Qué es cumplir con el deber y cómo debe considerarlo

3 Jun 2018

Las palabras relevantes de Dios:

Como miembros de la raza humana y cristianos devotos, es responsabilidad y obligación de todos nosotros ofrecer nuestra mente y nuestro cuerpo para el cumplimiento de la comisión de Dios, porque todo nuestro ser vino de Él y existe gracias a Su soberanía. Si nuestras mentes y nuestros cuerpos no son para la comisión de Dios ni para la causa justa de la humanidad, nuestras almas serán indignas de aquellos que fueron martirizados por causa de aquella, y aún más indignas de Dios, que nos ha provisto todo.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Apéndice II: Dios preside el destino de toda la humanidad

No existe correlación entre el deber del hombre y que él sea bendecido o maldecido. El deber es lo que el hombre debe cumplir; es la vocación que le dio el cielo y no debe depender de recompensas, condiciones o razones. Solo entonces el hombre está cumpliendo con su deber. Ser bendecido es cuando alguien es perfeccionado y disfruta de las bendiciones de Dios tras experimentar el juicio. Ser maldecido es cuando el carácter de alguien no cambia tras haber experimentado el castigo y el juicio; es cuando alguien no experimenta ser perfeccionado, sino que es castigado. Pero, independientemente de si son bendecidos o maldecidos, los seres creados deben cumplir su deber, haciendo lo que deben hacer y haciendo lo que son capaces de hacer; esto es lo mínimo que una persona, una persona que busca a Dios, debe hacer. No debes llevar a cabo tu deber solo para ser bendecido y no debes negarte a actuar por temor a ser maldecido. Dejadme deciros esto: lo que el hombre debe hacer es llevar a cabo su deber, y si es incapaz de llevar a cabo su deber, esto es su rebeldía. Es por medio del proceso de llevar a cabo su deber que el hombre es cambiado gradualmente, y es por medio de este proceso que él demuestra su lealtad. Así pues, cuanto más puedas llevar a cabo tu deber, más verdad recibirás y más real será tu expresión. Los que solo cumplen con su deber por inercia y no buscan la verdad, al final serán eliminados, pues esas personas no llevan a cabo su deber en la práctica de la verdad y no practican la verdad en el cumplimiento de su deber. Ellos son los que permanecen sin cambios y serán maldecidos. No solo sus expresiones son impuras, sino que todo lo que expresan es malvado.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La diferencia entre el ministerio de Dios encarnado y el deber del hombre

¿Qué es el deber? Un deber no lo gestionas tú, no es como tu carrera o tu trabajo; en cambio, es la obra de Dios. La obra de Dios requiere de tu cooperación, de donde surge tu deber. La parte de la obra de Dios con la que el hombre debe cooperar es su deber. El deber es una parte de la obra de Dios; no es tu carrera, tampoco tus asuntos domésticos ni tus asuntos personales en la vida. Ya sea tu deber tratar con asuntos externos o internos, es la obra de la casa de Dios, forma parte del plan de gestión de Dios y es el encargo que Dios te ha dado. No es un asunto personal tuyo.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Solo si buscas los principios-verdad puedes desempeñar bien tu deber

¿Cómo surge el deber? En términos generales, surge como resultado de la obra de gestión de Dios de traer la salvación a la humanidad; hablando de manera más concreta, a medida que la obra de gestión de Dios se desarrolla entre la humanidad, surgen diversas tareas que deben hacerse y que requieren que la gente colabore y las realice. Esto ha hecho que surjan responsabilidades y misiones que las personas tienen que cumplir y estas responsabilidades y misiones son los deberes que Dios confiere a la humanidad. Por lo tanto, en la casa de Dios, las diversas tareas que requieren la cooperación de las personas son los deberes que han de cumplir. Entonces, ¿se diferencian los deberes entre mejores y peores, nobles y humildes o grandes y pequeños? No existen tales diferencias; todo aquello que guarde relación con la obra de gestión de Dios, sea requisito para que Él lleve a cabo Su obra o una exigencia del trabajo de Su casa es el deber de una persona. Estos son la definición y el origen del deber. Sin la obra de gestión de Dios, ¿tendrían deberes las personas en la tierra, independientemente de cómo vivan? (No). Ahora tienes claro que hay una relación directa entre los deberes de los seres creados y la obra de gestión de Dios para salvar a la humanidad. Puede decirse que sin la salvación de la humanidad por parte de Dios y sin la obra de gestión que Él ha puesto en marcha en la tierra, entre los hombres, la gente no tendría ningún deber. Desde esta perspectiva, el deber es importante para toda persona que siga a Dios, ¿no? A grandes rasgos, tú participas en la obra del plan de gestión de Dios; más concretamente, colaboras en los diversos tipos de trabajos de Dios requeridos en distintos momentos y entre distintos grupos de personas. Sea cual sea tu deber, es una misión que te ha encargado Dios. En ocasiones, tal vez te pidan que cuides o protejas un objeto importante. Esta podría ser una cuestión relativamente trivial que solo puede considerarse responsabilidad tuya, pero es una tarea que te ha encargado Dios; la has recibido de Él. En términos más generales, Dios te encarga una comisión, que puede tratarse de difundir el evangelio, de dirigir una iglesia o de un trabajo aún más peligroso e importante. De todas formas, siempre que guarde relación con la obra de Dios y la labor de Su casa, la gente debe aceptarlo como un deber de parte de Dios. El deber, en términos aún más amplios, es la misión de una persona, una comisión encomendada por Dios; de manera más específica, es tu responsabilidad, tu obligación. Dado que es tu misión, una comisión que te ha encomendado Dios, tu responsabilidad y tu obligación, no tiene nada que ver con tus asuntos personales.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. ¿Cuál es el desempeño adecuado del deber?

Las criaturas de Dios deben cumplir con su deber; tú vives bajo el dominio de Dios, aceptas todo lo que Dios provee, todo lo que viene de Él, así que debes cumplir con tus responsabilidades y obligaciones; este es tu deber. Esto evidencia que, para la humanidad, cumplir con el deber de una criatura de Dios es más justo, hermoso y noble que ninguna otra cosa que se haga mientras se viva en el mundo del hombre; no hay nada en la humanidad más importante ni digno y nada aporta mayor sentido y valor a la vida de una criatura de Dios que cumplir con el deber de una criatura de Dios. Para una criatura de Dios, poder cumplir con su deber como tal, poder satisfacer al Creador, es lo más maravilloso que hay entre los hombres y algo que estos deben alabar. Cualquier cosa encomendada por el Creador a las criaturas de Dios debe ser aceptada incondicionalmente por ellas; para la humanidad es algo bendecido y glorioso y, para todo ser humano que cumpla con el deber de una criatura de Dios, nada es más maravilloso ni digno de conmemoración; es algo positivo. En cuanto a cómo trata el Creador a aquellos que cumplen con el deber de una criatura de Dios y lo que les promete, esto es asunto del Creador, no de la humanidad creada. Dicho sin rodeos, es cosa de Dios; tú recibirás lo que Dios te dé y, si no te da nada, no tienes por qué protestar. Cuando una criatura de Dios acepta la comisión de Dios y coopera con el Creador para cumplir con el deber y hacer lo que puede, esto no es una transacción ni un trueque; las criaturas de Dios no deben tratar de utilizar ninguna actitud ni nada a cambio de bendiciones o promesas de Dios. Cuando el Creador os encomienda esta labor, lo suyo es que, como criaturas de Dios, aceptéis este deber y esta comisión; no se trata de una transacción. El Creador, por Su parte, está dispuesto a encomendar esta comisión a todos y cada uno de vosotros; por parte de la humanidad creada, la gente debe aceptar gustosa este deber y considerarlo su obligación en la vida, el valor con que ha de vivir esta vida. Aquí no hay ninguna transacción; no es un intercambio equivalente, y ni mucho menos implica recompensa o interpretación alguna. No es un trueque, no es un intercambio por el precio que pague la gente ni por el trabajo que aporte al cumplir con el deber. Ni Dios ha dicho jamás eso ni el hombre ha de entenderlo así.

La Palabra, Vol. IV. Desenmascarar a los anticristos. Cumplen con su deber solo para distinguirse a sí mismos y satisfacer sus propios intereses y ambiciones; nunca consideran los intereses de la casa de Dios, e incluso los venden a cambio de su propia gloria (VII)

¡Cómo consideras las comisiones de Dios es un asunto muy serio! Si no puedes llevar a cabo lo que Dios te ha confiado, no eres apto para vivir en Su presencia y deberías ser castigado. Es la ley del Cielo y el principio de la tierra para que los seres humanos completen cualquier comisión que Dios les confíe; esta es su responsabilidad más elevada, tan importante como sus propias vidas. Si no te tomas en serio las comisiones de Dios, lo estás traicionando de la forma más grave; en esto eres más lamentable que Judas y debe ser maldecido. La gente debe entender bien cómo ver lo que Dios les confía y, al menos, debe comprender que las comisiones que Él confía a la humanidad son exaltaciones y favores especiales de Dios, son cosas muy gloriosas. Todo lo demás puede abandonarse; aunque uno tenga que sacrificar la propia vida, debe seguir cumpliendo la comisión de Dios.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo conocer la naturaleza del hombre

Lo que más directa y perceptiblemente refleja el vínculo que te une a Dios es cómo tratas los asuntos que Él te confía y las tareas que te asigna, así como qué actitud tienes. Este asunto es lo que se observa más directamente. Cuando hayas captado este punto crucial y cumplido la comisión que Dios te ha dado, tu relación con Dios será normal. Si cuando Dios te confía una tarea o te dice que cumplas con una determinada obligación, tu actitud es superficial y apática, y no lo ves como una prioridad, ¿no es eso precisamente lo contrario de dedicar todo tu corazón y tus fuerzas? Por tanto, tu actitud a la hora de cumplir con tu deber es de vital importancia, del mismo modo que lo son el método y la senda que escojas. ¿Cuál es la consecuencia de cumplir con el deber de forma descuidada y superficial, tratándolo a la ligera? El desempeño deficiente en el deber, aunque sepas hacerlo bien: tu desempeño no estará a la altura y Dios no estará satisfecho con tu actitud hacia el deber. Si en un principio hubieras buscado y cooperado con normalidad, si le hubieras dedicado todos tus pensamientos; si te hubieras volcado y puesto todo tu empeño en ello y le hubieras dedicado parte de tu trabajo, tu esfuerzo y tus pensamientos o hubieras dedicado tiempo a consultar el material y te hubieras comprometido en cuerpo y alma con ello; si hubieras sido capaz de una colaboración así, entonces Dios estaría por delante guiándote. No hace falta que ejerzas mucha fuerza; si no escatimas esfuerzos en cooperar, Dios ya lo habrá dispuesto todo para ti. Si eres ladino y traicionero y a mitad del trabajo cambias de actitud y te descarrías, Dios no mostrará interés por ti; habrás perdido esta oportunidad, y Dios dirá: “No eres lo suficientemente bueno; eres un inútil. Apártate. Te gusta ser perezoso, ¿no? Te gusta ser mentiroso y astuto, ¿no? ¿Te gusta descansar? Pues descansa”. Dios concederá esta gracia y esta oportunidad a la siguiente persona. ¿Qué opináis? ¿Esto es una pérdida o una ganancia? ¡Una enorme pérdida!

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. Cómo resolver el problema de ser descuidado y superficial a la hora de realizar tu deber

Algunos consideran primordial el cumplimiento del deber, otros lo consideran su tarea personal y otras personas lo consideran su trabajo, su empresa, su asunto particular o una especie de pasatiempo, entretenimiento o afición para matar el tiempo. En resumen, sea cual sea tu actitud hacia el deber, si no lo recibiste de Dios y eres incapaz de considerarlo una tarea que ha de realizar o con la que ha de cooperar un ser creado dentro de la obra de gestión de Dios, entonces lo que estás haciendo no es cumplir con el deber. ¿Por qué planteo estos temas? ¿Qué problemas trato de resolver hablando de ellos? Intento corregir las actitudes incorrectas de las personas hacia el deber. Una vez que hayan entendido estas verdades, poco a poco su actitud hacia el deber se adaptará a la verdad y se ajustará a sus principios y a las exigencias de Dios. Cuando menos, tu perspectiva y actitud con respecto al deber deben estar en consonancia con la verdad y las exigencias de Dios. Los deberes son tareas que Dios encomienda a las personas, misiones que la gente debe cumplir. Sin embargo, un deber no es, desde luego, tu negocio que gestionas personalmente ni un contrapeso para que destaques entre la multitud. Algunos utilizan sus deberes como una oportunidad para dedicarse a su propia gestión y formar camarillas; otros, para satisfacer sus deseos; otros, para llenar sus vacíos internos y, otros más, para satisfacer su mentalidad de confiar en la suerte, y piensan que, siempre que cumplan con sus deberes, participarán de la casa de Dios y del maravilloso destino que Dios dispone para el hombre. Dichas actitudes respecto al deber son incorrectas; causan repugnancia a Dios y deben corregirse urgentemente.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. ¿Cuál es el desempeño adecuado del deber?

¿Cuál es la actitud correcta hacia el deber, que manifiesta que eres poseedor de la verdad? En primer lugar, no puedes analizar quién lo ha dispuesto, ni qué categoría de liderazgo lo ha asignado; has de aceptarlo de Dios. Además, sea cual sea tu deber, no discrimines entre lo superior y lo inferior. Supongamos que dices: “Aunque esta tarea es una comisión proveniente de Dios y la obra de Su casa, si la hago, la gente podría menospreciarme. Otros llevan a cabo una obra que les permite destacar. ¿Cómo puede esta tarea que se me ha asignado —que no me permite destacar, sino que me hace trabajar entre bastidores— considerarse un deber? Es un deber que no puedo aceptar; este no es mi deber. Mi deber tiene que hacerme destacar ante los demás y permitirme forjarme un nombre, y aunque no me forje un nombre o me haga destacar, aun así, debería poder recibir algún beneficio de él y sentirme cómodo físicamente”. ¿Es aceptable esta actitud? Ser quisquilloso es no aceptar lo que viene de Dios; es tomar decisiones de acuerdo con tus propias preferencias. Esto no es aceptar tu deber; es rechazarlo. En cuanto intentas elegir y escoger, ya no eres capaz de tener verdadera aceptación. Tal quisquillosidad es adulterada con tus propias preferencias y deseos; cuando consideras tus propios beneficios, tu reputación y otras cosas similares, tu actitud hacia tu deber no es de sumisión. Esta debe ser la actitud ante el deber: primero, no lo debes analizar ni pensar en quién te lo ha asignado, sino que debes aceptarlo de Dios como tu deber y como lo que debes hacer. Segundo, no discrimines entre lo superior y lo inferior, y no te preocupes por su naturaleza: que se haga delante de la gente o fuera de su vista, que te permita destacar o no. No tomes en consideración estas cosas. Estas son las dos características de la actitud con la que las personas deben afrontar su deber.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. ¿Cuál es el desempeño adecuado del deber?

¿Cuál es la actitud más básica que hay que tener hacia el deber? Si dijeras: “Como la casa de Dios me ha otorgado este deber, me pertenece y puedo cumplirlo como quiera”, ¿sería esta una actitud aceptable? En absoluto. Si tienes semejantes pensamientos, ocasionarán problemas y eso significa que has tomado una mala senda. No debes pensar de esta manera. Entonces, ¿cuál es la forma correcta de pensar? En primer lugar, has de buscar la verdad y los principios. Busca lo siguiente: cómo cumplir con este deber, qué exige Dios, cuáles son los principios de las exigencias de Dios a la gente, qué deberías hacer, qué partes del trabajo has de realizar y cómo actuar para ser absolutamente entregado y responsable en el cumplimiento de este deber. Entonces, ¿a quién debes entregarte? A Dios. Debes entregarte a Él, responsabilizarte de otras personas y, en cuanto a ti, adherirte a los principios y defender tu deber. ¿Qué significa adherirse a los principios? Adherirse a los principios es actuar de acuerdo con las palabras de Dios y la verdad. ¿Y qué significa defender el deber? Supón, por ejemplo, que te han asignado un deber durante uno o dos años, pero hasta ahora nadie te ha controlado. ¿Qué deberías hacer? Si nadie te controla, ¿ya no existe el deber? Ignora si alguien te controla o ve cómo lo estás haciendo; te encomendaron a ti esta tarea y, aunque no es un asunto personal tuyo, te la asignaron a ti y es tu responsabilidad. Has de pensar en cómo hay que hacer este trabajo y cómo se puede hacer bien, y así es como debes hacerlo tú. Si siempre esperas que te controlen, supervisen y apremien, ¿es esta la actitud que deberías tener en tu deber? ¿Qué tipo de actitud es esta? Una actitud pasiva, no la actitud que deberías adoptar hacia el deber.

La Palabra, Vol. III. Discursos de Cristo de los últimos días. ¿Cuál es el desempeño adecuado del deber?

Debéis cumplir cada uno con vuestro deber al máximo de vuestra capacidad, con un corazón franco y honesto, y estar dispuestos a pagar el precio que sea necesario. Como habéis dicho, cuando llegue el día, Dios no va a ser negligente con nadie que haya sufrido o pagado un precio por Él. Merece la pena aferrarse a este tipo de convicción, y lo adecuado es que no deberíais olvidaros nunca de ella. Solo así puedo dar tranquilidad a Mi mente respecto a vosotros. De otro modo, seréis siempre personas con las que nunca podré tener la mente calmada, y seréis para siempre objetos de Mi aversión. Si todos vosotros podéis seguir vuestra conciencia y entregarlo todo por Mí, sin escatimar esfuerzos por Mi obra y dedicando el esfuerzo de una vida entera a la obra de Mi evangelio, ¿no saltará Mi corazón a menudo de gozo por vosotros? De este modo, seré capaz de dar completa tranquilidad a Mi mente respecto a vosotros, ¿verdad?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. Acerca del destino

Hoy, lo que a vosotros se os exige lograr no son exigencias adicionales, sino el deber del hombre y lo que todas las personas deben hacer. Si ni siquiera sois capaces de hacer vuestro deber, o de hacerlo bien, ¿no os estáis acarreando problemas? ¿No estáis cortejando a la muerte? ¿Cómo podéis todavía esperar tener un futuro y perspectivas? La obra de Dios se hace por el bien de la humanidad, y la cooperación del hombre se entrega por el bien de la gestión de Dios. Después de que Dios haya hecho todo lo que le corresponde hacer, al hombre se le exige ser pródigo en su práctica y cooperar con Dios. En la obra de Dios, el hombre no debe escatimar esfuerzos, debe ofrecer su lealtad y no debe darse el gusto de tener numerosas nociones o sentarse pasivamente y esperar la muerte. Dios puede sacrificarse por el hombre, así que, ¿por qué no puede el hombre ofrecerle su lealtad a Dios? Dios solo tiene un corazón y una mente para con el hombre, así que, ¿por qué no puede el hombre ofrecer un poco de cooperación? Dios obra para la humanidad, así que, ¿por qué el hombre no puede llevar a cabo algo de su deber por el bien de la gestión de Dios? La obra de Dios ha llegado hasta aquí; sin embargo, vosotros veis pero no actuáis, escucháis pero no os movéis. ¿No son tales personas objetos de perdición? Dios ya le ha dedicado Su todo al hombre, así que, ¿por qué es incapaz el hombre hoy de llevar a cabo su deber con ahínco hoy? Para Dios, Su obra es Su prioridad y la obra de Su gestión es de suprema importancia. Para el hombre, poner en práctica las palabras de Dios y cumplir las exigencias de Dios son su primera prioridad. Todos vosotros deberíais entender esto.

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La obra de Dios y la práctica del hombre

Que el hombre lleve a cabo su deber es, de hecho, el cumplimiento de todo lo que es inherente a él; es decir, lo que es posible para él. Es entonces cuando su deber se cumple. Los defectos del hombre durante su servicio se reducen gradualmente a través de la experiencia progresiva y del proceso de pasar por el juicio; no obstaculizan ni afectan el deber del hombre. Los que dejan de servir o ceden y retroceden por temor a que puedan existir inconvenientes en su servicio son los más cobardes de todos. Si las personas no pueden expresar lo que deben expresar durante el servicio ni lograr lo que por naturaleza es posible para ellas y, en cambio, pierden el tiempo y actúan mecánicamente, han perdido la función que un ser creado debe tener. A esta clase de personas se les conoce como “mediocres”; son desechos inútiles. ¿Cómo pueden esas personas ser llamadas apropiadamente seres creados? ¿Acaso no son seres corruptos que brillan por fuera, pero que están podridos por dentro? Si un hombre se llama a sí mismo Dios, pero no es capaz de expresar el ser de la divinidad, ni hacer la obra de Dios mismo, ni representar a Dios, entonces no cabe duda de que no es Dios, porque no tiene la sustancia de Dios, y lo que Dios puede lograr por naturaleza no existe dentro de él. Si el hombre pierde lo que, por naturaleza, puede alcanzar, ya no se le puede considerar un hombre y no es digno de permanecer como ser creado ni de venir delante de Dios y servirlo. Además, no es digno de recibir la gracia de Dios ni de ser cuidado, protegido y perfeccionado por Dios. Muchos que han perdido la confianza de Dios pasan a perder la gracia de Dios. No solo no desprecian sus fechorías, sino que propagan con descaro la idea de que el camino de Dios es incorrecto, y los rebeldes incluso niegan la existencia de Dios. ¿Cómo pueden esas personas, que poseen tal rebeldía, tener derecho a gozar de la gracia de Dios? Quienes no llevan a cabo su deber son muy rebeldes con Dios, y le deben mucho, pero se dan la vuelta y arremeten contra Él diciendo que está equivocado. ¿Cómo podría esa clase de hombre ser digno de ser perfeccionado? ¿Acaso no es esto antecedente para ser eliminados y castigados? Las personas que no llevan a cabo su deber delante de Dios ya son culpables de los crímenes más atroces, para los cuales hasta la muerte es un castigo insuficiente, pero tienen el descaro de discutir con Dios y enfrentarse a Él. ¿Cuál es el valor de perfeccionar a semejantes personas? Cuando las personas no cumplen con su deber, deben sentirse culpables y en deuda; deben aborrecer su debilidad e inutilidad, su rebeldía y su corrupción y, aun más, deben entregarle su vida a Dios. Solo entonces son seres creados que aman verdaderamente a Dios, y solo ese tipo de personas son dignas de disfrutar las bendiciones y la promesa de Dios y de que Él las perfeccione. ¿Y qué pasa con la mayoría de vosotros? ¿Cómo tratáis al Dios que vive entre vosotros? ¿Cómo habéis llevado a cabo vuestro deber delante de Él? ¿Habéis hecho todo lo que fuisteis llamados a hacer, incluso a expensas de vuestra propia vida? ¿Qué habéis sacrificado? ¿Acaso no habéis recibido mucho de Mí? ¿Podéis discernir? ¿Qué tan leales sois a Mí? ¿Cómo me habéis servido? ¿Y qué hay de todo lo que os he otorgado y he hecho por vosotros? ¿Habéis tomado medida de todo esto? ¿Habéis juzgado y comparado esto con la poca conciencia que tenéis dentro de vosotros? ¿De quién podrían ser dignas vuestras palabras y acciones? ¿Podría ser que ese minúsculo sacrificio vuestro sea digno de todo lo que os he otorgado? No tengo otra opción y me he dedicado a vosotros con todo el corazón, pero vosotros albergáis intenciones malvadas y sois tibios conmigo. Ese es el alcance de vuestro deber, vuestra única función. ¿No es así? ¿No sabéis que habéis fracasado rotundamente en cumplir con el deber de un ser creado? ¿Cómo podéis ser considerados seres creados?

La Palabra, Vol. I. La aparición y obra de Dios. La diferencia entre el ministerio de Dios encarnado y el deber del hombre

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