Cuál es la raíz del hombre que se rebela y resiste a Dios

27 Oct 2021

Las palabras relevantes de Dios:

La fuente de oposición y rebeldía del hombre contra Dios es el haber sido corrompido por Satanás. Debido a la corrupción de Satanás, la conciencia del hombre se ha insensibilizado; se ha vuelto inmoral, sus pensamientos son degenerados, y ha desarrollado una actitud mental retrógrada. Antes de ser corrompido por Satanás, el hombre de manera natural seguía a Dios y obedecía Sus palabras después de escucharlas. Por naturaleza tenía un razonamiento y una conciencia sólidos y una humanidad normal. Después de haber sido corrompido por Satanás, el razonamiento, la conciencia y la humanidad originales del hombre se fueron insensibilizando y fueron mermados por Satanás. Debido a ello, el hombre ha perdido su obediencia y amor a Dios. El razonamiento del hombre se ha vuelto aberrante, su carácter se ha vuelto como el de un animal y su rebeldía hacia Dios es cada vez más frecuente y grave. Sin embargo, el hombre todavía no conoce ni reconoce esto, y meramente se opone y se rebela a ciegas. El carácter del hombre se revela en las expresiones de su razonamiento, su percepción y su conciencia; debido a que su razonamiento y su percepción son endebles, y su conciencia se ha vuelto sumamente insensible, su carácter se rebela contra Dios. Si el razonamiento y la percepción del hombre no pueden cambiar, entonces los cambios en su carácter son imposibles de lograr, como también lo es ajustarse a la voluntad de Dios. Si el razonamiento del hombre es endeble, entonces no puede servir a Dios y no es apto para ser usado por Él. Un “razonamiento normal” se refiere a ser obediente y fiel a Dios, anhelar a Dios, ser incondicional hacia Él y tener una conciencia hacia Él. Se refiere a ser de un solo corazón y una sola alma con Dios y a no oponerse a Él deliberadamente. Tener un razonamiento aberrante no es así. Desde que el hombre fue corrompido por Satanás ha inventado nociones acerca de Dios y no ha sido leal hacia Dios ni lo ha anhelado, por no hablar de que no tiene una conciencia hacia Dios. El hombre se opone deliberadamente a Dios y lo juzga; es más, le lanza improperios a Sus espaldas. El hombre juzga a Dios a Sus espaldas con el conocimiento claro de que es Dios; el hombre no tiene intención de obedecer a Dios, y se limita a hacerle exigencias y solicitudes ciegas. Tales personas —la gente que tiene un razonamiento aberrante— son incapaces de conocer su propio y despreciable comportamiento o de lamentar su rebeldía. Si la gente fuese capaz de conocerse a sí misma, entonces recuperaría un poco de su razonamiento; cuanto más rebeldes contra Dios sean las personas que no se conocen a sí mismas todavía, menos sensatas serán.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Tener un carácter invariable es estar enemistado con Dios

Después de varios miles de años de corrupción, el hombre es insensible y torpe; se ha convertido en un demonio que se opone a Dios; tan es así que la rebeldía del hombre hacia Dios ha sido documentada en los libros de historia e incluso el hombre mismo es incapaz de dar una explicación completa de su comportamiento rebelde, porque el hombre ha sido profundamente corrompido por Satanás y se ha dejado engañar por Satanás al punto de que no sabe a dónde acudir. Todavía hoy, el hombre sigue traicionando a Dios: cuando el hombre ve a Dios, lo traiciona, y cuando no puede verlo, también lo traiciona. Hay incluso quienes, aun habiendo sido testigos de las maldiciones de Dios y de Su ira, lo traicionan. Y por eso digo que el razonamiento del hombre ha perdido su función original y que también la conciencia del hombre ha perdido su función original. El hombre que Yo veo es una bestia con traje humano, una serpiente venenosa, y no importa lo lastimoso que pretenda parecer ante Mis ojos, nunca seré misericordioso con él, porque el hombre no ha comprendido la diferencia entre lo negro y lo blanco o entre la verdad y lo que no es verdad. El razonamiento del hombre está en extremo entumecido, pero aun así sigue deseando obtener bendiciones; su humanidad es en extremo innoble, pero aun así sigue deseando poseer la soberanía de un rey. ¿De quién podría ser rey con un razonamiento como ese? ¿Cómo podría alguien con una humanidad como esa sentarse sobre un trono? ¡El hombre en verdad no tiene vergüenza! ¡Es un desgraciado engreído! A aquellos de vosotros que deseáis obtener bendiciones, os sugiero que primero encontréis un espejo y miréis vuestro propio horrible reflejo. ¿Posees lo que se requiere para ser un rey? ¿Acaso tienes el rostro de alguien que puede obtener bendiciones? No ha habido el más mínimo cambio en vuestro carácter ni habéis puesto ninguna verdad en práctica, pero aun así deseáis un maravilloso mañana. ¡Os estáis engañando a vosotros mismos! Nacido en una tierra tan inmunda, el hombre ha sido gravemente arruinado por la sociedad, influenciado por una ética feudal y educado en “institutos de educación superior”. Un pensamiento retrógrado, una moral corrupta, una visión mezquina de la vida, una filosofía despreciable para vivir, una existencia completamente inútil y un estilo de vida y costumbres depravados, todas estas cosas han penetrado fuertemente en el corazón del hombre, y han socavado y atacado severamente su conciencia. Como resultado, el hombre está cada vez más distante de Dios, y se opone cada vez más a Él. El carácter del hombre se vuelve más agresivo día tras día, y no hay una sola persona que voluntariamente renuncie a algo por Dios; ni una sola persona que voluntariamente obedezca a Dios, y, menos aún, una sola persona que busque voluntariamente la aparición de Dios. En vez de ello, bajo el campo de acción de Satanás, el hombre no hace más que buscar el placer, entregándose a la corrupción de la carne en la tierra del lodo. Incluso cuando escuchan la verdad, aquellos que viven en la oscuridad no consideran ponerla en práctica ni tampoco muestran interés en buscar a Dios, aun cuando hayan contemplado Su aparición. ¿Cómo podría una humanidad tan depravada tener alguna posibilidad de salvación? ¿Cómo podría una humanidad tan decadente vivir en la luz?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Tener un carácter invariable es estar enemistado con Dios

El origen de la revelación del carácter corrupto del hombre no es otro que su conciencia insensibilizada, su naturaleza malévola y su razonamiento endeble. Si la conciencia y el razonamiento del hombre pueden volver a ser normales, entonces él se volverá apto para ser usado ante Dios. Es simplemente debido a que la conciencia del hombre ha estado siempre insensibilizada y a que el razonamiento del hombre, que nunca ha sido sólido, se está haciendo cada vez más torpe, que el hombre se ha vuelto cada vez más rebelde hacia Dios, hasta el punto, incluso, de clavar a Jesús en la cruz y negarle a Dios encarnado en los últimos días la entrada a su casa, de condenar la carne de Dios y verla como inferior. Si el hombre tuviese al menos un poquito de humanidad, no sería tan cruel en su trato hacia la carne de Dios encarnado; si tuviese al menos un poco de razonamiento, no sería tan agresivo en su trato hacia la carne de Dios encarnado; si tuviese un poco de conciencia, no “agradecería” a Dios encarnado de esta manera. El hombre vive en la era de Dios hecho carne; sin embargo, es incapaz de dar gracias a Dios por haberle dado una oportunidad tan buena, y en vez de ello, maldice la venida de Dios o ignora por completo el hecho de la encarnación de Dios y aparentemente está en contra de ella y hastiado de ella. Independientemente de cómo trate el hombre la venida de Dios, Él, en resumen, siempre ha seguido adelante pacientemente con Su obra, a pesar de que el hombre no haya sido en lo más mínimo acogedor hacia Él y le hace exigencias ciegas. El carácter del hombre se ha vuelto extremadamente violento, su razonamiento se ha vuelto sumamente insensibilizado, y su conciencia ha sido aplastada por completo por el maligno, por lo que hace ya tiempo que dejó de ser la conciencia original del hombre. El hombre no solo no es agradecido con Dios encarnado por otorgarle tanta vida y gracia a la humanidad, sino que, incluso, se ha resentido con Dios por haberle dado la verdad; es debido a que el hombre no tiene el menor interés en la verdad que se ha vuelto resentido con Dios. El hombre no solo es incapaz de dar su vida por Dios encarnado, sino que también trata de obtener favores de Él y reclama un beneficio que es decenas de veces mayor que lo que el hombre le ha dado a Dios. Las personas que poseen este tipo de conciencia y razonamiento consideran que no es un asunto importante y todavía creen que han invertido demasiado de ellas mismas en Dios, y que Él les ha dado muy poco. Hay personas que, habiéndome dado un tazón con agua, extienden las manos y exigen que yo les pague por dos tazones de leche, o habiéndome dado una habitación por una noche, exigen que les pague renta por varias noches. Con una humanidad como esta, y una conciencia así, ¿cómo podríais desear aún obtener la vida? ¡Qué desgraciados y despreciables sois!

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Tener un carácter invariable es estar enemistado con Dios

La oposición a Dios de la que hablo se refiere a los que no lo conocen, los que lo reconocen con los labios, pero no lo conocen, los que siguen a Dios, pero no le obedecen y los que se deleitan en la gracia de Dios, pero no pueden ser testigos Suyos. Sin un entendimiento del propósito de la obra de Dios o de la obra que Dios hace en el hombre, este no puede ser conforme a la voluntad de Dios, y no puede ser testigo Suyo. La razón por la que el hombre se opone a Dios surge, por un lado, de su carácter corrupto y, por otro, de la ignorancia de Él y la falta de entendimiento de los principios por los que Dios obra y de Su voluntad para el hombre. Estos dos aspectos, considerados en conjunto, constituyen una historia de la resistencia del hombre a Dios. Los nuevos en la fe se oponen a Dios porque tal oposición reside en su naturaleza, mientras que la oposición a Dios de aquellos con muchos años en la fe resulta de su ignorancia de Él, además de su carácter corrupto. En la época anterior a que Dios se hiciera carne, la medida de si un hombre se oponía a Dios se basaba en si guardaba los decretos establecidos por Dios en el cielo. Por ejemplo, en la Era de la Ley, cualquiera que no guardara las leyes de Jehová se consideraba alguien que se oponía a Él; cualquiera que robara las ofrendas a Jehová, o resistiera a los favorecidos por Jehová se consideraba alguien que se oponía a Dios y sería apedreado hasta la muerte; cualquiera que no respetara a su padre y a su madre y cualquiera que golpeara o maldijera a otro se consideraba alguien que no guardaba las leyes. Y todos los que no guardaran las leyes de Jehová eran considerados los que se levantaban contra Él. Esto ya no era así en la Era de la Gracia, cuando cualquiera que se levantara contra Jesús se consideraba alguien que estaba contra Dios y cualquiera que no obedeciera las palabras pronunciadas por Jesús era considerado como uno que estaba contra Dios. En esta época, la manera en la que se definía la oposición a Dios se hizo más precisa y práctica. En la época en la que Dios no se había hecho carne todavía, la medida de si un hombre se oponía a Él se basaba en si adoraba al Dios invisible en el cielo o no. La manera en que se definía la oposición a Dios en esa época no era tan práctica, porque el hombre no podía ver a Dios ni conocer cómo era Su imagen, ni saber cómo obraba y hablaba. El hombre no tenía nociones acerca de Dios en absoluto y creía en Él con vaguedad, porque Él no se había aparecido al hombre todavía. Por tanto, independientemente de cómo creyese el hombre en Dios en su imaginación, Él no lo condenaba ni le exigía demasiado, porque el hombre era completamente incapaz de ver a Dios. Cuando Dios se hace carne y viene a obrar entre los hombres, todos lo miran y oyen Sus palabras, y todos ven los hechos que Dios obra dentro de Su cuerpo de la carne. En ese momento, todas las nociones del hombre se convierten en espuma. En cuanto a aquellos que han visto a Dios aparecer en la carne, no serán condenados si lo obedecen de buen grado, mientras que los que están contra Él intencionadamente se considerarán oponentes de Dios. Tales personas son anticristos y enemigos que están deliberadamente contra Él. Los que albergan nociones relativas a Dios, pero aun así están preparados y dispuestos a obedecerle, no serán condenados. Él condena al hombre sobre la base de sus propósitos y acciones, nunca por sus pensamientos e ideas. Si Dios condenara al hombre sobre la base de sus pensamientos e ideas, entonces nadie podría escapar de las manos iracundas de Dios. Los que están voluntariamente contra el Dios encarnado serán castigados por su desobediencia. En cuanto a estas personas que se levantan contra Dios deliberadamente, su oposición surge del hecho de que albergan nociones sobre Dios, que a su vez las llevan a actuar de forma que interrumpen la obra de Dios. Estas personas resisten y destruyen la obra de Dios de manera intencionada. No solo tienen nociones sobre Él, sino que también se involucran en actividades que interrumpen Su obra y por esta razón este tipo de personas serán condenadas. Los que no interrumpen deliberadamente la obra de Dios no serán condenados como pecadores, porque son capaces de obedecer de buen grado y no involucrarse en actividades que causen trastornos ni interrupciones. Tales personas no serán condenadas. Sin embargo, cuando las personas han experimentado la obra de Dios durante mucho tiempo, si siguen albergando nociones acerca de Él y siguen siendo incapaces de conocer la obra del Dios encarnado, y, si por muchos años que hayan experimentado Su obra, continúan llenándose de nociones sobre Dios y siguen siendo incapaces de llegar a conocerlo, aunque no se involucren en actividades que causen trastornos, sus corazones están llenos de muchas nociones sobre Dios, e incluso si tales nociones no se hacen evidentes, las personas que son así no son de ninguna ayuda para la obra de Dios. Son incapaces de difundir el evangelio por Dios o dar testimonio de Él. Las personas que son así no sirven para nada y son imbéciles. Como no conocen a Dios y además son incapaces de desechar sus nociones de Él, están condenadas. Puede decirse así: es normal para los nuevos en la fe albergar nociones de Dios o no conocer nada de Él, pero para aquellos que han creído en Dios durante muchos años y experimentado mucho de Su obra, no sería normal que continuaran sosteniendo nociones, y sería aún menos normal que una persona así no tuviese conocimiento de Dios. Debido a que esto no es un estado normal, están condenados. Estas personas son todas basura; son las que más se oponen a Dios y han disfrutado de Su gracia para nada. ¡Todas esas personas serán eliminadas al final!

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Todas las personas que no conocen a Dios son las que se oponen a Él

Sabed que os oponéis a la obra de Dios o usáis vuestras propias nociones para medir la obra de hoy, porque no conocéis los principios de Su obra, y porque no os tomáis lo bastante en serio la obra del Espíritu Santo. Vuestra oposición a Dios y la obstrucción de la obra del Espíritu Santo están causadas por vuestras nociones y por vuestra arrogancia inherente. No se debe a que la obra de Dios sea errónea, sino a que sois demasiado desobedientes por naturaleza. Después de encontrar su creencia en Dios, algunas personas ni siquiera pueden afirmar con certeza de dónde vino el hombre, pero se atreven a hacer discursos públicos evaluando lo bueno y lo malo de la obra del Espíritu Santo. Incluso sermonean a los apóstoles que tienen la nueva obra del Espíritu Santo y hacen comentarios fuera de lugar; su humanidad es demasiado baja y no hay el más mínimo razonamiento en ellos. ¿Acaso no llegará el día en que tales personas sean rechazadas por la obra del Espíritu Santo y quemadas por los fuegos del infierno? No conocen la obra de Dios, pero la critican, y también intentan ordenarle a Dios cómo obrar. ¿Cómo pueden conocer a Dios personas tan irrazonables? El hombre llega a conocer a Dios durante el proceso de buscarlo y experimentarlo; no es a través de criticarlo a su antojo que llegará a conocerlo por medio del esclarecimiento del Espíritu Santo. Cuanto más preciso es el conocimiento que las personas tienen de Dios, menos se oponen a Él. Por el contrario, cuanto menos saben de Él, más probable es que se opongan a Él. Tus nociones, tu vieja naturaleza y tu humanidad, tu personalidad y tu perspectiva moral son el “capital” con el que te resistes a Dios, y cuanto más corrupto, degradado y bajo te vuelves, más enemigo eres de Dios. Quienes poseen unas nociones firmes y tienen un carácter santurrón son aún más enemigos del Dios encarnado; estas personas son los anticristos. Si no rectificas tus nociones, siempre serán contrarias a Dios; nunca serás compatible con Él y siempre estarás separado de Él.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Conocer las tres etapas de la obra de Dios es la senda para conocer a Dios

Si no puedes aceptar la nueva luz de Dios, y no puedes entender todo lo que Dios hace hoy, y no lo buscas o bien dudas de ello, lo juzgas o lo estudias y lo analizas, entonces es que no tienes la menor intención de obedecer a Dios. Si, cuando la luz actual y ahora aparezca, todavía atesoras la luz de ayer y te opones a la nueva obra de Dios, entonces no eres más que un absurdo, uno de los que están en contra de Dios de manera deliberada. El elemento clave para obedecer a Dios es apreciar la nueva luz y ser capaz de aceptarla y ponerla en práctica. Solo esto es la verdadera obediencia. Los que carecen de la voluntad de anhelar a Dios son incapaces de someterse intencionadamente a Él, y solo se pueden oponer a Dios como resultado de su satisfacción con el estado actual de las cosas. Que el hombre no pueda obedecer a Dios se debe a que lo posee lo que vino antes. Las cosas que vinieron antes les han dado a las personas todo tipo de nociones e imaginaciones acerca de Dios, y estas se han convertido en la imagen de Dios que tienen en su mente. Por lo tanto, en lo que creen es en sus propias nociones y en los estándares de su propia imaginación. Si mides al Dios que hace una obra real a día de hoy contra el Dios de tu propia imaginación, entonces tu fe proviene de Satanás y está manchada con tus propias preferencias; Dios no quiere esta clase de fe. Independientemente de lo elevadas que sean sus credenciales e independientemente de su entrega, incluso si han dedicado toda una vida de esfuerzos a Su obra y se han martirizado, Dios no aprueba a nadie que tenga una fe como esta. Él solo les concede un poco de gracia y les permite disfrutarla por un tiempo. Personas como estas no pueden poner en práctica la verdad. El Espíritu Santo no obra en su interior y Dios las eliminará a cada una de ellas, una por una. Sean viejos o jóvenes, los que no obedecen a Dios en su fe y tienen las intenciones equivocadas son los que se oponen e interrumpen, y Dios eliminará indiscutiblemente a esas personas.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Debes obedecer a Dios al creer en Dios

Aunque Job no conocía a Dios entonces, igualmente lo trató como tal, y lo consideró el Señor de los cielos y la tierra y todas las cosas. Job no consideraba a Dios un enemigo, sino que lo adoraba como Creador de todas las cosas. ¿Por qué se resisten tanto a Dios las personas en la actualidad? ¿Por qué son incapaces de venerarle? Una de las razones es que Satanás las ha corrompido profundamente y, con su naturaleza satánica profundamente arraigada, las personas se han convertido en enemigas de Dios. Así pues, aunque crean en Él y lo reconozcan, siguen siendo capaces de resistirse y de oponerse a Él. La naturaleza humana determina esta circunstancia. La otra razón es que, a pesar de que creen en Dios, las personas sencillamente no lo tratan como tal, sino que consideran que Él se opone a la humanidad, lo ven como enemigo y sienten que no pueden reconciliarse con Él. Es así de simple. […] Puede que poseas un cierto conocimiento de Dios, pero ¿qué conlleva exactamente este conocimiento? ¿Acaso no es esto de lo que está hablando todo el mundo? ¿No es lo que Dios te dijo? Tú solo estás familiarizado con los aspectos teóricos y doctrinales, pero ¿alguna vez has apreciado el verdadero rostro de Dios? ¿Tienes un conocimiento subjetivo? ¿Tienes conocimiento y experiencia prácticos? Si Dios no te lo hubiera dicho, ¿lo habrías sabido? Tu conocimiento teórico no representa el verdadero conocimiento. En pocas palabras, no importa lo mucho que sepas o cómo llegaste a saberlo, hasta que alcances un entendimiento real de Dios, Él será tu enemigo, y mientras no empieces a tratarlo de verdad como Dios, Él se opondrá a ti, porque eres una encarnación de Satanás.

Cuando estás con Cristo, quizás puedas servirle tres comidas al día o hacerle un té y atender Sus necesidades vitales; dará la impresión de que has tratado a Cristo como Dios. Cuando ocurre algo, los puntos de vista de las personas siempre son contrarios a los de Dios y estas son siempre incapaces de entender y aceptar el punto de vista de Dios. Aunque pueden llevarse bien con Él en lo superficial, esto no significa que sean compatibles con Él. En cuanto ocurre algo, emerge la verdad de la desobediencia de la humanidad, y así se confirma la hostilidad existente entre los humanos y Dios. Esta hostilidad no consiste en que Dios se oponga a los seres humanos o que quiera ser hostil hacia ellos; tampoco es que los ponga en oposición a Él y luego los trate en consecuencia. Más bien, es un caso en el que esta esencia contraria a Dios acecha en la voluntad subjetiva de los seres humanos y en su mente subconsciente. Ya que las personas consideran todo lo que viene de Dios como objetos a ser investigados por ellos, su respuesta a lo que procede de Él y hacia todo lo que Él implica consiste, sobre todo, en suponer, dudar y adoptar enseguida una actitud que entra en conflicto con Dios y se opone a Él. Poco después, trasladan un estado de ánimo negativo a los conflictos o luchas con Dios, y llegan al punto incluso de dudar si merece la pena seguir a un Dios así. A pesar de que su racionalidad les diga que no deberían proceder de esa manera, aun así escogerán hacerlo sin poder evitarlo, tanto, que continuarán hasta el final sin titubear. Por ejemplo, ¿cuál es la primera reacción que tienen algunas personas cuando oyen algún rumor o comentario difamatorio sobre Dios? Su primera reacción es preguntarse si esos rumores son ciertos o no y si existen o no, para luego adoptar una actitud de “esperar y ver”. Después empiezan a pensar: “No hay forma de verificar esto. ¿En verdad sucedió? ¿Es este rumor cierto o no?”. Aunque estas personas no lo están demostrando en apariencia, en su corazón ya han empezado a dudar y a negar a Dios. ¿Cuál es la esencia de esta clase de actitud y de este tipo de punto de vista? ¿Acaso no es la traición? Hasta que no se enfrentan con el asunto no puedes ver cuáles son las opiniones de estas personas; no parecen estar en conflicto con Dios y parece que no lo consideran un enemigo. Sin embargo, tan pronto como se enfrentan a un problema, se ponen de inmediato de parte de Satanás y se oponen a Dios. ¿Qué indica esto? ¡Señala que los humanos y Dios están en oposición! No es que Él considere a la humanidad Su enemiga, sino que la propia esencia de esta es hostil hacia Dios. Independientemente de cuánto tiempo haya seguido alguien a Dios o del precio que haya pagado, de cómo le alabe, de cómo evite resistirse a Él, de cuán afanosamente se inste a sí mismo a amarle, esa persona nunca logra tratar a Dios como tal. ¿No está esto determinado por la esencia de las personas?

La Palabra, Vol. II. Sobre conocer a Dios. Cómo conocer el carácter de Dios y los resultados que logrará Su obra

Siempre deseáis ver a Cristo, pero Yo os exhorto a que no os tengáis en tan alta estima; todo el mundo puede ver a Cristo, pero Yo digo que nadie es apto para ver a Cristo. Debido a que la naturaleza del hombre está llena de maldad, arrogancia y rebeldía, en el momento en el que veas a Cristo, tu naturaleza te destruirá y te condenará a muerte. Tal vez tu relación con un hermano (o una hermana) no muestre mucho sobre ti, pero no es tan simple cuando te relacionas con Cristo. En cualquier momento, tus conceptos pueden echar raíces, tu arrogancia puede comenzar a germinar y tu rebeldía puede comenzar a dar frutos. ¿Cómo puedes tú, con esa clase de humanidad, ser apto para relacionarte con Cristo? ¿Eres verdaderamente capaz de tratarlo como Dios en cada momento de cada día? ¿Tendrás verdaderamente la realidad de la sumisión a Dios? Adoráis al Dios excelso dentro de vuestro corazón como Jehová, al tiempo que consideráis al Cristo visible como un hombre. ¡Vuestro sentido es muy inferior y vuestra humanidad es demasiado vil! Sois incapaces de considerar a Cristo siempre como Dios; solo ocasionalmente, cuando os apetece, os aferráis a Él y lo adoráis como Dios. Es por eso que os digo que no sois creyentes de Dios, sino una pandilla de cómplices que lucha contra Cristo. Hasta los hombres que son bondadosos con otros son recompensados; sin embargo, Cristo, que ha hecho tal obra entre vosotros, no ha recibido ni el amor del hombre ni su recompensa y sumisión. ¿Acaso no es eso algo sumamente desgarrador?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Quienes son incompatibles con Cristo indudablemente se oponen a Dios

El grupo de personas a las que el Dios encarnado quiere ganar hoy es el de aquellas que se conforman a Su voluntad. Solo tienen que someterse a Su obra y dejar de preocuparse constantemente con las ideas del Dios en el cielo, vivir en la imprecisión y dificultarle las cosas al Dios en la carne. Los que son capaces de someterse son quienes escuchan absolutamente Sus palabras y obedecen Sus disposiciones. Tales personas no prestan atención en absoluto a cómo pueda ser realmente el Dios en el cielo ni a qué clase de obra pueda estar haciendo Él en la actualidad entre los hombres. Entregan por completo su corazón al Dios en la tierra y ponen todo su ser ante Él. Nunca tienen ninguna consideración hacia su propia seguridad ni arman un escándalo por la normalidad y la practicidad del Dios en la carne. Los que se someten a Dios en la carne pueden ser perfeccionados por Él. Los que creen en el Dios en el cielo no ganarán nada. Esto se debe a que no es el Dios en el cielo quien concede las promesas y las bendiciones a las personas, sino el Dios en la tierra. Las personas no deberían magnificar siempre al Dios en el cielo mientras consideran al Dios en la tierra como una mera persona corriente. Es injusto. El Dios en el cielo es grande y hermoso, de maravillosa sabiduría, pero esto no existe en absoluto. El Dios en la tierra es muy corriente e insignificante y también es muy normal. No tiene una mente extraordinaria ni realiza actos que estremezcan la tierra. Él simplemente obra y habla de una manera muy normal y práctica. Aunque no hable por medio del trueno ni convoque al viento y la lluvia, Él es realmente la encarnación del Dios en el cielo y es realmente el Dios que vive entre los humanos. Las personas no deben magnificar como Dios a aquel a quien son capaces de entender y que se corresponde con sus propias imaginaciones, mientras consideran inferior a aquel a quien no pueden aceptar ni imaginar en absoluto. Todo esto viene de la rebeldía de las personas; todo es la fuente de la resistencia de la humanidad a Dios.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Aquellos que de verdad aman a Dios son los que pueden someterse completamente a Su practicidad

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