“Encarcelada” por mi propio padre

16 Abr 2023

Por Keanna, Ucrania

En verano de 2020. Por entonces, mi hermana Albina y yo nos encontramos con un video de la Iglesia de Dios Todopoderoso titulado El despertar del sueño. El video decía que el Señor Jesús ya había regresado. Como nos dio curiosidad, descargamos la aplicación de la Iglesia de Dios Todopoderoso y conectamos con hermanos y hermanas de la Iglesia. Nos dieron testimonio de que Dios Todopoderoso ha expresado muchas verdades, ha realizado la obra del juicio y ya ha formado un grupo de vencedores. Muy feliz, seguí leyendo muchas de las palabras de Dios Todopoderoso. Vi que Sus palabras rebosaban autoridad y poder y que eran toda la verdad, y me di cuenta de que una mera persona no podría expresar esas palabras; esta era la voz de Dios. ¡Dios Todopoderoso es el regreso del Señor Jesús! Muy motivadas, mi hermana y yo aceptamos con gusto la obra de Dios Todopoderoso en los últimos días. Solíamos reunirnos en línea con los hermanos y hermanas a compartir las palabras de Dios.

Pero, con sorpresa, al ver nuestro padre que asistíamos en línea a reuniones de la Iglesia de Dios Todopoderoso y que no orábamos con los iconos ortodoxos, dijo que estabamos adorando a otro Dios y traicionando al Señor Jesús. Que se equivocaba. Con la lectura de las palabras de Dios Todopoderoso aprendí que Dios Todopoderoso y el Señor Jesús son el mismo Dios, el mismo Espíritu. Representan a Dios, que realiza obras distintas en eras distintas. En la Era de la Gracia, Dios adoptó el nombre Jesús para realizar la obra de redención. Ahora, en los últimos días, Dios se ha encarnado y ha adoptado un nuevo nombre para realizar la obra de juicio y purificación. Dios Todopoderoso es el nuevo nombre adoptado por el Señor Jesús a Su regreso. Yo no traicionaba al Señor Jesús por creer en Dios Todopoderoso: estaba recibiendo el regreso del Señor y siguiendo las huellas de Dios. Pero mi papá no había leído las palabras de Dios Todopoderoso ni reconocía la obra de Dios, con lo que no sabía que Dios Todopoderoso era el regreso del Señor Jesús. Traté de explicárselo, pero ni siquiera me dio la ocasión de hablar y se ratificó en sus ideas hasta el punto de reprenderme. Dijo que, si nos sorprendía otra vez leyendo las palabras de Dios Todopoderoso, nos daría una paliza, y que, aunque tuviera que matarnos a golpes e ir a la cárcel, lo haría para que no creyéramos en Dios Todopoderoso. Me asustaron estas palabras de mi papá. Jamás imaginé que sería capaz de escupir semejante veneno para impedirnos creer. Ese día nos echó de casa, y nos vimos obligadas a quedarnos afuera varias horas en pijama. Muy disgustada en ese momento, oré a Dios: “Amado Dios, me siento algo débil, pero sé que debo ser fuerte y soportar todo esto. Sin importar de qué manera me frene mi padre, seguiré creyendo en Ti. Te pido fe y fortaleza”. Recordé entonces un pasaje de las palabras de Dios: “Debes poseer Mi valentía dentro de ti y debes tener principios cuando te enfrentes a parientes que no creen. Sin embargo, por Mi bien, tampoco debes ceder a ninguna fuerza oscura. Confía en Mi sabiduría para seguir el camino perfecto; no permitas que triunfe ninguna de las tramas de Satanás. Dedica todos tus esfuerzos a poner tu corazón ante Mí, y Yo te consolaré y te traeré paz y felicidad(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 10). Las palabras de Dios templaron mi corazón y me ayudaron a calmarme. Con las palabras de Dios vi que, sin importar cómo me frenara mi padre, él continuaba en manos de Dios, así que no debía temerlo. Debía orar a Dios para que me concediera valor y sabiduría para pasar por esta prueba. Luego, aunque mi padre solía cantarme las cuarenta, prohibirme conectarme con mis hermanos y hermanas, e incluso mirarme el teléfono, yo seguía haciendo lo imposible por eludir su control y normalmente me escondía en el baño, en la ducha, en el sótano o en el jardín para poder charlar con los hermanos y hermanas.

Poco después, empezamos a formarnos como regantes de nuevos fieles y asumimos nuestro deber en secreto, pero iba aumentando el número de nuevos que necesitaban riego, y terminé hablando y reuniéndome con ellos en mi cuarto todos los días. Esto hizo sospechar a mi padre que de nuevo me estaba reuniendo, por lo que redobló el control. No solo me miraba el teléfono; cuando estaba sola en mi cuarto, se colaba sigilosamente a ver qué hacía. También instaló cámaras de seguridad en casa y hasta mandaba a mi hermano menor que me controlara a cambio de regalos. A veces no me quedaba más remedio que borrar del teléfono todo lo relativo a la iglesia y a mi deber y abandonar temporalmente el chat del grupo de reunión, pero al final, mi padre me sorprendió practicando mi fe. Ese día estaba bebiendo otra vez, se puso a reprenderme y hasta dijo blasfemias sobre Dios. Como no aguantaba más, repliqué: “Creo en el Dios verdadero, el regreso del Señor Jesús. Dios Todopoderoso ha expresado muchas verdades para salvar a la humanidad y librarnos del pecado y los desastres. Es mi única oportunidad de alcanzar la salvación, por lo que debo practicar mi fe. Si sigues intentando impedirme creer en Dios Todopoderoso, no me quedará más remedio que irme y buscarme otro sitio donde vivir”. No dijo nada y luego, durante un tiempo, apenas hablaba de mi fe y dejó de intentar reprimirme. Yo creía que todo había pasado y jamás imaginé que esta era la calma antes de la tormenta. Un día, cuando estaba empezando una reunión, mi hermana entró corriendo y dijo que nuestro padre exigía ver mi teléfono, pero no se lo di porque sabía que podría romperlo. El teléfono era mi única vía de conexión con la iglesia y de lectura de las palabras de Dios Todopoderoso. Así pues, me apresuré a contactar con una hermana de la iglesia, le expliqué mi situación familiar y le pasé los nuevos fieles que yo regaba. Después escondí el teléfono.

Ese día, mi padre invitó a mi tío a casa y le pidió que nos impidiera creer en Dios Todopoderoso. Yo no sabía qué métodos emplearían para reprimirnos. Entonces me vinieron a la mente unas palabras de Dios: “En cada paso de la obra que Dios hace en las personas, externamente parece que se producen interacciones entre ellas, como nacidas de disposiciones humanas o de la interferencia humana. Sin embargo, detrás de bambalinas, cada etapa de la obra y todo lo que acontece es una apuesta hecha por Satanás ante Dios y exige que las personas se mantengan firmes en su testimonio de Dios. Mira cuando Job fue probado, por ejemplo: detrás de escena, Satanás estaba haciendo una apuesta con Dios, y lo que aconteció a Job fue obra de los hombres y la interferencia de estos. Detrás de cada paso de la obra que Dios hace en vosotros está la apuesta de Satanás con Él, detrás de todo ello hay una batalla(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Solo amar a Dios es realmente creer en Él). “Cuando Dios obra, se preocupa por la persona y la escudriña, y cuando la favorece y aprueba, Satanás sigue de cerca, intentando embaucar a la persona y hacerle daño. Si Dios desea ganar a esta persona, Satanás hará todo lo que pueda para estorbarle usando diversas tácticas malvadas para tentar, para alterar y socavar la obra de Dios, todo ello con el fin de lograr su objetivo oculto. ¿Cuál es este objetivo? No quiere que Dios gane a nadie; él quiere robar la posesión de aquellos a los que Dios desea ganar, quiere controlarlos, hacerse cargo de ellos para que le adoren y entonces se le unan para cometer actos malvados y oponerse a Dios. ¿Acaso no es esta su siniestra motivación? […] Al hacer la guerra contra Dios, y al ir detrás de Él, el objetivo de Satanás es demoler toda la obra que Dios quiere hacer, ocupar y controlar a aquellos a los que Dios quiere ganar, extinguirlos por completo. Si esto no ocurre, pasan a ser posesión de Satanás para ser usados por él; esta es su meta(La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Dios mismo, el único IV). Con las palabras de Dios vi que la represión de mi fe por parte de mi familia era una prueba y una interrupción de Satanás. Como Satanás no quería que siguiera a Dios y Él me salvara, utilizaba a mi familia para atacarme y obligarme a negar y traicionar a Dios. Esta era la trama traidora de Satanás. Recordé cómo atacó Satanás a Job cuando este fue probado. Quedaron destruidos todos sus bienes, sus hijos murieron y le salieron llagas malignas en todo el cuerpo. Pese a un sufrimiento tan inmenso, Job fue igualmente capaz de dar testimonio de Dios y humillar a Satanás. Sabía que debía emular a Job: sin importar cómo mi padre y mi tío me oprimieran y frenaran, tenía que perseverar en mi fe en Dios Todopoderoso, mantenerme firme y humillar a Satanás.

En cuanto entró en nuestro cuarto, se puso a exhortarnos a renunciar a nuestra fe. Dijo: “Os habéis olvidado del Señor Jesús y no vais a la iglesia; ¡es una traición al Señor!”. Yo respondí: “Dios Todopoderoso y el Señor Jesús son un único y mismo Dios. Dios Todopoderoso ha expresado millones de palabras y revelado infinidad de verdades y misterios, como el del plan de gestión de 6000 años de Dios, la verdadera historia de las tres etapas de Su obra y los misterios de Sus nombres. También ha revelado la causa de la pecaminosidad de la humanidad y la verdad de nuestra corrupción satánica, con lo que nos señala la senda hacia la salvación. Mucha gente de todo el mundo reconoce las palabras de Dios Todopoderoso como la verdad y la voz de Dios y ha recibido el regreso del Señor. Así pues, ¿cómo puedes afirmar que traicionamos al Señor por creer en Dios Todopoderoso? Cuando vino el Señor Jesús a realizar Su obra, muchos abandonaron el templo para seguirlo a Él; ¿dirías que traicionaron a Jehová Dios? Los únicos que realmente traicionan al Señor son aquellos que no oyen la voz de Dios ni siguen al Señor cuando la gente da testimonio de Su regreso”. Mi tío se encolerizó al oír esto. Exclamó: “¡Miradla! No pensó lo más mínimo en lo que le dije y, en cambio, hasta intentó sermonearme. ¡Hace proselitismo y trata de atraerme a mí a la iglesia!”. La esposa de mi tío trató de convencerme. En tono burlón y despectivo, me propuso que me casara, como otras mujeres, y que aspirara a una familia y una vida laboral estables, en vez de pasarme el tiempo practicando la fe y haciendo proselitismo. Yo contraataqué: “Desde que soy creyente, he leído muchas palabras de Dios Todopoderoso, he profundizado en muchas materias y he conocido el sentido de la vida y la aspiración que más sentido tiene en ella. En estos años, conforme se intensifican las pandemias, guerras y hambrunas, ¿de verdad pueden garantizar el goce y el placer carnal nuestra seguridad o protegernos de calamidades? Solo si aceptamos la obra de Dios Todopoderoso, alcanzamos la verdad y nos despojamos de pecado podemos recibir la protección de Dios de las calamidades y entrar en Su reino. Es el único camino a la salvación”. No dijeron nada. Ante mi postura inflexible, llamaron a mi abuelo y a otro tío para que vinieran a unirse contra mí. Recordé que los hermanos y hermanas chinos saben mantenerse firmes frente a la persecución y el peligro. Quería dar testimonio de Dios y humillar a Satanás como ellos, así que oré a Dios: “¡Oh, Dios mío! No sé qué me harán ni qué dirán mi abuelo y los demás a partir de ahora. Por favor, infúndeme fe y fortaleza”. En cuanto llegó mi abuelo, se puso a reprendernos a mi hermana y a mí, y hasta se agarró el cinturón, amenazante, mientras decía: “Si no renunciáis las dos a la fe en Dios Todopoderoso, ¡ya no seréis nietas mías!”. Al oír esto, pensé para mis adentros: “Jamás renunciaré a mi fe en Dios Todopoderoso aunque me abandone mi familia entera”. El Señor Jesús dijo: “Cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los cielos(Mateo 10:33). No es aterrador que la gente te abandone, pues siempre se puede vivir sin nuestros semejantes, pero si nos abandona Dios, se acaba todo. Así pues, sin importar cómo me frenaran, no renegaría de Dios. Contesté resueltamente: “He reconocido a Dios Todopoderoso como el Dios verdadero. Digáis lo que digáis, jamás renunciaré a mi fe en Dios Todopoderoso”. Mi hermana también manifestó que no abandonaría la fe en Dios Todopoderoso. Todos los presentes se asombraron por lo que dijimos. Mi tío se encolerizó, me agarró el teléfono y me interrogó: “¿A quiénes llamas con este teléfono todos los días? ¿Quiénes son? ¿Cómo se llaman? ¡Dame sus números! ¡Voy a denunciarlos a la policía!”. Me mandó desbloquear el teléfono. Como no respondía, se enojó más aún: “Me parece que eres un caso perdido, no escuchas nada de lo que decimos. Deberíamos mandarte a un psiquiatra a que te tratara”. A ojos de ellos, la fe era nada más que un tipo de convicción religiosa, y creían que los que se sacrificaban y esforzaban por Dios eran anormales. Más tarde, otros familiares se turnaron para increparme y reprenderme, pero mi hermana y yo no vacilábamos, y hasta les refutábamos. Al final se hartaron de nosotras y se fueron a casa.

No lo dejaron ahí. Dos días después, mi padre nos mostró varios videos que desprestigiaban a la Iglesia de Dios Todopoderoso. Me parecieron sumamente ofensivos porque sabía que eran falsos y que difamaban a la Iglesia. Tal vez no llevara mucho creyendo en Dios Todopoderoso, pero había leído Sus palabras y comprendía algo de la verdad. Conocía la senda que hay que tomar para librarse de pecado y purificarse y sabía cuáles eran las aspiraciones con más sentido en la vida. Había empezado a practicar a ver las cosas según las palabras de Dios y había adquirido discernimiento sobre el bien y el mal. Ya había mejorado en ciertas áreas y mi fe en Dios Todopoderoso me había beneficiado mucho. Tenía una sensación de paz interior y realización y estaba convencida de que este era el camino verdadero, la senda por la que nos guiaba Dios. Así pues, le dije a mi padre: “Tú no has estudiado la obra de Dios en los últimos días y te crees todos esos rumores y falacias de internet. Son mentiras del diablo. Yo creo en el Dios verdadero…”. Pero, dicho esto, mi padre me interrumpió de inmediato y se puso a reprenderme de nuevo. Luego volvió mi tío y empezó a presionarme: “Keanna, eres familia nuestra y todos te queremos muchísimo. Hacemos esto por tu bien. Nos lo agradecerás más adelante. Por favor, abandona esta iglesia cuanto antes”. Sus palabras me recordaron el modo en que Satanás utilizó a la mujer de Job para atacarlo. La mujer de Job le preguntó: “¿Aún conservas tu integridad? Maldice a Dios y muérete” (Job 2:9). No obstante, Job no se sometió a ella, sino que la reprendió por hablar “como habla cualquier mujer necia”. Ahora yo también estaba siendo coaccionada y obstaculizada por mi familia. Según ellos, lo hacían por mi bien, pero en realidad era para forzarme a abandonar a Dios Todopoderoso. Harta de sus mentiras y engaños, me quedé allí callada y pasé de ellos. Quería decirles muchísimas cosas, pero sabía que no me escucharían. Al ver que no cedía a sus exigencias, mi padre agarró su cinturón y me azotó varias veces la cara y las manos, que me escocían, y se me cayeron las lágrimas. Finalmente, nos confiscaron los teléfonos a mi hermana y a mí y perdimos la posiblidad de conectar con la iglesia. Después, mi padre siguió controlándonos y nos prohibió leer las palabras de Dios. Me seguía allá donde fuera, por lo que no podía estar sola, e incluso observaba mis gestos: si parecía estar pensando algo, me gritaba: “¡Ni se te ocurra pensar en ese Dios en que crees!”. Recordé unas palabras de Dios Todopoderoso: “Creyentes e incrédulos no son compatibles, sino que más bien se oponen entre sí(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Dios y el hombre entrarán juntos en el reposo). “Cualquiera que no crea en Dios encarnado es demoniaco y, es más, va a ser destruido. […] ¿Quién es Satanás, quiénes son los demonios y quiénes son los enemigos de Dios, sino los opositores que no creen en Dios?(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Dios y el hombre entrarán juntos en el reposo). Dios exponía la esencia de los incrédulos. Yo creía que no había nadie más próximo que la familia, pero, oprimida y obstaculizada una y otra vez por ellos, y comparando aquello con las palabras de Dios, por fin vi su verdadero rostro. Pese a su fe en el Señor, no tenían el menor deseo de buscar ante algo tan inaudito como Su regreso. No estaban atentos a la voz de Dios ni recibían al Señor, y hasta nos impedían a toda costa aceptar a Dios Todopoderoso, mientras soltaban toda clase de juicios y condenas contra Él. Eran gente que odiaba y se resistía a Dios. Como enemigos de Dios, también eran enemigos míos. Yo no era igual que ellos.

Pese a haber aprendido a discernir un poco cómo era mi familia, esta me controlaba constantemente, no podía asistir a reuniones y no podía ni hablar en privado con mi hermana de asuntos espirituales, así que, con el tiempo, empecé a sentirme débil. En esa época recordé un pasaje de las palabras de Dios. “No te desanimes, no seas débil; y Yo te aclararé las cosas. El camino que lleva al reino no es tan fácil. ¡Nada es tan simple! Queréis que las bendiciones vengan a vosotros fácilmente, ¿no es así? Hoy, todos tendréis que enfrentar pruebas amargas. Sin esas pruebas, el corazón amoroso que tenéis por Mí no se hará más fuerte ni sentiréis verdadero amor hacia Mí. Aun si estas pruebas consisten únicamente en circunstancias menores, todos deben pasar por ellas; es solo que la dificultad de las pruebas variará de una persona a otra. Las pruebas son una bendición proveniente de Mí. ¿Cuántos de vosotros venís a menudo delante de Mí y suplicáis de rodillas que os dé Mis bendiciones? ¡Niños tontos! Siempre pensáis que unas cuantas palabras favorables cuentan como Mi bendición, pero no reconocéis que la amargura es una de Mis bendiciones. Los que participan de Mi amargura ciertamente compartirán Mi dulzura. Esa es Mi promesa y Mi bendición para vosotros(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Declaraciones de Cristo en el principio, Capítulo 41). Las palabras de Dios me infundieron fervor y sentí que Él estaba muy cerca de mí. Dios entendía lo que pensaba y lo que estaba viviendo y, con Sus palabras, me consolaba y alentaba. Supe que era tan arduo entrar al reino de los cielos y que el camino verdadero era perseguido y rechazado constantemente porque Satanás domina este mundo y no permite que Dios venga a expresar la verdad y salvar a la humanidad, y ni mucho menos que la gente siga a Dios y crea en Él. En consecuencia, quienes lo hacen son perseguidos. En la Era de la Gracia, a muchos los persiguieron, e incluso martirizaron, por creer en el Señor Jesús. Ahora, en la Era del Reino, Dios se ha vuelto a encarnar para salvar a la humanidad. En China han sido detenidos, perseguidos, apalizados y torturados por el PCCh infinidad de creyentes en Dios Todopoderoso, pero ellos continúan firmes en su fe en Dios y dan testimonio de Él. Ante esta persecución de mi familia por mi fe en Dios, para mí era un maravilloso honor dar testimonio de Dios frente a Satanás. Me enfrentaba a dificultades, pero esto albergaba las buenas intenciones de Dios. Me faltaba fe y no comprendía la trama de Satanás, por lo que Dios obraba por medio de los obstáculos y la persecución de mi familia para enseñarme a ampararme en Él y a buscar la verdad para aprender a discernir. Esta situación me ayudaba a comprender la verdad y a crecer en estatura. Comprendidas las intenciones de Dios, estaba más tranquila, menos ansiosa, y decidí ampararme en Dios en esta vivencia. Mientras estuviera Dios a mi lado, daría igual quién se opusiera a mí o me frenara.

En aquella época, mi familia nos controlaba y reprimía continuamente. No podíamos leer las palabras de Dios, y me sentía tan mal que pensé en huir. A mi modo de ver, la huida era la única salida. Si me iba de casa, podría practicar la fe con normalidad, pero todas las vías de escape estaban bloqueadas. Mi padre siempre estaba en casa y yo no sabía cómo esquivarlo. También me controlaban otros familiares. Encima, no tenía dinero y no sabía adónde podía ir. Me preocupaba que, si huía, mi padre denunciara a los hermanos y hermanas ante la policía. Profundamente deprimida y llorando constantemente, no quería que nadie me viera así. En aquel entonces vivía con un miedo constante. Cuando oraba en mi cuarto, siempre me preocupaba que irrumpiera mi padre, que echara abajo la puerta y me gritara. Me preocupaba aún más que nos golpeara y reprendiera a mi hermana y a mí. No sabía cuánto más tiempo continuaría esta persecución. Al recordar que mis hermanos y hermanas podían reunirse y cumplir su deber con regularidad, mientras yo carecía de esa oportunidad, sentí envidia de ellos, así que oré a Dios: “Amado Dios, tengo muchos problemas para practicar mi fe en casa. Quiero irme de aquí para reunirme y cumplir mi deber libremente. Por favor, ábreme una senda”.

Un día, por fin pude esquivar a todos mis familiares y vi dos pasajes de las palabras de Dios en mi teléfono. Dios Todopoderoso dice: “Cuando las personas atraviesan pruebas, es normal que sean débiles, internamente negativas o que carezcan de claridad sobre la voluntad de Dios o sobre la senda en la que practicar. Pero en cualquier caso, como Job, debes tener fe en la obra de Dios, y no negarlo. Aunque Job era débil y maldijo el día de su propio nacimiento, no negó que Jehová le concedió todas las cosas en la vida humana, y que también es Él quien las quita. Independientemente de cómo fue probado, él mantuvo esta creencia. En tu experiencia, da igual cuál sea el tipo de refinamiento al que te sometas mediante las palabras de Dios, lo que Él exige de la humanidad, en pocas palabras, es su fe y su amor por Él. Lo que Dios perfecciona al obrar de esa manera es la fe, el amor y las aspiraciones de las personas. Dios realiza la obra de perfección en la gente y ellos no pueden verla ni sentirla; es en tales circunstancias en las que se requiere tu fe. Se exige la fe de las personas cuando algo no puede verse a simple vista, cuando no puedes abandonar tus propias nociones. Cuando no tienes clara la obra de Dios, lo que se requiere es tu fe y que adoptes una posición firme y mantengas el testimonio. Cuando Job alcanzó este punto, Dios se le apareció y le habló. Es decir, sólo podrás ver a Dios desde el interior de tu fe. Cuando tengas fe, Dios te perfeccionará. Si no tienes fe, Él no puede hacerlo(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Los que serán hechos perfectos deben someterse al refinamiento). “Si te sobrevienen muchas cosas no alineadas con tus nociones, pero eres capaz de dejarlas a un lado y de conocer las acciones de Dios a partir de ellas, y si en medio de los refinamientos revelas tu corazón de amor por Dios, eso es ser testigo. Si tu hogar es apacible, si disfrutas de las comodidades de la carne, si nadie te persigue, y tus hermanos y hermanas en la iglesia te obedecen, ¿puedes exhibir tu corazón de amor por Dios? ¿Puede esto refinarte? Tu amor por Dios solo puede mostrarse mediante el refinamiento, y solo puedes ser perfeccionado por medio de las cosas que ocurren y que no están en línea con tus nociones. Con la ayuda de muchas cosas adversas y negativas, y empleando todo tipo de manifestaciones de Satanás, como sus acciones, sus acusaciones, sus perturbaciones y sus engaños, Dios te permite ver claramente el detestable rostro de Satanás, y de este modo perfecciona tu capacidad de reconocerlo, para que puedas odiarlo y renunciar a él(La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Los que serán hechos perfectos deben someterse al refinamiento). Con la lectura de las palabras de Dios, entendí claramente Su intención y descubrí que, en la fe, debemos pasar por pruebas y refinaciones. Solo por medio de esas refinaciones podemos alcanzar la auténtica fe en Dios. Piensa en la historia de Job: tras someterse a una prueba y mantenerse firme en el testimonio, su fe en Dios aumentó y Satanás se marchó humillado. Sabía que tenía que tomar ejemplo de Job y mantenerme firme en esta prueba, pero había demostrado que me faltaba mucha fe. Cuando podía reunirme asiduamente en un ambiente tranquilo y seguro, mi fe era firme, e incluso decía: “Pase lo que pase, jamás culparé a Dios”. Sin embargo, oprimida por mi familia y enjaulada en casa sin libertad, me volví negativa y débil. No abandoné mi fe en Dios, pero me quejaba siempre y siempre quería eludir las dificultades, en busca de una vida tranquila y una adoración relajada. Esto evidenciaba que mi naturaleza era traidora a Dios. Recordé lo firme que había sido Job. Cuando Satanás lo probó y atacó, jamás se quejó a Dios en absoluto, jamás le hizo ninguna exigencia irracional, y ni mucho menos lo cuestionó por permitir que le ocurrieran esas cosas. Job se sometió a Dios y lo veneró, y yo no. Me di cuenta de que Dios estaba probándome y perfeccionando mi fe con esa situación. Si siempre quería practicar mi fe con sosiego y eludir las situaciones que Él concebía, y no aprendía de ellas, me quedaría sin nada. Pensé que, pese a haber sufrido un poco, Dios siempre estaba a mi lado guiándome. Cuando me debilitaba, las palabras de Dios me consolaban y alentaban. Entonces, ¿cómo podía quejarme ante Dios? Me faltaba mucha conciencia. Envidiaba a aquellos hermanos y hermanas cuyas familias no los oprimían, pero, ahora que lo pensaba: ¿quién gana más al final? ¿La persona que vive con sosiego, o alguien que experimenta la opresión y la dificultad? La respuesta era obvia. Todo está en manos de Dios, orquestado por Él, y Dios no obra sin sentido. Solo Dios, y no yo, sabe qué situaciones serán mejores para que progrese en la vida, así que debía someterme y buscar.

Poco después, mi padre encontró empleo y empezó a salir mucho. En esa época, mi hermana y yo podíamos reunirnos de forma segura a compartir las palabras de Dios. En cuanto a las cámaras de vigilancia instaladas por mi padre, no solo no nos perjudicaban, sino que, de hecho, servían para protegernos, ya que, cada vez que mi padre volvía a casa, lo veíamos regresar por las cámaras y parábamos la reunión. Cuando se marchaba otra vez, continuábamos hablando. Cuando mi padre estaba en casa, no podíamos asistir a reuniones, así que le pedíamos permiso para ir a una tienda y aprovechábamos para compartir en comunión afuera, en el parque. En 2022, el líder de mi iglesia me mandó seguir regando a nuevos fieles, y luego llegué a supervisora. He continuado en el deber incluso con la represión y los impedimentos de mi padre.

He experimentado las palabras de Dios, contemplado Su omnipotencia y sabiduría y adquirido fe en Él. He aprendido a ampararme en Dios y practicado el hecho de comer y beber de Sus palabras yo sola para resolver mis problemas. También he aprendido a discernir a aquellos familiares que no creen y a lidiar con ellos. Nunca habría aprendido nada de esto viviendo con sosiego. La obra de Dios es realmente maravillosa y práctica. ¡Doy gracias de todo corazón a Dios Todopoderoso!

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