Palabras sobre conocer el carácter y la esencia de Dios

31 May 2018

Las palabras relevantes de Dios:

Dios es lo que Él es, y tiene lo que Él tiene. Todo lo que Él expresa y revela es representación de Su esencia y de Su identidad. Lo que Él es y lo que Él tiene, así como Su esencia e identidad, son cosas que ningún hombre puede reemplazar. Su carácter abarca Su amor por la humanidad, Su solaz por la humanidad, Su odio por la humanidad, y aún más, una comprensión profunda por la humanidad. Sin embargo, la personalidad del hombre puede ser optimista, vivaz o insensible. El carácter de Dios es uno que pertenece al Soberano de los seres vivos y todas las cosas, al Señor de toda la creación. Su carácter representa honor, poder, nobleza, grandeza y, sobre todo, supremacía. Su carácter es símbolo de autoridad, símbolo de todo lo que es justo, símbolo de todo lo que es hermoso y bueno. Más que esto, es un símbolo de Aquel que no puede ser[a] vencido o invadido por la oscuridad ni por ninguna fuerza enemiga, así como un símbolo de Aquel que no puede ser ofendido (y que tampoco tolerará ser ofendido)[b] por ningún ser creado. Su carácter es símbolo de la mayor autoridad. No hay persona o personas que trastornen o puedan trastornar Su obra o Su carácter. Pero la personalidad del hombre no es más que un mero símbolo de su leve superioridad sobre la bestia. El hombre en sí mismo y por sí mismo no tiene ninguna autoridad, ninguna autonomía y ninguna destreza para trascender el yo, sino que en su esencia es alguien que se acobarda a merced de todo tipo de personas, sucesos y cosas. La alegría de Dios se debe a la existencia y surgimiento de la justicia y la luz, a la destrucción de la oscuridad y la maldad. Él se deleita en traer luz y buena vida a la humanidad; Su alegría es una alegría justa, un símbolo de la existencia de todo lo que es positivo, y, aún más, un símbolo de buenos auspicios. La ira de Dios se debe al daño que la existencia y la interferencia de la injusticia ocasiona a Su humanidad; se debe a la existencia de la maldad y la oscuridad, a la existencia de las cosas que ahuyentan la verdad, y aún más, se debe a la existencia de cosas que se oponen a lo que es bueno y hermoso. Su ira es un símbolo de que todas las cosas negativas ya no existen, y aún más, es un símbolo de Su santidad. Su tristeza se debe a la humanidad, en la que Él tiene esperanzas, pero esta ha caído en la oscuridad, porque la obra que Él hace en el hombre no alcanza Sus expectativas, y porque no toda la humanidad a la que Él ama tiene la capacidad de vivir en la luz. Él se entristece de la humanidad inocente, del hombre honesto pero ignorante, y del hombre que es bueno pero tiene carencias en sus propios puntos de vista. Su tristeza es símbolo de Su bondad y de Su misericordia, símbolo de belleza y benevolencia. Su felicidad, por supuesto, proviene de derrotar a Sus enemigos y de obtener la buena voluntad del hombre. Más que esto, surge a partir de la expulsión y destrucción de todas las fuerzas enemigas, y debido a que la humanidad recibe una vida buena y pacífica. La felicidad de Dios es diferente al gozo del hombre; más bien, es el sentimiento de producir buenos frutos, un sentimiento aún mayor que el gozo. Su felicidad es un símbolo de la liberación del sufrimiento de la humanidad desde esta hora, y un símbolo de la entrada de la humanidad a un mundo de luz. Todas las emociones de la humanidad, por otro lado, surgen en aras de su propio interés, no por la justicia, la luz o lo que es hermoso, y mucho menos por la gracia concedida por el Cielo. Las emociones de la humanidad son egoístas y pertenecen al mundo de la oscuridad. Estas no existen en aras de la voluntad de Dios, y mucho menos de Su plan, por lo que nunca puede hablarse de Dios y del hombre en el mismo contexto. Dios es por siempre supremo y para siempre honorable, mientras que el hombre es siempre bajo, siempre despreciable. Esto es porque Dios siempre está haciendo sacrificios y se entrega a la humanidad; sin embargo, el hombre siempre toma y se esfuerza sólo para sí mismo. Dios siempre se está esforzando por la supervivencia de la humanidad; no obstante, el hombre nunca contribuye en nada en aras de la luz o la justicia. Aun si el hombre se esfuerza por un tiempo, es tan débil que no puede resistir ni un solo golpe, pues el esfuerzo del hombre siempre es para su propio beneficio y no para el de otros. El hombre siempre es egoísta, mientras que Dios es por siempre desprendido. Dios es la fuente de todo lo justo, lo bueno y lo hermoso, mientras que el hombre es el que hereda y manifiesta toda la fealdad y maldad. Dios nunca alterará Su esencia de justicia y belleza, y sin embargo, el hombre es perfectamente capaz, en cualquier momento y en cualquier situación, de traicionar la justicia y alejarse de Dios.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Es muy importante comprender el carácter de Dios

¡Yo soy justo, soy digno de confianza y soy el Dios que examina lo más íntimo del corazón del hombre! Yo revelaré inmediatamente quién es verdadero y quién es falso. No os alarméis; todas las cosas obran de acuerdo con Mis tiempos. Quién me quiere sinceramente y quién no, yo os lo diré, uno por uno. Solo cuidad de terminaros la comida, de terminaros la bebida y de acercaros a Mí cuando vengáis a Mi presencia; y Yo mismo haré Mi obra. No estéis demasiado ansiosos por obtener resultados rápidos; Mi obra no es algo que pueda hacerse de golpe. En ella están Mis pasos y Mi sabiduría, y es por eso que Mi sabiduría puede revelarse. Yo os permitiré ver lo que hacen Mis manos: el castigo del mal y la recompensa del bien. Ciertamente, Yo no favorezco a nadie. A ti, que me amas sinceramente, Yo te amaré sinceramente, y en cuanto a aquellos que no me aman sinceramente, Mi ira estará siempre con ellos, de forma que puedan recordar por toda la eternidad que Yo soy el Dios verdadero, el Dios que examina lo más íntimo del corazón del hombre. No actúes de una manera frente a los demás, pero de otra a sus espaldas; Yo veo con claridad todo lo que haces y, aunque puedas engañar a los demás, no puedes engañarme a Mí. Lo veo todo claramente. No es posible que ocultes nada; todo está en Mis manos. No te creas tan inteligente por hacer que tus pequeños cálculos sean para tu beneficio. Yo te digo: no importa cuántos planes pueda incubar el hombre, aunque sean miles o decenas de miles, al final, no pueden escapar de la palma de Mi mano. Mis manos controlan todas las cosas y objetos, ¡y, ni hablar de una persona! No intentes evadirme u ocultarte; no trates de engatusarme o de esconderte. ¿Puede ser que aún no veas que Mi glorioso rostro, Mi ira y Mi juicio se han revelado públicamente? A aquel que no me quiera sinceramente, Yo lo juzgaré de inmediato y sin misericordia. Mi piedad ha llegado a su fin; ya no queda más. Ya no sean hipócritas y detengan sus comportamientos salvajes e imprudentes.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 44

Sostengo lo que digo, y lo que sostengo siempre lo llevaré a su conclusión y nadie puede cambiar esto; es absoluto. Trátese de palabras que he dicho en el pasado o de palabras que diré en el futuro, haré que todas se hagan realidad, una por una, y permitiré que toda la humanidad vea que se vuelvan realidad. Este es el principio detrás de Mis palabras y Mi obra. […] De todo lo que acontece en el universo, no hay nada en lo que Yo no tenga la última palabra. ¿Hay algo que no esté en Mis manos? Todo lo que Yo digo se hace, y ¿quién entre los seres humanos puede hacerme cambiar de opinión? ¿Podría ser el pacto que Yo hice en la tierra? Nada puede impedir que Mi plan avance; Yo estoy siempre presente en Mi obra, así como en el plan de Mi gestión. ¿Quién entre los seres humanos puede entrometerse? ¿No soy Yo quien ha hecho personalmente estos arreglos? Entrar en este ámbito hoy no se desvía de Mi plan ni de lo que he anticipado; Yo lo determiné todo hace mucho tiempo. ¿Quién de entre vosotros puede comprender esta etapa de Mi plan? Mi pueblo seguramente escuchará Mi voz, y todos y cada uno de los que me aman realmente sin duda regresarán ante Mi trono.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Las palabras de Dios al universo entero, Capítulo 1

Yo soy un fuego que todo lo consume y no tolero la ofensa. Porque los seres humanos fueron, todos, creados por Mí, tienen que obedecer lo que Yo digo y hago, y no pueden rebelarse. Las personas no tienen derecho de entrometerse en Mi obra y, más aún, no están calificadas para analizar lo que está bien o mal en Mi obra o en Mis palabras. Yo soy el Señor de la creación, y los seres creados deberían lograr todo lo que Yo exijo, con un corazón de reverencia hacia Mí; no deberían intentar razonar conmigo y, en especial, no deberían resistirse. Con Mi autoridad gobierno a Mi pueblo, y todos los que forman parte de Mi creación deben someterse a Mi autoridad. Aunque hoy seáis osados y presuntuosos ante Mí, aunque desobedezcáis las palabras con las que os enseño y no tengáis ningún temor, Yo sólo respondo a vuestra rebeldía con tolerancia. No perderé los estribos ni afectaré Mi obra porque diminutos e insignificantes gusanos hayan removido la suciedad en el montón de estiércol. Yo tolero la existencia continua de todo lo que odio y todas las cosas que aborrezco en aras de la voluntad de Mi Padre, y lo haré hasta completar Mis declaraciones, hasta Mi último momento.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Cuando las hojas caídas regresen a sus raíces, lamentarás todo el mal que has hecho

Como ya te has decidido a servirme, no te dejaré ir. Yo soy un Dios que odia el mal y soy un Dios que es celoso del hombre. Como ya has colocado tus palabras sobre el altar, no toleraré que huyas ante Mis propios ojos ni que sirvas a dos señores. ¿Piensas que podrías tener otro amor después de colocar tus palabras sobre Mi altar, después de colocarlas ante Mis ojos? ¿Cómo podría Yo permitir que las personas hicieran de Mí un necio así? ¿Pensabas que podías hacer votos a la ligera, hacer juramentos de boca hacia Mí? ¿Cómo podrías hacer juramentos junto a Mi trono, el trono del Altísimo? ¿Pensabas que tus juramentos ya habían pasado? Yo os digo: aunque vuestra carne pase, vuestros juramentos no lo harán. Al final, os condenaré en base a vuestros juramentos. Sin embargo, pensáis que podéis colocar vuestras palabras ante Mí para lidiar conmigo, y que vuestro corazón puede servir a los espíritus inmundos y malignos. ¿Cómo podría tolerar Mi ira a esas personas que son como perros y cerdos, y que me engañan? Yo debo llevar a cabo Mis decretos administrativos, y arrebatar de las manos de los espíritus inmundos a todos esos remilgados, “piadosos” que tienen fe en Mí para poder “atenderme” de forma disciplinada, para ser Mi buey, Mi caballo, y estar a merced de Mi matanza. Yo haré que retomes tu determinación anterior, y me sirvas una vez más. Yo no toleraré que nadie de la creación me engañe. ¿Pensabas que podías simplemente formular peticiones, y mentir de forma caprichosa ante Mí? ¿Pensabas que Yo no había oído o visto tus palabras y obras? ¿Cómo no iban a estar tus palabras y tus obras ante Mi vista? ¿Cómo podría Yo permitirles a las personas engañarme de esa forma?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¡Sois todos muy básicos en vuestro carácter!

Yo soy el único Dios mismo; y además, Yo soy la única y exclusiva persona de Dios. Incluso más, Yo, la totalidad de la carne, soy la manifestación completa de Dios. Cualquiera que se atreva a no venerarme, cualquiera que ose mostrar desafío en sus ojos, cualquiera que ose exhibir resistencia en sus ojos y se atreva a decir palabras desafiantes contra Mí, morirá ciertamente por Mis maldiciones y Mi ira (habrá maldiciones debido a Mi ira). Además, cualquiera que se atreva a no ser leal o filial hacia Mí, y cualquiera que ose intentar engañarme, morirá sin duda por Mi odio. Mi justicia, Mi majestad y Mi juicio perdurarán eternamente y para siempre. Primero, fui amoroso y misericordioso, pero este no es el carácter de Mi divinidad completa; la justicia, la majestad, y el juicio se limitan a comprender Mi carácter: Dios mismo completo. Durante la Era de la Gracia fui amoroso y misericordioso. Dada la obra que tenía que terminar, poseía compasión y misericordia, después, sin embargo, ya no hubo necesidad de tales cosas (y no ha habido ninguna desde entonces). Todo es justicia, majestad y juicio, y este es el carácter completo de Mi humanidad normal emparejado con Mi divinidad completa.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 79

Castigaré al malvado y recompensaré al bueno; ejecutaré mi justicia y pondré en marcha Mi juicio. Usaré Mis palabras para lograrlo todo y haré que todas las personas y todas las cosas experimenten Mi mano que castiga, y haré que todas las personas vean Mi gloria plena, Mi sabiduría plena y Mi abundancia plena. Ninguna persona se atreverá a levantarse y a emitir un juicio, ya que todo se cumple en Mí, y aquí, que todos los hombres vean Mi dignidad plena y degusten Mi victoria plena, pues todas las cosas se manifiestan en Mí. A partir de esto es posible ver Mi gran poder y Mi autoridad. Nadie se atreverá a ofenderme ni a obstaculizarme. En Mí todo se pone al descubierto. ¿Quién se atrevería a esconder algo? ¡Estoy seguro de que no le prodigaré misericordia a esa persona! Esos miserables deben recibir Mi castigo severo y tal escoria debe ser quitada de Mi vista. Yo los gobernaré con una vara de hierro y usaré Mi autoridad para juzgarlos, sin la menor misericordia y sin evitar lastimar en absoluto sus sentimientos, porque Yo soy Dios mismo, que no tiene emociones, y es majestuoso y no puede ser ofendido. Todos deben entender y ver esto para que no sean derribados y aniquilados por Mí “sin causa ni razón”, pues Mi vara derribará a todos los que me ofendan. No me importa si conocen Mis decretos administrativos; eso no tendrá consecuencia alguna para Mí ya que Mi persona no tolera que nadie la ofenda. Es por eso que se dice que soy un león; derribo a quienquiera que toco. Es por eso que se dice que ahora es blasfemia decir que Yo soy el Dios de la compasión y la bondad. En esencia, no soy un cordero, sino un león. Nadie se atreve a ofenderme; a quienquiera que lo haga lo castigaré con la muerte, de inmediato y sin misericordia.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 120

Mi voz es juicio e ira. No trato a nadie con gentileza y no muestro misericordia a nadie, porque Yo soy el Dios mismo justo, y estoy poseído de ira, estoy poseído de ardor, de purificación y de destrucción. En Mí, nada está oculto, nada es emocional. Por el contrario, todo está abierto, todo es justo e imparcial. Como Mis hijos primogénitos ya están conmigo sobre el trono, gobernando todas las naciones y pueblos, esas cosas y personas injustas e impías están empezando a ser juzgadas ahora. Yo las sondearé una por una, sin omitir nada, y las revelaré por completo. Porque Mi juicio ha sido revelado y abierto plenamente, y no me he guardado nada en absoluto; Yo desecharé todo lo que no sea acorde con Mi voluntad y lo dejaré perecer en el pozo sin fondo por toda la eternidad. Allí dejaré que arda por siempre. Esta es Mi justicia y esta es Mi rectitud. Nadie puede cambiar esto y todo debe estar bajo Mi mandato.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 103

Hace mucho que he visto claramente las diversas acciones de los espíritus malignos. Incluso las personas usadas por los espíritus malignos (aquellas con malas intenciones, aquellas que codician la carne o la riqueza, aquellas que se exaltan, aquellas que desestabilizan la iglesia, etc.), cada una también ha sido calada por Mí. No supongáis que todo habrá acabado una vez que los espíritus malignos hayan sido expulsados. ¡Déjame decirte! De ahora en adelante, desecharé a estas personas una por una, ¡para nunca usarlas! Es decir, cualquier persona corrompida por los espíritus malignos no será usada por Mí, ¡y será expulsada! ¡No pienses que no tengo sentimientos! ¡Sabe esto! ¡Yo soy el Dios santo y no moraré en un templo inmundo! Solo uso personas honestas y sabias que son totalmente leales a Mí y que pueden ser consideradas con Mi carga. Esto es porque tales personas fueron predestinadas por Mí y absolutamente ningún espíritu maligno está obrando en ellas en lo más mínimo. Déjame aclarar una cosa: de ahora en adelante, todas aquellas personas sin la obra del Espíritu Santo tienen la obra de los espíritus malignos. Permíteme reiterar: no quiero a una sola persona en quien los espíritus malignos obren. ¡Todas serán arrojadas al Hades junto con su carne!

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 76

La intolerancia a la ofensa por parte de Dios es Su esencia única; la ira de Dios es Su carácter único; la majestad de Dios es Su esencia única. El principio detrás de la ira de Dios es la demostración de Su identidad y el estatus que sólo Él posee. No hace falta decir que este principio es también un símbolo de la esencia del único Dios mismo. El carácter de Dios es Su propia esencia inherente, que no cambia en absoluto con el paso del tiempo, ni se ve alterada por los cambios de localización geográfica. Su carácter inherente es Su esencia intrínseca. Independientemente de sobre quién lleve a cabo Su obra, Su esencia no cambia, y tampoco lo hace Su carácter justo. Cuando uno enoja a Dios, lo que Dios envía es Su carácter inherente; en este momento el principio detrás de Su ira no cambia, ni tampoco Su identidad y estatus únicos. Él no se enoja debido a un cambio en Su esencia o porque diferentes elementos surgen de Su carácter, sino porque la oposición del hombre contra Él ofende Su carácter. La flagrante provocación del hombre hacia Dios es un desafío serio a la propia identidad y estatus de Dios. Bajo el punto de vista de Dios, cuando el hombre lo desafía, está compitiendo con Él y poniendo a prueba Su ira. Cuando el hombre se opone a Dios, cuando compite con Dios, cuando pone a prueba continuamente la ira de Dios —y es en estos tiempos cuando el pecado prolifera— la ira de Dios se revelará y presentará de forma natural. Por tanto, la expresión de Su ira por parte de Dios es un símbolo de que todas las fuerzas malvadas dejarán de existir y es un símbolo de que todas las fuerzas hostiles serán destruidas. Esta es la singularidad del justo carácter de Dios y de Su ira. Cuando la dignidad y la santidad de Dios son desafiadas, cuando las fuerzas de la justicia son obstruidas y no son vistas por el hombre, entonces Dios enviará Su ira. Debido a la esencia de Dios, todas esas fuerzas sobre la tierra que compiten con Dios, se oponen y enfrentan a Él, son malignas, corruptas e injustas; proceden de Satanás y le pertenecen. Como Dios es justo y es de la luz y perfectamente santo, así todas las cosas malas, corruptas y pertenecientes a Satanás desaparecerán cuando se desate la ira de Dios.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único II

El cambio de intenciones por parte de Dios hacia las personas de Nínive no implicó dudas ni nada que fuera ambiguo o vago. Más bien, fue una transformación desde la ira pura a la tolerancia pura. Esta es una revelación verdadera de la esencia de Dios. Dios nunca está indeciso o inseguro en Sus acciones; los principios y propósitos detrás de Sus actos son todos claros y transparentes, puros y perfectos, sin ninguna estratagema o artimaña entretejida dentro en absoluto. En otras palabras, la esencia de Dios no contiene tinieblas o maldad. Dios se enojó con los ninivitas debido a que sus actos malvados habían llamado Su atención; en ese momento Su ira derivaba de Su esencia. Sin embargo, cuando la ira de Dios se disipó y Él concedió Su tolerancia sobre el pueblo de Nínive una vez más, todo lo que Él reveló era aún Su propia esencia. La totalidad de este cambio se debía a un cambio en la actitud del hombre hacia Dios. Durante todo este período de tiempo, el carácter de Dios que no se puede ofender no cambió, la esencia tolerante de Dios no cambió, y la esencia amorosa y misericordiosa de Dios no cambió. Cuando las personas cometen actos malvados y ofenden a Dios, Él trae Su ira sobre ellas. Cuando las personas se arrepienten verdaderamente, el corazón de Dios cambia, y Su ira cesa. Cuando las personas continúan oponiéndose tozudamente a Dios, Su furia no cesa y Su ira los presionará poco a poco hasta que sean destruidos. Esta es la esencia del carácter de Dios. Independientemente de si Dios está expresando ira o misericordia y benignidad, son la conducta, el comportamiento y la actitud que el hombre tiene hacia Dios en el fondo de su corazón lo que dicta aquello que se expresa por medio de la revelación del carácter de Dios. Si Dios somete continuamente a una persona a Su ira, el corazón de esta persona se opone indudablemente a Dios. Como esta persona nunca se ha arrepentido verdaderamente, no ha inclinado su cabeza delante de Dios ni ha poseído una verdadera creencia en Dios, nunca ha obtenido la misericordia y tolerancia de Dios. Si alguien recibe a menudo el cuidado de Dios y Su misericordia y tolerancia, entonces sin duda esta persona tiene una verdadera creencia en Dios en su corazón y este no se opone a Dios. Esta persona se arrepiente a menudo verdaderamente delante de Dios; por tanto, aunque la disciplina de Dios desciende frecuentemente sobre esta persona, Su ira no lo hará.

Este breve relato permite a las personas ver el corazón de Dios, ver la realidad de Su esencia, ver que el enojo de Dios y Su cambio de idea no se producen sin causa. A pesar del marcado contraste que Dios demostró cuando estaba furioso y cambió de idea, que hace que las personas crean que parece que hay una gran desconexión o un contraste entre estos dos aspectos de la esencia de Dios —Su ira y Su tolerancia— la actitud de Dios hacia el arrepentimiento de los ninivitas permite una vez más a las personas ver otro lado del verdadero carácter de Dios. El cambio de opinión de Dios verdaderamente permite a la humanidad ver de nuevo la verdad de la misericordia y la benignidad de Dios y ver la verdadera revelación de la esencia de Dios. La humanidad solo tiene que reconocer que la misericordia y la benignidad de Dios no son mitos ni invenciones. Esto se debe a que el sentimiento de Dios en ese momento era verdadero y el cambio de opinión de Dios era verdadero, Dios concedió de hecho Su misericordia y tolerancia a la humanidad una vez más.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único II

El siguiente pasaje fue registrado en el libro de Jonás 4:10-11: “Luego, Jehová le dijo: sientes pena por la enredadera que no has hecho ningún esfuerzo ni la has hecho crecer, que salió una noche y en una noche se secó. ¿No tendré Yo lástima de Nínive, esa gran ciudad, donde hay más de ciento veinte mil personas que no pueden ver la diferencia entre su mano izquierda y su derecha y donde también hay mucho ganado?”.* Estas son las palabras reales de Jehová Dios, registradas de una conversación entre Dios y Jonás. Aunque este diálogo es breve, rebosa de la preocupación del Creador por la humanidad y Su reticencia a renunciar a ella. Estas palabras expresan la verdadera actitud y los sentimientos que Dios tiene en Su corazón por Su creación. Mediante estas palabras, de una claridad y precisión que raramente se oyen a los hombres, Dios declara Sus verdaderos propósitos para la humanidad. Este diálogo representa una actitud que Dios tuvo hacia el pueblo de Nínive, ¿pero qué clase de actitud es esta? Es la actitud que Él mantuvo hacia las personas de Nínive antes y después de su arrepentimiento, y la actitud con la que Él trata a la humanidad. Dentro de estas palabras se encuentran Sus pensamientos y Su carácter.

[…]

Aunque la ciudad de Nínive estaba llena de personas tan corruptas, malvadas y violentas como las de Sodoma, su arrepentimiento causó que Dios cambiase de opinión y decidiese no destruirlas. Debido a que la manera en que trataron las palabras e instrucciones de Dios demostró una actitud en marcado contraste con la de los ciudadanos de Sodoma, y debido a su honesta sumisión a Dios y honesto arrepentimiento por sus pecados, así como su comportamiento verdadero y sincero en todos los sentidos, Dios expresó una vez más Su propia compasión sincera al concedérsela. Lo que Dios otorga a la humanidad y Su compasión por esta son imposibles de copiar, y es imposible para ninguna persona poseer la misericordia de Dios, Su tolerancia y Sus sentimientos sinceros hacia la humanidad. ¿Hay alguien que tú consideras una gran persona o incluso un superhumano que, desde un punto elevado, hablando como una gran persona o sobre el punto más alto, haría esta clase de declaración a la humanidad o a la creación? ¿Quién entre la humanidad puede conocer el estado de la vida humana como la palma de su mano? ¿Quién puede llevar la carga y la responsabilidad por la existencia de la humanidad? ¿Quién está calificado para proclamar la destrucción de una ciudad? Y ¿quién está calificado para perdonar a una ciudad? ¿Quién puede decir que cuida de su propia creación? ¡Solo el Creador! Sólo el Creador siente ternura hacia esta humanidad. Sólo el Creador muestra compasión y afecto a esta humanidad. Sólo el Creador tiene un afecto sincero, inquebrantable por esta humanidad. De igual forma, sólo el Creador puede conceder misericordia a esta humanidad y cuidar de toda Su creación. Su corazón da un vuelco y duele con cada una de las acciones del hombre: Él se enoja, angustia y apena por el mal y la corrupción del hombre; Él está encantado, feliz, es clemente y está exultante por el arrepentimiento y la fe del hombre; cada uno de Sus pensamientos e ideas existe por la humanidad y gira alrededor de esta; lo que Él es y tiene se expresa totalmente por el bien de la humanidad; Su placer, Su ira, Su tristeza y Su felicidad, todo ello está entretejido con la existencia de la humanidad. Por el bien de la humanidad, Él viaja y se mueve; da en silencio cada pedazo de Su vida; dedica cada minuto y segundo de Su vida… Nunca ha sabido cómo tener compasión de Su propia vida, pero siempre ha cuidado a la humanidad que Él mismo creó… Él da todo lo que tiene a esta humanidad… Otorga Su misericordia y tolerancia incondicionalmente y sin esperar recompensa. Lo hace sólo para que la humanidad pueda seguir sobreviviendo delante de Sus ojos, recibiendo Su provisión de vida. Lo hace sólo para que la humanidad pueda someterse a Él un día y reconocer que Él es Aquel que nutre la existencia del hombre y provee la vida de toda la creación.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único II

“La santidad de Dios” significa que la esencia de Dios no tiene mácula, que el amor de Dios es desinteresado, que todo lo que le proporciona al hombre es desinteresado, y la santidad de Dios es intachable e irreprochable. Estos aspectos de la esencia de Dios no son sólo palabras que Él usa para hacer alarde de Su estatus, sino que Dios utiliza Su esencia para tratar a todos y cada uno de los individuos con una serena sinceridad. En otras palabras, la esencia de Dios no es vacía ni es teórica o doctrinal, y desde luego no es una especie de conocimiento. No es una especie de educación para el hombre; en su lugar es la verdadera revelación de las propias acciones de Dios y la esencia revelada de lo que Dios tiene y es.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único VI

La carne vestida por el Espíritu de Dios es la propia carne de Dios. El Espíritu de Dios es supremo; Él es todopoderoso, santo y justo. De igual forma, Su carne también es suprema, todopoderosa, santa y justa. Carne como esa solo puede hacer lo que es justo y beneficioso para la humanidad; lo que es santo, glorioso y poderoso. Es incapaz de hacer cualquier cosa que viole la verdad, la moralidad y la justicia; mucho menos, cualquier cosa que traicione al Espíritu de Dios. El Espíritu de Dios es santo y, por lo tanto, Su carne no es susceptible de corrupción por Satanás; Su carne es de una esencia diferente a la carne del hombre. Porque es el hombre, no Dios, el que es corrompido por Satanás; Satanás no podría corromper la carne de Dios. Así pues, a pesar del hecho de que el hombre y Cristo moran dentro del mismo espacio, es solo el hombre a quien Satanás posee, usa y engaña. Por el contrario, Cristo es eternamente inmune a la corrupción de Satanás porque Satanás nunca será capaz de ascender al lugar más alto y nunca será capaz de acercarse a Dios. Hoy, todos vosotros debéis entender que sólo la humanidad, que ha sido corrompida por Satanás, es la que me traiciona. La traición jamás será un asunto que involucre a Cristo en lo más mínimo.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Un problema muy serio: la traición (2)

Dios mismo no tiene elementos de desobediencia; Su esencia es buena. Él es la expresión de toda la belleza y bondad, así como de todo el amor. Incluso en la carne, Dios no hace nada que desobedezca a Dios Padre. Incluso a costa de sacrificar Su vida, estaría dispuesto de todo corazón a hacerlo y no elegiría otra cosa. Dios no posee elementos de santurronería ni prepotencia, arrogancia o altivez; no posee elementos de ruindad. Todo lo que desobedece a Dios proviene de Satanás; Satanás es el origen de toda maldad y fealdad. La razón por la que el hombre tiene cualidades similares a las de Satanás es porque Satanás ha corrompido al hombre y ha trabajado en él. Satanás no ha corrompido a Cristo; por lo tanto, Él solo posee las características de Dios y ninguna de las de Satanás.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La esencia de Cristo es la obediencia a la voluntad del Padre celestial

Nunca veréis que Dios tenga opiniones parecidas a las de los seres humanos sobre las cosas, ni tampoco le veréis usar los puntos de vista de la humanidad, su conocimiento, su ciencia, su filosofía o la imaginación del hombre para encargarse de algo. En su lugar, todo lo que Dios hace y todo lo que Él revela está relacionado con la verdad. Es decir, cada palabra que Él ha dicho y cada acción que ha llevado a cabo están atadas a la verdad. Esta verdad no es producto de una fantasía sin base; esta verdad y estas palabras son expresadas por Dios por medio de Su esencia y Su vida. Como estas palabras y la esencia de todo lo que Dios ha hecho son la verdad, podemos afirmar que la esencia de Dios es santa. En otras palabras, todo lo que Dios dice y hace aporta vitalidad y luz a las personas; les permite ver cosas positivas y la realidad de las mismas, y le señala el camino a la humanidad para que pueda andar por la senda correcta. Todas estas cosas se determinan por la esencia de Dios y la de Su santidad.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único V

Dios creó a la humanidad; independientemente de que se hayan corrompido o de que le sigan, Dios trata a los seres humanos como Sus seres más queridos; como Sus seres más queridos, como lo expresarían los seres humanos, y no como Sus juguetes. Aunque Dios dice que Él es el Creador y que el hombre es Su creación, algo que podría insinuar que hay una ligera diferencia de rango, la realidad es que todo lo que Dios ha hecho por la humanidad supera por mucho a una relación de esta naturaleza. Dios ama a la humanidad, cuida de ella, y muestra preocupación por ella; provee, asimismo, constante e incesantemente para la humanidad. Él nunca siente en Su corazón que esto sea un trabajo adicional o algo que merezca mucho reconocimiento. Tampoco estima que salvar a la humanidad, proveer para ella, y concederle todo, sea hacer una gran contribución a la humanidad. Él simplemente provee para la humanidad de forma tranquila y silenciosa, a Su manera y por medio de Su propia esencia, y de lo que Él es y tiene. No importa cuánta provisión y cuánta ayuda reciba la humanidad de Él, Dios nunca piensa en eso ni intenta obtener reconocimiento. Esto viene determinado por Su esencia, y es también precisamente una expresión verdadera de Su carácter.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo I

En esta imagen de “Jehová Dios también hizo abrigos de pieles para Adán y su esposa y los vistió”,* ¿qué tipo de papel adopta Él cuando está con Adán y Eva? […] Dios creó a estas dos personas y las trató como Sus compañeras. Como su única familia, Él cuidaba de sus vidas y de sus necesidades de alimento, ropa y refugio. Aquí, Dios aparece como padre o madre de Adán y Eva, y mientras lo hace, el hombre no ve cuán elevado es Dios; no ve Su supremacía, Su misterio ni, especialmente, Su ira o majestad. Lo único que ve es la humildad de Dios, Su afecto, Su preocupación por el hombre y Su responsabilidad y cuidado por él. La actitud y la forma en la que Dios trataba a Adán y Eva son parecidas a la manera en que los padres muestran preocupación por sus hijos. También es cómo los padres humanos aman, cuidan y se ocupan de sus propios hijos e hijas, de una forma real, visible y tangible. En lugar de enaltecerse a sí mismo hacia una posición elevada y poderosa, Dios usó personalmente las pieles para confeccionar ropa para el hombre. No importa si este abrigo de piel se usó para cubrir su modestia o para protegerlos del frío. Lo que importa es que Dios hizo personalmente con Sus propias manos esta ropa para cubrir el cuerpo del hombre. En vez de pensar en la ropa para que existiera o de usar métodos milagrosos como las personas podrían imaginar, Él hizo justificadamente algo que, según el hombre, Dios no hacía o no debía hacer. Esto podía parecer una cosa trivial, algo que algunas personas no considerarían digno de mención; sin embargo, permite que cualquier seguidor de Dios asediado por concepciones ambiguas sobre Él, adquiera una percepción de Su autenticidad y Su hermosura, y vea Su fidelidad y humildad. Hace que aquellos que son insufriblemente arrogantes, y se creen elevados y poderosos, inclinen avergonzados su engreída cabeza ante la autenticidad y la humildad de Dios; estas permiten aquí, además, que se vea cuán digno de amor es Él. En cambio, el Dios “inmenso”, “digno de ser amado” y “omnipotente” que la gente guarda en sus corazones se ha convertido en insignificante y feo, y se quiebra con el más ligero roce.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo I

Hay algo en la esencia y el carácter de Dios demasiado fácil de pasar por alto, algo que solo Él posee, ninguna otra persona, incluidas las que son consideradas grandes o buenas personas, o el Dios de su imaginación. ¿De qué se trata? Es la abnegación de Dios. Cuando se habla de abnegación, podrías pensar que tú también eres muy abnegado, porque cuando se trata de tus hijos nunca escatimas en nada ni regateas con ellos o piensas que también eres muy abnegado cuando se trata de tus padres. Independientemente de lo que pienses, por lo menos tienes algún concepto de la palabra “abnegado”, piensas en ella como una palabra positiva, y consideras que ser una persona abnegada es algo muy noble. Cuando eres abnegado, te tienes en alta estima. Pero no hay nadie que pueda ver la abnegación de Dios en todas las cosas, personas, acontecimientos, y objetos ni en Su obra. ¿Por qué es esto así? ¡Porque el hombre es demasiado egoísta! ¿Por qué digo esto? La humanidad vive en un mundo material. Tú puedes seguir a Dios, pero nunca ves o aprecias cómo provee Él para ti, cómo te ama y se preocupa por ti. ¿Qué ves entonces? Ves a tus familiares que te aman o te miman. Ves las cosas que son beneficiosas para tu carne, te preocupas por las personas y de las cosas que amas. Esta es la supuesta abnegación del hombre. Sin embargo, esas personas “abnegadas” nunca se preocupan del Dios que les da vida. En contraste con la de Él, la abnegación del hombre se vuelve egoísta y despreciable. La abnegación en la que cree el hombre es vacía y poco realista, adulterada, incompatible con Dios, y no tiene relación con Él. La abnegación del hombre es para sí mismo, mientras que la de Dios es una revelación verdadera de Su esencia. Precisamente por esta abnegación de Dios, el hombre recibe constante provisión de Él. Podría ser que este tema del que estoy hablando hoy no os afecte con demasiada profundidad y que os limitéis a asentir en señal de aprobación, pero cuando intentas apreciar el corazón de Dios en tu corazón, descubrirás esto de manera involuntaria: entre todas las personas, asuntos, y cosas que puedas sentir en este mundo, solo la abnegación de Dios es real y concreta, porque solo Su amor por ti es incondicional e inmaculado. Aparte de Él, toda la pretendida abnegación de cualquier otro es fingida, superficial, nada auténtica; tiene un propósito, ciertas intenciones, conlleva una compensación, y no puede superar la prueba. Hasta se podría decir que es sucia y despreciable.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo I

Muchas son las noches insomnes que Dios ha soportado por el bien de la obra de la humanidad. Desde lo más alto hasta las más bajas profundidades, Él ha descendido al infierno viviente en el que el hombre mora para pasar Sus días con él, nunca se ha quejado de la mezquindad que hay entre los hombres, nunca le ha reprochado a este su desobediencia, sino que ha soportado la mayor humillación mientras lleva personalmente a cabo Su obra. ¿Cómo podría Dios pertenecer al infierno? ¿Cómo podría pasar Su vida allí? Sin embargo, por el bien de toda la humanidad, y para que toda ella pueda hallar descanso pronto, Él ha soportado la humillación, y sufrido la injusticia para venir a la tierra, y entró personalmente en el “infierno” y el “Hades”, en el foso del tigre, para salvar al hombre. ¿De qué forma está el hombre cualificado para oponerse a Dios? ¿Qué razón tiene para quejarse de Dios? ¿Cómo puede tener el descaro de mirar a Dios? El Dios del cielo ha venido a esta, la más sucia de las tierras de vicio, y nunca ha desahogado Sus agravios ni se ha quejado del hombre, sino que acepta en silencio los estragos[1] y la opresión del hombre. Nunca ha devuelto el golpe ante las exigencias poco razonables del hombre, nunca le ha hecho requerimientos excesivos ni irrazonables. Simplemente realiza toda la obra que requiere el hombre sin queja alguna: enseñar, iluminar, reprochar, el refinamiento de las palabras, recordar, exhortar, consolar, juzgar y revelar. ¿Cuál de Sus pasos no ha sido para la vida del hombre? Aunque ha eliminado las perspectivas y la suerte del hombre, ¿cuál de los pasos que Dios ha llevado a cabo no ha sido para su destino? ¿Cuál de ellos no ha sido por el bien de la supervivencia humana? ¿Cuál de ellos no ha sido para liberarlo de este sufrimiento y de la opresión de las fuerzas oscuras tan negras como la noche? ¿Cuál de ellos no es por el bien del hombre? ¿Quién puede entender el corazón de Dios, que es como el de una madre amorosa? ¿Quién puede entender el ansioso corazón de Dios?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra y la entrada (9)

Dios se ha humillado hasta un nivel tal, que lleva a cabo Su obra en esta gente inmunda y corrupta y perfecciona a este grupo de personas. Dios no sólo se hizo carne para vivir y comer entre las personas, pastorearlas, y proveer lo que estas necesitan. Lo más importante es que Él realiza Su poderosa obra de salvación y conquista en estas personas insoportablemente corruptas. Él vino al corazón del gran dragón rojo para salvar a estas, las más corruptas de las personas, de forma que todas las personas puedan ser cambiadas y hechas nuevas. La inmensa dificultad que Dios soporta no es solo la del Dios encarnado, sino principalmente que el Espíritu de Dios sufre una humillación extrema; Él se humilla y oculta tanto que se convierte en una persona corriente. Dios se encarnó, y tomó la forma de carne para que las personas vean que Él tiene una vida y unas necesidades humanas normales. Con esto basta para demostrar que Dios se ha humillado en gran medida. El Espíritu de Dios se materializa en la carne. Su Espíritu es muy elevado y grande, pero Él toma la forma de un ser humano común e insignificante, para así hacer la obra de Su Espíritu. El calibre, el conocimiento, el sentido, lo humano y la vida de cada uno de vosotros muestran que sois realmente indignos de aceptar esta clase de obra de Dios. Sois realmente indignos para permitir que Él soporte semejante sufrimiento por vuestra causa. ¡Dios es tan grande! ¡Él es tan supremo, y las personas tan malas y bajas! Sin embargo, Él sigue obrando en ellas. Él no solo se encarnó con el fin de proveer para las personas, para hablarles, sino que incluso vive con ellas. Dios es tan humilde, tan adorable.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Sólo los que se enfocan en la práctica pueden ser perfeccionados

Todo lo que Dios hace es práctico, nada de lo que hace está vacío y lo experimenta todo Él mismo. Dios paga el precio de Su propia experiencia de sufrimiento a cambio de un destino para la humanidad. ¿Acaso no es esto una obra práctica? Los padres pueden pagar un precio sincero por el bien de sus hijos, y esto representa su sinceridad. Al hacerlo, Dios encarnado está siendo, por supuesto, sumamente sincero y fiel a la humanidad. La esencia de Dios es fiel; Él hace lo que dice y todo lo que hace se logra. Todo lo que Él hace por los seres humanos es sincero. No hace simplemente declaraciones; cuando dice que pagará un precio, realmente lo paga. Cuando dice que tomará el sufrimiento de la humanidad y sufrirá en su lugar, viene en verdad a vivir entre ellos y siente y experimenta este sufrimiento de manera personal. Después de eso, todas las cosas en el universo reconocerán que todo lo que Dios hace es correcto y justo; que todo lo que Dios hace es realista: se trata de evidencia poderosa. Además, la humanidad tendrá un hermoso destino en el futuro y todos aquellos que permanezcan alabarán a Dios; elogiarán que las obras de Dios ciertamente se hicieron a partir de Su amor por la humanidad. Dios se presenta entre los hombres humildemente, como una persona corriente. No se limita a llevar a cabo un poco de obra, a decir unas palabras y luego irse; por el contrario, realmente se presenta entre los hombres y experimenta el dolor del mundo. Cuando termine de experimentar este dolor será cuando se vaya. Así de real y práctica es la obra de Dios; todos los que perduren lo alabarán por ella y verán Su fidelidad al hombre y Su bondad. La esencia de belleza y bondad de Dios puede verse en el significado de Su venida en la carne. Todo lo que Él hace es sincero; todo lo que Él dice es serio y leal. Todo lo que Él pretende hacer, realmente lo hace, y cuando paga un precio, lo paga de verdad; no hace simplemente declaraciones. Dios es un Dios justo; Dios es un Dios leal.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. El segundo aspecto del significado de la encarnación

Cuando Dios vino a la tierra, Él no era del mundo, ni se hizo carne con el fin de disfrutar del mundo. El lugar en el que obrar revelaría Su carácter y el que más sentido tendría es el lugar en el que Él nació. Sea una tierra santa o inmunda, e independientemente de dónde obre, Él es santo. Él creó todo lo que hay en el mundo, aunque todo ha sido corrompido por Satanás. Sin embargo, todas las cosas siguen perteneciéndole a Él; todas están en Sus manos. Llega a una tierra inmunda y obra ahí para revelar Su santidad; Él hace esto solamente en aras de Su obra, lo cual significa que soporta gran humillación para llevar a cabo dicha obra con el fin de salvar a las personas de esta tierra inmunda. Esto se hace para dar testimonio, en beneficio de toda la humanidad. Lo que tal obra muestra a las personas es la justicia de Dios y puede exhibir de mejor manera la supremacía de Dios. Su grandeza y Su rectitud se manifiestan en la salvación de un grupo de personas en situación precaria a quienes otros desprecian. Nacer en una tierra inmunda no prueba, en absoluto, que Él sea inferior; simplemente permite que toda la creación vea Su grandeza y Su amor sincero por la humanidad. Cuanto más lo hace, más revela Su amor puro, Su amor perfecto por el hombre. Dios es santo y justo. Aunque Él nació en una tierra inmunda y aunque vive con esas personas llenas de inmundicia, del mismo modo que Jesús vivió con los pecadores en la Era de la Gracia, ¿acaso cada parte de Su obra no se hace en aras de la supervivencia de toda la humanidad? ¿No es todo esto para que la humanidad pueda obtener una gran salvación? Hace dos mil años, Él vivió con pecadores durante unos años. Eso fue en aras de la redención. Hoy, Él está viviendo con un grupo de personas inmundas, inferiores. Esto es en aras de la salvación. ¿Acaso toda Su obra no es en beneficio de vosotros, los humanos? Si no es para salvar a la humanidad, ¿por qué habría vivido y sufrido Él con pecadores durante tantos años, después de nacer en un pesebre? Y si no es para salvar a la humanidad, ¿por qué regresaría Él a la carne una segunda vez, a nacer en esta tierra en la que se congregan los demonios, y a vivir con estas personas que Satanás ha corrompido profundamente? ¿No es fiel Dios? ¿Qué parte de Su obra no ha sido para la humanidad? ¿Qué parte no ha sido para vuestro destino? Dios es santo, ¡esto es inmutable! Él no está contaminado por la inmundicia, aunque ha venido a una tierra inmunda; ¡todo esto solo puede significar que el amor de Dios por la humanidad es extremadamente abnegado, y que el sufrimiento y la humillación que Él soporta son extremadamente grandes! ¿No sabéis cuán grande es la humillación que Él sufre por todos vosotros, y por vuestro destino? En lugar de salvar a las grandes personas o a los hijos de familias ricas y poderosas, hace hincapié en salvar a los inferiores y a quienes otros miran con desprecio. ¿No es todo esto Su santidad? ¿No es todo esto Su justicia?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La relevancia de salvar a los descendientes de Moab

Cuando llegas a entender la santidad de Dios, puedes creer realmente en Él, cuando llegas a entender la santidad de Dios, puedes comprender de verdad el verdadero significado de las palabras “Dios Mismo, el Único”. Ya no fantasearás pensando que existen otras sendas diferentes a esta por las que podrías escoger caminar, ni estarás dispuesto a traicionar todo lo que Dios ha dispuesto para ti. Al ser santa la esencia de Dios, esto significa que solo por medio de Dios puedes recorrer la senda justa de la luz; solo por medio de Dios puedes conocer el significado de la vida, solo por medio de Dios puedes vivir la humanidad real y tanto poseer como conocer la verdad. Solo por medio de Dios puedes obtener vida de la verdad. Solo Dios mismo puede ayudarte a apartarte del mal y librarte del daño y del control de Satanás. Aparte de Dios, nada ni nadie puede salvarte del mar de sufrimiento para que dejes de sufrir. Esto queda determinado por la esencia de Dios. Solo Dios mismo te salva tan desinteresadamente; solo Él es responsable en última instancia por tu futuro, tu destino y tu vida, y Él lo dispone todo para ti. Esto es algo que nada creado o no creado puede conseguir. Como nada creado o no creado posee una esencia igual a la esencia de Dios, ninguna persona o cosa tiene la capacidad de salvarte o dirigirte. Esta es la importancia de la esencia de Dios para el hombre.

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único VI

Notas al pie:

1. “Estragos” se usa para exponer la desobediencia de la humanidad.

a. El texto original dice: “es un símbolo de no poder ser”.

b. El texto original dice: “así como un símbolo de no poder ser ofendido (y de no tolerar ser ofendido)”.

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