Devocional cristiano de hoy: Catástrofes frecuentes: cómo ser vírgenes prudentes para dar la bienvenida al Señor

14 Oct 2025

¿Te has dado cuenta? El mundo entero se ha visto envuelto en desastres.

La mañana del 30 de julio de 2025, un enorme terremoto de magnitud 8,8 sacudió de repente la península de Kamchatka, en Rusia, provocando un tsunami y activando las alertas de emergencia en varios países. El sismo también indujo la primera erupción del volcán Krasheninnikov en 600 años, con una columna de ceniza que alcanzó los 6 km de altura. Varios volcanes han entrado en actividad, lo que ha ocasionado un drástico aumento de la actividad volcánica en la región.

Entre el 23 y el 29 de julio de 2025, Pekín, China, sufrió días de lluvias torrenciales, que dejaron un saldo de al menos 44 muertos.

El 4 de julio de 2025, una inundación repentina sin precedentes en un siglo azotó Texas, EE. UU., sumergiendo pueblos y arrasando puentes de la noche a la mañana. La inundación causó más de 100 muertes.

Entre finales de junio y principios de julio de 2025, un domo de calor barrió Europa, con temperaturas que se dispararon por encima de los 40 °C en Francia, España y Portugal. La temperatura en muchas zonas superó los 42 °C, y el calor extremo provocó más de 2000 muertes y el cierre de numerosas atracciones turísticas.

El 28 de marzo de 2025, Birmania fue sacudida por un potente terremoto de magnitud 7,7, que dejó más de 3000 muertos.

El 7 de enero de 2025, se desató un incendio forestal a gran escala en Los Ángeles, al sur de California, EE. UU., que destruyó o dañó más de 18000 estructuras y causó 29 muertes.

Los desastres como guerras, terremotos, inundaciones, plagas de insectos, hambrunas, pandemias y fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más graves y frecuentes, y también ocurren a menudo diversos fenómenos celestes. ¿Son meras coincidencias? De ningún modo. Hace dos mil años, el Señor Jesús lanzó una advertencia: “Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino, y en diferentes lugares habrá hambre y terremotos. Pero todo esto es solo el comienzo de dolores. […] Porque habrá entonces una gran tribulación, tal como no ha acontecido desde el principio del mundo hasta ahora, ni acontecerá jamás. […] Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, sabed que Él está cerca, a las puertas(Mateo 24:7-8, 21, 33).

Todas estas señales se están cumpliendo ante nuestros propios ojos. La campana de alarma de los últimos días ha sonado: ¡el Señor Jesús está a la puerta, llamando! En este momento final, ¿cómo podemos ser vírgenes prudentes y dar la bienvenida al regreso del Señor para obtener la salvación de Dios? Este es un tema que preocupa a todos los que anhelan el regreso del Señor. El Señor Jesús dijo una vez: “Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al novio. Y cinco de ellas eran insensatas, y cinco prudentes. Porque las insensatas, al tomar sus lámparas, no tomaron aceite consigo, pero las prudentes tomaron aceite en frascos junto con sus lámparas(Mateo 25:1-4). A partir de las Escrituras, vemos que las vírgenes prudentes prepararon aceite para sus lámparas y esperaron atentas la venida del Señor. Al final le dieron la bienvenida y asistieron al banquete del reino de los cielos. Muchos hermanos y hermanas creen que, siempre que leamos sistemáticamente las escrituras, asistamos a reuniones, asumamos de manera diligente el trabajo para el Señor y aguardemos atentos, eso significa que hemos preparado el aceite para las lámparas y somos vírgenes prudentes, y que el Señor nos arrebatará al reino de los cielos cuando venga. Hemos estado practicando de esta manera durante muchos años y ahora han llegado todo tipo de catástrofes, pero aún tenemos que dar la bienvenida al Señor. Esto no nos deja más opción que reflexionar y preguntarnos: ¿Trabajar para el Señor de manera tan diligente es lo que significa de verdad ser una virgen prudente? ¿Podremos dar la bienvenida al Señor y ser arrebatados antes de las catástrofes de este modo?

¿Leer las Escrituras, orar y trabajar de manera diligente para el Señor nos convierte en vírgenes prudentes?

Recordemos a los escribas, los sumos sacerdotes y los fariseos. Todos ellos eran muy eruditos de las Escrituras y sus familias habían servido a Dios durante generaciones. Obedecían estrictamente la ley, cumplían los mandamientos, trabajaban de manera diligente e incluso viajaban por todo el mundo para difundir el evangelio de Dios. Puede decirse que trabajaron mucho, soportaron no pocos sufrimientos y aguardaron atentos la llegada del Mesías. Según nuestras nociones y figuraciones, ellos deberían haber sido las vírgenes prudentes que prepararan el aceite para las lámparas, y deberían haber sido más aptos que nadie para dar la bienvenida al Señor y recibir Su salvación. Sin embargo, ¿cuál fue la realidad? Cuando el Señor Jesús se hizo carne y vino a obrar, estas personas no solo no lo reconocieron, sino que hasta creyeron, en función de sus nociones y fantasías, que “quien no se llame ‘Mesías’ no es Dios”. Oían de forma nítida que las palabras del Señor tenían autoridad y poder, pero, basándose en sus nociones y fantasías, condenaban la obra y las palabras del Señor Jesús porque se desviaban de las Escrituras. Con esta justificación negaban que el Señor Jesús fuera Dios mismo y también se valían de esto para juzgar al Señor Jesús y blasfemar contra Él. No tenían un corazón temeroso de Dios en absoluto. No tenían entendimiento y no buscaron ni investigaron. Incluso colaboraron con el Gobierno romano para crucificar al Señor Jesús y acabaron castigados por Dios. Así pues, ¿puede afirmarse que los fariseos fueron vírgenes prudentes? Solo se preocupaban de afanarse por trabajar duro y respetar las leyes del Antiguo Testamento, pero no tenían el menor conocimiento de Dios. Eran incapaces de oír la voz de Dios. Se puede decir que eran las vírgenes más insensatas. Entonces, ¿qué es realmente una virgen prudente? Sigue leyendo para saber más.

¿Qué es una virgen prudente?

El Señor Jesús dijo una vez: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen(Juan 10:27). “Pero a medianoche se oyó un clamor: ‘¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo’(Mateo 25:6). En las Escrituras vemos que las vírgenes prudentes son capaces principalmente de dar la bienvenida al novio porque se centran en escuchar la voz de Dios. Cuando oyen clamar que viene el novio, las vírgenes prudentes toman la iniciativa de salir a darle la bienvenida, buscan e investigan. Al final reconocen la voz de Dios en las palabras de Dios, por lo que dan la bienvenida al Señor. Es igual que cuando la mujer samaritana, como consta en las Escrituras, oyó decir al Señor Jesús: “Porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad(Juan 4:18). Se dio cuenta entonces de que solo Dios podía conocer y hablar de lo que había en su corazón. Atónita, gritó a otras personas: “Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo lo que yo he hecho. ¿No será este el Cristo?” (Juan 4:29). Reconoció a partir de las palabras del Señor Jesús que Él era el Mesías que venía. Luego está Pedro, que mientras estuvo con el Señor comprobó que las palabras y la obra del Señor Jesús no eran cosas que un hombre corriente pudiera decir o hacer. A partir de las palabras y la obra del Señor, reconoció que el Señor Jesús era Cristo, el Hijo de Dios. También Natanael, Juan, Andrés y otros reconocieron todos la voz de Dios a partir de las palabras del Señor Jesús. Tuvieron la certeza de que el Señor Jesús era Dios mismo y renunciaron a todo para seguirlo. Estas personas fueron las vírgenes prudentes.

Los hechos anteriores evidencian que no todos aquellos que leen las Escrituras, asisten a reuniones, asumen de manera diligente el trabajo para el Señor y aguardan atentos son vírgenes prudentes. Ante todo, las vírgenes prudentes son quienes se centran en escuchar la voz de Dios y, cuando oyen a otros difundir el evangelio de Dios, son capaces de deponer sus nociones y figuraciones e investigar la obra de Dios con un humilde corazón de búsqueda. Al final obtienen esclarecimiento de Dios, reconocen Su voz y dan la bienvenida al Señor. Todos aquellos que no se centran en escuchar la voz de Dios, que no buscan ni siquiera tras oír la verdad manifestada, que carecen de discernimiento, que siguen aferrándose con obstinación a las palabras textuales de las Escrituras y creen que contribuyendo con mano de obra, entregándose y haciendo ofrendas podrán dar la bienvenida a la aparición de Dios son vírgenes insensatas que acabarán perdiendo la salvación de Dios.

Para evitar convertirnos en vírgenes insensatas, abandonadas y descartadas por Dios en medio de las catástrofes, en este momento crucial para dar la bienvenida al regreso del Señor, debemos ser vírgenes prudentes y centrarnos en oír la voz de Dios. Está escrito en el Libro del Apocalipsis: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias(Apocalipsis 2:7). “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo(Apocalipsis 3:20). Estas profecías demuestran que, cuando el Señor regrese en los últimos días, va a declarar palabras. Entonces, ¿cómo podemos discernir la voz de Dios? Continuemos hablando de algunos principios.

1. Las palabras expresadas por Dios poseen autoridad y poder y son expresiones del carácter de Dios

Como todos sabemos, en el principio Dios usó Sus palabras para crear el mundo. Las palabras de Dios poseen autoridad y poder. En cuanto Dios pronuncia una palabra, esta se cumple. Tal como dijo Dios en el Libro del Génesis: “Sea la luz. Y hubo luz” (Génesis 1:3). “Júntense en un lugar las aguas que están debajo de los cielos, y que aparezca lo seco. Y fue así” (Génesis 1:9). Dijo Jehová a Moisés: “Dirígete a toda la congregación de los hijos de Israel y diles: seréis santos, porque Yo, Jehová, vuestro Dios, soy santo(Levítico 19:2).* Además, el Señor Jesús dijo lo siguiente que dejó en evidencia a los fariseos: “Pero, ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres, pues ni vosotros entráis, ni dejáis entrar a los que están entrando(Mateo 23:13).

En cuanto escuchamos las palabras de Dios, nos damos cuenta de que ningún ser humano corriente podría pronunciarlas. Sus palabras pueden comandar todas las cosas, haciendo que se mantengan firmes y se cumplan. Sus palabras también pueden maldecir a todos los que se resisten y se rebelan contra Él. Escucharlas es sobrecogedor y nos permite sentir que el carácter de Dios no tolera la ofensa de ningún ser humano. Las palabras de Dios representan plenamente Su identidad y autoridad. En los últimos días, esta es la manera de discernir si lo que oímos es la voz del Señor que ha regresado.

2. Las palabras de Dios pueden desvelar misterios y dejan al descubierto la corrupción y los secretos de la humanidad

Como todos sabemos, el Señor Jesús encarnado desveló muchos misterios durante Su obra. Por ejemplo, “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado(Mateo 4:17) y “No todo el que me dijo: “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que siga la voluntad de Mi Padre que está en los cielos(Mateo 7:21).* Precisamente porque el Señor desveló los misterios relativos a la entrada en el reino de los cielos sabemos que únicamente pueden entrar en él aquellos que se arrepienten verdaderamente y se convierten en personas que siguen la voluntad del Padre celestial. Esto es algo que nunca hubiéramos sabido si el Señor Jesús no nos hubiera desvelado este misterio.

Además, Dios escruta las profundidades del corazón de las personas. Dios nos conoce exhaustivamente, y solo Él puede desenmascarar nuestra corrupción y las cosas que moran en nuestro corazón. Por ejemplo, el Señor Jesús habló de cuando Natanael estaba debajo de la higuera y pudo reconocerlo a Él como el Mesías que venía. Asimismo, Mateo, el recaudador de impuestos, reconoció que el Señor Jesús era Dios porque hablaba del contenido de sus oraciones. A partir de estos asuntos podemos apreciar que las palabras de Dios no solo desvelan misterios, sino que también dejan al descubierto la corrupción y los secretos de la humanidad. Esta es otra manera de discernir si algo es la voz de Dios.

3. Las palabras de Dios pueden proveer de vida y aportar una senda a seguir a las personas

El Señor Jesús dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí(Juan 14:6). Dios mismo es la verdad. Dios puede expresar la verdad para sustentar a la humanidad, en función de sus necesidades, en cualquier momento y lugar. En la Era de la Ley, la humanidad no sabía cómo vivir ni cómo adorar a Dios, por lo que Dios promulgó la ley por medio de Moisés para guiar a la gente en la vida. Tal como manifiestan los diez mandamientos: “Yo soy Jehová, tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud. No tendrás otros dioses delante de Mí(Deuteronomio 5:6-7).* “No matarás. No cometerás adulterio. […] No darás falso testimonio contra tu prójimo. No codiciarás la mujer de tu prójimo(Deuteronomio 5:17-21). Tras oír las palabras de Dios, la gente en ese momento supo cómo debía vivir y adorar a Dios. Después, cuando el Señor Jesús vino a obrar y predicar el evangelio del reino de los cielos, comenzó a enseñar a las personas que debían confesar sus pecados y arrepentirse, ser tolerantes y pacientes, amar al prójimo como a sí mismas, ser la sal y la luz de la tierra, etc. De igual modo, cuando Pedro preguntó al Señor Jesús: “Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí que yo haya de perdonarlo? ¿Hasta siete veces?” (Mateo 18:21), Jesús le dijo directamente: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete(Mateo 18:22). Al oír estas palabras del Señor, Pedro entendió que el perdón es algo que hemos de acatar, y que no está condicionado ni limitado a un número de veces. Así, Pedro obtuvo una senda de práctica.

Así pues, si alguien nos predica el evangelio del regreso del Señor y da testimonio de las palabras del Espíritu Santo a las iglesias, podemos escuchar y discernir si lo que predica puede proveer para nuestras necesidades actuales. Vivimos en un estado de pecar y confesar, un estado del que no podemos salir. Si el camino que predica puede darnos una senda para despojarnos del pecado y ser purificados, esto significa que el Señor Jesús ha regresado. Podemos discernir la voz de Dios basándonos en este principio.

¿Te ha provisto esta enseñanza de una senda para que te conviertas en una virgen prudente y des la bienvenida al Señor? Espero que la compartas con otras personas si te ha sido útil. Mi deseo es que todos nos convirtamos en vírgenes prudentes y que nos dediquemos de todo corazón a buscar y escuchar atentamente la voz del Señor. ¡Que pronto demos la bienvenida a Su regreso y asistamos al banquete con Él!

Las citas bíblicas marcadas (*) han sido traducidas de AKJV.

Ahora ya han aparecido varios desastres inusuales, y según las profecías de la Biblia, habrá desastres aún mayores en el futuro. Entonces, ¿cómo obtener la protección de Dios en medio de los grandes desastres? Contáctanos, y te mostraremos el camino.

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