria. Aunque vosotros no hayáis visto a Jesús, los israelitas —es decir, los judíos de la época— sí lo hicieron. Al principio, Él era un cuerpo de carne, pero después de que lo crucificaran, pasó a ser el cuerpo de gloria. Él es el Espíritu que todo lo abarca y que puede obrar en todo lugar. Él puede ser Jehová o Jesús o el Mesías; al final, también puede convertirse en Dios Todopoderoso. Él es justicia, juicio y castigo; es maldición e ira, pero también es misericordia y bondad. Toda la obra que ha llevado a cabo puede representarlo. ¿Qué clase de Dios dices que es Él? No puedes explicarlo. Si en verdad no puedes explicarlo, no debes sacar conclusiones sobre Dios. No llegues a la conclusión de que Dios es siempre un Dios de misericordia y bondad sólo porque llevó a cabo la obra de redención en una etapa. ¿Puedes estar seguro de que Él sólo es un Dios misericordioso y amoroso? Si Él es, meramente, un Dios misericordioso y amoroso, ¿por qué pondrá fin a la era en los últimos días? ¿Por qué enviará tantos desastres? Según las nociones y pensamientos de las personas, Dios debería ser misericordioso y amoroso hasta el final, para que hasta el último miembro de la humanidad pueda ser salvo. Pero ¿por qué en los últimos días envía desastres tan grandes como terremotos, pestes y hambruna para destruir a esta malvada humanidad, que considera a Dios como un enemigo? ¿Por qué permite que el hombre sufra estos desastres? Ninguno de vosotros se atreve a decir qué clase de Dios es Él, y nadie es capaz de explicarlo. ¿Puedes estar seguro de que Él es el Espíritu? ¿Te atreves a decir que Él no es otro que la carne de Jesús? ¿Y te atreves a decir que Él es un Dios que será crucificado por siempre en aras del hombre?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las dos encarnaciones completan el sentido de la encarnación

Para las personas, la obra de la segunda carne encarnada es totalmente diferente a la de la primera, tanto es así, que ambas parecen no tener nada en común y nada de la primera obra puede verse en esta ocasión. Aunque la obra de la segunda carne encarnada es diferente de la obra de la primera, eso no prueba que Su fuente no sea la misma. Que Su fuente sea o no la misma depende de la naturaleza de la obra realizada por las carnes y no de Sus caparazones corporales. Durante las tres etapas de Su obra, Dios se ha encarnado dos veces y, en ambas ocasiones, la obra de Dios encarnado inaugura una nueva era, abre el paso a una nueva obra. Las encarnaciones se complementan entre sí. Es imposible para el ojo humano percibir que ambas carnes provienen realmente de la misma fuente. Sobra decir que esto escapa a la capacidad del ojo humano o a la de la mente del hombre. Pero, en Su esencia, son lo mismo, porque Su obra se origina en el mismo Espíritu. Si ambas carnes encarnadas surgen o no de la misma fuente, no puede juzgarse por la era y el lugar en el que nacieron, o por otros factores similares, sino por la obra divina expresada por Ellas. La segunda carne encarnada no lleva a cabo nada de la obra que Jesús realizó, porque la obra de Dios no se ciñe a convenciones, sino que cada vez se abre una nueva senda. La segunda carne encarnada no pretende profundizar ni solidificar la impresión de la primera carne en la mente de las personas, sino complementarla y perfeccionarla, profundizar el conocimiento de Dios por parte del hombre, romper todas las reglas existentes en los corazones de las personas y barrer las imágenes erróneas de Dios en sus corazones. Puede decirse que ninguna etapa individual de la obra de Dios puede darle al hombre un conocimiento completo de Él; cada una da solo una parte, no el todo. Aunque Dios ha expresado Su carácter por completo, debido a las limitadas facultades de entendimiento del hombre, su conocimiento de Dios sigue siendo incompleto. Es imposible, usando un lenguaje humano, transmitir la totalidad del carácter de Dios; ¿cuánto menos puede una sola etapa de Su obra expresar plenamente lo que es Dios? Él obra en la carne bajo la cubierta de Su humanidad normal y uno solamente puede conocerlo por las expresiones de Su divinidad, no por Su caparazón corporal. Dios viene en la carne para permitir al hombre conocerlo por medio de Su obra variada, y no hay dos etapas de Su obra que sean iguales. Solo de esta forma puede el hombre tener un conocimiento pleno de la obra de Dios en la carne, no confinada a una sola faceta. Aunque la obra de las dos carnes encarnadas es diferente, la esencia de las mismas y la fuente de Su obra son idénticas; ellas solo existen para llevar a cabo dos etapas diferentes de la obra y surgen en dos eras distintas. Sea como sea, las carnes encarnadas de Dios comparten la misma esencia y el mismo origen; este es un hecho que nadie puede negar.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La esencia de la carne habitada por Dios

Una vez se me conoció como Jehová. También se me llamó el Mesías, y las personas me llamaron una vez Jesús el Salvador con amor y aprecio. Hoy, sin embargo, ya no soy el Jehová o el Jesús que las personas conocieron en tiempos pasados; Yo soy el Dios que ha regresado en los últimos días, el que pondrá fin a la era. Soy el Dios mismo que surge del extremo de la tierra, repleto de todo Mi carácter y lleno de autoridad, honor y gloria. Las personas nunca se han relacionado conmigo, nunca me han conocido y siempre han sido ignorantes de Mi carácter. Desde la creación del mundo hasta hoy, ni una sola persona me ha visto. Este es el Dios que se le aparece al hombre en los últimos días, pero que está oculto entre los hombres. Él mora entre los hombres, verdadero y real, como el sol ardiente y la llama abrasadora, lleno de poder y rebosante de autoridad. No hay una sola persona o cosa que no será juzgada por Mis palabras y ni una sola persona o cosa que no será purificada por el fuego ardiente. Finalmente, todas las naciones serán bendecidas debido a Mis palabras y también serán hechas pedazos debido a ellas. De esta forma, todas las personas durante los últimos días verán que Yo soy el Salvador que ha regresado, y que Yo soy el Dios Todopoderoso que conquista a toda la humanidad. Y todos verán que una vez fui la ofrenda por el pecado para el hombre, pero que en los últimos días también me convierto en las llamas del sol que incineran todas las cosas, así como el Sol de la justicia que revela todas las cosas. Esta es Mi obra en los últimos días. Tomé este nombre y soy poseedor de este carácter para que todas las personas puedan ver que Yo soy un Dios justo, el sol ardiente, la llama abrasadora, y que todos puedan adorarme, al único Dios verdadero, y para que puedan ver Mi verdadero rostro: no soy solo el Dios de los israelitas ni soy solo el Redentor, soy el Dios de todas las criaturas en todos los cielos, la tierra y los mares.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. El Salvador ya ha regresado sobre una “nube blanca”

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