I

Todas las palabras de Dios son la verdad, y todo lo que Él dice y hace es justo.

Al pasar por el juicio de Sus palabras, debemos buscar la verdad.

Como reconocemos que tenemos actitudes corruptas,

debemos someternos aún más al juicio de Dios.

Solo cuando se hayan purificado nuestras actitudes corruptas

podremos satisfacer Sus intenciones.

Renunciamos a las nociones, acudimos a Dios y practicamos la verdad.

Reafirmamos nuestra determinación de imitar a Pedro

y damos un rotundo testimonio.

Cantemos con todo el corazón: ¡solo Dios es el mejor!

¡Alabaremos por siempre la santidad y la justicia de Dios!

II

Al experimentar el juicio de las palabras de Dios,

he visto cuán profundamente me ha corrompido Satanás.

Soy arrogante, vanidoso, torcido y falso;

realmente no tengo ninguna semejanza humana.

Tras aceptar el juicio y conocerme a mí mismo,

me he arrepentido de verdad.

Al experimentar que el carácter de Dios no tolera ofensa, le temo de corazón.

Su inmenso amor se oculta detrás de Su juicio y Su castigo.

Al rebelarme contra la carne y practicar la verdad,

me acerco a Dios.

Cantemos con todo el corazón: ¡solo Dios es el mejor!

¡Alabaremos por siempre la santidad y la justicia de Dios!

III

Al llegar la persecución, la tribulación y las pruebas,

debemos mantenernos firmes en el testimonio para gloria de Dios.

Tanto si viven como si mueren, los seres creados deben someterse a Dios.

Tras grandes tribulaciones y dolor, odiamos del todo a Satanás

y sentimos aún más la hermosura de Dios.

Aceptamos arriesgar la vida para humillar a Satanás

y dar un testimonio victorioso.

Tras un leve sufrimiento transitorio se gana la verdad y vida.

Todo lo que Dios dice y hace es amor;

nuestra fe en esto es fuerte y está libre de dudas.

Cantemos con todo el corazón: ¡solo Dios es el mejor!

¡Alabaremos por siempre la santidad y la justicia de Dios!

de Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos