Aunque su hermano menor es creyente desde hace varios años, no lee las palabras de Dios ni asiste a reuniones, y habla y se comporta como un descreído; tampoco acepta la verdad en absoluto. A tenor de los principios, ella comprueba que es un incrédulo y que hay que expulsarlo de la iglesia, pero cuando la iglesia se dirige a ella para saber más de él, quiere protegerlo y encubrirlo por afecto. No está dispuesta a revelarlo verazmente. Luego, al leer las palabras de Dios, comprende la esencia y las consecuencias de actuar en función de las emociones y expone la conducta de su hermano, con lo que pone en práctica la verdad. Varios años después, a su madre la van a mandar a aislamiento y autorreflexión por su tendencia a perturbar la vida de iglesia y a negarse a aceptar la verdad, y la protagonista vuelve a lidiar con sus afectos y no quiere revelar la conducta de su madre. ¿Cómo acaba poniendo en práctica la verdad y defendiendo el trabajo de la iglesia, en lugar de actuar en función de sus emociones? Te invitamos a mirar este video.