De si realmente Dios instaura a los pastores y ancianos religiosos y si obedecerlos es obedecer y seguir a Dios

1 Jun 2018

Las palabras relevantes de Dios:

Cuando Dios selecciona a una persona para que lo sirva, Él siempre tiene Sus propios principios. Servir a Dios no es en absoluto como la gente lo imagina, no es una simple cuestión de entusiasmo. Hoy veis que todos los que sirven ante Dios lo hacen con Su guía y con la obra del Espíritu Santo, y porque son personas que buscan la verdad. Estas son las condiciones mínimas para todos aquellos que sirvan a Dios.

Servir a Dios no es una tarea sencilla. Aquellos cuyo carácter corrupto permanece inalterado no pueden servir nunca a Dios. Si tu carácter no ha sido juzgado ni castigado por las palabras de Dios, entonces tu carácter aún representa a Satanás, lo que prueba que sirves a Dios por tus buenas intenciones, que tu servicio está basado en tu naturaleza satánica. Tú sirves a Dios con tu temperamento natural y de acuerdo con tus preferencias personales. Es más, siempre piensas que las cosas que estás dispuesto a hacer son las que le resultan un deleite a Dios, y que las cosas que no deseas hacer son las que son odiosas para Dios; obras totalmente según tus propias preferencias. ¿Puede esto llamarse servir a Dios? En última instancia, tu carácter de vida no cambiará ni un ápice; más bien, tu servicio te volverá incluso más obstinado, haciendo así que se arraigue profundamente tu carácter corrupto, y de esta manera, desarrollarás reglas en tu interior sobre el servicio a Dios que se basan principalmente en tu propio temperamento, y experiencias derivadas de tu servicio según tu propio carácter. Estas son las experiencias y lecciones del hombre. Es la filosofía del hombre de vivir en el mundo. Personas como estas se pueden clasificar como fariseos y funcionarios religiosos. Si nunca despiertan y se arrepienten, seguramente se convertirán en los falsos Cristos y los anticristos que engañan a las personas en los últimos días. Los falsos Cristos y los anticristos de los que se habló surgirán de entre esta clase de personas. Si aquellos que sirven a Dios siguen su propio temperamento y actúan en base a su propia voluntad, corren el riesgo de ser expulsados en cualquier momento. Aquellos que aplican sus muchos años de experiencia adquirida al servicio a Dios con el fin de ganarse el corazón de los demás para sermonearlos, controlarlos, y enaltecerse a sí mismos, y que nunca se arrepienten, nunca confiesan sus pecados, nunca renuncian a los beneficios de su posición; estas personas caerán delante de Dios. Son de la misma especie que Pablo, presumen de su antigüedad y hacen alarde de sus calificaciones. Dios no traerá a este tipo de personas a la perfección. Este servicio interfiere con la obra de Dios. Las personas siempre se aferran a lo viejo. Se aferran a las nociones del pasado, a todo lo de tiempos pretéritos. Este es un gran obstáculo para su servicio. Si no puedes desecharlas, estas cosas acabarán con tu vida entera. Dios no te elogiará en lo más mínimo; ni siquiera si te rompes las piernas mientras corres o si te quiebras la espalda a causa de tu labor, ni siquiera si eres martirizado en tu servicio a Dios. Muy por el contrario: Él dirá que eres un hacedor del mal.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La necesidad de depurar el servicio religioso

La obra en la mente del hombre es demasiado fácil de lograr para él. Los pastores y los líderes en el mundo religioso, por ejemplo, confían en sus dones y posiciones para hacer su obra. Las personas que los siguen mucho tiempo se van a infectar con sus dones y van a ser influidas por algo de su ser. Se enfocan en los dones, habilidades y conocimiento de las personas, y prestan atención a cosas sobrenaturales y a muchas doctrinas profundas pero poco realistas (por supuesto, estas doctrinas profundas son inalcanzables). No se enfocan en los cambios en el carácter de las personas, sino en entrenar a las personas para predicad y obrar, mejorar su conocimiento y sus abundantes doctrinas religiosas. No se enfocan en qué tanto cambia el carácter de las personas ni tampoco en qué tanto las personas entienden la verdad. No se interesan en la esencia de las personas, y mucho menos tratan de conocer sus estados normales y anormales. No contraatacan las nociones de las personas ni tampoco ponen de manifiesto sus nociones, y mucho menos podan sus deficiencias o corrupciones. La mayoría de los que los siguen sirven con sus dones, y lo único que publican son nociones religiosas y teorías teológicas que están alejadas de la realidad y son completamente inútiles para dar vida a las personas. De hecho, la esencia de su obra es alimentar el talento, alimentar a una persona sin nada para ser un talentoso graduado del seminario que después va a hacer la obra y liderar.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra de Dios y la obra del hombre

Todos esos que están en el púlpito han estudiado Teología, se han formado en un seminario y están en posesión de conocimientos y teorías teológicos; son, básicamente, el pilar del cristianismo. El cristianismo los forma para que prediquen en el púlpito, para que vayan de un sitio a otro evangelizando y trabajando. Piensan que el valor del cristianismo radica en personas tan capacitadas como estos estudiosos de la teología, estos pastores y teólogos que predican sermones; son su capital. Si el pastor de una iglesia se graduó de un seminario, explica bien las Escrituras, ha leído algunos libros espirituales y tiene algo de conocimiento y facilidad de palabra, entonces la iglesia prospera y tiene una reputación mucho mejor que otras iglesias. ¿Qué defienden estas personas pertenecientes al cristianismo? El saber. ¿Y de dónde viene este saber? Es un legado de la Antigüedad. En la Antigüedad existían las Escrituras, que se transmitieron de generación en generación; cada generación las ha leído y aprendido hasta el día de hoy. El hombre dividió la Biblia en distintos apartados y ha sacado diversas ediciones para que la gente la estudie detenidamente y aprenda. Sin embargo, no aprende a entender la verdad y a conocer a Dios ni a comprender Su voluntad, temerlo y evitar el mal; por el contrario, estudia detenidamente el saber contenido en la Biblia. A lo sumo, investiga los misterios que contiene, mira qué profecías del Libro del Apocalipsis se cumplieron en determinado período, cuándo llegarán los grandes desastres, cuando llegará el milenio… Esto es lo que estudia. ¿Y lo que estudia guarda relación con la verdad? No. ¿Por qué estudia cosas no relacionadas con la verdad? Cuanto más las estudia, más cree entenderlas y más se equipa con letras y doctrina. También aumenta el capital de estas personas. A mayor titulación, más capacitadas se creen, más perfecta consideran su fe en Dios y más probable es que crean que se salvarán y entrarán en el reino celestial.

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Son malvados, insidiosos y mentirosos (III)

Todos aquellos que pertenecen al cristianismo y estudian teología, las Escrituras y hasta la historia de la obra de Dios, ¿son verdaderos creyentes? ¿Son distintos a los creyentes y seguidores de Dios de los que habla Dios? A los ojos de Dios, ¿creen en Él? (No). Estudian teología, estudian a Dios. ¿Hay alguna diferencia entre los que estudian a Dios y los que estudian otras cosas? No la hay. Son como los que estudian historia, filosofía, derecho, biología, astronomía... Sencillamente, no les gustan la ciencia, la biología ni ninguna otra materia, solo la teología. Estas personas estudian a Dios buscando pistas y señales reveladoras en Su obra. ¿Y qué resulta de su investigación? ¿Son capaces de determinar si Dios existe? Nunca lo harán. ¿Son capaces de determinar la voluntad de Dios? (No). ¿Por qué? Porque viven rodeadas de palabras y frases, rodeadas del saber, de la filosofía, de las opiniones y los pensamientos de los seres humanos. Nunca podrán contemplar a Dios, nunca recibirán esclarecimiento del Espíritu Santo. ¿Cómo las define Dios? Como personas descreídas, incrédulas. Estos descreídos e incrédulos se codean con la denominada comunidad cristiana y hacen como que creen en Dios, como que son cristianos, pero ¿adoran realmente a Dios? ¿Lo obedecen realmente? No. ¿Por qué? Una cosa es cierta: porque, para sus adentros, no creen que Dios creara el mundo, que gobierne todas las cosas, que pueda hacerse carne, y menos aún que exista. ¿Qué indica esta incredulidad? Duda, negación e incluso una actitud que espera que las profecías pronunciadas por Dios, concretamente las relativas a los desastres, no se hagan realidad ni se cumplan. Esta es la actitud con que tratan la fe en Dios y es, asimismo, la esencia y el auténtico rostro de su presunta fe. Estas personas estudian a Dios porque tienen especial interés por la erudición y el saber teológico y les interesan los hechos históricos de la obra de Dios. No son más que un grupo de intelectuales que estudian teología. Estos “intelectuales” no creen en la existencia de Dios; entonces, ¿qué hacen cuando Dios viene a obrar y Sus palabras se cumplen? ¿Cuál es su primera reacción cuando se enteran de que Dios se ha hecho carne y está realizando una nueva obra? “¡Imposible!”. Condenan a todo el que predique la nueva obra de Dios y hasta quieren matarlo. ¿De qué es manifestación esto? ¿No es la manifestación de que son auténticos anticristos? Son hostiles a la obra de Dios y al cumplimiento de Sus palabras, por no hablar de Su encarnación: “Si no te has encarnado ni se han cumplido Tus palabras, eres Dios. Si se han cumplido Tus palabras y te has encarnado, no lo eres”. ¿Qué dice esto entre líneas? Que no permitirán la encarnación de Dios mientras ellos vivan. ¿No es este un auténtico anticristo? Lo es.

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Mira a los líderes de cada denominación: son todos arrogantes y farisaicos y sus interpretaciones de la Biblia carecen de contexto y están guiadas por sus propias imaginaciones. Todos confían en los dones y la erudición para hacer su obra. Si fueran incapaces de predicar nada, ¿les seguirían las personas? Después de todo, poseen cierto conocimiento y pueden predicar sobre cierta doctrina o saben cómo convencer a los demás y cómo usar algunos artificios. Los usan para llevar a las personas ante ellos y engañarlas. Esas personas creen en Dios sólo de nombre, pero, en realidad, siguen a sus líderes. Cuando se encuentran con alguien que predica el camino verdadero, algunos de ellos dicen: “Tenemos que consultarle a nuestro líder respecto a nuestra creencia”. Un ser humano es el medio de su fe en Dios. ¿No es esto un problema? ¿En qué se han convertido, pues, esos líderes? ¿Acaso no se han vuelto fariseos, falsos pastores, anticristos y obstáculos para que las personas acepten el camino verdadero? […]

En el pasado, los creyentes en Dios podían haber seguido a una persona o podían no haber cumplido la voluntad de Dios; en esta etapa final, tendrán que presentarse ante Dios. Si tu base es tu experiencia de esta etapa de la obra, pero continúas siguiendo a una persona, eres imperdonable y terminarás igual que Pablo.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo buscar la verdad es creer verdaderamente en Dios

Las personas que creen en Dios deben obedecerle y adorarle. No exaltes ni admires a ninguna persona; no pongas a Dios en primer lugar, a las personas a las que admiras en segundo y, en tercer lugar, a ti. Ninguna persona debe tener un lugar en tu corazón y no debes considerar que las personas —particularmente a las que veneras— están a la par de Dios o que son Sus iguales. Esto es intolerable para Él.

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Algunas personas no se regocijan en la verdad y, mucho menos, con el juicio. En cambio, se regocijan en el poder y las riquezas; a tales personas se les llama buscadores de poder. Buscan exclusivamente las denominaciones que tienen influencia en el mundo y solo buscan a pastores y maestros que provienen de seminarios. A pesar de haber aceptado el camino de la verdad, son, en parte, escépticos, e incapaces de entregar todo su corazón y toda su mente, y su boca habla de sacrificarse por Dios, pero sus ojos se enfocan en los grandes pastores y maestros, y no le prestan atención a Cristo. Su corazón está obsesionado con la fama, la fortuna y la gloria. Piensan que no es posible que una persona tan pequeña pueda ser capaz de conquistar a tantos, que alguien tan común y corriente sea capaz de perfeccionar al hombre. Ellos no creen en absoluto que estos “don nadie” que están entre el polvo y el estiércol sean el pueblo escogido por Dios. Ellos creen que si tales personas fueran los objetos de la salvación de Dios, el cielo y la tierra estarían de cabeza y todos los hombres se reirían a mandíbula batiente. Ellos creen que si Dios eligió a tales “don nadie” para ser perfeccionados, entonces esos grandes hombres se convertirían en Dios mismo. Sus perspectivas están manchadas de incredulidad; ciertamente, más que incrédulos, son simplemente bestias absurdas. Y es que solo valoran la posición, el prestigio y el poder, y solo tienen en alta estima a los grandes grupos y denominaciones. No tienen la menor consideración hacia quienes son dirigidos por Cristo; simplemente son traidores que le han dado la espalda a Cristo, a la verdad y a la vida.

Lo que tú admiras no es la humildad de Cristo, sino a esos falsos pastores de destacada posición. No adoras la belleza ni la sabiduría de Cristo, sino a esos licenciosos que se regodean en la inmundicia del mundo. Te ríes del dolor de Cristo, que no tiene lugar donde reclinar Su cabeza, pero admiras a esos cadáveres que cazan ofrendas y viven en el libertinaje. No estás dispuesto a sufrir junto a Cristo, pero te lanzas con gusto a los brazos de esos anticristos insensatos a pesar de que solo te suministran carne, palabras y control. Incluso ahora tu corazón sigue volviéndose a ellos, a su reputación, su estatus, su influencia. Aun así, continúas teniendo una actitud por la cual la obra de Cristo te resulta difícil de soportar y no estás dispuesto a aceptarla. Por eso te digo que no te falta fe para reconocer a Cristo. La razón por la que lo has seguido hasta el día de hoy es solo porque no tenías otra opción. En tu corazón siempre se elevan muchas imágenes altivas; no puedes olvidar cada una de sus palabras y obras ni sus palabras influyentes ni sus manos. En vuestro corazón, ellos son supremos por siempre y son héroes por siempre. Pero esto no es así para el Cristo de hoy. Él permanece por siempre insignificante en tu corazón y por siempre indigno de tu veneración. Porque Él es demasiado ordinario, tiene muy poca influencia y está lejos de ser elevado.

En cualquier caso, Yo digo que todos los que no valoran la verdad son incrédulos y traidores de la verdad. Tales hombres nunca recibirán la aprobación de Cristo. ¿Has identificado ahora cuánta incredulidad hay dentro de ti y cuánta traición a Cristo tienes? Te exhorto: puesto que has elegido el camino de la verdad, debes consagrarte totalmente; no seas ambivalente o poco entusiasta. Debes entender que Dios no pertenece al mundo ni a ninguna persona, sino a todos aquellos que creen verdaderamente en Él, a todos los que lo adoran y a todos aquellos que se consagran a Él y le son fieles.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. ¿Eres un verdadero creyente en Dios?

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