Qué es el pueblo de Dios y qué son los hacedores de servicio

4 Jun 2018

Las palabras relevantes de Dios:

La situación no es la que era, y Mi obra ha entrado en un nuevo punto de partida. Siendo así, habrá un nuevo enfoque: todos aquellos que ven Mi palabra y la aceptan como su vida misma son el pueblo en Mi reino y, como están en Mi reino, son el pueblo de Mi reino. Como aceptan la guía de Mis palabras, aunque se hace referencia a ellos como Mi pueblo, no están en absoluto por debajo de Mis “hijos”. Habiéndose convertido en el pueblo de Dios, todos deben servir con la mayor devoción en Mi reino y cumplir sus deberes en él. Quienquiera que ofenda Mis decretos administrativos debe recibir Mi castigo. Este es Mi aviso para todos.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las palabras de Dios al universo entero, Capítulo 1

Puesto que vosotros os llamáis Mi pueblo, debéis ser capaces de glorificar Mi nombre; es decir, de manteneros firmes en el testimonio en medio del juicio. Si alguien intenta adularme y ocultarme la verdad, o involucrarse en negociaciones vergonzosas a Mis espaldas, todas estas personas, sin excepción, serán expulsadas y se las echará de Mi casa a la espera de que Yo trate con ellas. Los que me han sido infieles hijos desobedientes en el pasado, y hoy en día se levantan de nuevo para juzgarme abiertamente, ellos también serán expulsados de Mi casa. Aquellos que son Mi pueblo tienen que demostrar consideración constantemente por Mis cargas, así como buscar conocer Mis palabras. Yo sólo esclareceré a gente como esta, y ellos con seguridad vivirán bajo Mi guía y esclarecimiento, y nunca encontrarán castigo. Aquellos que fallen en demostrar consideración por Mis cargas, se concentren en la planificación de su futuro, es decir, aquellos que no orienten sus acciones a satisfacer Mi corazón, sino que más bien busquen limosnas, esas criaturas que son como mendigos, me rehúso rotundamente a utilizarlas, porque desde el día en que nacieron no saben nada de lo que significa demostrar consideración por Mis cargas. Son personas que carecen de un sentido normal; gente como esta sufre de “desnutrición” del cerebro, y necesitan regresar a su casa para “alimentarse”. No tengo ningún uso para esa clase de gente. Entre Mi pueblo, se requerirá a todos que consideren conocerme como un deber obligatorio a ser cumplido hasta el final, como comer, vestirse y dormir, algo que nunca se olvida por un instante, por lo que al final conocerme se convierta en algo tan habitual como comer, algo que haces sin esfuerzo, con mano diestra. En cuanto a las palabras que pronuncio, cada una debe ser tomada con la mayor fe y completamente asimilada; no puede haber medias tintas de indiferencia. Cualquiera que no preste atención a Mis palabras se considerará directamente Mi opositor; cualquiera que no coma de Mis palabras, o que no busque conocerlas, será considerado como alguien que no me presta atención, y será directamente barrido fuera de la puerta de Mi casa. Eso se debe a que, como ya he dicho en el pasado, lo que quiero no es una gran cantidad de personas, sino la excelencia. Si de un centenar de personas, sólo uno es capaz de conocerme a través de Mis palabras, entonces Yo estaré dispuesto a echar a todos los demás para centrarme en esclarecer e iluminar a esta única persona. De aquí se puede ver que no es necesariamente cierto que sólo mayores números puedan manifestarme y puedan vivirme. Lo que quiero es trigo (a pesar de que los granos puedan estar vacíos) y no cizaña (aun cuando los granos estén lo suficientemente llenos como para despertar admiración). En cuanto a los que no dan ninguna importancia a buscar, sino que se comportan como vagos, deben irse por su propia voluntad; no quiero verlos nunca más, para que no sigan trayendo desgracia a Mi nombre. En cuanto a lo que requiero de Mi pueblo, me detendré en estos preceptos por ahora, y esperaré para establecer más sanciones en función de cómo cambien las circunstancias.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las palabras de Dios al universo entero, Capítulo 5

Una persona que puede estar verdaderamente en paz en la presencia de Dios es capaz de liberarse de todas las ataduras mundanas y lograr que Dios la posea. Todas las personas incapaces de estar en paz en la presencia de Dios son, sin lugar a duda, disolutas y desenfrenadas. Todos los que son capaces de estar en paz delante de Dios son los piadosos que están delante de Él y que anhelan a Dios. Solo los que están en paz delante de Dios valoran la vida, valoran compartir en el espíritu, tienen sed de las palabras de Dios y buscan la verdad. Los que no valoran estar en paz delante de Dios, y no lo practican, son personas vanas y superficiales, atadas al mundo y sin vida; aunque afirmen creer en Dios, solo lo hacen de labios para afuera. Aquellos a los que Dios perfecciona y completa en última instancia son personas que pueden estar en paz en Su presencia. Por tanto, los que están en paz delante de Dios son agraciados con grandes bendiciones. Las personas que durante el día apenas dedican tiempo a comer y beber las palabras de Dios, que están muy preocupadas por los asuntos externos y que valoran poco entrar en la vida, son, todas ellas, unas hipócritas sin perspectiva de crecimiento futuro. Los que pueden estar en paz delante de Dios y pueden tener una comunión genuina con Él, son Su pueblo.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Acerca de acallar el corazón delante de Dios

Miembro de la casa y el reino de Dios; ¿de dónde proviene esta denominación? ¿Cómo se obtiene? Proviene de haber pagado un precio y, al comprender la verdad, haberla buscado y haber alcanzado cierto nivel de transformación de tu carácter; ya puedes someterte y venerar a Dios y te has convertido en miembro de Su casa. Al igual que Job y Pedro, ya no tienes que sufrir la persecución y corrupción de Satanás. Puedes vivir libremente en la casa de Dios y en Su reino y ya no es preciso que luches contra tu carácter corrupto; eres, a ojos de Dios, un auténtico objeto de la creación y un verdadero ser humano. Esto quiere decir que han terminado por completo los días de penurias de una persona corrompida por Satanás; ahora es tiempo de paz, gozo y felicidad, en el que una persona puede vivir a la luz del rostro del Creador y junto a Dios.

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Cumplen con su deber solo para distinguirse a sí mismos y satisfacer sus propios intereses y ambiciones; nunca consideran los intereses de la casa de Dios, e incluso los venden a cambio de su propia gloria (IX)

El hombre será hecho completamente perfecto en la Era del Reino. Después de la obra de conquista, el hombre será sometido al refinamiento y la tribulación. Los que puedan vencer y mantenerse firmes en el testimonio durante esta tribulación son los que al final serán hechos completos; son los vencedores. Durante esta tribulación, al hombre se le exige aceptar este refinamiento y este refinamiento es la última ocasión de la obra de Dios. Es la última vez que el hombre será refinado antes de la consumación de toda la obra de la gestión de Dios y todos los que sigan a Dios deben aceptar esta prueba final y deben aceptar este último refinamiento. Los que son asediados por la tribulación no tienen la obra del Espíritu Santo y la guía de Dios, pero los que han sido realmente conquistados y ciertamente buscan a Dios, al final se mantienen firmes; son los que poseen humanidad y verdaderamente aman a Dios. No importa qué haga Dios, estos victoriosos no serán despojados de las visiones y seguirán poniendo en práctica la verdad sin fallar en su testimonio. Son los que al final emergerán de la gran tribulación.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra de Dios y la práctica del hombre

Si consideramos la expresión “hacedores de servicio” desde un punto de vista literal, para entenderla según los términos lingüísticos humanos, significa trabajadores temporales que prestan servicios temporales en cierta industria o puesto de trabajo y que se necesitan de manera puntual. En la casa de Dios, en Su plan de gestión y Su obra, el grupo de personas denominadas hacedores de servicio es absolutamente indispensable. Cuando estas personas llegan a la casa de Dios y vienen al lugar de trabajo de Dios, no saben nada acerca de Dios ni de la fe, ni saben nada en absoluto sobre Su obra o Su plan de gestión. No entienden nada; son simplemente legos. ¿Cómo se llama a los legos en la casa de Dios? Incrédulos. Cuando los que son incrédulos a los ojos de Dios vienen a la casa de Dios, ¿qué pueden hacer? ¿Qué necesita Dios de ellos exactamente? Como la gente tiene un carácter corrupto, y debido a su esencia-naturaleza, lo que pueden hacer es lo que se les pide, llevar a cabo cualquier instrucción que les dé Dios, ir dondequiera que les lleve Su obra y saber lo que Sus palabras les permiten saber. Lo único que pueden hacer es saber; no pueden lograr comprender. En cada parte de la obra de Dios que Él exige, la gente solo colabora de manera pasiva; no toma la iniciativa. Si de verdad tomaras alguna iniciativa, ¡entonces habrías entendido la verdad y la voluntad de Dios! “De manera pasiva” aquí significa que no sabes lo que Dios quiere hacer, no sabes el significado de lo que Él te hace hacer ni qué valor tiene, y no sabes qué tipo de senda deberías tomar. Cuando vienes a la casa de Dios, eres como una máquina; cualquiera que sea la manera en la que Dios trabaje en ti, esa es la manera en la que tú funcionas. ¿Para qué te necesita Dios a ti? (Como objeto para que Dios exprese la verdad en el juicio de la humanidad). Correcto: eres un objeto al que Dios le expresa Sus palabras. ¿Qué más? Tus dones, ¿verdad? ¿Cuenta tu pensamiento humano? Dios solo te usará si posees pensamiento humano normal. Si tu estado mental es anormal, entonces ni siquiera eres apto para ser hacedor de servicio. ¿Qué más? (Las habilidades y capacidades). En otras palabras, todas las diferentes habilidades que tiene la gente. ¿Qué más? (La determinación de colaborar con Dios). Esto también es algo que Él requiere; es un tipo de aspiración que tiene la gente por escuchar y someterse, y también se puede decir que es el deseo de amar las cosas positivas y la luz. Si lo llamamos resolución, entonces podría ser demasiado limitado para abarcarlo. Las aspiraciones tienen un alcance más amplio y son menores que las resoluciones en cuanto a su alcance. Es decir, empiezas con una aspiración, y solo cuando la tengas empezarás poco a poco a desarrollar varias resoluciones. Las resoluciones son más concretas, mientras que las aspiraciones abarcan un ámbito mayor. En términos de los humanos corruptos, desde el punto de vista del Creador, estas son cosas para las que Dios te necesita. En otras palabras, cuando un lego que no tiene ningún conocimiento de Dios en absoluto, ni de Su gestión, Su esencia, Sus declaraciones o Su carácter, viene a Su casa, esa persona es como una máquina. Lo que una persona puede hacer por Dios y cómo puede colaborar con la obra de Dios básicamente no guarda relación con el estándar que Dios exige (la verdad). Las cosas de una persona que Dios puede utilizar son aquellas que se acaban de mencionar: primero, uno se convierte en objeto al que Dios habla; segundo, los varios dones que posee; tercero, poseer un pensamiento humano normal; cuarto, las varias habilidades de una persona; y quinto, lo más importante, tener la aspiración de escuchar y someterse a las palabras de Dios. Estas cosas son la clave. Cuando alguien está provisto de estas cualidades, empieza a trabajar al servicio de la obra de Dios y Su plan de gestión. Entonces se ha embarcado en el buen camino, es decir, se ha convertido oficialmente en hacedor de servicio en la casa de Dios.

Antes de comprender las palabras de Dios, la verdad y la voluntad de Dios, y antes de desarrollar una pizca de reverencia por Dios, el papel que cada persona desempeña solo puede ser el de hacedor de servicio y nada más. Es decir, eres hacedor de servicio, quieras o no; no puedes escapar de este apelativo. Algunas personas dicen: “Pero he creído en Dios toda mi vida; llevo varias décadas creyendo en Jesús. ¿De verdad sigo siendo simplemente un hacedor de servicio?”. ¿Qué piensas de esta cuestión? ¿A quién le preguntas? Tienes que hacerte la siguiente pregunta: ¿entiendes ya la voluntad de Dios? ¿Estás actualmente haciendo algún esfuerzo o practicando la verdad? ¿Has puesto un pie en la senda para buscar y comprender la verdad? ¿Has entrado en la realidad-verdad? ¿Veneras a Dios en tu corazón? Si posees estas cualidades, si puedes mantenerte firme cuando te enfrentes a las pruebas de Dios y eres capaz de temer a Dios y apartarte del mal, por supuesto que ya no eres hacedor de servicio. Si, sin embargo, no posees estas cualidades, sin duda sigues siendo hacedor de servicio. Es ineludible e inevitable.

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Cumplen con su deber solo para distinguirse a sí mismos y satisfacer sus propios intereses y ambiciones; nunca consideran los intereses de la casa de Dios, e incluso los venden a cambio de su propia gloria (IX)

Cuando la gente entra a la casa de Dios y no comprende la verdad, sino que solamente tiene aspiraciones varias o adquiere cierta determinación de cooperar, la función que puede desempeñar durante este período únicamente puede ser la de hacedor de servicio. Naturalmente, “prestar servicio” no es una expresión muy bonita. Dicho de otro modo, quiere decir que la gente sirve y se afana por la obra del plan de gestión de Dios, lo que significa que se esfuerza por ella. No comprende ni entiende nada, pero tiene algunas habilidades y algunos dones y es capaz de aprender y transmitir lo que otros dicen y de asumir alguna labor de asuntos generales; ahora bien, en lo referente a los diversos aspectos de la obra específica de salvación y gestión de Dios para la humanidad y a los de la obra relativa a la verdad, no es capaz de dedicar nada de esfuerzo ni de cooperar en absoluto; solo hace un pequeño esfuerzo y dice algunas cosas mientras realiza alguna labor de asuntos generales y lleva a cabo algún trabajo secundario de servicio. Si es así la esencia del deber de la gente o de las funciones que desempeña y la labor que realiza en la casa de Dios, le costará mucho dejar de lado la denominación de “hacedor de servicio”. ¿Por qué le costará mucho dejarla de lado? ¿No guarda relación con el significado establecido por Dios para esta denominación? A la gente le resulta bastante fácil esforzarse un poco y hacer las cosas con sus habilidades, sus dones y su inteligencia innatos. Sin embargo, vivir según la verdad, entrar en la realidad-verdad y actuar de acuerdo con la voluntad de Dios son cosas muy agotadoras; requieren tiempo, liderazgo de la gente, esclarecimiento y disciplina de Dios. Requieren, además, el advenimiento de las palabras de juicio y castigo de Dios. Por lo tanto, en lo que se tarda en alcanzar este objetivo, lo que la mayoría es capaz de hacer y proveer se limita a ese pequeño número de cosas: desempeñar la función de objetos a los que hable Dios; poseer ciertos dones y ser de utilidad en la casa de Dios; pensar como la humanidad normal y ser capaz de captar y llevar a cabo los trabajos que te asignen; estar dotado de ciertas habilidades y ser capaz de concentrarte en lo que mejor haces en todo trabajo que te manden en la casa de Dios; y, sobre todo, aspirar a escuchar y someterte. Al prestar servicio en la casa de Dios y esforzarte por Su obra, si tienes esa pequeña inclinación a escuchar y someterte, no podrás huir ni causar problemas; por el contrario, harás todo lo posible por contenerte y cometer menos acciones malas y más buenas. Estos son el estado y la situación de la mayoría de la gente, ¿no?

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Cumplen con su deber solo para distinguirse a sí mismos y satisfacer sus propios intereses y ambiciones; nunca consideran los intereses de la casa de Dios, e incluso los venden a cambio de su propia gloria (IX)

“Servicio” no es una palabra que suene muy elegante ni es algo que una persona esté dispuesta a hacer, pero debemos mirar a quién va dirigido. Hay un sentido especial en la existencia de los hacedores de servicio para Dios. Nadie más podría desempeñar su papel, porque Dios los escogió. ¿Y cuál es el papel de estos que prestan servicio? Servir a las personas escogidas por Dios. Por lo general, su papel es servir a la obra de Dios, cooperar con esta y con la consumación de Dios de Su pueblo escogido. Independientemente de si están trabajando, desempeñando alguna obra o acometiendo ciertas tareas, ¿cuáles son los requisitos de Dios para estas personas? ¿Es muy exigente con ellas? (No, Dios les pide que sean leales). Los hacedores de servicio también deben ser leales. Independientemente de tus orígenes, o de por qué te escogió Dios, debes ser leal a Dios, a lo que Él te comisiona, así como a la obra de la que eres responsable y el deber que cumples. Si los hacedores de servicio son capaces de ser leales, y satisfacer a Dios, ¿cuál será entonces su fin? Podrán permanecer. ¿Es una bendición ser alguien que presta servicio y que permanece? ¿Qué significa permanecer? ¿Qué significa esta bendición? En estatus parecen diferentes a las personas escogidas por Dios, parecen distintas. En realidad, sin embargo, ¿no es lo que disfrutan en esta vida lo mismo que las personas escogidas por Dios? Como mínimo, en esta vida es lo mismo. No negáis esto, ¿verdad? Las declaraciones de Dios, Su gracia, Su provisión, Sus bendiciones; ¿quién no disfruta estas cosas? Todos disfrutan de tal abundancia. La identidad de quien presta servicio es hacedor de servicio, pero para Dios, están entre todas las cosas que Él creó, sólo que su papel es el hacedor de servicio. Como una de las criaturas de Dios, ¿existe diferencia entre quien presta servicio y las personas escogidas por Dios? En efecto, no la hay. Hablando nominalmente, hay una diferencia, en esencia también, en términos del papel que desempeñan también, pero Dios no discrimina a estas personas. ¿Por qué se las define entonces como quienes prestan servicio? Deberíais entender esto. Los hacedores de servicio provienen de los incrédulos. La mención de estos nos dice que su pasado es malo: son todos ateos, en su pasado lo fueron, no creían en Dios y eran hostiles hacia Él, la verdad y las cosas positivas. No creían en Dios y no creían que hubiera un Dios, ¿pueden entender por tanto las palabras de Dios? Es justo decir que, en gran medida, no pueden hacerlo. Del mismo modo que los animales son incapaces de entender las palabras humanas, los hacedores de servicio no entienden lo que Dios está diciendo, lo que Él requiere, por qué Él hace semejantes exigencias; ellos no los entienden, estas cosas son incomprensibles para ellos, que permanecen en la ignorancia. Y, por esta razón, estas personas no poseen la vida de la que hemos hablado. Sin vida, ¿pueden entender las personas la verdad? ¿Están equipadas con la verdad? ¿Están equipadas con la experiencia y el conocimiento de las palabras de Dios? (No). Tales son los orígenes de los hacedores de servicio.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único X

¿Es “hacedores de servicio” una forma discriminatoria que tiene Dios de dirigirse a los seres humanos? ¿Ha empleado este apelativo a propósito para menospreciar a la gente o para desenmascararla y enjuiciarla? (No). Entonces, ¿quiere utilizar Dios esta denominación para que las personas entiendan exactamente lo que son? ¿Tiene Dios el más mínimo atisbo de esta intención? En realidad, Dios no tiene esa intención. No es Su intención desenmascarar a la gente, menospreciarla ni hacer comentarios hirientes sobre ella, ni tiene intención de utilizar este término para enjuiciarla. Tan solo significa lo siguiente: esta denominación surgió y fue establecida por Dios en función de la conducta y esencia de la humanidad, así como de las funciones que desempeñan los seres humanos en esta fase de Su obra, de lo que son capaces y de cómo pueden cooperar. Desde la perspectiva de este significado, todo miembro de la casa de Dios presta servicio al plan de gestión de Dios y ha desempeñado anteriormente esta función. ¿Puede expresarse de este modo? (Sí). ¡Claro que se puede! Dios no desea emplear este apelativo para atacar la positividad de nadie ni para poner a prueba tu fe o tu creencia sincera en Él, y ni mucho menos para menospreciarte, para que te portes mejor, para hacerte más obediente ni para concienciarte de tu identidad y categoría; menos aún tiene intención de utilizar la denominación de “hacedores de servicio” para privar a las personas de su derecho a cumplir con su deber de objetos de la creación. Esta denominación es, en su totalidad, fruto del estado y la esencia de la gente y de la situación en que se encuentra mientras sigue a Dios en el transcurso de Su obra. Por consiguiente, este apelativo no tiene absolutamente nada que ver con el tipo de identidad, posición, puesto o destino que tendrá la gente una vez concluida la obra de gestión de Dios. Esta denominación tiene su origen exclusivamente en las exigencias del plan de gestión de Dios y en Su obra de gestión y es, por así decir, una situación en que se halla la gente mientras avanza esa obra. En cuanto a si esta condición, en la que una persona es un hacedor de servicio para la casa de Dios y utilizada como una máquina, se prolongará hasta el final o puede mejorarse sobre la marcha, eso depende de la búsqueda de la persona. Si alguien busca la verdad, puede lograr transformar su carácter y llegar a venerar y someterse a Dios; por tanto, esa persona se habrá despojado por completo de la denominación de “hacedor de servicio”. Al perder esa denominación, ¿en qué se convierten las personas? Se convierten en verdaderos seguidores de Dios, en Su pueblo, el pueblo del reino; o sea, en el pueblo del reino de Dios. Si, durante este proceso, simplemente te conformas con pagar un precio, sufrir y esforzarte, pero no buscas la verdad ni la pones en práctica, y si tu carácter no se transforma lo más mínimo ni tú actúas de acuerdo con los principios de la casa de Dios en todo lo que haces y al final eres incapaz de lograr someterte y venerar a Dios, este apelativo de “hacedor de servicio” —esta “corona de laurel”— se te quedará fijada a la cabeza y jamás podrás quitártela de encima. Si aún te hallas en este estado una vez concluida la obra de Dios y todavía no se ha transformado tu carácter, no participarás de la denominación de “pueblo del reino de Dios”. ¿Cómo se pueden comprender estas palabras? ¿Lo entendéis o no? En cuanto acabe la obra de Dios, es decir, cuando haya salvado a todos a quienes vaya a salvar, cuando la obra de Dios esté terminada, cuando Él ya no hable ni guíe a la gente ni lleve a cabo ninguna otra obra de salvación de los seres humanos, cuando todo esté hecho y en ese momento concluya la obra de Dios, decidme, ¿querrá decir eso que también habrá terminado la senda de fe en Dios que sigue todo el mundo? Hay un versículo que dice: “Que el injusto siga haciendo injusticias, que el impuro siga siendo impuro, que el justo siga practicando la justicia, y que el que es santo siga guardándose santo” (Apocalipsis 22:11). ¿Qué significan estas palabras? Significan que, en el momento en que Dios diga que Su obra ha terminado, ya no realizará ninguna otra obra para salvar a la gente, castigarla y juzgarla; ya no te dará esclarecimiento, ni te guiará, ni te exhortará a conciencia ni te podará y tratará con más palabras. Dejará de hacer estas cosas. ¿Qué significa esto? Significa que habrá revelado los resultados de todas las cosas y habrá concretado el fin de la humanidad. No habrá nadie que pueda cambiar esto; no tendrás más oportunidades. Eso es lo que significa.

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Cumplen con su deber solo para distinguirse a sí mismos y satisfacer sus propios intereses y ambiciones; nunca consideran los intereses de la casa de Dios, e incluso los venden a cambio de su propia gloria (IX)

Algunas personas son irresponsables en el cumplimiento de su deber. Pueden identificar un problema pero, aunque lo sienten en su corazón, no están dispuestos a ofender a los demás ni a tomárselo en serio. Les parece que es complicarse demasiado, se conforman con un “con esto basta” y no le dedican más atención al asunto. ¿Es esto apropiado? Si vas a cumplir con tu deber, has de estar dispuesto a asumir la responsabilidad. ¿Por qué te niegas a tomarte en serio las cosas? ¿Acaso no es eso un abandono del deber? […] Vuestra actitud hacia vuestro deber es “veré lo poco que puedo hacer, de lo que puedo librarme”; arrastráis los pies sin que os preocupe qué larga sea la demora que causáis. Sin embargo, si os tomarais las cosas en serio, lograríais hacerlas en muy poco tiempo. Hay algunas cosas que no sabéis hacer, así que yo os doy instrucciones precisas. No tenéis que pensar; simplemente tenéis que escuchar y poneros a hacerlas; sin embargo, hasta eso fuera de vuestro alcance. ¿Dónde está vuestra lealtad? ¡No se ve por ningún lado! Solo habláis y no tenéis corazón. Aun cuando vuestro corazón comprende, no hacéis nada. ¡Una persona así no ama la verdad! Si podéis verlo con vuestros ojos y sentirlo en vuestro corazón, pero, aun así, no hacéis nada, entonces ¿para qué tenéis corazón? Vuestra pizca de conciencia no gobierna vuestras acciones, no dirige vuestros pensamientos; así pues, ¿de qué sirve? No cuenta para nada; es un simple adorno. ¡La fe del hombre es verdaderamente patética! ¿Y qué tiene de patética? Aun cuando el hombre comprende la verdad, no la pone en práctica. Aun cuando comprende perfectamente el problema, no asume responsabilidad al respecto; él sabe que es su responsabilidad, pero no se vuelca en ello. Si no asumes las responsabilidades que están a tu alcance, ¿qué valor tienen esas pequeñas responsabilidades que asumes? ¿Qué efecto tienen? Simplemente estáis haciendo un esfuerzo simbólico, hablando por hablar. No os volcáis en ello y, mucho menos, toda vuestra energía. Esto no es llevar a cabo vuestro deber con un estándar aceptable; no hay lealtad involucrada; simplemente estáis viviendo por el sudor de vuestra frente, arreglándooslas como seguidor de Dios. ¿Tiene alguna importancia una fe como esta? Tal fe es muy insignificante: ¿qué valor tiene? Cuando lleváis a cabo vuestro deber, debéis pagar un precio. Debéis tomarlo en serio. ¿Qué significa tomarlo en serio? No quiere decir poner un poco de esfuerzo o sufrir algún tormento físico. La clave es que Dios está en vuestro corazón y lleváis una carga en él. Debéis sopesar en vuestro corazón la importancia de vuestro deber y, luego, llevar esta carga y esta responsabilidad en todo lo que hacéis y volcaros en ello. Debes hacerte digno de la misión que Dios te ha encomendado, así como de todo lo que Dios ha hecho por ti y de las esperanzas que Él tiene para ti. Solo si lo haces de este modo estás siendo serio. No tiene caso que hagas las cosas mecánicamente; puedes engañar a las personas, pero no puedes engañar a Dios. Si no hay un precio real y no hay lealtad cuando lleváis a cabo vuestro deber, entonces no está a la altura. Si no os tomáis vuestra fe en Dios y el desempeño de vuestro deber en serio, si siempre hacéis las cosas mecánicamente y sois superficiales en vuestras acciones, como un no creyente que trabaja para su jefe; si solo hacéis un esfuerzo simbólico y salís del paso cada día según se presenten las cosas; si ignoráis el desorden cuando lo veis, si veis algo derramado y no lo limpiáis y si desestimáis indiscriminadamente todo lo que no es para vuestro beneficio, entonces, ¿no es esto un problema? ¿Cómo podría alguien así ser miembro de la casa de Dios? Tales personas son ajenas; no son de la casa de Dios. En tu corazón tienes claro si estás siendo leal, si estás siendo serio cuando llevas a cabo tu deber, y Dios también lleva la cuenta. Así pues, ¿alguna vez habéis tomado en serio el desempeño de vuestro deber? ¿Alguna vez os lo habéis tomado a pecho? ¿Lo habéis tratado como vuestra responsabilidad, como vuestra obligación? ¿Os habéis responsabilizado de ello? ¿Alguna vez os habéis manifestado al descubrir un problema a la hora de realizar vuestro deber? Si jamás os habéis manifestado después de descubrir un problema y tampoco habéis pensado en hacerlo; si sois reacios a preocuparos por tales cosas y pensáis que entre menos problemas tengáis, mejor; si ese es el principio que adoptáis frente a ellos, entonces no estáis realizando vuestro deber; estáis viviendo por el sudor de vuestra frente, estáis haciendo servicio. Los hacedores de servicio no pertenecen a la casa de Dios. Son empleados; después de terminar su trabajo toman su dinero y se van, y cada uno se va por su lado y se convierte en un extraño para el otro. Esa es su relación con la casa de Dios. Los miembros de la casa de Dios son diferentes: son muy diligentes en todo en la casa de Dios, asumen la responsabilidad, sus ojos ven lo que necesita hacerse en la casa de Dios y tienen en su mente esas tareas, recuerdan todo lo que piensan y ven, sienten que llevan una carga, tienen un sentido de responsabilidad; estos son los miembros de la casa de Dios. ¿Habéis llegado a este punto? (No). Entonces, todavía tenéis un largo camino por recorrer, ¡así que debéis seguir buscando! Si no te consideras a ti mismo como un miembro de la casa de Dios y te descartas a ti mismo, entonces ¿cómo te ve Dios? Dios no te trata como una persona ajena; eres tú quien se coloca lejos de Su puerta. Así pues, hablando objetivamente, ¿qué tipo de persona eras exactamente? No estás en Su casa. ¿Tiene esto algo que ver con lo que Dios dice o determina? Eres tú quien ha colocado tu propósito y tu posición fuera de la casa de Dios. ¿A quién más hay que culpar?

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Realizar bien el deber requiere, por lo menos, conciencia

En este preciso momento, la mayoría de los humanos (es decir, todos excepto los hijos primogénitos) están en este estado. He señalado estas cosas con bastante claridad, pero estas personas no muestran ningún tipo de reacción y siguen preocupándose por sus placeres carnales. Comen y, después, duermen; duermen y, después, comen. No ponderan Mis palabras. Incluso cuando están motivadas, es solo por un momento y después siguen igual que antes, sin cambiar ni un poco, como si no me hubieran escuchado en absoluto. Estos son los típicos humanos inútiles que no tienen cargas; los gorrones más obvios. Más adelante, los abandonaré uno por uno, ¡no te preocupes! Uno por uno los enviaré de vuelta al pozo sin fondo. El Espíritu Santo nunca ha obrado en estas personas, y todo lo que hacen fluye de los dones que han recibido. Cuando hablo de dones, quiero decir que estas son personas sin vida, que son Mis hacedores de servicio. No quiero a ninguna de ellas y las eliminaré (pero, en este preciso momento, todavía son un poco útiles). Vosotros que sois hacedores de servicio, ¡escuchad! No pienses que Yo te favorezco porque te estoy usando. No es tan fácil. Si quieres que Yo te favorezca, entonces debes ser alguien a quien Yo apruebe y perfeccione personalmente. Esta es la clase de persona que amo. Aunque las personas digan que Yo he cometido una equivocación, nunca incumpliré nada. ¿Lo sabes? Los que rinden servicio son simple ganado y caballos. ¿Cómo pueden ser Mis hijos primogénitos? ¿No sería eso un sinsentido? ¿No sería una violación de las leyes de la naturaleza? Quienesquiera que tengan Mi vida y Mi calidad, esos son Mis hijos primogénitos. Esto es algo razonable; nadie puede refutarlo. Debe ser así, o de lo contrario no habría nadie que pudiera desempeñar este papel y nadie que pudiera sustituirlo. No es algo sobre lo que se actúe desde las emociones, porque Yo soy el Dios mismo justo; Yo soy el Dios mismo santo; ¡Yo soy el Dios mismo majestuoso a quien no se puede ofender!

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 102

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